Continuación I
1607.
8. Discvrsos
de la antigvedad de la lengva cántabra Bascongada. Compuestos por
Balthasar de Echaue, natural de la Villa de çumaya en la Provincia
de Guipuzcoa, y vezino de Mexico. Introdúcese la misma lengua, en
forma vna Matrona venerable y anciana que se quexa, de que siendo
ella la primera que se habló en España, y general en toda ella la
hayan olvidado sus naturales, y admitido otras extranjeras. Habla con
las provincias de Guipúzcoa y Vizcaya, que
le han sido fieles, y
algunas veces con la misma España. Con licencia y privilegio. En
México, en la Emprenta de Henrrico Martinez. Año de 1607. -(Rodeada
de una orla.)
4.°-12 hs. prels. la port. Inclusive +84 págs.
dobs. - Signs. + A-T de 4 hs. menos la segunda que es de cinco: dos
primeras hojas prels. sin sign.
Port. -V. en b. -E. de a. del
Conde de Lemos, Presidente del Consejo de Indias. -V, en blanco. -
Ded. al dicho Conde. -Retrato del autor hecho por él mismo: ostenta
en su diestra la pluma y el pincel (por haber cultivado también el
arte de Apeles). Por orla esta letra:
Patriae et penicillum et
callamum, utroque aeque artifex, D. D. - Prólogo al lector. -La
lengua
Bascongada al lector. -Fr. Hernando de Ojea, dominico, al
autor: México 12 de Octubre de 1606.
-El Licenciado Arias de
Villalobos en alabanza de la obra (cinco décimas).
El es
pintor y es author
y tan bien escriue y pinta
que con estilo
y color
honrra el pinzel y la tinta
y en ambos tiene primor
Y si lo que pinta viue,
y lo que escriue reuiue,
aunque en vascuence y grutesco
es porque oy le pinta al
fresco
y en marmol su nombre scriue.
Priv. por el Virrey
Don Juan de Mendoza y Luna, Marqués de Montes Claros, etc.: México
30 de Agosto de 1606. -Lic. del Vicario general del Arzobispado,
Doctor Francisco de Loya: México 20 de Abril de 1606. -Tabla. -
Texto en 22 capítulos.
Este libro es rarísimo. De él se ha
hecho una corta tirada fotolitográfica, pocos años ha, valiéndose
del ejemplar que se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid.
Dice Fr. Hernando de Ojea de la Orden de Santo Domingo a su
amigo, Balthasar de Echaue, en loor de esta obra:
Vi los
Discursos que V. M. hizo y me embió de la lengua cántabra y de su
antigüedad. y hallolos tan conformes a la razón y a la naturaleza
de las cosas, tan concertados y de buen lenguaje, que ningún hombre
de entendimiento dexará de estimarlos en mucho, y particularmente
los historiadores Españoles, que de ordinario tropieçan quando
llegan a tratar de los principios de nuestra nación y del lenguage
que entonces hablauan. Porque como este se perdió, o se confundió
muchos tiempos há en la mayor parte de España, con el de las muchas
naciones Estrangeras y poderosas que en ella poblaron, ignoran casi
de todo punto el que entonces corría (porque apenas tienen del vna
vislumbre, y essa por conjeturas), assí quando llegan a tratar deste
punto, o le pasan en blanco o dizen muy poco del. Y assí me sucedió
a mí en las historias que voy escriuiendo de Galicia (I), que le
passé en silencio por no hallar cosa que me satisficiesse: hasta que
V. M. me dio noticia de la intelligencia y significación de muchos
nombres de pueblos, montes, ríos y valles, así de Galicia como de
todas las otras provincias de España, que todos ellos se hallan en
la lengua Cántabra, y en ella tienen propria significación. Por lo
qual vine a entender claramente que en toda ella se habló en los
principios de su población la misma lengua que se habla agora en la
Cantabria. Porque aunque es verdad que por discurso de largo tiempo
la gente vencedora y su lenguage
consumen a la vencida y al
lenguaje della: pero no los nombres que ya tenían los lugares y
Prouincias, montes, ríos y fuentes, aunque se alteran en algo, como
lo experimentamos en las infinitas Prouincias destas indias, las
quales conseruan todavía con poca variación, sus nombres antiguos,
porque aunque a muchas dellas les pusimos nosotros menos nombres a lo
Español, estos se an oluidado y cay do o son poco usados, y an
preualecido y preualecen los antiguos de los Indios, aun después de
muertos todos ellos en muchas partes. Como se verifica en el de la
isla de Cuba, que los Españoles llamaron al principio Fernandina, en
los de la Habana, Bayamo, Iamayca, Yucatán, Campeche, México,
Mechoacan, Tezcuco, Tlaxcala, Cholula, Guaxaca, que algunos llaman
Antequera, Atrisco, que otros llaman Carrion, Xalisco,
Guayangareo, y otros desta manera, que todos son vocablos indios, i
assí sucedió a los de España, para cuya conseruacion y memoria de
lo antiguo reseruó Dios intactas como brasas entre la ceniza, las
quatro Provincias que hablan aquella primera lengua, cuales son
Vizcaya y Guipúzcoa, Álaua y Nauarra: de las quales sacó a V. M.
como centella, o luzero que sale a deshora, para que dé notizia al
mundo del thesoro que allí ay encerrado y de lo que fué
antiguamente.
I: Las historias que dice el P. Ojea que
entonces se hallaba escribiendo, se encuentran hoy MSS, en
la
Biblioteca de la Academia de la Historia, colección Salazar.
Yo doy a Vmd. muchas gracias en nombre de todos
los que tratamos de historia, por lo que en ello ha trauajado, y por
la luz que con ello nos da para otras cosas... De Santo Domingo de
México a 12
de Octubre de 1606. -Fr. Hernando de Ojea.
Trata
Echave en el cap. XV de su obra De
algunos nombres de la lengua Bascongada Cántabra, que se hallan en
la Castellana. Entre los que cita hay
unos que tienen la misma forma en castellano y en bascuence, aunque
su significado o espíritu sea distinto, y otros en los cuales
claramente se ve que su raíz etimológica está en el eúskaro.
Bueno será poner aquí, y en forma clara, las voces de que
se habla en dicho capítulo.
CASTELLANO BASCUENCE
Moço y Moça … El mismo vocablo significa:
cosa sin cabello.
Motilada o tresquilada, mocha ó sin barba
Imotza.
Teta Titia.
Ama Significa: madre.
Aldea
vezina (vecina).
Masmordon (vocablo antiguo castellano)
racimo floxo y desgajado.
Asmar (vocablo antiguo
castellano) Significa: pensar y adivinar.
Verde Significa:
color de yerbas y verduras
Ola Significa: tabla
Estrada
Significa: calle, y particular mente la que hacen los setos de
las heredades, cuya etimología verdadera es estarte y estartea.
Vizarro y Vizarría. Viçarra, significa hombre de barba o
pelo en pecho; hombre gallardo y dispuesto.
Sarna Calor
brotada.
Ganiuete Filo cortante.
Casco De
coscolloa, cáscara redonda.
Cascabel Cascabilloa.
Çatico
Qatico, porción.
Castillo Gaizteloa, lugar de vigilia
y donde no es bueno dormirse.
Gurdo, (hombre torpe y tocho)
Gurduria, hombre torpe y tocho.
Cabo (no pone
nada)
Honesto y honestidad (no pone nada)
Rivera (no
pone nada)
Lanza çia y Lancia, asta aguzada.
Escudo
Ezcutua, el que esconde o encubre.
Hizquierdo y
hezquerdar.
(Vocablo antiguo castellano que significa ceñir a la
siniestra escudo).
1608.
9. Antigvedad y excelencias de Granada. Por el
Licenciado Francisco Bermudez de Pedraza, natural della: Abogado en
los Reales Consejos de su Magestad. Dirigido a la muy noble,
nombrada, y gran ciudad de Granada. Año (E. de la ciudad) 1608. En
Madrid. por Luis Sanchez, Impresor del Rey N. S. -(Al fin:) En
Madrid. por Luis Sanchez, 1608.
4.°-11 hs. prels. +190 págs.
dobs. + 6 hs. De índ. y tabla de autores, - Sign. AZ, AA-Z, Aaa-Ddd,
de 4 hojas.
Al fol. 149 léese esta port.: Libro qvarto Del
Santo Móte Ylipulitano, y sus excelencias. (E. de Granada.) En
Madrid. Por Luis Sáchez impresor del Rey N. S. Año MDCVII V. en b.
Tiene este libro, de interés para nosotros, los siguientes
capítulos:
Cap. IV. -Del origen de la lengua castellana.
Cap. V. -Resolución de la primera dificultad opuesta contra la
antigüedad de la lengua castellana.
Cap. VI. -Resolución de la
segunda dificultad.
Cap. VII -Resolución de la tercera
dificultad.
Cap. VIII. -Resolución de la quarta dificultad.
Cap. IX. -Resolución de la última dificultad.
En ellos
asienta el autor la disparatada especie de que Túbal, hijo de Jafet,
y uno de los 72 descendientes de Noé, trajo a nuestra península la
lengua española, que fué una de las que a la conclusión de la
Torre provinieron directamente de la primitiva y universal. Fenices,
Árabes, Griegos y latinos la corrompieron más tarde. Lleva el Ldo.
Bermúdez de Pedraza sus delirios al punto de decir que la lengua
española fué la que hablaron los Apóstoles el día de Pentecostés.
En cambio afirma que es cosa inconsiderada suponer que la lengua
castellana es hija de la latina.
Muchos de sus argumentos son
una repetición de los del Dr. Gregorio López Maderos, ya expuestos
en el núm. 4 de este libro.
De la Antigüedad y excelencias
de Granada se hizo, por el mismo autor, otra edición refundida y
aumentada, con este título: Historia eclesiástica, principios y
progresos de la ciudad y religión católica de Granada, corona de su
poderoso reino y excelencias de su corona. Granada, por Andrés de
Santiago, 1638. Folio.
1614.
10. Varias antigvedades
de España, África y otras provincias Por el Doctor Bernardo Aldrete
Canónigo en la Santa Iglesia de Cordoua. ... En Amberes, a costa de
Iuan Hafrey, año MDCxiv. (Bella portada grabada en cobre) -(Al fin:)
Antverpiae, Typis Gerardi Wolsschatii, et Henrici AErtsii. Anno cIo.
Ioo. XIV.
4.°-7 hs. prels. + 140 págs. + 36 hs. de tabla. -
Sign. -A-Z, AA-Z, AaA-Z, Aaaa-Vvvv, todas de 4 hs.
Port. -
Ded. al Arzob. de Sevilla D. Pedro de Castro y Quiñones: Sevilla 20
de Diciembre de 1613. -Inscripciones latinas, en laude de dicho
Prelado para la iglesia del Sacro Monte de Granada. -Lic. del Rey,
suscrita por Jorge de Touar: Ventosilla 28 de Octubre de 1612. -Lic.
del Rey, suscrita por el mismo Touar, para que, "no obstante la
nueua lei prohibía se pudiese estampar y imprimir fuera destos
Reinos, se excluyera el caso de este libro por tener estampas,
descripciones y mucho en Griego, Hebreo, Púnico, Siriaco, y Árabe,
escripto con los caracteres que estas lenguas se escribían, de todo
lo cual hauia grande falta en las emprentas destos nuestros Reinos:
Madrid 27 de Enero de 1O13. -Censura del M. Fr. Iuan de la Puente,
Cronista de S. M.: Santo Thomás de Madrid 11 de Octubre de 1612.
-Censura del P. Rodrigo de Figueroa, S. J. (Parece que á componer
este libro
han concurrido los hombres más doctos de todas las
naciones, lenguas y provincias de quien el autor trata...); Colegio
de la Compañía de Jesús de Córdoba 3 de Noviembre de 161. -Aprob.
del Dr. Andrés de Rueda Rico y Don Alonso de Butrago: Córdoua 12 de
Noviembre de 1611. -Aprob. de D. Fran. Ferz. de Córdoua, Córdoua 13
de Noviembre de 1611. -Lic. de D. Fr. Diego de Mardones, Obispo de
Córdoua: 27 de Noviembre de 1611. -Dividido en cuatro libros. -
Texto. -Tabla de cosas notables.
Lib. I. -Cap. X. -El uso i
pronunciación del Ipsilon, i de la i pequeña.
Incluyese en
este capítulo la siguiente carta dirigida al autor: El Dr. Meneses
me traxo el libro de la lengua Hespañola con carta de V. M. E
leídolo todo, porque está tan curioso i tan bien trabajado que
tomándole en la mano, y començándole a leer no se le puede dexar.
Cosas mui buenas, buena inuencion, lugares bien traídos, i
disposición: que es dificultoso juntar lo uno con lo otro. Muestra
tener V. M. gran librería, i que no se le a escondido alguno: hasta
el vocabulista de Fr. Pedro de Alcalá. Hallo en él desterrada la Y
porque nunca vsa della. De vn libro nos haze V. M. mención, i sé
que anda por allá de la historia de Abentariq que traduxo Miguel de
Lunas, que toca cosas a este propósito. E dudado si le a dejado como
auctor a quien no da fee, i le tiene por sospechoso, porque por
olvido no lo creo...
Defiende Vmd. que tomaron los Españoles
la lengua Árabe de los Moros Mahometanos, i dize que en pocos años:
i en otras partes dize, fué vna en Hespaña la lengua Phenicia, i
Púnica, Carthaginense; i que entraron estas naciones o lenguas en
Hespaña mucho tiempo antes que los Romanos. E visto dudar: pues
entraron tanto tiempo antes estas naciones en Hespaña, si traxeron
ellos la lengua Árabe: si lo es la Púnica o Phenicia, o otra
que entró juntamente con ellos, porque les parece que vuo mui gran
tiempo para poder tomar los Hespañoles la lengua de Carthagineses o
Árabes: porque señorearon tanto tiempo a Hespaña... I paréceles
mas legítimo tiempo para auerse introduzido esta lengua en Hespaña
este tiempo largo, que no quando entraron los Moros Mahometanos, i
para esto dizen que ai cosas, nombres de ríos, ciudades i otras en
lengua árabe de mucho antes que entrassen Mahometanos en España.
En la lengua Hespañola dize que es latín corrompido. Muchos
passan con esto, i que siempre esta provincia vsó i retuuo la
latina; i que la Hespañola que agora tenemos se introduxo con los
Godos, i su entrada en Hespaña. Esta opinión e oído que la tienen
algunos cuerdos i letrados. A otros e visto dudar, i les parece que
es más possible que se introduxo muchos siglos antes de los Godos en
tiempo de los Romanos, que entraron en Hespaña, i la señorearon
tanto tiempo antes, más de trezientos antes de Christo: que son
tanto, mucho antes que entrassen los Godos. Que en trezientos años
vuo tiempo mui sobrado para corromperse la latina, y con la Vulgar de
Hespaña hazerse la bárbara Hespañola vna mixtura de entrambas, que
es la que oi tenemos...
En suma, estas dos dificultades, vna
en la introducción de la lengua Árabe, otra en la introducción de
la lengua Hespañola, V. M. pone la Árabe con la venida de los Moros
Mahometanos, i la Hespañola con la venida de los Godos. Que mas
razón ai para auerse introduzido en estos tiempos, que no en los
antiguos, quando entraron en Hespaña los Carthagineses la primera
vez i quando los Romanos.
E vsado en este papel del vocablo o
dicción lengua Hespañola, i no la llamo Romance, porque aunque
agora al vso vulgar es la misma Hespañola que Romance, dubdo
hablando en propiedad. que quiere dezir lengua Romance. Si quiere
dezir la latina, limpia, pura. Argumento que en el Euangelio de San
Iuan, que V. M. también ha visto, dize en el título de la Cruz de
nuestro Redentor, que estaua escrito Hebraice, Graece, & Latine.
En lugar de aquella palabra Latine, esta en griego *** que traduze el
Vulgato Latine. De manera que es lo mismo lengua latina de Romanos si
diremos Romance...
De Granada, treinta de Nouiembre de mil i
seiscientos i nueue.
No revela Aldrete el nombre del docto
autor de esta carta; pero dice ser quien la escribió persona cuya
eminencia en estado, dignidad y letras era de tanto lustre y
grandeza, cuanto ninguna mayor ni más esclarecida; y añade que
aunque pudiera no haber callado su nombre, pues lo que dice muestra
que es ilustrísimo en todo, lo tenía que ocultar, sin embargo, por
muchas razones.
Por lo que se refiere a la materia que
anuncia el título del capítulo referido, de ella tratamos en el
artículo correspondiente a este año de 1614, en la parte tercera
del segundo libro del presente Estudio.
Cap. XI. -Dudas que
se propusieron sobre el origen de nuestra lengua, i los autores que
afirman el uso de la lengua latina en España.
El autor copia
el tercer párrafo de la carta del varón eminente que incluye en el
capítulo anteriormente citado; y contesta a las dudas propuestas con
la autoridad de D. Juan (Obispo de Girona), Mario Aretio, Nebrija,
Marineo Siculo, D. Antonio Agustín, Luis Vives, Ambrosio de Morales,
Florián de Ocampo, Esteban de Garibay, Justo Lipsio, Juan Vaseo,
Andrés de Resende, Andrés de Poza, Paulo Jovio, Juan Becano
Goropio, Antonio Possevino, Jerónimo Ruscello, Angelo Caninio,
Angelo Rocca, Julio y Joseph Scaligero, Genebrardo, Juan Yáñez
Parladoro, D. Diego Pérez de Valencia, Francisco de Vergara,
Benedicto Arias Montano, los Cardenales Roberto Bellarmino y César
Baronio, el P. Alonso de Salmerón, el Doctor Pedro Antonio Beuter, y
Fr. Alonso Venero, de muchos de los cuales cita los textos o
referencias.
Cap. XII -La primera venida de los Romanos a
España e introducción de su lengua.
Cap. XIII. -En las
provincias del orbe Romano se introduxo la lengua latina, i no otra
tercera.
Cap. XIV. -Declárase lo que dijo Strabon de la
lengua latina en España...
Cap. XV. -La conueniencia, i
necesidad forçaron a los Españoles, que recibiesen la lengua de los
Romanos.
Cap.XVIII -No pudo la lengua Española llegar a el
estado que oi tiene, sino vuiera sido primero latina.
En
todos estos capítulos se amplían los argumentos expuestos en el
Origen de la lengua castellana.
Cap. XX. Múdanse las lenguas
con el tiempo, i varios accidentes: propiamente la lengua Española
se llama Romance.
1626.
11.
Dos libros de la lengua primera de España. Por Fr. Jacinto de
Ledesma y Mansilla, de la Orden de Predicadores: y de el Real
Convento de S. Pedro Mártir de Toledo. A D. Francisco Diego López
de Zúñiga, Duque de Bejar, Marques de Gibraleon, Conde de
Benalcazar y Bañares, Vizconde de la Puebla de Alcocer, Señor de
las villas de Capilla, Curiel, y Burguillos: Duque de Mandas, &a.
En Toledo año de 1626. Es copia del mismo original.
MS.
de la Real Academia Española en 4.°, de 292 folios + 2 de Indice.
Acompaña al Ms. una hoja volante en la que, después del
título copiado, léese:
Es un tomo en 4.°, de papel sin cortar,
que consta de 170 folios. Original de letra del P.e Ledesma. Todas
las hojas están rubricadas al pie con la firma de Lázaro de los
Ríos, que fué Escribano de Cámara. Existe en la librería de San
Pedro Mártir de Toledo, Orden de Predicadores, caxón 4, núm. 30.
Port. - Ded. al de Béjar. -Al lector:
... Últimamente
ruego a todos los vascongados se ayan piadosamente con este libro, y
que no descarguen sobre él la furia de sus machetes y hazconas,
considerando la razón mucha que tiene en lo que prueva, y la poca
que ellos tenían en usurpar lo que no era suyo; y si acaso lo
hicieren sea en tiempo que pueda responderles, porque les hago saber
que se me queda lo mejor en el tintero para esa ocasión. - Texto.
Indice.
Libro primero.
Cap. I. -De la causa
que movió para escribir estos libros.
Cap. II. -Si fué una la
lengua que se habló en el principio del mundo, y quál fué ésta.
Cap. III, -Si hubo algunas escrituras o libros en aquella primera
lengua antes del Diluvio.
Cap. IV. -Si la lengua Hebrea y los
Hebreos tuvieron este nombre por Heber o por Abraham.
Cap. V. -De
la variedad que ha tenido la Lengua y Abecedario Hebreo.
Cap. VI.
-Del número de las lenguas que resultó de la confusión.
Cap.
VII, -Cuántos años después del Diluvio fué la confusión o
división de las Lenguas y Gentes.
Cap. VIII. -De la
multiplicación de las Gentes después del Diluvio.
Cap. IX. -De
las partes a donde fueron a poblar después de la división de las
Gentes.
Cap. X. -De las regiones y provincias que ocuparon los
descendientes de Japhet,
Cap. XI. -En que se prosigue la materia
comenzada tocante a los hijos de Gomer y Javan.
Libro
segundo.
Cap. I. -De cómo Tubal fué el primero que pobló a
España.
Cap. II, -En que se prueba que no pudo haber lengua
hebrea en España antes de Cristo.
Cap. III. -De la venida de los
Griegos a España y de las poblaciones que hicieron y nombres suyos
que han quedado en uso.
Cap. IV. -De como los Celtas, Fenices,
Carthagineses, Romanos y Godos y Africanos entraron en España.
Cap.
V. -En que se responde al fundamento de Poza y se prueba que la
Lengua Vascongada no es la Española.
Cap. VI -En que se
prosigue la materia del antecedente.
Cap. VII-En que se prueba
quál fué la lengua primera de España.
Cap. VIII -De la Letra y
Caracteres de la Lengua primera de España.
Cap. IX -En que se
responde a algunas razones con que Poza pretende probar su intención.
Cap. X -En que se prosigue la misma materia respondiendo a Poza.
Cap. XI. -En que se advierten algunos yerros de Poza
concernientes a la materia.
Cap. XII -De los nombres Griegos que
hace Vascongados.
Cap. XIII -En que se reprueban otros dichos de
Andrés de Poza.
Cap. XIV y último. -En que se prueba que otros
nombres que Poza tiene por Bascongados no lo son.
Fol. 9: …
La lengua que Túbal introdujo en España se llamaría Tubalea o
Tubalina por respeto del nombre de su príncipe Túbal...
Fols.
12 vto. y 13: ... Doliéndome de que a España se le hiciese tal
agravio como es ahijarla una lengua tan agena y forastera como
provará este discurso: y en que Andrés de Poza en el prólogo de su
libro parece que desafía a todo castellano en razón de sustentar su
empresa: y viendo demás de
esto que ni los valientes cultos, ni
los críticos celosos an salido a la demanda: yo, si bien con menos
lecion y suficiencia que otros, pero a lo menos con más deseo de que
conste de la verdad, que materia tan lúbrica y antigua puede tener,
me dispuse a hacer esta defensa Apologética de la Lengua antigua de
España, provando, como se verá en el discurso, que fué una sola la
que en su principio tuvo, y quál fué ésta, y que de ninguna manera
pudo ser la vascongada, antes se hará demostración que ni ellos ni
ella son hijos naturales de España por descendencia del primer
poblador Túbal, sino
advenediços y forasteros retirados en la
fragosidad y aspereça de aquellas montañas, sin que tuviesen
comunicación alguna con Españoles hasta los tiempos que se irán
señalando en sus lugares: mostrando también con claridad la
flaqueça y aun falsedad de los fundamentos en que estriba Andrés de
Poça para establecer su opinión, con todo lo demás que para la
prueva de im intento sea necesario. Y para que este Tratado se ponga
con mejor orden, tendrá principio desde
la primera Lengua que en
el mundo se habló, que será la materia del capítulo siguiente, y
de todo este libro primero.
Fol. 24 vto.: Ya parece queda
bien probado que la lengua Syra no pudo ser la primera del mundo; y
que las lenguas Hebrea, Caldea, Syriaca y Púnica tienen mucha
conformidad entre sí, de lo qual resulta que la Hebrea es la primera
que se habló en el mundo, madre y principio de las otras lenguas...
Fols, 176 vto. 177 y 177 vto. -Lista de 90 nombres
castellanos procedentes del griego.
Fols. 194 vto. y 195.
-Lista de los nombres (en número de 118) que an quedado de la lengua
gótica en uso.
Fol. 197 vto.: Todos los que habitaban la
parte de España por las costas del Tajo hasta Fuente Rabia hablavan
lengua griega...
Fol. 198 vto.: La lengua Vascongada no es la
que Túbal truxo a España...
Fols. 215-217: Aunque fueron
tantas las naciones que vinieron a España después de Túbal, cinco
fueron las más principales y que más dominio tuvieron en ella;
algunas en buena parte como fueron la griega, la Fenisa y
Cartaginesa, y otras en toda, introduciendo cada qual su Lengua, sus
Leyes y costumbres en lo que era de su Señorío.
Los Celtas estragaron mucho la lengua de Túbal
en una gran parte de España, aunque no como Señores, sino como
Compañeros y Vecinos. Los Fenices y Cartagineses en otra buena
parte; de manera, que estas dos naciones se mezclaron en todo lo que
no es Asturias y Cantabria, con que corrompieron la lengua legítima
y originaria de estos reinos. Por esta causa cuando vinieron los
Romanos, que fué la tercera nación poderosa, no era vna sola la
Lengua que se hablaba en España, sino diferentes en diferentes
provincias. En espacio de casi seiscientos años que los Romanos
estuvieron en estos Reinos, trecientos de los cuales fueron señores
de él con pacífica posesión, tardando los docientos primeros en la
conquista, y los cien últimos en la salida: introduxeron de manera
su Lengua, sus Leyes, sus costumbres y su trato que no avia
diferencia de los Españoles a los Romanos en quanto a estas cosas;
tanta fué su porfía en procurar asentar esto en España y tanta la
facilidad, o por mejor decir, suavidad de los naturales en acomodarse
a ello. Con esto se perdió totalmente la Lengua que se usava, no
sólo la legítima y primera, sino las bastardas y mestiças que de
las mezclas con las otras havian resultado. . .
Los Godos,
que fué la 4a nación poderosa, no pusieron tanto esfuerzo en que su
lengua prevaleciese, si bien en el mucho tiempo que reinaron se
introduxeron muchos nombres y modos de decir proprios de su lengua...
pero quedando siempre la Lengua Romana como principal y usada en todo
el Reino. Los Árabes hicieron mayor daño porque obligaron a que su
lengua se usase en todo lo que fué de su dominio, de manera que
solos aquellos Españoles que se retiraron a las montañas quedaron
con el vso de la lengua Romana...
Por estas mudanzas tan
notables no se puede saber determinadamente quál fué la lengua
primera de España, aunque se hallan nombres y verbos en cantidad que
entre los doctos son tenidos por de la primitiva lengua española ...
Fols. 225 vto. y 226. -Los nombres que se hallan de la lengua
legítima y propia de España sin dependencia de otra alguna, según
que los autores los refieren, son los que se siguen:
Aspalato,
planta que llaman oi Alarguez.
Bacha, el vino.
Briga, ciudad.
Bubaciones, ciertas venas de piedra imán.
Buteo, cierta ave
de rapiña.
Cetra, escudo con adarga.
Celia o Ceria, un
género de bebida.
Cocolobis, un género de vidueño.
Coscoja.
Duveta, una suerte de silla de España.
Falarica,
arma enastada como partesana.
Gordo.
Lança.
Laurices,
gaçapos.
Leberides, conejos.
Melancrenas, unos juncos de que
los Mallorquines hacían las hondas.
Neci o Neton, el dios Marte.
Sparto.
Vepio, caída.
Zeus, un pece que aora llaman
Gallo, y en latín Faber.
Cataspisi, el que se ofrecía a la
muerte por sus amigos o parientes.
Fols. 225 vto, a 230: ...
Tengo por de la lengua antigua como esotros los siguientes:
Acabar,
ablandar, abofetear, achocar, adobe, afán, ágatas, aguardar,
ahogar, aina ( = de prisa) / aide en
búlgaro /, aiuso (= debajo), aloque,
apenas, aposento, aposentar, aquende, allende, arrendar, asco,
asqueroso, ascua, aseo, aseado, atropellar.
Badajo, baldón,
baldonar, barriga, barruntar, baxar, baxo, beblada ( = embriagada),
bellota, boda, bodigo, bofes, bofetón, bordón, borra, borrego, boto
( = no agudo), botón, brasa, brial ( = vestidura), broquel, bulto,
buscar.
Cadera, calabaça, cama, canbron, canto (= piedra),
capar, capón, cara, carga, cargo, cáscara, cocote, coca ( = la
cabeza), cómo (= adverbio), començar, cosquillas, cosquilloso, coxo
(cojo), coxa (coja) (referente a pierna), cruxir (crujir).
çapato,
çatico, çerro, çevada, çurdo.
Chapa, chivo, china, chimenea.
Debalde, debajo, debuxar (dibujar), dicha, dichoso, del
(preposición de genitivo), derrivar (derribar), descanso, descansar,
descargar, desamparar, desaprovechado, desde, desdicha, desdichado,
desollar, desollador, desollado, despachar, despacho.
Enbelesa
(embelesa), enbelesado (embelesado), enbevecer (embebecer),
enbebecido (embebecido), enpapar (empapar), enpero (empero, pero),
encargar, encaxar (encajar), engañar, engañador, engaño,
escaramujo, escarmiento, escuerço (escuerzo), estirar, estirón,
estirado, estruxar (estrujar), estrujado, estrujón.
Falta, faltar, falto, fanega, fino, fisga,
floxo (flojo).
Ganar, ganancia, gaxo (gajo), gañan, ganzúa,
gamo, gamón, garavato (garabato), gastar, gasto, gastador, garras,
garrapata, garrocha, gasavo, gavilán, gorra, grançones, guisado,
guisar, guisa (= semblante) / de esta
guisa /.
Haca, hallar,
hallazgo, handraxo (andrajo), handraxoso (andrajoso), hígado,
holgar, holgura, holgado, huelga, hurraca (urraca).
Jamás,
jamón, jarro, jarra, jarrear, javalí (jabalí).
Izquierdo.
Lanparones (lamparones), lanpazo (lampazo), lanpiño (lampiño),
lançadera (lanzadera), lançe (lance), llaves, laude (de sepultura),
lechón.
Madroño, maguer (= aunque), manteles, mascar, máscara,
mastín, medrar, melena, melindre, mella, mellar, mellado, membrillo,
membrillar, mesnada ( = la familia de una casa), moço, moça,
mochacho (muchacho), mojonera.
Orbigo (río de Astorga), ordeñar,
otear, otero, otorgar, ouas (ovas).
Padrón, pagar, palomina
(=yerba), panal, pantorrilla, para (preposición), parar (detenerse),
pardo, parecer, pavilo (pabilo),
pecas, pecoso, peón, perro, plato, potro, prieto, pro ( = provecho),
pero.
Querer, quexa (queja), quexarse (quejarse), quiça (quizá,
quizás), quijada.
Rancor (rencor), rasgar, raudal, raça (raza)
(de caballos), rebatir, rebuscar, rechaçar (rechazar), remachar,
rincón, rollo, rueca.
Salir, salida, salvados, savañon
(sabañón),
semblante, soga, soltar, susto.
Taxar (tajar), taxo (tajo),
taxador (tajador), talante, tanbien (también, tan bien), tapetado,
tavardo (tabardo), tiento, tesón, tibieça (tieieza), tibio, tieso,
tira, tiro, tirar, tirador, tiros, tirante, trabajar, trabajo, traça
(traza), traçador (trazador), traçar (trazar), trença (trenza),
trobar (encontrar).
Vfano (ufano), vfanía (ufanía), valago, viga.
Xapoipas (=
tortas que se fríen en la sartén), xeta (jeta).
Zagal,
zarzillos, zorra, zorçal (zorzal, tordo), zutano, zancle (= la hoz).
Fols. 290 vto, a 292. -Lista de homónimos italianos y
castellanos, muy curiosa.
En la Biblioteca Nacional de Madrid
existe, con la signatura V, 192, otro códice de esta obra del P.
Ledesma.
1631
12. Breves lovvores da lingva
portvgvesa, com notaveis exemplos da muita semelhança, que tem com a
lingua latina. Dirigido a Dom Manoel d Eça, &c. Per Alvaro
Ferreira de Vera. (E. de a. del protector.) Em Lisboa. Per Mathias
Rodríguez. Anno de 1631.
pág. 78 vta.: Tal he a
pronunciaçāo das palavras, que escrevemos com lh, que he
pronunciaçāo particular dos Hespanhoes, que nem os Hebreos, Gregos,
& latinos a podem pronunciar per suas letras: nem os Árabes, &
Mouros dÁfrica com tormento. Polo que para significarmos o que pelo
nosso alphabeto latino senāo pode explicar, acrescentamos ao L, a
note de aspiraçáo, essi lh: & os
Castelhaos dobrāo o L.
assi ll, erradamente pola razāo que dei na Orthographia no capitulo
da ditta letra. Os Franceses (dos quals esta pronunciaçāo era
alheia, & a tomarāo dos Hespanhoes) ...
Pág. 79: E
antigamente antes de virem a Hespanha os Godos, Suevos, & outros
barbaros, que succederāo a os Romanos, fallavāo os Portugueses
lingua tam chegada a latina, que lhe chamavāo commummente Romana; &
inda hoje corrutta lhe chamamos Romance...
Pág. 79 vta.: ...
entre os Portugueses, & Castelhanos esta letra M que os
Castelhanos pronunciāo sempre por N, inda que sejāo dicçóes
latinas...
Dice el autor (pág. 82) que la primera lengua de
Portugal y España fué la española hablada por Túbal, hijo de
Jafet, cuando vino a poblar la Península en Setúval. No que
concordāo muitos, & mui graves authores, (añade Ferreira). Que
seja esta, ou aquella, ou que se conservasse mais pura até estes
nossos tempos, a muita dúvida sem se corromper, & tomar muitos
vocabulos d outras naçoés vezinhas, & muitas estranhas, que a
ella vieráo: como forāo os Gregos, latinos, & Godos...
Despois delles (os Gregos) vierāo os Romanos, de que tomamos
muita parte da lingua latina, com que ficou limada, &
aperfeiçoada de maneira, que tem as cinquo qualidades, que se
requerem para ser perfecta húa lengua. Porque he copiosa de
palavras: boa na pronunciaçáo, pois nāo acaba em consoantes
juntas... escreve o que falla... he apta para todos os estylos de
compor: & sobre túdo he tam breve, que em algúas cosas o he
mais que a latina...
Pág. 83: Dexando este argumento de
palavras quero por outro de exemplos. Todas as naçóes de Europa
reconhecem por aventejada a lingua latina, & logo aquella, que
mais della participa. Se eu mostrar per exemplos que a lingua
Portuguesa he tam copiosa de vocabulos latinos, que podemos compor
multas oraçóes; & perihodos, que juntaméte sāo latinos, &
Portuguéses, darāo vétajé a nossa? Sim por certo. ..
A
este efecto cita el autor dos oraciones; un Soneto de Ioseph Barroso
d Almeida em louvor do que cómentou as Georgicas de Virgilio em
portugues; unos versos de Dom Miguel da Sylva, y prosa y versos de
Manoel Severim de Faria.
Pág. 85: Tem outra grandeza a
lingua Portuguésa, que pronuncia melhor a latina, que qualquer
outra, porque lhe da a pronunciaçāo conforme a força & vigor
das letras. O que nāo tem a castelhana, que todas as dicçoés
acabadas en M pronunciāo a maneira de N, & as começadas per V,
como se fora B...
Págs. 85 vta. y 86: E quanto a suavidad de
pronunciaçáo, & boa graça na linguajem, & de ser deleitosa
aos ouvidos (mas nāo dos Portugueses enfastiados) e confessa o
eloquentissimo Miguel de Cervantes (de quem se disse que descubrio a
alteza de lingua Castelhana) fallando das excelencias de Valença, &
da boa graçe do lenguajem da terra, a encarece desta manera: Com
quien sola la
Portuguesa puede competir en ser dulce y
suave.
Este tratado forma la tercera parte del libro
intitulado: Orthographia, ou modo para escrever certo na lingua
Portuguesa. Com hvm trattado de memoria artificial: outro da muita
semelhança, que tem a lingua Portuguesa com a latina. Author Alvaro
Ferreira de Vera, natural da inclyta cidade de Lisboa. Dirigido a Dom
Manoel d Eça, &c. (E. de este protector.) Com todas as licenças
necessarias. Em Lisboa. Per Mathias Rodriguez. Anno de 1631.
4.°-7
hs. prels. + 88 págs. dobs. - Sign. §, §, A, Y, de 4 hs. -Port.
-V. en b. -Lic. del Dr. Jorge Cabral: Lisboa, cusa de San Roque de la
Compañía de Jesús 10: de Fevereiro de 1631. -Id. de C. Pereira,
Francisco Barrete, D. Miguel de Castro, Fr. Antonio de Souza y otros.
-Ad lectorem. - Ded. del autora D. Manuel d Eca, fechada en Lisboa a
8 de Janeiro de 1631. - Pról. - Texto de la Ortografía hasta la f.
56 vta. -El tratado de Memoria artíHcial, sigue con portada suya a
la f. 57. -V. en b. - Ded. a D. Manuel d Eca. -V. en b. - Texto. -A
la f. 77: portada de los Lovvres. -V. en b.
-A D. Manuel d Eca.
-V. en b. - Texto.
1672.
13. + Población, y lengva
primitiva de España, recopilada del aparato a sv monarchia antigva
en los tres tiempos, el adelon, el mithico, y el histórico, qve
escrivia Don Ioseph Pellicer de Ossav y Tovar... y dedica, al Señor
Don Diego Gómez Sarmiento de la Cerda hijo y hermano De Los
Excelentísimos Duques, i Señores de Híjar, Condes de Salinas, i de
Ribadeo
Con Las Licencias Necessarias. En Valencia. Por Benito
Macé, junto al Colegio del Señor Patriarcha, Año de MDCLXXII.
4.° 2 hs. prels. + i, u págs. dobs - Sign, a-n, de 4 hs.
Port. - Ded.: Madrid 14 de Noviembre de 1672. -En alabanza de los
que ilustran la lengua española por Nicolás Antonio, en su
Biblioteca. -Adv. - Texto.
§ 74: ... La Lengua primitiva de
España es la única que agora hablamos perficionada con los tiempos,
que entró aquí con sus Primeros Pobladores; porque es constante,
que fué la Española, vna de las Setenta i Dos de la Confusión, i
División en Babel: y ansí lo afirman todos los Autores que hablan
de las Lenguas i Dispersión de las Gentes. Claro está que estas
autoridades son los falsos cronicones y otras semejantes, desechadas
por la moderna crítica, y juzgadas con singular acierto por la pluma
del Sr. Godoy Alcántara.
Acrecentaron la lengua indígena,
al decir del Cronista aragonés, las colonias griegas y fenicias, los
bárbaros y los árabes, en fin; mas de ninguna manera los judíos
que en miserables y dispersas tribus vinieron a España. Y en cuanto
a la semejanza y afinidad entre nuestra lengua y la latina, escribe:
No deve hazer novedad, sabiéndose que son tenidos por Españoles
aquellos Antiquísimos Príncipes Hespero, Italo, Zano i otros, i que
el Antiguo Parentesco de Entrambas Lenguas se renovó con el arrivo
de tantos Españoles a Roma... Con tales argumentos, nacidos de las
turbias fuentes antes aludidas, escribe Pellicer todo su alegato,
para probar que la lengua matriz de nuestra Península es la misma
lengua española hablada hace más de dos mil años.
La
aberración de creer que la castellana era una de las 72 lenguas en
que fué dividida la caldea, cuando Dios castigó la loca soberbia de
Nembrot, y que Túbal, como hijo de Jafet, uno de los descendientes
de Noé, la trajo a España, la sostuvieron también el Tostado
(Eusebio, 2a parte, cap. XXV), Florián de Ocampo (Crón. lib. I,
caps. X y XX) y el Dr. Viana (MS. citado en la Introducción de este
Estudio).
Pero lo que parece inexplicable es que, después de
publicadas las obras de Núñez de León y de Aldrete, hubiera quien
sostuviese tales proposiciones. Sin embargo, ante los delirios de los
escritores bascófilos, que vemos repetidos desde el siglo XVI hasta
el presente, no debe extrañarnos que el Maestro ximénez Patón
suscribiese esta opinión (I), a pesar de los opuestos pareceres que,
en su mismo libro del Mercurius trimegistus, consignaron Pedro de
Valencia y el P. Francisco de Castro, S. J.; y que el cronista
Pellicer no dudara de que el castellano fué uno de los idiomas que
se hablaron en la Torre de Babel.
I: Véase en el libro segundo de este Estudio, parte
primera, el año de 1621,
1724.
14. La Crusca
Provenzale, ovvero, le voci, frasi, forme, e maniere di dire, che la
gentilissima, e celebre Lingua Toscana ha preso dalla Provenzale;
arricchite, e illustrate, e difese con motivi, con autorità, e con
esempj. Aggivntevi Alcune memorie, o notizie istoriche intorno agli
antichi Poeti Provenzali Padri della Poesía Volgare, particolarmente
circa alcuni di quelli, tragli altri molti, che furono di Nazione
Catalana, cavate da MSS. Vaticani, Laurenziani, e altronde. Opera di
Don Antonio Bastero, Nobile Barcellonese, Dottor in Filosofía, e
nella una, e l´altra Legge, Canónico, e Sagrestano Maggiore dalla
Catedrale di Girona, ed Esaminatore Sinodale della medesima Diocesi,
detto fra gli Arcadi Iperide Bacchico. ) Volume primo. (Grab. en cob.
que representa el caramillo y las ramas de laurel y encima, emblema
de Gli Arcadi.) In Roma, MDCCXXIV. Nella Stamperia di Antonio de
Rossi, nella Strada del Seminario Romano, vicino alla Rotonda. Con
licenza de Svperiori.
Fol. -4 hs. Prels. + 174 págs. - Sign. A-Z de
4 hs. las 4 primeras sin sign. -Anteport. -(Grab. en cob.: alegoría
relativa a la obra.) -Port. -Licencia de los Arcades. -Licencias
eclesiásticas.
Dando el autor cuenta del plan que intenta
seguir en su obra, dice en su Prefación:
...cominciai a disegnari la premeditata Gramática per uso
della mia Nazione, e degl intendenti della Lingua Catalana, e tutto l
tempo che avanzava alle mie importante ocupazioni attenenti alla lite
allora vertente nella Sagra Romana Ruota sopra l´accennata elemosina
di Girona, l´impiegava nel lavoro dell opera medesima; nella qualle
poi, dopo averne abbozzati al quanti capitoli, volendo anche
discorrere, e trattare dell origine della stessa Italiana favella; e
perció desiderando scoprire, e accumulare altre notizie, oltre
aquelle da suddetti Autori dimostrate, risolvi l occhio al mentovato
Catalogo, e presa nota degli Scrittori, che anno trattato della
materia, andai alla Libreria Casanattense; e per mezzo delle Prose
del Cardinal Bembo, e Coll´ Ercolano di Benedetto Varchi, che furono
i primi libri, che lessi in quella Libreria, vidi, ed intensi, come
la Lingua Toscana era in gran parte composta della Provenzale, e
quasi di due Madri figlinola, cioè della latina, e di essa
Provenzale; e che gli antichi Provenzali Poeti, altrimenti con più
acconcio nome Trovatori appellati, dal trovare il tropo, o la maniera
del canto, furono i Padri delle Rime volgari, e i Maestri, che
insegnarono il poetare agl Italiani... (Páginas 3 y 4.)
IV.
E riflettendo, che la Lingua Provenzale, e la stessa appunto, che la
mia materna Catalana, come attestano parecchi Autori e può conoscere
ognuno, confrontando le parole, le maniere, i modi di dire, e lo
stile delle nostre antiche Costituzioni di Catalalogna, esistenti
nella Biblioteca Barberina, cogli antichi Statuti di Provenza, che si
trovano nella Libreria Casanattense; e come anche più agevolmente
riconoscerá il Lettore dalla lettera, che per questo efetto ho
estratta dalla Storia, e Cronica di Provenza di Cesare di Nostradama
scritta da Renato d Angió Re di Napoli il decimosesto, e Conte di
Provenza il ventunesimo nell anno 1468, en son bon, & franc
Catalan Provenzal, come dice l istesso Nostradama, a Giovanni d Angió
intitolato Duca di Calavria suo figlio primogenito, e Generale dell
Armata Franzese, e Provenzale, che allora si trovava ne confini di
Catalogna; (benchê
nel detto anno, anzi ventisei anni prima, fosse giá il suddetto
Conté scaduto dalla Regia di Napoli, avendo prevaluto il partito, e
il va ore delle armi de i Catalani, e degli Aragonesi contro degli
Angioini, ed essendo in essa rimasto trionfante, e coronato fino dal
1442, il Re Alfonso il II d Aragona, e il I di Napoli cognominato il
Magnanimo), la qual lettera ho qui trascritta con la medesima
ortografía, che nella predetta Istoria si legge del seguente
tenore:
Illustrissimo, e carissimo Duch, primogenit,
Governador, e Loctenent general nostre: Nos com sabeu en los dies
passats avens consideratió als bons servicis, e merits del noble, e
amat conseiller nostre Mossen Barthomeu Gary, l´ y donam
perpetualment en seu honorat segon costum de Cathalunia, per a el e à
sos fils emperó mascles de legitim matrimoni procreadòs lo
Viscomtat de Bas,que ez prop las montanyas de Ampurdà, e certs
castels, e altres coses que tenía en las parts de Ozona Joan de
Cabrera, à nos inobedient, e rebelle, segon aquestes, e altres coses
largament poreu veure en unas lettras patens à vous, e á altres
dressades lou día present dades. E perque ez nostraferma voluntat, e
intentió, que lod. Moss. Barthomeu dé, aya, e consequesca la
possessió libera del dit Viscomtat, Castelz, e altres coses per nos
á el donades, axi prest com vinguen á nostra obediensa, vos
encarregam que axi ho façan executar per effecte, e per res non aya
falla, com axi proceesca de nostra pensa: E sia illustrissimo, e
carissimo Primogenit, e Loctenent general nostre la Santa Trinitat
vostra garda. Dadas en lo nostre Castel de Bauge á XXIX,
del mes d Abril de l ani Mcccclxviij
(1463).
E
trasportandola poi in Franzese il medesimo Cesare di Nostradama vi fa
la seguente riflessione:
Cette lettre de ce bon pere a son
cher fils, qui ne têmoigne
moius l´amitié grande quil luy
portoit, que l´antiquité, et l´excellence de nôtre
Vulgaire: voire la conformité quil a avec le langage quon usoit du
temps de Charles le Chauve, pour preuve que les Provençaux ont êté
les premiers qui ont donné langue au reste des Gaules &c sonne
en François ces mêmes
paroles, &c ... (Págs. 5-7.)
XI. Quasi tutte le voci, e
forme di dire, che per entro l Libro ho annoverate, e registrate le
ho cavate dal Vocabolario degli Accademici della Crusca, il quale in
tutto l corso del mio lavoro, ho avuto sempre davanti agli occhi, e
non me lo son tolto mai di mano, riportando la sua medesima
spiegazione, e dichiarazione de significati, e cosí anche l latino,
come si legge in esso Vocabolario; e il medesimo ho fatto pure
intorno al Greco, allorché ho conosciuto, che la voce Provenzale sia
dalla Greca originata, o che n abbia dependenza. Vi ho inseriti, o
posti ancora molti degli esempli Toscani, acciocché il Lettore possa
piú comodamente confrontargli con quelli dei Provenzali, e si veda,
che da questi anno anche spesse fiate tolti i Rimatori, e Prosatori
Toscani molti concetti, e molte invenzioni, come osservarono in parte
il Bembo l Equicola il Bouche il Paschieri il Pittoni i Nostradami de
in particolare Gasparo Scuolano colle sequenti parole
No se puede dexar entre renglones, que se pagaron
tanto los Italianos de esta poética invenzion y estilo de los
Lemosines, que no sólo les cogieron el arte, y metro, pero aun las
mesmas rimas traduzian en su lengua Italiana. Cien años antes que
floreciesse el Petrarca, es á saber, el año mil doscientos y
cinquenta, vivió en nuestra Ciudad un Cauallero famoso Poeta llamado
Mossen Jordi, criado en la Corte del Rey Don Jayme el Conquistador;
el qual con mucha gala usó de Sonetos, Sextiles, Terceroles, y
Octavas rimas en Lengua Valenciana Lemosina. Y viniendo después al
mundo el Petrarca, en el año de mil trescientos y veintisiete, que
se enamoró de madama Laura, llamándole su estrella al mayor lauro
que Poeta vulgar ha podido conseguir, se valió de las obras deste
insigne Valenciano, vendiéndolas al Mundo por suyas en lengua
Italiana. Pudiera dar por testigos á muchas de ellas, pero
contentareme con sola ésta:
El Petrarca dice:
Pace
non trovo, e non ho da far guerra;
E volo sopra ´l Cielo, e
giaccio in terra;
E nulla stringo, e tutto ´l Mondo abbraccio:
Ed ho in odio me stesso, ed amo altrui:
S´Amor non e, che
dunqne e quel, ch io sento.
Mossen Jordi dixo:
E non he pau, e no tinc
quim guerreig;
Vol sobre ´l Cel, e nom movi de terra,
E no
estrench res, e tot lo Mon abrás;
Oy he de mi, e vull a altri
gran be:
Si no es amor, donchs açó que será?
Traduít al chapurriau:
Y no ting pau,
y no ting qui me guerrejo;
Volo pel
sel, y no me moc d´enterra;
Y no estriñ (apreto) res, y tot lo
Mon abrasso;
Odio ting de mí, y vull a datre (datra) gran be:
Si
no es amor, entonses aixó -açó qué sirá?
Que
traduzidos en Castellano quieren dezir:
No tengo paz, y nadie
me hace guerra;
Voy por los Cielos, sin dejar el suelo;
Nada
recojo, y todo el Mundo abraço;
A mí mesmo aborrezco, y amo á
otri:
Y si esto no es Amor, qué es lo que siento?
El modo como pudieron llegar las Obras de
Mossen Jordi Cavallero Valenciano
a las manos del Petrarca, lo escriue nuestro Antonio Beuter en la
Epístola proemial de su Coronica; donde dize, que hallándose en
Gascuña con Don Jayme Colona, Obispo de Lumbierri, en tiempo del
Papa Juan XXII, como llegase a las rayzes de los Pyrineos (según se
comprehende de los Comentarios de Alexandro Vellutello en la Vida que
escribió del Petrarca) pudieron venir á sus codiciosos ojos, como
tentados de aquel manjar, las rimas del dicho cavallero, que ya
entonces corrían por Cataluña, y Gascuña, con grande renombre de
su Autor; y entonces le desentrañó el estilo, las agudezas,
ternuras, y conceptos, pasándolo todo a su propósito, y Lengua...
(Págs. 5-15-17.)
...Né solamente molte voci, come si vede; o pure
alquanti modi del dire presero dalla Provenza i Toscani; anzi essi
ancora molte figure del parlare, molte sentenze, molti argomenti di
Canzoni molti versi medesimi le furarono; e più ne furaron quelli,
che maggiori stati sono, e miglior Poeti reputati. Il che agevolmente
vederá, chiumque le Provenzali rime piglierá fatica di leggere.
Ed indi Peruditissimo Abate Anton Maria
Salvini, alloraché dimostrando, che per arrivare alla perfezione, ed
all eccellenza nell arti, e nelle scienze, niuna strada vi ha più
facile, né più spedita, che l´imitazione degli ottimi autori, che
e quella, che vi conduce dirittamente, disse in lode dello steso
Petrarca Non pure la latina Lingua
assato perduta, ricondusse a novella vigorosa vita, ma nel Toscano
Idioma molto osservó, e molto prese dagli antichi rimatori
Provenzali … (Pág. 18.)
...Tutte
le nostre voci, che anno uniformitá, e amistanza col Franzese, le
anno certamente i Franzesi tolte dal Provenzale ... (Pág. 30.)
...
Lo stesso che ho detto in ordine a quelle voci, che anno
similitudine, o affinitá col Franzese, si debbe parimente intendere
rispetto a quelle, che l´anno col Castigliano, che parimente ho
prodotte ne loro luoghi dell´ alfabeto, e che parranno più tosto
Castigliane, o dalla Lingua Castigliana esser presse, che dalla
Provenzale, come cominciare, bataglia,
cortesia, cambiare, galoppo, peso, aggradare, riposo, e
cento più, le quali anno pure i
Castigliani cavete dal fonte Provenzale, come affermó il dottissimo
Onorato Bouche nella sua sopra citata Istoria di Provenza con le
seguenti parole:
Voire cest le commun sentiment de plusieurs
grands personnages Italiens, comme jay oüi dire à quelques uns
diceux en Italie, que la Langue Provençale êtoit la Mere de la
Langue Italienne du jourdhuy. Ce que nous pourrions ausi bien dire de
la Langue Espagnole de ce teMs. quelle soit une fille de la
Provençale, doù lon peut en quelque façon conclurre, que tous les
mots qui son en usage entre ces trois peuples, & qui ne peuvent
pas être derivez de quelque racine Grecque, ou Latine ne sont pas
tant Espagnols au Italiennes, que Provençaux, comme ceux-cy Italiens
Badar, Engagnar, Escarecar, Pulit, Far
escomessa &c, et ceuxcy Espagnols
Borrar, Despedaçar, Desamparar,
Escupir, Flaqueza, Embud (Entonnoir) &
plusieurs autres, quon peut remarquer en la lecture des livres
composez en ces langues... (Págs. 34, 35.)
...Ben noto e per
altro, a tutti i Letterati, che la nostra Lingua, e più antica
assai, della Castigliana, poiché su per tutto il Ponente, tra tutti
gli altri Idiomi di quelle parti di gran lunga primiera e cosí
florida, culta, ac polita ut nulla feré extiterit Regio, in quam
immissa non fuerit e la Castigliana al contrario, mentre fino al
1479, nel quale ad unicum Principem tota Hispaniarum potestas rediit,
come dice il Du-Fresne rarioris fuit usus, ut poté barbaris spersa
vocabulis. Anzi lo stesso Crescimbeni, parlando sopra questa materia
di precedenza, ed antichitá fra le lingue volgari, mi disse aver
letto in un certo Autore straniero, che in Catalogna incominció a
corrompersi il dialetto latino, che correva in tempo dell Imperio de
Goti. Ed a questo proposito e cosa degna d osservare, che in
Catalogna pure s incominció l uso di trattare le Leggi, e
Costituzioni, e tutti gli atti giudiziali in lingua volgare; anzi nel
1412. D. Ferdinando I, Infante di Castiglia, che su eletto, e
dichiarato Re d Aragona, e Conte di Barcellona dagli Stati di
Catalogna, Aragona, e Valenza congregati in Caspe, per esser morto
intestato, e senza successione il Re Don Martino, che su 1 ultimo Re,
e Conte della stirpe de Beringhieri; fece in Catalogna una Legge, tra
1 altre, insieme co i tre Stati generali del Principato, cioé l
Ecciesiastico, il Nobile, e l Borghese, o Cittadino, comandando
espressamente, che tutte le suddette cose fossero fatte, e trattate
nel nostro volgar Catalano, e non in latino, né in altro straniero
linguaggio, come aparisce dal Volume delle nostre Costituzioni
esistente nella Biblioteca Barberina, e cosí su sempre praticato
fino al 1714; la quale legge, per dirlo di passaggio, pare che
indirettamente, e in alcun modo sia stata confermata dalla Santissima
Vergine Nostra DonnA, coll´ occasione d un miracolo, che a
intercession sua, fece il Beato Fra Salvadore d Orta Francescano, di
far parlare in Lingua Catalana una Donzella muta di otto anni di
Nazione Navarrese, come raccontano i compilatori della Vita di esso
Beato Fr. Salvatore, e riferisce il Bollando negli Atti de i Santi. E
simile uso poi negli altri Stati, e Regni dell Europa, non che di
Castiglia solo, non incominció, che cento cinquant anni dopo, nella
propria lingua naturale di ciascun paese. Ma non occorre, che sopra
ció mi affatichi, né perda più tempo in addurre dell altre
autoritá, e memorie, che mi sono rimase nel Zibaldone, e fra laltre,
che.
L´an 1613 on imprimá à Paris un gros livre in quarto en
langue Françoise, qui contient 1030 pages, ayant pour titre: Thresor
des Langue de cêt univers, contenant les origines, beautez,
perfections, decadences, mutations, & ruines des langues, où
l´Autheur Monsieur Claude Duret Bourbounois, en compte jusquà 56, &
parmy les autres, il place la Cathalanne avant l´Espagnole, &
plusieurs autres: mentre che dalle Tavole degli Autori, e de i libri
in Provenzale, poste in fronte del mio Vocabolario puó il Lettore
abbastanza foddisfarsi; conciossiaché i più antichi, che la
Castigliana Lingua in questo, od altro giudizio possa produrre,
faranno di gran lunga posteriori a molti di quei, che in esse Tavole
oggidí compariscono... (Págs. 36-38.)
... Conchiudo, che più
tofto che errori dovrebbero con più proprietá chiamarsi
Provenzalismi, de quali abbondano le scritture Toscane del buon
secolo, e maggiormente quelle tratte da i testi Provenzali, che sono
molte. E molto più si rende ció manifesto, se si considera, come ho
toccato di sopra, che la medesima nostra Lingua Provenzale pura, e
schietta, che per tutta l Europa si sparse, su ella da Toscani
studiosamente ne primi tempi adoperata, e poi lungamente imitata
siccome da tutta la Francia, dall´ Inghilterra, e dalla Germania,
essendo allora amata, e pregiata come la Greca, e la latina, e su a i
più delicati ingegni comune, ed universale; anzi tant oltre passó
in riputazione, e fama, che ella sola su in istima tra le lingue...
(Págs, 69, 70).
A este prefacio e introducción general, de
que tan interesantes fragmentos hemos copiado, sigue un índice
biográfico de los trovadores, un catálogo de obras provenzales, un
tratado de ortografía y prosodia comparadas entre el provenzal y el
italiano, y un índice del glosario proyectado por el autor.
De
esta obra no llegó a imprimirse más que el primer tomo, porque,
según confiesa el autor en medio de dicho Indice, no tenía dinero
para publicarla. Existe manuscrita, juntamente con otras obras de
Bastero que conviene citar, en el Archivo de la Academia de Buenas
Letras de Barcelona y en la Biblioteca provincial de esta ciudad. En
dichos centros se hallan los códices siguientes:
diez tomos que
forman parte del Diccionario o Crusca; tres de Misceláneas; cuatro
de Zibaldoni,
italiano, francés, provenzal y latín castellano, ó sean
colecciones de extractos de escritos sobre materias semejantes a las
que trató el mismo Bastero; una historia de la lengua catalana; una
gramática italiana; copias enteras y fragmentos de las poesías
contenidas en los códices 2.304, 2,306, 2.307 y 2.308 de la
Biblioteca Vaticana, y muchos papeles sueltos, entre ellos las
adiciones que había hecho a la parte ya impresa de la Crusca.
Bastero fué el predecesor de Raynouard. y la gloria que para
sí recaban los franceses corresponde de derecho a España, merced a
los trabajos llevados a cabo por el erudito catalán. Un siglo antes
que se le ocurrieran al filólogo francés sus famosas conclusiones,
Bastero, según se ha visto, publicaba que el toscano y otras lenguas
procedían, no del latín corrompido o modificado, sino del
provenzal, más tarde proclamado idioma intermedio. Bastero fué el
primero que descubrió en una gramática de Ugon Faidit, la célebre
regla de la s que tanta fama ha dado en nuestros días a Raynouard
(I). Bastero, que fué considerado por Guillermo Schlegel como el más
entendido gramático y filólogo que hasta pasadas las dos primeras
décadas del presente siglo podíamos consultar acerca de la
literatura provenzal, hubiera causado en su tiempo una revolución en
los estudios lingüísticos si hubiese publicado completos todos sus
trabajos, de la misma manera que en estudios posteriores ejerció
influencia notable la parte publicada de sus obras.
No negamos, empero, que el prefacio de la Crusca
carece de método bien definido; pues, además de muchas
observaciones ociosas no está claro si intentó tratar de la
historia literaria de los trovadores, o publicar sus obras, o
componer un diccionario y una gramática de su lengua, aunque en esto
último parece ser que puso el autor su mayor empeño. Pero en medio
de la prolijidad que distingue a esta introducción, son
verdaderamente preciosos y de una gran pureza lingüística los
fragmentos citados, y utilísimas las observaciones que de ellos
colige.
D. Antonio Bastero y Lledó, hermano del Obispo de
Gerona D. Baltasar, nació de noble estirpe en Barcelona, año de
1675. Estudió allí Filosofía y ambos Derechos; fué poeta y hábil
jurisconsulto; ejercía los cargos de canónigo, sacristán mayor y
examinador sinodal de Gerona, cuando se le envió en 1709 a Roma para
negociar asuntos de su cabildo. Vivió en la ciudad pontificia por
espacio de quince años, y fué en ella de los doce magistrados de la
Academia de la Arcadia, en donde tuvo por sobrenombre el de Iperides
Bacchico. Falleció el 23 de Septiembre de 1737.
I: Sabido es
actualmente que la ausencia de la s indica el nominativo plural en
ciertos casos, así como su presencia el singular; regla que se
extiende al francés antiguo, y aunque interesantísima por referirse
a un resto de declinación conservado en el origen de las lenguas
modernas y necesaria para la inteligencia de los textos, ha sido
trascordada hasta el punto de que el sabio Fleury diese como una
prueba de barbarie en los antiguos escritos franceses, una supuesta
confusión de singular y plural.
Sobre Bastero y sus obras
literarias pueden verse las Memorias para un Diccionario de
escritores catalanes, por el Obispo D. Félix Torres Amat, Barcelona
1836, páginas 95 y 96, y el artículo de D. Manuel Milá y
Fontanals, publicado en el Diario de Barcelona, año de 1853 y que se
lee en el tomo IV de sus obras completas, coleccionadas por D.
Marcelino Menéndez y Pelayo.
1726.
15. Sobre el
origen de la lengua Castellana, por la Real Academia Española.
Es
el primero de los Discursos proemiales que se leen en el primer tomo
de su gran Diccionario de autoridades, del cual damos cuenta en el
tercer libro de este Estudio, parte primera.
1728.
16.
De la antigüedad, y universalidad del Bascuenze en España, de sus
perfecciones, y ventajas sobre otras muchas Lenguas. Demostración
previa al Arte, que se dará a luz desta lengua. Su author Manuel De
Larramendi. Con las Licencias necessarias. En Salamanca: Por Eugenio
García de Honorato. Año de 1728. (Orlada.)
8.°-3 hs.
prels. + 170 págs. - Sign. A-K, de 8 hs. menos la primera y la
última, de 4.
Port. -V. en b. - Ded. del autor a D. Juan de
Idiáquez, Conde de Salazar. - Texto.
Págs. 10, 11 y 1 2, §
I: Sentemos en primer lugar, que el Bascuence es lengua más antigua
que el Romance en todos sus dialectos, que la Arábiga, que la
Gótica, que la latina, y que cuantas lenguas se oyeron en ella por
la inundación de bárbaras naciones... Sentemos en segundo lugar que
el
Bascuenze es una de las Lenguas primeras que entraron en
España después del Diluvio, aun en caso que en su primera población
huviesen entrado otras lenguas... La lengua Bascongada en aquellos
primitivos tiempos fué lengua común y universal de todos los
Españoles...
El autor, en apoyo de su tesis, presume probar que la
mayor parte de los nombres de lugares de España son bascongados, y
que porción considerabilísima de voces castellanas derívanse del
bascuence, a cuyo efecto presenta, con etimologías eúskaras, por lo
general puramente caprichosas, muchas de las voces correspondientes a
las letras A y B del primer Diccionario de la Real Academia Española.
Trata luego de las excelencias del bascuence respecto de otras
lenguas; de que es la más perfecta en la propiedad de sus vocablos y
de que excede a todas, así en harmonía, riqueza, distinción y
puntualidad, como en los modos y fórmulas de hablar. Este libro del
Padre Larramendi, donde se repiten, sin crítica alguna, los mismos
delirios que consignan la mayor parte de los escritores bascófilos
referentes al origen de la lengua castellana, lo escribió por vía
de introducción a su Gramática, intitulada: El imposible vencido.
Arte de la lengua Bascongada. Su author el P. Manuel de Larramendi de
la Compañía de Jesús, Maestro de Theologia de su Real Colegio de
Salamanca. Con Licencia: En Salamanca: Por Antonio Joseph Villagordo
Alcaraz. Año de 1729. (Orlada.)
8.°-17 hs. Prels. + 404
págs,- Sign. A-Z, Az-Cc, de 8 hs. menos la últ. De 2.
-Port. -v.
en b. -Escudo de Guipúzcoa Grab. en cobre, firmado La Cruz f.t -
Ded. a Guipúzcoa. -Ap. del Dr. Joseph Larumbe, -Lic. del Provisior:
Salamanca 1.° de Julio de 1729. -Ap. del Ldo. D. Juan Domingo de
Arzac y Echeveste. -Lic. del Consejo: Madrid 2 de Julio de 1729.
Tassa,-Erratas. -Lic. del Prov. de la Compañía de Jesús, de
Castilla, P. Juan de Villafañe: Salamanca 13 de Mayo de 1720. -
Prólogo, - Texto, dividido en tres partes.
No debemos
tampoco omitir aquí esta otra obra del P. Larramendi: Discurso
histórico sobre la antigua famosa Cantabria. Question decidida si
las provincias de Bizcaya, Guipúzcoa, y Alaba, estuvieron
comprehendidas en la Antigua Cantabria? Su Autor El M. R. P. M.
Manuel de Larramendi, de la Compañía de Jesús, Maestro que fué de
Theología en el Real Colegio de Salamanca, y de Extraordinario en su
Universidad. Confessor de la Sereníssima Señora Reina Viuda de
Carlos II. Con licencia. En Madrid. por Juan de Zúñiga. Año 1736.
8,°-22 hs. Prels. + 420 págs.+3 hs. finales. - Sign. A y,
Aa -Dd de 8 hs.. menos la primera y la última de 6.
Port. -V. en
b. - Ded. del autor a D. Fernando, Príncipe de Asturias. -Lic. del
Provisor Francisco de Miranda: Colegio de San Ambrosio de Valladolid
a 25 de Enero de 1736. -Ap. del R. P. M. Antonio de Goyeneche, S. J.:
Colegio Imperial a 7 de Agosto de 1736. -Lic. del Ordinario. -Ap. del
Rmo. P. Fr, Bernardo de San Joseph, General de los Carmelitas
Descalzos de España: Convento de San
Hermenegildo de Madrid a 5
de Septiembre de 1736. -Lic. del Consejo: Madrid 15 de Septiembre de
1736. -Fe de erratas suscrita por el Lic. D. Manuel García Alesson.
-Tassa. -Carta del autor a un pariente y amigo suyo enviándole
manuscrita esta obra. -Introd. - Texto. -Tabla de capítulos y
secciones. - H. en b.
Trata el capítulo V de los Nombres
antiguos de España en general y los particulares antiguos y modernos
de las tres provincias, Bizcaya, Guipúzcoa y Alaba, y su origen
(págs. 103-126), y desde la página 292 a la 317 defiende el autor
que la lengua bascongada es prueba de que las tres provincias eran de
la antigua Cantabria.
1731.
17.
Origen, y antigvedad de la lengva bascongada y de la Nobleza de
Cantabria, sacada a luz por el capitán Don Ivan de Perocheguy,
Comisario Ordinario de la Artillería de España. En qve se haze ver
que dicha Lengua fué la primera que se habló en el Mundo, y la
misma que traxo Túval a España, en el año de 1800 de la Creación,
con la particularidad. de cómo y por dónde se introdujo para poblar
esta Monarquía, y assi mismo se expressa cómo se introduxeron los
Agotes en el valle de Baztan, y en el Pais de Bascos, en el año de
506, con otras curiosidades dignas de ser sabidas para todos los que
son oriundos de dicha Lengua. Se dedica al Excelent. Señor Don Jvan
de Idiaqvez Conde de Salazar, Grande de España, &c. Barcelona.
Por Joseph Texido, Impressor del Rey Nuestro Señor, Año 1731.
8.°-47 págs. desde la portada inclusive. - Signs. A2 (en la
pág. 3), A3 (en la 9), A4 (en la 10), A5 (en la 17), A6 (en la 19),
y nada más,
Port. -V. en b. - Ded. - Pról, al lector. - Texto.
-Una décima en castellano, bascuence y francés.
Este
escritor sostiene las mismas proposiciones de todos los bascófilos,
a saber: que la lengua bascongada fué, no sólo la primera que se
habló en España, a donde la trajo Túbal, sino también la primera
del mundo. En su discurso estudia las etimologías de porción de
nombres de lugar de la Península, modernamente usados, presumiendo
probar que se derivan del eúskaro. Pirineos (= Bi-Erri-Eneac,
Pirineac), Aragón (= Arrigonia), Cardona ( = Gatzona, Catzona),
Gerona ( = Hiri-ona o Herriona), Barcelona (= Parcer-ona o
Parcel-ona), Sagunto ( = Es-egunto), Andalucía ( = Landalucea),
Setúval ( = Echetúval), etc.
Otra edición de este libro:
Origen de la nación Bascongada, y de su lengua, de que han
dimanado las Monarquías Española, y Francia, y la República de
Venecia, que existen al presente. Compvesto por el Coronel Don Juan
de Perochegui, Theniente - Provincial de Artillería y Comandante de
la de este Reyno de Navarra. Segunda Impresión. Con licencia de Los
Superiores: En Pamplona, en la Imprenta de los Herederos de Martínez.
Año 1760.
4.°-33 hs, prels. + 105 págs.
El texto
de esta edición difiere bastante del de la primera, pues en la
presente la dedicatoria y el prólogo son distintos; el texto está
dividido en dos partes. Exordio y Recapitulación, y carece de notas
marginales; consígnase en él mayor número de etimologías de
nombres topográficos, sobre todo franceses, y el libro contiene
aprobaciones fechadas el 13 de Julio y el 13 de Agosto de 1760,
licencia real, tasa y privilegio y fe de erratas firmada por
Sebastián de Mendiburu el 13 de Agosto de 1760.
Hay otra
edición de esta obra hecha, tal vez, años antes que la precedente,
aunque en la portada de ésta se dice ser la segunda. Su dimensión
es en 4.°; consta de 30 páginas, más la hoja del título: Origen
de la lengua bascongada. En él no se indica ni lugar ni año de
impresión, ni tampoco el nombre del autor; pero en las páginas 28 y
29 se lee lo siguiente: Todo hombre que no pone su nombre en sus
escritos parece que se hace sospechoso, no sólo él mismo, sino
también los escritos; y assí para librarme de semejante censura,
digo que soy el Coronel Don Juan de Perochegui, Theniente Provincial
de Artillería y Comandante de la del Reyno de Navarra, que después
de tener la honra de estar sirviendo la Corona de cinquenta y un años
en esta parte con la mayor distinción, aplaudido de mis Gefes,
Oficiales Generales, de Príncipes, y con especialidad del
Augustíssimo Rey de las dos Sicilias, como consta de la carta que
conservo de su Secretario que fué de Estado, el Excelentíssimo
Señor Marques de Salas, Duque de Montealegre, de que expondré aquí
su contenido, me he dedicado dar a luz esta Obra, seguro, que ella, y
yo estaremos en aptitud de defendernos de toda crítica, respecto que
la propuesta cadena tiene tan sólidos eslabones, que no havrá lima
en el mundo, por refinada que sea, que pueda debilitar la resistencia
de su firmedad.
1737.
18. Orígenes de la lengua
española, compuestos por varios autores, recogidos por Don Gregorio
Mayans i Siscar, Bibliotecario del Rei Nuestro Señor. Tomo I. Con
licencia: Madrid. por Juan de Zúñiga. Año 1737.
8.° -Dos
volúmenes. Tomo I. -9 hs. Prels. + 219 págs. - Signaturas, A-0. de
8 hs. menos la ** que es de 4 y la últ. de 6. Anteport. -Port. -
Ded. a D. Blas Antonio Nasarre y Ferriz. - Cens. eclesiástica:
Madrid 12 de Marzo de 1736. -Lic. del Ordinario: Madrid 20 de
Diciembre de 1736. -Aprob. por Don Juan de Iriarte. -Lic. del
Consejo: Madrid 24 de Marzo de 1736. -Fe de erratas de los 2 tomos.
-Tasa. - Ind. de los 2 tomos. - Texto, que contiene: Orígenes de la
lengua española de D. Gregorio Mayans y Siscar (págs 1-199.)
-Oración en que se exhorta a seguir la verdadera idea de la
Eloquencia Española (páginas 199-219).
T. II -342 págs. 2
hs. de anteport. y port. y una en blanco al fin. - Sign. A-Z, de 8
hs. menos la últ. de 4. -Anteport. -Port. (igual que la del
primero). -Diálogo de las lenguas (páginas 1-178). -Refranes de D.
Iñigo López de Mendoza (págs. 179-210). -Origen i aplicación del
refrán castellano Entrale por la manga, i sácale por el cabezón...
(págs. 211-222). -Vocablos godos puestos por Aldrete en su Origen
(páginas 222-225), -Vocablos arábigos puestos por Aldrete en su
Origen (págs. 225-234). -Vocablos arábigos recogidos por López
Tamarit (págs. 235-264). -Vocablos que Aldrete sacó del Fuero
Juzgo, Partidas, Historia del Rey D. Alonso y del Infante D. Manuel
(págs. 265-272). -Vocabulario de Germanía compuesto por Juan
Hidalgo (págs. 273-320). -Extracto del arte de trovar del Marqués
de Villena (páginas 321-342).
El P. Fray Francisco Cañes en
su Diccionario español -latino -arábigo, publicado en Madrid, año
de 1787, dice en la nota de la página XXVII del discurso preliminar
que Don José Manuel Cobo de la Torre compuso unas Reflexiones acerca
de los Orígenes de D. Gregorio Mayans. Ignoramos el paradero de este
Ms.
D. Eduardo de Mier hizo en Madrid, año de 1873, una
segunda edición de los Orígenes de Mayans en un solo volumen, que
fué impreso en la tipografía de Rivadeneyra. En ella varió el
orden de colocación de los diversos trabajos que la obra contiene.
Con la autoridad de Estrabón afirma Mayans que, en tiempos
remotos, hablábanse en España muchas y distintas lenguas, y que
después los iberos, fenices, celtas, rodios, cartagineses y otros
muchos introdujeron sus respectivos idiomas en los lugares que
dominaron. Entiende que no bastó la dominación romana para
extinguir de un modo rápido las varias lenguas indígenas que se
hablaban en España, apoyando su aserto con lo que se desprende de
las obras de Cicerón, Tácito, Silio Itálico, Pomponio Mela y otros
escritores latinos, aunque al fin dice se habló la lengua latina y
se perdieron del todo las antiguas, excepto en la Cantabria, por
haber vuelto sus moradores a su antigua rudeza y haber tenido muy
poco trato con las naciones más cultas, y también acaso en las
montañas más fragosas del Norte de España. No abolieron el
lenguaje de Roma, según el autor, los godos ni los demás pueblos
septentrionales que invadieron nuestra Península, sino que su
influencia se limitó a la introducción de muchísimos vocablos en
el cuerpo del idioma patrio; pero, en cambio, por haberse apoderado
los árabes de casi toda España, el lenguaje que ellos trajeron se
hizo universal, exceptuando los pequeños recintos en que vivieron
refugiados los cristianos.
Con la reconquista nació al par la
nueva lengua romano-española, esto es, Romana ya españolizada, sin
casos en los nombres, con artículos en los apelativos contraídos,
con mayor distinción de tiempos en las conjugaciones, con muchas
especialidades, que tomaron los Españoles de las lenguas de aquellos
con quienes más trataron, las cuales especialidades promete dar a
conocer Mayans, mui pormenor en su Gramática Española (que no llegó
a publicar).
Esto es lo que mantiene el autor sobre los
orígenes del castellano, extendiéndose a la vez en equivocadas
afirmaciones sobre la conformidad del bascuence y el castellano, y
señalando a continuación las ventajas que la etimología ofrece
para averiguar las particulares fuentes de donde procede porción
considerable de nuestro caudal lingüístico. A este fin indica las
reglas que se deben saber y guardar. § 90. Advierto (dice) a los que
hubieren de sacar Etimologías, que no sólo las busquen en la lengua
puramente latina, sino en la ya barbarizada; en los glosarios de
ella; en los instrumentos más antiguos, y en los primeros libros
españoles, en cuyos escritos se ve de la manera que el latín se iba
corrompiendo, o por mejor decir se iba formando este lenguaje que hoy
hablamos...
§92... la Lengua de que tenemos más voces
después de la latina es la Arábiga... y la mayor prueba de esta
verdad es ver que tenemos en castellano una vigésima parte
(Escalígero dijo una quinta, pero se engañó) de Vocablos
Arábigos...
§ 93. Después de la Lengua Árabe de ninguna
otra tenemos más voces que de la griega... Pero no sólo por medio
de los latinos, sino inmediatamente de los Griegos, o a lo menos sin
la mediación de los latinos, hemos recibido muchísimas Voces...
(Pone a continuación algunos ejemplos.)
§ 96. Después de
la Lengua griega juzgo que de ninguna otra tenemos más Voces que de
la Hebrea...
Las lenguas púnica, céltica, gótica y
vascuence han contribuido también, por este orden, dice Mayans, a
aumentar el caudal del vocabulario castellano, de todas las cuales
pone numerosos ejemplos.
Después de señalar así nuestro
autor los orígenes generales del castellano, estudia particularmente
el cambio que las voces latinas han experimentado al pasar a nuestra
lengua; y en el párrafo 161 de su libro establece unos como Cánones
o Reglas generales de las Letras que se suelen añadir, quitar o
mudar, en el Principio, Medio o Fin de las Dicciones, los cuales
comprueba y justifica con muchos ejemplos. Sin citar éstos,
señalaremos a continuación las leyes por Mayans establecidas:
A,
añadida en castellano al principio de la dicción. A, quitada del
principio. A, añadida al fin. A latina = E castellana. A = I, A = O,
A = U, A = AI, A = AU, A = UE, AE = A, AE = E, AE = I, AE = IE, AE=
O. AE latino, quitado del principio en castellano. AU diptongo = A,
AU = E, AU = O.
B, añadida en castellano al medio. B,
quitada del medio. B, quitada al fin. B = F, B = H, B = CH, B = P,
B=U, B=V.
C, añadida en castellano al principio. C quitada
del medio. C, quitada del fin.
C = G propia, C = G impropia o F,
C = CH, C = I, C = LL, C = QU, C = T, C = y.
CH, quitada en
castellano del medio. CH = C propia, CH = C impropia.
CH = G,
CH o C aspirada (que es lo mismo en latín) = CH, letra española, no
aspirada.
CH = QU, CH = y, CH = LL, CT = CH.
D, añadida
en castellano al principio.
D, quitada al principio. D, añadida
al medio. D, quitada del medio. D, añadida al fin. D, quitada del
fin. D, quitada del medio y fin. D = G propia, D = L, D = S.
E,
añadida en castellano al principio. E, quitada del principio. E,
añadida al medio.
E, quitada del medio. E, añadida al fin. E,
quitada del fin.
E = A, E = G, E = I, E = IE, E = L, E = IO, E =
O, E = U.
F, quitada en castellano del medio. F = B, F = H,
FL = LL, F = S, F = V.
G, añadida en castellano al
principio. G, quitada del principio. G, añadida al medio. G, quitada
del medio. G = C propia, G = C impropia, G = D, G propia = G impropia
o F, G = H, G = I, G = L,
G = S, G = T, G = V, G = Y, G = y, G =
= Ñ.
H, añadida en castellano al principio. H, quitada del
principio. H, quitada del medio. H = I.
I, añadida en
castellano al principio. I quitada del principio, I añadida al
medio. I quitada del medio. I, añadida al fin. I quitada del fin. I
= A, I = E, IE = I, I = G propia, I = L, I = IU.
J, quitada
en castellano al principio. J = G gutural.
L, quitada en
castellano al principio. L, añadida al fin. L -D. L = I, L = J, L
-LL, L = N, L = 0, L = R, L = V, L = T, C = H, L-L = LL.
M,
quitada en castellano del medio. M, quitada del fin. M = N, M= V, MN
= Ñ
N, añadida en castellano al medio. N, quitada del medio.
N, añadida al fin (arcaico).
N = L, N = M, N = X, N = R, NG = Ñ,
NI = Ñ.
O, quitada en castellano del principio. O, quitada
del medio. O, añadida al fin. = A, = E, = I, = U, O = V, O = UE, OE
= E, OE = JE.
PH, quitada en castellano del principio. PH,
quitada del medio. PH = B, PH = F, PH = P, PH=V.
P, quitada
en castellano del principio. P, quitada del medio.
P = B, P = CH,
P = E, P = L, PL = LL, PL = CH, P = U, P = V, PS = P.
QU = C
propia, QU = C impropia o y, que = G propia.
R, añadida en
castellano al medio. R, quitada del medio. R, añadida al fin. R,
quitada del fin.
R = G, R = L, RR = R, R = S.
S, añadida
en castellano al principio. S, quitada del principio. S, añadida al
medio. S, quitada del medio. S, añadida al fin. S = A, S = C propia,
S = C impropia o y, S=D. S = G impropia o gutural, SE = GE, L = y.
T = C impropia o y, T = D. T = G impropia, T =
R, T = y, TH quitada en castellano del medio, TH = C, TH = D. TH = L,
TH = T.
U, añadida en castellano al medio. U, quitada del
medio. U =A, U = E, U = J, U = O, U = UE,
UE = O, U = B, U = N, U
= Y.
V, quitada en castellano del principio. V, quitada del
medio.
V = B, V = D, V = G, V = H, V = M, VV = G.
X,
quitada en castellano al fin. X = C, y -X = S, X = G, X = J.
Y
= I, Y = J, Y = 0.
y, añadida en castellano al medio. y,
quitada del medio, y = C.
§ 179. Bien distinguido todo esto,
se observará que no hai Letra que no se mude en otra; pero que no
qualquiera letra se muda en qualquiera,.
§ 180, En lo que
toca a la Silabación, se ha de observar que la Castellana es mui
diferente de la latina, y assí mui otra que la que propuso la Real
Academia. En mi A be ce Español,
queriéndolo Dios, se verán todas las combinaciones posibles según
la Pronunciación, que de cinco siglos a esta
parte tiene la
Lengua Española, Y procuraré dar Ejemplo de cada sílaba: porque
por necesaria inducción sale que sólo son Sílabas Españolas
aquellas de que se puede señalar ejemplo en las Dicciones que tiene
recibidas la Lengua Española, Cosa que me admiro que no aya
observado la Real Academia...
§ 183, Las Etimologías mejor
se hallan en unos casos que otros, i mejor en unas personas que en
otras. Esto es lo mismo que decir que se han de buscar en las Raíces,
de donde nacen los vocablos de nuestra lengua, los quales no siempre
son los Nominativos i primeras personas del presente Indicativo de
los Verbos: porque en los Nombres Sustantivos que tienen el Ablativo
dessemejante al Nominativo la Raíz suele ser el Ablativo, ahora se
decline el nombre por la segunda, ahora por la tercera declinación...
§ 184. En los verbos mejor suelen hallarse las Etimologías
en el Infinitivo, que en la primera persona del Indicativo...
Mayans concluye su discurso tributando elogios a la suavidad,
abundancia, propiedad y energía de la harmoniosa lengua castellana.
La exposición y extracto que acabamos de hacer de una de las
más importantes obras de Mayans, bastarían para proclamarle como a
varón doctísimo, de laboriosidad incansable y buen instinto
filológico, de erudición selecta y recóndita, si no testificaran
todas sus publicaciones la agudeza crítica que le caracterizaba, la
escogida y provechosa lectura que hizo de viejos y notables libros
españoles de muy pocos conocidos, y aquel afán gallardísimo con
que, para restaurar la clásica prosa castellana y vulgarizar la
doctrina de los humanistas del renacimiento, trabajó siempre el
ilustre jurisconsulto valenciano.
Mayans, como decía Forner
en sus Exequias de la lengua castellana,
no sólo procuró mantener y propagar la propiedad y pureza de
nuestro idioma en un tiempo en que no se hablaba sino algarabía,
escribiendo una retórica castellana en la cual se valió de ejemplos
de autores españoles castizos, puros y elegantes, sino que excedió
este singular mérito, desentrañando, como especie de preparación a
aquel estudio, el organismo histórico de nuestra lengua, y
adivinando que del examen de fenómenos, al parecer insignificantes,
se obtienen grandes resultados. Y, sin embargo, no logró este
benemérito erudito imprimir afición a estas especulaciones, ni
dirigir los estudios en general
por aquellos rumbos que él se
proponía y hubieran sido, para las letras españolas, muy
convenientes en el siglo pasado. Lamentable fué, en efecto, que a
esto se opusieran el carácter retraído del autor, la no
vulgarización de muchos de sus mejores libros, algunos de ellos
escritos en lengua latina, y su
voluntario alejamiento de la
corte; pues ninguno como Mayans, en el siglo XVIII, en que casi todos
nuestros literatos amaban la importación extranjera, estaba poseído
del espíritu de la vieja ciencia española, ni ninguno como él fué
seguidor fidelísimo de las doctrinas clásicas de nuestros
filósofos, jurisconsultos, críticos y humanistas.
No era
ciertamente hombre vulgar, quien, a pesar de sus tendencias
helénicas, apenas pasado el primer tercio del siglo XVIII, publicaba
la doctrina expuesta en sus Orígenes de la lengua española;
restablecía la buena prosa castellana, ya por medio de sensatos
preceptos, ya publicando porción de libros importantísimos de la
literatura castellana, muchos de los cuales había él juntado en
escogida librería; escribía la primera vida de Cervantes, y era
consultado y aplaudido por Voltaire, Muratori, Heinecio, Gerardo
Meerman, David Clément, Otto Mencken y otros de los más famosos
literatos de su siglo.
Mayans no escribió el castellano con
estilo propio, cosa que acostumbra a suceder a los hombres de mucha
lectura; pero supo desentrañar su historia, como se ha demostrado,
adivinando algunas de las leyes de su formación.
La obra de
los Orígenes de la lengua española no fué, sin embargo,
unánimemente bien recibida por sus contemporáneos. Los redactores
del Diario de los literatos de España, D. Francisco Manuel de
Huerta, D. Juan Martínez de Salafranca y D. Leopoldo Gerónimo Puig,
publicaron en el tomo II de
esta obra (I), un estudio expositivo
-crítico de la de Mayans, en el cual no hicieron a la obra del
literato valenciano toda la justicia que le corresponde. Porque en
lugar de limitarse a juzgar con sereno juicio las proposiciones que,
como resultado de un nuevo y agudo empirismo, asentaba Mayans,
llegaron hasta negarle orden y método en la manera de desarrollar el
asunto, sin advertir que el autor se propuso desenvolverlo en la
modesta forma de discurso. Además, no reconocieron que Mayans había
tratado el punto importantísimo del latín vulgar de la España
romana y de las diferencias existentes entre este lenguaje hablado
por nuestros aldeanos y el que usaban los rústicos de Roma; y
callaron haber sido el primero en ordenar la serie de testimonios
referentes a la sujeción de la Cantabria, cuyos sucesos no estaban
antes bien distinguidos en nuestros historiadores, y en recoger
metódicamente, antes que nadie, las observaciones etimológicas,
esparcidas en diversos autores, reduciéndolas a reglas.
I:
Diario de los literatos de España, en que se reducen a compendio los
Escritos de los Autores Españoles, y se hace juicio de sus Obras
desde el año MDCCXXXVII. Tomo II. Contiene las que se han publicado
en los meses de Abril, Mayo, y Junio. Dedicado al Rey Nuestro Señor.
(Escudo de armas reales.) En Madrid: Por Juan Muñoz. Año 1737.
-8.°-8 hs. Prels. + 388 págs. + 2 hs. finales.
Págs. 34-134:
Articulo II.
Achacábanle también los redactores del Diario,
que no quiso detenerse en reflexionar sobre si la lengua de nuestro
primer padre Adán fué inspirada por Dios, y que al tratar de las
cosas antiguas de España había prescindido del magisterio de los
griegos y no había alegado más testimonios que
los que puso
Thomás de Pinedo en las notas a Estéfano Bizantino. Esto era a
todas luces injusto, supuesto que Mayans excluyó de propósito los
falsos testimonios de muchos griegos antiguos, particularmente de los
anteriores a Eratósthenes y en general de los contemporáneos de
Alejandro el Magno; pero no dejó de acudir a Herodoto (citado a
diferente propósito que lo hizo aquel infeliz judaizante antes
aludido), ni olvidó de valerse de Arístides el retórico y de otros
muchos que pudieran acreditar sus proposiciones. Atribuyéronle los
diaristas a Mayans haber dado por cierta la opinión de los que
afirmaban la venida de Túbal a España, siendo así que en los
Orígenes se puso como equivocada o incierta. Y esto prueba la
precipitación con que juzgaron tal obra, ya que no nos sea dable
suponer que dislocaban de propósito las palabras de D. Gregorio,
como éste afirmaba en su defensa, de que luego hablaremos.
Hicieron
notar los articulistas la importancia excesiva que Mayans dio al
elemento griego, en cuya apreciación anduvieron más acertados que
en la inexactitud con que resumieron lo que en los Orígenes se dice
respecto de la lengua hebrea; aumentaron las prerrogativas otorgadas
por el erudito valenciano a la lengua árabe en la composición de
nuestro Diccionario; quisieron (por ser, sin duda, nacido en Aragón
uno de los articulistas del Diario) contradecir la opinión de que la
lengua hablada en dicha comarca no es ningún dialecto, sino tal
lengua aragonesa; discutieron con más o menos acierto algunas
etimologías, y no se inspiraron, finalmente, en un espíritu de
verdad y de justicia, pues llegaron hasta afirmar que el autor de los
Orígenes no sabía traducir del latín al castellano.
A esta
censura, que no se había escrito con el solo fin de discutir las
opiniones de Mayans, sino también con el afán de molestar a su
persona, contestó éste en un folleto intitulado:
Conversación
sobre el Diario de los literatos de España. La publicó Don Plácido
Veranio. (Grabado en madera que representa tres perros ladrando, bajo
un cielo estrellado y con luna. Arriba esta leyenda: Alta regebat
equos; abajo esta otra: Saevitque Canum latratus in auras.) En
Madrid. Con las Licencias necessarias: En la Imprenta de Juan de
Zúñiga. Año 1737. -8.°-132 págs.
En dicho escrito de
polémica, no desaprovechó Mayans, desde la portada, ocasión para
despreciar a sus contradictores, a quienes tampoco dejó de contestar
con gran copia de erudición y de argumentos.
Al citado
folleto replicaron los redactores del Diario de los literatos en su
tomo III, que contiene las (obras) que se han publicado en los meses
de Julio, Agosto y Septiembre. Año 1737. En Madrid: Por Antonio
Sanz. Artículo VIII, págs. 189-386. En este largo escrito
replícase, no tanto a los argumentos aducidos por Mayans en su
defensa, como a las palabras más o menos enérgicas y a las frases
insinuantes o agresivas consignadas en la conversación que publicó
D. Plácido Veranio. En él también se determina al principio el
verdadero autor de la censura de los Orígenes, y la participación
que los demás redactores tuvieron en el artículo. -El haverse
divulgado (escríbese) que D. Juan Martínez Salafranca fué Autor
del Extracto de el libro de los Orígenes, le precisa a que satisfaga
particularmente los reparos que se le han querido oponer... Haviendo
leído el señor Don Francisco Huerta antes que yo el libro de los
Orígenes, preguntándole qué le parecía esta obra, entre otras
cosas me informó de ciertos reparos en materias de Historia y
Geografía; y después que se resolvió que hiciera yo el Extracto
por estar ocupados los compañeros, por ahorrar algún trabajo le
pedí las dichas notas... Asimismo es del Señor Huerta el Extracto
del Autor del Diálogo y demás opúsculos del tomo segundo...
También Don Leopoldo Puig, con motivo de instar el tiempo, me quiso
aliviar como Amigo, y Compañero...
El tono de esta réplica
es bastante más mesurado que el ataque, en propia defensa, dirigido
por Mayans, quien ya no volvió a ocuparse más en esta polémica.
1752.
19.
Ensayo sobre los alphabetos de las letras desconocidas, Que se
encuentran en las más antiguas Medallas, y Monumentos de España.
Por Don Luis Joseph Velázquez, Caballero de el Orden de Santiago, de
la Academia Real de la Historia. Escrito, revisto, y publicado De
orden de la misma Academia. (Grab. en cobre que representa un paisaje
fecundado por un río, con este lema: In patriam popvlvmqve flvit.)
En Madrid en la Oficina de Antonio Sanz, Impressor del Rey N. S. y de
la Academia. Año MDCCLII.
4.° -7 hs, prels. + 163 págs. +
22 hs, (20 de ellas son grabados de antiguos caracteres, medallas y
objetos). -Port. -V. en b. - Ded. de la Acad. de la Hist, al Rey D.
Fernando VI. -Aprob. de D. Juan de Iriarte: Madrid y Agosto 11 de
1752. -Lic. del Consejo, suscrita por el Secretario D. Joseph Antonio
de Yarza: Madrid 14 de Agosto de 1752. -Aprob. del Padre Juan de
Aravaca: Madrid 14 de Agosto de 1752. -Lic. A Ordinario. -Fe de
erratas, suscrita por el Lic. D. Manuel Licardo de Rivera, Corrector
general de S. M. -Tassa. -Acuerdo de la Acad. de la Hist. certificado
por D. Sebastián del Castillo, Secretario: Madrid y Agosto 11 de
1752. -Tabla de los artículos de la obra. - Texto. -Tablas de los
alphabetos, medallas y demás monumentos que se citan en el discurso
de la obra.
Págs. 23 y 24: ... quál fué la Lengua
primitiva de los Españoles? Sin detenerme ahora a examinar un punto
tan difícil, y que pedía más extensión que la que permite este
Ensayo, me contentaré con suponer lo que creo demostrar largamente
en mi obra; esto es, que las Lenguas de los Españoles antiguos por
la mayor parte, fueron la griega y la Phenicia; o para hablar más
propiamente fueron dialectos de estas dos. La prueba más fuerte que
tengo para discurrir así, son las observaciones que acabo de hacer
sobre las ethymologías de las antiguas voces Españolas; esto es,
los nombres primitivos de los Pueblos, Ciudades, Regiones, Montes,
Ríos y Promontorios; los nombres de los antiguos Dioses, Héroes y
Príncipes de España, y las demás voces Españolas, cuya noticia
nos han conservado los escritores antiguos. Como quiera que todas
estas voces eran propias del antiguo idioma de España, es preciso
que el lenguage antiguo de los Españoles fuese el mismo a que estas
voces pertenecen. Las observaciones que he hecho sobre estas voces
españolas, demuestran que todas tienen sus ethymologías en el
Griego y en el Hebreo, de la cual se conoce que todas pertenecen a la
lengua griega y a la Phenicia...
A pesar de los errores que
contiene este libro y de la precipitación con que fué compuesto, es
el que con más justicia dio en vida fama a su autor; pues sus
Orígenes de la poesía castellana, (publicados en 1754 y reimpresos
en 1797), no obstante haberse traducido al alemán, con notables
adiciones, por Juan Andrés Dieze, en 1769, esto es, pocos años
después de publicados, constituyen un libro de vulgares y mal
coordinadas especies. A Velázquez le faltaba sentido crítico y
poético y buen gusto literario; pero hay que aplaudirle, sin
embargo, por su noble afán de reconstruir, en su tiempo, con los
fragmentos de los historiadores y geógrafos clásicos, los anales de
la España que precedió a la dominación romana.
1756.
20.
Sobre la formación de la Lengua castellana.
Trata de esta
materia uno de los apéndices a la obra intitulada Observaciones
sobre los principios elementales de Historia... por el Marqués de
Llió, Vicepresidente, para fundar con uniformidad los papeles
académicos concernientes a Cathaluña (páginas 93-666), que se
incluye en las Memorias de la Real Academia de Buenas Letras de la
ciudad de Barcelona. Origen, Progresos y su Junta general baxo la
protección de Su Magestad. que en ella se acordaron.
Tomo I
(Grab. en cob. Con licencia. Barcelona: Por Francisco Suriá,
impresor de esta Real Academia. S, a.; pero la fecha de la fe de
erratas es de Abril de 1756.
Dicho apéndice (págs.
561-648), más aún que de la formación del castellano, trata del
lenguaje romano vulgar, señalando las muchas diferencias fonéticas
que lo separaban del latín clásico.
Cuanto a la formación
de nuestra lengua, se afirma que antecedió a la francesa e italiana;
expónense varias dudas sobre el romance español hasta fines del
siglo XI, fundadas en documentos catalanes y de la Galia gótica
desde mediados del siglo ix; trátase de demostrar la identidad del
idioma castellano y del de la Galia gótica en tiempo de los romanos
y de los godos, y se añade que, después de la invasión sarracena,
se dividió el reino en tres clases, dos de las cuales conservaron el
idioma antiguo, y la otra lo confundió con el arábigo. El autor
concluye consignando que de la mezcla de
libertadores y
libertados, después de las conquistas de D. Alonso VI, empezó a
formarse la lengua actual castellana a principios del siglo XII, la
cual se perfeccionó principalmente en el reinado de San Fernando.
Señala, en fin, como el monumento más antiguo del castellano un
epitafio del año 1164, copiado por el Cardenal Aguirre en su
Collect. gener. Concil. Hispan, in Chronol, eorum
qnae in histor.
S. Eulogii continentur.
Sobre los orígenes asienta que un
mismo lenguaje romano vulgar, con solas diferencias accidentales, se
hablaba en todo el imperio romano; que éste provino y se formó, más
bien que del latín corrupto en tiempo de los godos, del latín ya
corrompido por los mismos romanos; que los bárbaros no hicieron más
que introducir voces peregrinas que alteraron, pero no mudaron, el
idioma, y que éste fué general, singularmente en toda España.
1758.
21. Paleografía española que contiene todos
los modos conocidos que ha habido de escribir en España, desde su
principio y fundación hasta el presente, a fin de facilitar el
registro de los Archivos, y lectura de los manuscritos, y
pertenencias de cada particular, juntamente con una historia sucinta
del idioma común de Castilla, y demás lenguas o dialectos que se
conocen como propios en estos Reinos. Por el P. Esteban de Terreros y
Pando: MadriD. Joaquín Ibarra, 1758.
4.° -2 hs. prels. + 160
págs. + 18 láminas numeradas.
Esta obra, que forma parte
del tomo XIII de la traducción del Espectáculo de la naturaleza del
Abate Pluche, se imprimió también por separado. Aunque trata
principalmente de las antiguas escrituras usadas en España, dándose
copia grabada de muchos documentos sacados de nuestros archivos, y
en ella se ventila con singular acierto el origen de la lengua
castellana y los principales elementos que contribuyeron a su
formación, ha sido esta obra siempre singularmente estimada por la
multitud de noticias que contiene, y por haber sido una de las
primeras en que se discutió el tema del origen de nuestro lenguaje,
apoyándose en documentos antiguos.
Sobre quién fué el
autor de esta obra, hubo en el siglo pasado sus dudas y
equivocaciones, atribuyéndola unos al P. Marcos Burriel y otros al
P. Terreros. El biógrafo de este último, en el principio del tomo
IV del Diccionario del dicho P. Terreros, resuelve la dificultad en
esta forma:
Cuando muerto el traductor, llegó al tomo VII
del Espectáculo de la naturaleza, en que Pluche inserta la
Paleografía francesa, en el Diálogo veinte, conoció que era inútil
su traducción para los naturales de España, y pensó en sustituir
una totalmente española. Comunicó este juicioso pensamiento con
tres diversos eruditos del reino, que lo aprobaron, juntamente con
las diligencias que había empezado a practicar, y le favorecieron
con las noticias que le pedían para este mismo fin. Uno de estos
eruditos era el P. Burriel, que así le llama muchas veces en cartas
y en papeles propios. Este, con el inmenso caudal diplomático que
poseía y con su natural franqueza, le remitió desde Toledo, cuyos
archivos estaba recorriendo a la sazón, muchos y selectos
monumentos. Terreros entresacó de ellos los que juzgó más
oportunos para su idea, y de éstos y de los que había recogido con
su propia industria, formó el tomito de la Paleografía española
cual hoy le logramos.
A poco tiempo de haberse dado a luz con
universal y bien merecido aplauso, experimentó Terreros que los
eruditos de Trévoux daban por autor de ella a Andrés Burriel, y
supo que uno u otro de los literatos españoles lo daban por asentado
en sus correspondencias y conversaciones. Aunque de genio moderado,
no dejó de resentirse algo el Padre Terrero. y procurando averiguar
el origen de este error, halló que sólo procedía de alguna carta
del P. Burriel, ya difunto, mal entendida, y en que daba noticia
privadamente de lo acaecido en este caso; por lo demás, Burriel
protestó siempre, con la verdad y sencillez que le era propia, que
nunca le pasó por el pensamiento darse por autor de una obra en que
no tenía más parte que haber concurrido con sus noticias, pedidas
por un amigo, como se usa entre literatos; y en efecto, ni en la nota
de sus trabajos y obras hechas y proyectadas que por estos años
comunicó al P. Zacarías, ni en la carta que escribió al P. Rábago,
su protector, dándole cuenta de sus tareas literarias y de las
disposiciones en que se hallaba para perfeccionarlas, ni, en fin, en
la que dirigió de oficio a los Prelados, nada dice de la
Paleografía, y mucho menos se da por autor de ella. Es, pues,
constante que Burriel ayudó a Terreros en este trabajo,
suministrándole
materiales; pero el orden, la forma, la
colocación de documentos, el relato y la distribución, que son las
cosas que constituyen autor de una obra, son indudablemente de este
último.
1767.
22. Del origen i Épocas de la Lengua
Española. Por el P. Benito de San Pedro, de la Escuela Pía.
Trata
de esta materia el libro I de su Arte del romance castellano, págs.
1-123 del tomo I. -
Véase este mismo año en el libro segundo de
este Estudio, parte primera.
Comienza el autor discutiendo si
la lengua latina fué general en España en los cuatro primeros
siglos de la Era cristiana, bajo la dominación de los romanos. Trata
después de la corrupción sufrida por el latín en los tres siglos
del reinado de los godos para convertirse en romance, y estudia luego
el desenvolvimiento de éste desde la corrupción sarracena hasta la
conquista de Toledo y principios del siglo XII. Divide en cinco
épocas la historia de la lengua castellana. 1a época. Infancia:
desde el siglo XII hasta mitad del XIII y reinado de San Fernando. 2a
Mocedad: hasta fin del siglo XIV y reinado de los Reyes Católicos.
3a Edad varonil y de su perfección, por todo el siglo XVI.
4a
Decadencia: en el siglo XVII hasta Felipe V. 5a Restablecimiento: en
el siglo XVIII.
Termina este libro de la Gramática del P.
San Pedro con un capítulo sobre las excelencias del castellano y un
catálogo de autoridades en todas dichas edades de nuestra lengua.
1775.
23. Obras posthumas del Rmo P. M. Fr.
Martín Sarmiento benedictino. Memorias para la historia de la
poesía, y poetas españoles: dadas a luz por el Monasterio de S.
Martín de Madrid. y dedicadas al Excmo. Sr. Duque de Medina
-Sidonia. Madrid. MDCCLXXV. Por D. Joachin Ibarra Impresor de Cámara
de S. M. Con las licencias necesarias.
4.°-XXVII -429 págs.
Port. - Ded. del Abad y Monjes de San Martín al Duque de Medina
-Sidonia. - Prólogo al lector, de los editores. -Carta que escribió
el Rmo. Sarmiento al Excmo. Sr. Cardenal Valentí Gonzaga cuando le
envió la obra del origen de la Poesía Española: San Martín de
Madrid y Abril 21 de 1745. - Indice por capítulos. - Texto. - Indice
alfabético.
Trata el autor en el § V, págs. 94 a 148, de
los Caracteres, Escritura y Lengua vulgares de los Españoles, y allí
pone las siguientes reflexiones relativas al origen y formación del
castellano:
Pág. 96: Del idioma castellano puro y vulgar han
dudado algunos de su origen, siendo palmario que es una lengua
resultante de la corrupción de la Lengua latina o Romana, y que por
eso se llama Romance. Algunos han querido que no el Romance del
latín, sino el latín del Romance nuestro
había tomado su
origen. Si esto se dice del Romance según se halla en los libros,
por antiguos que sean, es opinión ridícula. Si se habla de algún
idioma antiquísimo de España, sobre que es salirse de la cuestión,
es pura voluntariedad, no habiéndonos quedado noticia de esa lengua;
y siendo innegable que entonces se hablaban muchas...
Pág.
98: Es Aldrete el que mejor ha escrito, así en su Origen como en sus
Antigüedades, el modo como se fué formando el vulgar idioma
Castellano...
Págs. 98 y 99: Digo, pues, que nuestro vulgar
idioma no es otro que un total dialecto de la lengua latina, y que si
conserva algún vestigio de otra lengua, o de otras que se hubieren
hablado en España antes de los Romanos (a que no me opongo), es tan
corto y tan oscuro que ninguno le podrá señalar. La razón es
palmaria, pues perdidas del todo las lenguas que singularmente eran
Españolas, y dexando a un lado la griega, Hebrea y tal qual vocablo
Céltico, o Púnico, o Phenicio, por reducibles a la Hebrea, como a
madre, es ya quimérico, y más que imposible, que sin revelación
divina se hable con fundamento en la materia...
pág. 102:
Dexando, pues, tanta antigüedad, acerquémonos más al idioma
vulgar. Este tardó mucho en escribirse; y assí por esto como porque
las lenguas que se forman de corrupción de otras no se advierten
como distintas hasta después de muchos años, no se debe preguntar
quándo comenzó a hablarse. Esto sucede también con el vulgar
Italiano, con el Francés y con los demás dialectos de la latina.
Pero el principio de la corrupción de todos será más cierto
colocándole al acabar el siglo tercero.
"Aun supuesto
esto, no pudo existir el idioma vulgar castellano hasta muchos años
después, de modo que hiciese idioma casi distinto del latín vulgar,
aunque más barbarizado. Creo que si la época se coloca en el siglo
octavo, es a quanto más se puede extender el escribirlo en el siglo
duodécimo... "
Págs. 107 y 108: No es fácil hacer
cálculo de las voces extrañas; pero a mí me parece que divididas
todas las voces del idioma Castellano en cien partes, las sesenta son
puras latinas, o tales, o corruptas. Las diez son Eclesiásticas, y
griegas de la media edad. Otras diez son Septentrionales, antiguas,
medias y modernas. Otras diez son Orientales, anteriores y
posteriores a la invasión de los Moros. Y para las diez restantes
deben entrar las voces de las Indias Orientales, y de la América,
las voces fingidas, y las de los Gitanos, y finalmente las voces
Alemanas y Borgoñonas, que se introduxeron con la Casa de Austria, y
las Francesas e Italianas que cada día se van introduciendo...
Págs. 108 y 109: Los nombres que comienzan con Al
generalmente son arábigos... pero es preciso discreción; pues hay
muchos que comienzan con Al, y aunque pasan por arábigos, no son
sino puros latinos arabigados.
Los nombres propios en ende, ondo,
nur, arc. riz son Góticos...
Pág. 120: Desde el año 1260 en
que, según consta del cap. IX de la Chrónica y vida del Rey D.
Alonso el Sabio de Costilla, mandó este Rey en aquel año que se
traduxese al vulgar idioma Castellano lo más precioso que estaba
escrito en Lengua latina, de Historia, Leyes, Escritura y Ciencias...
se perdió el uso de aquellos dos Latines antiguos, ínfimo y medio;
y se introduxeron
otros dos géneros de latín en España: uno
Eclesiástico, inferior al medio, que se escribía con caracteres
góticos, y otro Escolástico, casi tan bárbaro como el ínfimo
coetáneo del medio. En breve, desde que se introduce el escribirlo
casi todo en Romance hasta la pérdida de Constantinopla, casi se
perdió la mediana Latinidad. Cotéjese el latín del Arzobispo D.
Rodrigo con el de S. Vicente Ferrer, y se verá la diferencia...
Este libro del P. Sarmiento, no escrito por él para ser
publicado, sino para propia satisfacción y recreo de sus amigos,
tenía que ser, por lo tanto, desordenado y estar lleno de errores y
contradicciones; pero no puede negarse a este benedictino (que por la
índole y forma de su erudición parece que vivió más bien en la
Edad Media que en el siglo de los PP. Flórez y Risco) una inmensa
lectura y laboriosidad y una gran intuición histórica, como lo
prueban las observaciones antes transcritas, y el principio,
proclamado también en este mismo libro, de la influencia del
elemento gallego en la primitiva poesía castellana, indudable hoy
después del hallazgo de los dos peregrinos Cancioneros de Roma.
1776.
24. Discursos analíticos sobre la
formación de las lenguas, y sobre la castellana en particular, por
D. Antonio de Capmany. Madrid. 1776.
Discurso pronunciado en
la Real Academia de la Historia. -Trata en él primeramente del
origen de las lenguas en general y de la imperfección que a todas
ellas distingue, nacida de lo incompleto y limitado del conocimiento
humano; sigue estudiando el principio de la castellana que halla en
la
latina, y señala después, con muchos ejemplos, las que
Capmany considera imperfecciones de nuestro idioma, a saber: la
formación de adjetivos de muchos sustantivos, la reducción de
muchos conceptos en una sola palabra, la falta de verbales suplidos
por los latinos, la abundancia de equívocos, el sentido vago de
ciertas palabras y las ideas poco claras que las aplicamos, etc.
Pero no deja de referirse también a todas las partes dignas de
alabanza que tiene nuestra habla, que la hacen preferible a las demás
lenguas vulgares, en particular a la francesa, a la cual excede sobre
todo, según el autor, por la riqueza de variedades con que en la
composición puede verse el orden de las palabras. No está tan
acertado Capmany al pretender que en el siglo pasado mejoró mucho el
idioma, porque la filosofía, al restablecer los derechos de la
humanidad. le había infundido vida nueva y muchas perfecciones, ni
al achacar el enriquecimiento y depuración de nuestro Diccionario a
las traducciones del francés y de otras lenguas que entonces se
hicieron, pues notorio es que gran parte de ellas fueron por cierto
bien deplorables (I). Capmany quiso ser lógico con sus afirmaciones
para fomentar la afición a estudiar las obras extranjeras, y el
mismo año de 1776 publicaba en Madrid su Arte de traducir del idioma
francés al castellano, con el vocabulario lógico y figurado de la
frase comparada de ambas lenguas, del cual se han hecho en Barcelona
y en otras partes varias reimpresiones.
Capmany, lo mismo que
Mayans, contribuyó mucho, con preceptos sensatos y selectos
ejemplos, a la afición por la buena prosa y a la perfección y buen
gusto de los que se ejercitaban en la formación del estilo. Pero su
mayor gloria fué, sin duda, la de haber conocido y poseído a
maravilla nuestro Diccionario, a pesar de que la lengua primera que
sus labios balbucearon tal vez no fué la castellana (I), y la de
haber fomentado por modo extraordinario los estudios filológicos,
según que las indicadas obras lo demuestran. Así, sus
contemporáneos le reconocieron como autoridad en tales estudios; y
cuando después de muerto (a causa de la epidemia que afligió a
Cádiz el año de 1813), tratóse de recordar su memoria, no
encontraron sus amigos título que más le cuadrase, que el que
pusieron en el epitafio siguiente:
Aquí yace El Filólogo don
Antonio Capmany y Montpalau, Diputado por Cataluña En las cortes
generales y extraordinarias. Sus obras literarias y sus esfuerzos Por
la independencia y gloria
De la nación, Perpetuarán su memoria.
Murió en 14 de noviembre de 1813, A los 71 años de su edad. R. I.
P. A.
I: Hay que advertir que Capmany, en su edad madura,
cambió radicalmente de opinión en este punto, y se hizo acérrimo e
intransigente enemigo de todo galicismo real o aparente. Véanse
todos sus últimos escritos, y especialmente la segunda edición de
la Filosofía de la Elocuencia (1811), que parece la antítesis de la
primera (1776).
2 Nació en Barcelona en 24 de Noviembre de
1742, y allí hizo sus estudios elementales y pasó su primera
juventud.
1786.
25. Del origen y formación de la
Lengua Castellana, por D. Antonio de Capmany y de Montpalau.
Trata
de esta materia en las Observaciones críticas sobre la excelencia de
la Lengua castellana, que se leen en el tomo I de su Teatro histórico
-crítico de la elocuencia española... Madrid. Año MDCCLXXXVI: en
la oficina de Antonio de Sancha (págs. CXXIII -CCXXIII).
La
lengua castellana, dice Capmany, empezó a ser idioma vulgar o
romance, como si dixéramos romano -rústico, hacia el siglo X: tomó
índole y forma de dialecto culto en el reynado de Alfonso el Sabio;
adquirió cierta grandiosidad baxo de los Reyes D. Juan el Segundo y
D. Fernando el Católico; brilló con pompa y magestad en el reynado
de Carlos primero, y baxo de su hijo Felipe II se pulió, se
enriqueció y añadió a la abundancia mayor suavidad y harmonía. Yo
no pretendo engolfarme ahora concluye, en eruditas y prolixas
investigaciones sobre el origen elemental e histórico de la
filiación, formación y alteraciones primitivas de nuestra lengua,
bastando para dar una idea de su antigüedad y progresos, una breve
exposición de su más remoto estado, vicisitudes y última fortuna.
Este es el plan que Capmany desarrolla en este estudio con claridad y
método, con perspicaces observaciones de filología comparativa y
muchos y acertados ejemplos.
En la formación de una lengua,
dice el autor, se deben tener presentes tres cosas: la etimología de
las voces, su material composición y su significación; y a estas
tres materias consagra otros tantos capítulos.
Es tan clara
la filiación inmediata, escribe al comenzar el primero, o sea el
referente a la etimología, que guarda nuestra lengua de la latina,
que sin contar las palabras corrompidas y alteradas en su inflexión
o terminación, sólo con las que se han conservado íntegras,
algunos eruditos han logrado sacar, ya en prosa, ya en verso,
diversas composiciones perfectamente bilingües.
Trata luego
el autor de los vocablos latinos que han pasado íntegros en su
estructura y terminación al castellano o con escasas alteraciones, y
pone de ellos numerosos ejemplos; y estudia, en fin, los elementos
latino, godo, árabe y lemosín que componen nuestra lengua,
deteniéndose especialmente
en lo relativo al primero y último,
pues respecto de los restantes limítase a indicar una porción de
palabras de raíces góticas y arábigas.
En cuanto a la
transformación latino -castellana, o corrupción de las raíces
latinas, formula y comprueba con ejemplos las leyes siguientes:
I.
Alteraciones en las vocales I = E, E = U = O, A = E, 0 = E, O = U, AU
= O, O = UE, E = IE.
2. Alteración en las consonantes a) F = H,
P = B, C = G, que = G, L= I, G = I, T = D, S = X. b). GÑ =,Ñ, NN =
Ñ, MN = Ñ. c). CT = CH, PL = LL. d). ER = RE o RO, X = y o Y, R =
L, e). CC = C, LL = L, PP = P, CT = T, TC = T. f). Supresión de
vocales, g). Supresión de sílabas, h). Supresión de consonantes
sencillas, i). Aumento de sílabas.
Por lo que dice relación
al influjo lemosino, comprende Capmany en los dominios de este
término lingüístico el francés y el catalán; y para probar la
afinidad que entre éstos y el idioma castellano y el toscano existe,
(tanto más notable cuanto más nos acercamos al origen de donde
todas estas lenguas provinieron), cita curiosísimas y abundantes
voces arcaicas castellanas tomadas del poema del Cid, de la versión
del Fuero Juzgo y de las composiciones del monje Berceo, cuya
contextura se conforma perfectamente ya con el francés o con el
italiano, ya con el habla provincial de Cataluña, Valencia o las
islas Baleares. En pos de estas importantes listas de palabras,
estúdiase la mudanza experimentada en nuestro idioma desde
principios del siglo XVI en la estructura material de las palabras,
ahora suprimiendo unas letras o añadiendo otras, ahora convirtiendo
las dobles en sencillas o trocando las sílabas o sus propios
elementos simples. No deja tampoco Capmany olvidado el estudio del
síncope experimentado en ciertos tiempos de las conjugaciones, y de
la alteración sufrida en la formación de ciertos modos, y del uso
de la posición de los pronombres recíprocos en los infinitivos
particularmente, ni olvida tratar de las tres acepciones que hasta
fines del siglo XVI tuvo el verbo ser (= ser, estar, haber), de los
diversos cambios de género y del uso moderno de los participios
contractos de la voz pasiva.
El artículo segundo, que trata
de la composición material de las palabras, está dedicado a
indicar, por vía de ejemplo, varios grupos de dicciones castellanas
numerosas y majestuosas, suaves y harmoniosas, señalando, entre las
palabras de sonora y hermosa combinación silábica y de grata
terminación, los derivados compuestos, ya de nombre y preposición,
ya de dos sustantivos, ya de dos adjetivos, ya de dos verbos, ya de
adverbio y verbo, ya de adverbio y participio, ya de participio y
adverbio, ya de nombre y verbo, ya de dos preposiciones y verbo, de
las cuales combinaciones pone bastantes ejemplos.
El tercer
capítulo, en el que trata del significado y valor de las palabras,
está principalmente dedicado a las muchas voces que en castellano se
derivan de otras radicales. Las cuales clasifica en: a), derivados de
nombres de animales, como de caballo, caballar; b), verbos
frecuentativos, de voz, vocear; c), verbos imitativos, como cacarear;
d), verbos incohativos, como amanecer; e), nombres aumentativos, como
culebrón; f), nombres diminutivos, como arroyuelo; g), palabras de
acción, como sablazo; h), palabras afectivas, como enfermizo; i),
nombres colectivos en el sentido físico, como naranjal; j),
adjetivos modificados, como negruzco; k), acepciones de una misma
voz, como abrir una sala, abrir el día, abrir las ganas de comer;
l), palabras sinónimas.
Capmany termina manifestando los móviles
que tuvo para componer este discurso y la manera como lo llevó
acabo. Estas críticas observaciones, dice, que me atrevo a presentar
a la luz pública, deben ser miradas solamente como unos informes y
sumarios apuntamientos, formados sobre la lectura de nuestro
Diccionario para aficionar a los extranjeros al cultivo y estudio de
la lengua española. Un tratado científico, analítico y más
metódico de un idioma tan abundante, primoroso, noble y expresivo,
además de pedir una obra separada y peculiar, trabaxada con prolixo
esmero y profundas investigaciones, sería superior a mi talento y
ciencia; pues es más afición que
conocimiento, y más genio que
ingenio, lo que me llevó a extender estos borrones que bosquexé
primero por satisfacer mi curiosidad y proseguí para mi propia
utilidad y enseñanza.
1787.
26. Pruebas de la filiación
latina de la lengua castellana, por D. Antonio de Capmany.
MS.
cuyo paradero ignoro, y de cuyo contenido no tengo ninguna noticia.
1788.
27. Discurso sobre el origen, uso y cultura de
la lengua española en Aragón.
Inserto en el Memorial
literario de Febrero y Marzo de 1788, págs. 274 y 353.
La
noble tendencia que inspira todo este trabajo se lee en síntesis a
su comienzo.
Dos errores o preocupaciones igualmente
injuriosas a Aragón (dícese), se van introduciendo en materia del
idioma o lenguaje español. Uno es excluir a este reino de la
formación de cultura de la lengua principal de la nación, y otro el
adoptar en él la lengua lemosina o provenzal, queriéndola hacer en
algunos tiempos común y ordinaria: el primero no se enseña
abiertamente, pero el vulgo se va imbuyendo indirectamente de él, no
faltando alguno de los doctos que incidentemente lo afirme; el
segundo se publica como invención erudita y con todo el aparato
seductivo de citar en su confirmación noticias exquisitas, códices
y monumentos recónditos; de manera que es necesario cautelarse mucho
para no dejarse alucinar de una opinión tan favorita de los sabios.
Así es que, en lo antiguo, los mismos escritores llamaban nuestra
lengua con la disyuntiva de castellana o española, como se ve en
Aldrete, Covarrubias y Sepúlveda, La misma Real Academia le da con
frecuencia el nombre de lengua española en la primera edición de su
Diccionario, si bien en el Discurso proemial sobre el origen de la
lengua dice que este dictado es del uso de los extranjeros, y en su
segunda edición constante y solamente con el nombre de castellana.
Mayans, en sus Orígenes,
poniéndose a explicar el significado de esta voz, lengua española,
dice que por ella se entiende la lengua común de la nación; pero
añade que no puede incluir la aragonesa por no tener la perfección
que en Castilla, donde el menor comercio con los extranjeros la ha
conservado más pura. Todavía está más áspero con nosotros el P.
Terreros (Paleografía española, fol. 212, en el tomo XIII del
Espectáculo), que después de olvidar a Aragón, cuando tratando
del origen de la lengua menciona casi todas las provincias de España,
prosigue luego su historia, y dice que en tiempo del Rey D. Fernando
de León, nieto del Rey D. Sancho de Castilla, con motivo de su
dominación en León y
Navarra, les comunicó su lengua que
también tomaron los aragoneses.
1792.
28. Sobre la
formación y progresos del idioma castellano. Discurso leído por Don
Martín Fernández de Navarrete, al tomar posesión de su plaza de
individuo honorario, de la Real Academia Española, el 29 de Marzo de
1792.
Publicado en las Memorias de dicha Corporación: tomo
III: Madrid. 1871. -4.°, páginas 230-241.
Las lenguas que
se forman de la corrupción o de los restos de otras muchas,
encuentran, por lo mismo, grandes obstáculos en su formación y
progresos, porque de la dulzura de unos dialectos, de la rudeza en
las inflexiones de otros, de la distinta sintaxis, construcción y
carácter de cada uno de
olios, resulta un todo disforme, incapaz
de admitir la analogía y orden que tanto contribuye a la claridad
del estilo en los grandes escritores. Poseída España de los rodios,
los celtas, los fenicios, los cartagineses y otras naciones
codiciosas de sus riquezas, admitió tanta diversidad de idiomas, que
aun en tiempo de Augusto y de Tiberio se hablaban diez distintos,
según el testimonio de los historiadores antiguos.
Estos nos han
transmitido algunas de las voces que recibió el latín de estos
lenguajes. Uniformóse el de los romanos en todo su imperio, y se
esmeraron particularmente en que los españoles le usasen, ya por
medio de colonias y tribunales que con este designio fundaron, ya por
la comunicación y trato de casi tres centurias, y ya por haber
militado gran número de españoles debajo de sus banderas.
A
pesar de esto perdió la lengua latina en España la pureza que
conservaba en Roma. Adulteróse nuevamente con la venida de los
vándalos, suecos
y alanos, que todos tenían lenguas propias, y los godos, procurando
más conservar la latina que extender la suya, acabaron de estragarla
y corromperla. Tomaron los nombres latinos, pero no los variaron como
su natural pedía, sino que acomodándolos a la forma que en sus
vocablos godos usaban, les hicieron indeclinables con preposiciones
que distinguían un caso de otro, introduciendo al mismo tiempo gran
número de ellos en nuestra lengua. La irrupción de los árabes
limitó el habla castellana al corto número de españoles que se
refugió en las provincias septentrionales. El resto de la Península
abrazó el idioma de sus conquistadores; cultivó en él algunas
ciencias, cuyas voces conservamos aún, y el castellano se menoscabó
al fin, ya haciendo dura y desapacible su pronunciación, ya dando a
muchas letras un
sonido áspero y gutural, desconocido en los
suaves idiomas de Grecia y Roma.
De tal confusión y tanta
diversidad de lenguas y dialectos resultó necesariamente un conjunto
de voces bárbaras, que poco análogas a la índole del castellano y
del latín, debían dejar de él aquel orden y giro en las oraciones
y períodos que auxilia a la memoria, que da claridad a la locución
y coadyuva a desenvolver los grandes talentos. Así es que estuvimos
tanto tiempo sin escribir en el castellano vulgar, pues aun fijada la
época de este idioma, ya distinto del latino, en el siglo VIII, no
se puede extender la de su escritura hasta el siglo XI o XII.
Esto
es lo que en el discurso se dice relativamente a nuestro estudio,
limitándose el autor en el resto a indicar algunas observaciones
sobre los primeros monumentos literarios del castellano, sobre la
perfección que nuestra lengua alcanzó en las obras de ciertos
autores, sobre las ventajas que el examen de otras proporciona para
la perfección y acrecentamiento del Diccionario español y sobre las
alteraciones sufridas en nuestra habla desde el advenimiento de la
casa de Borbón.
D. Martín Fernández de Navarrete fué
electo individuo honorario de la Real Academia Española el 15 de
Marzo de 1792, y numerario el 31 de Enero de 1797.
1793.
29. Declamación contra los abusos introducidos en el
castellano presentada y no premiada en la Academia Española, año de
1791. Síguela una disertación sobre la lengua castellana, y la
antecede
un diálogo que explica el designio de la obra. Madrid.
MDCCXCIII. En la imprenta de la viuda de Ibarra. Con las licencias
necesarias.
4.°, XXVI pág. + 1 h. con port. + 54 pág. + 1
h. con port. y otra con adv. + 214 + 1 pág. de erratas.
La
publicó cuando contaba treinta y tres años su autor D. José de
Vargas Ponce, capitán de fragata y académico que fué más tarde de
la Española y de la de la Historia. Dividió el libro en tres
partes: es la primera un diálogo entre el autor y D. Justo y D.
Severo, en el cual explica el plan y forma adoptados y juzga los
trabajos en que entonces se ocupaba la academia Española; la segunda
y la tercera constituyen el verdadero estudio con que certó en esta
corporación. Cincuenta y cuatro páginas cuenta la Declamación,
ocupando más de la mitad un resumen de alabanzas a nuestros grandes
maestros de la lengua y de la poesía castellanas y señalando
después las causas a que atribuye la perversión del idioma; son a
saber:
a) Abandono por nuestros autores de los buenos libros.
b)
Desdén con que se miran las lenguas sabias,
c) Introducción y
rápida fortuna del francés,
d) Multitud de malas traducciones,
en especial sermonarios y novelas,
e) Escaso cultivo de la
Poesía,
f) Desprecio del Teatro nacional y aceptación y boga
del italiano,
g) Exquisita gala e inmoderado lujo, ambos de todo
punto extranjeros, de las mesas y modas mujeriles.
A esto se
reduce dicha Declamación, escrita en tono ampuloso y con grandes
licencias oratorias; y nosotros no le hubiéramos dado ciertamente
cabida en esta sección, ni en el cuerpo de nuestro estudio crítico
-bibliográfico, si no estuviera acompañada de una Disertación
acerca de la lengua castellana, en la cual se trata del origen y
formación del castellano (escrita por vía de ilustración a la
Memoria). Este apéndice es lo más largo del libro, pues ocupa 209
páginas de letra más pequeña y con foliación distinta. Consta de
25 capítulos, y los cuatro primeros refiérense a recordar las
diversas colonias y dominaciones que se han sucedido en nuestra
Península, afirmando que hubo peculiar lenguaje en cada provincia de
las que en sus orígenes se dividió España o Iberia, los cua-les se
conservaron por mucho tiempo, mezclándose después con el celta, el
fenicio, el cartaginés y el griego, según la sucesiva predominación
de todos estos pueblos, hasta que los romanos con sus armas
introdujeron su lengua y su literatura, echando éstas tan hondas
raíces, que los bárbaros, a pesar de su odio implacable a Roma, no
pudieron desterrar el habla del Lacio, siquiera la corrompiesen y
desfigurasen, principalmente en su admirable pronunciación y
prosodia. Mezclóse después con el árabe, por la larga dominación
que este pueblo ejerció en la Península; y no pudiendo ya entonces
el latín (dice Vargas Ponce) contener tanta descomposición sin
descomponerse él mismo, de sus restos y de las imitaciones
allegadizas de todos los otros tuvo hacia el siglo nono cierta forma
el dialecto Castellano o Romance... siendo, con todo, su primitivo y
principal fundamento la Lengua del Latio con la que guardó siempre
analogía...
Del árabe afirma, con la autoridad de
Escalígero (que prefiere a la de Mayans), que fué, después del
latín, el idioma al que más debe en su formación el castellano.
De las primeras propiedades del romance, de su clara y llena
pronunciación y de sus diversos órdenes de acentos y multitud de
terminaciones, y de la poesía castellana hasta que se hizo general
el naciente idioma, ocúpase, por último, D. José Vargas Ponce
aduciendo frecuentemente la autoridad de Aldrete, del Ldo. Poza, de
Mayans, del P. Larramendi y otros escritores antiguos o coetanos
del autor. Cita también porción de voces de nuestra lengua
derivadas de otras, probando con todo esto el erudito marino su
laboriosidad y buen ingenio. Pero, en suma, no expone por propia
cuenta opinión alguna que contribuya a adelantar el estudio del
origen y formación de nuestra lengua.
Contra la Declamación
se publicó entonces un folleto intitulado: La Corneja sin Plumas.
Fragmento Póstumo del Licenciado Pablo Ipnocausto. Puerto de Santa
María. Por Don Luis de Luque y Leyva. Año de MDCCXCV. -4.°, 67
págs.
Pablo Ipnocausto es pseudónimo de Don Juan Pablo
Forner; y el principal objeto de este opúsculo, escrito con gran
virulencia y descubierta animadversión personal, pero con la copia
de erudición y doctrina propia de todas las obras de su autor, es
demostrar que la Declamación de Vargas Ponce es un centón de
plagios de Mayans, de Aldrete y del Diálogo de la lengua. De paso se
impugnan algunas opiniones vertidas en la Declamación.
Hay en la
Biblioteca Nacional de Madrid una copia de La Corneja, en la
colección manuscrita de las obras de Forner.
Sobre la
Declamación de Vargas Ponce, véase también su correspondencia con
Jovellanos (tomo segundo de las obras de éste en la Biblioteca de
Rivadeneyra).
1803.
30. Apología de la lengua
Bascongada, o ensayo crítico -filosófico de su perfección y
antigüedad sobre todas las que se conocen: en respuesta a los
reparos propuestos en el Diccionario geográfico -histórico de
España, tomo segundo, palabra Navarra. Por D. Pablo Pedro de
Astarloa, Presbítero. Madrid. Por Don Gerónimo Ortega. 1803.
4.°-XXIV
-452 págs.
Así se explica el autor en el prólogo dirigido
a los bascongados: Habrá veinte años que descubrí en nuestro
nativo idioma cierta grandeza y sublimidad que arrastró toda mi
atención. Ya antes de esta época Ohienart, Arriet, Moret, Echave, y
particularmente el laborioso Larramendi, hicieron ver muchas y raras
perfecciones de que abundaba la lengua Bascongada; pero no bastando
esto a satisfacer mi deseo, buscaba una lengua perfecta en todo su
mecanismo, con la idea de presentarla a todas las naciones cultas,
para que cada una de ellas pudiese elevar la suya al grado de
perfección y magnificencia de que fuese susceptible.
El prolixo
estudio de más de quatro años empleados en la contemplación de una
lengua que debió ser primitiva, me proporcionó ideas a mi parecer
muy exactas para no errar en la elección del idioma deseado. Con
estas ideas me propuse uno a mi modo, constituyéndole Juez árbitro
de todos los demás, y con él empecé el juicio comparativo de
quantas lenguas vivas y muertas pudo reconocer mi desvelo.
El
Sr. Astarloa, en efecto, da muestras de haber estudiado muy
provechosamente, lo mismo las lenguas clásicas que las vivas de
Europa, así las orientales, sin excluir el chino, como las indígenas
americanas, y su Apología es ciertamente un libro de notable
erudición y polémica, siendo de lamentar que el buen ingenio y la
general cultura del autor estén al servicio de una causa tan
equivocada como la de hacer al bascuence la lengua por
excelencia, formada ya, según Astarloa, en la confusión de los
idiomas referida por Moisés, y a los bascongados los primeros
pobladores de España.
Este libro dio materia al arabista D.
J. A. Conde para escribir un folleto intitulado Censura crítica de
la pretendida excelencia y antigüedad del bascuence, por D. J. A. C,
cura de Montuenga. Madrid, en la Imprenta Real, año de 1804 (8.°,
85 págs.) (I), al cual replicó Astarloa con sus Reflexiones
filosóficas en defensa de la Apología de la lengua bascongada, o
respuesta a la censura crítica del cura de Montuenga. Madrid. Cano,
MDCCCIV (8.° 119 págs.)
I Acerca del folleto de Conde, se
publicó un articulo crítico en la Minerva o el Revisor general,
tomo III, 1805, pág. 52.
De la Apología se ha hecho
recientemente una edición en Bilbao, por P. M. de Merladet y
Lasgoitia, 1881. -4.°, 480 págs.
En el archivo manual del
Señorío de Vizcaya, existe inédita otra obra de Astarloa:
Discursos filosóficos sobre la primitiva lengua. -4.°, 21
cuadernos de letra clara y legible. El primer cuaderno lleva un
prólogo, cuyas páginas están numeradas del I al XII; empieza luego
la numeración arábiga hasta el folio 2467, que lleva la última
hoja del cuaderno 21, en que concluye la obra.
Según se lee
en una carta que D. Juan Antonio Moguel escribió a Vargas Ponce, a
30 de Mayo de 1802, D. Pedro Pablo Astarloa tenía escrito un
Diccionario de apellidos, que suponemos contendría muchas
observaciones aprovechables para la historia de la lengua castellana.
(Memorial histórico español, tomo I, pág. 713.)
1805.
31. Ensayo histórico -critico sobre el origen y progresos de
las lenguas, señaladamente del romance castellano. -Catálogo de
algunas voces castellanas puramente arábigas, o derivadas de la
lengua griega y de los idiomas orientales, pero introducidas en
España por los árabes. Por el Sr. D. Francisco Martínez Marina,
canónigo de la Real Iglesia de San Isidro, actual Director de la
Academia.
4.° may. -63 -VIII -85 págs. + 1 de erratas.
En
las Memorias de la Real Academia de la Historia, tomo IV. Madrid,
imprenta de Sancha. Año de 1805.
Notable trabajo de crítica
histórica, y mucho más notable aún si se considera la fecha en que
fué escrito. Razón tiene el autor al afirmar que la lengua
primitiva de España es problema anejo al de los tiempos fabulosos, y
por consiguiente insoluble; como así mismo al añadir que fuese
cualquiera la lengua de los primeros habitadores de esta Península y
de las sucesivas colonias que la poblaron después, ello fué que en
tiempo de la dominación romana no se hablaba más que el latín, sin
que hubiera entonces lengua nacional distinta. Y del latín
solamente, dice el Sr. Martínez Marina, nació y se formó el
castellano, cuyo léxico se acrecentó más tarde con el de los
árabes, sobre todo hasta el punto que en la formación de nuestra
lengua corresponden tres partes al latín y una al arábigo.
El
romance castellano debe su origen a la ignorancia, negligencia y
descuido de los españoles en cultivar su antigua lengua latina. Cita
la célebre inscripción de Santa Cruz de Cangas, como primer vagido
del castellano; hasta 1150, sin embargo, no hay ningún documento
escrito en romance.
Usa de una prudencia muy plausible al
tratar de la etimología; y cuanto a las arábigas (que en un
catálogo por el autor formado, y puesto a continuación de su
Ensayo, pasan de 1.500) viene a establecer estos principios sobre
cambio de letras de aquel idioma al castellano.
1806.
32.
Alfabeto de la lengua primitiva de España y explicación de sus más
antiguos monumentos de inscripciones y medallas: por D. Juan Bautista
Erro y Azpiroz, Contador principal por S. M. de Rentas reales,
propios y arbitrios de la ciudad y provincia de Soria. Madrid. 1806.
8.° may. -300 págs. con láminas.
Los capítulos V y VI
llevan estos epígrafes:
-El alfabeto griego no es de origen
fenicio, sino español.
-Demostración que acredita el origen
vascongado del alfabeto griego.
De lo que claramente se
deduce el disparatado intento del autor en su libro, a saber: que el
bascuence fué la lengua primitiva de España y base de la
castellana; lo cual confirmaba en su Mundo primitivo, obra que no
llegó a concluir, habiéndose publicado el primer tomo solamente.
Hizo un compendio de la obra de Erro, y lo ilustró con un
prólogo y notas el Sr. G. Waldo Evonig, Ministro que fué de los
Estados Unidos en Madrid. publicándolo en Boston, año de 1829:
Alphabet of the primitive language of Spain, by J. B. Erro Azpiroz.
-8°
1817.
33. Uber die cantabrische oder Baskische
Sprache. Von W. von Humboldt.
Estudio muy notable sobre la
derivación de la lengua basca de la de los antiguos iberos,
publicado como apéndice del Mithrídates, de Adelung y Vater, theil
IV, 1817. -8.°, páginas 275-300.
1821.
34. Grammaire comparée des langues de l´Europe
Latine, dans leurs rapports avec la langue de troubadours. Par M.
Raynouard. membre de l´Institut Royal de France (Acad. Française et
Acad. des Inscriptions et Belles -Lettres), secrétaire perpétuel de
l´Academie française... Paris, &
l´imprimerie de Firmin
Didot... 1821.
4.°-LXVIII -412 págs.
La tendencia de la
obra, claramente declarada en el Discurso preliminar, es defender la
opinión de que todas las lenguas romances tienen su origen en una
lengua intermedia entre el latín y las actuales neo latinas, o
romance primitivo o lengua usada por los trovadores. Esto ya lo
defendió e intentó probar M. Raynouard en sus Elements de la
Grammaire romane avant l´an 1000 y en
su Grammaire de la langue
romane ou Langue des troubadours. En esta lengua dice también que
radica la castellana, siendo así lógico con sus principios, y
afirma que el primer documento que nos atestigua que la lengua
romance primitiva se usaba ya en España y Portugal, es del 8.°
siglo: el ordenamiento publicado en 772 ( = 734) por Alboacem, hijo
de Mahomet Alhamar, hijo de Tarif. Cita luego los cambios o
trasposiciones de letras entre la lengua de los trovadores y el
castellano, que cree sirven para demostrar que el origen del segundo
está en la primera; y con el mismo objeto aduce muchas terminaciones
de sustantivos y adjetivos en ambos idiomas. Hace ligeras
observaciones históricas sobre el mallorquín, el valenciano y el
catalán, que dice ser muy semejante a la lengua hablada en el cantón
de Vaud. de los Alpes.
Conforme con estas indicaciones del
prólogo, se halla en el texto desenvuelto el estudio de todas las
partes de la oración (Analogía solamente), estudiando a la vez en
cada uno de los capítulos el francés, el español, el portugués y
el italiano relativamente a su origen, o sea a la primitiva lengua
romance.
El problema de los orígenes y formación del
castellano lo tenemos hoy resuelto, sin que en modo alguno pueda
admitirse el principio sentado por Raynouard en este libro, que por
otra parte carece de la novedad que principalmente los franceses le
atribuyen; pues un siglo antes el catalán Bastero había publicado
ya el mismo principio y muchas de las leyes que este filólogo
francés hubo establecido. En la lengua del Lacio está, sin duda
ninguna, la fuente de donde mana el castellano con sus demás idiomas
congéneres, ya por medio del bajo latín de los primeros siglos, en
que las lenguas populares acababan de brotar del tronco latino, ya
por medio del de los notarios y el de los monjes que comenzaron a
escribir las nuevas lenguas, ignorando el conocimiento de la
formación de las palabras, a estas dos suertes de bajo latín,
señaladas por Díez, agrega Littré, en sus estudios sobre la
Historia de la lengua francesa, una tercera, es a saber: la originada
por las formas romances, que se alteraban de nuevo con tendencias a
su primitivo origen latino; pero esto es ya parte de la organización
y reconstitución de un nuevo idioma, más bien que de su inmediato
principio.
Porque es preciso distinguir entre lo que constituye
la alteración directa de una forma originaria, y entre lo que
disgregado sirve de raíz a un nuevo ser glotológico y se manifiesta
en todas las caras de su desarrollo. Esto pasa en los orígenes
inmediatos del castellano como en los de toda lengua, tal como
nosotros los concebimos, opuestos a esas grandes unidades y a esos
centros lingüísticos primitivos defendidos con entusiasmo por
algunos autores. Envejecen las palabras y tienden a reemplazar sus
consonantes fuertes y duras por otras débiles y suaves; los sonidos
llenos se extinguen poco a poco y se pierden; las finales desaparecen
y las palabras se contraen; altéranse éstas, en fin, en su
estructura interior, porque se pierde la integridad de las formas
gramaticales, y de este lenguaje corrompido y mutilado nace el
principio regenerador que infunde una nueva organización en
sucesivos períodos. Entonces las radicales sufren innumerables
formas, y a la confusión de los casos de los nombres y de los
tiempos de los verbos y de todas las flexiones gramaticales perdidas,
a la dislocada sintaxis, sucede el uso de palabras auxiliares,
supliéndose con preposiciones los casos del sustantivo; con
artículos, los géneros; con pronombres, las personas; con
auxiliares, ciertos tiempos y voces de los verbos; pero en modo
alguno debe confundirse, en cualquiera de las épocas por que pasa
una lengua hasta el día de su fijación, lo que es propio de su
desenvolvimiento con lo que es originario y primitivo. No han nacido
con intermedio de un léxico y de ciertas reglas gramaticales más o
menos perfectas, el pali
y los diversos dialectos prácritos
del sánscrito; el persa del zend;
el griego antiguo del griego moderno; el inglés del anglo-sajón; el
holandés del frisón; el danés y el sueco de la antigua lengua de
Escandinavia, todavía hablada en Islandia, sino que se han formado
según los principios generales indicados; y esa nueva fuente o
manera, como dice el eminente Littré, con que contribuyó el bajo
latín al origen de las lenguas
romances, no es más que un
período, o fenómeno particular mejor dicho, de su primitivo
desenvolvimiento.
No obstante, Littré se valió de esta
misma observación para explicar y combatir en su citada obra la
hipótesis sustentada por M. Raynouard cincuenta años antes, hoy
completamente inaceptable, supuestos los progresos filológicos ya
realizados, y estando en manos de los doctos las obras de Díez. El
cual ha puesto de manifiesto con sus estudios lo errado de la opinión
defendida por
aquel sabio francés en su Gramática comparada de
las lenguas de la Europa latina en sus relaciones con la de los
trovadores, probando la imposibilidad de que el provenzal haya sido
un miembro intermedio entre el latín y las lenguas romances,
principio con tanto tesón y no poca crítica sostenido por
Raynouard. Este investigador infatigable y benemérito, que así
desatendió
los hechos gramaticales que antes de él se habían
establecido, como adquirió con sus estudios el título de fundador
de la crítica filológica sobre los orígenes de las lenguas
romances, seducido por la originalidad y atractivos de la teoría que
había imaginado, la propuso a los sabios, legando en los
propios
hechos particulares que citaba, y en la misma comparación que
ofrecía entre los idiomas neo-latinos, la más clara impugnación de
su teoría. Las frases de las letanías carlovingias que cita en su
apoyo, los nombres geográficos, las palabras proverbiales que
entresaca de los poemas alemanes del siglo XIII, no son más que
argumentos que, como el puñal de Cambises, vuélvanse contra el
mismo que los sustenta.
El tu lo
juva de las primeras, ¿acaso es otra
cosa que la reunión de dos palabras latinas con un artículo de la
lengua vulgar que existía ya entonces en provenzal, español e
italiano?
El Pro
nos, ¿es posible que deje de
reconocerse como el conjunto de dos palabras genuinamente latinas en
que la segunda está en acusativo en lugar de estar en ablativo,
confusión de caso tan frecuente en el bajo latín?. (I)
La
terminación en it y las en a, alba, tomba, barba, y la identidad de
raíz en muchas palabras castellanas, italianas y provenzales, ¿es,
por ventura, una coincidencia que demuestre la existencia del tipo
común intermediario? El consiguiente no puede ser más equivocado,
supuesto que lo que el antecedente prueba de una manera clarísima es
que la radical y la terminación latina se conservan a menudo en las
palabras nacidas al par de la lengua adulterada de Cicerón y
Quintiliano. Y los gritos de guerra que se leen en los poemas
alemanes caballerescos de la Edad Media, ¿qué significan sino la
procedencia del francés o provenzal, en que originariamente estaba
escrita la obra, que luego se tradujo al idioma germano?
La
existencia y el estudio del válaco
de las orillas del Danubio, donde los romanos fundaron una colonia,
llamado por los mismos que lo hablan romeni (= romance), y acerca del
cual dice Raynouard, aunque con inexactitudes y ambigüedades, que no
desconoce sus analogías con el latín, si bien añade que las
diferencias que con él tiene son mucho mayores, es, a nuestro
juicio, la prueba más clara e inequívoca de que ni está demostrado
ni es admisible lo dicho por aquel ilustre filólogo francés.
Es
evidente la indudable filiación neo-latina del romance oriental: su
declinación es romance; usa, como el español y el italiano, de
preposiciones en vez de desinencias; muchos adverbios, preposiciones
y conjunciones más o menos directamente revelan igual origen que el
de aquellos otros idiomas; a pesar de la limitada y parcial
influencia que haya podido recibir de las lenguas búlgara, eslava y
albanesa que rodean el dominio del válaco, el fondo de sus
accidentes gramaticales y de su vocabulario es puramente latino. Por
consiguiente, ¿cómo puede deducirse que el provenzal ha ejercido
influencia, a través de Alemania, en las márgenes del Danubio? ¿O
cómo ha de resultar que allí se formó por casualidad un idioma
análogo a los demás neo-latinos?
I: M. Ampère, que ha
rebatido admirablemente la hipótesis de Raynouard. dice que en
Terencio ha encontrado también el uso del acusativo por el ablativo.
-Véase su Histoire littéraire de la France
avant le donzième
siècle, tomo III, y su Histoire de la formation de la langue
française.
Por último, es contrario a toda ley
histórica pensar que mientras se hallaba fraccionada Europa entera y
sucedíanse las guerras entre pueblo y pueblo, y asolaban las
naciones los hijos de Scancia derramados por el Mediodía del viejo
continente, se pudiera formar una lengua común y general, derivada
del latín, sin autoridad que la impusiera por medio de una
literatura floreciente o de
un gran predominio guerrero que
uniese bajo una sola espada gran variedad de pueblos. La experiencia
demuestra que si una lengua hablada en muchos pueblos se corrompe,
modifica y transforma según leyes generales, no puede eximirse de
las circunstancias particulares que la influyen, según la historia
de los diversos países en donde se forma o renace. La filosofía de
la historia y la filología comparada, condenan, en fin, la
existencia de un romance único, primitivo y originario de las
modernas lenguas neo-latinas.
Y no será inoportuno oponer
aquí también algunas razones a la conclusión general propuesta por
el célebre Max Müller en su opúsculo Uber
deutsche Schattirung romanischer Worte,
en donde dice que las lenguas romances han nacido del latín,
mixtificado por los bárbaros o germanos invasores. Según él, tan
lejos están el castellano o el italiano del latín, como el nuevo
alto alemán del antiguo alto alemán, el bengalí del sánscrito; y
funda su aserto en que las lenguas romances no representan el latín
tal como debió desenvolverse en la Roma antigua y en las provincias
italianas, sino tal como los pueblos extranjeros, y particularmente
los pueblos alemanes, se lo apropiaron y modificaron.
Esta
opinión respetable, que envuelve en parte una verdad ya demostrada,
cual es la del elemento gótico en el romance, no puede admitirse en
absoluto, tanto porque no cabe que el organismo y la tradición
latina se vieran en determinado momento interrumpidos por una
solución de continuidad.
cuanto porque si los bárbaros hubieran
excedido en número a las naciones del Mediodía que invadieron, y su
influencia hubiera sido radical en la lengua, habrían conservado su
propia habla, como pasó en las orillas del Rhin y en cierta parte de
Bélgica y en Inglaterra, en donde el idioma de las colonias latinas
fué por ellos desterrado. Por otra parte, un estudio atento de
gramática comparada basta para justificar conclusiones contrarias a
las de Müller. Pero no debemos nosotros ampliar tanto este punto; y
bástenos decir con Littré (Véase su Histoire de la langue
française, 9e edición, tomo I, párrafo 8.) que si se despoja el
latín de sus casos y éstos se suplen con sus respectivas
preposiciones; si se introduce el quod allí donde el latín ponía
su infinitivo o donde el griego escribía öTl,
casi siempre se hallará una frase romance y no germana en vez de la
frase latina. En cuanto al verbo haber, que aparece como auxiliar en
los más antiguos monumentos de las lenguas germánicas, de lo cual
podría sacarse partido en apoyo de aquellas teorías y decir que tal
circunstancia influyó sobre su empleo en el romance, no es preciso
argumentar nada, supuesto que desde el válaco al portugués se ve la
marcha similar que siguen todas las lenguas neo-latinas en el uso de
los auxiliares, como la han seguido en este mismo punto gramatical
otros tantos idiomas que de una fuente común manaban: el bengalí,
el persa, el griego moderno, el árabe vulgar.
El inmenso
repertorio de hechos y de observaciones que reunió Federico Díez en
su Gramática y en su Diccionario, esclarecen, en fin, con luz
vivísima todos estos puntos, que ligeramente nos hemos creído
obligados a indicar, porque de lleno alcanzan a la lengua castellana
en los períodos de su origen y formación, y directamente se
relacionan con todas las obras de que tratamos en este
primer
libro.
1821.
35. Prüfung der Untersuchungen über
die Urbervohner Hispaniens vermittelst der baskischen Sprache. Von
Wilhelm von Humboldt. Berlín, 1821.
Libro de aguda y
filosófica investigación filológica, muy importante para dilucidar
el punto dificilísimo de la primera lengua hablada en España por
los iberos y de su influencia y derivación en el basco o euskaro.
En él, analizando las radicales bascongadas, procuró
demostrar el autor que la lengua ibera se extendió por toda la
Península y por las islas del Mediterráneo, Cerdeña y Sicilia,
para cuyo propósito sirvióse mucho de los nombres topográficos.
M. Marrasx tradujo al francés el año 1866,
esta obra de Humboldt, ilustrándola con un preliminar y curiosas
notas.
1827.
36. Discurso en acción de gracias leído
en la Real Academia Española por D. José Musso y Valiente, al
tiempo de tomar posesión de la plaza de Honorario el 2 de Agosto de
1827.
Publicado en las Memorias de la Academia, tomo III:
Madrid. 1871, págs. 106-12.
En él trata de la parte que en
la formación, progresos y aun decadencia de los idiomas tienen los
acaecimientos políticos de las naciones. Primeramente nota lo que en
algunas sociedades antiguas se halla en apoyo de su tesis, y se
extiende luego en largas consideraciones relativas a nuestro idioma.
Allí se explica, sobre sus orígenes, de esta manera: Es, sin duda,
la lengua castellana
hija de la latina; pero fué su producción
a modo de lo que fingen del fénix de los poetas: nació de sus
cenizas, y presentó después, aunque también hermoso, diverso
semblante. Tomaba del provenzal, que era hermano suyo; tomaba del
árabe, con quien hasta entonces nada había tenido que ver; y a
pesar de ello mostraba más afición a tomar de éste que de aquél...
Con los sones guturales, cuyo hábito contrajo, adquirió muchas
palabras, muchos modismos, tantos en verdad, que casi se arabizó; de
modo que a pesar del odio inveterado y tenaz por tantos motivos
sostenido entre castellanos y moros, diríamos que llegaron aquéllos
a pensar y hablar a la manera arábiga...
1828.
37.
Opúsculos gramático -satíricos del Dr. D. Antonio Puigblanch
contra el Dr. D. Joaquín Villanueva, escritos en defensa propia, en
los que también se tratan materias de interés común. Tomo I,
Londres (sin año). En la imprenta de Guillermo Guthrie. -Tomo II,
Londres (sin año). En la imprenta de Vicente Torras. -En 4.° menor.
Tomo I. -CLX -212 -38 -10 págs, - Signs, a-o, A-S, A-b,
*-*2.
Contiene: Anteport. -Port. - Prólogo con morrión, que
los latinos llamaban galeato. -Visita del dómine Gafas al dómine
Lucas, uno i otro emigrados en Londres, i diálogo entre los dos
sobre la crítica que ha hecho Juanillo el tuerto de la falta de
Gramática castellana, i sobra de gramática parda de D. Pedro Saiz
Castellanos, auditor que fué de guerra del ejército de Cataluña,
mandado por el general D. Francisco Espoz y Mina, en las anotaciones
que imprimió en Veracruz acerca de las
campañas de aquel
ejército en los años 1822 i 1823. Publícala un amigo del dómine
Lucas, Londres. En la imprenta de Guthrie i Lovell, 1828. - Texto. -
Prospecto de la obra filológico -filosófica intitulada
Observaciones sobre el origen y genio de la lengua castellana, en las
que también se habla de las demás lenguas principales de Europa,
por Antonio Puigblanch. Londres. En la imprenta española de M.
Calero. Año 1828. - Texto: catorce grupos de cuestiones sobre varios
orígenes de la lengua castellana. - Texto: otros anuncios, impresos
ya los opúsculos. - Texto.
Tomo II. -XLIV (comienza en la
213 a 550) y 27 hs. no fols. - Signs, a-d. T-y, AA-ZZ, AAA-EEE.
Contiene: Anteport. -Port. -Parchazo de Parcemiqui Tibiquoque,
que puede servir de peto i de espaldar, i de brafoneras i brazales, i
quijotes i espinilleras del prólogo con morrión que va puesto en el
tomo primero. - Texto. -Falsedades i renuncias del Dr. D. Joaquín
Villanueva, eclesiástico de campanillas, en su critica del prospecto
de la obra filológico -filosófica del Dr. Puigblanch, puestas de
manifiesto por el Interesado. Londres. En la imprenta de Guthrie,
1829. - Texto. -Índices de
los dos tomos. - Indice de materias.
-Correcciones y adiciones. -Adición última.
El autor de
estos dos volúmenes, nacido en Mataró el 3 de Febrero de 1775, de
padre y madre respectivamente llamados Puig y Blanch (de cuyos
apellidos hizo él luego uno solo), es uno de los hombres de más
vasta ilustración en materias filológicas que en los tiempos
modernos ha tenido España, si bien deslustrada por su espíritu
atrabiliario y mal avenido con todo lo más noble y
digno de
respeto. Antiguo novicio en la Cartuja de Monte Alegre; catedrático
después en la Universidad de Alcalá, donde imprimió el año 1808
una Gramática hebrea conforme a los principios orchellianos, aunque
de método confuso; jansenista beligerante el año II, emigrado en
Londres más tarde, liberal exaltadísimo en las Cortes del 22,
enriquecido de no vulgares conocimientos en las lenguas orientales y
poseedor de abundantísimas noticias eruditas sobre gramática y
lexicografía castellana, el Dr. Puigblanch se decidió a escribir
estos Opúsculos
satírico -gramáticos para difamar a sus
compañeros de emigración Villanueva y Salvá, más que para
contender libremente con ellos. Es este libro ciertamente inverosímil
en el siglo XIX, como dice muy bien un insigne crítico (I) verdadero
libro de gladiador literario, porque más que en los anales de la
literatura debe figurar en los del pugilato, al lado de los de
Filelfo, Poggio, Lorenzo
Valla, Scalígero y Gaspar Scioppio, o
de aquellos yambos de Arquiloco y de Hiponacte, que hacían ahorcarse
a los hombres. Nada es respetado en tales páginas: ni la religión
católica, ni sus ministros, ni la majestad real, ni el honor de
España. Porque de todo esto y de muchísimas otras materias,
a
cual más divergentes, trata el Dr. Puigblanch, quien lo mismo
denuesta al transgresor de una regla gramatical que menosprecia o
infama las más respetables memorias; lo mismo habla de etimologías
que del celibato eclesiástico y del gobierno que más conviene a
España y a América. Basta con
esto para que se juzgue cuál sea
el conjunto de esta obra, de la que expondremos ahora el único oro
que de ella puede extraerse; a saber, cuanto dice relación a la
filología, castellana, en cuyas interioridades fué el autor, sin
duda ninguna, insigne maestro, supuestas las abundantes ideas
críticas que se hallan esparcidas, aunque sin método ni hilación,
en sus Opúsculos gramático -satíricos .
Pocos alcanzaron
en su tiempo a ver tan claro el problema del origen de nuestra
lengua; y gloria es suya el haber intentado refutar la teoría de
Raynouard, que hacía derivar las lenguas neo-latinas de una
primitiva lengua romana rústica y no del bajo latín y por sucesivas
formaciones; y el haber tratado del idioma válaco o romance oriental
como idioma derivado del latín y hermano de las modernas lenguas
romances, nacido por la emigración de aquella colonia que desde
Italia envió el Emperador Trajano a orillas del Danubio.
I:
D. Marcelino Menéndez y Pelayo; Historia de los heterodoxos
españoles, tomo III, cap. III, págs. 527-8.
Es lástima
grande que Puigblanch no llegase a escribir y publicar sus
Observaciones sobre el origen y genio de la lengua castellana, cuyo
prospecto se halla en el primer tomo de sus Opúsculos, y en el cual
se da una idea tan completa del plan y criterio que se proponía
seguir el autor, que esas pocas páginas bastan sólo a acreditar de
excelente filólogo al hombre que concibió tal empresa.
He
aquí las ideas principales (no todas aceptables) que en dicha obra
pensaba Puigblanch exponer y demostrar:
La lengua bascongada,
antiguamente cántabra, es mezcla del antiquísimo idioma ibérico y
del idioma celta o galo, de prosapia latina, y no fué general en
España, como se ha pretendido absurdamente.
La lengua castellana
no sólo existió antes del siglo X, sino antes de la invasión de
los bárbaros y aun antes de la caída del Imperio romano, debiéndose
llamar más bien hermana que hija de la latina, la cual, por haberse
adoptado para la religión y la legislación hasta después de la
Edad Media, y para el estudio de las ciencias hasta los tiempos
modernos, ha venido influyendo sin
cesar en la formación de
nuestro idioma.
Los bárbaros no intentaron desterrar la
lengua latina, antes procuraron conservarla tal como la hallaron, de
la misma manera que dieron órdenes para la conservación de los
monumentos romanos de las bellas artes. De las voces de origen griego
y fenicio proponíase el autor hablar largamente: en su specimen
revela alto juicio y profunda intención crítica al mostrar sus
deseos de rebatir que la lengua hebrea fuese madre de todas las
lenguas, afirmando, en cambio, que así el idioma hebreo como el
fenicio, el arábigo y demás afines deben considerarse como vástagos
de otro más antiguo asiático, cuyo nombre por su misma grande
antigüedad se ha perdido, y que a este idioma, más bien que al
hebreo ni al fenicio, deben atribuirse en su última reducción las
voces asiáticas, europeas y africanas que hasta ahora se han
atribuido a uno u otro de estos idiomas.
Así entreveía
Puigblanch los grandes adelantos que la filología comparada había
de reportar con las eruditísimas investigaciones de los Bopp, los
Burnouf, los Max Müller.
Al par que en el propio castellano,
el autor, adelantándose en esto a los modernos procedimientos de la
filología comparada, busca en el portugués, el provenzal, el
catalán, el valenciano, el francés y el italiano los argumentos
para probar sus asertos y destruir lo sentado por el referido M.
Raynouard. De la semejanza con el provenzal intenta hablar
largamente, poniendo de resalto que la abundancia de vocales medias y
de sonido obscuro, y de consonantes dentales en el castellano
anterior al siglo XV, asemejaba más en lo antiguo la lengua del
Fuero Juzgo y la de los trovadores. No obstante, en ningún tiempo se
ha podido confundir el provenzal con el castellano.
Derívanse,
en suma, según nuestro autor, del latín los nombres, verbos y demás
partes de la oración gramatical del idioma castellano, la cual
derivación, así como también la formación de las mismas, por ser
a veces diferentes de las que se usaban en el siglo de oro de aquella
lengua, se fija comúnmente en la Edad Media; y con ejemplos de una y
otra, prueba que algunos de éstos muestran más bien el estado de
menor perfección que tuvo el latín antes de aquel siglo que el de
su decadencia después de él, observación que favorece, en su
pensar, la antigüedad de nuestro idioma.
A fin de hacer una
completa historia del castellano, proyectaba Puigblanch formar por
siglos como una paleología del mismo, en la que se indicaran las
principales variaciones que en su uso han ocurrido, en cuanto
aparecen en las obras en él escritas desde el siglo XII hasta los
comienzos del presente.
Dice que el verbo ser y sus derivados
siendo, sido, se, sea y otros anticuados análogos a éstos, no es el
sum, es,
fuí, sino
otro verbo que no nombra.
Piensa que la mudanza del antiguo
sonido dental de las dos consonantes f y x, que es el de la j y ch
francesa, en gutural, y de la y rechinante greco-latina en la llamada
ceceosa o balbuciente, no se hizo en castellano hasta fines del siglo
XVI o poco antes, ni fué común hasta muy entrado el XVII, cuando ya
no había africanos en España, y no desde un principio y con motivo
de la invasión de éstos.
Muchísimas cuestiones
etimológicas hubiéranse, en fin, resuelto en esta obra proyectada,
así como también la parte que en el acrecentamiento de nuestro
léxico tuvieron, además de los elementos citados, el arábigo, el
lenguaje de Germanía, ni tan arbitrario ni tan despreciable como se
cree comúnmente, y las voces que de las Indias orientales y
occidentales vinieron con motivo del descubrimiento de las Américas
por España y Portugal.
Por estas ideas se podrá juzgar de la
capital importancia de esta obra, concebida en 1828 y no realizada
por desgracia para la literatura española.
1831.
38.
Sur les langues romanes actuelles, l´espagnol, le portugais, le
rhétoroman (en Suisse), le français, litalien et le daco-roman
(dans plusieurs pays de l´Europe orientale). Par Lorenz Diefenbach.
1831.
4.° -122 págs.
Es de advertir que este ilustre
hijo de Darmstadt, tan respetado por sus trabajos de etnografía y de
lingüística comparada, y sobre todo por su Glossarium
latino -germanicum mediae et infimae latinitatis,
publicó el trabajo que encabeza esta cédula cinco años antes de
que apareciese el primer volumen de la Gramática de las lenguas
romances de Díez. Este honró, años adelante, la sabiduría de
Diefenbach, dedicándole su Diccionario etimológico.
Diefenbach
terminó su opúsculo con esta promesa, que no llegó a realizar: "A
continuación del presente trabajo, publicaré una historia de toda
la familia lingüística latina (romana), con los dialectos desde los
orígenes hasta la época presente, con ejemplos y noticias
dialectológicas y otras."
1836-42.
39.
Grammatik der Romanischen Sprachen. Von Friedrich Díez. Bonn,
1836-42.
4-° -3 vols.
La segunda edición alemana fué
también hecha en Bonn, 1856-60, 3 vols, en un tomo.
-Cuarta
edición. -Bonn, Eduard Webers Verlags, Buchhandlung. 1876.
4.°-primer tomo, VIII -314. págs. -2: tomo, 1876. Ind. -501.
-3.er tomo, 1877, VII -488 págs.
-Traducción francesa:
Grammaire des langues romanes par Frédéric Díez. Troisième
édition refondue et augmentée. Tome premier, traduit par Auguste
Brachet et Gaston Paris. Paris... 1874.
4.°-VIII -476 págs.
-Tomo II, 458 págs. -Tomo III, 456 págs.
Anteriormente, en
1863, M. Paris había publicado un extracto del Díez, precedido de
un prólogo, con este título: Introduction a la grammaire des
langues romanes traduite de lallemand par Gaston Paris 1863. (Paris,
imprimerie de Jouaust et fils, rue Saint- Honoré, 338). 4.°,
XXIV-163 págs.
Esta obra, por ser verdaderamente esencial y
la más importante de todas cuantas se citan en todo el presente
Estudio, merece nuestra preferente atención.
La Gramática y
el Diccionario etimológico de Federico Díez han abierto los caminos
que nos han conducido a la posesión de muchos misterios filológicos;
y, guiados por esas obras memorables, ha sido posible resolver gran
parte de los problemas que los sabios habían planteado sobre la
historia del romance. En ellas se han establecido con claridad y
precisión las leyes fónicas y el inventario general de las raíces
y de las flexiones de nuestra lengua, esclareciendo su estudio con el
paralelo de las demás neo-latinas; en ellas se ha dado base sólida
a la sintaxis castellana, fundándola en el verdadero carácter y
significación primitiva e histórica de cada flexión; en ellas, en
fin, se ha demostrado de un modo irrefutable que el idioma de
Castilla no es el resultado de un mecanismo artificial separado o
distinto de aquél por cuya virtud vivieron las antiguas lenguas,
sino que, por el contrario, es obra de transformación y renovación
llevada a cabo por generaciones sucesivas, obedientes a varias leyes
que presiden la historia de las palabras y de la Gramática.
Pruébase concluyentemente con el examen de tales obras la
manera indudable con que la lengua del Lacio se convirtió en las
llamadas romances por medio de la corrupción y de la evolución,
testificándose al par en ellas que sólo la harmonía de estos dos
principios nos lleva al esclarecimiento de la verdad en esta materia,
ya que el principio de la corrupción considerado como único agente
o promotor de la derivación latina de las lenguas que hablamos en el
Mediodía occidental de Europa, no podía satisfacer las exigencias
científicas.
Este principio generador, considerado como
exclusivo, ha sido, sin embargo, la opinión más antigua y
generalizada.
Su defensa era clara y manifiesta. Extinguidas
durante la larga agonía del Imperio romano las clases ilustradas;
sustituidos por jefes y administradores bárbaros los jefes y
administradores romanos, y cayendo en el mayor abandono la educación
y las letras, alteróse el lenguaje con innumerables solecismos y
barbarismos que mancharon la nobleza, harmonía y perfección de la
lengua de
Augusto. Llegóse hasta tal punto, que no se
distinguían unos casos de otros; confundíase el neutro con el
masculino, y multitud de locuciones viciosas dislocaron por completo
su organismo gramatical. Consecuencia de esto fué el largo período
en que se vio que las lenguas romances procedían por corrupción de
la que inventarió con paciencia y sabiduría dignas de toda
ponderación, en el siglo XVII, el Sr. de Du Cange (Carlos Dufresne)
en su Glossarium mediae et infimae
latinitatis, del que acaba de
hacerse completa edición (I), confirmando así la estimación y
autoridad que disfruta hoy esta gran obra, después de dos siglos de
haberse compuesto y de los grandes progresos de la filología
comparada.
Mas si en la formación del romance tienen
explicación esas particularidades de la media e ínfima Latinidad.
¿cómo explicarse la aparición de ese elemento admirable para la
precisión y claridad de la frase llamado artículo, cuya carencia es
una de las imperfecciones reales del latín? ¿Cómo darse cuenta de
este precioso elemento gramatical, que nosotros tenemos no sólo en
calidad de artículo definido, lo mismo que el griego, sino de
artículo indefinido que tanto completa el sistema de los
determinativos? ¿Cómo explicarse la riqueza de las conjugaciones de
nuestros verbos, que han descompuesto el pretérito latino en dos, y
han especificado el llamado sentido condicional
del futuro? Estas
formas, que no se encuentran ni aun en la clásica latinidad, de las
cuales en absoluto carece la lengua de Horacio, sólo han podido
producirse mediante un principio de evolución que, obrando al par o
separadamente de la influencia del latín bárbaro y de la decadencia
política eintelectual del Imperio que corrompió el lenguaje,
fecundó y desenvolvió los gérmenes analíticos que nacían con las
nuevas lenguas.
I: Glossarium mediae et infimae latinitatis
Condiotum a Carolo Dufresne Domingo Du Cange. Auctum a monachis
ordinis S. Benedictis, cum suplementis integris D. P. Carpenterii
Adelungii, aliorum, suisque digessit G. A. L. Henschel sequuntur
glossarium Gallicum, tabulae, indices, auctorum et rerum,
dissertaciones. Editio nova aucta pluribus vertis aliorum scriptorum
a Leopold Favre. Paris, Niort, 1882 -1888. -4.°, 10 vols.
Es
la más correcta y copiosa de las ediciones de tan importante obra.
El Sr. Favre ha aumentado el
glosario con más de cuatro mil
voces omitidas por Du Cange y sus anotadores; y es de advertir que en
esta impresión se han incluido (como dice el título) los trabajos
de Henschel, si bien corregidas las faltas o errores en que incurrió.
A tal influencia débese la desaparición de
los casos y de la voz pasiva romances, y las más notables
diferencias entre nuestra Gramática y la latina; diferencias que una
fuerza neológica producía, y que en manera alguna deben
considerarse como solecismos acarreados por el habla vulgar de Roma,
ni como reflejo fiel de aquéllos que, condensados por el buen uso y
las autoridades clásicas, prevalecieron en las clases iliteratas, en
las provincias, y, finalmente, en los labios de todos los súbditos
del Bajo Imperio.
Si las lenguas romances (dice bien un
eminente filólogo) se han apropiado a manera de artículo los
pronombres ille y unus del latín, variando su sentido y carácter
gramaticales, ante la excelencia de esta concepción no puede decirse
que haya solecismo ni que por corrupción se ha efectuado
un
fenómeno más bien propio de la evolución histórica de aquellos
idiomas, a este ejemplo pudiéranse añadir otros muchos; pero baste
recordar, otra vez, que en los severos procedimientos de las obras de
Díez se halla el testimonio concreto de nuestras observaciones
críticas e históricas sobre el castellano y demás romances, y el
argumento formidable que destruye todas las antiguas invenciones
sobre nuestros orígenes y formación lingüística.
En
conclusión, las obras de Díez serán difícilmente superadas.
Cúpole a tan insigne maestro el mérito de explorar todos los
caminos y de espigar el campo con su Gramática y su Diccionario,
dejando para sus sucesores la tarea de ahondar más profundamente la
labor. La filología comparada de las lenguas neolatinas quedó
transformada por su obra, ya en cada una de las partes de la
Gramática, ya en las leyes fónicas de la etimología que estableció
con claridad insuperable. Ciertamente no habrá quien diga nada más
de nuevo. Pruébalo así la Gramática del Profesor de la Universidad
de Iena, W. Meyer, cuyo primer volumen del primer tomo acaba de
publicarse; obra grandiosa en verdad, anunciada con pompa como más
perfecta que la de Díez, pero que en realidad
no es más que una
repetición de ésta, con notables ampliaciones críticas e
históricas, vestida con un nuevo método que la ha hecho más
inasequible y dificultosa para su estudio, siendo en ella menos claro
lo que a cada lengua romance corresponde, pues se hace el estudio de
todas de una manera simultánea. No podemos, pues, decir que la
Gramática histórica del castellano no se ha escrito,
porque lo
está en la obra de Díez.
Mas, aparte de la doctrina que
puede sacarse de este libro cuyo resumen o extracto vamos a publicar,
es grato también ver indicada o confirmada, aunque de una manera
ruda y empírica, la teoría del docto alemán en los trabajos que en
varias épocas publicaron nuestros antepasados, y de los cuales se
dará noticia en las diversas partes de este libro; verla compuesta
en nuestra lengua según el estudio atento de los trabajos que a
continuación se citan en las tres partes de nuestra
presente
obra, donde está de manifiesto la actividad intelectual de nuestros
antepasados en estos estudios, ya considerados como arte, pero que
hoy constituyen muchos de ellos documentos históricos de
inapreciable valor filológico, ya como ciencia escudriñadora de los
orígenes y de la etimología de la lengua castellana.
Creemos,
por lo tanto, que cumple a nuestro propósito, supuesto lo indicado
en la advertencia preliminar, exponer aquí, en forma de Gramática
histórica castellana, lo que el insigne profesor de la Universidad
de Bonn dejó consignado acerca de nuestro idioma. Para ello,
concretándonos a la morfología, someteremos las leyes y los
fenómenos por él notados a un método semejante a los
que
emplearon Gleig en su History of the english language, el Dr. Vilmor
en su Anfangsgründe der deutschen Grammatik zunaechst für die
obersten Klassen der Gymnasien, Fornaciari en su Grammatica storica
della lingua italiana estratta e compendiata dalla Grammatica romana
di Federico Díez y Brachet en su Grammaire historique de la langue
française: método elemental y exento de las disquisiciones crítico
-históricas, de las observaciones de filología comparada y de
los
juicios de gramática general que abundan en la obra del
filólogo alemán. Así y todo, nuestros apuntes o extractos
ofrecerán las mismas observaciones, los mismos ejemplos y las mismas
palabras empleadas por el catedrático de Bonn en su Gramática de
las lenguas romances.
Réstanos poner aquí algunas noticias
biográficas de este modesto y eximio filólogo alemán.
Friedrich
Díez nació en Giessen (Hesse -Darmstadt) el 15 de Marzo de 1794.
Tuvo por maestro en el gimnasio de esta ciudad a Welcker, uno de los
sabios más ilustres de aquel tiempo, que le inició en los estudios
de las lenguas y de las literaturas clásicas y le despertó la
afición a las lenguas
romances. Regresaba entonces Welcker de
Italia, donde había pasado dos años, y, entusiasmado con la lengua
y los escritores de la península adriática, transmitió a Díez
estos mismos entusiasmos. Unióles desde entonces a ambos espíritus
una misma inclinación científica y una amistad constante: años
después los dos fueron colegas en la Universidad de Bonn.
En
1813 Díez abandonó sus científicas ocupaciones para alistarse como
voluntario en las tropas de la provincia de Hesse (Hessen), en cuyas
filas hizo la gloriosa campaña contra Francia. Terminada ésta. Díez
se consagró en 1816, en la Universidad de Göttingen, a estudiar
especialmente la literatura castellana y la portuguesa, publicando en
Francfort, año de 1817, la traducción en verso de porción de
romances españoles, acerca de los cuales imprimió más tarde un
estudio en Berlín, año de 1821.
En Abril de 1818, Díez,
siguiendo el movimiento de entusiasmo que en todos los hombres de
letras de Alemania existía, fué a visitar a Goethe, que se
encontraba entonces en Iena.
Habiendo recibido la borla de
doctor en Giessen, año 1821, trasladóse a Bonn en 1822 en calidad
de privat docent.
Sabido es que en las universidades alemanas
éste es el primer paso necesario para obtener la investidura de
profesor. Al doctor que solicita dicho cargo se le facilita un aula
en la universidad, y tiene el derecho de anunciar en el programa
oficial de los profesores, el curso que se propone explicar. No tiene
más beneficios que la retribución de los asistentes al curso; pero
al cabo de algún
tiempo, más o menos largo, según la
importancia que adquiera el profesor privado, recibe el título y el
sueldo de profesor extraordinario. La categoría de profesor
ordinario, que es la inmediata y superior, no se obtiene sin haber
pasado por las dos anteriores, excepto en casos excepcionales. Díez
fué profesor extraordinario en 1823 y profesor ordinario en 1830.
En esta fecha había ya publicado sus Memorias sobre la
Poesía romántica (Berlín, 1825); su estudio sobre la Poesía de
los trovadores (Zwickau, 1826), ambas traducidas al francés por M.
de Roisin en 1842 y 1845 respectivamente, y las Vidas y obras de los
trovadores (Zwickau, 1829).
Una vez en el desempeño de su
cátedra, y observando la falta de unidad y de método que existía
en los trabajos relativos a las lenguas romances, y pensando al par
que de su comparación y estudio histórico podrían aportarse a la
ciencia grandes beneficios, concibió la obra de su Gramática y de
su Diccionario. Lo que me ha guiado (ha escrito él mismo) para
emprender y realizar mis trabajos filológicos, ha sido únicamente
el ejemplo de Jacobo Grimm. Aplicar a las lenguas romances su
gramática y su método: tal fué el objeto que me propuse. Así,
pues, yo no he hecho más que aplicar con cierta libertad sus
procedimientos para lograr mis fines. Estas palabras, tomadas de una
carta particular dirigida a M. Gaston París, son reveladoras de la
modestia de aquel sabio que, a pesar de sus declaraciones, excedió a
Grimm en el orden y en la disposición de sus materiales; hizo más
fácil o accesible el estudio lingüístico, y subordinó de un modo
estricto su imaginación a los hechos, de los cuales nunca dedujo más
que lo que ellos mismos explicaban lógicamente.
Para
demostrar, en fin, la bondad y el candor de este sabio, copiaremos un
fragmento de otra carta escrita al mismo Gaston París, que fué
durante un año oyente de su cátedra en Bonn. En dicha carta se
refería a cierto desacuerdo que sobre un punto particular de su
gramática le había manifestado
el distinguido filólogo
francés. He aquí mi consejo, querido amigo (escribía Díez). Si
dudáis sobre lo que yo digo, seguid vuestra inspiración y no
suscribáis una opinión ajena. Nosotros nos equivocamos todos, y los
viejos estamos más especialmente sujetos a este defecto de no
separarnos de una idea a la cual nos hemos acostumbrado. La juventud
es más viva y más libre: encuentra a
menudo lo que a nosotros
se nos escapa. Las faltas que me descubráis, decidlas sin temor: yo
os quedaré agradecido.
Díez murió en Bonn el 29 de Mayo de
1876.
NOTAS PARA LA FORMACIÓN DE UNA GRAMÁTICA HISTÓRICA
DE LA LENGUA CASTELLANA SEGÚN EL MÉTODO E INVESTIGACIONES DE
FEDERICO DÍEZ.
LIBRO PRIMERO.
FONÉTICA O ESTUDIO DE
LAS LETRAS.
Dividimos este primer libro en tres partes. En la
primera, partiendo de las lenguas madres, estudiaremos las
vicisitudes de sus letras en la castellana; en la segunda,
remontándonos al origen de nuestro idioma, considerado ya como
organismo completo, expondremos la significación etimológica de las
letras castellanas. El latín es base y fuente de nuestra lengua;
pero como también otros elementos extranjeros han ejercido su
influencia en ella, sufriendo transformaciones propias en su
vocabulario, después de haber estudiado las letras latinas, haremos
el examen de otras letras extranjeras, como de las de los germanos en
sus diferentes dialectos, para lo cual procuraremos presentar un
cuadro completo de las leyes que han presidido estas modificaciones.
La influencia del árabe es también considerable en nuestro idioma,
y por esto creemos necesario dar aquí asimismo con exactitud las
reglas de la transformación. El elemento griego, de poca
importancia, puede unirse al latino. Estas dos partes, que se
completan y determinan mutuamente, van seguidas de una tercera
sección, consagrada al estudio de la prosodia.
PARTE
PRIMERA.
Letras latinas.
Antes de concretar el estudio de
las cuestiones que se presentan al examinar las letras latinas
comparadas con las castellanas, hay que notar una división
importante, determinada por el tiempo, y que separa el elemento
latino en dos clases. La primera, de suma trascendencia, comprende
todas las palabras que el pueblo ha formado de la lengua primitiva,
según leyes tanto más seguras cuanto más inconscientes. La.
segunda clase se compone de todas las palabras introducidas muchos
siglos después, y aun de las mismas de nuestros días que, con
exactitud literal y sin ninguna intervención de las leyes
fundamentales, han acrecentado nuestro léxico. Pueden compararse las
primeras
palabras con las creaciones de la naturaleza, y las
segundas con las del arte. Pueden citarse como ejemplos de las
primeras caudal, palabras, velar,
y de las segundas, capital, parábola,
vigilar. Este procedimiento había
necesariamente de llevar gran número de palabras latinas, bajo una
doble forma, a las lenguas derivadas; y los ejemplos que hemos citado
son de esta categoría.
Esta división de palabras en dos
clases, según su origen, es muy importante, y los gramáticos las
distinguen, siguiendo a A. W. Schlegel, en voces populares y voces
sabias, o eruditas, según que las haya formado el elemento antiguo y
popular o el elemento moderno.
Las voces populares tienen
tres caracteres distintivos: la observación exacta de la acentuación
latina, la supresión de la vocal breve átona y la caída o pérdida
de la consonante media. Da estas tres reglas, la primera la
estudiaremos en la tercera sección; la segunda, a propósito de las
vocales átonas, en la presente, y la tercera encontrará su
aplicación en cada una de las consonantes. Todas las palabras que no
observen estas tres reglas, se caracterizan como del elemento sabio o
erudito.
VOCALES.
Su importancia en castellano
depende principalmente del acento: la vocal acentuada es el alma, el
centro de la palabra; en este punto el genio de la lengua se ha
impuesto en sus creaciones una regla precisa, mientras que se permite
cambios más rápidos con las palabras no acentuadas o átonas. Estas
dos categorías han tenido para ella el valor de dos elementos
específicamente distintos, y por esto es necesario estudiarlos
separadamente.
I
Vocales acentuadas o tónicas.
Las
vocales acentuadas exigen, por razón de su importancia, un estudio
minucioso. En ellas hay que establecer una segunda división, fundada
en la cantidad. que las diferencia en largas y breves; dejando otra
categoría aparte para las que son largas por posición. No hay más
que la a a
la cual
no se aplique esta división.
Esta vocal se ha
conservado intacta, aunque alguna vez se debilita en ai o e, como en
alerce, de larix. El caso más frecuente y más importante es cuando
la a (por la influencia de una e o i unida a ella) se convierte en ai
o ei, e o ei. Ejemplos: aire, de aer; primero, de primarius; beso, de
basium;
hecho, de factus.
E
I. -Cuando es larga
por naturaleza, o cuando lo es por la caída de una consonante
(mensis, mésis),
la e persevera intacta, o no se altera por lo general, excepto en
algunas, muy pocas, ocasiones, en que se diptonga, por causa de una
confusión con e breve. Ejemplos generales:
avena, blasfemia,
cedo, celo, cera, creo, debo, peso (pensum, pésum), remo, red. sebo
(sebum), tela, tres, velo, vena, veneno, querella, haber, prima-vera
(vér), arboleda (arborétum).
Ejemplos de diptongo ie: fiera
(féria). Siena (Séna), tieso (tensus, tésus).
La e
persevera particularmente intacta delante de l: cautela, candela,
cruel, fiel.
La e se cambia en i algunas veces, aunque raras:
consigo (sécum), venino, arc. (venénum).
II -Primero -E
breve, delante de consonantes simples, pasa generalmente al diptongo
ie.
Bien (béne), diez, yegua (équa), fiebre (fébris), hiere
(férit), fiero, yerno (géner), hiedra (hédera), ayer (héri),
liebre (lépus), miel, miedo (métus), niebla (nébula), niego, pie,
siego (séco), tiene, viene, viernes (véneris), viejo (vetulus).
2. Empero la e permanece intacta algunas veces cuando hay
proparoxyton o lo había en latín: adulterio, madera (matéria),
menester (ministerium), género, lépido, médico, mérito.
En
más de un caso es la eufonía la que decide sobre la forma romance,
porque la vocal siguiente contiene ya una e paladial.
III. -E
en posición se diptonga igualmente en ie. Ejemplos: ciento, cierro,
finiestra, arc. hierro (ferrum), confieso, fiesta, miembro, piel
(pellis), pienso, pierdo, siempre, siento, siete (septem), tiempo,
tierra, habiendo y otros gerundios. En las sílabas antepenúltimas
la e permanece intacta de una manera preferente: férreo, término,
vértebra.
Muchas palabras modernas en que la e se ha
convertido en i, proceden de las arcaicas que contenían el diptongo
ie: silla, níspero, víspera= siella, niéspero, viéspera, arc.
I (i)
I. -La i larga persevera intacta, sin
excepción apenas. Convido (invito), crin, digo, higo (ficus), hilo
(filum), hijo (filius), fin, frívolo, giro, isla, libra, lizo
(licium), lirio, (lilium), lima, lino, miga, nido, pía (pica),
pillo, pino, riba, escribo, espiga, espina, vil, vino, viso, feliz,
amigo, gentil, cautivo, ruina.
Excepción: esteva (stiva).
II.
-Primero -I breve delante de una consonante simple, se convierte en
e. Ejemplos: bebo, cebo (cibus), cedo (cito), dedo (digitus), hebra
(fibra), fe (fides), menos, negro, neto, pez, pella (pila), pelo,
pera, recio (rigidus), seno, sed, temo, veo (video). Diptongos: nieve
= neve, pliego = plego (plico), riego = rego (rigo).
2: Hay
muchos casos en que la i breve en igual caso no ha sufrido
transformación ninguna. Ejemplos: arbitrio, discípulo, envidia,
líquido, mijo (milium), mínimo, nítido, rígido, símil, tina,
título, viuda (vidua), vicio, hechizo (facticius), ficticio,
familia, maravilla, posible, terrible, marítimo, justicia, servicio,
libro, lío, tigre, día, pío, estría.
III. I en posición
debe considerarse como i breve. Por consiguiente, tendremos, por
ejemplo:
cepo, crespo, cresta, letra, lengua, pez, seco, espeso,
verga. Y, sin embargo, persiste (con más abundancia que la e breve
delante de una consonante simple), delante de ll, n y s. Así:
arcilla (argilla), brillar, mil, píldora, villa, cinco, cincho,
finjo, quinto, extingo, arista, asisto, conquisto, epístola, fisco,
ministro, mixto, triste.
O
I. -O larga permanece
intacta: corona, don, flor, honor, leo, no, nono, nos, persona, pomo,
como, sol, solo, voz, vos, voto, glorioso.
Excepciones.
Algunas veces se convierte en el diptongo ne: cigüeña (cicónia),
cuello (cóllo), consuelo (consolor), mueble (mobilis), huevo (ovum).
Otras veces se convierte en u:
yuso (deorsum), nudo, nuedo, ar.c
(nodus), octubre (october).
II. -O breve, delante de una
consonante simple, se convierte en el diptongo ue. bueno, buey
(bovem), cuece (coquit), duende (domitus), duele, fuego, fuero
(forum), fuera (foras), juego (jocus), jueves (jovis), luego, muele
(molit), mueve (movet), pueblo (populus), ruega (rogat), rueda,
escuela, suegro, suelo, suele, sueño, vuela (volat), hijuelo
(filiolus).
En el castellano antiguo abundan muchísimo los
ejemplos de esta transformación.
III. -O en posición delante de l, m, n, *, s, se
transforma en ue. Ejemplos: cuelgo (colloco), cuello, fuelle
(follis), muelle, suelto, vuelvo, dueño (domnus), sueño (somnus),
cuento (computo), luengo, fuente, puente, encuentro (de contra),
cuerda (chorda), muerte, puerta, suerte, fuerte, huerto, tuerto,
duermo, cuerno, cuerpo, cuervo, huérfano (orphanus), huesa (fossa),
hueste, nuestro, hueso (ossum), pues (post). Excepciones: monte,
torno.
A menudo, para facilitar la pronunciación, se elide
la u delante de una consonante simple: estera (storea), fleco
(flocus), frente (frontem). También se cambia directamente la o en
u: cumplo (compleo), pregunto (percontor), tundo (tondeo).
U
I. -U larga persiste siempre, casi sin excepción. Agudo,
bruma, bruto, búho, crudo, cuyo (cujus), cuba (cupa), cura, duro,
humo (fumus), huso (fusus), confuso, húmedo, julio, junio, luz,
lunbre (lumen), muro, música, mudo, nube, nudo, nutro, pluma, prima,
puro, escudo, seguro, espuma, sudo, consumo, uno, útil, uva, futuro,
virtud. Como excepción, la u se convierte en o algunas veces: copa,
odre.
II. -U breve delante de las consonantes simples, se
convierte en o. Ejemplos: cobre (cuprum), gola, joven (juvenis),
logro (lucror), lobo (lupus), lodo (lutum), pozo, podo, sobro
(supero).
U breve en la sílaba antepenúltima
originariamente, y en otros casos, persiste en su misma naturaleza:
cúmulo, fluido, número, lluvia (pluvia), cuño (cuneus), dudo
(dubito), huyo (fugio), rujo (rujio), cruz, gula, yugo, rudo.
El
diptongo ue aparece como resultado en algunas voces: cueva (cubare,
en una carta del año 1075, Esp. Sag. XXVI, 460), nuez (nucem), nuera
(nurus).
III. -En posición, la o representa por lo común a
la u. Bola, colmo, hondo (fundus), gota, lomo (lumbus), plomo
(plumbum), rojo, torre, donde.
La u subsiste como
antepenúltima y como penúltima, delante de muchas consonantes,
particularmente de ch, ug y ñ. Ejemplos: cúspide, rústico, escucho
(ausculto), cumbre (culmen), culpa, culto, curso, dulce, duplo,
fruto, gruño (grunnio), gusto, justo, lucho (luctor), mucho
(multus), mundo, nulo, puño (pugnus), purgo, turbo, azufre
(sulphur), mijo, uña (ungula).
Y (y)
Las formas castellanas de esta vocal griega son las
siguientes:
1, e, como en sesto (*), consejo (*).
2,
o, principalmente en las palabras que los romanos recibieron
directamente de los griegos; v. gr.: bolsa (*), torzo (thyrsus),
tomillo (thymum), onza.
3. Sin variación alguna; ejemplo:
gruta (crypta), tufo (*).
DIPTONGOS.
El latín ha transmitido
pocos de sus diptongos al castellano. Desde la más antigua fecha
estos sonidos dobles comenzáronse a transformar en sonidos simples:
algunos, como ai, oi, ei, habían caído ya en desuso en los tiempos
en que principiaron las guerras civiles. Ae y oe, procedentes de ai y
oi, persistieron en la lengua culta hasta los siglos III y IV. El
castellano es rico en diptongos; pero no por herencia del latín,
sino por adquisición propia, por génesis espontánea.
AE OE
El primer diptongo se transforma en ie, e, i. Ejemplos:
cielo, ciego, cieno (caenum, coenum), griego, quiere (quaerit), heces
(foeces), heno (faenum), tea (taeda), tedio, Galicia (Gallaecia),
judío, siglo, sieglo.
El griego *, se transforma en a, no en
e.
El segundo diptongo, cuando no puede confundirse con el
primero, se transforma directamente en e, sin el intermedio ie: cena,
hembra, pena.
AU
Al lado de este diptongo se halla en
latín la forma condensada o: así, aurícula y orícula, cauda y
coda, caulis y coles, caupo y copo, claudere y clodere, taurus y
torus, estaban más o menos simultáneamente en uso. Festo dice que
en muchas palabras la o no se usaba más que en el campo.
En
castellano aparece el mismo fenómeno. Los dos sonidos, el diptongo y
la vocal, se han conservado a la par: el uno en una parte, el otro en
otra; de donde se concluye que la vocal simple no fué, con exclusión
del diptongo, transportada del Lacio a las provincias, sino que
corrientemente se usaba en la lengua popular.
La forma que
prevalece de una manera predominante en el castellano es la simple,
no siendo tan frecuente la au. Ejemplos: oigo (audio), oro, oso, cola
(cauda), col, cosa, coto (cautum), hoz (faux), joya (gaudium), poco,
pobre, poro, ronco (raucus), toro, tesoro, aura, austro, causa,
claustro, fraude, lauro, laurel, pauso, restauro.
Algunas
veces la u del diptongo se convierte en las consonantes l, b, p:
calma (*), Pablo (Paulus), abdencia, cabsar, cáptela, arcaicos.
EU
UI
Perseveran ambos en muchas voces sabias y geográficas en
particular: Europa, neutro, reúma, fui.
VOCALES ÁTONAS.
Si las vocales tónicas subsisten o se modifican, según
leyes fijas y determinadas, no pasa esto con las vocales átonas, más
bien sujetas al imperio del azar o del capricho. Estas no tienen en
castellano más que un valor numérico; la naturaleza de la letra
importa poco; su resistencia es la que principalmente importa: por
esto son susceptibles de las metamorfosis más diversas. Apuntarlas
todas sería una tarea larga, casi imposible, porque sería necesario
apuntar innumerables hechos particulares, que no tienen enlace entre
sí ni se sujetan a leyes generales. No obstante, algunos fenómenos
necesitan mención especial, y otros más importantes detallado
análisis.
La vocal átona puede ser simplemente vecina de
una consonante, o formar un hiato con otra vocal; y como estas
diferentes posiciones obran distintamente sobre ella, conviene
estudiar en particular y por separado cada uno de estos casos.
1:
-VOCALES ÁTONAS FUERA DE LOS CASOS DE HIATO.
Primeramente
hay que distinguir los casos en que están colocados antes de la
sílaba tónica o después de ella.
1: Antes de la sílaba
tónica. En este caso, la vocal átona sufre muchas transformaciones,
bastante arbitrarias, en las cuales la cantidad no tiene importancia
alguna. Es de notar, sobre todo, esta confusión en la sílaba que
principia la palabra. En ella hay preferencia marcada por la a, la
cual se sustituye ala e o i, sin duda porque aquella letra se produce
más naturalmente en los órganos vocales antes del esfuerzo decisivo
que necesita la sílaba tónica. Ejemplos: ayuno (jejunium), balanza
(bilaux), galardón (widarlón, alto alemán), sargento (serviens).
La e sustituye a la i latina átona, o convertida en átona,
siempre que la sílaba siguiente contiene una segunda i átona: la
causa es la eufonía, que no consiente dos i i inmediatamente
pronunciadas. Ejemplos: Cecilia, arc. (Sicilia), ceniza (cinis),
ceñir (cingere), cetrino (citrens), colegir (colligere), concebir
(concipere), constreñir (constringere), corregir (corrigere), decir
(dicere), envidia, encina (ilicina), enemigo (inimicus), Felipe
(Philippus), freir (frigere), hebilla (fibella), henchir (implere),
mestizo (mixticins), reír (ridere), reñir (ringi), sencillo
(simplicellus), teñir (tingere), vecino (vicinus). Excepciones: la i
persevera a menudo, sobre todo en las voces poco populares: afligir,
dirigir, escribir (escrebir, arc.), extinguir, fingir (fenjir, arc.),
imprimir, recibir, redimir (redemir, arc.), vivir (vevir, arc.)
-Viceversa, la e primitiva, cuando la sílaba siguiente tiene ie,
está reemplazada por i: cimiento (caementum), simiente (sementis),
tinieblas (tenebrae), mintiera, sintiese y demás tiempos semejantes
de la conjugación.
2: Después de la sílaba tónica, en la
proparoxiton, la vocal siguiente inmediata (i o u por lo común)
desaparece. Obra (opera), puesto (positus), ojo (oculus). Este
fenómeno frecuente e interesante no debe extrañar en el castellano,
si se considera que en la lengua madre en muy antiguas inscripciones
se lee dedro por dedero, Lebro por Libero, fect por fecit y otras
formas; y la prosa clásica y el estilo poético ofrecen estos
ejemplos: ardus (arid.), carte (arrite), circlus, opra, periclum,
poclum, porgo, postus, saeclum, spectaculum.
La suerte de las
vocales átonas finales será particularmente estudiada en la parte
segunda. De la flexión, al tratar de la conjugación. Baste decir
ahora que la a, i, o, persisten generalmente; pero que la u se
transforma en o: casa, fuerte, fácil, orden, amo, bueno, caballo.
2° -VOCALES ÁTONAS QUE FORMAN HIATO.
El castellano
procura siempre con empeño evitar el encuentro de dos vocales en dos
sílabas distintas de una palabra, o sea el hiato originario, ya por
elisión, ya por atracción de la primera vocal, ya por contracción,
ya, en fin, por la introducción de una consonante. La existencia del
hiato está a veces
indicada por una h colocada entre las
vocales: ahí, ahina, arc. ahullar, vihuela.
Los tres casos
de hiato más importantes son los siguientes: el hiato en las
palabras átonas; el hiato que resulta de una composición latina o
castellana, y el hiato producido por la caída de una consonante
castellana.
I - HIATO ORIGINADO EN LAS PALABRAS SIMPLES.
1.° Si la primera vocal es tónica, el hiato se destruye con
dificultad, y es, por lo tanto, frecuente. Sin embargo, algunas veces
se obtiene: a), por la inmixtión de una consonante, como, por
ejemplo, de v después de u -o: llover (plueve), y por la
intercalación de una y castellana: escarabajo (scarabacus); b), por
elisión, pared (parietem), dos (dúos); c), por cambio del acento
para formar un diptongo: Dios (Deus).
2: Si el acento no está
sobre la primera de las vocales, y ésta es i, e, u, la destrucción
del hiato es más fácil y se nota frecuentemente.
A.
-Trataremos primeramente de las combinaciones que comienzan por i, e,
pues las dos vocales son aquí equivalentes, o más bien, la e tiene
el valor de la i. Los romanos las confundían frecuentemente en las
desinencias eus, ius; sus gramáticos emplean alleum, doleum,
palleum, sobreus, por allium, etc. En las inscripciones se lee dolea
por dolia, filea por filia, y viceversa abias por abeas, vinia por
vinea. Vosio cita tinia por tinea. En los casos en que la vocal i
(comprendiendo en ella también la e), se modifica por sinéresis en
i consonante, esto es en j, nosotros la llamaremos, para abreviar, i
paladial. La contracción de los grupos disílabos ia, ie, io, ea, eo
en una sílaba, era ya usada por los poetas romanos. El castellano
ofrece numerosísimos ejemplos de esta índole. La pronunciación de
la i paladial depende, por otra parte, de la naturaleza de la
consonante precedente: el paso a las guturales g o c es también
frecuente.
a) Líquidas con i paladial.
Después de L:
Batalla, maravilla. La forma dominante es j aspirada: ajeno
(alienus), ajo, ceja (cilium), consejo, hijo (filius), mijo (milium),
mujer, paja, salga (saliam), valga, y los casos semejantes de la
conjugación. Bataja, meravija, son voces anticuadas del Poema de
Alexandro y del Fuero Juzgo.
Después de N: Baño, caloña =
calumnia, campaña, cuño, engeño (arc.), España, viña; con
aspiración: extranjero (extraneus), granja (granea).
Después
de M la i permanece vocal: blasfemia (blasphemia).
Cuando la
R precede a las átonas ius, ia, ium, de donde nacen los grupos ari,
eri, ori, uri (us), la i es atraída por la tónica y forma con ella
un diptongo, o se consonifica o se elimina. De ari rara vez se
produce air en castellano, como donaire (donarium); generalmente se
convierte en er, esto es, el
diptongo ai se simplifica en e;
ejemplo: caballo, carcelero (carcerarius), enero (januarius),
primero. Del grupo eri se produce la misma forma: madera (materia).
El grupo ori se diptonga, como en cuero (corium). El uri se convierte
en uer por la transición uir: agüero (augurium), Duero (Durius),
huero (*g), salmuera (muria). Apócope: lavador (lavatorium).
b)
Silvantes
(silbantes) con i paladial.
Después de S, T, C, la i desaparece
o se vuelve muda, y la consonante conserva su pronunciación usual.
Esta regla sufre importantes excepciones.
Después de S.
Ejemplos: Blas, por atracción; beso por baiso (basium), queso por
caiso (caseus), faisán.
Después de T. Ejemplos: Avestruz
(avis struthio), dureza (duritia). Marzo, plaza, pozo, razón, tizón:
j en ajenjo (absinthitum).
Después de C (ch, que). Ejemplos:
brazo, calza, haz (facies), hechizo (facticius), meuaza, arc.
c)
Después de las consonantes suaves y de la v, la j paladial tiene la
pronunciación de y griega, sincopando la consonante que la precede.
Después de D. Ejemplos: poyo, rayo, yornada,
(arc. jornada).
Después de G. Ejemplos: ensayo, haya (fagea).
Después de B. Ejemplos: sage, arc. La j en g en la
conjugación: oygo
(oigo, audio).
Después de V. Ejemplos: greuge (gravium, bajo
latín greugia), ligero, sargento.
d) Después de la P
fuerte, la paladial suave se vuelve fuerte. Ejemplos: pichón,
reprochar.
Hay que añadir que las reglas expuestas hasta
aquí, de ninguna manera se aplican a todas las palabras: tenemos
muchas, sobre todo entre las que son poco populares o modernas, que
conservan su forma latina. Ejemplo de esta observación son las
palabras de doble forma que posee el castellano o las comparaciones
entre palabras arcaicas y modernas de una misma raíz y significado.
B. -En la u átona, cuando tiene la posición arriba
indicada, hay ejemplos de transposición o de atracción: viuda,
vibda (arc.), sopo, supo, hobo, hubo (habuit, haubit).
Elisión:
atrevo (altribuo), coso (consuo), muerto (mortuus), bato (batuo),
contino (continuo,
continuus).
II. - Hiato que proviene de la composición. Ya
sea ésta latina, ya sea romance, el hiato desaparece por elisión.
Antojo (ante oculum), cubrir, dende (de inde), dorar, telaraña (tela
aranea). En las palabras modernas el hiato persevera más fácilmente:
coetáneo, entreabrir, maniobrar, preexistir, puntiagudo, reanimar.
III - Hiato por desaparición de la consonante. Al sincoparse
ciertas consonantes cuando están entre dos vocales, se producen
casos de hiato que no siempre tolera la lengua anulándolo, ya por
contracción, ya por intercalación de otras consonantes: ver de veer
(arc.) -Después de u, o, a, se interpone en algunos casos de hiato
la b o la v: cobarde, clavo, bravo, frívolo, pavón.
Cuadro
de las vocales y diptongos latinos con su correspondencia castellana,
según las reglas principales ya expuestas.
A -a
E -larga a / breve ie / en posición e, ie
I
-larga i / breve e / en posición e, i
O -larga o / breve ue / en
posición o, ue
U -larga u / breve o, u / en posición o, u
AE
= e, ie
OE = e
AU = o
CONSONANTES
La fonética clasifica las
consonantes en simples, dobles y combinadas o múltiples.
Es
considerada como simple, por lo menos cuando es inicial, aquella
consonante a la que sigue la semivocal r, siquiera haya casos en que
este grupo deba clasificarse entre las consonantes múltiples. En
estas hay que contar, no solamente las combinaciones de dos o más
consonantes, que ya existen en latín, sino también las que se han
formado en castellano, por la desaparición de vocales originarias.
Cuando en ellas hay dos consonantes desiguales, desaparece la
primera.
Más adelante pondremos los ejemplos. Si por la
desaparición de una vocal resulta un grupo de tres consonantes, y la
del medio es una muda o una f, estas últimas desaparecen, y sólo
pueden persistir entre dos líquidas: etu, pectinare= peinar. Hay,
sin embargo, muchas excepciones. La fonética, sobre todo, estudia lo
concerniente al sitio de la consonante en la palabra, estableciendo
sus leyes según que sea inicial, media o final.
Estudiaremos
primeramente las líquidas, y a ellas añadiremos o asociaremos la
nasal labial m y la nasal dental n, y además las mudas. Para estas
últimas invertiremos el orden indicado en el alfabeto griego, ß, y,
ó, porque las dentales están más cerca de las líquidas l, n, r.
Las silbantes las distribuiremos entre los diversos órganos. El
orden será, pues: l, m, n, r; t (th), d. y, s; c (ch), que,
g,
j, h; p, b,f (ph), v.
L
1. Las permutaciones de la l en
letras de la misma naturaleza, son frecuentes:
a). En r. Inicial:
ruiseñor (luscinia). Media: caramillo (calamus), lirio (lilium). Muy
frecuente cuando a la l sigue otra consonante: surco (sulcus). -b).
En n Inicial: nutria (luha,
lutra? *), nivel (libella). Media: encina (ilicina), mortandad
(mortaldad). -c). En d: almidón (amylun).
2: La l inicial
desaparece muchas veces por confusión con el artículo: onza
(lyncem).
Por la misma razón se junta o se incorpora la l
algunas veces a las vocales iniciales de las palabras.
3 .°
La l, como la r, está sujeta a frecuentes transposiciones: olvidar
(oblitare), silvar (sibilare), milagro (miraculum), palabra
(parabola), peligro (periculum).
4.° La l media se duplica o
refuerza, aunque no es frecuente: camello (camelus), muelle (moles),
pella (pila), querella. En el dialecto catalán es frecuente, sobre
todo, en la l inicial. En el castellano antiguo abundan los ejemplos.
5.° Cuando a la l sigue otra consonante y la precede a, la
primera se elide de ordinario, y la vocal se convierte en o.
Ejemplos: coz (calx), escoplo (scalprum), hoz (falx), otero
(altarium), otro (alter). En el grupo lt, precedido de u, nuestra
lengua pronuncia ui o uch: buitre (vultur), mucho (multus).
Ll.
-Este sonido doble corresponde al simple latino: arcilla, bello,
bullir, caballo, cuello (collum), ella, estrella (stella), fallecer,
gallina, grillo, meollo (medulla), muelle (mollis), pollo (pullus),
centella (scintilla), silla (sella), valle, vasallo, villa.
LR.
-Intercala una d eufónica: valdré por valere.
LC. -Véase
C.
LM. -Véase M.
NL. -Véase N.
RL. -Véase R.
TL, CL, GL, PL, BL, FL.
1° Estos grupos
tienen particular importancia, porque en las voces de uso más vulgar
ya modifican en gran manera el sonido originario, ya lo borran por
completo. CL, PL, FL, se convierten en Ll: llamar (clamare), llave
(clavis), llaga (plaga), lleno (plenus), llano (planus), llorar
(plorare), llama
(flamma). Algunas veces ch: chato (*g, platt).
Casos de desaparición de la muda delante de r: lirón (ghrem), lacio
(flácido,
flaccidus). La forma dominante de la media (tl, cl, gl, pl) es j:
almeja (mytilus), viejo (vetulus), abeja (apicula), corneja
(cornicula), grajo (graculus), hinojo (foeniculim), lenteja
(lenticula), ojo (oculus), oreja (auricula), teja (tegula), manojo
(manipulns). La forma de la media bl y fl es ll: chillar (silbar,
sibilare), sollar, arc. (sufflare). En muchos casos los citados
grupos se convierten en ch: cachorra (catulus), cuchara (cochlear),
espiche, prov. (spiculum), hacha (facula), mancha (macula), ancho
(amplius), henchir (implere), hinchar (inflar,
inflare).
Otra modificación de estos grupos es el cambio de
l en r: engrudo (gluten).
2: A pesar de las reglas citadas,
la forma latina resiste con bastante frecuencia a toda modificación:
clamor, clemente, plebe, gleba, blando, flagelo, claro, clavo,
placer, flojo, flor, clamar.
M
1.° Esta letra se
transforma accidentalmente: a) En su vecina n. Inicial, cuando la
sílaba siguiente contiene también una labial: níspero, nembrar,
arc. (memorare). Este cambio de la m es más frecuente en las
combinaciones mt, md. mph. b) Al cambio de la I en la muda vecina d,
corresponde el de la m en b: bierven, arc. (vermis).
2: La
final exige particular atención. Cuando la m tiene esta posición en
latín, pasa a n en ciertos monosílabos: con (cum), quien (quem),
tan (tam). En las voces no monosílabas, y particularmente en las
bíblicas, usamos también n: Adán, Belén.
ML, MN, MR.
-Estos grupos, procedentes de la elisión de una vocal, intercalan
por lo común una b como elemento eufónico: a) ML: temblar
(tremulare). b) MN, cambiándose la n en r: cumbre (culmen), hembra
(femina), hombre (hominem), lumbre (lumen), nombre (nomen), sembrar
(seminare), mimbre (vimen) . -MN, cuando forman grupo en su origen,
permanecen intactas o experimentan la asimilación habitual de la m
en n. Según Prisciano, la n, detrás de la m, tenía un sonido
débil, lo cual parece contradecir la frecuente asimilación nn = ñ.
Otoño, daño, doña, sueño, columna, coluna.
MT, MD se
sustituyen por nt, nd: andas (amites), conde, contar, duende
(domitus), senda (semita), lindar (limitare), lindo (limpidus),
circundar.
MB. -Véase B.
MPH (griego) cambia casi
generalmente m en n: anfibio, anfiteatro, linfa, sinfonía.
NM.
-Véase N.
GM. -Véase G.
N
1.° La transformación de la n en
otra líquida es frecuente: a) En l, en la inicial: Lebrija
(Nebrissa); en la media, Barcelona (Barcinon), Antolín (Antoninus).
b) En r: sangre (sanguinem), timbre (tímpano,
tympanum). Véanse otros ejemplos: en MN y NM. c) En m: mastuerzo
(nasturtium), marfil (árabe nabfil), y particularmente delante de p,
b, v.
2: NN conviértense en nj = ñ. Año, caña,
cáñamo (cannabis), gruñir, paño, peña (pinna). Algunas veces
también en la inicial simple conviértese en ñ. Ñuño (nudo,
nodo,
nodus), nublo (nublado,
nubilum).
NM. -La N ya se convierte en l o r, ya desaparece:
alma (ánima), mermar (minimare).
NR. -a) Así como la b se
intercala entre m y una líquida, y la t entre s y r, de la misma
suerte una d se intercala entre u y r, y l y r (Véase LR).
Verifícase esto por lo general en el futuro de ciertos verbos:
pondré, tendré, vendré. -b) NR están también invertidas: yerno
(gener), tierno (tener).
ND. -Véase D.
NS (çn, nz)
admite el síncope de la n: asa (ansa), costar, esposo, isla, mesa,
mes, mostrar, sexo, tieso (tenso,
tensus), tras, Vicente.
NC-Véase C.
NG. -Si la N está
seguida de a, o, u, delante de la gutural g, ésta y aquélla
subsisten. Seguida de e, i, como entonces la g se convierte en j, ya
toma la pronunciación romance, ya se convierte en lingual. Véase NG
en la G.
MN. -Véase M.
GN. -Véase G.
PN. -Véase P.
R
1.° Es general la permutación de los sonidos
linguales líquidos l, u, r. -a) R se convierte en L. Media: alambre
(aeramen), ancla (anchora), Catalina, miércoles, plegaria
(precaria), roble (robur), taladro (*g), templar (temperare),
tinieblas (tenebrae). Final: cárcel, mármol, papel (papyrus),
vergel (viridarium),
b) El paso de la u a r no es muy frecuente.
c) Tampoco lo es el de la r a d: pórfido (porphirus).
2
.° Las consonantes iniciales, sobre todo la t y la f, ejercen sobre
la r especial atracción, no sólo cuando está en la misma sílaba,
sino también cuando se halla en una de las siguientes. Esta
atracción puede también ser ejercida por una consonante media.
Ejemplos: fraguar (fabricare), ogro
(orcus), preguntar
(percontari), trujal (torcular), yerno (gener). Pero algunas veces,
por el contrario, la r también se separa de la consonante inicial:
cocodrilo, corchete, escudriñar (scrutinium), pesebre (praesepe),
quebrar (crepare).
3: La R desaparece algunas veces delante
de j o ch: sobejo (soberbio?,
superculus), macho (masculus). Es muy frecuente cuando está detrás
de una fuerte: canasta (canistrum), quemar (cremare), temblar
(tremulare). Hay también caso de apócope, sobre todo en voces
arcaicas: maese (maestre,
magister), nueso (nuestro,
noster).
RL. -La primera se asimila a la segunda en ciertos
casos: hacello = hacerlo.
RS, como NS, experimenta el síncope
de la líquida, ni más ni menos que en el latín.
Avieso
(aversus), través (transverso,
transversum), oso (ursus),
RC. -Véase C.
LR y NR intercalan una d, como se ha visto al tratar
de la L y N. El grupo RR, resultante de un caso de síncope, emplea a
veces el mismo procedimiento.
MR. -Véase M.
NR. -Véase
N.
TR. -Véase T.
DR. -Véase d.
SR. -Véase 5.
BN.
-Véase B.
T, TH
I, ° En la th, como en la ch y ph,
la aspiración desaparece; de donde se sigue que la th equivale a la
fuerte misma en las palabras que el castellano ha recibido
directamente del griego: tallo (thallus), torso (thyrsus). Inicial: t
subsiste en todos los casos. Media: subsiste también en muchas
palabras, de origen moderno casi todas: abeto (abietem), agitar,
aparato, apetito, astuto, betún, bruto, grato, gritar (quiritare),
habitar, incitar, infinito, irritar, margarita, meta, notar, planeta,
poeta, quieto, recitar, refutar, secreto, seta, visitar, voto. Otras
veces, y es lo más general, se trueca por la suave: agudo, amado,
condado, dedo (digitus), emperador, lodo, madre, miedo, mudar, padre,
rueda, saludar, sentido, espada, estrada, todo, vida. Ejemplo de
síncope: trigo (triticum). Final: cambiase la fuerte por la suave,
como en la media: abad (abbatem), ciudad (civitatem), lid, red, sed
(sitis), salud, virtud, amad (amate); algunas de estas voces
anticuadas conservan la t.
2: Delante de i, e átonas,
seguidas en la misma sílaba de otra vocal, t se convierte en c o y:
gracia, nación, palacio, dureza, cazar.
Véanse en el
capítulo del hiato otras formas ya indicadas, que ha tomado este
grupo.
T delante de i tónica, seguida de otra vocal, al
menos en las palabras griegas, obedece a la misma ley fonética:
profecía, democracia, aristocracia, Milcíades, Macías. Alguna vez
también tiene esto lugar sin la presencia de la segunda vocal:
gonce.
El grupo TT no se transforma en letra suave. Ejemplo:
gato, glotón, gota, cuadro, saeta.
TL. -Véase L.
TR medias.
-Algunas veces se transforman en la suave: padre, madre, ladrón,
cedro (citrus).
TC-Véase C.
MT. -Véase M.
ST (çt),
en medio de las palabras, se transforma en j o y. T final desaparece.
Decíase ya en Roma: pos legem, pos te, posquam. Ejemplos: dejar
(desitare), quejar (questare), ujier (ostiarius), rezar (recitare),
Ecija (Écija, Astigis), es (est), pues (post), Jerez (Asta Regia),
Zúñiga (Stuñiga).
ST iniciales. -Véase S.
CT. -Véase
C.
PT. -Véase P.
BT. -Véase B.
D
1.°
D inicial permanece. Media, entre dos vocales, muchas veces
desaparece. Ejemplos: aojar, bayo, caer, creer, hastío (fastidium),
feo (foedus), fiel, hoy (hodie), juez, loar, meollo, oír, porfía
(perfidia), poseer (possidere), poyo (podium), raíz, roer (rodere),
tea (taeda). Muchas de estas voces, en su forma anticuada, conservan
la letra originaria.
-D final desaparece: fe, pie; excepción,
merced; pero no cuando subsiste la vocal final: sede.
2: Así
como la t delante de la i paladial se convierte en y = ts, así
también la d se convierte en
y = ds: bazo (badius), orzuelo
(hordeum), vergüenza (verecundia). Ya en el latín de la decadencia
se halla esta corrupción, pues se pronunciaba el griego * *, za, ze,
zabolus por diabolus, zaconus por
diaconus, etc.
3: El
cambio en l, n, r, es frecuente: a) En l: cola (cauda), esquela
(squeda), melecina, (arc.), Gil (Aegidius). -b) En n: palafrén. -c)
En r; lámpara (-da).
DI, DV observan la ley de la bj y bv:
ayudar, avenir,
MD. -Véase M.
ND. -La d desaparece en
muchas palabras: Blanes, nombre de lugar (Blanda), Gerona (Gerunda),
manar, arc. (mandar,
mandare).
GD -Véase G.
PD. -Véase P.
y
Este sonido compuesto (ds con s suave), se
reemplaza por d, a causa de la r que le sigue, en casos como sidra
(sicera). En otros casos, por g paladial: gengibre (zingibere).
S
Esta letra la pronunciaban los latinos
duramente cuando era inicial, y también cuando media, después de
consonantes (excepto después de n); suave entre las vocales; sorda y
vibrante al final, especialmente en la antigua lengua popular, donde
acabó por borrarse en estos diversos tonos. En castellano moderno no
hay diferencia en su pronunciación, cualquiera que sea su posición
en la palabra.
1 .° Se transforma a veces en x =j. Ejemplos:
jabón (sapo), Jalón, río (Salo), jarcia, Játiva (Setabis), Jenil
(Genil,
Singilis), jerga, jeringa, Castro -Jeriz (Castrum -Sirici), baja
(bassus), cejar (cessare), Lebrija (Nebrissa), pájaro, vejiga.
2:
La s se cambia también en y, c, ch: zafir, zueco, zócalo, azufre
(sulphur), zurdo, almuerzo, rozar (rosus), cedazo (setaceum), cendal
(sindon?), Cerdeña (Sardinia), cerrar (sera), Cervantes (Servandus,
según Cabrera), acechar (assectari), decir (desidere), Córcega
(Corsiga), rucio (russeus), chiflar (sif.), chuflar, proverbio (suf
fl.), chusma (*g*).
3: Hay voces, muy pocas, en que de s o g
proviene r: orma (*g).
4.° ST, SC, SP. -Al comienzo de
dicción, toma en castellano una e inicial, añadiéndose una sílaba
de esta manera: estar, escribo, espero, estática, esclerótica,
esperma.
SM corre la misma suerte en las palabras que proceden
del griego: esmeralda (*g), esmeril (*g)
S media, después de
consonante, no admite vocal precedente: abstraer, constreñir,
inspirar.
RT medias. -Véase T.
SC medias. -Véase C.
NS. -Véase TV,
RS. -Véase R.
CS. -Véase C.
PS.
-Véase P.
BS. -Véase B.
C, CH
La aspirada tiene
el mismo valor que la fuerte. Según la letra vocal que sigue a la c,
ésta tiene un sonido gutural o un sonido paladial o silbante.
I.
-1.° Delante de a, o, u; o de una consonante o siendo final, la c es
gutural sin subsistir constantemente como fuerte. C inicial subsiste
comúnmente. Sin embargo, hay ejemplos de suave análogos al latín:
gobius (*g), grabatus (*g), gummi (*g). Cuando le sigue una r o una l
no influyen nada para casos semejantes: graso (craso
error, crassus), greda (creta), gato,
gavia.
C media, seguida de vocal, experimenta la misma suerte
que la t: truécase frecuentemente por la suave, como en el latín:
negotium (nec otium), Saguntus (*g), y muchas voces de la baja
latinidad. Ejemplos: agrio, amigo, embriago, ciego, digo, dragón,
higo (ficus), fuego, lago, lágrima, luego, Lugo (Lucus), magro,
Málaga (-ca), migo (mecum), miga, Miguel (Michael), milagro
(miraculum), anegar, pagar, pega (pica), sagrado, segar, siglo,
segundo, seguro, espiga, estómago, trigo (triticum), berruga
-verruga,
vejiga. La letra fuerte ha resistido solamente en un corto número de
palabras: saúco (sambucus), secreto (segredo, arc.), poco, caduco,
opaco, cloaca, y en las que tienen las terminaciones ico, ica, icar:
médico, rústico, música, aplicar, implicar, indicar, justificar.
La C desaparece o se sincopa en la desinencia icar, en el
siguiente caso: emplear (implicare).
C final desaparece: di,
ni, sí. Pero en castellano antiguo conviértese en n en las
partículas nin, sin, y la c media parece seguir la misma regla: ansí
(así, aeque, sic). Enteco, de hecticus, puede servir también de
ejemplo.
2: El grupo originario ca (cca), conviértese en ch;
muchas veces, cuando es inicial:
chantre, chanzoneta, chapitel.
Media: bachiller.
Hay muchas excepciones. Aspirada: jefe.
II
-1.° Delante de e, i, ae, oe, la c latina ha perdido en castellano
casi completamente su antigua pronunciación gutural, convirtiéndose
en s. También desaparece el sonido gutural cuando precede otra
consonante a la c. La c final se sustituye por consonantes análogas:
cerviz, diez.
2: A veces la gutural primitiva está
representada por otras silbantes o paladiales.
La ch es más
frecuente que la y: zarzillo (circellus), chicharro (cicer), chico
(ciccum), chinche
(cimicem), corcho (corticem), marchito
(marcidus).
3: La ch latina delante de las vocales suaves, es
c en algunas voces como: Celedonia, cirujano, arzobispo (arçobispo),
brazo (braço). -En las inscripciones romanas léese: bracuum, y en
algunas cartas senodocium y sinedocio, años 648 y 757.
CC. -Boca, chico (ciccum), flaco, moco, pecar,
saco, seco, vaca. Delante de e, i, esta doble consonante, cuando
persiste en castellano, la primera conserva al mismo tiempo el sonido
gutural: accesión, accidente.
CL. -Véase L.
CT. -La
asimilación es menos frecuente que la subsistencia de este grupo:
abstracto, acto, activo, directo, docto, doctor, efecto (efeto,
arc.), fruto, matar (mactare), octubre (otubre, arc.), olfato, junto,
llanto (plauctus), santo, aflicción (aflción, arc.), facción
(fación, arc.)
La resolución de la c en i y n, formando
diptongo, se ve en pleito (plectere), auto (acto,
actus), carauter, prov. (carácter,
character). En las palabras más importantes la ch es la forma
castellana de ct: derecho, dicho, estrecho (strictus), lecho, noche,
ocho, pecho, techo, cincho (cinctus).
CS = X, -Subsiste a
menudo este sonido, como en examen, exequias, eximir, sexo, máximo,
y también delante de otras consonantes, como en extremo, sexto,
texto. La asimilación se ofrece en muchas palabras, así delante de
consonantes como de vocales: fresno (fraxinus), tasar (taxare),
tósigo (tóxico,
toxicum), ansio (anxius). Otras voces prefieren la aspirada x = j:
Alejandro, bujo o buxo (prov.), cojo, dije (dixi), ejemplo, tejer.
Cuando una a precede a esta aspirada, se cambia en e: eje (axis),
lejos (lexus), madeja (metaxa), mejilla, tejo (taxus). En la primera
sílaba de la palabra,
algunas veces se propone a la x = j una u:
enjambre, enjemplo (ejemplo,
arc.), enjundia (axungia), enjugar (exsuccare). Ejemplo de la
resolución de la c de este grupo delante de s: seis (sex).
LC,
NC, RC, TC, DC-Es frecuente el paso de la fuerte gutural a la
paladial suave y a la aspirada.
-a) LC, delgado. -b) NC (que
proviene a menudo por síncope de ndc), manjar, monja (monacha).
-c)
RC, cargar. -d) TC, hereje (herético,
hereticus), salvaje, viaje. -e) DC, juzgar.
SC medias delante
de e, i, siguen casi idénticamente la regla de cs:
faja, fajo
(fascis), peje; pero la forma habitual es c o y: conocer, crecer, haz
(fascis), pacer, pez.
SC inicial. -Véase S.
que
1.° El sonido gutural subsiste delante de a,
o, u, esto es, cuando la que es sonora. En otros casos desaparece.
Ejemplos: cual, cuanto, cuatro, cincuenta, cantidad, catorce, nunca,
escama (squama), como. La letra suave, en su lugar, es también
frecuente: agua, yegua (equa), antiguo, igual, algo (aliquod), sigo
(segnor).
2: Delante de e, i, en diferentes palabras en que
la u ha debido convertirse en muda, que se pronuncia como la c
castellana delante de las vocales. La u se pronuncia en las palabras
modernas, como cuestión, consecuencia: de otra suerte es muda, como
en querer, quitar. C o y, en acebo (aquifolium), cinco, torcer,
cocer, lazo.
G
La suave ha seguido la suerte de la
fuerte. La letra siguiente fija su valor.
I -1.° Delante de
las vocales a, o, u, y delante de las consonantes, g persiste como
gutural suave, ya se debilite o desaparezca como las otras suaves.
Nada hay que decir de la g inicial. Media subsiste a menudo:
castigar, fatigar, fuga, yugo, legar (legare), negro, plaga. A veces
hay el síncope de esta letra, como en Calahorra (Calagurris),
Loharre, liar (ligare), lidiar (litigare, elidiare), Mahón (Mago),
entero, pereza (pigritia, pegricia, arc.)
2. Al cambio de la
c en ch corresponde el de la g en j delante de a latina, siquiera
sean raros los casos en castellano: jalde, joya.
3. En
algunas voces a suave ha pasado a ser fuerte: Cádiz (Gades), Cinca
(Cinga), cangrena -arc. (gangrena).
II -1.° Delante de e, i,
la g despójase de su calidad de gutural suave y transfórmase en
aspirada. Al fin de la palabra, cuando ha hecho desaparecer delante
de ella las vocales decisivas e, i, la g acaba también por
desaparecer, o está representada por una i = y: ley (leg-em), rey
(reg-em).
2: Cambiase la g en c después de u o r: arcilla
(argilla), encía (guigiva), recio (rigidus), uncir (jungere).
3:
G seguida de vocal se diptonga, desapareciendo y debilitándose la
vocal en ye: yema (gemma), yerno (gener), yeso (gypsium), leyenda
(legenda). En otros casos la g desaparece completamente o está
representada por h muda: encía (guigiva), Elvira (Gelvira, Geloira),
hermano, hinojo (foeniculum, en el libro
aparece: geniculum).
4.° Los
ejemplos de síncope de la g antes de e, i, abundan. Cuidar, dedo,
ensayo (exagium), frío, huir (fugere), leer (legere), León (Legio),
más, maestro, país, reina, saeta, veinte.
GU. -Argüir,
extinguir, lengua. Sin u, sangre.
GL. -Véase L.
GM. -En
muchas palabras desaparece la muda: llama, examen, jumento, aumentar,
flema, pimiento. Otras la conservan: dogma, enigma, fragmento.
GN.
-Toma las formas siguientes: a) Transposición fonética suave:
pugna, tamaño. -b) Idem sin metátesis: reyno (reino,
regnum). -c) La desaparición de la g casi no se produce más que en
las sílabas átonas y en la final: conocer, desdén (dignius).
Gd.
-La g cámbiase en l o n: esmeralda (esmeragda, arc.), almendra.
NG. -Cuando está seguido de a, o, u, no da lugar a ninguna
observación. Seguido de e, i, acontece lo siguiente: a) Permanece,
como en fingir. -b) Se verifica una suave degeneración fonética,
como en unir (jungere), plañir, reñir (ringi), ceñir (cingere).
J
Este sonido, que en la historia de nuestra lengua
fluctúa entre consonante y vocal, ha conservado su antiguo valor, y
ha tomado también otro nuevo, sin que la vocal siguiente haya
ejercido sobre él ninguna influencia.
1.° La j primitiva se
encuentra como semivocal, al modo de la j alemana, con j en Yago
(Jacobus), ya (jam), yugo, ayudar, ayunar (jejunare), ayuntar
(adjuntare), cuyo, mayo, raya (raja), yoglar, arc. (joculare),
deyecto (dejectus).
2. ° La j desaparece en aullar
(ejulare), echar (jactare o ejactare), enero (januarius), uncir
(jungere).
DJ. -Véase D.
B.J-Véase B.
H
El
latín aspiraba todavía fuertemente esta letra: profundo spiritu,
anhelis faucibus, exploso ore fundetur, dice Mario Victorino. Pero ya
en la época clásica era incierto su uso. Y sobre todo en la
escritura lapidaria es donde se emplea u omite con la mayor
arbitrariedad, escribiendo ic, oc, aduc, eredes, oris, onestus, omo y
hac en lugar de ac, hobitus, hornamentum. Muchos documentos en que el
uso caprichoso de esta letra se ve en aumento, atestiguan la verdad
de que, inmediatamente después de la caída de Roma, la h se
convirtió en un signo sin valor. Entre nosotros la h es también
letra inútil y sin sonido, salvo en rarísimos casos. El espíritu
áspero es también en griego moderno un signo mudo.
Tiene
tan poca vitalidad la h, que apenas ofrece ejemplos de transformación
fónica. En la ortografía de la baja latinidad, michi por mihi,
nichil por nihil, así como en español aniquilar (annichilare),
demuestran que la h es igual a ch, como ésta a que, para prevalecer
y no ser anulada la primera de estas letras.
P
I .°
La p inicial no se convierte en suave más que raras veces: verdolaga
(portulaca).
La p media se transforma en la suave b: abeja
(apicula), cabestro, cabo, cabra, cebolla, recibir, cubrir, cuba,
obispo (episcopus), lebrel (leporarius), lobo (lupus), obra, pobre,
pueblo, saber, sabio, sabor, soberbio, sobre. La fuerte subsiste en
las palabras de moderno origen o procedentes del italiano: capital,
copia, discrepar, disipar, participar, estúpido, estupro, vapor,
capitán, caporal, apio, copla, copia, manopla, papa, pipa, propio.
2: La p rara vez se cambia por f: golfo (*g), trofeo
(tropaeum).
PP. -Cepo, copa, lampazo (lappaceus), mapa, popa,
estopa, suplicar, Filipo.
PL. -Véase L.
Los grupos
iniciales PN, PT, PS pierden de ordinario la primera letra: neuma
(pneuma, *g), tisana (ptisana), Tolomeo (Ptolomaeus), salmo
(psalmus).
PT media. Esta combinación está sujeta a la
asimilación de la p, o a la resolución de esta letra en u, por el
paso de la p a b = u. Ejemplos: atar (aptare), catar (captare),
gruta, malacho, prov. (alto alemán malatsch, maletsch), meta (napta,
desde el siglo VIII, por neptis), escrito, siete, seto (septum). P =
b = u: bautizar, cabdal = caudal (capitalis), cabdillo = caudillo
(capitellum, con cambio de sentido), cautivo (captivus), Ceuta
(Septa). Algunas veces la combinación pt media subsiste en
castellano: captar, óptimo, rapto, ruptura.
PD está
sometida a la síncope de la p: aturdir (extorpidire), codicia =
cobdicia, arc. (cupiditia).
PS media y final, se resuelven en
s o x. Ejemplos: caxa = caja (capsa), ese (ipse). -PS subsiste en las
palabras técnicas: elipsis. SP. -Véase S.
B
Inicial,
persevera. Media se suaviza muchas veces en v, y en este caso su
desaparición o síncope no es rara. Ejemplos. B suave: beber,
caballo, escribir, tablas, probar, haber, labrar. V: maravilla.
Síncope: codo (cubitus), hediondo (foetibundus).
2: Cambio
de la b en otras labiales: a) En f; escofina (scobina). -
b) En m:
cáñamo (cannabis), trementina (terebinthinus), Norma (Norba).
BL
y BR experimentan a veces la resolución de la b en u, como en griego
*g = *g, faular, arc. (fabulari), paraula, arc. por interversión
palabra (parabola).
BT como pt. -Ejemplos: sota en composición, soterrar
(enterrar),
sutil, dudar, beodo (bibitus), deuda, raudo (rápido,
rabitus), como en bd.
BS subsiste, o se asimila a la p, o se
resuelve en us. Ejemplos: esconder, escuro = obscuro = oscuro,
absolver, abstenido, obsceno, obstar, sustancia = substancia, ausente
(absens).
BI, BV. -Tiene lugar a veces la asimilación de la
primera: sujeto; pero subsisten con frecuencia: objeto, obviar.
MB.
-A menudo desaparece la segunda consonante. Ejemplos: lamer
(lambere), lomo (lumbus), paloma (palumba, colom
-columbus),
plomo (plumbum), Xarama (Jarama, Saramba).
F, Ph
La
diferencia fonética que reina en latín entre la f y la ph,
desaparece completamente en castellano: ph tiene la pronunciación de
f y como tal se escribe.
1: El más importante de los
accidentes de la f es su conversión en h delante de vocal, al
principio de la palabra y rara vez en medio. En este caso la f pierde
el elemento labial que posee, para convertirse en una simple
aspiración que, por lo general, no es sensible. Ejemplos: haba,
hablar (fabulari), hacer, hambre (fames), harto (fartus), haz
(facies), hender (findere), herir, hierro (ferrum), hijo (filius),
hilo, hoja (folio,
folium), hondo, horca (furca), horma, horno (furmus), hostigar
(fustigar,
fustigare), huir (fugí en chapurriau, fugere), humo, hurto. En medio
de dicción no es común más que en los compuestos: sahumar (suf
-fumare), Sahagún (Sant -Fagunt). Esta h no existe en el castellano
antiguo, que escribía y decía faba, fablar, facer, etc. El
castellano de hoy, a pesar de lo indicado, tiene también muchos
casos en que conserva la f, como en fácil, falso, faltar, fama,
familia, favor, faja, fe, feliz, feo, fiero, fiesta, fiel, fin,
firme, fijar, fué, fuego, fuente, fuera, fuerte, fuga, fumar, furia,
etc. En unos casos la brevedad de la palabra ha impedido sin duda el
paso a h, como en feo, fin, fué; en otros ha sido causa la necesidad
de distinguir los varios sentidos de las voces, como en fe, fiero y
fiel, que pudieran haberse confundido con he (habeo), hiero (ferio) y
hiel (fel). Hay casos en que el castellano también admite dobles
formas: falda y halda, faz y haz, fibra y hebra.
2: Paso de
la f a otras labiales. Ejemplos: a) En b inicial: busto (fustis?);
media: ábrego (africus), Cristóbal Colón
(Christophorus Columbus),
cuévano (cove, covec en chapurriau,
cophinus), Esteban (Stephanus), rábano (raphanus), trébol
(trifolium : tres hojas).
-b) En p media: diptongo, golpe, soplar, zampoña, púrpura (*g).
3: Ejemplos de síncope: desollar, conhortar,
rehusar por refusar.
FF. -Existe en casi todos los
compuestos, aunque con un sonido más suave: diferir, sofocar,
ofender.
FL. -Véase L.
V
V inicial tiene menos
estabilidad que las mudas, pues frecuentemente se cambia en un sonido
más fuerte. Media, persiste en muchas palabras de uso frecuente:
cava, favor, frívolo, grave, lavar, nativo, nave, nuevo, pavón,
pavor, privar, saliva. Cuando la v está entre dos vocales, se
sincopa: hoya (fovea), friolero (frivolus), vianda. Alguna vez se
produce la síncope precediendo consonante a la v, resuelta antes en
u: Gonzalo (-aluns), polilla (de pulvis).
1.° El latín
confundía la b con la v, sobre todo desde principios del siglo IV.
Adamantius Martyrius hizo una disertación especial sobre el
verdadero empleo de las dos letras; pero él mismo erró
frecuentemente, poniendo como ejemplos: besica, manuviae, lavor. En
inscripciones y en cartas de los siglos VI, VII y VIII hay muchos
ejemplos de este uso promiscuo.
Este cambio de letras ha de
ser, por lo tanto, muy frecuente en castellano; así, en la inicial,
escríbese: barrer (verrere), Basco (Vasco); en la media: corbo
(curva, curvo,
corvo,
corvus), corbar (curvar,
corvar,
curvare).
2° La v raras veces se convierte en f:
palafrenero, frasco.
3: La v se convierte en g gutural,
ocasionada por razón de confundirse con la w arcaica alemana. En la
inicial: golpe (vulpus), Gasconia (Vasconia), gastar, (con menos
frecuencia en la media: Alagón (Alawna), agüelo, prov. (abuelo,
avulus); güe en lugar del grupo aspirado vue, que también se
sustituye por hue.
4.° Delante de las consonantes, v se
vocaliza en u: ciudad.
DV. -Véase D.
BV. -Véase B.
Tablas de las principales transformaciones fonéticas de las
consonantes latino -castellanas
Latinas gu nge, i ps
Castellanas ñ, iu ng, ñ s
Todas las combinaciones que se indican pertenecen al
grupo medio, salvo las letras mudas con l, que a la vez corresponden
a la inicial.
LETRAS ALEMANAS
Para la debida
apreciación del elemento alemán o germánico en el castellano,
debemos remontarnos a su más pura y antigua forma, al gótico.
Estamos obligados, es verdad, a buscar nuestros materiales en el
antiguo alto alemán, que es una fuente infinitamente más abundante,
y a veces también en el anglo-sajón, el frisón, el holandés, el
noruego; pero en todos estos casos es siempre preciso remontarse a la
forma gótica.
VOCALES.
A. -La gótica e, que corresponde
al antiguo alto alemán a, no ha penetrado en castellano. El nombre
Suero, en las cartas Suerius, parece contradecir este principio,
porque nos recuerda svers, *g, pero realmente es el latín suarius =
suerius, correspondiente al antiguo alto alemán suari = gravis,
forma primitiva de la palabra; pues Suero, Suerius ha podido muy bien
proceder de Suarius, mas no éste de aquél.
La a primitiva
subsiste ordinariamente en castellano, aun en aquellos casos en que
ha degenerado, por perifonía en e, en los textos del antiguo alto
alemán. Ejemplos: albergue (actual:
Jugendherberge: albergue para jóvenes o para la juventud,
heriberga, harjis, gót.), escanciar (skenkan).
Los nombres
del antiguo alto alemán compuestos con hari, como Gundahari,
Walthari, por derivación del medio alto alemán Gunther, Walther,
cambian su a en e: Gunterio, Gualterio.
E. -La e latina se
convierte, como hemos visto, en el diptongo ie. Este diptongo apenas
se produce en las palabras procedentes del germano. Sin embargo, hay
ejemplos en yelmo (helm), fieltro (felz = filz).
I. -1.° El
castellano conserva la i
alemana con el mismo valor que la i latina.
Ejemplos: gris, guisa
(wisa), lista, rico (ríhhi).
2: Debemos también considerar
la i y la aí del gótico, y la i y la e (con
diéresis) del antiguo alto alemán.
Este sonido tiene su representación más común en castellano, ya
por e, ya por la misma i. Ejemplos: fresco (frisc), esgrimir
(skirman), triscar (thriskan gótico dreskan arcaico alto alemán).
O. -El castellano conserva generalmente el valor de esta
vocal. No obstante, hay casos de formación de diptongos, que así se
apoyan sobre la o gótica (ant, alt, alem. o,
uo), como sobre la o del antiguo alto alemán (gót. u, au).
Ejemplos: espuela (sporo), huesa (hosa), rueca (rocco).
U.
-1.° Cuando la u es larga, permanece intacta como en latín.
Ejemplos: Bruno, buque, espuma.
2: Cuando es breve, la forma
dominante es o: mofar (mupfen), Alfonso (-funs). Hay también
ejemplos de permanencia de la u: cundir (kunds, gót.), estufa
(stupa), tumbar (tumba, arc. noruego).
AI. -A este diptongo
gótico corresponde de ordinario el antiguo alto alemán ei o e por
condensación; pero en muchos monumentos hallamos ai, que es también
muy frecuente en cartas de los siglos VI, VII y VIII. El castellano,
como el anglo-sajón, no deja percibir particularmente, por lo
general, más que la vocal acentuada; pero hay también frecuentes
casos en que el diptongo subsiste. Ejemplos: gala (geil), ñana
(geinon?), guadañar (weidanon), raza (reiça). Ai en airon, guay,
arc. (vai, gót.)
AU. -El diptongo gótico au, en antiguo
alto alemán o, ou (rara vez au), antiguo noruego au, anglo-sajón
ea, en su génesis castellana es semejante al latín au. Ejemplos:
botar (bozen, medio alt, alem. bauta ant. noruego), galopar (hlaupan,
gót.), lonja (louba), lote (klaut-s, gót.), lozano (laus, gót.;
los, ant, alt, alem.), robar (raupen
actual, roubon), sopa (Suppe
actual, saup, ant. noruego).
lU
. -No es frecuente y su representación es incierta. Ejemplo:
esquivar (skiuhan), donde la u parece consonificarse en v: tregua
(triuwa, triwa), quilla (kiol). En el nombre propio español Gustios
o Gustioz (bajo latín Gudesthens, Godesteo, Gusteus), que procede
del gótico guths, thuis (servidor de Dios), las dos vocales
permanecen. El poema del Cid acentúa este nombre en la primera
sílaba; los romances en la o de la última.
CONSONANTES.
L. -Una muda, seguida de esta letra, la duplica: quilla
(kegil).
M. -Final, se cambia en n: Beltrán (Bertram).
R.
-Después de consonante inicial, se trueca frecuentemente en l;
blandón (brand), flete (fracht).
T. -1.° La fuerte del
orden de las dentales permanece inalterable en la mayor parte de los
casos: Inicial, tacaño (taai, holand.; zahi, ant, alt, alem.), tapón
(tap, bajo alem.; zapfo, ant, alt, alem.), tirar (tairan, gót.),
tocar (zucchon). Media, batel (bat), botar, brote (broz), hato
(fazza, vaz), guita (wita = vita, lat.), escote (skot, fris.; schosz,
alem. mod.), espeto (Spieß actual,
spiz). -El paso de la fuerte a la suave no es frecuente por la t
alemana. Excepción: guiar (vitan, gót.)
2: La y por t se
encuentra sobre todo en la media castellana: cazo (chezi), mozo
(mutz), pinza (pfelzen). La silbante desposeída por una paladial:
flecha (flitz), pincha (pfetzen).
ST. -Medias, en las
palabras latinas se simplifican en x, j o y. Igual acontece en
diversas palabras alemanas: broza (burst o brosta, ant, alt, alem.),
crujir (kruisian, gót.)
D. -1.° La suave del orden de las
dentales (convertida en t en el ant, alt, alem.) sigue la misma ley
que la d latina; subsiste generalmente: draga (dregg, ant. nor.);
media: banda (bandi, gót.), brida, guardar (vadan).
TH. -La
aspirada (que poseían todos los antiguos dialectos de la familia
germánica, y que sólo el antiguo alto alemán ha modificado en
provecho de la letra suave), no puede tener en castellano una
representación precisa como la * griega (después de su paso por la
th latina), porque se ha confundido con la d, que la reemplaza en el
alto alemán. En los casos en que la aspirada fué transmitida al
castellano, cedió su sonido extranjero a la fuerte. Primitivamente
esta t parecía haber sido el único modo de transcripción: así,
tudesco (Thiudisk). En la inicial, la transcripción castellana se
aplica con todo el rigor posible: tejón (Thamf, ant, alt, alem.;
Tamf, alem. mod.; Theihan, gót.), triscar (Thriskan, gót,), truco,
tohalla (thvahl, gót.)
SL, SM, SN. -Estos grupos,
desconocidos en la inicial de las voces latinas, al tomarlos nuestra
lengua del elemento germánico, les ha prepuesto una e, como a la
combinación at, st, se, sp. Ejemplos: esmalte (Schmelz,
smelz), esclavo (intercalando una c).
K. -La gutural fuerte,
convertida en medio y en fin de palabra en una aspirada en el antiguo
alto alemán, no ha sido trasladada por el castellano de la misma
manera que la letra latina correspondiente. En tanto que la c latina
pierde su valor delante de e, i, la letra alemana delante de estas
vocales subsiste como gutural. Así como del latín scena procede
escena, del alemán skina procede esquina. El paso de la gutural
fuerte a la suave es una regla para las voces latinas
(media
principalmente), y es, en cambio, una excepción para las alemanas.
Latín: C, castellano ca, co, cu (ga, go, gu), ce, ci.
Alemán: K, castellano ca, co, cu (ga, go, gu), che, chi.
Ejemplos: quilla, esquila, escalón (skilling), Fadrique.
Excepciones: Rodrigo, suave inicial por kr: garfio, grupo
(kropf?).
G, -1.° La gótica suave, que en antiguo alto
alemán cambiase en k, ha sido variamente traducida por las lenguas
romances, porque ya conserva su sonido gutural, ya se trueca por una
paladial o por otra gutural. Ejemplos: gabela (gaful), albergue,
jardín (Garten), girón (gere, gare, fris.), desmayar (magan).
J.
-La i o j, que pertenece al subfijo,
en las palabras compuestas obedece a la misma ley que la i paladial
latina, y subsiste aun en casos en que el antiguo alto alemán la ha
borrado. La j castellana tiene a veces su razón de ser en la i final
del nominativo o en una j contenida en el genitivo,
a) Después
de l, persiste. Ejemplos: agasajar (gasaljo, ant, alt, alem.), hijo
(filius, lat.)
-b) Después de otras consonantes, la permanencia
de la j es menos general. Ejemplos varios: esturión (sturjo), sitiar
(sittian, ant. saj.?), logia (laubja), cripta (krippea = kripja),
garfio (hrapfjo = krapfo), ataviar (ga-tevjan, gót. = taujan).
H.
-No habiendo el castellano admitido la aspirada latina, claro es que
la aspirada germánica no ha podido ejercer en nuestra lengua
considerable influencia. El castellano de hoy carece de esta letra,
aunque la tiene en la escritura, en las palabras de origen alemán:
hacha (haque), heraldo (heraut);
pero el castellano antiguo
dábale a esta letra germánica el sonido de f; faca, faraute
(palabra usada como sinónimo de traductor, intérprete, por ejemplo
en el libro de Bernardino Gómez Miedes sobre Iayme I el
Conquistador).
Hállase la suave o la fuerte en lugar de la
aspirada alemana en tacaño (threihan).
HL, HR, -Estas
combinaciones, cuando son iniciales, ya. suprimen en su tránsito al
castellano la aspiración, sin compensación ninguna ya la
transforman en la aspirada labial f, ya, en fin, se separa el grupo
por la inserción de una vocal (a, e), la cual hace desaparecer la h.
Ejemplos: HL: flanco
(hlancha, ant, alt, alem.), lote (hlauts,
gót. hloz, ant, alt, alem.), Luis (Ludovico = Ludwig, Hludowic, ant,
alt, alem.). galopar (hlaupan). - HR: arenga (arenque
= Hering, hring, ant, alt, alem.)
HT.
-Grupo medio y final; se cambia en t, a veces en it. Ejemplos:
Matilde (Mahthilt), aguaitar prov. gaita (wachten,
observar = beowachten, wahten).
P.
-1.° Esta letra, (p, ph, pf, ant, alt, alem.), salvo en las palabras
extranjeras, ocurre poco en las lenguas germánicas: su presencia en
tal sitio de las palabras, no puede, por lo tanto, ser frecuente en
castellano. Hay, sin embargo, ejemplos: pizcar (pfetzen), placa
(Plakatte,
plak, holand.), polea (pull = tirar de,
pull, saj.) La p media y final permanece intacta de ordinario.
Ejemplos: estampar (stampfen), lapo (lappa), trepar (trap, Treppe =
escalera, Treppen = escaleras, Leiter las de mano),
2: La f del alto alemán ha dejado algunos rasgos en el
castellano: mofar (mupfen), rifar (riffen, báv.), esquife (Skif,
Schiff = barco, ship en inglés),
estafa (Stapf).
B. -I .° La gótica suave, que el alto
alemán, ha elevado a la fuerte, y que las lenguas septentrionales
han reemplazado a menudo por la aspirada en el medio y al fin de las
palabras, permanece por lo común intacta en castellano. Ejemplos:
adobar (dubban), lobo (lob, Wolf = lobo
= lupus), grabar (graban). La b gótica
se suaviza también en v, muchas veces, en medio de las palabras.
2: Lo mismo que en el antiguo alto alemán, hay palabras
castellanas en las cuales la fuerte sustituye a la suave inicial:
palla (baila), palco (balco, balcón),
poltrón (Polstermöbel,
polstar, bolstar).
F. -Esta letra, ni más ni menos que la
latina, pasa al castellano, resolviéndose en una aspiración hoy
imperceptible. Ejemplos: inicial, hato (farcillo,
faza), halda (falta); media, moho (Schimmel,
muffen), cadahalso (cadalso).
VW. -1.° El signo gótico era
una v simple (griego u);
el del antiguo alto alemán una v o u dobladas, y su valor era el de
la w inglesa. El órgano vocal de los españoles no ha estado
dispuesto a conservar esta pronunciación cuando tenía muchos
diptongos o combinaciones en que ya la empleaba. Por esto adoptaron
la representación gu o g(u), en que la gutural condensa e incorpora,
por decirlo así, la aspiración flotante de la w
alemana. Esta transformación se ve principalmente en la inicial.
Ejemplos: guerra (Krieg,
Werra), Guillermo (Wilhelm), Guido (Wito), guisa (vis,
cara = wisa).
2: En medio de
palabra, la w se convierte en v o b; g sería un sonido demasiado
duro: garbo (harw-, herbe, alem. mod.), iba (iwa).
3: La
resolución de la w en ou = o, de la cual hay tantos ejemplos en la
antigüedad (griego *g, por Wandalus =
vándalo; *g, por Vopiscus), ha dejado
alguna huella en los nombres propios y patronímicos de origen
germánico. Ejemplos: Arnaldo, Bertoldo (Berthold
Brecht), Baldovinos (Alec
Baldwin).
LETRAS ÁRABES.
La
representación de las letras árabes en el castellano ofrece
bastantes analogías con la de las alemanas, si bien no puede
desconocerse que nuestra lengua se ha apropiado con fidelidad
extraordinaria el elemento arábigo, en tanto que con el sajón lo ha
hecho de un modo más mediato y remoto. A continuación señalaremos
los cambios más importantes de los sonidos árabes en el castellano.
El escaso número de palabras persas, malayas y de otras lenguas
orientales que el castellano posee, lo ha adquirido por medio del
árabe.
L, M, N, R. -Aquí encontramos hechos conocidos. La
r, por ejemplo, se convierte en l: añafil (annafir), y en d: alarido
(alarir, gritos a Alá ?).
La n inicial se convierte en m; marfil (nabfil). En el grupo mr se
intercala la b: Alhambra (Alhamra → h
→ f → Alfambra, por ejemplo la de de Teruel),
zambra (zamr).
T, D. -La representación de los diferentes
sonidos dentales es uniforme: t (*a =
árabe, no se transcribe), t con un
puntito abajo y ´t, se convierten en t; lo mismo que las variaciones
de d, se convierten en d: nosotros no tenemos el oído tan delicado
para percibir aquellas diferencias. Ejemplos: tamarindo (tamar
hendi), arrate, retama (ratam), tabique (tabiq), talismán (telsam),
tara
(tarah), matraca (matragah), alarde (alard), adarve
(addarb), almud (almod). En la media hay ejemplos de una
pronunciación más suave: algodón, almadraque, maravedí.
S,
SCH, y. -Sustituyen a la S las diversas silbantes, con variedad
empleadas. Ejemplos: sena (sana), zumaque (sommaq), azúcar
(chapurriau sucre =
sokkar), arancel (arasel), arafate (assa-fa te), azote (assant),
azucena (assusan), taza (´tassah), A la ç sustituye generalmente la
y. Ejemplos: zurrón (morral =
çorrah), alcázar (qaçr, qasar),
azòfar
(azufre, sofre ? =
aççofr ), alcance (alqanaç). Sch se halla sustituida por x = j.
Ejemplos: jaqueca (schqiqah), jarabe (sirup,
sirope = scharab), ojalá (enscha
allah). También se trueca en ch: achaque (as-chaki), y en las
silbantes puras c o s; albricia (albascharah), sorbete (schorb). La
paladial suave g se convierte en j: jaez (gahar), jarra (garrafa
= garrah), alforja (alchorg). En ch
alguna vez: Elche (Elig =
Elg).
La y, salvo raras excepciones, permanece en castellano:
azafrán (chapurriau safrá =
zafaran), zarco (zaraq), azogue (mercurio
? = azzaibaq). Alguna vez se convierte
la y en s o g: carmesí (quermazi), girafa (zarrafah).
K, G.
-Entre k y que, el castellano no hace ninguna diferencia,
convirtiendo ambas en c gutural. Lo más importante es que la k, la
g, y la que, delante de las vocales suaves, permanecen siempre
guturales: Guadalquivir (Vadalkebir). La gutural suave ain, deja
algún rasgo en la pronunciación
castellana, o se contiene en la
y o en la j: alarde (alard o alñard), arroba (arroba), atalaya
(talaah), jazmín (jasamun).
CH, H. -Se atribuye
ordinariamente a la ch el valor de la j. Nuestra lengua hubiera
podido apropiarse fácilmente la letra árabe; pero en realidad no
está reemplazada por la j, sino por la f = h, como sucede respecto
del latín. La pronunciación de la ch árabe y de la j española, no
eran la misma. Y esta contradicción aparente se explica muy bien por
la observación recientemente hecha de que nuestra aspirada gutural
tenía en su origen el valor de una paladial, y, por consiguiente, no
podía expresar la gutural árabe. Ejemplos: alfanje (alchangar),
almohada (almechaddah).
-La h, que equivale a la ch suave, sufre
la misma modificación que la h. Ejemplos: forro (´horr), almohaza
(almehassah), zahareño (çahra), aljófar (al-gauhar), café
(qakuah). Otras veces la aspirada árabe se sustituye por la fuerte o
por la suave, o también desaparece: alcachofa (la
carchofa =
al-charschufa), garrobo, algarrobo
(garrofa, garrofé =
charrub), alazán (alhaçan).
B, F, V. -La B árabe pasa a la
fuerte en muchas palabras: julepe (golab); otras veces subsiste:
jarabe (scharab). -La f subsiste en castellano, no debilitándose en
h: fardo (fard), faro (farah), alférez (alfares), añafil, azafate,
azafrán, azufaifa, azufaifo
(azzofaizaf), cafre (kafir), calafatear (qalafa), cenefa (sanifah),
cifra (çifr), garrafa, girafa,
marfil; alhóndiga (alfondoq) es una excepción de la regla. La
semivocal v, como la w alemana, se convierte en gu: alguacil (vazir),
Guadiana (Vadiana), Guadalaviar (Vadelabiar), Guadalupe, Guadalope
río que pasa porAlcañiz: Alqannit
(Vadelub).
LETRAS ESPAÑOLAS.
VOCALES SENCILLAS.
Son a, e, i = y, o, u, y no ofrecen ninguna dificultad, así
bajo el punto de vista fonético, como bajo el etimológico.
Hállase a menudo antepuesta: 1 .° Por motivo de eufonía
delante de y, como en ayantar (jentare), ayer (heri), ayuncar, arc.;
ayuso, id. 2: Delante de muchos sustantivos, donde recuerda el
artículo árabe, como en abedul (bétula), alerce (larix), arruga
(ruga), avispa (vespa), azufre (sulphur). 3: En muchos verbos, donde
no tiene el sentido de la partícula ad: aconsejar, amenazar,
arrepentirse, atajar. -A substituye a la c en regalar (regelare),
sarga (serica), sarta (serta), yantar, arc. (jentare).
- Procede
de ei o ai alemana en gala (geil?).
E
Se deriva: I
.°, de a -i, sobre todo en los casos donde este grupo se convierte
en ie en italiano y francés, por ejemplo: caballero, enero
(jannuarius), primero, beso, lego (laicus), hecho, plegue (placeas),
quepo (capio), sepa (sapiat), madeja (mataxa). -Esta e es frecuente
en las escrituras antiguas: sendero (semitarius), mercatero, freznedo
(fraxinetum), año 780; 2:, de o -u por intermedio de ue, como en
fleco (floccus), frente (fron en
chapurriau -frons), culebra (colúbra),
flueco, fruente, culnebra, arcaicos.
I, Y
La segunda no
se emplea como vocal más que en la conjunción copulativa y en
algunos diptongos. También en las voces griegas, como cielo, lira,
ha cedido su puesto a la i. Los antiguos empleaban ambos signos
promiscuamente, sin regla alguna, usando con frecuencia la y en la
inicial: ygual
(aquare), ynojo (hinojo,
foeniculum,
geniculum, fonoll, fenollo en
chapurriau), ynfierno, yvierno, yr,
ayna, syn, fyncó.
Algunas veces proviene de e
o i: mío. -Existe un ie arcaico por i,
particularmente usado en el sufijo illo; por ejemplo: anyello (anillo
o agnus = corderito ?), castiello,
poquiello, flumenciello.
O
Procede: I .°, de la o
breve, como en coma, cólera, coro, modo, odio, ópera, rosa,
estómago;
2: del diptongo au, como en o, cosa, oro, poco, pobre,
tesoro, gota (gauta), clavo (clau = clavius); 3:, de la u o y en
posición, como en boca, toca, pollo, bona, corro, colmo, tronco,
onda, sordo, tordo, torno, torso (thyrsus), mosca; -4.°, de al, como
en coz (calsigada,
cossa en ch. =
calx), otro (atre en chapurriau =
alter).
U
Procede de u larga en duro, rústico; y de
o breve o de u, en tundir, cruz, escucho. En los perfectos, como hube
(habui = haubi, por atracción), plugo (si
us plau en catalán = placuit), supe
(sapui), está condensada de au. En los diptongos tiene muchas veces
una procedencia de consonante.
DIPTONGOS.
En el
estudio sobre ortografía castellana que precede al Diccionario de la
Academia española (1726) se admiten los siguientes:
ae, ai, ao,
au; ea, ei, eo, eu; iu; oe, oi, ou, ui; ea; ia, ie, io, iu; oa; ua,
ue, uo. Ai, ei, oi finales, se escriben hoy con y, lo que pasaba
también entonces cuando eran medias.
Ejemplos: acaecer (acaescer
arc.), ay, aire, alcaide, amáis, caos,
lavaos (lavad os), pauta; ea, rey, reina, peine, seis, veinte,
visteis, aceite, beodo, deuda, feudo; luido; coetáneo, doy, soy,
sois, oigo; heroico, toisón, Souza, contino (continuo);
muy, buitre, cuidado; beato, beatitud, etérea; Diago, graciable,
gracia, gloria, nuedo,
Dios, judío, región, ocioso, viuda; coagular; cuajo, agua, muero,
vergüenza, suntuoso, arduo. Sobre muchas de estas combinaciones no
pueden proponerse sino muy dudosas reglas. Otras merecen atención
especial y pueden ser objeto de más concretas observaciones.
AU
Proviene de varias combinaciones: I°, de au latino, como en
aumentar, causa, lauro;
2°, de las sílabas ac y ag en auto
(actus), launa (láganum);
3°, de ap y ab: cautivo (captivus),
raudo (rápido,
rapidus), ausente (absens);
4°, de al: sauce (salix);
5°,
de la desaparición de una consonante latina en aún (adhuc);
6°,
de un origen francés o provenzal; ejemplos: gaucho (gauche), jaula
(garjola =
jaiole = geole).
IE
Proviene: 1.°, del latín i -e: piedad. durmiendo; 2:, del
diptongo de e breve y de ge, como en fiero, liebre, miel, viene,
cielo; pero ie empléase también a menudo por e en posición y
algunas veces por i: ciento, fiesta, tiempo, nieve. En la media se
escribe y se pronuncia y por i: yedra (hedra
= hedera), yegua (egua), yelmo (casco
= Helm, helmet
inglés), yerba (herba
en ch. hierba), yermo (chapurriau
erm = eremus), yerro (error), yerto
(hurtus), yesca (esca). El nombre Fontecubierta ofrece ya este
diptongo en una carta de 747. (Esp. Sagrada, XL, 361.)
UE
El castellano forma este sonido: 1.° De la o breve, como en
nuevo, ruego. Empléalo a menudo, sobre todo delante de ciertas
consonantes, por o en posición, como es cuello, luengo (largo),
muerte; raras veces por o larga. 2: La naturaleza da este diptongo en
otra, cuando, por causa de atracción, proviene de u -i o de o -i, en
cuyos casos corresponde al ou portugués. Así en agüero, Duero,
mastuerzo (nasturtium), sabueso (segusius), Sigüenza (Segontia),
vergüenza (vergoña en chapurriau,
verecundia), cuero (couro, port.), muero (mouro, port.) En juez
(judex, ju-iz, port), ue proviene de un síncope.
CONSONANTES.
Todos los caracteres latinos de esta índole los usa el
castellano. La moderna ortografía no ha suprimido más que las
combinaciones ch, ph, th, rh, escribiendo cristiano, filosofía,
teología, reno.
No todas las consonantes pueden estar en
nuestra lengua al fin de las palabras: jamás se encuentra ninguna
fuerte ni suave, excepto la d; rara vez la líquida m; tampoco la f,
ni la v, ni la ch paladial. Solamente permanecen la l, n, r, s, x =
j, d, y: mal, pan, mayor, más, reloj, abad, veloz. Las voces
extranjeras, cuando terminan por alguna consonante disonante al
español, al ser aceptadas por nuestra lengua, reciben ordinariamente
una e final: norte (north, inglés), este (east, inglés), duque
(duc, francés), estoque (stoch), jefe (chef). Exceptúanse los
nombres bíblicos como Judith, Nenbrod o Nembroth, Isaac, Jacob,
Caleb. Pero el castellano antiguo, por el contrario, hacía
desaparecer a menudo la vocal final, terminando las palabras en las
más diversas consonantes: cum (por
como), art, cort, englut
(engrudo), much, cab (cabe, junto a),
quisab (qui sap en chapurriau,
quién sabe), of (hube), nuef (nou en
chapurriau, nueve).
Es de notar
que el castellano no admite ninguna reduplicación de consonante,
excepto de la r, de la n en los compuestos y de la c cuando la
primera es gutural y la segunda silbante. Escríbese abad, abreviar,
boca, Baco (Bacchus), adición, bola, Apolo, Tíbulo, sumo, cepo,
Filipo (Felipe),
grueso, diese, amasar, disimular. Parnaso, Taso, meter; carro,
hierro, tierra, arrestar, arriba, correcto;
connivencia,
ennoblecer, innato, innovar, innumerable; acceder, facción, acción,
acceso, acto.
Antiguamente usábanse las dos ss, (o
ß) escribiéndose diesse, dulcíssimo,
etc. La ortografía moderna no las conserva; sí, en cambio, las dos
mm latinas, representadas por nm:
conmemorar, conmover,
enmudecer, inmoble, inmortal.
Los varios grupos de
consonantes hállanse en la inicial como en el latín: dr es el más
frecuente; gr sólo en las voces griegas; st, se, sp, puede decirse
que no son usados, pues por lo común se les antepone una e. En el
medio de las palabras las combinaciones son más numerosas. Una muda
y una líquida se encuentran en DL y DM, aunque solamente en las
enclíticas, como dad-le, dad-me; también DN: dadnos. GL, en regla,
seglar, siglo. Una muda y una silbante se hallan, sobre todo, en los
compuestos: así, DV, es, PS, BS, en adviento, máximo, cápsula,
absurdo. Una muda con una aspirada, en composición. DJ, Bjf:
adjunto, ab-jurar. Con una fuerte o una suave, CT, GD (arc. y poco
frecuente), PT.PD (arc.), BT (arc.), BD (arc.), salvo en los
compuestos: acto, esmaragda (esmeralda), óptimo, capdal (caudal),
cabtela (cautela), cobdicia (codicia), ab-dicar (abdicar). Entre las
silbantes, la s admite en pos de sí cualquier consonante, sea cual
fuere su índole: SL, SM, SN, SR, SD, SC, SG, SJ, SB, SF, etc.
(eslabón, pasmar, asno, esdrújulo, descerrajar, sesgo, desjuntar,
esbozo, esfuerzo), VL, VR = BL, BR. Hállanse una líquida con otra
líquida en las combinaciones LM, LN, LR, al-rededor; MN (no
frecuente), calumnia; NM, inmortal; NR, Enrique, honra; RL, RM, RN.
L, M, N, R
Hay que notar las dos pronunciaciones de
la r: una fuerte, la otra suave. La primera se emplea en la inicial,
aun cuando la palabra entre en composición y forme la segunda parte
de ella, y en la media, después de l, n, s, no duplicándose hoy en
la escritura: rosa, abrogar, manirroto, alrededor, honra, Israel.
Antiguamente se duplicaba el signo en medio de la palabra cuando
tenía el sonido fuerte. La lengua moderna ofrece también muchos
casos de duplicación y sonido fuerte en la media entre dos vocales:
espárrago (asparagus), marrón (masmaris), murria (muria). En los
otros casos la r se pronuncia más suave: amor, hora, virtud.
Nace
una líquida, a menudo, de otra líquida o de una letra vecina. Por
ejemplo: l nace de n en calonge, arc. (canónigo,
canonicus); de r en celebro (cerebro), arc. (cerebrum), blandir
(brandir,
francés), quilate (árabe, qirat); de d o t en cola
(cauda), madrileño (Madrid-), Isabel (Elisabeth), almuerzo (amorsá
en ch. admorsus). M viene de n inicial
en marfil (nabfil, árabe); de b y v en cáñamo (cannabis), mimbre
(vime en chapurriau,
vimen). N viene de l, por ejemplo, en encina (ilicina, ilex);
de m inicial en níspera (mespilum); media en lindo (limpio,
limpidus); a menudo también de m final. R viene de l en lirio
(lilium); de n en cofre.
L se produce por simple intercalación
en espliego (espígol en ch =
espique). También la m en embriago (ebrio,
ebriacus), lampazo (lappaceus). La intercalación de la u es muy
frecuente, sobre todo delante de las silbantes y de las dentales:
causar (quassare), ensayo (exagium), mensage (mensaje) (message,
francés), mancilla (= macilla), manzana (matiana), ponzoña (poison
inglés, potio), foenza (treccia,
italiano), alondra (alauda), rendir (reddere), cementerio
(caemeterium), mancha (macula). Delante de las guturales, enjundia
(axungia), lonja (loggia, italiano), parangón (= para-con), langosta
(llangosto en ch.
locusta), ninguno (nec-unus). La R se intercala en brújula, traste,
trueno (tonus), estrella (stella), ristra (restés).
Dos ll
sólo son iniciales y medias, jamás finales. Este signo se encuentra
ya en el poema de Mío Cid y en el poema de José (Jusef
o Yusef): Ch (como en portugués); pero
en los monumentos más antiguos se usaba la l o la l seguida de i.
La ll procede: a) De las dos ll latinas: bello, caballo,
valle. -b) De la l sencilla, alguna vez: camello. -c) De la l con i
paladial: batalla, maravilla. -d) De las combinaciones cl, gl, pl,
bl, fl, en la inicial y en la media, como llave (clau
en chapurriau, clavis), llaga (pl.),
llama (flamma), malla (mancha?,
macula), sellar (segell en catalán,
sello, sigillare), escollo (scopulus),
trillar (tribulare), sollar, arc. (suflare).
Ñ, o sea las
dos nn, estaba escrita por los antiguos, ya doble, ya sencilla sin
tilde, ya ny: de modo que se ha escrito Espanna,
Espana, Espanya y España.
Ñ proviene: a) De nn: año, gruñir. -b) De
mn: daño, doña. -c) Raras veces de n sencilla: ordeñar, nublo,
arc. y prov. (nubilum), ñudo, id, id. (nodus). -d) De n con i
paladial: España, cuño.
-e) De gn: puño. -f) De ng, como en
plañir.
T, D
La t representa frecuentemente a ct y pt:
fruto, retar. -D inicial y final, es una t suave: amado, madre,
salud. Se intercala a menudo: a) Entre l y r, n y r: valdré, tendré.
-b) Después de l seguida de vocal: celda (cella), humilde (humilis),
rebelde (rebelles), toldo (tholus), atildar (tilian, anglosajón).
-c) Después de n: péndola (pennula).
Procede: a) De x:
ansío, tasar. -b) De ns, rs, primeramente convertidas en dos ss,
luego simplificadas: mesa, mostrar, oso (ursus).
y
Su
origen es múltiple y vario. Procede:
a) De la y basca, griega,
alemana y árabe, por ejemplo: zaga, zaque, ácimo = ázimo, celo =
zelo, bautizar, zinco = cinco (zinck), azafrán, zambra, zarzal.
b)
De t y d con i paladial, por ejemplo: razón, avestruz (avis
struthio), cazar (captar,
captiare), bazo (badius).
c) En algunos casos simplemente de t y
d: mayorazgo (majoraticus), juzgo (judico).
d) De ce, ci ( = che,
chi, que, qui), por ejemplo: amenaza, zarzillo (circellus), diezmo
(décimo,
la décima parte,
decimus), arzobispo (archiep.), brazo, lazo.
e) De s: azufre,
azúcar, quizá (qui sap en chapurriau,
quisabe), y también en la desinencia es = ez de los patronímicos:
Gómez, Velázquez, así como en Cádiz (Gades), y en la desinencia
verbal zco, como en nazco, crezco.
f) De st: gozo (done
gust, fa goich, lligí en chapurriau,
gusto,
gustus), rezar (recitare).
g) De sc = sk: en zambo (scambus).
C, que
C gutural, o sea delante de a, o, u, procede:
a) De la aspirada griega o alemana: cólera, rico (richi). -b) De la
que latina delante de u: cual, cuando, cuasi = qual, quando, quasi,
arcaicos; como = quomo, arc.
C silbante, o sea delante de e,
i, tiene muchos y varios orígenes: a) De ce, ci, sce, sci: cetro
(sceptro),
ciencia (scientia),
conocer. -b) De una y extranjera: céfiro, aceite (zait, árabe,
azeytun).
-c) De che, chi, que, qui: cirujano (Chirurg
alemán, chirurgus), torcer, cinco,
acebo (grévol en ch.
: ilex
aquifolium). -d) De t con i paladial: nación, Ponce (Pontius). -e)
De s latina: cerrar (sera); de s árabe: cenefa, cifra, acicalar. -f)
De st: trance (tránsito,
transitus). -g) De sch: cédula (schedula).
-h) De ge, gi:
arcilla (argila en chapurriau,
argilla). -i) De la g italiana: celosía (gelosía).
La que
moderna, que sólo usamos delante de e, i, con u muda, procede, ya de
la que latina, ya de ca o ch latinas, como por ejemplo: quepo (cábigo
en chapurriau, capo), queso (formache
en chapurriau del fransés fromage,
caseus), quimera (chimaera). Alterna con la c gutural: delinco,
delinquir.
CH
Proviene: a) Del latín ce, ci: chinche
(cimicem).
-b) De s; chuflar, prov. (sufflare).
-c) De cl,
pl, tl, fl inicial y media: hacha (facula), cacho (catulus), trinchar
(inflare).
-d) De ct: dicho (dit en
chapurriau, dictum), lecho (llit
en ch. lectum).
-e) De pt: malacho
(male aptus).
-f) De lt: cuchillo (cultellus), mucho.
-g) Del
árabe sch: achaqne (schaka).
-h) De la ch basca: chaparra,
chacona, charro, chapela.
(Dónde está la tx de txapela ? Este
autor no la conocía).
-i) De ci,
sci italianos: facha, charlar.
-j) De la ch francesa: marchar,
marchante.
-k) De la letra suave sonora francesa: pichón
(pigeon).
-l) Coexiste con la y en chamarra = zamarra, zanco =
chanco.
-ll) Se encuentra, por último, en muchos vocablos
tomados de las lenguas autóctonas de América. También
del caló, o la lengua de los gitanos: churumbel.
X
Esta
letra ha perdido hoy casi todo su valor de antiguos tiempos, en los
cuales tenía la pronunciación especial determinada en muchos de los
números de las secciones de Ortología y de Ortografía del libro
segundo de nuestro estudio.
Hoy sólo se pronuncia como cs o
gs, es decir, lo mismo que en latín. Esta letra no se encuentra más
que en medio de las palabras, usada principalmente delante de
consonante y siempre en las partículas componentes ex y extra:
sexto, extranjero, extremo. También hay muchos casos en que se halla
entre vocales: flexible, máximo, fluxión, sexo. Asimismo se
conserva en los nombres propios, como Praxiteles, Zeuxis.
El
castellano moderno ha sustituido con j la x de todos los siguientes
vocablos que vamos a citar, en los que, ya en la inicial, ya en la
media, ya en la final, el antiguo idioma usaba de dicha letra. La x
procedía:
a) De la x latina: Xerxes (Jerges,
Gerges), Alexandro, dixo, exemplo,
exército, próximo, sustantivo.
b) Algunas veces de sc que, sin
embargo, produce y: faxo (feix en
chapurriau, fascis), pexe (peix,
piscis).
c) De ss y de s: baxo, carcax (carcasso, italiano),
xeringa (jeringa,
syrinx), Xuarez (Suárez).
d) De la sch árabe: xaqueca
(schaqiqah), oxalá (ojalá, enscha allah).
Remitimos, según
lo indicado, todas estas observaciones a la J.
G
G
suave proviene, ante todo, de su correspondiente latina, y además:
a) De la fuerte, raras veces, en la inicial, como en graso, guitarra
(*g); con frecuencia, en la media (sc = sg): fisga (fiskon, gót.),
riesgo (risco, italiano), sesgo. -b) De las aspiradas árabes o
alemanas, como en garrobo, algarrobo, algarroba (charrub) -c) De la i
paladial en ciertas formas del presente: salgo, tengo, valgo, de
salio, teneo, valeo. -d) De la w alemana: tregua (triwa); también de
la v árabe: Guadalaviar (Vadelabiar); rara vez de la v latina. -e)
De d en algunos casos extraños: gazapo (cachap,
cachapera en chapurriau, dasypus ?),
golfín (delfín,
delphinus), gragea (dragée, francés, píldora).
En el grupo gn, la g conserva el sonido gutural que le es
propio: gnomon (gnomo),
digno, signo.
Estando la g delante de e, i, sin una u
intermedia, el valor de dicha g es el de una aspirada, o sea el mismo
de la j. Véase lo que a continuación decimos.
J
Proviene:
1°, de la j latina: jamás, juego; 2°, de la i paladial: jornada,
hijo, granja (granea); 3°, de la suave g: jardín; 4°, de nc, tc,
dc: manjar, salvaje, mieje, arc. (médico), 5°, de cl, gl, tl, pl:
ojo, cuajar (coagulare), viejo, manojo (manoll,
com lo llibre de Julio Micolau de La Fresneda (fraxinus), no li diu
dingú Freixneda, manipulus); 6°, de
la g paladial árabe: jarra (garrafa,
garrah), julepe (golab). También del francés ge: jalea (gelée),
jaula (gábia,
garjola,
geóle). -Véase X.
Y
Hace, como en inglés, el oficio
de consonante. Media, es siempre consonante; final, siempre vocal.
Así sucede el caso raro y peregrino de que esta letra es vocal en el
singular de un nombre, y en el plural del mismo es consonante: buey,
rey, ley, etc.; bueyes, reyes, leyes, etc.
Proviene la y: 1°,
de la j latina: ya, mayo, Pompeyo (como
Fabra, el de la gramática del catalán
normativo); 2°, en lugar de ge, en
yelo; 3:, reemplaza a la i cuando el diptongo ie inicial se trueca en
ye: yedra (hiedra);
4°, entre dos vocales, cuando la segunda es tónica: cayó, leyeron;
5°, se intercala por eufonía después de u tónica, seguida de una
segunda vocal: arguya, contribuye, tuyo.
H
Es siempre
muda, cualquiera que sea su procedencia, por lo cual en la antigua
literatura está frecuentemente omitida. Su origen es múltiple.
Proviene: 1°, de la h latina, que la hemos conservado siempre:
haber, héroe, honor, así como de la h alemana: heraldo; 2°, de la
f latina o de su letra árabe correspondiente o alemana: haba (faba),
hoja (folium), alhóndiga (alfondoq, árabe),
halda (falt,
antiguo alto alemán), Hernando (Fernando,
Ferdinand,
Fridnand). En los monumentos literarios de la Edad Media y en las
cartas pueblas, estas voces y otras semejantes, ya se escriben con h,
ya sin ella, ya con la f originaria; 3°, de aspiradas árabes que
han pasado a la f; almohaza (alme hassah); 4°, de la v latina, con f
por intermediaria; 5°, a menudo se antepone a las vocales: henchir
(umplí, omplí en chapurriau,
implere), hinchar (unflá en ch.
inflare). Este hecho, a primera vista caprichoso, se produce:
a),
cuando una g ha desaparecido: helar (gelá
en ch.), hermano (germá en ch.),
hinojo (fonoll, fenoll en ch.).
b) hie alterna con ye en hiema,
yema; hielo, yelo; hieso, yeso (ges,
alchés, alchez en ch.); hierro, yerro
(ervum), diferente a hiero (ferrum, ferro,
fierro en chapurriau)
c) h precede
siempre al diptongo ue: Huebra (Opera), huele (fa
auló en chapurriau, olet), huérfano
(orphanus), Huesca (Osca), hueso (os), huevo (ou,
ous en chapurriau, ovum).
P, B,
F, V
P proviene de f, en golpe (colaphus).
B se confunde
frecuentemente con v y viceversa. B o v provienen:
a) De f, en
cuévano (cove, covec,
cophinus), Cristóbal o Cristóval (Christophorus).
b) De u, en
Pablo (Paulus).
c) De o, en Ibáñez o Iváñez (Ioannes, lat.;
Ivan, ruso).
d) De m, en algún caso.
F proviene, en algunos
casos, de p y b: trofeo, golfo (*g), escofina (scob).
P o B
pueden intercalarse alguna vez después de la m.
PARTE
TERCERA.
Prosodia.
Hemos estudiado la historia de las
letras en su orden descendente y ascendente. Pero las letras no
sirven más que para componer exteriormente la palabra; son el cuerpo
de ella: falta examinar lo que constituye en este cuerpo su vida y su
alma, la prosodia, la medida del tiempo, el acento que acompaña el
sonido, a fin de ver, bajo este respecto, cómo el castellano se
desenvuelve relativamente a su lengua originaria. La teoría es
sencilla: la cantidad primitiva ha perdido su fuerza; pero el acento,
en el cual reside propiamente el centro de gravedad de la palabra, se
mantiene en su sitio, y ejerce sobre la cantidad una influencia hasta
ahora desconocida. La métrica, empleada en las fechas más antiguas
de la Edad Media, descubre ya esta transformación prosódica.
Trataremos separadamente de cada una de estas dos modalidades: la
cantidad y el acento.
1. -Cantidad.
Es fácil
observar, con un oído atento, que en el castellano, como en las
demás lenguas neolatinas, hay una diferencia entre las largas y las
breves: así, la voz beato tiene una a más larga que apto; mesa, una
e más larga que esta. Por eso se oye a menudo una palabra
pronunciada de diferente manera, según que se dé menos importancia
a la duración más o menos larga de la vocal, aunque el acento esté
correctamente. He aquí las reglas generales relativas a la cantidad:
I. Es larga toda vocal acentuada delante de una consonante
sencilla, a la cual sigue una nueva vocal: la cantidad primitiva no
produce ninguna diferencia. La causa de este fenómeno, conocido
asimismo por el alemán y el griego moderno, consiste, en parte al
menos, en la desaparición o abreviación de las sílabas de
derivación y de flexión, cuya cantidad ha sido desde entonces por
las sílabas breves acentuadas, a fin de asegurar a la palabra una
cierta extensión. Por consiguiente, se pronuncia con la vocal larga
mano (manus), arena (e con una raya
encima), solo (solus), rosa (rosa, o
con una u pequeña encima), fuego (focus) humilde (humilis).
2.
La vocal acentuada en posición es breve, aunque corresponda a una
vocal latina, larga por naturaleza, como en gente (gen
o gent, gens), lardo (lardum), mente
(mens), mil (mille), narro, nupcias (nuptiae). Claro que en gente la
sílaba gen tiene menos extensión que te, pues la voz reposa sobre
la consonante n; pero las dos vocales tienen una cantidad igual, o
son, por lo menos, las dos breves, pues ligeras diferencias de
cantidad no pueden siempre ser medidas con precisión exacta aun por
el oído más atento. Así ningún español pronuncia gente de tal
suerte que la e equivalga a dos breves. Una muda con r, que ya no
está en posición en latín, hace que la vocal precedente pueda ser
pronunciada larga en castellano, como en libro (llibre
en ch. liber), piedra (pedra
en ch. petra), estupro (stuprum). La
brevedad se pierde cuando una de las consonantes (lo cual es
frecuente) se elide o resuelve en una vocal, como en auto (acto).
Al lado de la posición latina se presenta, con una acción igual
sobre la cantidad, la posición castellana: prodúcese por la caída
de una vocal o por el tránsito suave en una consonante. Ejemplos:
hombre (home en ch.
hominem, homnem), escollo (scopulus, scoplus). El hecho de que la
cantidad dependa de la posición, se comprueba en los ejemplos
visita, al lado de vista. La vocal castellana en posición puede
dilatarse en un diptongo; pero si se compara este diptongo con el que
se produce delante de una consonante sencilla, encuéntrase que el
primero responde solamente a dos breves (fuent-e), y el segundo a una
breve y una larga, es decir, a tres breves (fueg-o).
3. Las vocales átonas son breves, sin tener en
cuenta su cantidad primitiva: infinito (infinitus), natural
(naturalis), maravilla (mirabilia). Por esta razón, los diptongos se
reducen a menudo a vocales sencillas: escuchar (escoltá
y auscultá (dotó o meche) en ch.
auscultare), agosto (agost en ch.
augustus), oreja (orella, aurella en ch,
auricula). Si las sílabas átonas
preceden a las acentuadas, no es necesario que sus vocales tengan
todas una brevedad igual. Si la vocal átona está colocada después
de una sílaba acentuada, aquélla es la más breve posible, como en
bellísimo. Los diptongos, o las vocales en posición, no pueden
encontrarse en esta situación, y la larga latina está siempre
abreviada: contra, a con una raya
encima, pronúnciase contra, a con una u pequeña encima.
Estos
principios sobre la prosodia castellana, son generales asimismo a las
demás lenguas neo-latinas.
Respecto de nuestra lengua, bueno
será advertir además que la cantidad, como dice Rengifo en su Arte
poética, caps. VI y VII, se reconoce por el acento. Larga es la
sílaba que tiene el acento principal, y todas las otras sílabas son
breves. Que la sílaba sea larga, no determina, ni implica
materialmente que sea larga la vocal acentuada, porque ésta se halla
sometida a principios generales. Sobre las sílabas finales y medias,
hay que notar lo siguiente:
1° La tónica final es en
castellano aguda, pero no larga: dará, traspié, aquí, resistió,
Perú. Igualmente lo es la vocal acentuada que está delante de una
consonante final, como en oficial, cruel, sol, español, azul,
capitán, bien, jardín, león, común, mar, amor, compás, francés,
decís, Dios, Jesús, rapaz, altivez, feroz, feliz, cruz, verdad,
salud, virtud.
2° Las consonantes dobles latinas se
simplifican, según ya se ha dicho, en nuestra lengua, y esto
determina que sea larga la vocal precedente.
II. -Acento.
Conserva, por lo común, su sitio primitivo, sin que por esto
falten excepciones. Aquí nos referimos al acento agudo; el grave se
ha perdido en los dominios de la atonía. El acento es el eje de las
palabras consideradas históricamente. Con la pérdida de la cantidad
se han modificado, es verdad. las dimensiones de las sílabas,
establecidas en los fundamentos del edificio del lenguaje y que
protegen las raíces como los sufijos; con la del acento, la palabra
se hubiera convertido en otra, la lengua habría perdido
completamente su genuina índole histórica.
1.° El verbo es
la parte de la oración que con más frecuencia presenta los cambios
del acento, según se verá, en su correspondiente lagar, en el libro
II de estas notas gramaticales. Algunos verbos llevan hoy el acento
de la segunda o tercera sílaba en la primera: coopério = cubro,
in-delégo = en-
dilgo (endilgo).
2: El sufijo diminutivo
íolus toma el acento sobre la segunda vocal: filíolus (fillól
en ch.) = hijuélo.
La causa es, sin duda, que ió se presta más al diptongo que ío. El
sufijo inus, asimismo, modifica el acento: cédrínus = ce -trino
(cetrino). Por ilis e icus, ica, encuéntranse también ejemplos con
el acento en diverso sitio.
3: Delante de las mudas
acompañadas de r, el acento está algunas veces en donde se reconoce
como breve la vocal en latín. Ejemplos: alégre, culébra, entéro
(íntegro,
integrum), tiniéblas.
4.° Sin esta condición, también el
acento cambia de lugar en diferentes palabras.
Las más
importantes son las siguientes:
acebo (aquifolium), albedrío
(arbitrium), Cartagena (Carthaginem), dádiva (dativa), dios (deus),
yo (ego), hígado (feche en ch.
ficatum), héroe (heroem), impío (impius), impúdico (impudicos),
mujer (mulier, mulieris, lat. med.), patena (patina), pelícano
(pelicanus), pero (per hoc), reina (regina), rúbrica (rubrica),
sino, si no
(si non), tábano (tabanus), trébol (trébol
: tres fulles en ch. trifolium).
5.°
El acento que se encuentra en vocal distinta, está sometido a los
accidentes fónicos de las vocales acentuadas; por ejemplo: ordeno
(ordino), tinieblas (tenebrae). Sin embargo, hay muchos casos en que
la vocal permanece intacta: imagino.
6.° Las palabras
griegas empleadas por los romanos, conservan en general su
acentuación latina sometida a la cantidad. Ejemplos (sin
transcribir el griego): aviso,
amatista, iglesia, cólera, elogio, palabra, sátrapa, pasmo, tallo,
talento. Empero, hay muchas palabras que no obedecen a los principios
determinantes de la prosodia latina para seguir la acentuación
griega; lo cual no es fortuito, sino consecuencia de determinados
principios que ha mantenido particularmente el griego
de la Edad
Media. Los ejemplos de esta influencia pudieran ser muchos; he aquí
algunos: acónito, lat, aconítum),
idea, ídolo, tisana (ptisana). -El acento griego subsiste también
en muchos nombres geográficos: Ebro, *g, Epiro (*g). -Sin embargo,
hay también otras palabras, cuyo acento, a pesar de proceder
directamente del griego, ha sufrido un cambio de sitio en castellano:
espasmo, talega, cama.
La influencia más fecunda del acento
griego se manifiesta en el sufijo ia, en el cual la i, lo mismo que
en el griego ia (i + alfa)
lleva frecuentemente el acento. Ejemplos: filosofía, sophia en
Prudencio, monarquía. Igualmente en ciertos nombres geográficos en
ia. Ejemplos: Alejandría, Antioquía, y también policía (actual
política,
politia).
7.° En la acentuación de los nombres de personas
hay que observar muchas y diversas particularidades, dependientes,
más que de una regla fija, del capricho de la lengua:
estas
palabras son generalmente extrañas al elemento popular. Ejemplos:
Darío (*g, Darius), Jacobo (*g, Jacobus), Basilio (*g, Basilius),
Isidro, Isidoro. Al lado de estos nombres, que tan varia acentuación
castellana ofrecen, ya conservando, ya modificando la griega,
contrasta la regularidad de los nombres propios griegos en eus, los
cuales tienen una e acentuada: Orféo, Peleo, Teséo, Perséo. Los
nombres en on llevan el acento en esta última sílaba: Agamenón,
Gerión, Jasón. Los
nombres bíblicos, excepto los terminados en
a, como Eva, acentúan la vocal última:
Jefté, Josué, Noé,
Leví, Jericó, Esaú, Jacob, etc.
8.° Las voces de origen
alemán, cuando tienen el acento en la penúltima y terminan en una
vocal átona, conservan en castellano el acento primitivo: huésa
(hósa),
LIBRO
SEGUNDO.
FLExiÓN o ESTUDIO DE LAS FORMAS GRAMATICALES.
El
castellano, como las demás lenguas neo-latinas, ha perdido una parte
de las antiguas formas de flexión. La causa de este fenómeno radica
en cierta negligencia propia de las lenguas populares. La
pronunciación de estas formas, rigurosamente sometida a las leyes de
la cantidad. hácese difícil, e incómoda su variedad; su sonido,
como su sentido, se obscurece, y el espíritu, que tiende siempre a
la precisión, busca, en el empleo de las palabras auxiliares
apropiadas, la manera de llenar el vacío que por tal modo se ha
producido en el organismo del lenguaje. Estas palabras auxiliares,
usadas
ya aisladamente, ya como afijos, cambian de ordinario su
propia significación por una más abstracta que responde a la forma
gramatical que se han encargado de representar. En rigor, el estudio
de estas palabras no debería mezclarse con el de la flexión, de la
que son la negación: sería más propio
dejarlas para el libro
III, o sea el de la formación de las palabras, o para la sintaxis.
Mas, en realidad. separar estas palabras del libro que trata de la
flexión, sería dislocar lo que el sentimiento popular ha unido, y
establecer vacíos que no puede tolerar la Gramática de una lengua
sintética. Es, por consiguiente, razonable subordinar, en favor de
la práctica y de la claridad. la teoría, y unir inmediatamente al
estudio de las flexiones el de las palabras auxiliares.
PRIMERA
PARTE.
Declinación.
Afecta al sustantivo, al
adjetivo, al numeral y al pronombre: su oficio es señalar el género,
el número y el caso.
I. -Sustantivo.
Como compañero
casi inseparable del nombre, y precediéndole siempre, aparece el
artículo, desconocido en el latín, declinado con de y ad. Su
derivación de ille, del cual ha conservado ya la primera sílaba, ya
la segunda, es evidente. Parece que la primera sílaba del pronombre
latino, en su calidad de acentuada, hubiera debido tener la
preferencia para la formación de esta nueva parte del discurso; pero
la segunda había para ella de contener la flexión, y así se
emplean las dos. Hasta el siglo VI no hay ejemplos de la aparición
del artículo. Y no se introdujo para distinguir los casos y los
números, papel que no podría desempeñar, pues su flexión es tan
defectuosa como la de
otros nombres, sino que su empleo parecía
determinado solamente por la razón sintáctica de separar de una
manera más distinta el individuo de la especie, por lo cual se
encuentra también en las lenguas de flexión completa. Así vemos en
el mismo sentido empleado como artículo el numeral unus, para
designar una unidad determinada, lo mismo que en alemán ein y en
griego (*g, parecido a Evxc).
-Como el artículo ille es casi inseparable del sustantivo, y por
sí mismo nada expresa, le señalamos este lugar en el estudio de la
flexión del sustantivo.
1.° Cinco declinaciones, según la
antigua división, comprendía el sistema entero de la flexión del
sustantivo latino. La marca o señal de las tres primeras se ha
conservado, más o menos fielmente, en nuestra lengua; la cuarta ha
pasado a la segunda, como lo prueba el plural frutos (fruits
en ch. fructi); los nombres de
la quinta ya han pasado a la primera, como día (dies), ya han
conservado su forma, tomando puesto entre los de la tercera: fe
(fides), especie (species).
El paso de una declinación a otra, se produce
algunas veces por las tres que han subsistido. No obstante, son raros
los ejemplos de palabras cuyo cambio de declinación no ha sido
determinado por la intención de dotarles de otro género. Paso de la
tercera a la primera: neptis = nieta. De la tercera a la segunda:
codex = códex,
código. De la cuarta a la primera: nurus = nuera. Estos tránsitos
de una declinación a otra han creado gran número de heteróclitos,
porque a menudo la antigua declinación de una palabra persiste al
lado de la nueva, y muchas veces el cambio de forma ha introducido un
nuevo sentido.
2° El género puede estudiarse a la vez que
la flexión, porque va inseparablemente unido a las formas de la
declinación. En la aplicación del género no sigue el castellano al
latín con regla fija; antes, por el contrario, obran en su formación
las causas más diversas. Pueden citarse muchos ejemplos de estos
cambios: a) La terminación a de la primera declinación, ha
conservado su género. Ejemplos: el papa, el poeta, el profeta. Las
terminaciones en a son masculinas cuando designan una persona
masculina: el cura, el justicia. Palabras nuevas: el camarada, el
corneta, el guardián, el guía, el centinela, el espía, el
trompeta, el planeta, el espada. Otras modificaciones del género que
implican, en tanto que pueden reconocerse, un cambio de declinación,
son: lagarto (lacerta), madero y madera (materia), olivo (oliva,
árbol), meollo (medulla).
b) Terminación us de la segunda y
cuarta declinación. Ejemplos de masculinos convertidos en femeninos:
fruta (fructus), grada (gradus), huerta (lo hort,
la horta en ch. hortus), rama (lo
ram, la rama en ch. ramus), tumba (*g).
Todos los femeninos de esta terminación se convierten en masculinos:
abyssus, porticus; los nombres de piedras preciosas, como sapphirus
(el zafiro); los de árboles, como buxus (el
boj, lo boix en ch.), cupressus (lo
siprés en ch.), ebenus (-um), ébano,
fraxinus, laurus, pinus, platanus, de donde se derivan aviso,
pórtico, boj, ciprés, ébano, fresno, laurel (lloré
en ch.), pino (pi
en ch.), plátano (platané
en ch.). Algunos de estos vocablos,
como cupressus, laurus, platanus, eran igualmente empleados por el
latín arcaico como masculinos. Manus ha conservado su género
femenino. Pharus, cristallus, ficus (la
figa, les figues, la figuera, les figueres en chapurriau)
son hoy también masculinos; pero smaragdus (esmeralda)
es, sin embargo, femenino.
c) Terminaciones o, io. El masculino
ordo es en español orden, común. Margo igualmente: margen (marge
en ch.). Pipio y titio son masculinos:
pichón, tizón (teó, tió en ch.).
El femenino origo da el masculino origen.
d) Terminaciones er,
or, os, ur, us, oris. Carcer = cárcel, uter = odre, flos = flor,
lepus = liebre (llebre, liebre en ch.
llépure rumano). Los masculinos de la
terminación or, oris, conservan su género en español; pero hay
algunos comunes, como color (coló en ch.), claror (claró en ch.)
e) Terminaciones as, es, is, us. Masculinos: limes = límite,
crinis = crin, fustis = fuste, pulvis = polvo. Femeninos: sementis =
simiente (llaó, sementera en ch.),
potestas = potestad, callis = calle (carré
y carrera en ch.), canalis = canal,
cinis = ceniza (sendra en ch.),
finis = fin (común), grus = grúa.
f) Terminaciones us, rs.
Masculinos: dens = diente (una den, dos
dens en ch.), pons = puente (un
pon, dos pons en ch. común).
Femeninos: frons-tis = frente (lo o la
fron en ch.), gens = gente (la
gen o la chen en ch.), sors = suerte
(la sort en ch.).
Comunes: infans = infante (infán,
chiquet, sagal en ch.).
g)
Terminación x. Masculinos: cimex = chinche. Femeninos, en parte
comunes: lynx (masc. solamente en Horacio) = lince, perdix (alguna
vez masc.) = perdiz (la perdiu, lo
perdigot, la perdigana en ch.).
h)
Los neutros toman el género masculino, rara vez el femenino. A estos
últimos pertenecen cochlearium = cuchara (la
cullera, les culleres en ch.), culmen =
cumbre, legumen = legumbre (la llegum,
les llegums en ch.), lumen = lumbre (la
llum, lo foc en ch.), fel = hiel (fel
en chapurriau), mel (mel
en chapurriau, qué es mes dols que la mel? -Una figa en pel.)
= miel.
Además de estos neutros y de algunos más, se
encuentran otros que, por el paso de su forma plural a la primera
declinación, se han convertido en femeninos. Ejemplos: arma = arma,
cilia (sella en ch. selles)
= ceja, festa (festa en ch.)
= fiesta, folia (fulla, fulles en ch.)
= hoja, gaudia = joya, ligna = leña (lleña
en ch.), luminaria (llumenária
en ch.) = luminaria, opera = obra,
signa = seña (señal, siñal en ch.),
insignia = enseña, tormenta = tormenta, vela = vela, vota = boda.
Los nombres de
frutas deben también contarse entre los de esta
clase. Ejemplos:
cerasum (sirera,
sireres en ch.), fragnum (fraula
en valencià, fresa, frses en ch.),
morum, pomum, pirum, prunum (pruna en
ch. rumano, como el palinca de pruna, aguardiente de ciruela, etc),
cereza, fresa, manzana, mora, poma (manzana), pera, ciruela.
Deben añadirse a estos nombres un gran número de neutros de
adjetivos: batualia = batalla, mirabilia = maravilla, nova (nou,
nova en ch.) = nueva.
3: Acerca
del número hemos de notar que los sustantivos latinos que son
exclusiva o preferentemente usados en plural, permanecen por lo
general en el mismo número en nuestra lengua. Así, aquae (en el
sentido de aguas termales) = las aguas (les
aigues termals en ch.), braccae =
bragas (les bragues en ch.),
exequiae = exequias, nuptiae = nupcias, sponsalia = esponsales,
tenebrae (la tenebra, les tenebres en
ch.) = tinieblas. Hay además muchas
palabras nuevas de igual índole que, por la idea que expresan, se
usan siempre en plural: albricias, entrañas, tenazas, tijeras.
4.°
Las partículas de los casos de nuestra lengua son: para el genitivo
de, para
el dativo a;
sólo el castellano antiguo apostrofa la e de de.
ARTÍCULO.
Masculino: el
|
Femenino: la
|
Neutro: lo
|
Del
|
De la
|
De lo
|
Al
|
A la
|
A lo
|
El
|
la
|
lo
|
Plural: los
|
las
|
|
De los
|
De las
|
|
A los
|
A las
|
|
Los
|
las
|
|
En ciertas circunstancias el dativo hace también la
función del acusativo. Hay que observar:
a) El artículo neutro
es una adquisición propia del castellano, y no se emplea más que
con el adjetivo abstracto elevado a la calidad de sustantivo: lo
bueno, lo grande, lo mejor, lo mío. Lo por él se encuentra en los
antiguos, particularmente en el dialecto leonés y aragonés; por
ejemplo: lo lazo, lo chico (niño); y se une a las preposiciones,
según se indicará más adelante.
b) La elisión de la
terminación femenina no ha llegado a ser común. Para evitar el
hiato cambiase la delante de a por el, sin atender al género: el
agua, el águila, el ala, el alba, el alma, el ave; plural, las
aguas, etc. Este empleo del artículo masculino, que en tiempos
antiguos tenía también lugar delante de otras vocales (el
esperanza, el hora), no es común delante de todos los femeninos que
empiezan por a. El uso de el delante de las voces femeninas, es
debido según la aplicación de Delius, Jahrb. IX, 95, a una elisión
de la a en la antigua forma ela: el águila por el ´aguila.
c)
La fusión con preposiciones, hoy desconocida, era antiguamente
usada. Ejemplos: enno (= enlo) pecado (Fuero Juzgo, XI), ennos
prelados (libro V), enna cibdat (libro I), conna obediencia (= con
la) (Berceo, sil. 119), polla rancura (=por la) (Alejandro,
1279).
Gil Vicente escribe nel,
y también naquel, naqueste. La enclisis del artículo después de
palabras de otra naturaleza, como en quandol, polvo, es una forma que
asimismo se encuentra en los viejos textos castellanos.
La
declinación no conoce en el plural ninguna otra característica que
s.
I.
Singular. Coron-a.
Plural. Coron-as.
II.
Singular. Añ-o.
Plural. Añ-os.
III.
Singular.
Cort-e, flor, jabalí.
Plural. Corte-es, flor-cs, jabalí-es.
1a declinación. -Los masculinos conservan su a en el plural:
poeta, poetas; poema, poemas.
2a declinación. -Algunas
palabras de la cuarta declinación latina ponen u por o: espíritu,
ímpetu, tribu; plural: espíritus, ímpetus, tribus. La primera,
palabra eclesiástica, ha podido ser conservada en esta forma,
gracias al latín spiritus; las otras no pertenecen al antiguo
vocabulario castellano. Uno de los primeros ejemplos del plural os
es: villa quae ab antiquis vocabatur santos medianos. (España
Sagrada, tomo XXXVII, 335, siglo IX.)
3a declinación. -a)
Comprende hoy, aparte de la terminación e, todas las terminaciones
consonantes, como ciudad. ciudades; mies, mieses; rey, reyes; y
asimismo, aunque la palabra (como dios, mal, apóstol) haya
originariamente pertenecido a la segunda (los antiguos decían dio,
plural dios; malo, apostolo). Además, las palabras extranjeras con
vocal final acentuada: albalá, albalaes;
alelí, alelíes;
biricú, biricúes.
b) Pie tiene por plural pies y no piees (arc.
piede, piedes); maravedí tiene maravedís, maravedíes, maravedises;
canapé, canapés; café, cafés.
c) El vocablo arc. res (res
mala, Berceo) tiene, en general, el acusativo singular ren.
d)
Una regla ortográfica obliga a que y pase a ces y j a ges: perdiz,
perdices; reloj, relojes.
Indeclinables. -Son las terminaciones
átonas es, is, como en lunes, hipótesis, crisis.
II. -Adjetivo.
Hay que considerar, a propósito de su
flexión, tres puntos: el género, la declinación y la comparación.
1.° Género. -La lengua latina posee adjetivos de tres y de
dos formas de género, y otros que no tienen ninguno, al menos en el
singular,
a) Los de tres formas tienen las terminaciones us, a,
um (bonus, bona, bonum); er, era, erum (liber, libera, liberum); y en
el estilo elevado er, ris, re (acer, acris, acre).
b) Los de dos formas reúnen los géneros
masculino y femenino en una sola terminación is,
y tienen para
el neutro e (brevis, breve); los sustantivos de acento móvil en tor,
femenino trix, son también empleados como adjetivos y tienen en el
plural un género neutro (victores, victricis, victricia); pero como
propiamente son sustantivos, no son susceptibles de comparación.
c)
La mayor parte de los que no tienen género (uniformes) terminan en s
o x.
El neutro del adjetivo se ha confundido, en castellano,
con el del sustantivo. Solamente cuando el adjetivo hace el oficio de
un sustantivo abstracto, permanece con el sentido latino del neutro,
como en lo bello = *g.
Las terminaciones de género en los
adjetivos castellanos, son las siguientes:
a) Las terminaciones
us, a, persisten: bueno, buena. Con éstas se han confundido er, era;
siendo de advertir que el acusativo de er, erum, es la base de la
forma masculina, de donde procede negro, tierno, otro, neutro,
nuestro. Algunos pasan a la clase de uniformes, como firme, libre,
pigre. Para la tercera clase er, eris, en la cual las dos
terminaciones concuerdan en el acusativo rem, no podía haber más
que una terminación común. Ejemplos: acre, alegre (alacrem),
campestre, célebre, pedestre, salubre, silvestre. Los adjetivos en
is no tienen más que una terminación, como breve, dulce.
b) Los
adjetivos de una sola terminación subsisten de igual modo en
castellano.
Nuestra lengua, como las demás neo-latinas,
tiene predilección por la clase del adjetivo us, a, que distingue
los géneros.
2: La declinación del adjetivo es, en latín,
semejante a la del sustantivo, y, de la misma manera, no difieren
tampoco ambas en castellano.
3: Una particularidad del
adjetivo (como del adverbio, su derivado), es la comparación. A este
efecto, el latín posee tres formas propias: para el comparativo ior,
para el superlativo imus e issimus. El castellano ha renunciado en
principio a esta comparación, reemplazándola por el conocido
procedimiento de la perífrasis. Tampoco el latín desdeñaba este
procedimiento; pero no
lo empleaba más que cuando la radical del
positivo terminaba en vocal, y entonces formaba el comparativo con
magis y el superlativo con maxime: pius, magis pius, maxime pius.
Nosotros hemos tomado por modelo esta formación perifrástica,
mediante adverbios; pero no usamos siempre las mismas palabras. Así
conservamos para el comparativo magis: más dulce. No así la forma
perifrástica latina del superlativo; pero sí, en cambio, en el
sentido absoluto subsiste la forma directa, como bellísimo, bonísimo
(boníssim en ch.
buenísimo).
Persisten en castellano algunas formas de gradación, cuyos
positivos faltaban ya en latín o se han extinguido en el tránsito
histórico o morfológico. Ejemplos: ulterior, interior, exterior,
inferior, superior, posterior.
4.° Sobre el adjetivo
castellano debe además advertirse particularmente lo que sigue:
Variable: a) Masc, o, fem, a: pur-o, pur-a; plur. : pur-os,
pur-as. Las palabras bueno, malo, santo, suprimen delante del
masculino la vocal de flexión; santo, además, su última
consonante. Así se dice buen caballo, mal hombre, San Pedro. Santo
permanece intacto en Santo Tomás, Santo Domingo, etc. Los adjetivos
numerales primero, tercero, postrero (último),
suprimen también la vocal final delante de los masculinos: primero,
intacto en los poetas y delante de los femeninos; ciento se abrevia
en cien.
b) Masculino sin señal de flexión, fem, a:
español, español-a; plural: español-es, español-as. A esta clase
puede decirse que no pertenecen más que las palabras que al mismo
tiempo son sustantivos, sobre todo nombres comunes, como alemán,
catalán, francés, burgalés, andaluz; pero encuéntranse también
nombres comunes, como tajador, alazán, holgazán; montes (montensis)
es una excepción.
Son invariables todos aquéllos en e, i, y
la mayor parte de los adjetivos propios terminados en consonante,
como fuerte, plural fuert-es; común, comun-es; ruín, ruín-es;
mejor, mejor-es; cortés, cortes-es; veloz, veloc-es. Vese aquí
también grande abreviarse en el singular: gran caballo.
COMPARACIÓN.
1.° Se expresa mediante más
colocado delante del positivo; comparativo, más fuerte; superlativo,
el (la) más fuerte. Los antiguos empleaban también plus por más:
comparativo, plus generales (Alejandro, 9); plus blanco (ib. 1.244;
Berceo, Mill. 438); plus bermejo (ib. Sil. 230).
2: A los
comparativos orgánicos no pertenecen más que los siguientes: a) Los
anormales:
bueno mejor óptimo
malo peor pésimo
grande
mayor máximo
pequeño menor mínimo
Comparativo también
más bueno; superlativo también, el mejor, el más bueno.
b) El
superlativo ísimo, érrimo, empleado solamente en sentido absoluto y
no por todos los adjetivos: durísimo, piísimo, utilísimo,
celebérrimo, misérrimo. En su formación:
a) el diptongo de la
radical vuelve a su vocal primitiva: bueno, bonísimo; fuerte,
fortísimo;
b) c truécase delante de la flexión en qu, y o c:
blanco, blanquísimo; feliz, felicísimo;
c) la final contraída
ble vuelve a tomar la vocal expulsada: amable, amabilísimo;
d)
algunas palabras restablecen también la consonante sincopada: fiel,
fidelísimo;
e) la terminación átona io se cambia en ísimo en
lugar de iísimo: recio, recísimo.
III. -Numeral.
1.°
En latín no es susceptible de flexión en todas sus modalidades. Los
números cardinales de 4 a 100 carecen de flexión; viceversa los
ordinales, distributivos, multiplicativos y proporcionales, que gozan
de la flexión ordinaria del adjetivo. Entre los cardinales (por
flexión entendemos también la designación del género), unus
solamente es flexible; duo
no lo es hoy, pero lo fué antiguamente; ambo
es declinable; ducenti, trecenti, etc. igualmente; las demás
especies siguen la declinación del adjetivo.
2: Refirámonos,
pues, particularmente al numeral castellano: uno, una. Dos carece de
género, pero existe el arcaico duas,
dues: duas naves (Alejandro, 425); duas
virtudes (Fuero Juzgo, págs. II y sig.); dues fijas (Mío Cid. 255).
Ambos, ambas. De 3 a 100 no hay flexión; pero úsase doscientos,
doscientas; trescientos, trescientas, etc. Mil carece de forma
plural; dícese dos mil, tres mil.
IV. - Pronombre.
1.°
En latín tiene, ya su flexión propia, indicada generalmente por el
genitivo ius, ya la flexión ordinaria de los adjetivos. A la clase
de los que tienen flexión propia pertenecen, sobre todo, los
pronombres personales ego, tu, sui; además ipse, hic, ille, is,
iste, qui y quis, unus, alius, ullus, nullus, alter, neuter, uter,
cuya declinación no se aparta de la del adjetivo más que en algunas
ocasiones. A la segunda clase corresponden el posesivo meus (meu
en ch.), tuus (teu en ch.), suus (seu en ch.), noster (nostre en
ch.), vester (vostre en ch.) y las demás palabras pronominales.
-No
todos estos pronombres han pasado a nuestra lengua, pues de los
citados nos faltan hic, is, uter, ullus; otros se han creado de nuevo
por composición, según veremos más adelante. Aunque debiéramos
estudiar solamente los que ofrecen en su flexión algún rasgo
particular, antiguo o moderno, es también útil mencionar los
pronombres más importantes, análogos en su total estructura al
adjetivo.
En la flexión del pronombre, el castellano ofrece
más vida que en la de las otras partes de la oración de que ya
hemos tratado. Aquí la flexión no ha ido a perderse completamente
en la forma del acusativo: no sólo el nominativo ha conservado en
gran parte sus derechos, sino que también el genitivo y el dativo
han sido utilizados, a fin de obtener una distinción más precisa de
caso, y, por consiguiente, mayor facilidad de expresión.
2:
Los pronombres personales latinos corresponden en castellano a las
formas siguientes:
Singular.
yo tú él, ella, ello
de mí de tí, de sí de él, de ella, de ello
a mí
a tí, a sí a él, a ella, a ello
mí tí, sí él,
ella, ello
Plural.
nos vos ellos, ellas
de
nos de vos, de sí de ellos, de ellas
a nos a vos, a si
a ellos, a ellas
nos vos, sí ellos, ellas
Observaciones:
1a: El acusativo no aparece más que
acompañado de una preposición; en el caso de dependencia directa
del verbo, la preposición del dativo es la que se emplea: así, amo
a tí, y no amo tí.
2a: La lengua moderna ha alargado nos y vos
en nosotros (nosotras) y vosotros (vosotras), expresiones que
antiguamente encontrábanse algunas veces, pero sin referirse a
ninguna regla determinada: lo usual era la palabra simple, que hoy
sólo tiene valor en el estilo cancilleresco.
3a: Él es apócope
del arcaico elle
o ele, el
cual también existe en la forma elli ( = egli,
italiano) (Berceo, Sil. 20). Por de el
se emplea el compuesto del,
y antiguamente della, dello.
4a: La unión con con
produce el pleonasmo arcaico conusco (nobisc.) y convusco.
PRONOMBRES PERSONALES CONJUNTIVOS.
Singular.
Dat.: me
te se le le (la) le (neut.)
Ac: me te se le la lo (neut.)
Plural.
Dat.: nos os se les les
Ac: nos os se los
(les) las
a) Vos, por la abreviada os, es forma anticuada:
non vos puet valer (Berceo, Mil. 202); preguntarvos (248); contarvos
(Duel. 28); fablarvos (Ruiz, 5). En el siglo XV empléase aún vos al
par que os.
b) Los dativos le y les acercábanse más, bajo su
forma anticuada li, lis, al latín originario illi,
illis:
dandoli (Fuero Juzgo, p.a II); pedirli (ib. IX); guardabali (Berceo,
Sil. 24; lis, ib. 25; Loor, 60).
c) El acusativo singular le por
lo (latín illum), que obedece mejor las leyes fónicas, es una forma
disimilatriz enfrente del neutro lo. Pero la lengua antigua lo
empleaba también como masculino: exienlo ver, non lo detienen,
judguestilo (Bc, Mil. 230). De este le ha salido la forma paralela
muy usada, les por los. Pero la forma la, más usada aún para el
dativo femenino le, no puede justificarse bajo ningún punto de vista
gramatical.
d) Una razón de eufonía ha determinado la regla de
que le, lo, la, les, los, las, se cambien por se
delante de las palabras enclíticas que comienzan por l: sela por
lela; selas por leslas,
e) La antigua lengua gozaba todavía de
la libertad de emplear como sufijos, al modo provenzal, con supresión
de e, o, me, te, se, le, lo: todom lo pechará, quet pudo engendrar,
ques casaren (Fuero Juzgo); nol coge, la manol va besar, qnel fará
pro Cal, e D.; fizol, dixol (Bc); librol, chol (Conde Lucanor) Hasta
el siglo XIV hállanse muchos casos. Y en el siglo XV se encuentran
también ejemplos de la tercera persona, como quel
(que lo) despoje (Juan de Mena, Coron.
43), nol pude hablar, nol dexan (Canc. gen.)
3: El posesivo
tiene dos formas; la primitiva es:
Masc.: mío, tuyo, suyo,
nuestro, vuestro, suyo.
Fem.: mía, tuya, suya,
nuestra,
vuestra, suya.
Con el plural regular. Por nuestro, vuestro,
existe la forma anticuada nueso,
vueso.
Una abreviación
sin género y sin artículo es:
mí, plural: mis; tu, plural tus;
su, plural sus.
Los antiguos empleaban to, so, plural tos,
sos (tons pares, sons pares en
chapurriau); y también, al modo
provenzal, sa
por su. (sa, san germana, sa padrina en
chapurriau).
4.°
Demostrativos. Ese
y aquese,
este y
aqueste
(las segundas formas son anticuadas), tienen la flexión siguiente:
ese esa eso
esos esas
Él se declina como el
artículo, esto es:
él, los la, las lo
Igualmente
aquel, aquella, aquello; plural: aquellos, aquellas.
Observaciones:
a) Al antiguo español elli,
corresponde aquí un nominativo y acusativo essi
(Berc. Sil. 15); y a menudo esti
(Fuero Juzgo, p. II; Berc. Mill. 20.)
b) Los antiguos empleaban
también en lugar de el,
la forma más completa ello,
por ejemplo: ello mal (F.J. 108 b); ela maldat (XIII, a); non
governaven elos poblos que los (les) eran dados (V.a); ellas cosas,
las quales, etc. (V. b)
5.° Interrogativos y relativos. Que,
sin flexión; quien, plur. quien y quienes; cual, plur. cuales, común
(neutro lo cual), con el artículo relativo; sin él, interrogativo.
Observación. -Qui (latín quis),
cuyo lugar ocupa en castellano quien,
hoy ha desaparecido (pero no en
chapurriau); pero los antiguos lo
empleaban con un valor igual al italiano chi
o che:
qui?
(Berc. Sil. 246; Mill. 108; Mili, 55); sin interrogación (Alx. 94),
el qui la face (lo qui -que la faigue en
chapurriau) (F. J. I.a, comp. 22); los
qui (Berc. Sil. 138); en qui, personal (Sil. 288, Mili. 143); neutro
(ibid. 19).
6.° Al italiano altri
(atre en chapurriau)
corresponde nuestro antiguo otri,
que se usaba así en el caso oblicuo como en el directo, por ejemplo:
dotri
(d´atre, datre, de un atre en
chapurriau) (F. J. 61.a), a otri
(10.a), por otri (31.a) El latín alius
no ha legado al castellano más que el neutro arcaico al.
Uno y sus compuestos alguno y ninguno, se abrevian en un
delante de los sustantivos. Alguien, cada, nadie, lo mismo que los
arcaicos qualque, quisque,
son comunes y carecen de plural.
SEGUNDA PARTE.
Conjugación.
I. -Relación con la conjugación
latina.
La flexión del verbo latino, si se la compara con la
de otras lenguas antiguas, particularmente con la del griego, ofrece
rasgos particulares de descomposición. El cual se ha extinguido; los
tiempos se obtienen en parte por la perífrasis; falta entre los
modos el optativo, entre las voces la media. Empero, esta parte de la
oración ofrece todavía formas ricamente desenvueltas. Nuestro
objeto principal será investigar las vicisitudes que ha
experimentado el verbo latino al pasar al dominio casllano.
I. -Activo.
Indicativo. -El presente, el perfecto y
el imperfecto se han conservado: canto, cantaba, canté. El
pluscuamperfecto existe también: cantara. (si
yo cantara en chapurriau)
Subjuntivo.
-El presente subsiste; el imperfecto se ha extinguido, así como el
perfecto. El pluscuamperfecto se conserva: cantase. (si
yo cantara en chapurriau)
Imperativo.
-Se ha conservado en el primero de sus tiempos, con una forma propia
para el plural: canta, cantad (canta,
cantéu en chapurriau).
Infinitivo.
-No ha conservado más que el presente: cantar (cantá
en chapurriau).
Gerundio.
-Existe bajo la forma de su ablativo: cantando (cantán
en chapurriau).
Supinos. -No
existen: sus funciones las hace el infinitivo.
Participios.
-Se conserva el de presente con valor de adjetivo: cantante (cantán
en ch.)
Hay que reconocer, por
lo dicho, que el verbo activo ha salido bastante completo en este
naufragio de las formas gramaticales. Sin embargo, tres tiempos, el
imperfecto de subjuntivo, el perfecto del mismo y el futuro simple
han desaparecido, por su semejanza más o menos exacta con otras
formas temporales; como cantarem,
por ejemplo, que, si no se pronunciase bien la vocal de flexión e,
podría confundirse con cantarim, cantaram, cantabo con cantabam;
audiam, futuro con audiam, presente. Estos tiempos se han reemplazado
en castellano por la perífrasis, valiéndonos del verbo haber e,
unido ya al participio, ya al infinitivo. Por este medio también
hemos ganado, desde el punto de vista de la representación exterior,
otros tiempos, además de los que la conjugación
latina nos ha
ofrecido; pero no hay necesidad de explicar cuánto ha perdido, en
cambio, el castellano por este procedimiento, en lo relativo a la
intensidad de la expresión.
a) Para varios tiempos del pasado,
se emplea habere
unido al participio pasivo; y así, por ejemplo, he cantado (es
decir, habeo cantatum, hay cantat en
chapurriau), está en lugar de cantavi;
habere se
despoja de su significación individual y sirve como
auxiliar para designar las relaciones subjetivas (personales) de la
acción expresada por el verbo al participio. Aparte la acción del
verbo, el participio no tiene otro oficio que expresar en general el
pasado, del cual el auxiliar ha tenido la función de expresar la
determinación precisa y gradual: he, había, hube cantado. Lo que
puede sorprender en este método perifrástico, es solamente el
empleo del participio pasivo; pero como habere era en su origen un
verbo activo, no podía unirse a él más que un participio pasivo.
No era desconocida o extraña al latín esta perífrasis, pues léese
en Cicerón: habeo perspectum, habeo cognitum, satis dictum habeo; y
con la adición de un régimen, habeo absolutum epos, bellum diis
indictum habuit, sinónimos de perspexi, cognovi, dixi, absolvi,
indixit.
Du Cange pone algunos ejemplos de la baja latinidad.
como postqnam eam sponsatam habuit. Aquí el verbo auxiliar aparece
ya claramente en su paso a la significación abstracta; pero posee
todavía su fuerza activa rigiendo acusativo. Propiamente hay en esta
clase de perífrasis una elipsis: habeo absolutum epos, debería ser
explicado por habeo a me absolutum epos, si fuera precisa alguna
explicación para un fenómeno tan natural como el uso abstracto de
la idea fundamental de habere.
b) Empléase también el verbo
habere para la perífrasis del futuro. Conforme a la fórmula del
pasado, se hubiera podido escoger el futuro del participio pasivo;
pero la sintaxis latina brindaba con un medio y ejemplo más práctico
en el infinitivo unido a habere. Esta construcción, conocida también
del griego, era tal vez más propia de la lengua popular que de la
lengua erudita. Du Cange consigna varios ejemplos de esta naturaleza,
tomados del latín de la Edad Media. La fórmula habeo audire, vino a
ser exactamente habeo audiendum o habeo quod audiam. Desde el punto
de vista de la forma no hay aquí más que la renovación de un
procedimiento, notado a menudo en la historia de las lenguas: después
de haberse convertido el verbo auxiliar en una simple palabra formal,
se aglutina poco a poco como un sufijo con el infinitivo, y acaba por
formar un solo cuerpo que, bajo el aspecto de un tiempo simple,
reemplaza al futuro latino, producido en parte por una construcción
análoga. Amabo de ama -fuio; amaré de amar -he, amar -te -he. Por
el mismo método creóse con habebam un segundo tiempo que, por su
sentido, corresponde al imperfecto del subjuntivo latino. Esta
combinación fundióse asimismo en una forma única, bien que no se
reconoce con igual claridad que la anterior: cantar-ía (cantaría).
Además de la desaparición de varios tiempos latinos,
reconstruidos mediante el nuevo indicado procedimiento, falta todavía
que mencionar el cambio de sentido, esto es, el paso de una forma de
tiempo o de modo a otra. La causa de esta importante modificación
reside sobre todo en el hecho de que muchos tiempos, por la
inevitable usurpación del método perifrástico, tenían doble
existencia bajo la forma sintética y bajo la forma analítica; y
esta última, en virtud de su mayor claridad material, gozó de
preponderancia y anuló una parte de los tiempos simples.
a) El
imperfecto de subjuntivo, en razón de su flexión menos expresiva,
pareció no poder ser empleado, según se ha observado ya: el lugar
de este tiempo fué ocupado entonces por el pluscuamperfecto del
mismo modo, suplantado a la vez por su concurrente perifrástico:
cantassem (si nosalres cantessim en
català), equivalió a cantarem
(si natros o natres cantarem en chapurriau).
b)
El pluscuamperfecto de indicativo subsiste en nuestra lengua, pero
con una significación indecisa: en castellano antiguo hacía
paralelamente su oficio con el imperfecto de subjuntivo; en
castellano moderno hace exclusivamente el oficio de este segundo: la
significación yo había amado,
ha pasado a la de yo amaría.
c) El futuro anterior ha sido empleado como un futuro de
subjuntivo.
d) Si entre los compuestos con habere,
el presente cantare habeo
expresaba el sentido de yo
tengo la intención de cantar,
el imperfecto hubiera lógicamente debido de tomar el de yo tenía la
intención de cantar; pero el uso proclamó el sentido yo tendré la
intención de cantar. No hay completo acuerdo sobre el nombre de este
nuevo tiempo. Más comúnmente lo llamamos futuro imperfecto: en
efecto, responde en su significación a la forma latina cantaturus
essem, que consiste en un futuro y en
un imperfecto. Llamámoslo también condicional, por el papel que
desempeña en la frase condicional.
e) Al gerundio se le ha
atribuido el oficio de participio presente, lo que significa la
pérdida de
este último.
Cuadro comparado de los tiempos
y modos simples y compuestos de la conjugación latina y castellana.
SIMPLES.
Latín Castellano Chapurriau
Canto
canto canto
Cantabam cantaba cantaba
Cantavi
canté vach cantá
Cantaram cantara cantara
Cantabo,
Cantaro cantare cantara ?
Cantem,
Cantarem cante canta
Cantarim, Cantassem cantase cantara
Canta
canta canta
Cantare cantar cantá
Cantando
cantando cantán
Cantans cantante cantán
Cantatus
cantado cantat, cantada
COMPUESTOS.
Latín Castellano Chapurriau
Cantare
habeo cantaré cantaré
Cantare
habebam cantaría cantaría
Cantare habui ?
Procedimientos
formales.
1.° En la flexión personal, los sonidos están
sometidos a la misma ley y a las mismas permutaciones que se observan
también fuera de la flexión. Vamos a resumir rápidamente estos
casos, apoyándolos en algunos ejemplos del latín vulgar. El
procedimiento de la vocal a es sumamente variable y no puede todavía
ser aquí explicado. I, cuando no desaparece, cámbiase en e:
cantades, arc. (cantatis), sientes (sentís): algunas veces permanece
intacta. U pasa comúnmente a o; tememos (timemus), cantaron
(cantarunt). Cartas e inscripciones de los primeros siglos testifican
este cambio de la i y u átonas. Las consonantes de flexión son: m,
s, t, n. La m final desaparece en la conjugación como en la
declinación. En el mismo latín: attinge, recipie (atingam,
recipiam, en Festo). La s conservámosla en la segunda persona de los
dos números: cantas, cantáis (cantas, cantatis).
Igualmente en la primera persona del plural:
cantamos. T final desaparece: cantaba (cantabat). La n se conserva o
no desaparece más que en las formas secundarias.
2: El
castellano no ha conservado estrictamente el acento primitivo. Los
puntos siguientes son los más importantes:
a) Si en el presente
latino el acento está sobre la antepenúltima, adelanta en
castellano a la siguiente. b) La primera y la segunda persona plural
del presente de indicativo, acentúan siempre la vocal de flexión,
aunque sea breve en latín.
c) La primera persona plural del
perfecto de indicativo adelanta el acento latino de la antepenúltima
a la penúltima sílaba: hicimos (fecimus, vam
fé en chapurriau).
d) La primera y
la segunda personas plural del imperfecto de subjuntivo
(pluscuamperfecto latino), colocan el acento latino una sílaba
atrás: cantásemos, cantáseis (cantavissemus, cantavissetis),
si natros o natres cantárem, si vatros
o vatres cantáreu en chapurriau.
3:
Extraña a la gramática latina y admitida en la castellana es la
diptongación de la vocal radical, cuando es e, o; rara vez cuando es
i, u. Prodúcese según las reglas generales expuestas en la
fonética. -La apofonía, de la que ya en latín hay ejemplos, ha
hecho importantes progresos en castellano, -La atracción ha influido
aunque menos, sobre la flexión del verbo.
2. -Pasiva.
La
flexión de esta voz ha perecido: sólo el participio perfecto
(porque el de futuro ha pasado completamente a la clase de adjetivos)
se ha conservado. Este se emplea (aunque sirve de compensación a
diferentes tiempos activos) para formar también, con la ayuda del
verbo esse,
la pasiva toda entera. La lengua latina ha producido esta perífrasis,
porque de la misma manera reemplazaba los tiempos del pasado. El
verbo auxiliar está destinado a expresar por su forma la persona, el
número, el tiempo y el modo; el participio da la idea, pero mantiene
(lo cual no sucede en la voz activa) sus derechos como adjetivo, esto
es, que cuenta con género, número y caso (nominativo).
Además
del verbo esse (sé en chapurriau),
es empleado de la misma manera para esta perífrasis de la voz
pasiva, el verbo stare (está en
chapurriau).
Si el pasivo se ha
extinguido, el deponente no ha tenido mejor suerte. Hay muchos verbos
deponentes castellanos, pero tienen siempre la forma activa.
3.
-Modos de flexión.
1° Flexión débil. -Las tres
conjugaciones con los infinitivos arc. ere, ire, se encuentran en
castellano. La conjugación en A es la primera; la conjugación en E
la segunda; la conjugación en I la tercera. -Sobre los diversos
tiempos, debe observarse lo siguiente:
I .° El presente
impide en general la regularidad hasta suprimir completamente las
vocales características e, i (ind. eo, io; subjuntivo, eam, iam):
temo, tema (timeo, timeam); siento, sienta (sentio, sentiam). Estas
vocales, no obstante, han subsistido en algunos verbos débiles, y
constituyen una pequeña desviación del paradigma.
2: El
imperfecto de la segunda conjugación sigue la forma de la tercera
(latín cuarta), iebam: hubiera podido estar representada por ieva,
iea; sin embargo, iva o ia, que ha adoptado el uso, no es peor que la
contracción ibam, como en audibam, nutribam, scibam, servibam,
vestibam y otras.
3: La flexión del perfecto avi, evi, ivi, ha
sufrido absolutamente la síncopa o desaparición de la v, lo cual no
se produce en latín más que en la segunda persona del singular y en
la segunda y tercera persona del plural de la primera y de la segunda
conjugación, y en todo el perfecto de la tercera: amé, amaste;
sentí, sentiste.
4.° El participio de la primera y de la
cuarta latinas atus, itus, fué fielmente reproducido por ato, ito, y
las formas correspondientes. Y ¿cómo el de la segunda, que exige
una vocal larga, ha sido representado? Regularmente debiera haber
sido por eto; pero la lengua madre no ofrecía más que
pocos
ejemplos con etus, y hasta éstos se habían perdido, pasando a la
conjugación en I. Por consiguiente, adoptóse la terminación utus,
contraída de uitos,
a la cual habíase acostumbrado el oído por un número considerable
de ejemplos (argutus, consputns, consutus, dilutus, imbutus, indutus,
minutus, secutus, solutus, statutus, tributus), aunque la vocal está
en contradicción con
la del perfecto. En la baja latinidad
aparece espontáneamente aplicada a los verbos nuevos: incenduta,
pendutus, forbattutus, decerumtum, sterumtus, stratus, reddutus. Pero
nuestra lengua, cuando ya se hubo formado, renunció al participio en
udo (no así el chapurriau, udo -ut:
batut, batido, futut, jodido, mereixcut, merecido, abatut, abatido,
etc), y escogió, como para el
perfecto, la forma de la tercera conjugación: ido.
Muchos verbos latinos, al pasar al castellano, han cambiado
una conjugación débil por otra: lat. cambire, cast. cambiar. No es
siempre seguro que un nombre haya servido de intermedio, aunque
sucede muchas veces, pues en el citado ejemplo tenemos hoy el
sustantivo cambio, bajo lat. cambium.
2: -Flexión fuerte.
Es menester, ante todo, consignar que esta flexión ha
sufrido considerables variaciones, ya por su mezcla o composición
con la flexión débil, ya por su paso a ésta.
-1°: La
conjugación mixta había ya entrado profundamente en la lengua
latina, donde muchos verbos fuertes formaban ciertos tiempos según
la primera, la segunda y la cuarta conjugación. Esta transformación
ha ejercido gran influencia sobre el castellano. Notemos los puntos
siguientes:
a) La mezcla con la primera conjugación no es
grandemente usada en latín: prodúcese en los infinitivos crepare,
cubare, fricare, juvare, lavare, plicare, secare, sonare, tonare,
vetare. En
castellano la forma fuerte fué sencillamente reemplazada por la
débil: soné, sonado. Es verdad que algunos de estos verbos poseen
en latín una forma débil al lado de una fuerte.
b) La mezcla
con las formas de la segunda conjugación es muy frecuente, de modo
que el perfecto y el supino siguen la flexión fuerte, el presente y
el infinitivo la débil; sin embargo, muchas formas secundarias de
los dos últimos tiempos establecen la existencia primitiva de una
flexión fuerte: así, al lado de ferveo fervere, frendeo frendere,
fulgeo fulgere, oleo olere, strideo stridere, tergeo tergere,
hállanse fervo fervere, frendo frendere, etc.; compuesto de ridere
irridere puede tener una e breve, y tondo por tondeo, que se
encuentra en las inscripciones, parece, por lo menos, haber sido voz
popular. En castellano los verbos de esta clase no tienen la forma
con e breve.
c) Aperire, fulcire, salire, sentire, sepelire,
venire, vincire y otros, ofrecen la mezcla con la cuarta.
2:
La transformación de la forma fuerte en débil, se producía ya en
latín, aunque no pueden citarse muchos ejemplos; pero en castellano
esta reforma, unida a la necesidad de la unificación de las
flexiones, toma una extensión poco común, pues nuestra habla se
opone abiertamente a la flexión fuerte.
a) Un corto número de
verbos han pasado solamente a la primera conjugación: consumar de
consumere; mear (mingitar)
de mejere; menguar de minuere, minvere
(minvá, menguá en ch.).
b)
El paso a la tercera (castellana), que estaba más próxima de la
segunda, es de mucha importancia. Ejemplo: con e originariamente
breve, concebir, fingir, huir (fuchí o
fugí en chapurriau, fugere), morir,
parir, seguir, convertir. Es de notar que en las antiguas formas
latinas se encuentra parire por parere. Ejemplo: con e
originariamente larga, lucir.
c) Un número todavía más
considerable permanece fiel a la e del infinitivo, a pesar de que
estos verbos pertenecen a la forma débil son hoy los de la segunda
conjugación castellana.
Por esta decidida inclinación del
castellano hacia la forma débil, el paso de los verbos débiles a la
forma fuerte es un hecho apenas posible. Así, todas las nuevas
creaciones con elementos latinos o extranjeros acomodáronse a la
forma débil.
Relativamente a los tiempos primitivos de la
flexión fuerte, es menester todavía observar lo siguiente:
Infinitivo.
a) Es caso raro el de alargarse la e breve:
cadere, capere, sapere.
b) El paso de la e a i, se efectúa con
poca frecuencia en la flexión fuerte: decir (dicere).
c) Los
infinitivos con e breve (acentuados sobre la radical) están
sometidos a una fuerte contracción: la última consonante del
radical se sincopa con o sin la vocal siguiente: ver (videre). Esta
contracción o síncopa afecta también a los tiempos compuestos con
el infinitivo.
En el presente, la i o la e de derivación
(capio, facio, sapio, debeo, doleo, habeo, pereo, teneo, valeo,
video), ha dado lugar a irregularidades y a formas dobles: caigo,
pongo, traigo.
Entre las diferentes formas del perfecto, la
forma reduplicativa ha desaparecido. A conseguir tal objeto caminaba
ya el latín, que de scicidi, tetini, tetuli, hizo scidi, tenui,
tuli, y al lado de pependi, peperci, pepuli, pupugi, spopondi,
tetendi, tutudi, puso pendi, parsi, pulsi, punxi, spondi, tendi, tusi
o tunsi, según se hallan en ciertos escritores o citadas por los
gramáticos. En la lengua popular, los últimos restos de esta
importante forma habían desaparecido, habiendo sido reemplazados de
diferentes maneras. Los otros medios de formación del perfecto
continuaron empleándose; pero el uno tomó a menudo el sitio del
otro.
a) El empleo de la s, ya en algunos gramáticos y autores
latinos, ha continuado, suplantando los otros medios de flexión en
muchos verbos. Prisciano atribuye al verbo quaeso, forma más antigua
de quaero, un perfecto quaesi, al cual, sin duda, se refiere el
castellano quise.
b) La forma con una u intercalada, está más o menos respetada y
reproducida de diferentes maneras: supe (sapui, vach
sabé en chapurriau).
El
participio ha sufrido más que el perfecto. La que más ha subsistido
ha sido la forma -sus, -ctus, -ptus.
3: De los verbos
anormales, el castellano ha conservado esse,
posse, velle, ferre, ire.
a) Esse
regula su infinitivo según la tercera conjugación latina: ser.
Como este verbo está incompleto, y la voz pasiva, que se sirve de él
para la expresión perifrástica, exige que sea completo, las formas
que le faltaban ya han sido creadas por analogía, como el gerundio
essendo,
el participio presente essente;
ya se han tomado de otros verbos, como el participio pasado stato
de stare.
Además de este verbo, sedere y fieri han debido llenar el vacío de
las formas que faltaban al latín, o que se habían perdido después.
b) Posse no ha formado un infinitivo possere (pugué,
podé en ch.) o poder, como essere o
ser de esse: lo ha derivado de nuevo de la sílaba pot,
contenida en potest, etc, a saber: potere, italiano, y poder,
castellano; el imperfecto poteram ha pasado, con otros tiempos, a la
terminación de la segunda conjugación (poteva, italiano; podía,
castellano). El gerundio y el participio de presente han sido creados
según el modelo de la segunda conjugación.
c) Velle fué
igualmente asimilado a la segunda. Sólo las antiguas formas
castellanas si-vuel-qual,
si-vuel-quando, si-vuel-que, permiten
suponer una remota existencia en nuestra lengua de este verbo, que
hoy nos falta completamente.
d) Ferre no se encuentra más que en
los compuestos y ha pasado a la tercera conjugación: preferir,
e)
Ire, en su calidad de palabra poco expresiva, ha perdido la mayor
parte de sus tiempos: la idea está expresada por un verbo nuevo:
andar, aunque este verbo tiene una existencia independiente con
flexión completa. Este verbo puede referirse a aditare, empleado por
Ennio, aunque esta etimología no está universalmente admitida.
CONJUGACIÓN CASTELLANA.
Flexión personal.
a) La
s se ha conservado en todas partes; pero la t final ha desaparecido.
(En el Fuero Juzgo y en el poema de Mío Cid y otros documentos
antiguos subsiste.)
b) La segunda persona plural (excepto en el
perfecto, del que se hablará más adelante), ha tenido primeramente
la terminación des por is: cantades, cantábades, cantaredes, etc.;
en fin, la d desaparece, y la e, para producir un diptongo, ha pasado
a i: cantáis (cantéu en ch,), cantabais (cantáeu o cantábeu en
ch.), cantaseis (cantáreu en ch.). Ya en el Cancionero general
encuéntranse las dos formas, una al lado de otra; el trisílabo
digades, al lado del disílabo digáis, lo cual ha durado hasta los
días de Cervantes. La antigua d ha persistido mucho tiempo en los
casos donde estaba precedida de una vocal átona. Montemayor dice,
por ejemplo: podéis, veréis y érades, íbades; Cervantes, sepáis,
echéis y seríades, durmiéredes. Calderón no ofrece ningún
ejemplo de D. Al par de eredes, los antiguos pronunciaban también
erdes: fezierdes, dierdes (Berceo, Ruiz); pudierdes todavía en
Garcilaso; en lugar de eis también es: valés, tenés, sabrés, en
el Cancionero general (y común en
Argentina).
c) Al lado de ia, ie,
estaban antiguamente autorizados cantíe, cantaríe (cantaríe
en ch.), habríe (hauríe
y ñauríe en ch.), perderíemos
(pedríem o perdríem en ch.),
veríedes (voríes, voríeu en ch.),
sentíen (sentíen en ch.).
d) Casi es obvio consignar que los antiguos dejaban caer a su
grado la vocal final e, como en fues, matest, parist, exient, en toda
especie de palabras.
e) El cambio del acento es un fenómeno muy
frecuente: excepto en el presente y en el perfecto fuerte, en los
cuales la acentuación de la primera y segunda persona plural es la
misma que la de la primera singular: de ahí, cantaba, cantábamos,
cantábais, cantára, cantáramos, cantárais, cantáse, cantásemos,
cantáseis (chapurriau cantaba, cantábem
o cantáem, cantára, cantárem, cantáreu, cantáre, cantárem,
cantáreu). Lo mismo sucede en las más
antiguas obras poéticas, pues no se descubre en ellas ningún rasgo
del acento primitivo.
El infinitivo termina, por apócope de
la e, en ar, er, ir.
El futuro del indicativo y el
condicional en ría, toleraban antiguamente la separación de la
flexión, mediante un pronombre intercalado, y de esta manera vuelven
a su primitivo estado, al cual deben su existencia: decir
te han, haber los hemos; en el poema
del Cid: dar le ien, fer lo yen, los cuales son sinónimos de te
decir han, les habremos (los
haurém en ch.), le daríen (li daríuen
o li donaríen en ch.), lo faríen (lo o
li faríen en ch.).
Acerca del
presente de los tres modos ocurre observar lo siguiente:
a) La
formación de diptongos es frecuentísima, pero se produce según
reglas inciertas. De e y o breves latinas provienen ie y ue, pero al
mismo tiempo de i y u. El diptongo se produce más seguramente cuando
la e o la o se encuentran delante de l, m, n, r, s, que hacen
posición
con otra consonante.
b) El acento reposa siempre en el singular y en
la tercera persona plural sobre la penúltima sílaba: imagino,
determino, notifico, suplico, articulo, animo, imagine, etc.;
imperativo, imagina. Para colocar bien el acento, es preciso saber
ciertamente cuál es la antepenúltima sílaba, lo cual sólo puede
ser dudoso cuando la flexión está precedida de una vocal, porque
entonces ésta puede formar un diptongo con la vocal de flexión.
Pronunciase desafío, envío; pero también agravio, apremio, limpio.
Solamente por una síncopa presérvase la acentuación correcta:
cargo (cárrico), colgo (colloco), curto (cóutero), huelgo
(fóllico). El plural del imperativo no se confunde con la persona
correspondiente del presente de indicativo; tiene su forma propia:
cantad, haced, distínguese de cantáis, hacéis. Cantade, por
cantad. que se encuentra en los antiguos, sobre todo en el poema de
Alfonso XI, se acerca al portugués cantai. En habere, esse, sapere
(sábre o sabé en chapurriau),
el imperativo, tomado del subjuntivo, nos es desconocido en
castellano.
En el imperfecto, la b no se conserva más que
después de a: de ebam, ibam, se ha hecho ia; en la antigua lengua
también ie: avie, avien.
El perfecto diptonga en la segunda
persona plural es en eis: cantásteis, hicísteis; antiguamente
cantastes, hicistes. Este eis no resulta, pues, de edes: cantástedes
supondría en latín cantavistitis.
Es una formación por
analogía con la terminación general -is, y no ha sido introducida
más que cuando se han contraído las sílabas átonas edes en eis.
El pluscuamperfecto primitivo (cantara) no se emplea hoy más
que en el sentido condicional; pero antiguamente se usaba en
significación primitiva.
Futuro de subjuntivo. Su flexión
en la primera conjugación es arc. ares, arc. áremos, áreis, aren.
Pero antiguamente la primera persona terminaba a menudo en o en lugar
de e, y esta terminación testifica en favor de su origen del futuro
anterior latino, con cuyas funciones nuestro futuro tiene estrechas
relaciones. Ejemplos con o: tornaro, podiero, fuero, fallesciero,
sopiero (todos de
Berceo). El poema del Cid emplea sin vocal:
visquier, dixier, mandar.
El participio presente no está en
uso: alguna vez, aunque rara, se encuentra en los antiguos.
Final
de la radical. -Reglas ortográficas:
a) Para conservar la
pronunciación gutural, c y g antes de e pasan siempre a qu, gu,
toco, toque, pago, pague.
b) Para favorecer la aspiración, g se
cambia delante de a, o en j: coger, cojo, coja; fingir, finjo, finja.
c) Para convertir en muda, delante de a y o, la u de qu, que lo es
delante de e, i, cámbiase qu en c: delinquir, delinque, delinco,
delinca.
d) Delante de e, i, la y se cambia en c: fuerzo, fuerce.
e) Entre dos vocales se escribe siempre y por i: caer, cayó,
cayeron, poseer, poseyere, huir, huyo.
La enclisis del
pronombre personal modifica muchas veces la forma del verbo, a saber:
a) La r del infinitivo se asimila a la l siguiente: amalla,
hacello, sentillo (arcaico y poético), por amarla, etc.
b) En el
plural del imperativo, la d desaparece delante de os (por vos):
alegraos por alegrados; arrepentíos por arrepentidos; cambia de
lugar la d con la l, apoyándose en ésta: amaldo, haceldo (arcaico),
por amadlo, hacedlo.
c) En la primera persona del plural del
presente de subjuntivo, la s desaparece delante de nos: alegrémonos
por alegrémosnos.
Los verbos auxiliares son haber y ser: en lugar de haber
admítese, con ciertas restricciones, tener. Haber sirve para la
perífrasis de los otros dos, y, por consiguiente, de todos los demás
verbos.
1.° Haber. Formas arcaicas: aves, ave, aven, por
has, ha, han; habemos por hemos; hobi, hobo, por hube, hubo. En el
poema del Cid también off.
Forma moderna (Véase la última edición de la Gramática de
la Academia Española).
2° Ser. Forma moderna (Véase la
Gramática de la Academia).
Observaciones: a) Debe observarse
la palabra especialmente española eres por es, sois (estis). Formas
arcaicas: so = soy, sodes = sois, fust = fuiste, fo = fué; también
foron, fos y otras análogas, b) Al lado de fui había todavía un
segundo perfecto, sovi, sovist, sovo, suvo, sovieron, sovioron,
soviesse, soviessen, (Berceo; Poema de Alexandro.)
c) Esse ss ha
mezclado, no con stare, sino evidentemente con sedere, lo cual
prueba: 1.°, el sentido de ser, que algunas veces se confunde
todavía con el de sedere, como en el poema de Mío Cid, sed en
vuestro escaño; 2:, la forma: ¿por qué esser se habrá abreviado
en ser? Ser ha existido más bien antiguamente bajo la forma de seer
(disílabo), y refiérese a sedere,
como ver, veer, arc. a videre; la d latina persistía todavía sin
que el verbo tenga por esto necesariamente el sentido de sentarse.
Ejemplos: Ya más alegre seyo (Apol.); seo bien pagado (Bc.); en
la su merced seo (Sil.); siedes (Bc.); que de linaje sedes (Apol.);
sieden (Bc.); sedia (Alex.); sedie (P. C, Be, Alexandro); sedien (P.
C); seian (Alex.); seyendo (F. J.); seyer (Apol.) El perfecto sovo,
acabado de citar, pertenece a sedere, y no es más difícil referirlo
a sedit, que estovo a stetit, crovo a credidit. Sedere ha dado a esse
el presente de subjuntivo (seya, más tarde sea), el imperativo (soy,
sé, seed. sed), el infinitivo, el gerundio y el participio (seído,
sido): las otras formas han acabado por desaparecer.
La sinonimia
de esse y sedere se presenta de la manera más clara cuando los dos
verbos están en relación el uno con el otro, como en los versos
portugueses de Trovas e cantares, pág. 6: Todas as outras donas non
son ren contra ela, nen an ja de SEER. La doble significación de
seer ha sido causa, sin duda, de que se haya introducido, rindiéndole
su significación primitiva, la expresión estar sentado.
Véase
el cuadro de las modernas y autorizadas formas de las tres
conjugaciones en la última edición de la Gramática de la Academia
Española.
El presente diptonga en muchos verbos e en ie,
según el modelo siguiente:
Indicativo: niego, niegas, niega;
negamos, negáis, niegan. Chapurriau:
nego, negues, negue, neguem o negám, neguéu o negáu,
neguen.
Subjuntivo: niegue,
niegues, niegue; neguemos, neguéis, nieguen. Chapurriau:
nego, negos, nego, neguém, neguéu, negon.
Imperativo:
niega, negad. Chapurriau: nega,
neguéu.
La vocal radical o pasa
también al diptongo ue.
a) Los verbos que diptongan la e son:
alentar, calentar, escarmentar, cegar, decentar, cerrar, encerrar,
acortar, concertar, cimentar, acrecentar, adestrar, sosegar,
comenzar, empezar, confesar, fregar, gobernar, helar, herrar,
infernar, invernar, en-, enco-, reco-recomendar, mentar, merendar,
negar, nevar, apacentar, empedrar, pensar, despertar, plegar,
apretar, quebrar, regar, arrendar, derrengar, segar, sembrar, sentar,
asentar, serrar, temblar, tentar, aterrar, desterrar, enterrar,
atestar, tropezar, a-, re-, ventar, atravesar.
2: O (u) forma
diptongo en agorar, colar, colgar, descollar, contar, encontrar,
acordar, acostar, costar, encorvar, forzar, regoldar, degollar,
engrosar, holgar, jugar, amolar, remolcar, almorzar, mostrar,
renovar, desollar, desovar, poblar, emporcar, a-postar, probar,
aprobar, derrocar, rodar, asolar, consolar, soldar, soltar, sonar,
soñar, tostar, tronar, avergonzar, volar, volcar y revolcar.
El
perfecto canté se explica por cantavi.
Un inconveniente es la coincidencia de este tiempo con el presente en
la primera persona plural, cantamos. Hay que notar la terminación
este por aste en el poema del Cid: salveste.
Verbos aislados, a) Andar está completo; pero ha formado el
perfecto anduve, según estuve; y así, anduviese, anduviere y
anduviera. Por anduvo
se encuentra antiguamente andido
(Bc. Alex. F. J.), andidiste (P. C), andidieron (ib. 658, Bc. Alex.
F. ).) o andudo (F. J. 101 a), plural andodieron (Alex.), y también
andodiera (Cal, e Dim.)
b) Dar: presente, doy, das, da, damos,
dais, dan; sub. dé; perf. di, diste, dio, dimos, disteis, dieron;
y
así, diese, diere, diera.
c) Estar = dar, solamente el perfecto
estuve,
como hube;
y así, estuviese, estuviere (estevier, F. J. p. IV, a), estuviera.
En castellano antiguo se encuentra, además de estove,
un segundo perfecto construido sobre steti,
estido,
tercera persona (P. C. 3641, Bc. Sil. 71, Mis. 99): de ahí,
estidiere (F. J. 36.a), que es ciertamente la flexión más antigua:
también estudo = estut (Alex.); de ahí estodiera. En Berceo se
encuentran las formas correspondientes: catido de catar, entrido de
entrar; en Ruiz, demandudieres
de demandar.
Segunda conjugación.
La distinción de
la segunda y la tercera conjugación latinas está completamente
suprimida: el infinitivo no conoce más que una sola flexión = er.
El castellano, después de la caída de la segunda e, no ha debido
favorecer la final átona en r en lugar de conócer, quérer, lámer,
prefiere pronunciar conocer, querer, lamer. No se descubre ningún
rastro de la e átona, aun en las fechas más antiguas de la historia
de nuestra lengua. Los verbos son muchos: no hay necesidad de
enumerarlos, pues se puede dar fácilmente cuenta de lo que ha
quedado en la flexión fuerte; así, batir (bátre
en ch. batuere), concebir (consebí
en ch. concipere), confundir, erguir
(evigere), gemir (gemegá en ch.),
hervir (bullí, fiebre en ch.
fervere), morir, arrepentir, regir, rendir, vivir; en castellano
antiguo hay, por el contrario, todavía confonder (confóndre,
confundí en ch.), erger, morrer,
render
(Alex. Berceo).
Esta conjugación se confunde casi
absolutamente con la que sigue: y, aunque en el plural del presente
se distinguen por la vocal característica, en la tercera persona
vuelven a identificarse, porque ambas convierten el latino unt e iunt
en en:
serbent por serviunt léese ya en una carta del siglo IX. La vocal
característica persiste también en el futuro. Al principio la
segunda se distinguía
asimismo mediante el participio en utus,
que después ha sido poco a poco reemplazado por el de la tercera
ido. Lo
cual se prueba con muchos ejemplos de los antiguos textos, donde
ambas formas existen; así, abatudo (abatut
en chapurriau) (Alex.); percebudo
(persibit,
persebut en ch.) (F. J. 2.b,
Alex.); encendudo (ensés en ch.)
(F. J. 136a); cernudo (Berc. Sil. 457); defendudo (defengut
en ch.)(F. J. 13.a); metudo (embutit,
futut, ficat en ch.) (P. C, Alex. F. J.
30. b 35.a); prometudo (prometut en ch.)
(F. J, ib. X, a); connozudo (conegut en
ch.) (F. J. 34.b, 56, a); pendudo
(penjat en ch.)
(Berc); perdudo (perdut en ch.)
(ib. Alex.); prendudo (F. J. 123. b); corrompudo (corromput
en ch.) (ib. 182. b); sabudo (sabut
en ch.) (Alex.}; spendudo (F. J. 107.
b); estavlezudo (establit en ch.),
costrenudo (constreñit en ch.
constreñido en castellano) (ib. 14,
a); temudo (Alex.); entendudo (entengut,
entés en ch.) (F. J.); tenudo (ib.);
contenudo (ib. 2, a, 27.a, 104. b); atrevudo (atrebit
en ch.) (Alex. 595); vendudo (venut
en ch.) (F. J. 126, a); venzudo (vensut
en ch.) (P. C. 3656, F. J. 31.b, Berc.
Mill. 119). En la lengua moderna esta flexión se ha extinguido.
Presente. La vocal radical acentuada forma diptongo en los
verbos siguientes:
a) e en ie: encender, cerner, defender, heder
(foetere), hender (findere), perder, ascender, tender, atender,
verter;
b) o en ue: cocer, doler, llover (ploure
en ch. pluere), moler (móldre
en ch.), morder (mossegá
en ch.), mover (moure
en ch.), oler (fé
auló en ch. pres. huelo), soler,
absolver, disolver, torcer, volver, toller (arc. subj. pres. tuelga,
F. J. II. b).
Verbos aislados, a) Caer (caure
en ch. cadere); caigo, caes; caiga
(arc. cayo, caya). Valer (váldre en
ch.): valgo, vales; valga; valdré,
valdrás, etc. (pres, arc. valo, va la).
b) Los verbos en cer
precedidos de una vocal hacen el presente en zco; subjuntivo, -zca:
nacer, nazco, naces, nace, nacemos, nacéis, nacen; subj. nazcan,
etc. A esta clase pertenecen pacer
(pasturá en ch.
pascere), encarecer (incarescere), empobrecer, crecer, conocer y
muchos más.
c) Los verbos siguientes tiene un doble participio,
uno débil y otro fuerte: prender, prendido, preso; romper, rompido
(poético), roto; proveer (providere), proveído, provisto. Otros
participios fuertes, como defenso, nato, suspenso, compulso, extenso,
absorto, resuelto, convicto, han abandonado su significación verbal
y convertídose en adjetivos; la significación verbal no pertenece
más que a las formas débiles: defendido, nacido (naixcut
en ch.), etc. Los antiguos empleaban un
número considerable de estos participios fuertes; por ejemplo:
asconso (amagat en ch.
absconditus, Canc. de Baena); enceso (ensés
en ch. incensus), cocho (coctus),
contrecho (contractus), espeso (expensus, con el sentido activo en
Berceo Mill, 215).
d) Solver no tiene más que un perfecto
fuerte: suelto: acerca del verbo ver, véase la conjugación fuerte.
e) Defectivos: soler; suelo, etc. (suelgo, Cancionero de Baena);
solía, etc.; solí, etc. Yacer: yace, yacen. Sobre este último y
sobre placer, véase la flexión fuerte.
Tercera conjugación.
El castellano desconoce la unión o mezcla con las formas
incoactivas. Por lo cual, desaparece la irregularidad de la tercera
conjugación; pero encuentra su equivalencia en una modificación
particular de la vocal radical, que no sólo atañe al presente, sino
también a otros tiempos. Hay dos clases de verbos sometidos a esta
modificación:
a) El presente forma diptongo de la manera
conocida, e en ie, o en ue; pero, en las formas acentuadas sobre la
flexión, e
pasa a i o
a n, con
tal que la sílaba siguiente no contenga una i acentuada. Paradigmas:
Indicativo, presente: siento, sientes, siente, sentimos, sentís,
sienten.
Imperfecto: sentía, sentías, sentía, etc.
Perfecto:
sentí, sentiste, sintió, sentimos, sentisteis, sintieron.
Futuro:
sentiré, como también sentiría.
Subjuntivo, presente: sienta,
sientas, sienta, sintamos, sintáis, sientan.
Imperfecto:
sintiese, etc. y también sintiere, sintiera.
Imperativo: siente,
sentid.
Gerundio: sintiendo.
Participio: sentido.
Los
verbos con la vocal radical o tienen una flexión correspondiente, a
saber: dormir, duermo, duermes, duerme, dormimos, dormís, duermen;
duerma, duermas, duerma, durmamos, durmáis, duerman; dormía, etc.;
dormí, dormiste, durmió, dormimos, dormísteis, durmieron; dormiré
y dormiría; durmiese; durmiere; durmiera; duerme, dormid; durmiendo;
dormido.
Los verbos con e son: erguir (erigere), donde se escribe
ye por ie (yergo, erguimos, irguió), con-, de-, di-, inferir
(conferre, etc.), digerir, ingerir, herir (ferí
en ch. ferire), adherir (adhaerere),
hervir (fervere), mentir, arrepentir (poenitere), adquirir, inquirir
(éste y el precedente con i en la radical), discernir, sentir, ad-,
con-, contro-, di-, invertir. Los en o son dormir, morir.
b)
Aquellos verbos cuya vocal radical e proviene de una i latina, no se
distinguen de los de la primera clase más que porque tienen, también
en el presente, una i en lugar de ie; así, pido, pides, pide,
pedimos, pedís, piden; subj.: pida, pidas, pida, pidamos, pidáis,
pidan. No existen verbos correspondientes con o. Son: concebir
(concipere), ceñir (cingere), freir (fregí,
frechí, frigí, frichí en ch.
frigere), gemir (gemegá en ch.),
engreír, henchir (omplí en ch.
implere), colegir, elegir, desleír, medir (metiri), pedir (demaná,
demandare en ch. pedí no es correcte en ch.
petere), competir (competere), regir, reír (riure
en ch. ridere), rendir (reddere), reñir
(ringi), derretir (deterere), seguir, servir, constreñir
(constringere), teñir (tingere), vestir. En antiguos textos, como
por ejemplo en el libro de Calila é Dimna, extiéndese este cambio
de la vocal a diversos tiempos de la conjugación fuerte, como en
dixe, dexiste, dixo, deximos, etc.; fice, feciste; quise, quesiste.
Verbos aislados: a) Asir (apisci); azgo, ases; azga. -Oír
(sentí, escoltá, de auscultare, en ch.
audire); oigo (escoltá en ch.
oyo, arc.), oyes; oiga, oigas (ozga, F. J. 26,b; ozca, Alex. 346).
-Salir (salire); salgo, sales; subj. salga; imperativo sal (sin
e), salid; saldré.
-Exir, arc. (eixí
en ch. exire); exco (ixco,
ixes, ix, ixím o eixím, ixíu o eixíu, íxen en ch.);
subj. ygamos, iscamos (ixcám en ch.);
imp, ix (ix en chapurriau).
(Véanse los glosarios de Sánchez.)
b) Los verbos en ucir
proceden en el presente como los en cer (2a conjugación), bien que
en conducir, conduzco (conduíxco en
ch.); lucir (lluí
en ch.), luzco (lluíxco
en ch.), por ejemplo, el final sco
no existe en el latín.
c) Los verbos siguientes tienen un doble
participio: oprimir, suprimir, suprimido, oprimido, opreso;
prescribir, prescribido, prescrito; injerir (ingerere), injerido,
injerto; además existen muchos participios fuertes con un sentido de
adjetivo, como en la segunda; así, deciso, incluso, incurso,
bendito, maldito; en castellano antiguo cinto
(lo sinto, correcha en ch. = cinto,
correa) por ceñido, repiso por
repentido, tonso por tundido.
d) Tienen el participio fuerte:
abrir (obrí, aubríen ch.), abierto (ubert
en ch.); cubrir (cubrí
en ch. cubierto (cubert
en ch.); escribir (escriure
en ch.), escrito (escrit
en ch.); freir, frito (fregit,
frigit, frechit, frichit en ch.); morir
(morí en ch.),
muerto (mort, morta en ch.).
e) Defectivos. Ir se une a vadere
y esse de
la manera siguiente:
voy, vas, va, vamos (imos, arc.), vais, van;
vaya, vayas, etc.; ve, vayamos y vamos; id; iba; fui y fuese; fuere,
fuera; iré; iría; yendo; ido.
Pudrir (putí
es fé mala auló, pudó, com la put put en ch.
putiere); pudre, pudren; pudre, pudrid (imp.); podría, podrían;
podriré, etc.: podriría, etc.; podrido (podrit
en ch.), pudrido (pudrit
en ch.).
Flexión fuerte. -Está
extinguida y no quedan más que algunos restos. Los textos de los
siglos XII y XIII presentan aún ejemplos donde puede estudiarse la
decadencia progresiva de esta forma.
El infinitivo no sufre
ninguna contracción: se dice decir (dicere), hacer (fé
en ch. facere); la contracción se
presenta en el futuro: diré, haré, por deciré,
haceré.
La terminación eo, eam; io, iam del presente, comprendiendo los
verbos de conjugaciones regulares, no es sensible más que en haya
(haigue, haygue,
ñague en ch.
habeam), huyo (su(g)io), salgo (salio), tengo, valgo, vengo; asimismo
quepo, por la atracción caipo (capiam), sepa (sápiga,
sábiga, sápia, sábia en ch.) por
saipa
(sapiam), plegue por plaica (si us plau
en català, placeat). Hay formaciones
inorgánicas tales, como pongo (fico,
poso en ch.), caigo (caigo
en ch.), traigo (porto
en ch.), cual si estas palabras
hubieran sido producidas por ponio, cadio, trahio.
La. segunda y
tercera personas de singular, así como todo el plural, se atienen
rigurosamente, salvo la diptongación, a la forma del infinitivo:
así, tengo, tienes, tiene, tenemos, tenéis, tienen (ting
o tinc, tens, té, tením, teníu, ténen, ch.);
los verbos ya citados de la segunda y tercera conjugación en
-cer,
-cir, se conjugan lo mismo.
Perfecto. -a) Flexión con cambio
de la vocal radical y sufijo personal: hice, pude, vine, vide (arc.)
b) Con s, j (x): quise, puse, dije, traje (vach
volé o vóldre, vach ficá, vach di, vach portáen ch.)
y otras muchas formas que ya no se usan. En algunos casos la antigua
lengua invertía la x (es) en se: de traxit salió trasco; de vixit,
visco (yo vic o vixgo vixco a Beseit, en
ch.), y a estas últimas se unió nasco
(naixco en chapurriau), para el cual no
tiene el latín perfecto.
c) En hube (habui), plugo (placuit) y
supe (sapui), no se puede desconocer la influencia de la flexión ui:
los antiguos ponían o por u, y esta o representa el diptongo au,
producido por atracción: habui, haubi, hobe. De hube
se forma el perfecto de otros verbos auxiliares: tuve, estuve; suve o
sove (arc.) y anduve (vach caminá o aná
en ch.). Sobre igual modelo se hizo
además cupe (vach cabreen ch.),
conjugándose capio (aquí no cábigo,
sí que cápigo, no cábio, sí cápio en ch.),
capui, como sapio (sápigo, sábigo,
sábio, sápio en ch.), sapui. La forma
secundaria truxe
por traxe,
debe igualmente tener su fuente en traxni por traxi. En pude (vach
pugué o podé en ch. potni) la
atracción es dudosa, por lo cual es prudente clasificarlo en la
primera clase. La flexión de este tiempo es la siguiente:
Singular: supe, supiste, supo. (vach
sabé o sábre, vas sabé o sábre, va sabé o sábre en ch.)
Plural:
supimos, supisteis, supieron. (vam sabé
o sábre, vau sabé o sábre, van sabé o sábre en ch.)
Por
e en la prim. pers. sing. se nota aún en la antigua lengua i, que es
sin duda la forma primitiva: así, vidi, prisi, sovi, trasqui, visqui
(vach viure en ch.
cast. mod. viví). Es difícil explicar la o de la terc. pers. sing.
a no ser por una influencia de la conjugación débil, cuya o
correspondiente está además acentuada. La terc. pers. plur. se
distingue por la observación del acento latino, aunque en otros
casos, como por ejemplo en el infinitivo, seguimos camino propio. Sin
embargo, al lado de la forma corriente, se encuentra, por hicieron
(van fé en ch.),
pusieron (van ficá o posá en ch.),
traxeron (van portá en ch.
trajeron),
una forma popular: hizon, puson, trason (Vid. Mayans t. II, Oríg.
Sánchez, III, XXXVI, y Monlau, Dic, etim.) Esta forma del plural ha
salido evidentemente de la terc. persona sing. hizo, puso, traxo. -
Proceden del perfecto, el imperfecto y el futuro de subjuntivo, lo
mismo que el primer condicional: supiese, supiere, supiera. (si
yo sapiguera o sabiguera, si ell o ella sapiguere o sabiguere en
ch.)
El participio de los verbos
termina, ya por to (cho), ya por una forma débil: mencionados quedan
más arriba algunos verbos con perfecto débil, cuyo participio
termina en so
o sto
(preso, supreso, visto).
Lista de verlos castellanos antiguos
y modernos.
Primera clase.
-Perfecto con simple sufijo
personal. Facere: hacer; hago, haces; haga; haz (comp. face en
Plauto, etc.), haced, hice; haré; hecho. Formas arcaicas, en parte
contraídas son: far y fer (fé en
chapurriau, fer sin pronunciar la r final,
hacer), faz (tú fas en chapurriau,
Cal, e Dim.) y fay (fa en chapurriau,
hace) (Ruíz); femos (natros o natres
fem en ch. hacemos) (P. C); feches
(vatros o vatres feu en chapurriau,
hacéis = facitis) (ib.); fed (ib.), y fech (Berceo) (feu
en chapurriau, haced); fiz (yo
vach fé en chapurriau, hice) (Cal, e
Dim.) Satisfacer tiene el imperativo satisfazce.
-Posse: poder; puedo, puedes, puede, podemos, podéis. pueden;
pueda; pude; podré; podido. Un rasgo de la flexión débil: en
Berceo, que escribió podió
(va pugué o podé en ch.)
por pudo.
-Venire: venir, vengo, vienes; venga; von, venid; vine, viniste,
vino, vinimos, vinisteis, vinieron; también veniste, venimos,
vinisteis; vendré (verné, arc.); venido.
-Videre: veer, arc.;
vidi (Berceo), vido (ib.), vio (: río) (Berc. Mil. 85, Alex. 281),
también en el Cancionero general y aun en Garcilaso y Montemayor;
vidieron (Berc. Loor, 28) visto. Cast. mod.: ver, veo, ves, ve, etc.;
vea, veía, vía, (prov.) imperf.; vi, viste, vio, etc.; viese;
viera; visto.
Proveer, participio provisto y proveído.
Segunda clase. -Perfecto: -se, -je (xe).
-Cingere: ceñir,
arc. perf. cinxo (P. C); cinto (Alex.); moderno, ceñí, ceñido.
-Dicere: decir; digo, dices, dice, decimos, decís, dicen; diga;
di, decid; dije, dijeron; diré; diciendo, dicho. Bendecir, maldecir:
bendice, maldice imperativo; maldeciré, bendeciré; bendecido,
maldecido,
y bendito, maldito, arc. Bendicho,
maldicho. Contradecir; imperativo,
contradice.
-Ducere: aducir; aduzco, aduces, aducimos; aduzca;
aduce, aduz, aducid; aduje, adujeron; aducido; arc. aducho (aductus).
-Fugere: huir, arc. fuir (fugí,
fuchí en ch.); fuxo, (F. J. II.a,
Apol. 386); fusso, (Berc. Mill. 121. 130). Castellano moderno: huir;
huí; huido.
-Mittere.: meter; arc. miso, (Berc.)
-Ponere:
poner; pongo, pones; ponga; pon, poned; puse (arc. pose, poso. Cal.);
pondré (arc. porné); puesto.
-Prendere: prender; perf, arc.
Prisi (pres en ch.),
(Berc. Mill. 191. 204) (pris, C. P. 543), priso (P. C, Berc. Sil. 62.
84), apriso (Berceo), deprisso (Cancionero de Baena), prisieron (P.
C. 1107); prisiese (Cal, e Dim.); part. preso, también hoy.
-Quaerere: querer (vóldre, volé en
ch.), quiero, quieres, queremos,
quieren; quise; querré; quisto, solamente bien quisto, mal quisto;
las demás veces querido.
-Radere: raer (ratá,
rossegá en ch.); arc. raxo (rajo),
perf. (P. C. 3667).
-Ridere; reír (riure,
enriure en ch.) ; arc. riso (Berc. Mil.
182. 353).
-Scribere: escribir (escriure
en ch.); arc. perf, escripso, (Berceo);
participio, escrito (escrit en ch.),
también hoy.
Spondere: responder (contestá,
respóndre en ch.); arc. repuso, (P.
C.)
-Tangere: tañer; arc. tanxo, (P. C.)
-Trahere: traer;
traigo, traes; traiga; traje, trajeron; trayendo; traído, arc.
trayo; truxe, troxe = port. trouxe; lo mismo trasqui (Berc. Mill.
250).
-Vivere: vivir; arc. vesquí (Conde Lucanor 20), visco
(vic, vixgo, vixco en chapurriau)
(Berceo Sil. 80); visquiese (F. J. 5.a); visquiere (viguere,
visquere, vixquere en ch.), (P. C. 251,
F. J. 61.a 103. b, Part.)
Tercera clase. -Perfecto por
atracción, capere: caber; quepo, cabes; quepa; cupe (arc. copo, 3a
pers.); cabré, cabido. -Credere: creer; crovo, (P. C); deserovo
(dis-credidit), (Berceo); crovieron, crovierse, (P. C.) - Habere.
(Véase más atrás.) -Jacere: yacer; arc. iogui, iogo, (Berc.);
yoguíes, (Alex.); fut. iazredes, (P. C. 2644); iazdrie, (Berc. Mill.
203). -Noscere: conocer (conéixe en
ch.); arc. conuvo, (P. C.) Castellano
moderno: conoció, (connuvieron, Berc.) -Placere: placer, impersonal
y defectivo; place; plegue; placía; plugo (arc. plogo); pluguiese;
pluguiera; pluguiere; arc. plazra. -Sapere: saber; sé; sabes; sepa;
sabe, sabed; supe (arc. sope): sabré; sabido. -Sedere: arc. seer;
sovo. (Véase más atrás.) -Stare: estar. (Véase mas atrás.)
-Tenere: tener (tíndre en ch.);
tengo, tienes; tenga; ten, tened; tuve (tove. Cal, e Dim. F. J.);
tendré (arc. terné); tenido (tingut en
chapurriau).
LIBRO
TERCERO.
FORMACIÓN DE LAS PALABRAS.
La formación de
los nuevos vocablos castellanos acontece de dos maneras:
1.
Añadiendo a una palabra despojada de su flexión, alguna o algunas
letras que modifican su significación.
2. Reuniendo varias
palabras para expresar con ellas una sola idea. El primer
procedimiento se llama derivación; el segundo composición.
Todas
las clases de palabras pueden modificarse según dichos
procedimientos.
Conviene a la vez examinar, desde cada uno de
estos puntos de vista, el sustantivo, el adjetivo y el verbo, pues
estas partes de la oración ofrecen observaciones que les son comunes
y que contribuyen simultáneamente a su mejor estudio; pero
trataremos aparte de las demás clases de palabras: los numerales,
los pronombres, las partículas.
PRIMERA PARTE.
Derivación.
En la formación de las palabras por derivación hay que
distinguir dos clases de sufijos. El sufijo, que es al mismo tiempo
el signo gramatical que caracteriza la clase donde deba entrar, ya
sea la radical, ya sea el tema que se obtiene alargándola; y el
sufijo independiente de la categoría gramatical, cuya función
consiste en modificar la idea de la radical. En el primer caso hay
una
derivación impropia; en el segundo una derivación propia.
Es verdad que los sufijos de la primera especie, como a en el latín
adven-a, e en caed-e-s, u en curr-u-s, considerados desde el punto de
vista etimológico, son igualmente derivativos; pero no producen la
impresión directa de formas de derivación propias, y en la práctica
se los considera como parte de las flexiones, entre las cuales se
pierden a menudo por completo.
El castellano es más rico en
derivaciones que su lengua madre el latín. La desaparición de
muchísimas palabras sencillas, producida la mayor parte de las veces
por su pequeña dimensión o su forma incómoda, engendra nuevas
creaciones, por la vía nueva y segura de la derivación. Por esto el
castellano, como las demás lenguas neolatinas, puede llamarse
verdaderamente creador; pobreza de raíces, abundancia de retoños:
he aquí lo que caracteriza su léxico. Sin embargo, hay que
establecer una distinción esencial. Los sufijos de derivación
proporcionados por la antigua lengua,
se vuelven a encontrar en
la castellana; pero en ésta no gozan de sus mismos antiguos derechos
en cuanto a su aplicación a las radicales. Muchos de ellos no son
aptos para nuevas formaciones; fáltales toda fuerza de producción y
deben considerarse como petrificados; el idioma los ha conservado
como elementos inertes, sin encontrar en ellos un instrumento de
formación o sin
querer utilizarlo, porque ya poseía por lo
general su equivalente en otra forma. En latín existían ya estos
sufijos petrificados, que sólo el etimologista puede reconocer; en
castellano hubieron de aumentar considerablemente.
Acerca de
la derivación hemos de notar los puntos siguientes, que ya se
refieren a la forma, ya al sentido:
1: Todo sufijo castellano,
que contiene la vocal de derivación, exige dos condiciones para
considerársele como tal y aplicársele a nuevas formaciones: ha de
ser silábico y tener el acento.
Hay ejemplos de sufijos sin
acento; pero tienen un sentido obscuro y su empleo es muy poco
frecuente. Semejantes derivaciones corresponden a los primeros siglos
de la lengua y se presentan como desenvolvimiento puramente fonetivo,
sin significación individual.
2: El sufijo está en general
sometido a las mismas leyes fónicas que la radical de la palabra.
Empero, hay sufijos activos, para los cuales es necesario tener una
forma clara y significativa, que están reproducidos, en lo posible,
fiel y completamente.
3: En la aplicación de los sufijos de
derivación a ciertas clases de palabras, el castellano se atiene,
con bastante exactitud, al modelo latino.
4: Acontece que
muchas veces se aplican sufijos propiamente castellanos a las
radicales latinas. Menos frecuente es que la derivación se una, no a
la radical, sino a la flexión, esto es, a la forma del nominativo,
que viene a ser una parte complementaria de la palabra.
5: En
las nuevas formaciones no subsisten de ordinario las vocales latinas
de derivación o de unión i, u. A veces estas vocales influyen sobre
la formación de las palabras.
6: Cuando un sufijo que
comienza por e, i se une a las consonantes c, g para crear nuevas
derivaciones, ¿siguen estas consonantes la ley común y pierden su
pronunciación gutural? Así debía de ser, lo mismo en las antiguas
que en las nuevas formaciones; mas hay que advertir una diferencia
acerca de las segundas, es decir, de las que todavía no existían en
latín. En los primeros siglos de la formación del castellano, en
tanto que los órganos eran sensibles a la fuerza paladial de las
guturales, las nuevas derivaciones se regulaban según la ley
general. Pero cuando esta tendencia de los órganos pasó o cesó,
los sonidos guturales delante de las vocales e, i, han mantenido su
pronunciación natural.
7: Sírvese nuestra lengua
todavía de ciertos sufijos que intercala entre la palabra primitiva
y el sufijo lógico propiamente dicho:
1-c, ç, y, s, tienen una
fuerza diminutiva y son idénticos al latín e en c-ellus
(au-c-ella). Los casos son: a) cico: av-ec-cica; b) cello:
don-y-ello; c) cuelo: hombr-ez-uelo; d) cino: vello-c-ino; e) cito,
cita: hombre-cito, mujer-cita.
2-La r intercalada es extraña al
latín, y por lo tanto difícil de explicar. Los casos son: a)
ría:
porqu-er-ía, de puerco; b) roso: med-r-oso, de miedo.
8: Hay
sufijos de derivación que están representados en castellano de dos
maneras:
1. Habiendo una simple diferencia de forma, de tal
suerte que una de las representaciones se adapte mejor a la forma
primitiva, en tanto que la otra difiera considerablemente.
2.
Habiendo una diferencia de fondo, en cuya virtud imprimen a la
palabra una variación o gradación de la idea.
9: A menudo
sucede que un sufijo cambia su significación primitiva,
particularmente en las voces nuevamente formadas. Esta modificación
acontece, sobre todo, en los sufijos de sentido obscuro.
10:
Al lado de las terminaciones latinas que no se usan en las nuevas
creaciones, hay otras de las cuales se ha servido el castellano
concierta parsimonia. Algunas terminaciones que en la lengua madre
eran poco usadas, han ganado en castellano un dominio más o menos
extenso, ya porque lo poseían en el latín vulgar, ya. porque lo han
alcanzado en la formación histórica de nuestro idioma mediante su
fácil aplicación.
11: El encadenamiento de varios sufijos es
frecuentísimo en castellano. Las formas silábicas de esta
naturaleza pueden alargar desmesuradamente una palabra. Existe
asimismo la reduplicación de un sufijo.
12: La extensión
que tiene el castellano en el dominio de la derivación es tal, que
con dificultad puede sorprender la aparición o desenvolvimiento de
nuevos sufijos. Estos han tenido todos su origen en una forma latina
cualquiera, produciéndose por el simple cambio de una vocal,
mediante el cual se ha procurado expresar una diversa fase de una
idea.
13: La superabundancia de sufijos de derivación no ha
sido obstáculo para la aclimatación de sufijos extranjeros: así,
el alemán y la lengua ibérica han aumentado el número de aquéllos
en nuestra lengua .
14: Los verbos que tienen el infinitivo
sincopado, no dan para la derivación esta forma, sino la plena, tal
como se encuentra particularmente en la primera persona del plural
del presente de indicativo.
15: A menudo se suprime en
nuestra lengua la vocal de flexión de ciertas terminaciones, como
azo, izo, ano, ino.
I. -Nombre.
1: Los sustantivos
pueden proceder de adjetivos sin ningún cambio de forma, es decir,
que estos últimos, simples o compuestos, pasan directamente, bajo la
forma de uno de los dos géneros, a la categoría de los primeros.
Asimismo hay sustantivos que provienen de adjetivos derivados. Este
procedimiento engendra muchos sustantivos nuevos para representar
personas, objetos o ideas abstractas. Los nombres de objetos proceden
de adjetivos que ya se derivaban de sustantivos del mismo género;
los abstractos provienen, sobre todo, de adjetivos femeninos. Y
viceversa, prodúcense adjetivos con sólo añadir las terminaciones
genéricas a los sustantivos; pero este
procedimiento se observa
con menos frecuencia. La aposición puede haber influido en muchos
casos, mas no en todos.
2: Los sustantivos proceden de verbos
por la simple adición de una terminación genérica a la radical.
Esto acontecía ya en latín, donde los verbos de la tercera y
segunda conjugación, rara vez los de la cuarta, han producido
simples nombres análogos. El castellano posee una cantidad
considerable de estos vocablos, los cuales pertenecen solamente a la
primera y a la segunda declinación, y son casi siempre abstractos:
en este sentido expresan, ya la idea del infinitivo, ya la de un
participio presente. En su mayor parte proceden estos sustantivos de
la primera conjugación. -Nuestro idioma no ha formado adjetivos de
verbos, según este procedimiento, usado en latín, en dicere,
maledicus; fugere, profugus, y otros muchos casos; porque poseyendo
tantos sufijos de derivación para esta parte de la oración, no
tenía necesidad de semejantes formaciones.
-A propósito de esta
formación nominal, debe advertirse que la nueva palabra se regula
por las formas del singular del presente de indicativo castellano; y
estas formas son decisivas, sobre todo en lo que concierne a la vocal
de los verbos sujetos a diptongación.
3: A la derivación
propia del sustantivo se prestan todas las partes de la oración; el
pronombre, rara vez; las partículas, apenas. Los adjetivos también
se derivan de toda especie de palabras, especialmente de las
partículas.
4: El castellano es muy rico en formas
diminutivas y aumentativas de las ideas. Estas formas no sólo se
refieren al sustantivo abstracto y concreto, sino también al
adjetivo. El latín no ofrece más que contado número de formas:
hanse obtenido nuevas formas de diferente maneras. Por una parte, se
han escogido las terminaciones de los adjetivos que encerraban una
idea de origen o de semejanza, a las cuales va fácilmente unida la
de pequeñez o de grandeza; por otra, se ha servido nuestra lengua de
variaciones de formas apropiadas o ha tomado otras extranjeras.
-Sobre este punto hay que observar:
a) Estos derivados no
obedecen rigurosamente al género de los primitivos. Es frecuente el
masculino, que en castellano ocupa el lugar del neutro.
b) La
fuerza diminutiva o aumentativa de una forma, no es activa más que
cuando el primitivo existe verdaderamente; si éste desaparece, con
él se extingue al par la modificación contenida en la palabra
derivada. Debe, de igual modo, considerarse como extinguida cuando se
ha modificado la significación del primitivo.
c) Los dos géneros
de estos sufijos no pueden unirse a cualquier palabra: el uso es el
verdadero y el único guía.
5: La disminución es al mismo
tiempo la expresión de la pequeñez relativa. Se ha hecho de la
disminución el uso más liberal, según se juzgará por las
siguientes partículas castellanas: illo, cillo, uelo, zuelo, ejo,
ino, ezno, ato, ete, ito, ote, ico, cico, arro.
6: Hay
también gran número de sufijos castellanos para la formación de
los aumentativos. Helos aquí: on, azo, acho, ueco, uso, ote, asco,
orro, procedentes del latín, del griego, del alemán y del ibérico.
7: Pueden unirse a la disminución o aumentación las ideas
accesorias de agradable o desagradable. Lo pequeño puede ser
sinónimo de mezquino, y lo grande puede comprender lo bueno. Hay
ciertos sufijos absolutamente empeorativos
bajo el punto de vista de la dimensión.
8: Por el
encadenamiento de varios sufijos diminutivos o aumentativos, puédese
hacer pasar la idea del primitivo por las más diversas fases, sólo
reservadas al adjetivo en las otras lenguas.
9: La lengua
castellana emplea varios medios para establecer la distinción del
género natural.
1-Diferencia de la raíz: taurus, vacca; toro,
vaca. Casi todos los casos en donde el latín expresa la distinción
de los sexos se encuentran también en castellano, bien que otras
voces se hayan a menudo mezcladas con las latinas; pero el número de
estos casos se ha aumentado con palabras nuevas, entre las cuales
cuéntanse muchas que en latín no tienen más que una forma para los
dos
géneros.
2-El medio generalmente empleado para cambiar
el género masculino en femenino, es la modificación de la forma.
Esto sucede por el simple cambio de desinencia, como en el adj.
filius, filia; hijo, hija. Los ejemplos latinos se han conservado en
su mayor parte en castellano. Se aplica también a los neutros la
distinción del género: mancebo, manceba. Muchos nombres de la
tercera declinación forman su femenino mediante a: señor, señora;
también tor (dor) hace generalmente tora; pastor, pastora. Esa, isa:
duquesa, profetisa.
3 -La aumentación o disminución han sido
asimismo empleadas para designar el género; la primera para el
masculino, como el más fuerte; la segunda para el femenino, como el
más débil. Aquí la forma del femenino procede de la del masculino:
a) Masc. On: sirve para designar el macho, como en perdigón
(perdigacho en chapurriau),
b)
Fem. dim.: sírvese sobre todo de esta forma para los nombres
propios: Paulina, Enriqueta.
-El número de palabras con una
terminación para los dos géneros y de palabras comunes, se ha
restringido considerablemente desde que los medios de cambiar un
género en otro por la forma se han multiplicado. En los primeros,
las palabras auxiliares, como macho y hembra, sirven para de-
notar
la distinción. Ejemplos de comunes que se han conservado o
introducido de nuevo: el y la camarada, consorte, homicida, joven. A
continuación ponemos una lista de los más importantes sufijos de
derivación con algunos ejemplos: primeramente los sufijos vocales;
después los que tienen una consonante sencilla, doble, o dos
consonantes diferentes. El orden que seguiremos es el alfabético,
según la última letra colocada delante de la vocal del género o de
la flexión: la terminación us, a, nm, es la primera; sigue es, is;
después eus o ius, y las demás.
1: Derivaciones puramente
vocales.
eus, ius. 1-Adjetivos: aereus, argenteus, aureus,
cereus, ferreus, igneus, lapideus, ebrius, nescius, proprius, sapius.
Estas voces, en tanto que designan una materia, son generalmente
poéticas en castellano: aéreo, argénteo, áureo, etc. -No se han
introducido formaciones nuevas, aunque el latín de la decadencia
posee un número considerable (adipeus, bestius, capreus, classeus,
pelleus, pipereus, rupeus, similagineus, aveus, vaporeus, virgineus).
Pero hay cierto número de formaciones analógicas, dándose la
terminación ius a simples adjetivos: agrio, novio.
2: Entre
los sustantivos cuéntanse, por ejemplo: linea, lintea, pinea, vinea.
El castellano posee muchos sustantivos de este género: vidrio
(vitreaus), ansia, granja (granea), haya (fach
en chapurriau, fagea), viña.
Ia.
-1 -Nombres comunes: angustia, fallacia, gratia, invidia: angustia,
falacia, gracia, envidia.
-Son abundantes las nuevas
derivaciones, aunque la tendencia a variar el acento sobre la
derivación les da una apariencia no latina. La acentuación griega
ha influido algo en este fenómeno: *g, astrología, astronomía,
manía, monarquía, filosofía. -Las nuevas formaciones son
denominativas, rara vez verbales, y, desde el punto de vista del
sentido, sobre todo abstractas; muchas veces designan una dignidad, o
el local o dominio a ella aneja. Así, alegría, falsía, maestría,
vicaría, baronía, sabiduría, curaduría, valía, señoría,
compañía, germanía, algarabía, habladuría, falsía, galería.
-La inmixtión
de una r antes del sufijo ía es frecuente, sobre todo cuando se
quiere expresar una ocupación, o el lugar de esta ocupación, o su
resultado, y entonces la derivación toma un sentido colectivo:
bellaquería, fullería (fullero), majadería (majadero), porquería,
peletería, pesquería, artillería, ferretería, joyería,
secretaría, judería, morería.
2: Los nombres geográficos
conservan, lo mismo que los nombres comunes, su acento primitivo:
Asia, Francia, Germania, Grecia, Soria. -Excepciones de palabras
originarias del griego: Antioquía, Alejandría. -Las nuevas
derivaciones siguen, ya a la antigua, ya a la nueva acentuación. A
la primera pertenecen: Baviera, Persia, Rusia, Prusia, Suecia.
A
la segunda: Lombardía, Rumanía, Turquía, Normandía.
Ium.
-Aplicado a los sustantivos, tales como convivium, imperium,
refugium, ha promovido algunas imitaciones; así, murmurio
(murmuratio, murmuración).
Uus. -Sobre todo aplicado a los adjetivos: aequus, con
iniquus, antiquus, arduus, assiduus, congruus, conspicuus, continuus,
exiguus, fatuus, mortuus, mutuus, nocuus, obliquus, praecipuus,
strenuus, vacuus, viduus; también (con cambio de u en v) parvus
(parvo), salvus (salvo). En castellano se han conservado todos estos
vocablos con la degeneración fonética del sufijo, uus
en uo. Las
palabras populares evitan el hiato contenido en un: contino
(continuo), viudo.
2: Derivaciones con una consonante sencilla.
Entendemos por tales, no solamente las derivaciones simples, que
inmediatamente proceden del primitivo, sino también aquellas que
proceden de otra derivación, como en aticus, at-icus. Estas
derivaciones tienen en los dos casos, casi siempre, necesidad de una
vocal de unión.
C
Acus. -1.° Adjetivo: ebriacus,
opacus. A este modelo parecen referirse bellaco y sus similares,
2:
sustantivo: cloaca, lingulaca, pastinaca (pastanaga
català, safranoria chapurriau),
portulaca, verbenaca, sobre todo palabras del reino vegetal. Los
sustantivos de la terminación ac, de los dos géneros, no faltan en
castellano; pero no siempre se ve claramente si esta terminación es
derivativa. Ejemplos: barraca, carraca, casaca, espinaca, matraca
(árabe), pataca (pataca en chapurriau,
patata castellano moderno), urraca,
verdolaga (de portulaca). - Hay que considerar aparte algunos sufijos
extraños al latín, y ciertos elementos que tienen el mismo sonido.
Los nombres patronímicos españoles en aga y aya, como Arriaga,
Arteaga, Madariaga, Minaya, Salaya, podrían tener su origen en la
primitiva lengua ibérica. Según Humboldt (Prüfung, p. 39, comp. p.
31), la terminación aga es muy frecuente en basco, en el cual
también se encuentra el sufijo aya en nombres comunes, tales como
arraya (pescado), ibaya (ribera), zabaya (escena).
ec. -Esta
terminación se aplica a muchísimas palabras; pero la mayor parte de
ellas son de un origen tan obscuro, que no puede decirse nada de
cierto sobre la naturaleza de su terminación, que a la vez, no
parece expresar ninguna idea determinada. En muchas de estas
palabras, ec no debe considerarse como un sufijo. Ejemplos: babieca,
muñeca, jaqueca (árabe).
icus. Adjetivos: mendicus,
pudicus; mendigo, púdico.
sustantivos: amicus, umbiculus,
formica, vesica, posticum; amigo, ombligo, hormiga, vejiga, postigo.
-Con esta derivación no hay nuevas palabras.
Adjetivos:
modicus, laicus, publicus, rusticus, unicus, germanicus, italicus
(ico), módico, laico, público, rústico, único germánico,
itálico. - Hállase a menudo un sufijo ego, iego, semejante al
latino icus. Así, andariego, niego, palaciego, veraniego, labriego.
No se presume el origen de esta forma.
2: Sustantivos:
africus, medicus, porticus, syndicus, fabrica, musica, toxicum;
ábrego, médico, pórtico, síndico, fábrica, música, tósigo
(tóxico),
-Las nuevas formaciones, casi exclusivamente femeninas, son raras, y
la vocal de unión no se ha conservado en todas: oca.
ic.
-Forma diminutiva. Ejemplos. -1: Adjetivos: bueno, bonico; llano,
llanico; menudo, menudico; moreno, morenico; con una c, ciego,
cieguecico.
2: Sustantivos: animal, animalico; perro, perrico;
barba, barbica; tijera, tijerica; nombres propios: Juan, Juanico,
Pedro, Perico con c: aire, airecico, cierzo,
ciercico; mujer, mujercica. - Hay voces
formadas con esta disminución, la cual no es, sin embargo, sensible:
pellico (piel).
At-icus. -1: Adjetivos: fanaticus, lunaticus,
silvaticus; fanático, lunático, selvático.
-Palabra nueva:
temático.
2: Sustantivo: adgo, azgo designa, sobre todo, cargos
e impuestos: alguaciladgo, alguacilazgo, almirantadgo, almirantazgo,
mayorazgo, hallazgo, hartazgo. Esta derivación era familiar al más
antiguo latín de la Edad Media.
Al lado de estas derivaciones, se encuentra, en
antiguas voces castellanas, una forma producida mediante una g = j,
de cuya identidad con aticus no puede dudarse. 1: Adjetivo: salvaje
(silvaticus). -Voz nueva: ramaje. -2: Sustantivo: viaje (viaticum).
El número de nuevos sustantivos es grande: derivados de sustantivos,
expresan ideas abstractas, concretas y algunas veces personales.
Ejemplos: barnaje (arc.), brebaje, carnaje, cordaje, homenaje,
hospedaje, lenguaje, mensaje, paraje, personaje, ultraje,
ventanaje.
-Es presumible que esta forma tenga su origen en las
lenguas del norte. En algunos vocablos este origen está manifiesto.
-Encuéntranse también algunas imitaciones de eticus, iticus: así,
monástico, escolástico.
Ucus. -1: Adjetivo: raras veces se
encuentra este sufijo. Ejemplo: maluco, ventanuco.
2: Sustantivos: sambucus, lactuca, verruca; saúco, lechuga,
verruga. -Las voces nuevas de esta terminación son muchas y la
primitiva se distingue, las más veces, con claridad. Ejemplos:
abejarruco, besugo, mendrugo, tarugo, verdugo, pechuga, tortuga.
aç, çe, iç, oç, (axacis, execis icis, ix icis, icis, ox
ocis): bellax, fallax, formax, huiax, mordax; y en el latín de la
decadencia también currax, linguax, vervex, cornix, junix, perdix,
pumex, runcex, salix, sorex, atrox, ferox. Esta forma, por la
obscuridad de su significación, ha sufrido modificaciones
arbitrarias, entre las cuales la más frecuente es el paso a la
primera y segunda declinación.
Ejemplos: capaz, falaz, feraz,
cerviz, perdiz, raíz, cáliz, apéndice, pómez, pulga, sauce,
romaza, atroz, feroz. -Las formaciones analógicas son pocas: nariz,
barniz, lombriz (lumbricus).
-Algunos adjetivos, que
primitivamente pertenecían a la derivación siguiente, pero que han
dejado caer su vocal final y perdido la característica del género,
se encuentran hoy en esta forma: montaraz, torcaz.
aceus, icius,
oceus, uceus. -Tienen a veces una doble forma castellana: -zo, -cho.
Ejemplo: pueblazo, pueblacho.
Aceus. -1: Adjetivo: arenaceus,
capillaceus, gallinaceus, lappaceus, vinaceus (latín de la
decadencia), liliaceus, siliginaceus, terraceus. Castellano (-azo,
-acho), aumentativo: ancho, anchazo; pueblo, populacho; rico,
ricacho; grande, grandazo.
2: Sustantivos: son muchos los
formados nuevamente con aceus; en su mayor parte son aumentativos o
indican la semejanza o el origen. Ejemplos: espinazo, arcaza, hilaza,
linaza, mordaza, terraza, capacho -zo, mostacho, muchacho, penacho,
borracha, garnacha. Aumentativos: animal, animalazo; gallina,
gallinaza. Este sufijo indica también la acción de un instrumento:
flechazo, manotazo, latigazo, puntillazo, zapatazo.
icius
(iceus). -1.° Adjetivos: adventicius, facticius, ficticius,
paniceus, pellicius (latín de
la decadencia), fracticius,
sementitius, septicius, simulaticius. Castellano (-izo, -icio),
advenedizo, hechizo, ficticio. -Las palabras nuevas abundan,
uniéndose el sufijo, ya a un participio pasado existente o supuesto
como en latín, ya a un nombre o a la radical de un verbo. Ejemplos:
cambiadizo, castizo, puente levadizo, mestizo, pajizo, plegadizo,
postizo, espantadizo.
2: Sustantivo. Este sufijo también ha
producido muchos sustantivos, que tienen, en su mayor parte, un
sentido concreto, y son casi todos de nueva formación. Ejemplos
(también iz): aprendiz, caballerizo, cañizo, hechizo, pasadizo,
corteza, hortaliza, capricho, salchicha.
oceus. -Pertenecen
en teoría a este grupo algunas palabras derivadas con och:
garrocha, cartucho.
uceus. -1.° Adjetivo. Ejemplos (-uzo,
-ucho): lechuzo, machucho.
2: sustantivo. Ejemplos: andaluz, capuz
-ucho, u, a, caperuza, garrucha, aguilucho.
Diminutivo:
avechucho.
D
idus. -Adjetivos: aridus, calidus,
frigidus, limpidus, nitidus, rigidus; árido, cálido, frío, limpio,
nítido, rígido.
Olus, a, um (e-olus, i-olus) con sentido
diminutivo. -1.° Sustantivos: filiolus, urceolus; hijuelo, orzuelo
(hordeolus). -Las formaciones analógicas son abundantísimas: abuelo
(avolus -avulus), buñuelo, pañuelo, sanguijuela, viruela, hojuela;
diminutivo, mozuelo. -Una y da a esta forma una decidida acción
diminutiva (-ezuelo, -izuelo): cuerno, cornezuelo; paño, pañizuelo;
sin disminución: anzuelo (ham en
chapurriau, hamus).
2: Adjetivo.
Ejemplos: bajo, bajuelo; chico, chicuelo. Con inmixtión de una c:
ciego, cieguezuelo.
ulus, a, um. -1.° Sustantivos sin
significación diminutiva: populus, ferula, fibula, fabula, cingulum.
Esta terminación ha pasado de diversa manera, ya conservándose la
vocal átona de unión u,
ya cambiándose por la vocal vecina o, ya elidiéndose. Así, pueblo,
férula, fístula, tabla, cíngulo.
-Las palabras nuevas, que son
casi todas nombres comunes ordinarios, excluyen la idea de
disminución, o más bien la han abandonado desde que se han
introducido a este efecto formas más expresivas. Excepciones:
brújula, góndola, orla, cúpula.
2: Adjetivos: credulus,
pendulus, tremulus; crédulo, péndulo, trémolo (tremolá
en ch = temblar).
ac-ulus,
ec-ulus, ic-ulus, uc-ulus, o simplemente cuando van unidos a una
consonante c-ulus.
-Estos sufijos se han abreviado en -clus, y
producen, en parte, formas dobles. -A esta ley fónica no están
sometidas ciertas expresiones litúrgicas, como coenaculum,
tabernaculum y otras, como spectaculum; cenáculo, tabernáculo,
espectáculo. -Estas derivaciones son ya verbales, ya denominativas.
En latín tienen una acción diminutiva; en castellano no se efectúa
más que en ciertos casos,
ac-ulus: graculus, novacula,
gubernaculum, miraculum; granja, navaja, gobernalle (gobernáculo),
milagro.
-Formaciones analógicas: badajo, cascajo, espantajo,
estropajo, latinajo, trabajo, rodaja, sonaja, tinaja.
ec-ulus,
ic-ulus. -1.° sustantivos: cuniculus, folliculus, apicula, auricula,
clavicula, lenticula, ovicula. Castellano (-ejo, -ijo) conejo,
hollejo, abeja, oreja, clavija, lenteja, oveja. -Las nuevas
derivaciones son abundantes: acertijo, azulejo, cangrejo, junquillo,
regocijo, vencejo, botija, lagartija, molleja. A menudo diminutivos:
anillo, anillejo; lugar, lugarejo; zagal, zagalejo.
2°
Adjetivo: dulciculus. Castellano, parejo (bajo latín, pariculus),
bermejo (vermiculus). Diminutivo: amarillo, amarillejo; poquillo,
poquillejo.
uc-ulus, en veruculum. Refiérense a este sufijo
muchas palabras derivadas en iculus y uculus; esto es, que se han
pronunciado peduculus, genuculum (foeniculum)
acucula, panucula. Castellano (-ojo, -ujo): piojo (poll
en ch.), hinojo (fonoll,
fenoll en chapurriau), aguja (agulla
en ch.), panoja (panolla
en ch.). -Formaciones analógicas
(también -ull): cerrojo, magullo, burbuja, capullo.
c-ulus,
unido a consonantes tales como n, r, s: carbunculus, portiuncula,
musculus; carbunclo, porciúncula, músculo. Apenas hay formaciones
nuevas.
ela: candela, cautela, clientela, parentela, tutela;
igual en nuestra lengua.
alis. -1.° Adjetivos: aequalis, capitalis,
legalis, mortalis, naturalis. Castellano (al): igual, capital, legal,
mortal, natural. El latín de la decadencia, sobre todo el
eclesiástico, aumentó el número de estas formaciones: (aeternalis,
meridionalis, realis, sapientialis, spiritalis. -Otros ejemplos
castellanos: celestial, filosofal, fiscal, frutal, mayoral, mundanal,
perenal, terrenal.
2: sustantivos de esta terminación:
canalis, sodalis, animal, cervical, vectical. El castellano posee
muchísimos de estos sustantivos, de los cuales sólo una pequeña
parte se apoyan en verdaderos adjetivos latinos: refiérense, ya a
personas, ya a objetos (que es lo más frecuente). Ejemplos:
cardenal, arsenal, portal, quintal, señal, etc.; muchas palabras que
corresponden a la idea del sufijo
latino etum:
arenal, cerezal, naranjal, peñascal, almendral, frejenal (freginal,
friginal en ch.).
elis.
-Adjetivos: crudelis, fidelis; cruel, fiel. No existe ninguna
formación analógica.
ilis. -1.° Adjetivos: civilis,
gentilis, juvenilis, subtilis; (il) civil, gentil, juvenil, sutil.
Este sufijo se emplea rara vez para la formación de nuevos
adjetivos, pues no faltan los sufijos de la misma significación.
Ejemplos: concejil, cerril, pastoril (-alis), varonil.
2°
sustantivos: cubile, sedile; cubil, sedil. Hay pocos sustantivos
nuevos en ile, ilis: badil, barril, buril, carril, marfil (árabe
nabfil),
monjil, pernil (de pierna, jamón =
jamba francés = jambon; magre, pernil, cuixot en chapurriau),
pretil, redil.
ilis. -Facilis, fertilis, fragilis, utilis;
fácil, fértil, frágil, útil. No hay nuevas formaciones.
b
-ilis. -Aplícase a las radicales de verbos simples o modificados:
amabilis, amicabilis, flebilis, credibilis, visibilis, volubilis.
-Las formaciones analógicas son muchísimas (ble): agradable,
movible, sufrible. -Este sufijo: a) expresa una posibilidad pasiva;
unido a los intransitivos, y alguna vez a los transitivos, tiene una
significación activa. Ejemplos: falible, devorable.
-b) Únese a
menudo a los sustantivos; hermanable, manuable, apacible, favorable,
razonable.
Muchos adjetivos en alis, ilis (bilis), han
producido, bajo la forma neutra del plural, sustantivos castellanos
de la primera declinación. La idea de pluralidad que ellos contenían
ha tomado entonces un carácter colectivo. Ejemplos (alla, aja, illa,
ija): batalla, muralla, mortaja, maravilla, baratija. Otros
colectivos de este género se han producido sin la ayuda del tipo
latino. Este sufijo expresa alguna vez la idea de una multitud de
personas con una intención depresiva: canalla, faramalla, rocalla.
M
amen: aramen, certamen, examen, levamen, ligamen,
velamen, vexamen; latín de la decadencia; notamen, siccamen.
Castellano (-ambre, -amen): alambre, certamen, examen, ligamen,
velamen, enjambre. El castellano atribuye a este sufijo una idea
colectiva extraña al latín, y lo emplea en muchas formaciones, casi
todas denominativas. Ejemplos: cochambre, fiambre, pelambre.
imen:
crimen, farcimen, nutrimen, vimen. Castellano (-imen, -imbre):
crimen, mimbre.
Las formaciones analógicas son raras, y
proceden en parte de la primera conjugación.
Ejemplos: urdimbre,
régimen.
umen: acumen, albumen, bitumen, ferrumen, legumen.
Castellano (-umbre-ume-un):
betún, herrumbre, legumbre.
N
anus. -1.° Adjetivos: humanus, mundanus, paganus,
rusticanus, urbanus; nombres de pueblos: gallicanus, mantuanus,
romanus, venetianus. Castellano (-ano): humano, mundano, pagano,
urbano, galicano, mantuano, romano, veneciano. -Muchos derivados en
aneus han
tomado esta forma.
-En las nuevas formaciones únese este sufijo
a sustantivos, adjetivos y adverbios. Ejemplos: anciano, cercano,
cotidiano (cuotidiano), hortelano, comarcano, tardano (préssec
tardá de Calanda en chapurriau, melocotón tardano o tardío),
liviano, soberano, temprano, lejano, ufano, villano, castellano,
valenciano, zamorano.
2: Sustantivo: a) Masculino latino:
decanus, etc. Castellano (-ano,-an): decano, deán, ciudadano,
capitán, capellán, escribano, guardián, serrano, gavilán, gusano,
pantano, solano, verano. Femenino castellano: campana, fontana,
mañana, sotana, tartana, ventana. -Observación: en muchas de estas
palabras se observa todavía, entre an y el sufijo primitivo, otro
sufijo intermedio, es.
Así, art-es-ano, cort-es-ano. Este elemento no tiene en todos los
casos el mismo origen.
enus: alienus, plenus, arena, avena,
catena, habena, sagena, venenum. Apenas ha sido imitada esta
terminación latina; pues las palabras que tenemos con ella, o bien
son resultado de una deformación, o bien las voces de que proceden
son extranjeras u obscuras. Ejemplos: carena, patena (patina),
azucena (árabe), barrena (barrina en chapurriau, Bohr,
del verbo böhren
en alemán : taladrar, broca), melena.
inus. -1. ° Adjetivos: asininus, caninus, cervinus, divinus,
marinus, latinus, numantinus, florentinus. Castellano (ino): camino,
canino, cervino,
divino, marino, latino, numantino, florentino. Inus ha
servido
para formar diversos adjetivos que expresan en general la materia
(latín, -cus) o el origen. Ejemplos: dañino, paladino, argelino,
granadino, vizcaíno.
2: Sustantivo, a) Masculinos de
adjetivos latinos: sobrino, molino, pollino. La mayor parte expresan
personas, animales, objetos o ideas abstractas. Ejemplos (también
-in): merino, padrino, danzarín, mastín, rocín, bacín (bassí
en ch. orinal), camino, festín,
florín, jardín.
b) Femeninos, así abstractos como concretos:
gallina, mina, resina. Los nuevos derivados proceden de verbos (la
mayor parte abstractos), o de nombres (la mayor parte concretos).
Ejemplos: bolina, cantina, colina, cortina, encina, esclavina,
neblina, salvagina
(salvajina).
inus. -1.° Adjetivos: cedrinus, crystallinus,
laurinus, myrtinus, petrinus. El castellano alarga la i breve, de
suerte que esta forma concuerda con la precedente; así, cedrino
(cetrino), cristalino, pristino (-us).
2: sustantivos: asinus,
cophinus, dominus, fraxinus, bucina, femina, pagina. Castellano:
asno, cofre, dueño, fresno, bocina, hembra, página. Poseemos
también una forma ezno (esno), destinada a señalar el origen: lobo,
lobezno; pavo, pavezno (arc.); pecado, pecadesno (ib.); víbora,
viborezno. Es, sin duda, contracción de cinus,
esto es, inus precedido de una c diminutiva: lobezno, latinizado,
sería lupicinus (antiguo apellido aragonés: Lupicino). Este sufijo
se aplica también a algunas palabras que designan objetos, como
torezno
(torrezno), rodezno.
Inus tiene además una acción
diminutiva. Esta acción es extraña a los sufijos latinos inus (uno
con i con rayita y otro con i con u pequeña encima);
pero inus contiene en sí la idea de origen o descendencia: sororinus
es el retoño de soror, libertinus de libertus, amitina de amita;
así, lo más joven puede fácilmente considerarse como lo muy
pequeño. Este sufijo se encuentra en la baja Latinidad. Ejemplos
castellanos: a) Adjetivo (ino): verde, verdino. b) sustantivo
(-in,-ino); ánsar, ansarino; palomo, palomino; espada, espadín.
unus. -En jejunus, importunus, opportunus. Atribuímos a esta
terminación una idea de origen o semejanza. Ejemplos (-uno):
caballuno, zorruno, cabruno.
t-ud-in (tudo, tudinis). Procede de
adjetivos: amaritudo, consuetudo, mansuetudo; latín de la
decadencia: humilitudo, languitudo, marcitudo. Formaciones analógicas
castellanas: aptitud. certitud, esclavitud. gratituD. Quietud. Esta
forma, en su desenvolvimiento (desarrollo)
popular, ha sufrido una gran modificación. Así (-udue, -umbre):
costumbre, dulcedumbre, mansedumbre, pesadumbre, podredumbre (=
putredo), quexumbre (quejumbre)
(arc.)
ag-in, ig-in, ug-in. -Estas derivaciones pierden su
acentuación legítima y fluctúan entre la forma del acusativo y la
del nominativo.
ag-in (ago, aginis): fárrago,
imago, sartago. Castellano: fárrago, imagen, sartén.
ig-in
(igo, iginis): caligo, fuligo, origo. Castellano:, caligo (arc.),
hollín (fullí en ch.),
origen.
ug-in (ugo, uginis): aerugo, albugo, ferrugo, lanugo.
Castellano: orín (arc.), herrín.
on (o, onis). -1.°
sustantivos que designan personas agentes, animales y cosas de
diversa naturaleza, como bibo, erro, latro, lurco, praedo; capo,
falco, leo, pavo; carbo, mucro, pulmo, sapo. Castellano (on): ladrón
(lladre en ch.),
halcón (falcó en ch.),
carbón (carbó en ch.),
-El castellano emplea on en muchas derivaciones, y no es siempre de
verbos de donde proceden sus nombres personales. Ejemplos: bufón,
burlón, buscón, dormilón, mirón, peón, cabrón, hurón, bastón,
bordón, cantón, cajón, corazón, montón, rincón, salón,
turbión. Esta terminación se emplea como aumentativo: hombre,
hombrón; sala, salón; espada, espadón.
2: Por esto, en los
adjetivos, on da una significación aumentativa. Ejemplos: mozo,
mocetón.
ion (io, ionis). -1.° Masculinos: ludio, optio,
pusio, tabellio, papilio, scorpio, strusthio, titio. Existen muchas
palabras análogas, siempre derivadas del sustantivo, pero que no
siempre se reconocen con claridad. Ejemplos: infanzón (bajo lat,
infancio), brabanzón (de Brabantia), gorrión, pinzón, arzón
(arcus, arcio). -2: Femeninos: legio, opinio, suspicio, unio. Sobre
estas palabras no se han producido formaciones analógicas.
t-ion
al lado de s-ion (tio tionis, sio sionis): vinatio, nutritio, potio,
cantio, factio, occasio, illusio, mansio. Este sufijo se une al
supino y da a la idea del infinitivo una forma de sustantivo. No es
raro, sin embargo, ver que el sentido abstracto pasa al concreto; así
en mansio, natio, patio, venatio. En
castellano este sentido es
más amplio. Ejemplos (-ción, -zón): nación, razón, nutrición,
desperdicio (forma nominativa). Ejemplos de la forma sión: ocasión,
prisión, tensión. - Hay muchas formaciones nuevas: embarcación,
guarnición, salvación, alteración, calcinación, curación.
ANEUS, INEUS, ONEUS.
aneus. -1.° Adjetivo:
extraneus, circumforaneus, spontaneus, subitaneus, subterraneus.
Castellano (-año, -aneo): extraño, subterráneo, espontáneo,
sopitaño (arc.) -De aneus se pasa fácilmente a la forma anus, como
en el provenzal de Aragón forano,
y en el latino fontaneus, a cuyo lado se encuentra fontanus. -A este
ejemplo latino se ajustan algunas nuevas derivaciones que proceden,
ya de sustantivos, ya de adverbios: tacaño, cutáneo, frustráneo.
2: Sustantivo: aranea, castanea, calcaneum. Castellano:
araña, castaña, calcañar.
-Sobre estas palabras se han formado
además: ermitaño, redaño, campaña, espadaña, entraña, hazaña.
ineus. -Aplicado a sustantivos, como en cocc-in-eus,
sangu-in-eus, vim-in-eus, pertenece al sufijo eus y no tiene en
castellano más importancia que este último. Ejemplo: sanguino.
sustantivo: estameña (stamineus).
oneus: err-on-eus,
id-on-eus, pulm-on-eus, ultr-on-eus. Castellano: erróneo, idóneo.
Derivaciones con el sufijo ueño (= oneus), que se une a los
sustantivos y adjetivos: halagüeño, pedigüeño, risueño.
Sustantivo: ponzoña, zampoña. -El sufijo monium en alimonium,
matrimonium, patrimonium, testimonium, etc. no ha suscitado
formaciones analógicas.
R
t-ura al lado de s-ura. -En factura,
natura, pictura, mensura. Esta derivación, que se une al supino,
expresa una acción; pero a menudo acontece que el sentido activo se
vuelve pasivo: así, pictura
significa la acción de pintar y objeto pintado. En muchas
formaciones nuevas, únese esta derivación a los adjetivos, en cuyo
caso su significación sufre poco. Ejemplos (-ura): Extremadura,
lectura, quebradura, cerradura; unida a adjetivo: bravura, frescura,
largura, verdura, gordura, grosura, llanura. Observación: algunas
palabras que suenan de un modo semejante, deben su existencia a una
modificación de forma del sufijo or: ardura (prov.) de ardor, calura
(calentura)
(prov.) de calor, pavura de pavor.
aris. -1.° Adjetivo:
familiaris, popularis, regularis, singularis, vulgaris. Castellano
(-ar): familiar, popular, regular, singular, vulgar. Palabras nuevas:
filar (hilar),
albar.
2: Como sustantivos tenía el latín altare, alvear,
cochlear, collare, luminare, de los cuales la mayor parte subsisten
en castellano. Hay muchas voces nuevas, entre las cuales algunas no
convienen con el tipo latino. -Este sufijo ar castellano hace el
oficio de al, sobre todo cuando este último corresponde al latino
etum. Ejemplos: escolar, juglar, hogar, lugar, paladar, pilar,
muladar, pajar, palomar, manzanar, olivar, pinar.
or, oris.
-sustantivo: albor, claror (la claró en
ch. Plauto), fragor, olor (auló,
oló en ch.), pudor (pudó
en ch.), rancor (San Jerónimo).
Castellano (-or): albor, claror, fragor, olor, rencor.
Las
creaciones castellanas proceden a menudo de adjetivos: blancor,
dulzor, largor, loor, tristor (tristó
en ch.) (arc.); la mayor parte pasan a
ura.
t-or al lado de s-or; -Imperator, salvator, conditor,
bibitor, traditor, doctor, antecessor.
Castellano (-dor, -sor):
emperador, salvador, bebedor, traidor, doctor, antecesor, amador,
etc.
Existen muchas formaciones nuevas. Pero no toman su origen,
como en latín, del participio pasado (propiamente del supino), sino
del tema del verbo, cuya forma en la conjugación fuerte no es la
misma; y por ella se desenvuelven, al lado de las formas clásicas ya
existentes, las formas nuevas que tienen, por lo común, una
significación distinta. Ejemplos: hablador, conocedor, hacedor,
decidor,
fingidor, pintor, vencedor, regidor, rector, comedor, provisor,
proveedor, corredor, seguidor.
Un femenino de este sufijo es
trix, tricis, como en imperatrix, matrix. Castellano (-triz):
emperatriz, matriz. -Frecuentemente es suplantado por dora. Así,
pecadora, amadora, no pecatriz, amatriz. -Observación: si el sufijo
ía se une al sufijo or, este último se cambia en ur. Ejemplos:
contador (contaduría), curador (curaduría), hablador (habladuría),
sabidor, sabedor
(sabiduría). En el castellano antiguo usábase de oria
(que hoy subsiste en portugués).
arius. -1.° Adjetivo:
adversarius, contrarius, primarius. Castellano (-ario, -ero):
adversario, contrario, primero.
-Muchas palabras nuevas proceden de él: así en
Berceo, baldrero, cobdiciadero, drechurero, poridadero, señero, y en
los demás autores antiguos.
2° sustantivo. El masculino
designa, sobre todo, personas agentes: arquero (arcuarius),
carbonero;
(-el): lebrel, cuartel (quartarius). Entre el número
de las palabras creadas de nuevo, pueden citarse: caballero,
camarero, carnicero, portero, cordero; (-er): mercader; (-el):
laurel.
3: Los femeninos son nombres de cosas de diversa
naturaleza, y, sobre todo, colectivos: muchos proceden del plural
neutro y contienen la idea de él. De adjetivos latinos proceden
higuera, ribera, plegaria, etc. Hay muchas formaciones nuevas:
bandera, barrera, carrera, ceguera.
4.° El neutro indica el
lugar donde está contenido el primitivo: así, apiarium,
columbarium, fumarium, viridarium (latín de la decadencia),
bacarium, calicularium, herbarium. Castellano (-ar, -el): armario,
verjel, habar. Formaciones analógicas, pero, en general, con una
significación diferente: acero, hormiguero, broquel.
t-orius
al lado de s-orius. -1.° Adjetivo: amatorius, adventorius,
laudatorius, transitorius, censorius, latín de la decadencia:
colatorius, contradictorius, disputatorius, privatorius,
resolutorius. Castellano (-torio): amatorio, laudatorio, transitorio,
contradictorio, resolutorio. - Hay adjetivos análogos, que proceden
casi únicamente de verbos, sin que sea necesario un sustantivo en
tor intermedio. Dichos adjetivos expresan, sobre todo, una relación
de posibilidad o de necesidad. Ejemplos: mortuorio, narratorio. Para
denotar posibilidad. tenemos la forma -dero: casadero, duradero,
hacedero, venidero, placentero, placentorio (arc.)
2:
sustantivo, a) Femeninos: barbatoria, curatoria, pariatoria, en los
escritores de la decadencia. Palabras nuevas castellanas:
escapatoria, palmatoria, pepitoria, b) Neutros: auditorium,
dormitorium, etc. Latín de la decadencia: accubitorium, purgatorium,
signatorium, tonsorium. Castellano (-dor generalmente): comedor,
mirador, lavador, obrador, refectorio.
S
osus. -Este sufijo, unido a los
sustantivos, produce adjetivos que indican una posesión o la
plenitud de una posesión, como gibbosus, gloriosus, ingeniosus y
otros análogos. Muchas de estas voces se presentan por primera vez
en el latín de la decadencia; pero, en su formación, se atienen
menos rigurosamente a la idea y al modo de derivación de las más
antiguas palabras, pues a veces se forman sobre adjetivos.
Ejemplos:
aquilosus (de aquilus), brucosus, cancellosus, catenosus,
dissidiosus, fastuosus, sonorosus, vigorosus, virtuosus. Castellano:
amoroso, dichoso, dificultoso, orgulloso, piadoso, temeroso,
valeroso; con r: asqueroso, medroso. Muchas palabras nuevas proceden
de adjetivos y producen una aumentación de la idea: caudaloso,
rancioso, de caudal y rancio. sustantivo: raposo, raposa (rabosa
en chapurriau, zorra o zorro), ventosa.
T
atus. -Se une a sustantivos que designan
empleos o dignidades: comitatus, consulatus, ducatus, episcopatus.
-Castellano (-ado): condado, consulado, ducado, episcopado. -Sobre
estas palabras se han formado marquesado, reinado. En lugar de atus,
en este sentido, empleamos también azgo.
atus, itus, utus. -1.° Adjetivos que designan
posesión y que tienen forma de participios, pero que proceden de
sustantivos: apiatus, barbatus, cordatus, auritus, galeritus,
pellitus, astutus, cornutus (cornut en chapurriau), nasutus (nassut
en chapurriau). - Hay muchas imitaciones: el sufijo, desde el punto
de vista de la idea, corresponde de ordinario, en las nuevas
formaciones, al alemán -ig. Ejemplos castellanos de la primera
forma: demasiado, gibado (geput en
chapurriau) (prov.), taimado. Ejemplos
de la segunda: dolorido, garrido (arábe) Ejemplos de la tercera; su
función dominante es expresar intensamente, como en nasatus, la
posesión del primitivo: narigudo, barbado, peludo, cabezudo,
membrudo, locudo (arc.)
2: Hay muchos sustantivos femeninos
de esta formación, los cuales no imitan más que la forma participal
de la primera conjugación. Designan sobre todo: a) Una masa o una
idea de abundancia: dinerada, nevada, calderada. -b) Lo mismo que el
primitivo expresa: azada, cantarada, mesnada. -c) El producto del
primitivo: cornada, cuchillada, espolada. -Observaciones: hay pocos
mascu-linos de esta especie; son en parte adjetivos usados
sustantivamente: bocado, costado. -Tenemos muchos sustantivos en ido,
que expresan un ruido; proceden de verbos de la primera conjugación:
bramido, ladrido, graznido, quejido, ronquido, sonido, alarido.
Pueden referirse a los ejemplos latinos, de una significación
análoga, que pertenecen a la cuarta declinación: gannitus,
hinnitus, rugitus.
tus al lado de sus. -Se une a los
sustantivos y procede del participio pasado activo. 1.° Masculinos
que corresponden a los neutros latinos, como fossatum, judicatum,
dictum, scriptum, pensum; se regulan en general sobre la idea de
estos neutros, esto es, expresando un participio pasado: candado,
ganado, pescado.
2: Los femeninos son muchos más, y
constituyen una preciosa adquisición del castellano: el latín solo
tiene algunos ejemplos. Muchas palabras de la tercera conjugación se
regulan en este caso sobre su forma primitiva: así, pérdida. Las
palabras verbales de esta especie tienen, cuando se
derivan de
transitivos, ya un sentido pasivo, ya un sentido activo, y pasan,
sobre todo en el segundo caso, de su significación abstracta a una
significación concreta. Ejemplos: armada, rociada. En cuanto a los
intransitivos, abandonan el sentido pasado por el presente: errada,
entrada.
etum es colectivo. Las palabras derivadas mediante
este sufijo, indican el lugar de reunión del primitivo: arboretum,
cannetum, fructetum, lauretum, myrtetum, olivetum, palmetum.
Castellano (-edo, -eda): viñedo, arboleda. Más ejemplos se
encuentran en nombres patronímicos: Cañedo, Pinedo. Formaciones
analógicas con etum no son frecuentes, por hacer el oficio de este
sufijo otros, como arium y ale. Ejemplos: olmeda (ulmetum), alameda;
patronímicos: Acebedo, Ucedo, Quevedo.
ita, ites (griego,
ír/-,?). -1.° Personales, como eremita. Levita y muchas palabras de
posterior fecha, como carmelita, jesuíta, moscovita. 2: Nombres de
cosas, como calamita, margarita.
t-at (tas, tatis): bonitas,
civitas, libertas, vilitas, voluntas. Frecuente en el latín de la
decadencia: animalitas, identitas, limpiditas, miserabilitas,
modicitas. Castellano, (-dad. -tad): bondad, ciudad, libertad,
voluntad. Estos son denominativos con un sentido abstracto, análogo
a los compuestos alemanes con heit.
Las formaciones nuevas siguen esta regla. Así, amistad, beldad,
lealtad, malvestad (arc. ), parquedad.
t-ut (tut, tutis):
juventus, servitus, virtus. Castellano (-tud): juventud, virtud.
Sobre servitus se ha formado esclavitud.
atius, itius, utius. Acerca de las relaciones
de los sufijos -tius y -Cens. véase anteriormente la C. -Por -tius
hay otras formas especiales: 1: Palatium, solatium. Castellano
(-acio, -az): palacio, solaz. 2: Hospitium, servitium. Castellano
(-cio): hospicio, servicio.
itia: avaritia, duritia,
justitia, laetitia, pigritia, planitia. Este sufijo, destinado a las
palabras abstractas, se presenta bajo dos formas: la una, con la
vocal de unión i, acércase más al latín; la otra cambia, según
una regla general, esta i por e. Castellano (-eza, -icia): avaricia,
dureza, justicia, pereza, pigricia (arc.), llaneza. - Hay muchas
formaciones nuevas, que proceden regularmente de adjetivos. Ejemplos:
alteza, delicadeza, franqueza, largueza, nobleza, riqueza.
-Observación: la forma secundaria ities
ha sido también introducida, y ha servido de modelo a nuevas
formaciones. Castellano (-ez): altivez, amarillez, dejadez, durez
(dureza), rigidez.
V
avus. En octavns = octavo.
ivus. -1° Adjetivo: captivus, fugitivns, nativus, vacivus;
latín de la decadencia: attractivus, coctivus, compensativus,
complexivns, concretivus, descriptivus. Castellano (-ivo, -ío):
cautivo, fugitivo, nativo, vacío. -Las formaciones analógicas son
muchas y proceden, ya de verbos, ya de sustantivos y adjetivos.
Ejemplos: altivo, baldío, bravío, pensativo, sombrío, tardío.
2: Empléanse como sustantivos gingiva, lixiva, saliva,
donativum. Castellano: encía, lejía,
saliva, donativo, bailío,
falsío, gentío, motivo, poderío, rocío, dádiva (con
transposición del acento).
3: -Derivaciones con una
consonante doble.
LL
ellus, illus. -Este sufijo se
usa muchísimo en castellano para formar diminutivos. Pero su fuerza
diminutiva se ha extinguido casi siempre, y sólo reaparece algunas
veces, cuando se le añaden nuevas formas de disminución. Ejemplos:
1.° sustantivo: a) Cuyo valor diminutivo se ha extinguido (-elo,
-el, -illo): capelo, modelo, batel, tropel, ciudadela, anillo,
caudillo, martillo, esportilla, astilla. b) Con fuerza diminutiva más
sensible: animal, animalillo; asno, asnillo; alcoba, alcobilla;
abeja, abejilla.
2: Adjetivo con ellus diminutivo: missellus,
nuvellus, pulchellus, tenellus. También en las derivaciones
castellanas permanece el sentido diminutivo: agrio, agrillo; cerrado,
cerradillo.
c-ellus, c-illus. -1.° sustantivo: penicillus,
aucella aucilla, penicillum. Así como nuestra lengua sustituye la
forma ullus por ellus, ha reemplazado culus por cellus. Ejemplos:
carbunculus, homunculus, leunculus, ponticulus, reticulum,
muliercula. Ejemplos castellanos (-cilio, generalmente con la vocal
de unión e): aire, airecillo; hombre, hombrecillo; monte,
montecillo; ave, avecilla; mujer, mujercilla.
2: Adjetivo.
latín: rusticus, rusticelus, Castellano: ciego, cieguecillo.
ullus. -Forma diminutiva rara, a la que pertenecen homullus,
lenullus, satullus. El castellano casulla es una modificación del
bajo latín casula.
RR
arr,
orr, urr. -Estos sufijos de derivación no pueden proceder del latín.
Esta lengua posee el vocablo saburra;
pero no es presumible que las muchas formas castellanas en urra y
orra tengan su origen en esta única palabra. Estos sufijos son, sin
duda, un elemento ibérico de nuestra lengua. En basco,
(a es el artículo), son muy frecuentes: bizcarra ( = colina), ibarra
( = valle), indarra (=fuerte), legarra ( = sable), leorra ( = seco),
malcorra ( = rudo), edurra (= nieve), egurra ( = bosque). -(Vid.
Humboldt, Untersuchungen, p. 15; Adelung, Mithrid. IV, 284.)
arr.
-Ejemplos: bizarro, bobarrón, guijarro, cigarra y chicharra,
cimitarra, gamarra, pizarra, zamarra (samar
en búlgaro es una vestidura para animales de carga).
Patronímicos: Galvarro, Pizarra, Mudarra, Segarra.
orr, urr:
chaborra (prov.), cachorro, machorra, camorra, modorra, pachorra,
pitorro.
SS
issa. -Sufijo destinado a formar el
femenino en el latín de la decadencia, como en sacerdotissa,
abbatissa, diaconissa, atiopissa, arabissa, poetissa, prophetissa;
bajo latín: majorissa: es el griego *g Castellano (-esa, -isa):
diablo, diablesa; duque, duquesa; poeta, poetisa; príncipe,
princesa; profeta, profetisa.
TT
att, ett, itt, ott.
-Este importante sufijo no es latino. Su origen es obscuro. Es
denominativo y produce también verbos. En general sirve para formar
diminutivos. Algunos rasgos de él, que se hallan en el latín de la
Edad Media, denotan su antigüedad. L. Sal, emend. tít. V; si quis
capritum sive capram furatus fuerit. Capritus es el castellano
cabrito. Léese en las glosas de Isidoro: pililudius qui pilo pello
ludit, es el castellano pelotilla (piloteta
en chapurriau), pel-ot-illa, de pelota.
Según estos ejemplos, la forma originaria sería t y no tt.
at.
-Designa, principalmente, procedencia en todos los sentidos de la
palabra (-ato, -ate): horcate; chivo, chivato; lobo, lobato;
adjetivo: nuevo, novato.
ett (itt). -Sirve en general para
diminutivos. Ejemplos (-ito, -eto, -ete): lobo, lobito; arca,
arqueta; alfange, alfangete; rapaz, rapacete. Los adjetivos en ett
son igualmente diminutivos: amarillo, amarillito; bueno, bonito.
ott. -Expresa una degeneración del primitivo, sobre todo en
lo que concierne a la grandeza y a la calidad; o simplemente una idea
de pertenencia. Ejemplos sustantivos (-ote): capote, galeote,
garrote, quijote, bellota, gaviota, pelota; aumentativos: ángel,
angelote; caballero, caballerote; pícaro, picarote; diminutivo:
cámara, camarote. -Adjetivos: grande, grandote; viejo, viejote
(aumentativo).
4: Derivaciones con un grupo de consonantes.
GN
ignus: benignus, malignus, larignus, salignus.
Castellano: benigno, maligno. Las nuevas palabras se refieren a la
idea de origen o de semejanza; pero, en parte, no son más que
simples modificaciones de inus, que parece haberse transformado en
ineus ( = eño). Ejemplos: aguileño, halagüeño, isleño,
alcornoqueño, zahareño, lampiño, brasileño, extremeño,
madrileño. -Sustantivos: armiño, barreño, campiña, rapiña,
corpiño.
LD
ald. -Los nombres propios alemanes, como
Answald. Grimwald. preséntanse como compuestos con wald (de walten),
sufijo representado en latín por oaldus:
Ansoaldus, Grimoaldus. En castellano, simplificado el diptongo:
Ansaldo, Grimaldo ( = i); construídos con elementos alemanes o
latinos: Lasalde, Recalde. -Los nombres comunes, exclusivamente
construidos con elementos alemanes, son muy pocos: heraldo.
ND
andus, endus. -Participios que permanecen en castellano en
calidad de adjetivos. -Sustantivos: vivienda, hacienda, lavandero,
leyenda, molienda, ofrenda.
undus, -En oriundus, jocundus,
facundus, fecundus, secundus, iracundus, gemibundus, plorabundus;
latín de la decadencia: conabundus, consolabundus, fumigabundus.
Castellano
(-undo): facundo, oriundo, fecundo, segundo, etc.
-Formaciones nuevas (-ondo): hediondo, sabiondo, lirondo, orondo.
NG
ing, l-ing. -Derivación alemana que subsiste en
algunas palabras de este origen: chamarling, chamarlengo. -Voces
nuevas: abadengo, realengo, abolengo.
NS
ensis.
-Adjetivo: designa la descendencia o la ciudadanía: algensis,
forensis, lutensis, nemorensis, hortensis, portuensis, atheniensis,
carthaginiensis, narbonensis, rhodensis. -En castellano esta forma ha
permanecido activa, pero más bien para formar nombres de pueblos que
nombres comunes. Ejemplos de vocablos, en su mayor parte nuevos,
algunos de los cuales son empleados como
sustantivos (-és):
cortés, burgués, marqués, aragonés, cordobés, francés, inglés,
leonés, portugués;
(-ense): conquense,
ateniense, oscense, hispalense.
NT
entus. -En cruentus, silentus. Castellano, cruento. Hay
muchas voces formadas con ent, derivadas de sustantivos (-iento):
avariento, calenturiento, sangriento, hambriento, ceniciento,
sediento, polvoriento.
l-entus: faculentus, sanguinolentus,
somnolentus, vinolentus, violentus. -Castellano: feculento,
sanguinolento, sanguinolento, somnoliento, violento, etc.
m-entum:
alimentum, fragmentum, monumentum, nutrimentum. Castellano (-viento,
-miento), alimento, fragmento, monumento, nutrimiento. En latín arc.
-men era más usado que mentum. En castellano esta forma es un
instrumento poderoso de derivación, uniéndose a la radical del
verbo con la vocal intermedia a,i para expresar una acción o un
estado, rara vez una idea concreta.
Ejemplos: abajamiento,
seguimiento, parlamento, sufrimiento.
ant, ent (nominativo ans, ens). Participio
presente, extinguido como tal; pero persiste todavía como adjetivo
(castellano -nte). En algunos de los ejemplos que siguen no se
encuentra el verbo correspondiente: 1.° Adjetivos y sustantivos
personales: bergante, galante, mercante, sargento.
-2:
sustantivos que designan objetos y sustantivos abstractos: corriente,
creciente, entrante, levante, poniente, semblante, presente.
antia,
entia . -En ignorantia, obedientia, derivados del participio
presente. Formaciones analógicas (-anza, -enza, -encia): bonanza,
esperanza, estancia, fianza, fragancia, venganza, creencia, dolencia,
sabenza (arc.), tenencia, temencia (arc.)
RD
ard.
-Este sufijo, de frecuente uso, trae su origen del adjetivo alemán
hart, gótico hardus. En castellano únese a un número considerable
de patronímicos y nombres propios: Bernardo, Abelardo, Guajardo,
Fajardo, Pichardo; y también a los en Huarte, Iriarte, Ugarte,
Recarte, Lasarte. Esta forma se encuentra en muchos nombres comunes
masculinos que se derivan, ya de nombres, ya de verbos. -Designan:
1.° Seres vivientes, tomando en parte el valor de adjetivos (-ardo,
-arde): bastardo, bigardo, gallardo, cobarde (-do, arc.) -2: Objetos:
estandarte, petardo, bombarda, espingarda.
RN
erna:
basterna, caverna, cisterna, laterna, lucerna, taberna; latín de la
decadencia: suterna, usterna por sutrina, ustrina. Las primeras
palabras se han conservado en castellano. Hay además palabras no
latinas con esta terminación, como galerna, lucerna, poterna.
-Podría citarse el adjetivo modernus (en Prisciano); quaterno (igual
en castellano).
urnus. -En diurnus, diuturnus, nocturnus,
taciturnus. Castellano (-urno): diurno, etc.; lochorno de vulturnus.
SC
Ascus, iscus, uscus.
Ascus. -1.° Los
adjetivos de esta terminación son raros: friasco (arc.)
2:
Los sustantivos son más frecuentes: chubasco, peñasco, borrasca,
hojarasca, nevasco.
iscus. -Sirve, sobre todo, para formar
adjetivos, procedentes de sustantivos, rara vez de adjetivos; y
expresa generalmente, como el alemán isch,
la manera, la semejanza o el origen. Castellano (-isco, -esco): arc.
-arenisco, berberisco, levantisco, brujesco, caballeresco, frailesco,
grotesco.
Sustantivo; ejemplos: aprisco, pedrisco, parentesco,
ventisca.
uscus. -En molluscus. Castellano: molusco, negrusco
(negruzgo), pardusco (parduzco).
SM
ismus (*g). En
archaismus (arcaísmo). Este sufijo ha producido numerosas
imitaciones, entre las cuales tenemos las castellanas en -ismo,
-isma: morisma, sufrisma (arc.), solecismo, fanatismo, germanismo.
ST
ast. -Aunque se halla en muchísimas voces, no es
un verdadero sufijo de derivación, sino una terminación producida
en parte por una modificación arbitraria de otros sufijos. Así,
banasta
parece síncopa de banastra
(de banna); canasta
modificación de canistrum.
estus. -En funestus, honestus,
modestus, molestus. Castellano (-esto): funesto, honesto, modesto,
molesto. Esta formación, en la cual la t, y no la s, es el sufijo,
no ha producido imitaciones.
ista. -Del griego *g designa
personas agentes: baptista, evangelista, psalmista. Esta forma, muy
usada por los Padres de la Iglesia, se extendió mucho en la Edad
Media. Castellano: arbitrista, camarista, legista, artista,
fresquista, bromista, papista, dentista, calvinista.
aster.
-Designa una semejanza incompleta con la idea del tema; también un
valor respectivo. 1.° sustantivo latino: patraster (en las
inscripciones), filiaster (ib.), parasitaster, fulviniaster (imitador
de Fulvinius), mentastrum, salicastrum. Castellano (-astro, -astre):
padrastro, madrastra, hijastro, hermanastro, medicastro, sollastre
(arc.), pilastra, pollastre,
camastro.
1. Los adjetivos derivados mediante aster, expresan
también una semejanza o analogía: alicaster, recalvaster,
fulvaster, laetaster, novellaster, surdaster, claudaster. -La mayor
parte de las palabras castellanas son nuevas y conservan su antiguo
sentido cuando proceden de adjetivos: viejastro.
II. -Verbo.
La derivación verbal se produce, ya mediante sufijos
propios, ya por la adición de letras de flexión al tema de
cualquier especie de palabra. Al primer modo lo llamaremos derivación
mediata; al segundo, derivación inmediata. La lengua latina con sus
diversas formas de conjugación, toma parte en estos dos
procedimientos, como en cant-ill-are. pen-sare, alb-ere, stabil-ire.
En castellano sólo son susceptibles de derivación la primera
conjugación y la tercera (cuarta latina).
1.° La derivación
verbal inmediata, de la que en primer lugar vamos a tratar, se apoya
en castellano sobre los sustantivos y adjetivos, y algunas veces
sobre otras especies de palabras: el número de verbos así
adquiridos por nuestra lengua es todavía mucho más considerable que
el de los substantivos que proceden directamente de los verbos. Todos
estos nuevos vocablos sa dividen, según acabamos de decir, entre la
primera y la cuarta conjugación (originaria), sin que se pueda,
empero, indicar, ni fundados en la forma ni en el sentido, un
principio fijo a qué atribuir dicha división. No obstante, en medio
de esta arbitrariedad de la lengua para escoger la conjugación, no
puede desconocerse el hecho de que a la primera se atribuyen
principalmente las nuevas creaciones: esta conjugación tiene para la
formación verbal la misma importancia que la primera y la segunda
declinación para la formación nominal.
2: Ejemplos de
derivación verbal inmediata. De un nombre simple, en el cual el
sufijo de derivación está petrificado o no es sensible. -n) De
sustantivo: finis, finar; furca, hurgar; poena, penar; pretium,
(a)-preciar; scutum, escudar. -b) De adjetivo: extremus, extremar;
gravis, gravar; limpidus, limpiar; plenus, llenar (plená
en chapurriau, omplí); quietus,
quedar.
3: Derivación verbal de nn nombre derivado. Todas
las formas no se prestan en latín a esta clase de derivación
verbal: el castellano, deseoso de hacer pasar a la forma verbal el
mayor número de sustantivos posible, ha sacrificado a esta tendencia
las reglas a que se atenía el latín, no importándole quebrar todas
las leyes de la formación de las palabras, a fin de obtener esta
derivación, a la cual se prestan todavía más fácilmente los
compuestos. Así poseemos muchos verbos que, si quisiéramos
volverlos al latín, serían: angustiare, viaticare, bilanciare,
choleruceare, batualiare, miraliliare, christianare, medicinare,
caponare, occasionare, consuetudinare, extraneare, facturare,
contrariare, gulosare, medietare, solatiare, cupiditiare,
nominativare, ancellare, vagamundare, parlamentare, sententiare.
Algunos de ellos se encuentran en el latín de la decadencia.
Ejemplos castellanos, agrupados según cada sufijo nominal: IA:
envidiar, congojar; ATICUM: ultrajar, viajar; ACEUS: embarazar;
CULUS: trabajar; ALIS: igualar; ALIA, ILIA: ramotajar, batallar,
maravillar; INUS, IMUS: caminar, medicinar; ON: cantonar, baldonar;
TION, SION: ocasionar, cuestionar; UDIN: acostumbrar; IGIN: originar;
ANEUS: hazañar; URA: aventurar; ARIUS: contrariar; TAT produce
factitivos, como capacitar, dificultar, facilitar; TIUS: solazar;
IVUS: cultivar, motivar; ellus: atropellar; OTT: agarrotar; MENTUM:
parlamentar; AMTIA, ENTIA: esperanzar, reverenciar, sentenciar; ARD:
acobardar.
4.° Para la derivación verbal mediata usaba el
latín diversos sufijos, a los cuales estaban aplicadas determinadas
significaciones. Eran sufijos de este género: ICARE en albicare;
ULARE en pulullare (diminutivos); TURIRE, SURIRE en empturire,
esurire (desiderativos); TARE, SARE (ITARE, SITARE) en adjutare,
pensare (frecuentativos); ILLARE en cantillare (diminutivos); ESSERE,
ISSERE en capessere, petissere (meditativos); ASCERE, ESCERE, ISCERE
en amarescere, clarescere, ingemiscere (incoativos). El castellano ha
conservado casi todas estas formas.
-La significación de las
formas conservadas es menos precisa que en latín.
1.°
-Derivación con una consonante sencilla.
C
icare. -Ya
se une a nombres, y expresa entonces la actividad del primitivo, como
en albicare, amaricare, nigricare; ya se une a verbos, haciéndolos
frecuentativos o diminutivos, como en fellicare, fodicare, mordicare,
splendicare, vellicare. -Este sufijo en castellano, además de la
forma común con c o con g, tiene una forma anormal, donde estas
consonantes están representadas por j, producida mediante la
desaparición de la í y la introducción posterior de la j, para
evitar el hiato: -icare, -iare, -ijare. La derivación impropia, esto
es, ya contenida en el nombre en ie, está sometida a la misma ley,
como en fabricare, impedicare, judicare, masticare, pacificare,
villicare, vindicare. Incluímos aquí muchos factitivos compuestos
con el sufijo verbal fiens
(de facere), como mortificare, pacificare, sanctificare, cuyo número
se aumentó considerablemente en el latín de la decadencia (-blandi,
-miri, molli-, pulchri, -recti-, speci-, suavi-, tristi-,
verificare). -Ejemplos castellanos (-car, -gar, -ear, -ejar):
fabricar, masticar, albergar, amargar, holgar (follic.), juzgar,
vengar, verdear, pacificar. -Formaciones nuevas:
1.° Con la
forma primitiva (ic, ig), la cual produce frecuentativos y
diminutivos: apesgar (arc.), aungar (arc.), madrugar, cabalgar,
otorgar, rascar, volcar.
-2: Con la forma, propiamente
castellana, hállanse muchos verbos nuevamente creados: alborear,
blanquear, cortejar, falsear, juguetear, guerrear, pleitear,
saborear, señorear, truhanear, voltear, Observación. Procedentes de
esta segunda forma, con la terminación modificada, hay porción de
sustantivos masculinos: cortejo, manejo, blanqueo.
L
ulare.
-Aemulari, cumulare, postulare, pullulare, ustulare. Este sufijo
procede de nombres o de verbos, como el anterior. -Ejemplos
castellanos (-ular, -olar): garrular (del adjetivo garrulo), tremolar
(tremolá en ch.
temblar), mezclar.
c-ulare. -Fissiculare, missiculare.
uculare. Castellano (ujar, ullar): barbullar, manujar,
magullar.
T
tare, sare. -Adjutare, pensare. -La
lengua castellana ha adoptado, por su sonoridad, la forma
frecuentativa, aceptando en favor suyo muchos primitivos, sobre todo
de la tercera conjugación: de adjuvare, canere, cogere, despicere,
jacere, quatare, por ejemplo, la forma frecuentativa es la que
solamente hoy está en uso. Así se han creado, entre otros, los
siguientes nuevos vocablos: de ausare, refusare, junctare, oblitare,
conquistare, unctare, usare, advisare; osar, rehusar, juntar,
olvidar, conquistar, untar, usar, avisar. -La significación latina
se ha conservado. Los verbos no latinos no han adoptado esta forma.
-Los frecuentativos que revelan no ya la forma del supino, sino
simplemente el tema del verbo, como agitare, appellitare, palpitare,
han sido menos imitados.
-En castellano hay muchos verbos
terminados en itar.
liare, siare. -Los participios pasados y algunos adjetivos en
tus, han producido por derivación, con la vocal de unión i, una
serie de verbos de la primera conjugación de significación
transitiva, formando cierta clase de frecuentativos desconocidos de
la lengua latina: de captus
sa ha producido captare
mejor que capt-i-are.; de pensus, pensare mejor que pens-i-are. A
esta clase pertenecen los verbos siguientes: de acutus, aguzar; de
altus, alzar; de captus, (capturar)
cazar; de curtus, escorzar; de delicatus, adelgazar; de di-rectus,
enderezar (adressá en ch.):
de tractus, trazar.
y
izare. -Al griego *g, en tanto que
esta desinencia contiene una idea de imitación, como en *g,
corresponde el latín issare
en atticissare, graecissare, patrissare. Los escritores latinos de la
decadencia introdujeron algunos verbos griegos de dicha terminación,
como acontizare, baptizare, scandalizare, o produjeron formaciones
analógicas, como auctorizare, judaizare, latinizare, psalmizare.
Contienen este sufijo muchos verbos castellanos producidos en el
período literario de nuestra lengua.
Los verbos de esta
terminación designan:
l: Una imitación del primitivo: judaizar,
grecizar, poetizar, moralizar.
2: El paso de la idea del
primitivo a otros objetos: aromatizar (*g), sutilizar, autorizar,
esclavizar, eternizar, pulverizar, suavizar.
3: Simplemente la
acción del primitivo sobre objetos exteriores: tiranizar,
evangelizar.
2: -Derivación con una consonante doble.
LL
illare. -En cantillare (escantellá
en chapurriau), conscribillare,
sorbillare. Castellano: dentellar, adentellar.
TT
ettare.
-Es, en general, diminutivo. Castellano: escarvitar, arc. (escarbar),
peditar (pidolá en chapurriau,
pedir).
Ottare. -Barbotar (arc.)
3: -Derivación con
un grupo de consonantes.
NT
antare, entare.
-Derivación verbal que procede del participio presente: no es
latina. El castellano forma, en la mayor parte de los casos, verbos
intransitivos de verbos transitivos de la primera conjugación; mas a
pesar de la ventaja esencial que ofrece este medio de formación, no
se ve empleado más que en pocos verbos, sin conservar en todos la
significación primitiva, pues entre
estas derivaciones
encuéntranse también algunos verbos intransitivos. Ejemplos:
crecer, acrecentar; huir, ahuyentar (esbarrá
en chapurriau); levar, levantar (eixecá
en ch.); pacer y apacentar (pasturá
en ch.), aparecer (aparéixe
en ch.), aparentar (aparentá
en ch.); quebrar, quebrantar.
SC
ascere, escere, iscere. -Formas incoativas:
inveterascere, irasci, amarascere, clarescere, dulcescere,
frigescere, macrescere, marcescere, nigrescere. En el latín de la
decadencia hay muchos verbos seguidos de este sufijo: capillascere,
ferascere, granascere, pauperascere, curvescere, divescere,
ex-stillescere, follescere, fructescere, grossescere, loquescere.
Ejemplos castellanos: negrecer (ennegrecerse),
clarecer (esclarecer);
presente, esco;
imperfecto, ecia;
perfecto, eci.
-Son muchas las nuevas formaciones, pero no se emplea en ellas la
vocal de unión a. Ejemplos: carecer, enflaquecer, agradecer,
amanecer, merecer, obscurecer (oscurecer), padecer, parecer, perecer,
empobrecer, envejecer, verdecer. En castellano antiguo encuéntranse
todavía muchos ejemplos del infinitivo ir por ecer: enflaquir,
gradir, padir, perir; presente, enflaquezco. -Observación. Los
verbos derivados en sc
pierden a menudo su sentido incoativo; muchos son empleados como
transitivos; sobre todo, los que proceden de adjetivos: así,
apetecer, bastecer (abastecer), guarnecer (de
guarnición).
Hay todavía
otras derivaciones verbales de una importancia secundaria. Así,
ucare: machucar, besucar; usare, ussare: engatusar; uzare: despeluzar
(despelussá en ch.);
iscar : mordiscar (mordisquear),
pellizcar (pessigá en ch.);
uscar: chamuscar; znar: graznar, lloviznar, despeluznar.
SEGUNDA
PARTE.
Composición.
En tanto que en la derivación el
sentido de una palabra se modifica y determina por la adición de
letras o sílabas, en la composición se produce este fenómeno
mediante palabras enteras. Estas palabras determinativas preceden en
latín a la palabra que contiene la idea principal, como en
con-socer, defendere; y esto acontece cuando son declinables, ya bajo
su forma absoluta sin señales de género y de flexión, como en
cordolium, fun-ambulus, ya con la ayuda de la vocal i (rara vez de
alguna otra), como en paci-ficus, monti-vagus, mero-bibus. Esta es la
composición verdadera o propia.
Por el contrario, si dos
palabras componentes se unen también por la escritura, en cuyo caso
la palabra determinativa puede estar colocada detrás de la
principal, se verifica la composición falsa o impropia, como por
ejemplo: bene -dicere (ben -decir),
res-publica (república),
uti-frui, legis -lator (legislador), manu -mittere (meter
la mano).
Pueden entrar en
composición, no solamente dos palabras, sino tres y aun más.
Las
palabras que proceden de otras compuestas, como de fensio de
defendere, benedictio de benedicere, pertenecen propiamente al
estudio de la derivación; pero es conve-niente no excluirlas de esta
parte, para saber hasta qué punto llega la lengua en esta suerte de
derivaciones.
La lengua castellana tiene abundantes medios
para la formación de palabras compuestas. Pero las nuevas especies
de composición no tienen tanta importancia, cuando se forman
mediante partículas. Los nombres y los verbos empléanse tan sólo
para la composición propia; siendo de advertir que muchos compuestos
que se hallan en nuestro Diccionario son formaciones libres de los
sabios y de los poetas, las cuales nada tienen de populares.
Hay
tres clases de composición: nominal, verbal y la que se efectúa con
partículas. Existe, por último, la formación de palabras mediante
frases enteras.
I. -Composición nominal.
Observaciones:
1: El género de los substantivos así formados se regula por la
palabra que contiene la idea principal; por ejemplo: av-estruz (ave
Strauss en alemán).
2: Si la idea principal precede, puede
suceder que el sustantivo siguiente se acomode en su terminación al
género de la primera palabra, y en las mismas circunstancias el
segundo sustantivo también puede determinar el género. Ejemplo:
ar-golla.
3: El género natural sobrepuja al género gramatical,
como en el palabri-mujer.
4: En lo concerniente a la flexión en
general, debe notarse nada más que los verdaderos compuestos forman
el plural, como las palabras sencillas, y los otros según las
relaciones de construcción en que éstas se encuentran. -Sin
embargo, si los dos elementos no se hallan estrechamente unidos, o si
es difícil distinguir su valor relativo, sucede que los compuestos
impropios dobléganse de la misma manera que las palabras sencillas.
Ejemplos: maestre -escuelas, ferro -carriles, avu -tardas.
5: Lo
mismo que en latín, los sustantivos pueden adquirir el valor de
adjetivos.
1.° -Composición con sustantivos.
1:
sustantivo con sustantivo.
a) La primera palabra expresa la
cualidad de la segunda, y puede, en general, ser sustituída por un
adjetivo. Ejemplos: arqui-mesa, arti-maña, carri-coche, vara-palo,
oro-pel.
b) El primer sustantivo se encuentra en la relación de
un genitivo, como en el latín cor-do-lium. Ejemplos: mani-obra,
zarza-rosa, zarza-mora.
c) Los dos sustantivos ocupan, uno al
lado del otro, la misma línea. Ejemplos: coli-flor, av-estruz,
cera-pez.
d) La idea principal precede al segundo sustantivo, que
corresponde al genitivo. Ejemplos: agua-miel, ar-golla, boca-manga,
caña-miel, cond-estable, madre-perla, mayor-domo.
e) Los dos
miembros están unidos por preposición: Por de: hijo-d-algo,
hi-d-algo, hidalgo.
Val-de-peñas, hi-de-puta (hijo
de puta). Por ad: agu-a-manil. Por
ante: tramp-ant-ojo (trampa ante ojo, trampantojo).
2:
sustantivo con adjetivo. El substantivo proporciona la determinación
precisa, como en el latín cani-formis, igni-comus. Ejemplos:
pechi-blanco, barba-roja, boqui-ancho, cabiz-bajo, casqui-vano.
3:
sustantivo con verbo o adjetivo verbal. -a) El sustantivo es al verbo
en su relación de acusativo, régimen directo. Ejemplos. latín:
tergi-versari, paci-ficus. Castellano: car-comer, fe-mentido,
mani-atar, perni-quebrar, -ado. -b) El sustantivo es al verbo en su
relación de ablativo. latín: manu-mittere. Castellano: man-tener,
mam-parar (manu parare), cap-tener (arc.)
2: Composición con adjetivos.
1:
Adjetivo con sustantivo. Este género de composición es muy
frecuente. El adjetivo se encuentra en una relación de atributo con
el sustantivo, que puede precederle o seguirle. -a) El adjetivo
precede: alto-bordo, buen-andanza, gentil-hombre, medio-día,
rico-hombre, Sa-hagún, ira-cundo, Sant-illana (Santa Juliana). -b)
El adjetivo sigue: av-u-tarda, turba-multa, Mur-viedro (muro
verde), Rip-alda, Torr-alba (torre
blanca, alba, de albis), Mont-Albán
(monte albo, blanco),
Val-verde.
2: Adjetivo con adjetivo. -a) El primer adjetivo
determina el sentido del segundo y hace el oficio de adverbio: curvi
-líneo. -h) Los dos adjetivos permanecen gramaticalmente en la misma
línea: agri -dulce, (es) calo-frío, anchi -corto.
3:
Adjetivo con verbo, como en dulcificar, equi -parar, digni -ficar
(dignificá:
ficá dignidat en chapurriau).
II. -Composición verbal.
Así en griego como en
alemán, el tema de un verbo puede unirse a un nombre: Sprich Wort
(Sprichtwort),
leblos (sin vida, Leben los),
Friedlos (Friede los, sin paz).
En latín sólo se componen verbos con verbos, pues pocas palabras
son aptas para servir de segundo miembro en una composición de este
género. No se encuentran tampoco en castellano ejemplos de este
procedimiento.
III. -Composición con partículas.
Las
partículas que se componen con substantivos, adjetivos y verbos, son
adverbios en realidad; bien que la mayor parte de ellas no se
presentan actualmente más que con el sentido de preposiciones.
1.°
Las partículas más importantes son las de lugar: ab, ad, ante,
circum, intro, ob, per, post, prae, praeter, pro, retro, sub, subter,
super, trans, y muchas inseparables, como dis, re, se. El castellano
las posee todas, ya las emplea en la formación de sus nuevos
compuestos. Solamente hay que exceptuar ob, se, subter e intro; pero
en cambio tenemos extra, foras, infra, subtus, supra, ultra, que no
empleaba apenas el latín en sus compuestos.
Dividirémoslas
en partículas preposicionales, adverbios nominales, particulares
adverbiales, numerales y negativas.
1.° Partículas
preposicionales.
Ab. -Apenas se usa en nuevas composiciones:
a (b) latín. Procede alguna vez de abs, como en esconder
(abs-condere), amagá en chapurriau.
Ad. -Ejemplos de nuevos compuestos: a-cordar, a-divinar,
a-somar, a-rrastrar. Ciertas palabras presentan a menudo una a
prepuesta que no corresponde a la preposición latina ad,
sino al artículo árabe. -Ad forma a menudo, con adjetivos y
sustantivos, verbos factitivos de la primera conjugación: agrandar,
avivar, amaestrar.
Ante (anti). -Verbos nuevos: ante -coger,
antemostrar. -Nombres: ante -brazo, antecámara,
antesala.
Anti.
-Ejemplos: anti -crítico, anti -papa, anti -pútrido. -Excepción:
ante -cristo (anticristo).
Cum. -Unida al verbo o al nombre, designa un acompañamiento
o sociedad: convivir, compañía, combatir, concausa, comadre.
Contra. -Verbos: contrahacer, contrastar. -Nombres: contra
-prueba, contra -quilla, contrapeso.
De. -Ejemplos antiguos:
declarar, defender, demandar, demostrar, dorar (de -aur). Muchas
formaciones analógicas expresan un alejamiento o expoliación, como
debatir, decaer, desfallecer, degollar (de
gola, garganta, garganchón), degradar,
demarcar, dejar (de sitare), deparar, departir.
DIS, DI.
-Ejemplos antiguos: dicernir, discrepar, difamar, diferir. El
castellano usa muchísimas veces de este medio de formación, y
expresa con esta partícula, como la latina dis o la alemana zer, una
separación, empleándose también para designar la cesación de una
actividad o la negación de una idea, como en el latín de la
decadencia discredere y disseparare, por non credere y non separare.
Ejemplos: verbos (des, dis, di), desbaratar, descabellar, descargar,
desgastar, deshacer, disgustar, diverger (divergir?),
derrocar, derramar, desamar. -Nombres: desgracia, desorden,
disconformidad. deforme, disforme, desnudo.
Ex, E.
-Compuestos antiguos (ex, es, ens, en, e): expedir, expiar,
extinguir, expeler, expirar -espirar, escaldar, ensalzar (ex
-altare), ensayar, enjugar (enjuagar), enmendar. -Compuestos nuevos.
1.° Verbos: escampar, esmerar, estirar, explayar, ensanchar
(enxamplí, eixamplí, de ample en
chapurriau), e(s)spiar (ant, alt,
alem.: spehón, actual Spion, espía). -2: Nombres. Se designa con ex
lo que una persona ha sido en tiempo pretérito: ex -ministro, ex
-rector, ex -diputado.
Extra. -Únese en latín a pocas
palabras, y asimismo en castellano no abundan los ejemplos:
extravasar, extraviar, extravagante.
FORIS, FORAS en las
frases foris ferre, foris dare; prefijo en el sustantivo forasgero
en Plauto; úsase muy rara vez en calidad de preposición: foragido,
forano, foráneo.
In
(en). -Ejemplos antiguos: inclinar, hinchar (h)in-char (infl.),
en-cautar, incautar, entender, emplear, implicar, implorar (implorá
en chapurriau, de plorá demanán algo).
Las nuevas composiciones abundan, con la forma en = an o am.
Ejemplos: enamorar, enlisar (alisar), embarcar, empachar, amparar,
añadir (afegí en ch. inaddere).
-Los factitivos procedentes de sustantivos y adjetivos son tan
abundantes, como en la clase de los compuestos con ad, a saber:
encojar, enderezar (a -dret -adressá en
chapurriau), endulzar (endolsá,
endolsí en ch.), enfadar, engordar
(engordí, engordá en ch.),
engrosar.
Inter. -Ejemplos antiguos: intercalar, interceder,
entremeter, entredecir. En las nuevas composiciones inter indica el
sentido de se invicem y semi, y su forma castellana es entre, como en
entremezclar, entreabrir (entreobrí la
porta en ch.), entre-oír, entresuelo,
entrefino.
Intra, TRA. -Es sinónimo de inter, que en las
nuevas formaciones, como se acaba de decir, es entre.
-Intro en las voces latinas: entrometer .
Ob. -Solamente en
las palabras latinas. Ejemplos: obedecer, obstar, obviar.
Per.
-Ejemplos: percibir, porfía (perfidia). Son raras las nuevas
composiciones con esta partícula. Designa, en general, el
cumplimiento de una acción, lo mismo que voll
en alemán: vollenden (acabar del todo), vollstrecken. 1.° Verbos:
percatar, perdonar, perfilar, perjeñar. -2: Un adjetivo en el cual
per
refuerza el sentido: per -dañoso (arc.)
POST. -Formación
nueva: postergar, pos -tergar.
Prae, -Ejemplo: preveer,
prever. Formación analógica: predeterminar, predominar.
Pro.
-Ejemplos: proveer (proví en
chapurriau), prolongar (prolongá,
allargá, estirá en ch.). Compuestos
nuevos: prohijar (ver prohijamiento de
Jaime I y Sancho de Navarra),
promediar, propasar.
Re. -Ejemplos: recibir, redimir,
recitar, responder, reunir, recrear, reformar, reafirmar, repartir.
Hay muchísimos compuestos nuevos: 1.° Verbos en que la partícula
indica repetición: realzar, recaer, resoplar, reavivar, reimprimir.
2: Nombres en que la partícula refuerza el sentido: rebueno, refino.
Retro. -Formaciones nuevas: retrotraer, retrovender,
retroceder.
Se (se ducere). -Solamente en las palabras
procedentes del latín.
SuB (-sub, sob, su, so, son),
-Ejemplos: subsanar, sobornar, suplicar, socorrer, sonreír, sahumar.
La formación de nuevos compuestos es frecuente. 1.° Verbos: zam
-cochar, zancochar, (sub-coquere), sojuzgar (subyugar,
sub -jugare), sonsacar, soterrar, zaherir.
-2: Unida esta
partícula a los sustantivos, expresa subordinación: subprior,
subteniente.
SUBTER. -Ejemplo: subterfugio.
SUBTUS. -
Hállase en el lugar de sub. 1. Verbos: substraer, subscribir. 2:
Sustantivos: sotabanco, sotavento.
SUPER ( = súper, sobre),
-Ejemplos: supervivir (supervivencia) -sobrevivir (sobrevíure en
chapurriau), sobrevenir (sobrevíndre en
chapurriau). Las formaciones con la
partícula castellana expresan un exceso o grado más alto, como la
palabra de Tertuliano: supersapere. Ejemplos.
1.° Verbos:
sobrepasar, sobrepujar, sobresaltar.
2: Nombres, en gran
abundancia. Ejemplos: sobremesa, sobrepelliz, sobrevesta, sobresequié
en chapurriau, cabacequia, cap -el cabeza de la acequia.
Trans (= trans, tras, tra), -Permanece íntegra en las
palabras poco populares; las que no lo son la abrevian. Ejemplos:
transformar, transferir, traslucir, traducir, través (trans-versus).
-Formaciones analógicas. 1: Verbos: trasnochar, traspasar,
trastornar.
2: Úsase rara vez en los sustantivos: traspié,
trasvase.
Ultra. -1.° Verbos: ultra pasar.
2: Nombres (adjetivos):
ultramarino, ultramontano (tramontano),
2: Adverbios nominales. -Contamos entre estos los dos
prefijos procedentes de sustantivos, archi,
vice; algunos
adjetivos adverbiales y la partícula bis,
cuyo origen no está con exactitud determinado.
Archi (alemán
erz)
Erzbischop -archi episcop. -arzobispo,
en muchísimos compuestos nuevos: archiduque, arquitrabe, arcángel
-archi ángél.
Vice, desde los primeros tiempos de la Edad
Media: vice -comes de Cardona,
vice -judex. Ejemplos: vicealmirante, vizconde, virrey.
Bene,
male en beneficio y maleficio, y en porción de formaciones verbales.
1.° Verbos: bienaventurar, malquerer, maldecir, bendecir, malograr
(male -lucrari), malversar,
2: Nombres: bienandanza, bienestar,
malcontento.
Longi, multi, omni, en longi -mano (manos
largas ?), multicolor, omnisciente. Las
formaciones analógicas pertenecen en su mayor parte a una época
posterior: long -animo, multi -latero, omni -potente, omnívoro.
Minus. -Únese, en su forma gramatical regular menos, a los
verbos y a los adjetivos y sustantivos verbales. Ejemplos:
menospreciar, menoscabar, menosprecio, menoscabo.
Bis (=
vis), -Partícula que significa propiamente una disconformidad o cosa
que no está en su orden. Ejemplos: vislumbre, visojo.
3: Adverbios numerales y otros nombres de número.
-Formaciones nuevas,
1: Con uni:
unísono, univalvo, unicornio.
2: Con bis: bisabuelo, bizcocho.
Además con ambo en el bajo latín, ambi -dexter, ambidextro,
ambidiestro;
3: Con tri, tris: tricolor, trigenio.
4: Con
centum: cienpiés (cen -tipes).
5: Con mille: miliaria, milhojas
(milfulles en ch.
mille -folium).
6: Con semi: semi -ignorante, semi -pútrido,
semitono. Una partícula más castellana, pero menos apropiada a la
composición que semi es medius. Ejemplos: medio -eval, medieval,
media -luna, medialuna.
4.° Partículas NEGATIVAS.
In en el sentido negativo conserva mejor en
castellano su forma que la preposición in,
que ha degenerado en en.
Las nuevas composiciones castellanas con in son muy frecuentes.
Ejemplos: inútil, indeciso. 2: Non únese a los sustantivos, a los
infinitivos empleados sustantivamente, a los adjetivos y participios,
pero no a los verbos.
5: Finalmente: no debe omitirse que
poseemos muchos compuestos con el artículo árabe al,
el cual por sí mismo no imprime a la palabra ningún sentido. Esta
partícula forma, casi sin excepción, una sílaba átona y se
asimila a diversas consonantes; así en arroba, atarfe,
azofaifa, azufaifo,
(gínjol, chínchol en chapurriau).
De la misma manera se une a palabras no semíticas.
IV.
-Composición de frases.
El producto de esta especie importante de
composición es siempre un sustantivo.
1: Verbo con sustantivo
o pronombre: a) La segunda palabra depende directamente de la primera
abrojo, alzapié, azotaperros, besamanos, pasacalles, cortaplumas.
b) La unión del imperativo con el nombre se verifica
mediante preposiciones: gir-a-sol, girasol, tornasol, torn-a-sol, and
-a -río, salt -im -banco, saltimbanqui, tornavoz, torn -a -voz.
2:
Verbo con adjetivo o adjetivo adverbial. Ejemplos: atafermo,
cantaclaro, pisaverde.
3: Unión de dos imperativos:
alzaprima, cantimplora, gana -pierde, vaivén, quita y pon.
TERCERA
PARTE.
Formación de los numerales.
1° Numerales
cardinales. -De 1 a 10 el método latino permanece: uno, dos, tres,
cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez. -De 11 a 19 el sistema
castellano difiere del latino en que se han añadido las unidades a
partir de 16 (del mismo modo que el griego moderno lo hace desde el
13), y en que se ha suprimido el procedimiento de la sustracción
para 18 y 19: once, doce, trece, catorce, quince, diez y seis
(dieciséis), diez y siete (diecisiete), diez y ocho (dieciocho),
diez y nueve (diecinueve). -De 20 a 90 volvemos a adoptar el método
latino. Asimismo de 100, 200 a 900, 1 .000.
Ambo -ambos, amos
(arc.), ambdos -ambdues en catalán.
2:
Numerales ordinales. -Son en castellano muy ricos de formas: a) La
forma latina pura permanece en todo el sistema: primo y primero,
segundo, tercio y tercero, cuarto, quinto, sexto, séptimo, octavo,
nono y noveno, décimo, undécimo, duodécimo, decimotercio (décimo
tercero) hasta nono (noveno), vigésimo, trigésimo, cuadragésimo
(cuatrigésimo), quincuagésimo, sexagésimo, septuagésimo,
octuagésimo, nonagésimo; pero a partir de 50, también se dice:
cincuent-, sesent-, setent-, ochent-, noventésimo,
cent-, milésimo.
b) La forma distributiva enus únese a los
números cardinales en seteno, dec-, onc, hasta centeno.
c)
Algunos hay derivados, como avus, según octavus, onzavo
(onceavo), dozavo (doceavo),
centavo.
3: Los distributivos no existen ya como tales.
Solamente singuli
persiste en el español sendos.
Para designar un número colectivo de este género, empléanse
diferentes sufijos.
1 -Multiplicativos: duplice,
triplice.
Nombres proporcionales: simple, doble, triple,
cuádruple.
CUARTA PARTE.
Formación pronominal.
El
castellano ha conservado gran parte de los pronombres latinos.
También ha formado pronombres nuevos, sobre todo mediante la
composición de un pronombre con otro pronombre u otra partícula;
habiéndose fundido de tal suerte estos dos elementos el uno en el
otro, que es difícil distinguirlos.
1: Pronombres
personales: ego = yo. Tú permanece invariable. Sé, sibi = sí. Ille
(illic) = él. Illud = ello. Composiciones con otros pronombres:
nos-, vosotros.
2: Posesivos: meus = mío (meu,
meus en ch.), mí. Tuus = (teu,
teus en ch.) tuyo, tú. Suus = (seu,
seus en ch.) suyo, su. Noster =
(nostre, nostra en ch.)
nuestro. Vester = (vostre, vostra en
ch.) vuestro.
3: Demostrativos:
iste (istic) = éste (este). Neutro: esto. Ipse = (ixe,
eixe, ixa, eixa en ch.) ese. Neutro:
eso.
Composiciones que indican un aumento de sentido
demostrativo, 1. Con prefijos: a) ille, al cual se prepone ecce o
eccum, que produce formas con c dental y gutural: aquél (donde la e
se ha cambiado en
a) Añádase el neutro aquello.
b) Iste con
la misma partícula: aqueste, aquesto.
c) Ipse entra en diversas
composiciones: aquese, aqueso.
Prepuesto met, esto es, met -ipse
= mismo (mateix, mateixa en chapurriau).
4: Interrogativos y relativos: qui = (qui,
quí, quin, quín, quin, quíns, quina, quines en ch.)
quien. Qui = que. Qualis = cual. Cujus = cuyo.
5: Pronombres
indefinidos, a los que se unen los numerales indefinidos, cuya
flexión en latín es en general pronominal. Los afijos ali-,
que-, cunque-, han pasado al
castellano; los sufijos verbales libet
y vis, en
cambio, han sido sustituidos por nuevos sufijos de significación
análoga:
quiera.
Unus = uno (un,
una en ch.).
Alter (atre,
atra en ch.), alius = otro.
Quidam
= cierto (sert, serta en ch.).
Fulano, zutano (del árabe), mengano.
Aliquis = alguno (algún, alguna en
ch.). -Aliquid,
como sustantivo alguien (algú, alguna
en ch.). Aliquid. neutro algo
(propiamente de aliquod).
Ullus, antiguo y raro. Sin ulla dubda (arc. P. C. v. 906.)
Nullus = nulo. Empléase mejor unus
con prefijos negativos, como en ninguno.
Nemo = nadie (ningú, dingú en ch.
de homo natus), ninguien,
arc. (Rengifo, Art. Poét.)
Nihil (nil) = nada (res
nata, por adicionarse a esta negación
el substantivo cosa). No ña res en
chapurriau = no hay nada en castellano.
Quisque
ha conservado hasta hoy su misma forma. Unido al sufijo unus es como
se ha castellanizado y se usa más: cada, cada uno (cadaú
en ch.), cada cual, todo quisqui (tot
quisqui en ch.).
Quilibet, quivis =
cualquiera, consevol en chapurriau.
Totus = todo, tot -tota -tots -totes
en chapurriau.
Quantus en lugar de
quot, así
en el latín clásico como en la derivación castellana. Cuanto,
quamaño
(compuesto arc, en el Fuero Juzgo).
Tantus está también
empleado por tot.
-Tanto, tan -tans -tanta -tantes en ch.
tamaño (tam magnus).
Compuestos: otro tanto, a tanto, en tanto.
Aliquantus = alguanto (arc. Berceo)
Multus = mucho, mol
-mols -molta -moltes, molt a Valjunquera y en valensiá, en
chapurriau.
Paucus = poco, poc
-poca -pocs -poques en chapurriau.
Pronombres de género y de especie: son los correlativos qualis =
cual (quin en chapurriau)
y talis = tal. Compuestos: otro tal, a
tal.
QUINTA PARTE.
Formación de partículas.
Sobre la formación de las
partículas en general, debe advertirse: 1: Las partículas así
derivadas del latín, como nuevamente creadas, presentan una s
paragógica.
Ejemplos: entonces, muestras, lejos, quizás. El mismo fenómeno se
observa en las preposiciones ante
y sine:
antes, sines (arc.)
2: Si los nombres, después de haberse
despojado de su significación individual, pasan a la clase de
adverbios, renuncian entonces algunas veces completamente a su
terminación genérica, o la cambian por otra distinta de la
primitiva. Ejemplo: cabe por cabo.
3: En algunos compuestos
cambia de lugar el acento. Ejemplos: pára (por -á), péro, síno.
I. -Adverbios.
Acerca de la formación de esta parte
de la oración, son de notar los siguientes puntos:
1: Las
formas derivativas, reales o aparentes, de la lengua madre, -iter
(brev-), -itus
(fund-), -im (gregat-), no existen ya, aunque
todavía se von ejemplos de esta naturaleza en el latín de la
decadencia. En cuanto a las nuevas formas, no se hallan ejemplos en
nuestra lengua.
2: Entre las diversas composiciones, (que la
escritura no siempre sanciona), las más importantes son aquéllas en
donde el adverbio está precedido de una preposición, como en el
latín de-super, in-ante, per-inde. Ejemplos: demás (de magis,
ademés en ch.),
detrás (de trans), en contra (in contra).
Entre otras
composiciones debe de citarse la del neutro ipsum, uniéndose a un
adverbio para reforzar el sentido, como nunc ipsum, que corresponde
ahora mismo, ara mateix en
chapurriau.
3: La mayor parte de
las ideas adverbiales se expresan por nombres. Un examen atento nos
prueba que en el latín casi todas las finales de esta parte de la
oración tienen flexiones casuales, cuya falta de claridad o
precisión ha hecho considerar el nombre primitivo como una
partícula: en el castellano había de hacer, por consiguiente,
progresos esta falta de claridad. Sólo los casos oblicuos son aptos
para desempeñar el papel de partículas. Pero como estos casos, a
excepción del acusativo, no pueden ser representados más que por la
vía de la perífrasis, han tenido que resultar muchísimas
expresiones preposicionales.
a) Adverbios formados
simplemente con casos, sin preposición:
Adverbios que proceden
de adjetivos en el acusativo singular neutro, como los latinos
paulum, breve, verum, facile, grave, recens. Ejemplos: alto, bajo,
cierto, claro, harto, junto, mauso,
poco, quedo, pronto, recio, seguro, solo, temprano, vecino, breve,
recién. Desde el punto de vista de la forma, estos adverbios se
confunden con el masculino del adjetivo: sólo recién
se distingue de reciente.
Ablativos literalmente reproducidos, aunque se confunden coa la
forma del acusativo: cito, continuo, falso, cuanto, raro, súbito,
tanto.
Los adverbios procedentes de adjetivos terminados en e han
desaparecido: bien, mal, tarde.
Los adverbios formados con
substantivos sin preposición, no son raros. Como nuestra lengua
tiene la facultad de referirse a quand
para el acusativo, es decir, para el caso oblicuo sin preposición,
pueden considerarse ciertos adverbios de tiempo formados de esta
manera: cada día.
El ablativo se reconoce a veces: agora, ahora (hac hora, ara
en ch.), og -año (hoc -anno).
Una
formación importante acontece con el ablativo del substantivo mens,
(men en ch. mente)
que en calidad de simple sufijo, como el alemán weise
(scherzweise), y con el mismo sentido, reemplaza las finales latinas
e, iter, uniéndose a los adjetivos de toda especie, y, a menudo, a
los pronombres. En efecto, expresiones como devotamiente,
plácidamente, tranquilamente, han producido
formaciones
impropias, como rápidamente (rápidamen,
a escape, en chapurriau), brevemente,
alternamente. En el latín de las fechas más antiguas de la Edad
Media, era empleado este procedimiento.
Adverbios procedentes
de casos y acompañados de preposiciones. Las preposiciones más
importantes son de, ad, in.
Los adjetivos neutros (bajo la forma del masculino); latín: de
plano, in brevi, expresan con elegancia
el sentido de la composición con ment.
Ejemplos; con de:
de contado, de firme, de cierto.
Con ad: a menudo, a duras penas,
a diestro y siniestro.
Con in: en uno.
Los adjetivos
femeninos acompañados casi únicamente de ad,
pareciendo referirse a un sustantivo, se unen de buen grado al
artículo. Ejemplos: a la española, a la moda, a la ligera. El
adjetivo está en plural muchas veces, para dar más fuerza a la
expresión: a ciegas, a escondidas, a horcajadas, a hurtadillas, a
solas, a tontas y a locas.
Adverbios de este género, formados
con un sustantivo, como en latín invicem, obviam, interdiu, a tergo,
los hay en abundancia extraordinaria, de lugar y de tiempo sobre
todo. Ejemplos; con di: de otra parte, de día, de noche, despacio,
de mano, de cara, de fuerza, de remate, de priesa (deprisa), de
corrida (corrido), de rodillas, de grado, de arte, de suerte, de
forma, de manera, de modo.
Con ad, sobre todo adverbios de
manera: al lado, a priesa, a deshora, a porfía, a trueque, a
maravilla, a fe, a fuerza, a guisa, a modo, apenas, a sabiendas, a
voces, a gatas.
Con in: encima, en orden, enfrente, en fuerza, en
modo.
Repetición del substantivo para expresar la continuidad y
la sucesión. Ejemplos: frente a frente, cara a cara (vis a vis),
mano a mano, gota a gota. Algún adjetivo corre también igual
suerte: poco a poco.
4.° Ideas adverbiales formadas mediante
frases como en latín scilicet, nudius tertius. Ejemplo: quizá (esto
es, quién sabe, quí sap en
chapurriau).
Lista de los
adverbios, considerando principalmente su forma.
Adverbios de
lugar. -La mayor parte de ellos se han conservado; pero la
determinación de las relaciones del lugar donde se está, de donde
se viene o a donde se va, se han confundido considerablemente. El
medio más natural, después que las primitivas expresiones se han
obscurecido, fué designar el lugar de donde se viene por la
partícula de,
y aquél a donde se va por la partícula ad.
Pero estas preposiciones perdieron al fin su intensidad y necesitaron
un refuerzo, por lo cual se efectuaron muchísimas formaciones.
Examinemos particularmente cada uno de estos adverbios:
ECCE
(ecce homo).
-Lo ha reemplazado el castellano por vide,
videte;
ved aquí, veis ahí; helo, hela.
UBI = donde. IBI = ahí.
HIC = aquí (astí, aquí, assí o açí en chapurriau) -Illic =
allí.
UNDE (rumano todavía unde) = donde, de donde. Como
partícula pronominal: don.
INDE = ende (arc.) -Con el sentido de
UNDE = de ahí. - HINC de aquí (perifrástico).
Illinc,
istinc = de allí.
Quo, Eo, Huc, illuc, no tienen perfecta
correspondencia: están sustituidos por palabras de la primera serie,
algunas veces con un ad prepuesto, como en a
donde.
Aliubi = alubre (arc.
del Fuero Juzgo); en otra parte
(perifrástico, a un atra part en
chapurriau). -Aliunde = alhynde,
allende los mares
(arc. del Canc. de Baena); de otra parte (perifrástico).
Alicubi
= en cualquier lugar (a consevol puesto
o lloc -locus -en chapurriau, expresión
perifrástica).
Nusquam = en ningún lugar, a
cap puesto o lloc en chapurriau.
Ubique se ha confundido, por una perífrasis, con totus = por
todo.
Ubicunque = donde quiera que.
Intra, por intro =
dentro (dins, a dins, a dintre en
chapurriau), entro (arc.)
Extra
(extramuros)
ha sido suplantado por foras (fora en
ch.), foris = fuera, de fuera, fueras
(arc.), a las afueras.
SUPRA. -La forma más común es susum (sursum), abreviada en
sus: así,
suso
(arc.), sur francés ?
Perífrasis: arriba (a dal, dal en ch.), encima (demún,
damún en ch.). SOBRE
?
Infra ha cedido el puesto a
deosum (deor -sum), transformado en josum y jusum y abreviado en jus:
yuso, ayuso (arc.) -Sinónimo es subtus = bajo (sub
?, subterráneo, submarino). Citra
no tiene correspondencia castellana, y es representado por aquende:
de aquesta parte, de esta parte.
Ultra
tampoco está representado en nuestra lengua sino por otras formas:
allende = de aquella parte. Ante
en los compuestos: delante (de ab ante, dabán,
debán -de ab ante -en chapurriau, de
in ante). -Se encuentra por prorsus, protinus, como en adelante
(abán, a dabán, adabán en ch.).
Post, pone han
sido cambiados por de retro (vade retro,
Satanás!), de
trans. Así, redro, detrás,
atrás.
Prope = Junto, prop, a
prop, cerca en chapurriau.
Longe :
lueñe (arc.), lejos (laxus). Lluñ en
chapurriau.
Circa = cerca.
Perífrasis: redor, arrededor (ares.), alrededor. A
la redolada, en redol en chapurriau.
SIMUL=
ensemble, ensembra (arcs.), juntamente.
SEORSIM = a parte.
Adverbios de tiempo.
Quando = cuando.
Quondam, olim.
Perífrasis: en otro tiempo.
No es latino marras = marrah
(árabe).
Antea, ante = ante, antes.
Postea. De post derívase
pues (con el sentido de ergo), después (esto es, de ex post), de hoy
más (de hodie magis).
INTEREA = entre tanto, mientras, entretán,
mentrestán en chapurriau.
TUNC. -Compuestos: entonces (in tuncce), estonze (F. J.), estonz
(P. C), estonzas (ex tuncce, Alex.) Perífrasis: allora (Berceo),
esora (ipsa hora). -NUNC se reemplaza por hora: así, ora, agora
(arc. hac hora), ahora.
JAM = ya, tamé
en chapurriau.
Adhuc = aún. Encara
(ancore) en chapurriau.
NUPER =
nuevamente.
Brevi = en breve.
Por Mox, statim, illico,
hállanse muchas expresiones, como, por ejemplo, cedo (arc. cito),
luego, agina y aina (arcs. de agere), incontinenti, a la hora, al
instante.
Súbito, permanece en su misma forma.
Repente,
Idem. De repén en chapurriau.
HODIE
= hoy, hoy día. Hoxe en gallego. Avui,
abui, ab hodie en chapurriau.
Heri =
eri (arcaico en Berceo), ayer. Ahí,
ahir en chapurriau.
Cras = cras
(arc.)
Mane, en vez del anterior = mañana. Demá,
de mane, en chapurriau.
Horno, está
reemplazado por hoc anno
= ogaño. Enguañ, anguañ, este añ en
chapurriau.
Hay que añadir antaño
(ante annum).
PAULISPER = paucum = un poco.
Quamdiu, tamdiu =
quanto tiempo, tanto tiempo, tanto.
Semper = sempre,
metátesis, en chapurriau, siempre,
toda hora, todo día (todía, arc.), todavía
= medio alto
alemán, alwec (all weg, actual immer) =
always en inglés, weg alemán = way inglés.
Unquam = jamás, sinónimo.
Nunquam = nunca. May,
mai en chapurriau.Saepe
ha sido reemplazado por subinde
(subín, sobín, a subín, asobín en
chapurriau) = frecuentemente, muchas
veces. Sinónimos. -Interdum = tal vez, a las veces. -RARO =
raramente, pocas veces. -Quotidie = cada día, cuotidiano,
cotidiano.
Paulatim
= paulatinamente, poco a poco.
Denuo = de
nou, metátesis, en chapurriau, de
nuevo.
Los adverbios numerales que corresponden a cuantas
veces (semel, bis, ter), fórmanse en
castellano por una perífrasis combinada de números cardinales y
sustantivos que indican un cambio o un espacio de tiempo. La
expresión más importante es la latina vice
(en tribus vicibus),
de la cual nace una vez, dos veces, vegada,
vegadas
(arc.), vegada, volta, vegades, voltes
en chapurriau. Acompañada de números
ordinales, esta palabra reemplaza los adverbios de números latinos:
primum, primé en ch.
secundum, segón en ch.
etc. Este método, que consiste en reemplazar por una perífrasis los
adverbios de número y los adverbios de tiempo, concuerda exactamente
con el del alemán y el del griego moderno: el antiguo alto alemán
dice en este caso stunt;
el alemán moderno, mal;
el holandés, maal, keer, reis; el inglés, time; el noruego, gang;
el griego moderno, *g
3: Adverbios de cantidad.
Multo,
longe = mucho, mucho más. Mol, molt en
chapurriau.
Nimis. Demasiado (de
demás = de magio), massa en chapurriau.
Satis = asaz.
Parum, paulum = paucum (poco)
= algo.
Tantum, solum = solo, no -sino, no -mas (perífrasis).
Tan, tant, sol en chapurriau.
Vix.
Compuestos con a: alés (arc.), mal -avez (arc.) Perífrasis: apenas,
a duro, de duro.
SALTEM = a lo menos, siquiera (sisquera
en chapurriau).
Vel = mismo, vel
-bel en aragonés.
Omnino
sustituido por totus = del todo, del tot
en chapurriau.
Fere, paene = cuasi,
fascas hascas (ares. hasta casi), por poco que, por poco no, falta
poco.
Adverbios de comparación.
Sic = si, sin.
Tam = tan, tanto.
Aeque,
perinde, están representados por compuestos con sic: otro -sí,
otrosi, otrosí, ansí, así. Ut
ha sido suplantado por quomodo,
para lo cual se ha despojado de su propio sentido. Como, en lo
antiguo quomo, com (chapurriau igual),
como, coma (usado todavía en La Litera, Huesca, por ejemplo).
Quam
= cuan. El sentido de estos adverbios puede expresarse también con
sustantivos: guisa,
manera, suerte, modo.
Adverbios de afirmación y de negación.
La afirmación positiva no necesita de
ninguna partícula para hacerse sentir como tal; la afirmación
negativa, se sirve de non = no, non (arc.) -La negación absoluta se
verifica también mediante expresiones que corresponden al latín
neutiquam = nulamente, de ningún modo. Hay un procedimiento más
sencillo que consiste en unir a la partícula negativa un sustantivo
que designe un objeto de poca importancia: el uso ha acabado por
borrar todo recuerdo del objeto designado
por este sustantivo,
que se transforma completamente en un adverbio, repitiendo, por lo
tanto, el artículo. Las palabras más importantes de esta clase son:
cosa, gota, pelo.
La expresión de duda o incertidumbre, está representada por
quizá, quizás, tal vez, puede ser, a
lo mejor, etc.
Gradación de
adverbios.
Expresión del comparativo. Los adjetivos
adverbiales, como los adjetivos puros, verifican la gradación
mediante plus y magis; la degradación mediante minus: así, más
bien, más tarde. Los otros adverbios, en tanto que su significación
lo permite, expresan el comparativo como los adjetivos adverbiales:
más adelante, más a menudo; latín, magis infra, magis mane.
El
superlativo puede indicarse, como en los adjetivos, anteponiendo el
artículo al comparativo: así,
a lo menos, a lo más, a lo más
tarde. Cuando el adjetivo posee un superlativo orgánico, el
adverbio puede formarse con el sufijo mente: vil -vilísimo
-vilísimamente.
El sentido del positivo se eleva también por
reduplicación: ya, ya; bien, bien.
Algunas veces, aunque raras, se aplican a algunos adverbios los
sufijos de gradación: cerquita (propet
en chapurriau), a hurtadillas.
II.
Preposiciones.
La mayor parte de las preposiciones latinas las
ha conservado el castellano: ab, cis, ex, erga, ob, prae, propter:
otras menos importantes, ya no existen en castellano independientes.
Las palabras nuevas de esta clase no todas tienen el mismo origen.
Son:
1: Compuestos de diversas preposiciones; por ejemplo: de
-ad, ad - Prope (a prop, prop en
chapurriau), in -contra, in -versus,
per -ad, per -ante, per -inter.
2: Adverbios empleados con el
sentido de preposiciones.
3: Nombres. -a) sustantivos que,
repeliendo la preposición que les seguía, han tomado el sentido de
una partícula: cabe. b) Adjetivos o participios considerados como
neutros, que, por el abandono de toda flexión, se han convertido en
partículas: bajo, junto. -Las preposiciones propias, son aquéllas
que pueden ser inmediatamente prepuestas al nombre. Son impropios
todos los adverbios y los nombres que, para expresar un sentido
preposicional, necesitan el intermedio de una preposición. De la
gran cantidad de estos últimos, la lista siguiente no puede dar más
que un pequeño número de ejemplos. Para reconocerlos, únese a cada
uno de ellos la preposición que ordinariamente les sigue; pero es de
advertir que muchos nombres así caracterizados se emplean también
sin este complemento.
Ab. -No existe más que en composición;
en general ha sido reemplazada por de.
Para darle el sentido local o temporal de ex o in -de a, hay palabras
especiales, como desde (de ex).
Ad = a -Compuesto que indica el
fin: para = pora (pro ad, per a -pera en
chapurriau) en los siglos XII y XIII.
Ante = ante, antes de. Ab ante =
abáns en chapurriau.
Apud (en
las inscripciones apue). -El sentido de esta preposición está
representado por sustantivos, como cabe, cabo (arc.), a cabo.
Circa
= acerca de.
Contra = contra.
Cum (cun, con en las
inscripciones) = con.
De = de. Para expresar relación:
acerca de. Erga.
-Reemplazada por versus.
Posteriormente versus se reemplaza por
contra, por ejemplo en una pelea.
Ex.
-Reemplazada por de.
Extra. -Reemplazada por foras, foris, con o sin de.
Extramuros = a las afueras del
poblado.
In = en.
Inter
-entre. -Sinónimo: en medio (en mich en
ch.). La significación temporal de
inter está expresada por participios, como durante.
Intra. -Derivada del adverbio intro = dentro de.
Ob
ha desaparecido, siendo reemplazada por per,
pro. -Expresiones perifrásticas: por
razón de, a causa de (*g, griego moderno).
Per = per (arc.),
hoy desaparecida, excepto en chapurriau.
-Por de
pro.
Post = en pos de, después de.
Praeter, falta. -El
adjetivo neutro excepto
la ha reemplazado.
PRO = por, que al mismo tiempo reemplaza
la preposición perdida per.
Un sentido particular de pro está representado por en
lugar (en lloc de en ch.),
en vez (en ves de en ch.),
cuyas expresiones se construyen con genitivo.
Prope (prop
en chapurriau). -Su sentido se expresa
por medio de adjetivos. Así, junto de.
Sine = sin, sines,
senes (arc.). De senes, por metátesis, se construye sense
en chapurriau.
Sub = so (sota en
aragonés, catalán). Ha sido
reemplazada por subtus
= bajo, debajo de (sinónimos). Deball
-daball en chapurriau.
SUPER =
sobre. Además, encima de, tienes la comida sobre la mesa. Tens
lo diná sobre la taula, damún (de) la taula; en chapurriau.
Tenus ha desaparecido. Hay que asignar otro origen a las
palabras anticuadas fata
o ata
(árabe, hatta).
El antiguo vocablo fasta
= hasta
moderno, parece un compuesto de facia
ata.
Usque. -Corresponde a la
expresión arcaica entro.
Trans, como preposición, toma en castellano el sentido de
post, pone.
Tras, que puede estar precedido de a, de, atrás,
detrás.
Versus, aunque ha
sustituido a erga
en algunas lenguas neo-latinas, carece de correspondencia en la
nuestra. Lucha de 1 VS 2 -actualmente (2019) CONTRA.
Hay
todavía algunos nombres empleados como preposiciones, como mediante,
no obstante,
etc.
III. -Conjunciones.
Quedan pocos vestigios
originarios en esta clase de palabras, pues los adverbios y las
perífrasis nominales han llenado este vacío histórico.
Et
= y, i, e (arc.), et (arc.)
NEC = ned (arc.), nen (arc.), ni.
ETIAM = también, tamé en
chapurriau. Expresiones negativas:
tampoco (tampoc en ch.),
ni menos.
AUT = o, O.
Ut, quod = que. Compuestos: para que
(*g, griego moderno), a fin (de) que.
Ut, sicut, quam. A esta
última, en tanto que se refiere a un comparativo, corresponde que,
ca (arc.) Quasi se ha conservado literalmente. Casi
moderno.
Si = si.
Nisi = si no.
Dummodo = Caso que.
Sed y las otras partículas
adversativas están representadas por magis
(en lugar de potius),
que ha producido también adverbios: mas, pero, empero,
Potius =
antes, sinó.
Etsi. -Está representada de diversas maneras: bien que ,
aunque, puesto que.
Tamen = todavía, con todo esto, sin
embargo.
Nam, quia. Compuesta con la partícula que: por tanto
que. Compuesta con el pronombre que: por qué. - Hay adverbios de
tiempo tomados en un sentido casual: pues (pos
en chapurriau), pues que, ya que.
Nempe = a saber.
Igitur, ergo = pues, luego. Por
ideo, propterea, empléanse ende, por eso, por tanto (per
tán en ch.).
Quum (cuan
en ch.) ha desaparecido: como partícula
temporal ha dado al castellano la voz cuando.
Varios adverbios de tiempo pueden, con el auxilio de la partícula
que, pasar a la categoría de conjunciones, siendo suprimida también
a veces esta partícula. Así, después
de.
Una voz nueva por la latina DUM
es la castellana mientras.
IV. -Interjecciones.
El latín no es rico en esta
parte de la oración; el castellano tiene, en cambio, muchas
interjecciones. Las cuales son: 1:, sonidos naturales; 2:, sonidos
más complejos; y 3:, palabras mutiladas o abreviadas.
La
interjección más común, que sirve para reforzar el vocativo, es
oh. Las
siguientes expresan una llamada: ha, he, ahe, aik
en chapurriau. Compuesta con la: óla.
El alemán usa Halló con acento en la ó para llamar la atención,
Hállo con acento en la á para saludar.
El dolor se expresa
por ah, ay. Con pronombre personal: ay me, ay de mí. -La amenaza o
la queja se expresa por guay
(vái, gótico). Aragonés: Guaita (con
los güellos) -mira (con los ojos. Quizás provenga del vái gótico.
Las primeras, que denotan el dolor, también sirven para revelar
la alegría y la admiración.
Es difícil averiguar el origen
de ciertas interjecciones, como cáspita,
caramba.
Collóns o mecagondéu ya es más fácil
de averiguar.
Para exhortar y
alentar, empléase ea
(eja, lat.), ea pues, sus, upa, aúpa (¿las dos de origen alemán?),
alafé, alahe, alae (las tres arcaicas). -Una llamada: al arma, ah de
casa, aquí del rey. -Un deseo: ojalá (enschá allah, árabe). -Una
caricia: halo halo (arc. halagar).
Interjecciones para la
repugnancia y aversión: dale, zape, oxte (arc. por exte, de exir),
fuera, vete, su, fuch en chapurriau.
Para el silencio: chito, chitón, ta, tate (tace?)
Para
la protestación (protesta) y la maldición: por Dios, cuerpo de
Dios, cuerpo de tal, y muchas más
blasfemias incluidas.
1838.
40. Université de France, Académie de Paris. Faculté de
lettres. Thèse pour le doctorat. Etude sur l´origine de la langue
et de romances espagnoles, par E. Rosseuw Saint- Hilaire. Paris,
Imprimerie de Giraudet et Ch. Jouaust, rue Saint- Honoré, 315. 1838.
4-°-33 págs.
El Discurso está dividido en tres
partes: en la primera el autor se ocupa de la formación de la
lengua, recordando los pobladores y dominadores de la Península
ibérica y el idioma que hablaban hasta la invasión de los moros, y
del comienzo del romance, valiéndose de la autoridad y de los
estudios del P. Sarmiento. La segunda trata de la formación e
historia de la poesía. La tercera, del carácter de los romances
españoles.
1839.
41. De la formación de la lengua
castellana por D. Pascual de Gayangos.
Artículo publicado en
la British and foreign Review, núm, 15, 1839.
1844.
42.
Formación del lenguaje vulgar en los Códigos españoles Discurso de
recepción del Sr. D. Pedro José Pidal en la Real Academia Española,
leído en 22 de Febrero de 1844.
Publicado en las Gacetas de
Madrid. 5 y 6 de Marzo de 1844, e incluido en sus Estudios
literarios, tomo I, págs. 1-32: Madrid, imprenta de M. Tello, 1890,
(tomo LXXIX de la Colección de Escritores Castellanos.)
Sin
descender a pormenores eruditos, ni señalar fenómenos particulares
de la lengua judicial castellana, trátase en este discurso la
cuestión de un modo general, indicando algo de lo relativo al
desarrollo histórico de las lenguas romances, con aplicación,
aunque de modo muy somero, a la formación del castellano.
Al
hablar de la formación de las lenguas vulgares (escribe D. Pedro
José Pidal) nos contentamos con decir que son el resultado de la
corrupción del latín y de su mezcla con las lenguas germánicas
introducidas por los bárbaros del Norte en su gran movimiento sobre
el Occidente. Pero yo confieso que jamás me ha parecido esta
explicación satisfactoria; porque si los idiomas vulgares debieron,
efectivamente, su nacimiento a la simple mezcla del latín con las
lenguas germánicas ¿cómo es que no empezaron a formarse hasta los
siglos X, XI y XII, es decir, a los cinco o seis siglos después de
haber completamente desaparecido aquellas lenguas? ¿Por qué causa
los pueblos invasores que adoptaron la lengua de los pueblos vencidos
y hablaron el latín como lengua vulgar y corriente por muchos
siglos, la fueron abandonando y perdiendo al paso que la abandonaban
y perdían los antiguos habitantes, ya mezclados y confundidos con
ellos? ¿Qué ventajas hallaban unos y otros
en las nuevas
lenguas, qué inconvenientes en la antigua? ¿Por qué el pueblo, que
siempre recibe la lengua de las clases más influyentes e ilustradas,
fué en aquellas circunstancias quien impuso la suya a los sabios y a
los Gobiernos?
No resuelve el Sr. Pidal ninguna de estas
proposiciones, limitándose a enunciarlas e indicando solamente algo
sobre la índole constitutiva de los pueblos.
Mas no se
olvida de afirmar la coexistencia del latín (que iba cayendo en
desuso, a pesar del apoyo que los sabios y los tribunales le
prestaban), y del idioma vulgar, sostenido al principio por las
clases inferiores del pueblo y enaltecido al fin por los tribunales y
por las leyes, a las cuales atribuye la gloria que les corresponde
justamente en la obra del desenvolvimiento del castellano, el cual no
se empezó a formar hasta el siglo IX o X, y cuya fijación, a
mediados del siglo XIII, señala en las Partidas y en todos los
esfuerzos hechos por D. Alfonso el Sabio. El Sr. Pidal termina
tributando alabanzas a nuestra lengua legal, que es (dice) clara,
concisa, abundante en giros felices y
expresiones técnicas, por
lo cual lleva muchas ventajas al lenguaje usado en los tribunales de
otras naciones, que, a pesar de sus adelantos en la ciencia del
derecho, no han podido desasirse todavía de los vocablos bárbaros y
groseros de que tuvieron que valerse en su infancia (I).
I: D. Gaspar Melchor de Jovellanos en su
discurso de entrada en la Real Academia Española el
25 de
septiembre de 1781, trató de la necesidad del estudio de la lengua
para comprender el espíritu de la legislación. (Págs. 299-301 del
volumen I de las obras de Jovellanos en la Biblioteca de Rivadeneyra,
tomo XLVI.)
1845.
43. Observaciones sobre el origen y
formación del castellano por D. Rafael González Llanos.
Son
muy curiosas las que consigna, al par que sobre etimología, en
varios artículos que llevan este epígrafe: Examen paleográfico
-histórico del códice y código del Espéculo o Espejo de todos los
derechos. -Revista de Madrid, segunda época, 1845, t. VII, páginas
266, 323 y 331.
En este trabajo trata también el autor de
probar la autenticidad de la Carta -puebla de Avilés, documento
importante que fué por primera vez publicado por dicho Sr. González
Llanos.
-Véase el número 54.
1849.
44. Ueber
die Endung -ez (-es) spanischer und portugiesischer Familien namen.
Gelesen in der Sitzung der philolog. -philosophischen Klasse am 13.
Ianuar 1849. Von J. A. Schemeller.
4.° may. -21 págs.
Estudio de Gramática histórica sobre los patronímicos que
tienen aquella terminación, en el cual se indican los orígenes, así
cronológicos como gramaticales (basco, latín, árabe, alemán), de
muchos apellidos castellanos de tal naturaleza.
1849.
45.
History of Spanish Literature by George Ticknor. In three volumes.
New York, 1849.
Segunda edición: 1854.
Tercera edición:
Boston, 1864.
Traducción alemana: Gesch. d. schönen Lit, in
Spanien. Deutsch mit Zus. v. N. Hr.
Julius. Lpzg. 1852. -2 vols.
Traducción castellana:
Hist. de la lit, esp, por M. G.
Ticknor, trad, al cast. con adiciones y notas críticas, por D.
Pascual de Gayangos y D. Enrique de Vedia. Madrid. 1851-1856. -4
vols.
El apéndice A de esta obra trata On the origin of the
Spanish language (págs. 159-192 de la trad. Cast.), y es
principalmente una reseña histórica de las diferentes naciones que,
en distintas épocas, han habitado la Península ibérica y de la
parte que a cada una de ellas corresponde en la formación del actual
carácter de la nación española, de su lengua y cultura.
1853.
46. Estudios sobre los orígenes y formación de las lenguas
romances, y especialmente de la provenzal, por Don Manuel Milá y
Fontanals.
Dos artículos publicados en la Gaceta de
Barcelona, año de 1853, Y reimpresos el presente año en el tomo IV
(págs. 75-125) de las obras completas del insigne maestro catalán,
coleccionadas y publicadas por D. Marcelino Menéndez y Pelayo.
En
el primero de dichos artículos, después de enumerar todas las
lenguas llamadas romances, estudia el autor los diferentes sistemas
con que se ha explicado su formación, los cuales reduce a cuatro, a
saber:
1: La derivación del latín de un modo más o menos
exclusivo. 2: La derivación mixta del latín y del germano, en que
se atribuye al primero el vocabulario y al segundo la sintaxis. 3: La
del latín popular, que algunos presentan como casi idéntico a las
lenguas modernas, o cuando menos al italiano. 4.° La persistencia de
los idiomas indígenas más o menos modificados por la acción del
latín. El Sr. Milá expone luego su propia opinión afirmando que
las lenguas romances son lenguas nacidas de la que se hablaba en
Roma, sin negar por esto la influencia ejercida en ellas por antiguos
idiomas no latinos. Y para explicar bien estos diversos grados de
influencia, adopta el método histórico y estudia especialmente la
parte que corresponde, en la formación de los romances, a los
antiguos pueblos de Galia y de España y a los Fenicios y Griegos,
hasta que, limitándose al estudio de la lengua latina, examina el
latín antiguo, el clásico, el popular, el de las provincias (sin
desconocer, a pesar de la preponderancia de esta lengua, la
persistencia de las indígenas), el eclesiástico lleno de
helenismos, de hebraísmos y de giros vulgares, y el de las
poblaciones bárbaras, explicando, por estas últimas clases de latín
corrompido y por la influencia germánica, el nacimiento y formación
de los romances. Sigúese a esta parte expositiva y crítica una
reseña cronológica de los romances, según documentos escritos. El
Sr. Milá encuentra ya la naciente existencia de las modernas lenguas
en ciertas locuciones latinas más o menos adulteradas y
descompuestas de un panegirista del siglo III, y en Hilario de
Poitiers, Casiano, Gregorio de Tours y San Julián de Toledo.
Continúa luego citando textos del siglo V y siguientes hasta el XI,
en el cual dice que la lengua castellana despuntaba en la Carta
-puebla de Avilés. (Hoy, sin embargo, está
probado de un modo
irrefutable, por Don Aureliano Fernández -Guerra, que este documento
es una falsificación del siglo XIII, y así lo han reconocido todos
los entendidos en estas materias.)
El artículo segundo está
consagrado exclusivamente a la lengua provenzal. En él presenta el
autor porción de testimonios relativos a la antigüedad de esta
habla, desde mediados del siglo X hasta principios del siglo XIII, en
que, según lo acredita el homenaje a Bernardo Atón, Vizconde de
Carcasona, dícese estar ya formado el idioma lemosín. Trátase a
continuación de las lenguas de los trovadores, de los dialectos del
provenzal y, por último, de la unidad de los primitivos romances y
de la influencia de la lengua de oc,
discutiéndose con mucho acierto las opiniones de M. Raynouard. El
estudio del Sr. Milá es tanto más notable cuanto que fué escrito
apenas mediado el presente siglo.
1856.
47. Del
origen y formación de la lengua castellana, por D. Pedro Felipe
Monlau.
En los Rudimentos de Etimología que preceden a su
Diccionario (primera edición, 1856; segunda (póstuma), 1881), hay
dos capítulos, el V y el VI, que tratan del origen y formación de
nuestra lengua. En ellos, prescindiendo del idioma o idiomas hablados
en la España primitiva y de la influencia ejercida por los fenicios,
griegos, romanos, godos y árabes en el habla de los pueblos
ibéricos, se limita el Sr. Monlau a estudiar el léxico de
nuestra lengua en su inmediata derivación del latín, sin olvidar
las influencias más o menos importantes del griego, el árabe, el
godo, el bascuence y otros idiomas modernos en el castellano. Las
cuatro quintas partes de voces castellanas están tomadas
directamente del latín (dice el Sr. Monlau): las unas sin variación
alguna
en su estructura silábica y casi con su misma
pronunciación; otras ligeramente modificadas, y otras con
alteraciones eufónicas algo más notables. El idioma latino (escribe
en otro lugar) puede mirarse como padre del castellano, y el griego
como abuelo; y bajo otro punto de vista, puede decirse todavía con
mayor exactitud que el latín es el padre y el griego el tío carnal
del castellano, por ser el latín y el griego dos idiomas hermanos,
dos ramas del mismo tronco, dos lenguas que no se derivan la una de
la otra, sino que tienen un origen común, a saber: el sánscrito,
lengua asiática, idioma el más antiguo del pueblo indio.
En
cuanto a la transformación de los vocablos latinos, el Sr. Monlau,
además de estudiar en general el modo como nacieron cada una de las
categorías gramaticales castellanas, trata particularmente en otro
capítulo de las alteraciones fónicas mediante la conmutación, la
transposición, la adición y la supresión de letras o sílabas, e
ilustra sus observaciones con unas tablas de las eufonías, en las
cuales recapitula, por el orden de las letras del alfabeto, las
variaciones que, sobre todo, en su radical sufren las palabras
latinas al convertirse en castellanas, completando esta tabla con un
párrafo adicional sobre las variaciones, sobre todo fónicas, que en
las diferentes partes de la oración, se han introducido desde el
siglo XV hasta nuestros días.
Otras partes de los
preliminares del señor Monlau a su Diccionario etimológico
contribuyen asimismo al conocimiento de las transformaciones de los
vocablos latinos al convertirse en castellanos, como son el segundo
capítulo, que aunque trata de la formación de las voces en general,
son muchísimos los ejemplos latinos que se presentan, y las tablas
alfabéticas de las desinencias
castellanas, con sus homologas
latinas entre paréntesis y su explicación histórica, la de
las
pseudo-desinencias, la de los prefijos, indicando sus orígenes, y la
de los pseudo-prefijos.
1859.
48. Del origen y
formación del romance castellano, por el Ilmo. Sr. Don Pedro Felipe
Monlau. Discurso de recepción en la Real Academia Española.
-Incluido en el tomo segundo de los Discursos leídos en las
recepciones públicas que ha celebrado desde 1847 la Real Academia
Española. Madrid, imprenta nacional, 1861; págs. 305-330. Discurso
de contestación, por D. Juan Eugenio Hartzenbusch; págs. 333-367.
Sin desconocer las indudables influencias que en el romance
han ejercido la lengua primitiva de los iberos, la de los celtas,
fenicios y demás anteriores a la dominación púnica (I), la de los
godos (II) y la de los árabes (III), el Sr. Monlau afirma que del
latín, sólo del latín, nació el castellano. Esta es la tesis de
su discurso. La gran capa, o mejor dicho, el armazón del castellano,
como de los demás idiomas de la Europa romana (dice este académico),
se encuentra en el latín. Primitivamente latinos son todos los
vocablos más usuales y que forman como el esqueleto de nuestro
idioma: los pronombres, los llamados adjetivos posesivos,
demostrativos y numerales, el artículo, los verbos auxiliares, las
principales flexiones de los verbos regulares, las preposiciones o
prefijos, las desinencias, las conjunciones y los principales
adverbios, todo está tomado del latín; y un idioma deberá
reconocer siempre por lengua madre a la que le haya dado esas
diferentes especies de signos orales, sea cual fuere el caudal de los
que accidental o transitoriamente hayan luego aumentado su
vocabulario. Pero aún este vocabulario es radicalmente latino,
porque al latín debemos las cuatro quintas partes de nombres y
verbos; latinas son las palabras que sirven para designar las ideas
más vulgares, los seres más conocidos, los objetos más usuales y
las cosas más necesarias para la vida; latinas, en fin, y casi
exclusivamente latinas, son las voces que traducen las ideas
referentes a las facultades superiores del alma, las que representan
los sentimientos nobles y las pasiones generosas, las técnicas del
arte, de la ciencia o de la literatura y todas cuantas sirven para
expresar la cultura del espíritu o atañen a un orden elevado
cualquiera. La sintaxis de las lenguas no difiere sustancialmente de
la latina. Quitad al latín sus casos y suplidlos por partículas;
introducid el que
donde el latín ponía el infinitivo, y casi siempre os quedará
sustituida una frase romance a la frase latina. ¡Qué más!
Prescindiendo de la debatida cuestión sobre si el armonioso
endecasílabo del catalauno - Provenzal, de la lengua de oil
del italiano, del portugués y del castellano, tomó origen del
hexámetro latino, como sostienen unos, o del sáfico horaciano, cual
pretenden otros, y a mi ver con más fundamento, siempre resulta que
la métrica moderna, y quizás también la rima, es esencialmente
latina.
I: Algunos nombres propios de persona o de lugar y un
centenar escaso de voces comunes, es todo lo que ha heredado el
castellano de las lenguas conocidas en las edades ante-históricas de
la Península ibérica.
2: Reconocemos como materiales de
procedencia germánica muchos nombres propios de personas y unos
doscientos o trescientos comunes. El autor publica una lista de 144
nombres de esta procedencia.
3: El árabe no se hizo
enteramente vulgar en España: del árabe no tomamos pronombres ni
verbos auxiliares, que son las bases principales de una lengua; y en
cuanto a los nombres propios y comunes, si descontamos los latinos
arabizados, los que se anticuaron muy pronto, y los que han pasado a
la clase de voces meramente provinciales de Toledo, Extremadura o
Andalucía, quedará reducida a muy exiguas proporciones la parte del
glosario que se ha querido evaluar en una octava o décima parte. El
Sr. Monlau atribuye nuestros sonidos guturales fuertes al alemán
hablado por la corte de Carlos V, no a la influencia arábiga.
Tal
vez este autor pronuncia conclusiones demasiado absolutas o
generales; y así parecen evidenciarlo algunos recientes trabajos
filológicos, en los cuales se prueba que, si bien es cierto que al
latín debe el castellano su nacimiento, sufrió después otras
influencias que el Sr. Monlau no cita,
o atenúa al referirse a
ellas. Trabajos modernísimos han encontrado también orígenes más
remotos a las guturales castellanas que los que el Sr. Monlau les
asigna en el siglo XVI con la casa de Austria.
En cuanto a la
formación del castellano, dice en su discurso: Pero el idioma del
Lacio tuvo sus edades, sus épocas de alta pujanza y de singular
decadencia; hubo un latín noble o urbano y un latín plebeyo o
rústico: ¿a cuál de los dos es deudor de su formación el romance?
El autor resuelve la
cuestión afirmando que todo induce a creer
que el neo-latín se formó por el intermedio de la baja latinidad de
los primeros siglos, exponiendo y defendiendo la teoría de la
evolución sucesiva o transformación que desde su origen hasta el
día han venido sufriendo el castellano y demás romances. El señor
Monlau rechaza la hipótesis de la corrupción, y asimismo la de
Müller, que decía ser los romances producto del latín descompuesto
por los germanos invasores.
No desciende el autor en su
discurso a detallar el mecanismo de la formación gradual del
romance, excusándose acertadamente, por la índole literaria de su
obra, a exponer leyes y ejemplos referentes a la fonética, al
acento, a la cantidad, a la aspiración, a la composición, a la
derivación y, en suma, a cuantas partes componen la gramática
histórica; mas no deja, sin embargo, de indicar, al concluir su
discurso, la utilidad del estudio de varias cuestiones accesorias que
pudieran completar la historia de la formación de la lengua
castellana.
El Sr. Hartzenbusch, en su discurso, ha
comentado, a modo de apéndice y justificación, algunos de los
principios en que el señor Monlau se funda en el suyo, y varios de
los hechos en él expuestos y de las ingeniosas deducciones que
aquéllos le han sugerido.
Habiendo sostenido el Sr. Monlau
que el latín se había ya vuelto castellano en el siglo X, el Sr.
Hartzenbusch se encarga de acreditar esta opinión con larga lista de
palabras sacadas de los documentos latinos, no solamente de aquella
centuria, sino también de los de la novena y la octava.
Trata
también D. Juan Eugenio en su discurso de la alteración del latín
por los romanos mismos, valiéndose, para comprobar sus asertos y
opiniones, de inscripciones, medallas y otros testimonios; examina
las diferencias principales existentes entre el latín y nuestro
castellano, nacido del latín
culto y del vulgar, del militar y
del rústico; y discute, en fin, con claridad, gallardía y extensión
la opinión de que de la lengua intermedia, llamada románica, o sea
del antiguo provenzal imaginado por M. Raynouard, nació el
castellano y demás idiomas neo-latinos.
1860.
49.
Escritores en prosa anteriores al siglo XV. Recogidos e ilustrados
por D. Pascual de Gayangos. Madrid. 1860. Tomo II de la Biblioteca de
autores españoles de Rivadeneyra.
Entre las notas puestas
por el Sr. Gayangos al eruditísimo prólogo con que ha enriquecido
la versión castellana del Libro de Calila e Dymna o Fábulas de
Pilpay o Bidpay (primer trabajo de su colección), hay algunas
observaciones históricas referentes al futuro indicativo castellano
y al futuro condicional, que respectivamente se formaban con el
infinitivo y el verbo habeo empleado
como auxiliar (matar-e,
matar-as, matar-a, etc. = matar-he, matar-has, matar-ha, etc.=
matar-habeo, matar-habes, matar-habet, etc.), y con la interposición
del adverbio de lugar y por hi
entre la terminación del verbo y el auxiliar (tener-y-amos,
tener-y-ais, tener-y-an). También se empezaron a intercalar entonces
uno o más pronombres entre el infinitivo y la terminación de dichos
tiempos;
v. gr.: vencer-os-y-an, vencer-te-an, matar-te-y-amos,
rebelar-se-te-han = os habían, se han,
te habernos de vencer o
matar, se han de rebelar.