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viernes, 26 de abril de 2019

Continuación I

Continuación I

1607.

8. Discvrsos de la antigvedad de la lengva cántabra Bascongada. Compuestos por Balthasar de Echaue, natural de la Villa de çumaya en la Provincia de Guipuzcoa, y vezino de Mexico. Introdúcese la misma lengua, en forma vna Matrona venerable y anciana que se quexa, de que siendo ella la primera que se habló en España, y general en toda ella la hayan olvidado sus naturales, y admitido otras extranjeras. Habla con las provincias de Guipúzcoa y Vizcaya, que
le han sido fieles, y algunas veces con la misma España. Con licencia y privilegio. En México, en la Emprenta de Henrrico Martinez. Año de 1607. -(Rodeada de una orla.)

4.°-12 hs. prels. la port. Inclusive +84 págs. dobs. - Signs. + A-T de 4 hs. menos la segunda que es de cinco: dos primeras hojas prels. sin sign.
Port. -V. en b. -E. de a. del Conde de Lemos, Presidente del Consejo de Indias. -V, en blanco. - Ded. al dicho Conde. -Retrato del autor hecho por él mismo: ostenta en su diestra la pluma y el pincel (por haber cultivado también el arte de Apeles). Por orla esta letra:
Patriae et penicillum et callamum, utroque aeque artifex, D. D. - Prólogo al lector. -La lengua
Bascongada al lector. -Fr. Hernando de Ojea, dominico, al autor: México 12 de Octubre de 1606.
-El Licenciado Arias de Villalobos en alabanza de la obra (cinco décimas).

El es pintor y es author
y tan bien escriue y pinta
que con estilo y color
honrra el pinzel y la tinta
y en ambos tiene primor


Y si lo que pinta viue,
y lo que escriue reuiue,
aunque en vascuence y grutesco
es porque oy le pinta al fresco
y en marmol su nombre scriue.

Priv. por el Virrey Don Juan de Mendoza y Luna, Marqués de Montes Claros, etc.: México 30 de Agosto de 1606. -Lic. del Vicario general del Arzobispado, Doctor Francisco de Loya: México 20 de Abril de 1606. -Tabla. - Texto en 22 capítulos.

Este libro es rarísimo. De él se ha hecho una corta tirada fotolitográfica, pocos años ha, valiéndose del ejemplar que se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid.

Dice Fr. Hernando de Ojea de la Orden de Santo Domingo a su amigo, Balthasar de Echaue, en loor de esta obra:
Vi los Discursos que V. M. hizo y me embió de la lengua cántabra y de su antigüedad. y hallolos tan conformes a la razón y a la naturaleza de las cosas, tan concertados y de buen lenguaje, que ningún hombre de entendimiento dexará de estimarlos en mucho, y particularmente los historiadores Españoles, que de ordinario tropieçan quando llegan a tratar de los principios de nuestra nación y del lenguage que entonces hablauan. Porque como este se perdió, o se confundió muchos tiempos há en la mayor parte de España, con el de las muchas naciones Estrangeras y poderosas que en ella poblaron, ignoran casi de todo punto el que entonces corría (porque apenas tienen del vna vislumbre, y essa por conjeturas), assí quando llegan a tratar deste punto, o le pasan en blanco o dizen muy poco del. Y assí me sucedió a mí en las historias que voy escriuiendo de Galicia (I), que le passé en silencio por no hallar cosa que me satisficiesse: hasta que V. M. me dio noticia de la intelligencia y significación de muchos nombres de pueblos, montes, ríos y valles, así de Galicia como de todas las otras provincias de España, que todos ellos se hallan en la lengua Cántabra, y en ella tienen propria significación. Por lo qual vine a entender claramente que en toda ella se habló en los principios de su población la misma lengua que se habla agora en la Cantabria. Porque aunque es verdad que por discurso de largo tiempo la gente vencedora y su lenguage
consumen a la vencida y al lenguaje della: pero no los nombres que ya tenían los lugares y Prouincias, montes, ríos y fuentes, aunque se alteran en algo, como lo experimentamos en las infinitas Prouincias destas indias, las quales conseruan todavía con poca variación, sus nombres antiguos, porque aunque a muchas dellas les pusimos nosotros menos nombres a lo Español, estos se an oluidado y cay do o son poco usados, y an preualecido y preualecen los antiguos de los Indios, aun después de muertos todos ellos en muchas partes. Como se verifica en el de la isla de Cuba, que los Españoles llamaron al principio Fernandina, en los de la Habana, Bayamo, Iamayca, Yucatán, Campeche, México, Mechoacan, Tezcuco, Tlaxcala, Cholula, Guaxaca, que algunos llaman
Antequera, Atrisco, que otros llaman Carrion, Xalisco, Guayangareo, y otros desta manera, que todos son vocablos indios, i assí sucedió a los de España, para cuya conseruacion y memoria de lo antiguo reseruó Dios intactas como brasas entre la ceniza, las quatro Provincias que hablan aquella primera lengua, cuales son Vizcaya y Guipúzcoa, Álaua y Nauarra: de las quales sacó a V. M. como centella, o luzero que sale a deshora, para que dé notizia al mundo del thesoro que allí ay encerrado y de lo que fué antiguamente.

I: Las historias que dice el P. Ojea que entonces se hallaba escribiendo, se encuentran hoy MSS, en
la Biblioteca de la Academia de la Historia, colección Salazar.



Yo doy a Vmd. muchas gracias en nombre de todos los que tratamos de historia, por lo que en ello ha trauajado, y por la luz que con ello nos da para otras cosas... De Santo Domingo de México a 12
de Octubre de 1606. -Fr. Hernando de Ojea.

Trata Echave en el cap. XV de su obra
De algunos nombres de la lengua Bascongada Cántabra, que se hallan en la Castellana. Entre los que cita hay unos que tienen la misma forma en castellano y en bascuence, aunque su significado o espíritu sea distinto, y otros en los cuales claramente se ve que su raíz etimológica está en el eúskaro.

Bueno será poner aquí, y en forma clara, las voces de que se habla en dicho capítulo.


CASTELLANO BASCUENCE

Moço y Moça … El mismo vocablo significa: cosa sin cabello.
Motilada o tresquilada, mocha ó sin barba Imotza.
Teta Titia.
Ama Significa: madre.
Aldea vezina (vecina).
Masmordon (vocablo antiguo castellano) racimo floxo y desgajado.
Asmar (vocablo antiguo castellano) Significa: pensar y adivinar.
Verde Significa: color de yerbas y verduras
Ola Significa: tabla
Estrada Significa: calle, y particular mente la que hacen los setos de las heredades, cuya etimología verdadera es estarte y estartea.
Vizarro y Vizarría. Viçarra, significa hombre de barba o pelo en pecho; hombre gallardo y dispuesto.

Sarna Calor brotada.
Ganiuete Filo cortante.
Casco De coscolloa, cáscara redonda.
Cascabel Cascabilloa.
Çatico Qatico, porción.
Castillo Gaizteloa, lugar de vigilia y donde no es bueno dormirse.
Gurdo, (hombre torpe y tocho) Gurduria, hombre torpe y tocho.

Cabo (no pone nada)
Honesto y honestidad (no pone nada)
Rivera (no pone nada)

Lanza çia y Lancia, asta aguzada.
Escudo Ezcutua, el que esconde o encubre.

Hizquierdo y hezquerdar.
(Vocablo antiguo castellano que significa ceñir a la siniestra escudo).




1608.

9. Antigvedad y excelencias de Granada. Por el Licenciado Francisco Bermudez de Pedraza, natural della: Abogado en los Reales Consejos de su Magestad. Dirigido a la muy noble, nombrada, y gran ciudad de Granada. Año (E. de la ciudad) 1608. En Madrid. por Luis Sanchez, Impresor del Rey N. S. -(Al fin:) En Madrid. por Luis Sanchez, 1608.

4.°-11 hs. prels. +190 págs. dobs. + 6 hs. De índ. y tabla de autores, - Sign. AZ, AA-Z, Aaa-Ddd, de 4 hojas.

Al fol. 149 léese esta port.: Libro qvarto Del Santo Móte Ylipulitano, y sus excelencias. (E. de Granada.) En Madrid. Por Luis Sáchez impresor del Rey N. S. Año MDCVII V. en b.

Tiene este libro, de interés para nosotros, los siguientes capítulos:

Cap. IV. -Del origen de la lengua castellana.
Cap. V. -Resolución de la primera dificultad opuesta contra la antigüedad de la lengua castellana.
Cap. VI. -Resolución de la segunda dificultad.
Cap. VII -Resolución de la tercera dificultad.
Cap. VIII. -Resolución de la quarta dificultad.
Cap. IX. -Resolución de la última dificultad.

En ellos asienta el autor la disparatada especie de que Túbal, hijo de Jafet, y uno de los 72 descendientes de Noé, trajo a nuestra península la lengua española, que fué una de las que a la conclusión de la Torre provinieron directamente de la primitiva y universal. Fenices, Árabes, Griegos y latinos la corrompieron más tarde. Lleva el Ldo. Bermúdez de Pedraza sus delirios al punto de decir que la lengua española fué la que hablaron los Apóstoles el día de Pentecostés. En cambio afirma que es cosa inconsiderada suponer que la lengua castellana es hija de la latina.

Muchos de sus argumentos son una repetición de los del Dr. Gregorio López Maderos, ya expuestos en el núm. 4 de este libro.

De la Antigüedad y excelencias de Granada se hizo, por el mismo autor, otra edición refundida y aumentada, con este título: Historia eclesiástica, principios y progresos de la ciudad y religión católica de Granada, corona de su poderoso reino y excelencias de su corona. Granada, por Andrés de Santiago, 1638. Folio.

1614.

10. Varias antigvedades de España, África y otras provincias Por el Doctor Bernardo Aldrete Canónigo en la Santa Iglesia de Cordoua. ... En Amberes, a costa de Iuan Hafrey, año MDCxiv. (Bella portada grabada en cobre) -(Al fin:) Antverpiae, Typis Gerardi Wolsschatii, et Henrici AErtsii. Anno cIo. Ioo. XIV.

4.°-7 hs. prels. + 140 págs. + 36 hs. de tabla. - Sign. -A-Z, AA-Z, AaA-Z, Aaaa-Vvvv, todas de 4 hs.

Port. - Ded. al Arzob. de Sevilla D. Pedro de Castro y Quiñones: Sevilla 20 de Diciembre de 1613. -Inscripciones latinas, en laude de dicho Prelado para la iglesia del Sacro Monte de Granada. -Lic. del Rey, suscrita por Jorge de Touar: Ventosilla 28 de Octubre de 1612. -Lic. del Rey, suscrita por el mismo Touar, para que, "no obstante la nueua lei prohibía se pudiese estampar y imprimir fuera destos Reinos, se excluyera el caso de este libro por tener estampas, descripciones y mucho en Griego, Hebreo, Púnico, Siriaco, y Árabe, escripto con los caracteres que estas lenguas se escribían, de todo lo cual hauia grande falta en las emprentas destos nuestros Reinos: Madrid 27 de Enero de 1O13. -Censura del M. Fr. Iuan de la Puente, Cronista de S. M.: Santo Thomás de Madrid 11 de Octubre de 1612. -Censura del P. Rodrigo de Figueroa, S. J. (Parece que á componer este libro
han concurrido los hombres más doctos de todas las naciones, lenguas y provincias de quien el autor trata...); Colegio de la Compañía de Jesús de Córdoba 3 de Noviembre de 161. -Aprob. del Dr. Andrés de Rueda Rico y Don Alonso de Butrago: Córdoua 12 de Noviembre de 1611. -Aprob. de D. Fran. Ferz. de Córdoua, Córdoua 13 de Noviembre de 1611. -Lic. de D. Fr. Diego de Mardones, Obispo de Córdoua: 27 de Noviembre de 1611. -Dividido en cuatro libros. - Texto. -Tabla de cosas notables.

Lib. I. -Cap. X. -El uso i pronunciación del Ipsilon, i de la i pequeña.

Incluyese en este capítulo la siguiente carta dirigida al autor: El Dr. Meneses me traxo el libro de la lengua Hespañola con carta de V. M. E leídolo todo, porque está tan curioso i tan bien trabajado que tomándole en la mano, y començándole a leer no se le puede dexar. Cosas mui buenas, buena inuencion, lugares bien traídos, i disposición: que es dificultoso juntar lo uno con lo otro. Muestra tener V. M. gran librería, i que no se le a escondido alguno: hasta el vocabulista de Fr. Pedro de Alcalá. Hallo en él desterrada la Y porque nunca vsa della. De vn libro nos haze V. M. mención, i sé que anda por allá de la historia de Abentariq que traduxo Miguel de Lunas, que toca cosas a este propósito. E dudado si le a dejado como auctor a quien no da fee, i le tiene por sospechoso, porque por olvido no lo creo...

Defiende Vmd. que tomaron los Españoles la lengua Árabe de los Moros Mahometanos, i dize que en pocos años: i en otras partes dize, fué vna en Hespaña la lengua Phenicia, i Púnica, Carthaginense; i que entraron estas naciones o lenguas en Hespaña mucho tiempo antes que los Romanos. E visto dudar: pues entraron tanto tiempo antes estas naciones en Hespaña, si traxeron
ellos la lengua Árabe: si lo es la Púnica o Phenicia, o otra que entró juntamente con ellos, porque les parece que vuo mui gran tiempo para poder tomar los Hespañoles la lengua de Carthagineses o Árabes: porque señorearon tanto tiempo a Hespaña... I paréceles mas legítimo tiempo para auerse introduzido esta lengua en Hespaña este tiempo largo, que no quando entraron los Moros Mahometanos, i para esto dizen que ai cosas, nombres de ríos, ciudades i otras en lengua árabe de mucho antes que entrassen Mahometanos en España.

En la lengua Hespañola dize que es latín corrompido. Muchos passan con esto, i que siempre esta provincia vsó i retuuo la latina; i que la Hespañola que agora tenemos se introduxo con los Godos, i su entrada en Hespaña. Esta opinión e oído que la tienen algunos cuerdos i letrados. A otros e visto dudar, i les parece que es más possible que se introduxo muchos siglos antes de los Godos en tiempo de los Romanos, que entraron en Hespaña, i la señorearon tanto tiempo antes, más de trezientos antes de Christo: que son tanto, mucho antes que entrassen los Godos. Que en trezientos años vuo tiempo mui sobrado para corromperse la latina, y con la Vulgar de Hespaña hazerse la bárbara Hespañola vna mixtura de entrambas, que es la que oi tenemos...

En suma, estas dos dificultades, vna en la introducción de la lengua Árabe, otra en la introducción de la lengua Hespañola, V. M. pone la Árabe con la venida de los Moros Mahometanos, i la Hespañola con la venida de los Godos. Que mas razón ai para auerse introduzido en estos tiempos, que no en los antiguos, quando entraron en Hespaña los Carthagineses la primera vez i quando los Romanos.

E vsado en este papel del vocablo o dicción lengua Hespañola, i no la llamo Romance, porque aunque agora al vso vulgar es la misma Hespañola que Romance, dubdo hablando en propiedad. que quiere dezir lengua Romance. Si quiere dezir la latina, limpia, pura. Argumento que en el Euangelio de San Iuan, que V. M. también ha visto, dize en el título de la Cruz de nuestro Redentor, que estaua escrito Hebraice, Graece, & Latine. En lugar de aquella palabra Latine, esta en griego *** que traduze el Vulgato Latine. De manera que es lo mismo lengua latina de Romanos si diremos Romance...

De Granada, treinta de Nouiembre de mil i seiscientos i nueue.

No revela Aldrete el nombre del docto autor de esta carta; pero dice ser quien la escribió persona cuya eminencia en estado, dignidad y letras era de tanto lustre y grandeza, cuanto ninguna mayor ni más esclarecida; y añade que aunque pudiera no haber callado su nombre, pues lo que dice muestra que es ilustrísimo en todo, lo tenía que ocultar, sin embargo, por muchas razones.

Por lo que se refiere a la materia que anuncia el título del capítulo referido, de ella tratamos en el artículo correspondiente a este año de 1614, en la parte tercera del segundo libro del presente Estudio.

Cap. XI. -Dudas que se propusieron sobre el origen de nuestra lengua, i los autores que afirman el uso de la lengua latina en España.

El autor copia el tercer párrafo de la carta del varón eminente que incluye en el capítulo anteriormente citado; y contesta a las dudas propuestas con la autoridad de D. Juan (Obispo de Girona), Mario Aretio, Nebrija, Marineo Siculo, D. Antonio Agustín, Luis Vives, Ambrosio de Morales, Florián de Ocampo, Esteban de Garibay, Justo Lipsio, Juan Vaseo, Andrés de Resende, Andrés de Poza, Paulo Jovio, Juan Becano Goropio, Antonio Possevino, Jerónimo Ruscello, Angelo Caninio, Angelo Rocca, Julio y Joseph Scaligero, Genebrardo, Juan Yáñez Parladoro, D. Diego Pérez de Valencia, Francisco de Vergara, Benedicto Arias Montano, los Cardenales Roberto Bellarmino y César Baronio, el P. Alonso de Salmerón, el Doctor Pedro Antonio Beuter, y Fr. Alonso Venero, de muchos de los cuales cita los textos o referencias.

Cap. XII -La primera venida de los Romanos a España e introducción de su lengua.

Cap. XIII. -En las provincias del orbe Romano se introduxo la lengua latina, i no otra tercera.

Cap. XIV. -Declárase lo que dijo Strabon de la lengua latina en España...

Cap. XV. -La conueniencia, i necesidad forçaron a los Españoles, que recibiesen la lengua de los Romanos.

Cap.XVIII -No pudo la lengua Española llegar a el estado que oi tiene, sino vuiera sido primero latina.

En todos estos capítulos se amplían los argumentos expuestos en el Origen de la lengua castellana.

Cap. XX. Múdanse las lenguas con el tiempo, i varios accidentes: propiamente la lengua Española se llama Romance.


1626.

11. Dos libros de la lengua primera de España. Por Fr. Jacinto de Ledesma y Mansilla, de la Orden de Predicadores: y de el Real Convento de S. Pedro Mártir de Toledo. A D. Francisco Diego López de Zúñiga, Duque de Bejar, Marques de Gibraleon, Conde de Benalcazar y Bañares, Vizconde de la Puebla de Alcocer, Señor de las villas de Capilla, Curiel, y Burguillos: Duque de Mandas, &a.
En Toledo año de 1626. Es copia del mismo original.

MS. de la Real Academia Española en 4.°, de 292 folios + 2 de Indice.

Acompaña al Ms. una hoja volante en la que, después del título copiado, léese:
Es un tomo en 4.°, de papel sin cortar, que consta de 170 folios. Original de letra del P.e Ledesma. Todas las hojas están rubricadas al pie con la firma de Lázaro de los Ríos, que fué Escribano de Cámara. Existe en la librería de San Pedro Mártir de Toledo, Orden de Predicadores, caxón 4, núm. 30.
Port. - Ded. al de Béjar. -Al lector:

... Últimamente ruego a todos los vascongados se ayan piadosamente con este libro, y que no descarguen sobre él la furia de sus machetes y hazconas, considerando la razón mucha que tiene en lo que prueva, y la poca que ellos tenían en usurpar lo que no era suyo; y si acaso lo hicieren sea en tiempo que pueda responderles, porque les hago saber que se me queda lo mejor en el tintero para esa ocasión. - Texto.

Indice.

Libro primero.

Cap. I. -De la causa que movió para escribir estos libros.
Cap. II. -Si fué una la lengua que se habló en el principio del mundo, y quál fué ésta.
Cap. III, -Si hubo algunas escrituras o libros en aquella primera lengua antes del Diluvio.
Cap. IV. -Si la lengua Hebrea y los Hebreos tuvieron este nombre por Heber o por Abraham.
Cap. V. -De la variedad que ha tenido la Lengua y Abecedario Hebreo.
Cap. VI. -Del número de las lenguas que resultó de la confusión.
Cap. VII, -Cuántos años después del Diluvio fué la confusión o división de las Lenguas y Gentes.
Cap. VIII. -De la multiplicación de las Gentes después del Diluvio.
Cap. IX. -De las partes a donde fueron a poblar después de la división de las Gentes.
Cap. X. -De las regiones y provincias que ocuparon los descendientes de Japhet,
Cap. XI. -En que se prosigue la materia comenzada tocante a los hijos de Gomer y Javan.

Libro segundo.

Cap. I. -De cómo Tubal fué el primero que pobló a España.
Cap. II, -En que se prueba que no pudo haber lengua hebrea en España antes de Cristo.
Cap. III. -De la venida de los Griegos a España y de las poblaciones que hicieron y nombres suyos que han quedado en uso.
Cap. IV. -De como los Celtas, Fenices, Carthagineses, Romanos y Godos y Africanos entraron en España.
Cap. V. -En que se responde al fundamento de Poza y se prueba que la Lengua Vascongada no es la Española.

Cap. VI -En que se prosigue la materia del antecedente.
Cap. VII-En que se prueba quál fué la lengua primera de España.
Cap. VIII -De la Letra y Caracteres de la Lengua primera de España.
Cap. IX -En que se responde a algunas razones con que Poza pretende probar su intención.
Cap. X -En que se prosigue la misma materia respondiendo a Poza.
Cap. XI. -En que se advierten algunos yerros de Poza concernientes a la materia.
Cap. XII -De los nombres Griegos que hace Vascongados.
Cap. XIII -En que se reprueban otros dichos de Andrés de Poza.
Cap. XIV y último. -En que se prueba que otros nombres que Poza tiene por Bascongados no lo son.

Fol. 9: … La lengua que Túbal introdujo en España se llamaría Tubalea o Tubalina por respeto del nombre de su príncipe Túbal...

Fols. 12 vto. y 13: ... Doliéndome de que a España se le hiciese tal agravio como es ahijarla una lengua tan agena y forastera como provará este discurso: y en que Andrés de Poza en el prólogo de su libro parece que desafía a todo castellano en razón de sustentar su empresa: y viendo demás de
esto que ni los valientes cultos, ni los críticos celosos an salido a la demanda: yo, si bien con menos lecion y suficiencia que otros, pero a lo menos con más deseo de que conste de la verdad, que materia tan lúbrica y antigua puede tener, me dispuse a hacer esta defensa Apologética de la Lengua antigua de España, provando, como se verá en el discurso, que fué una sola la que en su principio tuvo, y quál fué ésta, y que de ninguna manera pudo ser la vascongada, antes se hará demostración que ni ellos ni ella son hijos naturales de España por descendencia del primer poblador Túbal, sino
advenediços y forasteros retirados en la fragosidad y aspereça de aquellas montañas, sin que tuviesen comunicación alguna con Españoles hasta los tiempos que se irán señalando en sus lugares: mostrando también con claridad la flaqueça y aun falsedad de los fundamentos en que estriba Andrés de Poça para establecer su opinión, con todo lo demás que para la prueva de im intento sea necesario. Y para que este Tratado se ponga con mejor orden, tendrá principio desde
la primera Lengua que en el mundo se habló, que será la materia del capítulo siguiente, y de todo este libro primero.

Fol. 24 vto.: Ya parece queda bien probado que la lengua Syra no pudo ser la primera del mundo; y que las lenguas Hebrea, Caldea, Syriaca y Púnica tienen mucha conformidad entre sí, de lo qual resulta que la Hebrea es la primera que se habló en el mundo, madre y principio de las otras lenguas...

Fols, 176 vto. 177 y 177 vto. -Lista de 90 nombres castellanos procedentes del griego.

Fols. 194 vto. y 195. -Lista de los nombres (en número de 118) que an quedado de la lengua gótica en uso.

Fol. 197 vto.: Todos los que habitaban la parte de España por las costas del Tajo hasta Fuente Rabia hablavan lengua griega...

Fol. 198 vto.: La lengua Vascongada no es la que Túbal truxo a España...

Fols. 215-217: Aunque fueron tantas las naciones que vinieron a España después de Túbal, cinco fueron las más principales y que más dominio tuvieron en ella; algunas en buena parte como fueron la griega, la Fenisa y Cartaginesa, y otras en toda, introduciendo cada qual su Lengua, sus Leyes y costumbres en lo que era de su Señorío.
Los Celtas estragaron mucho la lengua de Túbal en una gran parte de España, aunque no como Señores, sino como Compañeros y Vecinos. Los Fenices y Cartagineses en otra buena parte; de manera, que estas dos naciones se mezclaron en todo lo que no es Asturias y Cantabria, con que corrompieron la lengua legítima y originaria de estos reinos. Por esta causa cuando vinieron los Romanos, que fué la tercera nación poderosa, no era vna sola la Lengua que se hablaba en España, sino diferentes en diferentes provincias. En espacio de casi seiscientos años que los Romanos estuvieron en estos Reinos, trecientos de los cuales fueron señores de él con pacífica posesión, tardando los docientos primeros en la conquista, y los cien últimos en la salida: introduxeron de manera su Lengua, sus Leyes, sus costumbres y su trato que no avia diferencia de los Españoles a los Romanos en quanto a estas cosas; tanta fué su porfía en procurar asentar esto en España y tanta la facilidad, o por mejor decir, suavidad de los naturales en acomodarse a ello. Con esto se perdió totalmente la Lengua que se usava, no sólo la legítima y primera, sino las bastardas y mestiças que de las mezclas con las otras havian resultado. . .

Los Godos, que fué la 4a nación poderosa, no pusieron tanto esfuerzo en que su lengua prevaleciese, si bien en el mucho tiempo que reinaron se introduxeron muchos nombres y modos de decir proprios de su lengua... pero quedando siempre la Lengua Romana como principal y usada en todo el Reino. Los Árabes hicieron mayor daño porque obligaron a que su lengua se usase en todo lo que fué de su dominio, de manera que solos aquellos Españoles que se retiraron a las montañas quedaron con el vso de la lengua Romana...

Por estas mudanzas tan notables no se puede saber determinadamente quál fué la lengua primera de España, aunque se hallan nombres y verbos en cantidad que entre los doctos son tenidos por de la primitiva lengua española ...

Fols. 225 vto. y 226. -Los nombres que se hallan de la lengua legítima y propia de España sin dependencia de otra alguna, según que los autores los refieren, son los que se siguen:

Aspalato, planta que llaman oi Alarguez.
Bacha, el vino.
Briga, ciudad.
Bubaciones, ciertas venas de piedra imán.
Buteo, cierta ave de rapiña.
Cetra, escudo con adarga.
Celia o Ceria, un género de bebida.
Cocolobis, un género de vidueño.
Coscoja.
Duveta, una suerte de silla de España.
Falarica, arma enastada como partesana.
Gordo.
Lança.
Laurices, gaçapos.
Leberides, conejos.
Melancrenas, unos juncos de que los Mallorquines hacían las hondas.
Neci o Neton, el dios Marte.
Sparto.
Vepio, caída.
Zeus, un pece que aora llaman Gallo, y en latín Faber.
Cataspisi, el que se ofrecía a la muerte por sus amigos o parientes.

Fols. 225 vto, a 230: ... Tengo por de la lengua antigua como esotros los siguientes:
Acabar, ablandar, abofetear, achocar, adobe, afán, ágatas, aguardar, ahogar, aina ( = de prisa) /
aide en búlgaro /, aiuso (= debajo), aloque, apenas, aposento, aposentar, aquende, allende, arrendar, asco, asqueroso, ascua, aseo, aseado, atropellar.

Badajo, baldón, baldonar, barriga, barruntar, baxar, baxo, beblada ( = embriagada), bellota, boda, bodigo, bofes, bofetón, bordón, borra, borrego, boto ( = no agudo), botón, brasa, brial ( = vestidura), broquel, bulto, buscar.

Cadera, calabaça, cama, canbron, canto (= piedra), capar, capón, cara, carga, cargo, cáscara, cocote, coca ( = la cabeza), cómo (= adverbio), començar, cosquillas, cosquilloso, coxo (cojo), coxa (coja) (referente a pierna), cruxir (crujir).

çapato, çatico, çerro, çevada, çurdo.
Chapa, chivo, china, chimenea.
Debalde, debajo, debuxar (dibujar), dicha, dichoso, del (preposición de genitivo), derrivar (derribar), descanso, descansar, descargar, desamparar, desaprovechado, desde, desdicha, desdichado, desollar, desollador, desollado, despachar, despacho.

Enbelesa (embelesa), enbelesado (embelesado), enbevecer (embebecer), enbebecido (embebecido), enpapar (empapar), enpero (empero, pero), encargar, encaxar (encajar), engañar, engañador, engaño, escaramujo, escarmiento, escuerço (escuerzo), estirar, estirón, estirado, estruxar (estrujar), estrujado, estrujón.

Falta, faltar, falto, fanega, fino, fisga, floxo (flojo).

Ganar, ganancia, gaxo (gajo), gañan, ganzúa, gamo, gamón, garavato (garabato), gastar, gasto, gastador, garras, garrapata, garrocha, gasavo, gavilán, gorra, grançones, guisado, guisar, guisa (= semblante) /
de esta guisa /.

Haca, hallar, hallazgo, handraxo (andrajo), handraxoso (andrajoso), hígado, holgar, holgura, holgado, huelga, hurraca (urraca).
Jamás, jamón, jarro, jarra, jarrear, javalí (jabalí).
Izquierdo.
Lanparones (lamparones), lanpazo (lampazo), lanpiño (lampiño), lançadera (lanzadera), lançe (lance), llaves, laude (de sepultura), lechón.
Madroño, maguer (= aunque), manteles, mascar, máscara, mastín, medrar, melena, melindre, mella, mellar, mellado, membrillo, membrillar, mesnada ( = la familia de una casa), moço, moça, mochacho (muchacho), mojonera.
Orbigo (río de Astorga), ordeñar, otear, otero, otorgar, ouas (ovas).
Padrón, pagar, palomina (=yerba), panal, pantorrilla, para (preposición), parar (detenerse), pardo, parecer, pavilo (
pabilo), pecas, pecoso, peón, perro, plato, potro, prieto, pro ( = provecho), pero.
Querer, quexa (queja), quexarse (quejarse), quiça (quizá, quizás), quijada.
Rancor (rencor), rasgar, raudal, raça (raza) (de caballos), rebatir, rebuscar, rechaçar (rechazar), remachar, rincón, rollo, rueca.
Salir, salida, salvados, savañon (
sabañón), semblante, soga, soltar, susto.
Taxar (tajar), taxo (tajo), taxador (tajador), talante, tanbien (también, tan bien), tapetado, tavardo (tabardo), tiento, tesón, tibieça (tieieza), tibio, tieso, tira, tiro, tirar, tirador, tiros, tirante, trabajar, trabajo, traça (traza), traçador (trazador), traçar (trazar), trença (trenza), trobar (
encontrar).
Vfano (ufano), vfanía (ufanía), valago, viga.
Xapoipas (= tortas que se fríen en la sartén), xeta (jeta).
Zagal, zarzillos, zorra, zorçal (zorzal, tordo), zutano, zancle (= la hoz).
Fols. 290 vto, a 292. -Lista de homónimos italianos y castellanos, muy curiosa.

En la Biblioteca Nacional de Madrid existe, con la signatura V, 192, otro códice de esta obra del P. Ledesma.


1631


12. Breves lovvores da lingva portvgvesa, com notaveis exemplos da muita semelhança, que tem com a lingua latina. Dirigido a Dom Manoel d Eça, &c. Per Alvaro Ferreira de Vera. (E. de a. del protector.) Em Lisboa. Per Mathias Rodríguez. Anno de 1631.

pág. 78 vta.: Tal he a pronunciaçāo das palavras, que escrevemos com lh, que he pronunciaçāo particular dos Hespanhoes, que nem os Hebreos, Gregos, & latinos a podem pronunciar per suas letras: nem os Árabes, & Mouros dÁfrica com tormento. Polo que para significarmos o que pelo nosso alphabeto latino senāo pode explicar, acrescentamos ao L, a note de aspiraçáo, essi lh: & os
Castelhaos dobrāo o L. assi ll, erradamente pola razāo que dei na Orthographia no capitulo da ditta letra. Os Franceses (dos quals esta pronunciaçāo era alheia, & a tomarāo dos Hespanhoes) ...

Pág. 79: E antigamente antes de virem a Hespanha os Godos, Suevos, & outros barbaros, que succederāo a os Romanos, fallavāo os Portugueses lingua tam chegada a latina, que lhe chamavāo commummente Romana; & inda hoje corrutta lhe chamamos Romance...

Pág. 79 vta.: ... entre os Portugueses, & Castelhanos esta letra M que os Castelhanos pronunciāo sempre por N, inda que sejāo dicçóes latinas...

Dice el autor (pág. 82) que la primera lengua de Portugal y España fué la española hablada por Túbal, hijo de Jafet, cuando vino a poblar la Península en Setúval. No que concordāo muitos, & mui graves authores, (añade Ferreira). Que seja esta, ou aquella, ou que se conservasse mais pura até estes nossos tempos, a muita dúvida sem se corromper, & tomar muitos vocabulos d outras naçoés vezinhas, & muitas estranhas, que a ella vieráo: como forāo os Gregos, latinos, & Godos...

Despois delles (os Gregos) vierāo os Romanos, de que tomamos muita parte da lingua latina, com que ficou limada, & aperfeiçoada de maneira, que tem as cinquo qualidades, que se requerem para ser perfecta húa lengua. Porque he copiosa de palavras: boa na pronunciaçáo, pois nāo acaba em consoantes juntas... escreve o que falla... he apta para todos os estylos de compor: & sobre túdo he tam breve, que em algúas cosas o he mais que a latina...

Pág. 83: Dexando este argumento de palavras quero por outro de exemplos. Todas as naçóes de Europa reconhecem por aventejada a lingua latina, & logo aquella, que mais della participa. Se eu mostrar per exemplos que a lingua Portuguesa he tam copiosa de vocabulos latinos, que podemos compor multas oraçóes; & perihodos, que juntaméte sāo latinos, & Portuguéses, darāo vétajé a nossa? Sim por certo. ..

A este efecto cita el autor dos oraciones; un Soneto de Ioseph Barroso d Almeida em louvor do que cómentou as Georgicas de Virgilio em portugues; unos versos de Dom Miguel da Sylva, y prosa y versos de Manoel Severim de Faria.

Pág. 85: Tem outra grandeza a lingua Portuguésa, que pronuncia melhor a latina, que qualquer outra, porque lhe da a pronunciaçāo conforme a força & vigor das letras. O que nāo tem a castelhana, que todas as dicçoés acabadas en M pronunciāo a maneira de N, & as começadas per V, como se fora B...

Págs. 85 vta. y 86: E quanto a suavidad de pronunciaçáo, & boa graça na linguajem, & de ser deleitosa aos ouvidos (mas nāo dos Portugueses enfastiados) e confessa o eloquentissimo Miguel de Cervantes (de quem se disse que descubrio a alteza de lingua Castelhana) fallando das excelencias de Valença, & da boa graçe do lenguajem da terra, a encarece desta manera: Com quien sola la
Portuguesa puede competir en ser dulce y suave.

Este tratado forma la tercera parte del libro intitulado: Orthographia, ou modo para escrever certo na lingua Portuguesa. Com hvm trattado de memoria artificial: outro da muita semelhança, que tem a lingua Portuguesa com a latina. Author Alvaro Ferreira de Vera, natural da inclyta cidade de Lisboa. Dirigido a Dom Manoel d Eça, &c. (E. de este protector.) Com todas as licenças necessarias. Em Lisboa. Per Mathias Rodriguez. Anno de 1631.

4.°-7 hs. prels. + 88 págs. dobs. - Sign. §, §, A, Y, de 4 hs. -Port. -V. en b. -Lic. del Dr. Jorge Cabral: Lisboa, cusa de San Roque de la Compañía de Jesús 10: de Fevereiro de 1631. -Id. de C. Pereira, Francisco Barrete, D. Miguel de Castro, Fr. Antonio de Souza y otros. -Ad lectorem. - Ded. del autora D. Manuel d Eca, fechada en Lisboa a 8 de Janeiro de 1631. - Pról. - Texto de la Ortografía hasta la f. 56 vta. -El tratado de Memoria artíHcial, sigue con portada suya a la f. 57. -V. en b. - Ded. a D. Manuel d Eca. -V. en b. - Texto. -A la f. 77: portada de los Lovvres. -V. en b.
-A D. Manuel d Eca. -V. en b. - Texto.

1672.

13. + Población, y lengva primitiva de España, recopilada del aparato a sv monarchia antigva en los tres tiempos, el adelon, el mithico, y el histórico, qve escrivia Don Ioseph Pellicer de Ossav y Tovar... y dedica, al Señor Don Diego Gómez Sarmiento de la Cerda hijo y hermano De Los Excelentísimos Duques, i Señores de Híjar, Condes de Salinas, i de Ribadeo
Con Las Licencias Necessarias. En Valencia. Por Benito Macé, junto al Colegio del Señor Patriarcha, Año de MDCLXXII.

4.° 2 hs. prels. + i, u págs. dobs - Sign, a-n, de 4 hs.
Port. - Ded.: Madrid 14 de Noviembre de 1672. -En alabanza de los que ilustran la lengua española por Nicolás Antonio, en su Biblioteca. -Adv. - Texto.

§ 74: ... La Lengua primitiva de España es la única que agora hablamos perficionada con los tiempos, que entró aquí con sus Primeros Pobladores; porque es constante, que fué la Española, vna de las Setenta i Dos de la Confusión, i División en Babel: y ansí lo afirman todos los Autores que hablan de las Lenguas i Dispersión de las Gentes. Claro está que estas autoridades son los falsos cronicones y otras semejantes, desechadas por la moderna crítica, y juzgadas con singular acierto por la pluma del Sr. Godoy Alcántara.

Acrecentaron la lengua indígena, al decir del Cronista aragonés, las colonias griegas y fenicias, los bárbaros y los árabes, en fin; mas de ninguna manera los judíos que en miserables y dispersas tribus vinieron a España. Y en cuanto a la semejanza y afinidad entre nuestra lengua y la latina, escribe: No deve hazer novedad, sabiéndose que son tenidos por Españoles aquellos Antiquísimos Príncipes Hespero, Italo, Zano i otros, i que el Antiguo Parentesco de Entrambas Lenguas se renovó con el arrivo de tantos Españoles a Roma... Con tales argumentos, nacidos de las turbias fuentes antes aludidas, escribe Pellicer todo su alegato, para probar que la lengua matriz de nuestra Península es la misma lengua española hablada hace más de dos mil años.

La aberración de creer que la castellana era una de las 72 lenguas en que fué dividida la caldea, cuando Dios castigó la loca soberbia de Nembrot, y que Túbal, como hijo de Jafet, uno de los descendientes de Noé, la trajo a España, la sostuvieron también el Tostado (Eusebio, 2a parte, cap. XXV), Florián de Ocampo (Crón. lib. I, caps. X y XX) y el Dr. Viana (MS. citado en la Introducción de este Estudio).

Pero lo que parece inexplicable es que, después de publicadas las obras de Núñez de León y de Aldrete, hubiera quien sostuviese tales proposiciones. Sin embargo, ante los delirios de los escritores bascófilos, que vemos repetidos desde el siglo XVI hasta el presente, no debe extrañarnos que el Maestro ximénez Patón suscribiese esta opinión (I), a pesar de los opuestos pareceres que, en su mismo libro del Mercurius trimegistus, consignaron Pedro de Valencia y el P. Francisco de Castro, S. J.; y que el cronista Pellicer no dudara de que el castellano fué uno de los idiomas que se hablaron en la Torre de Babel.



I: Véase en el libro segundo de este Estudio, parte primera, el año de 1621,

1724.

14. La Crusca Provenzale, ovvero, le voci, frasi, forme, e maniere di dire, che la gentilissima, e celebre Lingua Toscana ha preso dalla Provenzale; arricchite, e illustrate, e difese con motivi, con autorità, e con esempj. Aggivntevi Alcune memorie, o notizie istoriche intorno agli antichi Poeti Provenzali Padri della Poesía Volgare, particolarmente circa alcuni di quelli, tragli altri molti, che furono di Nazione Catalana, cavate da MSS. Vaticani, Laurenziani, e altronde. Opera di Don Antonio Bastero, Nobile Barcellonese, Dottor in Filosofía, e nella una, e l´altra Legge, Canónico, e Sagrestano Maggiore dalla Catedrale di Girona, ed Esaminatore Sinodale della medesima Diocesi, detto fra gli Arcadi Iperide Bacchico. ) Volume primo. (Grab. en cob. que representa el caramillo y las ramas de laurel y encima, emblema de Gli Arcadi.) In Roma, MDCCXXIV. Nella Stamperia di Antonio de Rossi, nella Strada del Seminario Romano, vicino alla Rotonda. Con licenza de Svperiori.


Fol. -4 hs. Prels. + 174 págs. - Sign. A-Z de 4 hs. las 4 primeras sin sign. -Anteport. -(Grab. en cob.: alegoría relativa a la obra.) -Port. -Licencia de los Arcades. -Licencias eclesiásticas.

Dando el autor cuenta del plan que intenta seguir en su obra, dice en su
Prefación:

...cominciai a disegnari la premeditata Gramática per uso della mia Nazione, e degl intendenti della Lingua Catalana, e tutto l tempo che avanzava alle mie importante ocupazioni attenenti alla lite allora vertente nella Sagra Romana Ruota sopra l´accennata
elemosina di Girona, l´impiegava nel lavoro dell opera medesima; nella qualle poi, dopo averne abbozzati al quanti capitoli, volendo anche discorrere, e trattare dell origine della stessa Italiana favella; e perció desiderando scoprire, e accumulare altre notizie, oltre aquelle da suddetti Autori dimostrate, risolvi l occhio al mentovato Catalogo, e presa nota degli Scrittori, che anno trattato della materia, andai alla Libreria Casanattense; e per mezzo delle Prose del Cardinal Bembo, e Coll´ Ercolano di Benedetto Varchi, che furono i primi libri, che lessi in quella Libreria, vidi, ed intensi, come la Lingua Toscana era in gran parte composta della Provenzale, e quasi di due Madri figlinola, cioè della latina, e di essa Provenzale; e che gli antichi Provenzali Poeti, altrimenti con più acconcio nome Trovatori appellati, dal trovare il tropo, o la maniera del canto, furono i Padri delle Rime volgari, e i Maestri, che insegnarono il poetare agl Italiani... (Páginas 3 y 4.)

IV. E riflettendo, che la Lingua Provenzale, e la stessa appunto, che la mia materna Catalana, come attestano parecchi Autori e può conoscere ognuno, confrontando le parole, le maniere, i modi di dire, e lo stile delle nostre antiche Costituzioni di Catalalogna, esistenti nella Biblioteca Barberina, cogli antichi Statuti di Provenza, che si trovano nella Libreria Casanattense; e come anche più agevolmente riconoscerá il Lettore dalla lettera, che per questo efetto ho estratta dalla Storia, e Cronica di Provenza di Cesare di Nostradama scritta da Renato d Angió Re di Napoli il decimosesto, e Conte di Provenza il ventunesimo nell anno 1468, en son bon, & franc Catalan Provenzal, come dice l istesso Nostradama, a Giovanni d Angió intitolato Duca di Calavria suo figlio primogenito, e Generale dell Armata Franzese, e Provenzale, che allora si trovava ne confini di Catalogna; (bench
ê nel detto anno, anzi ventisei anni prima, fosse giá il suddetto Conté scaduto dalla Regia di Napoli, avendo prevaluto il partito, e il va ore delle armi de i Catalani, e degli Aragonesi contro degli Angioini, ed essendo in essa rimasto trionfante, e coronato fino dal 1442, il Re Alfonso il II d Aragona, e il I di Napoli cognominato il Magnanimo), la qual lettera ho qui trascritta con la medesima ortografía, che nella predetta Istoria si legge del seguente tenore:

Illustrissimo, e carissimo Duch, primogenit, Governador, e Loctenent general nostre: Nos com sabeu en los dies passats avens consideratió als bons servicis, e merits del noble, e amat conseiller nostre Mossen Barthomeu Gary, l´ y donam perpetualment en seu honorat segon costum de Cathalunia, per a el e à sos fils emperó mascles de legitim matrimoni procreadòs lo Viscomtat de Bas,que ez prop las montanyas de Ampurdà, e certs castels, e altres coses que tenía en las parts de Ozona Joan de Cabrera, à nos inobedient, e rebelle, segon aquestes, e altres coses largament poreu veure en unas lettras patens à vous, e á altres dressades lou día present dades. E perque ez nostraferma voluntat, e intentió, que lod. Moss. Barthomeu dé, aya, e consequesca la possessió libera del dit Viscomtat, Castelz, e altres coses per nos á el donades, axi prest com vinguen á nostra obediensa, vos encarregam que axi ho façan executar per effecte, e per res non aya falla, com axi proceesca de nostra pensa: E sia illustrissimo, e carissimo Primogenit, e Loctenent general nostre la Santa Trinitat vostra garda. Dadas en lo nostre Castel de Bauge á XXI
X, del mes d Abril de l ani Mcccclxviij (1463).
E trasportandola poi in Franzese il medesimo Cesare di Nostradama vi fa la seguente riflessione:

Cette lettre de ce bon pere a son cher fils, qui ne t
êmoigne moius l´amitié grande quil luy portoit, que l´antiquité, et l´excellence de nôtre Vulgaire: voire la conformité quil a avec le langage quon usoit du temps de Charles le Chauve, pour preuve que les Provençaux ont êté les premiers qui ont donné langue au reste des Gaules &c sonne en François ces mêmes paroles, &c ... (Págs. 5-7.)

XI. Quasi tutte le voci, e forme di dire, che per entro l Libro ho annoverate, e registrate le ho cavate dal Vocabolario degli Accademici della Crusca, il quale in tutto l corso del mio lavoro, ho avuto sempre davanti agli occhi, e non me lo son tolto mai di mano, riportando la sua medesima spiegazione, e dichiarazione de significati, e cosí anche l latino, come si legge in esso Vocabolario; e il medesimo ho fatto pure intorno al Greco, allorché ho conosciuto, che la voce Provenzale sia dalla Greca originata, o che n abbia dependenza. Vi ho inseriti, o posti ancora molti degli esempli Toscani, acciocché il Lettore possa piú comodamente confrontargli con quelli dei Provenzali, e si veda, che da questi anno anche spesse fiate tolti i Rimatori, e Prosatori Toscani molti concetti, e molte invenzioni, come osservarono in parte il Bembo l Equicola il Bouche il Paschieri il Pittoni i Nostradami de in particolare Gasparo Scuolano colle sequenti parole



No se puede dexar entre renglones, que se pagaron tanto los Italianos de esta poética invenzion y estilo de los Lemosines, que no sólo les cogieron el arte, y metro, pero aun las mesmas rimas traduzian en su lengua Italiana. Cien años antes que floreciesse el Petrarca, es á saber, el año mil doscientos y cinquenta, vivió en nuestra Ciudad un Cauallero famoso Poeta llamado Mossen Jordi, criado en la Corte del Rey Don Jayme el Conquistador; el qual con mucha gala usó de Sonetos, Sextiles, Terceroles, y Octavas rimas en Lengua Valenciana Lemosina. Y viniendo después al mundo el Petrarca, en el año de mil trescientos y veintisiete, que se enamoró de madama Laura, llamándole su estrella al mayor lauro que Poeta vulgar ha podido conseguir, se valió de las obras deste insigne Valenciano, vendiéndolas al Mundo por suyas en lengua Italiana. Pudiera dar por testigos á muchas de ellas, pero contentareme con sola ésta:

El Petrarca dice:

Pace non trovo, e non ho da far guerra;
E volo sopra ´l Cielo, e giaccio in terra;
E nulla stringo, e tutto ´l Mondo abbraccio:
Ed ho in odio me stesso, ed amo altrui:
S´Amor non e, che dunqne e quel, ch io sento.
Mossen Jordi dixo:

E non he pau, e no tinc quim guerreig;
Vol sobre ´l Cel, e nom movi de terra,
E no estrench res, e tot lo Mon abrás;
Oy he de mi, e vull a altri gran be:
Si no es amor, donchs açó que será?
Traduít al chapurriau:
Y no ting pau, y no ting qui me guerrejo;
Volo
pel sel, y no me moc d´enterra;
Y no estriñ (apreto) res, y tot lo Mon abrasso;
Odio ting de mí, y vull a datre (datra) gran be:
Si no es amor, entonses aixó -açó qué sirá?


Que traduzidos en Castellano quieren dezir:

No tengo paz, y nadie me hace guerra;
Voy por los Cielos, sin dejar el suelo;
Nada recojo, y todo el Mundo abraço;
A mí mesmo aborrezco, y amo á otri:
Y si esto no es Amor, qué es lo que siento?

El modo como pudieron llegar las Obras de Mossen Jordi Cavallero Valenciano a las manos del Petrarca, lo escriue nuestro Antonio Beuter en la Epístola proemial de su Coronica; donde dize, que hallándose en Gascuña con Don Jayme Colona, Obispo de Lumbierri, en tiempo del Papa Juan XXII, como llegase a las rayzes de los Pyrineos (según se comprehende de los Comentarios de Alexandro Vellutello en la Vida que escribió del Petrarca) pudieron venir á sus codiciosos ojos, como tentados de aquel manjar, las rimas del dicho cavallero, que ya entonces corrían por Cataluña, y Gascuña, con grande renombre de su Autor; y entonces le desentrañó el estilo, las agudezas, ternuras, y conceptos, pasándolo todo a su propósito, y Lengua... (Págs. 5-15-17.)




...Né solamente molte voci, come si vede; o pure alquanti modi del dire presero dalla Provenza i Toscani; anzi essi ancora molte figure del parlare, molte sentenze, molti argomenti di Canzoni molti versi medesimi le furarono; e più ne furaron quelli, che maggiori stati sono, e miglior Poeti reputati. Il che agevolmente vederá, chiumque le Provenzali rime piglierá fatica di leggere.
Ed indi Peruditissimo Abate Anton Maria Salvini, alloraché dimostrando, che per arrivare alla perfezione, ed all eccellenza nell arti, e nelle scienze, niuna strada vi ha più facile, né più spedita, che l´imitazione degli ottimi autori, che e quella, che vi conduce dirittamente, disse in lode dello steso Petrarca Non pure la latina Lingua assato perduta, ricondusse a novella vigorosa vita, ma nel Toscano Idioma molto osservó, e molto prese dagli antichi rimatori Provenzali … (Pág. 18.)

...Tutte le nostre voci, che anno uniformitá, e amistanza col Franzese, le anno certamente i Franzesi tolte dal Provenzale ... (Pág. 30.)

... Lo stesso che ho detto in ordine a quelle voci, che anno similitudine, o affinitá col Franzese, si debbe parimente intendere rispetto a quelle, che l´anno col Castigliano, che parimente ho prodotte ne loro luoghi dell´ alfabeto, e che parranno più tosto Castigliane, o dalla Lingua Castigliana esser presse, che dalla Provenzale, come
cominciare, bataglia, cortesia, cambiare, galoppo, peso, aggradare, riposo, e cento più, le quali anno pure i Castigliani cavete dal fonte Provenzale, come affermó il dottissimo Onorato Bouche nella sua sopra citata Istoria di Provenza con le seguenti parole:
Voire cest le commun sentiment de plusieurs grands personnages Italiens, comme jay oüi dire à quelques uns diceux en Italie, que la Langue Provençale êtoit la Mere de la Langue Italienne du jourdhuy. Ce que nous pourrions ausi bien dire de la Langue Espagnole de ce teMs. quelle soit une fille de la Provençale, doù lon peut en quelque façon conclurre, que tous les mots qui son en usage entre ces trois peuples, & qui ne peuvent pas être derivez de quelque racine Grecque, ou Latine ne sont pas tant Espagnols au Italiennes, que Provençaux, comme ceux-cy Italiens
Badar, Engagnar, Escarecar, Pulit, Far escomessa &c, et ceuxcy Espagnols Borrar, Despedaçar, Desamparar, Escupir, Flaqueza, Embud (Entonnoir) & plusieurs autres, quon peut remarquer en la lecture des livres composez en ces langues... (Págs. 34, 35.)

...Ben noto e per altro, a tutti i Letterati, che la nostra Lingua, e più antica assai, della Castigliana, poiché su per tutto il Ponente, tra tutti gli altri Idiomi di quelle parti di gran lunga primiera e cosí florida, culta, ac polita ut nulla feré extiterit Regio, in quam immissa non fuerit e la Castigliana al contrario, mentre fino al 1479, nel quale ad unicum Principem tota Hispaniarum potestas rediit, come dice il Du-Fresne rarioris fuit usus, ut poté barbaris spersa vocabulis. Anzi lo stesso Crescimbeni, parlando sopra questa materia di precedenza, ed antichitá fra le lingue volgari, mi disse aver letto in un certo Autore straniero, che in Catalogna incominció a corrompersi il dialetto latino, che correva in tempo dell Imperio de Goti. Ed a questo proposito e cosa degna d osservare, che in Catalogna pure s incominció l uso di trattare le Leggi, e Costituzioni, e tutti gli atti giudiziali in lingua volgare; anzi nel 1412. D. Ferdinando I, Infante di Castiglia, che su eletto, e dichiarato Re d Aragona, e Conte di Barcellona dagli Stati di Catalogna, Aragona, e Valenza congregati in Caspe, per esser morto intestato, e senza successione il Re Don Martino, che su 1 ultimo Re, e Conte della stirpe de Beringhieri; fece in Catalogna una Legge, tra 1 altre, insieme co i tre Stati generali del Principato, cioé l Ecciesiastico, il Nobile, e l Borghese, o Cittadino, comandando espressamente, che tutte le suddette cose fossero fatte, e trattate nel nostro volgar Catalano, e non in latino, né in altro straniero linguaggio, come aparisce dal Volume delle nostre Costituzioni esistente nella Biblioteca Barberina, e cosí su sempre praticato fino al 1714; la quale legge, per dirlo di passaggio, pare che indirettamente, e in alcun modo sia stata confermata dalla Santissima Vergine Nostra DonnA, coll´ occasione d un miracolo, che a intercession sua, fece il Beato Fra Salvadore d Orta Francescano, di far parlare in Lingua Catalana una Donzella muta di otto anni di Nazione Navarrese, come raccontano i compilatori della Vita di esso Beato Fr. Salvatore, e riferisce il Bollando negli Atti de i Santi. E simile uso poi negli altri Stati, e Regni dell Europa, non che di Castiglia solo, non incominció, che cento cinquant anni dopo, nella propria lingua naturale di ciascun paese. Ma non occorre, che sopra ció mi affatichi, né perda più tempo in addurre dell altre autoritá, e memorie, che mi sono rimase nel Zibaldone, e fra laltre, che.
L´an 1613 on imprimá à Paris un gros livre in quarto en langue Françoise, qui contient 1030 pages, ayant pour titre: Thresor des Langue de cêt univers, contenant les origines, beautez, perfections, decadences, mutations, & ruines des langues, où l´Autheur Monsieur Claude Duret Bourbounois, en compte jusquà 56, & parmy les autres, il place la Cathalanne avant l´Espagnole, & plusieurs autres: mentre che dalle Tavole degli Autori, e de i libri in Provenzale, poste in fronte del mio Vocabolario puó il Lettore abbastanza foddisfarsi; conciossiaché i più antichi, che la Castigliana Lingua in questo, od altro giudizio possa produrre, faranno di gran lunga posteriori a molti di quei, che in esse Tavole oggidí compariscono... (Págs. 36-38.)
... Conchiudo, che più tofto che errori dovrebbero con più proprietá chiamarsi Provenzalismi, de quali abbondano le scritture Toscane del buon secolo, e maggiormente quelle tratte da i testi Provenzali, che sono molte. E molto più si rende ció manifesto, se si considera, come ho toccato di sopra, che la medesima nostra Lingua Provenzale pura, e schietta, che per tutta l Europa si sparse, su ella da Toscani studiosamente ne primi tempi adoperata, e poi lungamente imitata siccome da tutta la Francia, dall´ Inghilterra, e dalla Germania, essendo allora amata, e pregiata come la Greca, e la latina, e su a i più delicati ingegni comune, ed universale; anzi tant oltre passó in riputazione, e fama, che ella sola su in istima tra le lingue... (Págs, 69, 70).

A este prefacio e introducción general, de que tan interesantes fragmentos hemos copiado, sigue un índice biográfico de los trovadores, un catálogo de obras provenzales, un tratado de ortografía y prosodia comparadas entre el provenzal y el italiano, y un índice del glosario proyectado por el autor.
De esta obra no llegó a imprimirse más que el primer tomo, porque, según confiesa el autor en medio de dicho Indice, no tenía dinero para publicarla. Existe manuscrita, juntamente con otras obras de Bastero que conviene citar, en el Archivo de la Academia de Buenas Letras de Barcelona y en la Biblioteca provincial de esta ciudad. En dichos centros se hallan los códices siguientes:
diez tomos que forman parte del Diccionario o Crusca; tres de Misceláneas; cuatro de
Zibaldoni, italiano, francés, provenzal y latín castellano, ó sean colecciones de extractos de escritos sobre materias semejantes a las que trató el mismo Bastero; una historia de la lengua catalana; una gramática italiana; copias enteras y fragmentos de las poesías contenidas en los códices 2.304, 2,306, 2.307 y 2.308 de la Biblioteca Vaticana, y muchos papeles sueltos, entre ellos las adiciones que había hecho a la parte ya impresa de la Crusca.

Bastero fué el predecesor de Raynouard. y la gloria que para sí recaban los franceses corresponde de derecho a España, merced a los trabajos llevados a cabo por el erudito catalán. Un siglo antes que se le ocurrieran al filólogo francés sus famosas conclusiones, Bastero, según se ha visto, publicaba que el toscano y otras lenguas procedían, no del latín corrompido o modificado, sino del provenzal, más tarde proclamado idioma intermedio. Bastero fué el primero que descubrió en una gramática de Ugon Faidit, la célebre regla de la s que tanta fama ha dado en nuestros días a Raynouard (I). Bastero, que fué considerado por Guillermo Schlegel como el más entendido gramático y filólogo que hasta pasadas las dos primeras décadas del presente siglo podíamos consultar acerca de la literatura provenzal, hubiera causado en su tiempo una revolución en los estudios lingüísticos si hubiese publicado completos todos sus trabajos, de la misma manera que en estudios posteriores ejerció influencia notable la parte publicada de sus obras.



No negamos, empero, que el prefacio de la Crusca carece de método bien definido; pues, además de muchas observaciones ociosas no está claro si intentó tratar de la historia literaria de los trovadores, o publicar sus obras, o componer un diccionario y una gramática de su lengua, aunque en esto último parece ser que puso el autor su mayor empeño. Pero en medio de la prolijidad que distingue a esta introducción, son verdaderamente preciosos y de una gran pureza lingüística los fragmentos citados, y utilísimas las observaciones que de ellos colige.

D. Antonio Bastero y Lledó, hermano del Obispo de Gerona D. Baltasar, nació de noble estirpe en Barcelona, año de 1675. Estudió allí Filosofía y ambos Derechos; fué poeta y hábil jurisconsulto; ejercía los cargos de canónigo, sacristán mayor y examinador sinodal de Gerona, cuando se le envió en 1709 a Roma para negociar asuntos de su cabildo. Vivió en la ciudad pontificia por espacio de quince años, y fué en ella de los doce magistrados de la Academia de la Arcadia, en donde tuvo por sobrenombre el de Iperides Bacchico. Falleció el 23 de Septiembre de 1737.

I: Sabido es actualmente que la ausencia de la s indica el nominativo plural en ciertos casos, así como su presencia el singular; regla que se extiende al francés antiguo, y aunque interesantísima por referirse a un resto de declinación conservado en el origen de las lenguas modernas y necesaria para la inteligencia de los textos, ha sido trascordada hasta el punto de que el sabio Fleury diese como una prueba de barbarie en los antiguos escritos franceses, una supuesta confusión de singular y plural.

Sobre Bastero y sus obras literarias pueden verse las Memorias para un Diccionario de escritores catalanes, por el Obispo D. Félix Torres Amat, Barcelona 1836, páginas 95 y 96, y el artículo de D. Manuel Milá y Fontanals, publicado en el Diario de Barcelona, año de 1853 y que se lee en el tomo IV de sus obras completas, coleccionadas por D. Marcelino Menéndez y Pelayo.

1726.

15. Sobre el origen de la lengua Castellana, por la Real Academia Española.

Es el primero de los Discursos proemiales que se leen en el primer tomo de su gran Diccionario de autoridades, del cual damos cuenta en el tercer libro de este Estudio, parte primera.

1728.

16. De la antigüedad, y universalidad del Bascuenze en España, de sus perfecciones, y ventajas sobre otras muchas Lenguas. Demostración previa al Arte, que se dará a luz desta lengua. Su author Manuel De Larramendi. Con las Licencias necessarias. En Salamanca: Por Eugenio García de Honorato. Año de 1728. (Orlada.)

8.°-3 hs. prels. + 170 págs. - Sign. A-K, de 8 hs. menos la primera y la última, de 4.
Port. -V. en b. - Ded. del autor a D. Juan de Idiáquez, Conde de Salazar. - Texto.

Págs. 10, 11 y 1 2, § I: Sentemos en primer lugar, que el Bascuence es lengua más antigua que el Romance en todos sus dialectos, que la Arábiga, que la Gótica, que la latina, y que cuantas lenguas se oyeron en ella por la inundación de bárbaras naciones... Sentemos en segundo lugar que el
Bascuenze es una de las Lenguas primeras que entraron en España después del Diluvio, aun en caso que en su primera población huviesen entrado otras lenguas... La lengua Bascongada en aquellos primitivos tiempos fué lengua común y universal de todos los Españoles...


El autor, en apoyo de su tesis, presume probar que la mayor parte de los nombres de lugares de España son bascongados, y que porción considerabilísima de voces castellanas derívanse del bascuence, a cuyo efecto presenta, con etimologías eúskaras, por lo general puramente caprichosas, muchas de las voces correspondientes a las letras A y B del primer Diccionario de la Real Academia Española. Trata luego de las excelencias del bascuence respecto de otras lenguas; de que es la más perfecta en la propiedad de sus vocablos y de que excede a todas, así en harmonía, riqueza, distinción y puntualidad, como en los modos y fórmulas de hablar. Este libro del Padre Larramendi, donde se repiten, sin crítica alguna, los mismos delirios que consignan la mayor parte de los escritores bascófilos referentes al origen de la lengua castellana, lo escribió por vía de introducción a su Gramática, intitulada: El imposible vencido. Arte de la lengua Bascongada. Su author el P. Manuel de Larramendi de la Compañía de Jesús, Maestro de Theologia de su Real Colegio de Salamanca. Con Licencia: En Salamanca: Por Antonio Joseph Villagordo Alcaraz. Año de 1729. (Orlada.)

8.°-17 hs. Prels. + 404 págs,- Sign. A-Z, Az-Cc, de 8 hs. menos la últ. De 2.
-Port. -v. en b. -Escudo de Guipúzcoa Grab. en cobre, firmado La Cruz f.t - Ded. a Guipúzcoa. -Ap. del Dr. Joseph Larumbe, -Lic. del Provisior: Salamanca 1.° de Julio de 1729. -Ap. del Ldo. D. Juan Domingo de Arzac y Echeveste. -Lic. del Consejo: Madrid 2 de Julio de 1729. Tassa,-Erratas. -Lic. del Prov. de la Compañía de Jesús, de Castilla, P. Juan de Villafañe: Salamanca 13 de Mayo de 1720. - Prólogo, - Texto, dividido en tres partes.

No debemos tampoco omitir aquí esta otra obra del P. Larramendi: Discurso histórico sobre la antigua famosa Cantabria. Question decidida si las provincias de Bizcaya, Guipúzcoa, y Alaba, estuvieron comprehendidas en la Antigua Cantabria? Su Autor El M. R. P. M. Manuel de Larramendi, de la Compañía de Jesús, Maestro que fué de Theología en el Real Colegio de Salamanca, y de Extraordinario en su Universidad. Confessor de la Sereníssima Señora Reina Viuda de Carlos II. Con licencia. En Madrid. por Juan de Zúñiga. Año 1736.

8,°-22 hs. Prels. + 420 págs.+3 hs. finales. - Sign. A y, Aa -Dd de 8 hs.. menos la primera y la última de 6.
Port. -V. en b. - Ded. del autor a D. Fernando, Príncipe de Asturias. -Lic. del Provisor Francisco de Miranda: Colegio de San Ambrosio de Valladolid a 25 de Enero de 1736. -Ap. del R. P. M. Antonio de Goyeneche, S. J.: Colegio Imperial a 7 de Agosto de 1736. -Lic. del Ordinario. -Ap. del Rmo. P. Fr, Bernardo de San Joseph, General de los Carmelitas Descalzos de España: Convento de San
Hermenegildo de Madrid a 5 de Septiembre de 1736. -Lic. del Consejo: Madrid 15 de Septiembre de 1736. -Fe de erratas suscrita por el Lic. D. Manuel García Alesson. -Tassa. -Carta del autor a un pariente y amigo suyo enviándole manuscrita esta obra. -Introd. - Texto. -Tabla de capítulos y secciones. - H. en b.

Trata el capítulo V de los Nombres antiguos de España en general y los particulares antiguos y modernos de las tres provincias, Bizcaya, Guipúzcoa y Alaba, y su origen (págs. 103-126), y desde la página 292 a la 317 defiende el autor que la lengua bascongada es prueba de que las tres provincias eran de la antigua Cantabria.



1731.

17. Origen, y antigvedad de la lengva bascongada y de la Nobleza de Cantabria, sacada a luz por el capitán Don Ivan de Perocheguy, Comisario Ordinario de la Artillería de España. En qve se haze ver que dicha Lengua fué la primera que se habló en el Mundo, y la misma que traxo Túval a España, en el año de 1800 de la Creación, con la particularidad. de cómo y por dónde se introdujo para poblar esta Monarquía, y assi mismo se expressa cómo se introduxeron los Agotes en el valle de Baztan, y en el Pais de Bascos, en el año de 506, con otras curiosidades dignas de ser sabidas para todos los que son oriundos de dicha Lengua. Se dedica al Excelent. Señor Don Jvan de Idiaqvez Conde de Salazar, Grande de España, &c. Barcelona. Por Joseph Texido, Impressor del Rey Nuestro Señor, Año 1731.

8.°-47 págs. desde la portada inclusive. - Signs. A2 (en la pág. 3), A3 (en la 9), A4 (en la 10), A5 (en la 17), A6 (en la 19), y nada más,
Port. -V. en b. - Ded. - Pról, al lector. - Texto. -Una décima en castellano, bascuence y francés.

Este escritor sostiene las mismas proposiciones de todos los bascófilos, a saber: que la lengua bascongada fué, no sólo la primera que se habló en España, a donde la trajo Túbal, sino también la primera del mundo. En su discurso estudia las etimologías de porción de nombres de lugar de la Península, modernamente usados, presumiendo probar que se derivan del eúskaro. Pirineos (= Bi-Erri-Eneac, Pirineac), Aragón (= Arrigonia), Cardona ( = Gatzona, Catzona), Gerona ( = Hiri-ona o Herriona), Barcelona (= Parcer-ona o Parcel-ona), Sagunto ( = Es-egunto), Andalucía ( = Landalucea), Setúval ( = Echetúval), etc.

Otra edición de este libro:

Origen de la nación Bascongada, y de su lengua, de que han dimanado las Monarquías Española, y Francia, y la República de Venecia, que existen al presente. Compvesto por el Coronel Don Juan de Perochegui, Theniente - Provincial de Artillería y Comandante de la de este Reyno de Navarra. Segunda Impresión. Con licencia de Los Superiores: En Pamplona, en la Imprenta de los Herederos de Martínez. Año 1760.

4.°-33 hs, prels. + 105 págs.

El texto de esta edición difiere bastante del de la primera, pues en la presente la dedicatoria y el prólogo son distintos; el texto está dividido en dos partes. Exordio y Recapitulación, y carece de notas marginales; consígnase en él mayor número de etimologías de nombres topográficos, sobre todo franceses, y el libro contiene aprobaciones fechadas el 13 de Julio y el 13 de Agosto de 1760, licencia real, tasa y privilegio y fe de erratas firmada por Sebastián de Mendiburu el 13 de Agosto de 1760.

Hay otra edición de esta obra hecha, tal vez, años antes que la precedente, aunque en la portada de ésta se dice ser la segunda. Su dimensión es en 4.°; consta de 30 páginas, más la hoja del título: Origen de la lengua bascongada. En él no se indica ni lugar ni año de impresión, ni tampoco el nombre del autor; pero en las páginas 28 y 29 se lee lo siguiente: Todo hombre que no pone su nombre en sus escritos parece que se hace sospechoso, no sólo él mismo, sino también los escritos; y assí para librarme de semejante censura, digo que soy el Coronel Don Juan de Perochegui, Theniente Provincial de Artillería y Comandante de la del Reyno de Navarra, que después de tener la honra de estar sirviendo la Corona de cinquenta y un años en esta parte con la mayor distinción, aplaudido de mis Gefes, Oficiales Generales, de Príncipes, y con especialidad del Augustíssimo Rey de las dos Sicilias, como consta de la carta que conservo de su Secretario que fué de Estado, el Excelentíssimo Señor Marques de Salas, Duque de Montealegre, de que expondré aquí su contenido, me he dedicado dar a luz esta Obra, seguro, que ella, y yo estaremos en aptitud de defendernos de toda crítica, respecto que la propuesta cadena tiene tan sólidos eslabones, que no havrá lima en el mundo, por refinada que sea, que pueda debilitar la resistencia de su firmedad.

1737.

18. Orígenes de la lengua española, compuestos por varios autores, recogidos por Don Gregorio Mayans i Siscar, Bibliotecario del Rei Nuestro Señor. Tomo I. Con licencia: Madrid. por Juan de Zúñiga. Año 1737.
8.° -Dos volúmenes. Tomo I. -9 hs. Prels. + 219 págs. - Signaturas, A-0. de 8 hs. menos la ** que es de 4 y la últ. de 6. Anteport. -Port. - Ded. a D. Blas Antonio Nasarre y Ferriz. - Cens. eclesiástica: Madrid 12 de Marzo de 1736. -Lic. del Ordinario: Madrid 20 de Diciembre de 1736. -Aprob. por Don Juan de Iriarte. -Lic. del Consejo: Madrid 24 de Marzo de 1736. -Fe de erratas de los 2 tomos. -Tasa. - Ind. de los 2 tomos. - Texto, que contiene: Orígenes de la lengua española de D. Gregorio Mayans y Siscar (págs 1-199.) -Oración en que se exhorta a seguir la verdadera idea de la Eloquencia Española (páginas 199-219).

T. II -342 págs. 2 hs. de anteport. y port. y una en blanco al fin. - Sign. A-Z, de 8 hs. menos la últ. de 4. -Anteport. -Port. (igual que la del primero). -Diálogo de las lenguas (páginas 1-178). -Refranes de D. Iñigo López de Mendoza (págs. 179-210). -Origen i aplicación del refrán castellano Entrale por la manga, i sácale por el cabezón... (págs. 211-222). -Vocablos godos puestos por Aldrete en su Origen (páginas 222-225), -Vocablos arábigos puestos por Aldrete en su Origen (págs. 225-234). -Vocablos arábigos recogidos por López Tamarit (págs. 235-264). -Vocablos que Aldrete sacó del Fuero Juzgo, Partidas, Historia del Rey D. Alonso y del Infante D. Manuel (págs. 265-272). -Vocabulario de Germanía compuesto por Juan Hidalgo (págs. 273-320). -Extracto del arte de trovar del Marqués de Villena (páginas 321-342).

El P. Fray Francisco Cañes en su Diccionario español -latino -arábigo, publicado en Madrid, año de 1787, dice en la nota de la página XXVII del discurso preliminar que Don José Manuel Cobo de la Torre compuso unas Reflexiones acerca de los Orígenes de D. Gregorio Mayans. Ignoramos el paradero de este Ms.

D. Eduardo de Mier hizo en Madrid, año de 1873, una segunda edición de los Orígenes de Mayans en un solo volumen, que fué impreso en la tipografía de Rivadeneyra. En ella varió el orden de colocación de los diversos trabajos que la obra contiene.

Con la autoridad de Estrabón afirma Mayans que, en tiempos remotos, hablábanse en España muchas y distintas lenguas, y que después los iberos, fenices, celtas, rodios, cartagineses y otros muchos introdujeron sus respectivos idiomas en los lugares que dominaron. Entiende que no bastó la dominación romana para extinguir de un modo rápido las varias lenguas indígenas que se hablaban en España, apoyando su aserto con lo que se desprende de las obras de Cicerón, Tácito, Silio Itálico, Pomponio Mela y otros escritores latinos, aunque al fin dice se habló la lengua latina y se perdieron del todo las antiguas, excepto en la Cantabria, por haber vuelto sus moradores a su antigua rudeza y haber tenido muy poco trato con las naciones más cultas, y también acaso en las montañas más fragosas del Norte de España. No abolieron el lenguaje de Roma, según el autor, los godos ni los demás pueblos septentrionales que invadieron nuestra Península, sino que su influencia se limitó a la introducción de muchísimos vocablos en el cuerpo del idioma patrio; pero, en cambio, por haberse apoderado los árabes de casi toda España, el lenguaje que ellos trajeron se hizo universal, exceptuando los pequeños recintos en que vivieron refugiados los cristianos.
Con la reconquista nació al par la nueva lengua romano-española, esto es, Romana ya españolizada, sin casos en los nombres, con artículos en los apelativos contraídos, con mayor distinción de tiempos en las conjugaciones, con muchas especialidades, que tomaron los Españoles de las lenguas de aquellos con quienes más trataron, las cuales especialidades promete dar a conocer Mayans, mui pormenor en su Gramática Española (que no llegó a publicar).

Esto es lo que mantiene el autor sobre los orígenes del castellano, extendiéndose a la vez en equivocadas afirmaciones sobre la conformidad del bascuence y el castellano, y señalando a continuación las ventajas que la etimología ofrece para averiguar las particulares fuentes de donde procede porción considerable de nuestro caudal lingüístico. A este fin indica las reglas que se deben saber y guardar. § 90. Advierto (dice) a los que hubieren de sacar Etimologías, que no sólo las busquen en la lengua puramente latina, sino en la ya barbarizada; en los glosarios de ella; en los instrumentos más antiguos, y en los primeros libros españoles, en cuyos escritos se ve de la manera que el latín se iba corrompiendo, o por mejor decir se iba formando este lenguaje que hoy hablamos...

§92... la Lengua de que tenemos más voces después de la latina es la Arábiga... y la mayor prueba de esta verdad es ver que tenemos en castellano una vigésima parte (Escalígero dijo una quinta, pero se engañó) de Vocablos Arábigos...

§ 93. Después de la Lengua Árabe de ninguna otra tenemos más voces que de la griega... Pero no sólo por medio de los latinos, sino inmediatamente de los Griegos, o a lo menos sin la mediación de los latinos, hemos recibido muchísimas Voces... (Pone a continuación algunos ejemplos.)

§ 96. Después de la Lengua griega juzgo que de ninguna otra tenemos más Voces que de la Hebrea...

Las lenguas púnica, céltica, gótica y vascuence han contribuido también, por este orden, dice Mayans, a aumentar el caudal del vocabulario castellano, de todas las cuales pone numerosos ejemplos.

Después de señalar así nuestro autor los orígenes generales del castellano, estudia particularmente el cambio que las voces latinas han experimentado al pasar a nuestra lengua; y en el párrafo 161 de su libro establece unos como Cánones o Reglas generales de las Letras que se suelen añadir, quitar o mudar, en el Principio, Medio o Fin de las Dicciones, los cuales comprueba y justifica con muchos ejemplos. Sin citar éstos, señalaremos a continuación las leyes por Mayans establecidas:

A, añadida en castellano al principio de la dicción. A, quitada del principio. A, añadida al fin. A latina = E castellana. A = I, A = O, A = U, A = AI, A = AU, A = UE, AE = A, AE = E, AE = I, AE = IE, AE= O. AE latino, quitado del principio en castellano. AU diptongo = A, AU = E, AU = O.

B, añadida en castellano al medio. B, quitada del medio. B, quitada al fin. B = F, B = H, B = CH, B = P, B=U, B=V.

C, añadida en castellano al principio. C quitada del medio. C, quitada del fin.
C = G propia, C = G impropia o F, C = CH, C = I, C = LL, C = QU, C = T, C = y.

CH, quitada en castellano del medio. CH = C propia, CH = C impropia.

CH = G, CH o C aspirada (que es lo mismo en latín) = CH, letra española, no aspirada.
CH = QU, CH = y, CH = LL, CT = CH.

D, añadida en castellano al principio.
D, quitada al principio. D, añadida al medio. D, quitada del medio. D, añadida al fin. D, quitada del fin. D, quitada del medio y fin. D = G propia, D = L, D = S.

E, añadida en castellano al principio. E, quitada del principio. E, añadida al medio.
E, quitada del medio. E, añadida al fin. E, quitada del fin.
E = A, E = G, E = I, E = IE, E = L, E = IO, E = O, E = U.

F, quitada en castellano del medio. F = B, F = H, FL = LL, F = S, F = V.

G, añadida en castellano al principio. G, quitada del principio. G, añadida al medio. G, quitada del medio. G = C propia, G = C impropia, G = D, G propia = G impropia o F, G = H, G = I, G = L,
G = S, G = T, G = V, G = Y, G = y, G = = Ñ.

H, añadida en castellano al principio. H, quitada del principio. H, quitada del medio. H = I.

I, añadida en castellano al principio. I quitada del principio, I añadida al medio. I quitada del medio. I, añadida al fin. I quitada del fin. I = A, I = E, IE = I, I = G propia, I = L, I = IU.

J, quitada en castellano al principio. J = G gutural.

L, quitada en castellano al principio. L, añadida al fin. L -D. L = I, L = J, L -LL, L = N, L = 0, L = R, L = V, L = T, C = H, L-L = LL.

M, quitada en castellano del medio. M, quitada del fin. M = N, M= V, MN = Ñ

N, añadida en castellano al medio. N, quitada del medio. N, añadida al fin (arcaico).
N = L, N = M, N = X, N = R, NG = Ñ, NI = Ñ.

O, quitada en castellano del principio. O, quitada del medio. O, añadida al fin. = A, = E, = I, = U, O = V, O = UE, OE = E, OE = JE.

PH, quitada en castellano del principio. PH, quitada del medio. PH = B, PH = F, PH = P, PH=V.

P, quitada en castellano del principio. P, quitada del medio.
P = B, P = CH, P = E, P = L, PL = LL, PL = CH, P = U, P = V, PS = P.

QU = C propia, QU = C impropia o y, que = G propia.

R, añadida en castellano al medio. R, quitada del medio. R, añadida al fin. R, quitada del fin.
R = G, R = L, RR = R, R = S.

S, añadida en castellano al principio. S, quitada del principio. S, añadida al medio. S, quitada del medio. S, añadida al fin. S = A, S = C propia, S = C impropia o y, S=D. S = G impropia o gutural, SE = GE, L = y.


T = C impropia o y, T = D. T = G impropia, T = R, T = y, TH quitada en castellano del medio, TH = C, TH = D. TH = L, TH = T.

U, añadida en castellano al medio. U, quitada del medio. U =A, U = E, U = J, U = O, U = UE,
UE = O, U = B, U = N, U = Y.

V, quitada en castellano del principio. V, quitada del medio.
V = B, V = D, V = G, V = H, V = M, VV = G.

X, quitada en castellano al fin. X = C, y -X = S, X = G, X = J.

Y = I, Y = J, Y = 0.

y, añadida en castellano al medio. y, quitada del medio, y = C.

§ 179. Bien distinguido todo esto, se observará que no hai Letra que no se mude en otra; pero que no qualquiera letra se muda en qualquiera,.

§ 180, En lo que toca a la Silabación, se ha de observar que la Castellana es mui diferente de la latina, y assí mui otra que la que propuso la Real Academia. En mi
A be ce Español, queriéndolo Dios, se verán todas las combinaciones posibles según la Pronunciación, que de cinco siglos a esta
parte tiene la Lengua Española, Y procuraré dar Ejemplo de cada sílaba: porque por necesaria inducción sale que sólo son Sílabas Españolas aquellas de que se puede señalar ejemplo en las Dicciones que tiene recibidas la Lengua Española, Cosa que me admiro que no aya observado la Real Academia...

§ 183, Las Etimologías mejor se hallan en unos casos que otros, i mejor en unas personas que en otras. Esto es lo mismo que decir que se han de buscar en las Raíces, de donde nacen los vocablos de nuestra lengua, los quales no siempre son los Nominativos i primeras personas del presente Indicativo de los Verbos: porque en los Nombres Sustantivos que tienen el Ablativo dessemejante al Nominativo la Raíz suele ser el Ablativo, ahora se decline el nombre por la segunda, ahora por la tercera declinación...

§ 184. En los verbos mejor suelen hallarse las Etimologías en el Infinitivo, que en la primera persona del Indicativo...

Mayans concluye su discurso tributando elogios a la suavidad, abundancia, propiedad y energía de la harmoniosa lengua castellana.

La exposición y extracto que acabamos de hacer de una de las más importantes obras de Mayans, bastarían para proclamarle como a varón doctísimo, de laboriosidad incansable y buen instinto filológico, de erudición selecta y recóndita, si no testificaran todas sus publicaciones la agudeza crítica que le caracterizaba, la escogida y provechosa lectura que hizo de viejos y notables libros españoles de muy pocos conocidos, y aquel afán gallardísimo con que, para restaurar la clásica prosa castellana y vulgarizar la doctrina de los humanistas del renacimiento, trabajó siempre el ilustre jurisconsulto valenciano.

Mayans, como decía Forner en sus
Exequias de la lengua castellana, no sólo procuró mantener y propagar la propiedad y pureza de nuestro idioma en un tiempo en que no se hablaba sino algarabía, escribiendo una retórica castellana en la cual se valió de ejemplos de autores españoles castizos, puros y elegantes, sino que excedió este singular mérito, desentrañando, como especie de preparación a aquel estudio, el organismo histórico de nuestra lengua, y adivinando que del examen de fenómenos, al parecer insignificantes, se obtienen grandes resultados. Y, sin embargo, no logró este benemérito erudito imprimir afición a estas especulaciones, ni dirigir los estudios en general
por aquellos rumbos que él se proponía y hubieran sido, para las letras españolas, muy convenientes en el siglo pasado. Lamentable fué, en efecto, que a esto se opusieran el carácter retraído del autor, la no vulgarización de muchos de sus mejores libros, algunos de ellos escritos en lengua latina, y su
voluntario alejamiento de la corte; pues ninguno como Mayans, en el siglo XVIII, en que casi todos nuestros literatos amaban la importación extranjera, estaba poseído del espíritu de la vieja ciencia española, ni ninguno como él fué seguidor fidelísimo de las doctrinas clásicas de nuestros filósofos, jurisconsultos, críticos y humanistas.
No era ciertamente hombre vulgar, quien, a pesar de sus tendencias helénicas, apenas pasado el primer tercio del siglo XVIII, publicaba la doctrina expuesta en sus Orígenes de la lengua española; restablecía la buena prosa castellana, ya por medio de sensatos preceptos, ya publicando porción de libros importantísimos de la literatura castellana, muchos de los cuales había él juntado en escogida librería; escribía la primera vida de Cervantes, y era consultado y aplaudido por Voltaire, Muratori, Heinecio, Gerardo Meerman, David Clément, Otto Mencken y otros de los más famosos literatos de su siglo.

Mayans no escribió el castellano con estilo propio, cosa que acostumbra a suceder a los hombres de mucha lectura; pero supo desentrañar su historia, como se ha demostrado, adivinando algunas de las leyes de su formación.

La obra de los Orígenes de la lengua española no fué, sin embargo, unánimemente bien recibida por sus contemporáneos. Los redactores del Diario de los literatos de España, D. Francisco Manuel de Huerta, D. Juan Martínez de Salafranca y D. Leopoldo Gerónimo Puig, publicaron en el tomo II de
esta obra (I), un estudio expositivo -crítico de la de Mayans, en el cual no hicieron a la obra del literato valenciano toda la justicia que le corresponde. Porque en lugar de limitarse a juzgar con sereno juicio las proposiciones que, como resultado de un nuevo y agudo empirismo, asentaba Mayans, llegaron hasta negarle orden y método en la manera de desarrollar el asunto, sin advertir que el autor se propuso desenvolverlo en la modesta forma de discurso. Además, no reconocieron que Mayans había tratado el punto importantísimo del latín vulgar de la España romana y de las diferencias existentes entre este lenguaje hablado por nuestros aldeanos y el que usaban los rústicos de Roma; y callaron haber sido el primero en ordenar la serie de testimonios referentes a la sujeción de la Cantabria, cuyos sucesos no estaban antes bien distinguidos en nuestros historiadores, y en recoger metódicamente, antes que nadie, las observaciones etimológicas, esparcidas en diversos autores, reduciéndolas a reglas.

I: Diario de los literatos de España, en que se reducen a compendio los Escritos de los Autores Españoles, y se hace juicio de sus Obras desde el año MDCCXXXVII. Tomo II. Contiene las que se han publicado en los meses de Abril, Mayo, y Junio. Dedicado al Rey Nuestro Señor. (Escudo de armas reales.) En Madrid: Por Juan Muñoz. Año 1737. -8.°-8 hs. Prels. + 388 págs. + 2 hs. finales.
Págs. 34-134: Articulo II.

Achacábanle también los redactores del Diario, que no quiso detenerse en reflexionar sobre si la lengua de nuestro primer padre Adán fué inspirada por Dios, y que al tratar de las cosas antiguas de España había prescindido del magisterio de los griegos y no había alegado más testimonios que
los que puso Thomás de Pinedo en las notas a Estéfano Bizantino. Esto era a todas luces injusto, supuesto que Mayans excluyó de propósito los falsos testimonios de muchos griegos antiguos, particularmente de los anteriores a Eratósthenes y en general de los contemporáneos de Alejandro el Magno; pero no dejó de acudir a Herodoto (citado a diferente propósito que lo hizo aquel infeliz judaizante antes aludido), ni olvidó de valerse de Arístides el retórico y de otros muchos que pudieran acreditar sus proposiciones. Atribuyéronle los diaristas a Mayans haber dado por cierta la opinión de los que afirmaban la venida de Túbal a España, siendo así que en los Orígenes se puso como equivocada o incierta. Y esto prueba la precipitación con que juzgaron tal obra, ya que no nos sea dable suponer que dislocaban de propósito las palabras de D. Gregorio, como éste afirmaba en su defensa, de que luego hablaremos.
Hicieron notar los articulistas la importancia excesiva que Mayans dio al elemento griego, en cuya apreciación anduvieron más acertados que en la inexactitud con que resumieron lo que en los Orígenes se dice respecto de la lengua hebrea; aumentaron las prerrogativas otorgadas por el erudito valenciano a la lengua árabe en la composición de nuestro Diccionario; quisieron (por ser, sin duda, nacido en Aragón uno de los articulistas del Diario) contradecir la opinión de que la lengua hablada en dicha comarca no es ningún dialecto, sino tal lengua aragonesa; discutieron con más o menos acierto algunas etimologías, y no se inspiraron, finalmente, en un espíritu de verdad y de justicia, pues llegaron hasta afirmar que el autor de los Orígenes no sabía traducir del latín al castellano.

A esta censura, que no se había escrito con el solo fin de discutir las opiniones de Mayans, sino también con el afán de molestar a su persona, contestó éste en un folleto intitulado:
Conversación sobre el Diario de los literatos de España. La publicó Don Plácido Veranio. (Grabado en madera que representa tres perros ladrando, bajo un cielo estrellado y con luna. Arriba esta leyenda: Alta regebat equos; abajo esta otra: Saevitque Canum latratus in auras.) En Madrid. Con las Licencias necessarias: En la Imprenta de Juan de Zúñiga. Año 1737. -8.°-132 págs.

En dicho escrito de polémica, no desaprovechó Mayans, desde la portada, ocasión para despreciar a sus contradictores, a quienes tampoco dejó de contestar con gran copia de erudición y de argumentos.

Al citado folleto replicaron los redactores del Diario de los literatos en su tomo III, que contiene las (obras) que se han publicado en los meses de Julio, Agosto y Septiembre. Año 1737. En Madrid: Por Antonio Sanz. Artículo VIII, págs. 189-386. En este largo escrito replícase, no tanto a los argumentos aducidos por Mayans en su defensa, como a las palabras más o menos enérgicas y a las frases insinuantes o agresivas consignadas en la conversación que publicó D. Plácido Veranio. En él también se determina al principio el verdadero autor de la censura de los Orígenes, y la participación que los demás redactores tuvieron en el artículo. -El haverse divulgado (escríbese) que D. Juan Martínez Salafranca fué Autor del Extracto de el libro de los Orígenes, le precisa a que satisfaga particularmente los reparos que se le han querido oponer... Haviendo leído el señor Don Francisco Huerta antes que yo el libro de los Orígenes, preguntándole qué le parecía esta obra, entre otras cosas me informó de ciertos reparos en materias de Historia y Geografía; y después que se resolvió que hiciera yo el Extracto por estar ocupados los compañeros, por ahorrar algún trabajo le pedí las dichas notas... Asimismo es del Señor Huerta el Extracto del Autor del Diálogo y demás opúsculos del tomo segundo... También Don Leopoldo Puig, con motivo de instar el tiempo, me quiso aliviar como Amigo, y Compañero...

El tono de esta réplica es bastante más mesurado que el ataque, en propia defensa, dirigido por Mayans, quien ya no volvió a ocuparse más en esta polémica.



1752.

19. Ensayo sobre los alphabetos de las letras desconocidas, Que se encuentran en las más antiguas Medallas, y Monumentos de España. Por Don Luis Joseph Velázquez, Caballero de el Orden de Santiago, de la Academia Real de la Historia. Escrito, revisto, y publicado De orden de la misma Academia. (Grab. en cobre que representa un paisaje fecundado por un río, con este lema: In patriam popvlvmqve flvit.) En Madrid en la Oficina de Antonio Sanz, Impressor del Rey N. S. y de la Academia. Año MDCCLII.

4.° -7 hs, prels. + 163 págs. + 22 hs, (20 de ellas son grabados de antiguos caracteres, medallas y objetos). -Port. -V. en b. - Ded. de la Acad. de la Hist, al Rey D. Fernando VI. -Aprob. de D. Juan de Iriarte: Madrid y Agosto 11 de 1752. -Lic. del Consejo, suscrita por el Secretario D. Joseph Antonio de Yarza: Madrid 14 de Agosto de 1752. -Aprob. del Padre Juan de Aravaca: Madrid 14 de Agosto de 1752. -Lic. A Ordinario. -Fe de erratas, suscrita por el Lic. D. Manuel Licardo de Rivera, Corrector general de S. M. -Tassa. -Acuerdo de la Acad. de la Hist. certificado por D. Sebastián del Castillo, Secretario: Madrid y Agosto 11 de 1752. -Tabla de los artículos de la obra. - Texto. -Tablas de los alphabetos, medallas y demás monumentos que se citan en el discurso de la obra.

Págs. 23 y 24: ... quál fué la Lengua primitiva de los Españoles? Sin detenerme ahora a examinar un punto tan difícil, y que pedía más extensión que la que permite este Ensayo, me contentaré con suponer lo que creo demostrar largamente en mi obra; esto es, que las Lenguas de los Españoles antiguos por la mayor parte, fueron la griega y la Phenicia; o para hablar más propiamente fueron dialectos de estas dos. La prueba más fuerte que tengo para discurrir así, son las observaciones que acabo de hacer sobre las ethymologías de las antiguas voces Españolas; esto es, los nombres primitivos de los Pueblos, Ciudades, Regiones, Montes, Ríos y Promontorios; los nombres de los antiguos Dioses, Héroes y Príncipes de España, y las demás voces Españolas, cuya noticia nos han conservado los escritores antiguos. Como quiera que todas estas voces eran propias del antiguo idioma de España, es preciso que el lenguage antiguo de los Españoles fuese el mismo a que estas voces pertenecen. Las observaciones que he hecho sobre estas voces españolas, demuestran que todas tienen sus ethymologías en el Griego y en el Hebreo, de la cual se conoce que todas pertenecen a la lengua griega y a la Phenicia...

A pesar de los errores que contiene este libro y de la precipitación con que fué compuesto, es el que con más justicia dio en vida fama a su autor; pues sus Orígenes de la poesía castellana, (publicados en 1754 y reimpresos en 1797), no obstante haberse traducido al alemán, con notables adiciones, por Juan Andrés Dieze, en 1769, esto es, pocos años después de publicados, constituyen un libro de vulgares y mal coordinadas especies. A Velázquez le faltaba sentido crítico y poético y buen gusto literario; pero hay que aplaudirle, sin embargo, por su noble afán de reconstruir, en su tiempo, con los fragmentos de los historiadores y geógrafos clásicos, los anales de la España que precedió a la dominación romana.

1756.

20. Sobre la formación de la Lengua castellana.

Trata de esta materia uno de los apéndices a la obra intitulada Observaciones sobre los principios elementales de Historia... por el Marqués de Llió, Vicepresidente, para fundar con uniformidad los papeles académicos concernientes a Cathaluña (páginas 93-666), que se incluye en las Memorias de la Real Academia de Buenas Letras de la ciudad de Barcelona. Origen, Progresos y su Junta general baxo la protección de Su Magestad. que en ella se acordaron.
Tomo I (Grab. en cob. Con licencia. Barcelona: Por Francisco Suriá, impresor de esta Real Academia. S, a.; pero la fecha de la fe de erratas es de Abril de 1756.

Dicho apéndice (págs. 561-648), más aún que de la formación del castellano, trata del lenguaje romano vulgar, señalando las muchas diferencias fonéticas que lo separaban del latín clásico.

Cuanto a la formación de nuestra lengua, se afirma que antecedió a la francesa e italiana; expónense varias dudas sobre el romance español hasta fines del siglo XI, fundadas en documentos catalanes y de la Galia gótica desde mediados del siglo ix; trátase de demostrar la identidad del idioma castellano y del de la Galia gótica en tiempo de los romanos y de los godos, y se añade que, después de la invasión sarracena, se dividió el reino en tres clases, dos de las cuales conservaron el idioma antiguo, y la otra lo confundió con el arábigo. El autor concluye consignando que de la mezcla de
libertadores y libertados, después de las conquistas de D. Alonso VI, empezó a formarse la lengua actual castellana a principios del siglo XII, la cual se perfeccionó principalmente en el reinado de San Fernando. Señala, en fin, como el monumento más antiguo del castellano un epitafio del año 1164, copiado por el Cardenal Aguirre en su Collect. gener. Concil. Hispan, in Chronol, eorum
qnae in histor. S. Eulogii continentur.

Sobre los orígenes asienta que un mismo lenguaje romano vulgar, con solas diferencias accidentales, se hablaba en todo el imperio romano; que éste provino y se formó, más bien que del latín corrupto en tiempo de los godos, del latín ya corrompido por los mismos romanos; que los bárbaros no hicieron más que introducir voces peregrinas que alteraron, pero no mudaron, el idioma, y que éste fué general, singularmente en toda España.

1758.

21. Paleografía española que contiene todos los modos conocidos que ha habido de escribir en España, desde su principio y fundación hasta el presente, a fin de facilitar el registro de los Archivos, y lectura de los manuscritos, y pertenencias de cada particular, juntamente con una historia sucinta del idioma común de Castilla, y demás lenguas o dialectos que se conocen como propios en estos Reinos. Por el P. Esteban de Terreros y Pando: MadriD. Joaquín Ibarra, 1758.
4.° -2 hs. prels. + 160 págs. + 18 láminas numeradas.

Esta obra, que forma parte del tomo XIII de la traducción del Espectáculo de la naturaleza del Abate Pluche, se imprimió también por separado. Aunque trata principalmente de las antiguas escrituras usadas en España, dándose copia grabada de muchos documentos sacados de nuestros archivos, y
en ella se ventila con singular acierto el origen de la lengua castellana y los principales elementos que contribuyeron a su formación, ha sido esta obra siempre singularmente estimada por la multitud de noticias que contiene, y por haber sido una de las primeras en que se discutió el tema del origen de nuestro lenguaje, apoyándose en documentos antiguos.

Sobre quién fué el autor de esta obra, hubo en el siglo pasado sus dudas y equivocaciones, atribuyéndola unos al P. Marcos Burriel y otros al P. Terreros. El biógrafo de este último, en el principio del tomo IV del Diccionario del dicho P. Terreros, resuelve la dificultad en esta forma:

Cuando muerto el traductor, llegó al tomo VII del Espectáculo de la naturaleza, en que Pluche inserta la Paleografía francesa, en el Diálogo veinte, conoció que era inútil su traducción para los naturales de España, y pensó en sustituir una totalmente española. Comunicó este juicioso pensamiento con tres diversos eruditos del reino, que lo aprobaron, juntamente con las diligencias que había empezado a practicar, y le favorecieron con las noticias que le pedían para este mismo fin. Uno de estos eruditos era el P. Burriel, que así le llama muchas veces en cartas y en papeles propios. Este, con el inmenso caudal diplomático que poseía y con su natural franqueza, le remitió desde Toledo, cuyos archivos estaba recorriendo a la sazón, muchos y selectos monumentos. Terreros entresacó de ellos los que juzgó más oportunos para su idea, y de éstos y de los que había recogido con su propia industria, formó el tomito de la Paleografía española cual hoy le logramos.
A poco tiempo de haberse dado a luz con universal y bien merecido aplauso, experimentó Terreros que los eruditos de Trévoux daban por autor de ella a Andrés Burriel, y supo que uno u otro de los literatos españoles lo daban por asentado en sus correspondencias y conversaciones. Aunque de genio moderado, no dejó de resentirse algo el Padre Terrero. y procurando averiguar el origen de este error, halló que sólo procedía de alguna carta del P. Burriel, ya difunto, mal entendida, y en que daba noticia privadamente de lo acaecido en este caso; por lo demás, Burriel protestó siempre, con la verdad y sencillez que le era propia, que nunca le pasó por el pensamiento darse por autor de una obra en que no tenía más parte que haber concurrido con sus noticias, pedidas por un amigo, como se usa entre literatos; y en efecto, ni en la nota de sus trabajos y obras hechas y proyectadas que por estos años comunicó al P. Zacarías, ni en la carta que escribió al P. Rábago, su protector, dándole cuenta de sus tareas literarias y de las disposiciones en que se hallaba para perfeccionarlas, ni, en fin, en la que dirigió de oficio a los Prelados, nada dice de la Paleografía, y mucho menos se da por autor de ella. Es, pues, constante que Burriel ayudó a Terreros en este trabajo, suministrándole
materiales; pero el orden, la forma, la colocación de documentos, el relato y la distribución, que son las cosas que constituyen autor de una obra, son indudablemente de este último.

1767.

22. Del origen i Épocas de la Lengua Española. Por el P. Benito de San Pedro, de la Escuela Pía.

Trata de esta materia el libro I de su Arte del romance castellano, págs. 1-123 del tomo I. -
Véase este mismo año en el libro segundo de este Estudio, parte primera.

Comienza el autor discutiendo si la lengua latina fué general en España en los cuatro primeros siglos de la Era cristiana, bajo la dominación de los romanos. Trata después de la corrupción sufrida por el latín en los tres siglos del reinado de los godos para convertirse en romance, y estudia luego el desenvolvimiento de éste desde la corrupción sarracena hasta la conquista de Toledo y principios del siglo XII. Divide en cinco épocas la historia de la lengua castellana. 1a época. Infancia: desde el siglo XII hasta mitad del XIII y reinado de San Fernando. 2a Mocedad: hasta fin del siglo XIV y reinado de los Reyes Católicos. 3a Edad varonil y de su perfección, por todo el siglo XVI.
4a Decadencia: en el siglo XVII hasta Felipe V. 5a Restablecimiento: en el siglo XVIII.

Termina este libro de la Gramática del P. San Pedro con un capítulo sobre las excelencias del castellano y un catálogo de autoridades en todas dichas edades de nuestra lengua.

1775.

23. Obras posthumas del Rmo P. M. Fr. Martín Sarmiento benedictino. Memorias para la historia de la poesía, y poetas españoles: dadas a luz por el Monasterio de S. Martín de Madrid. y dedicadas al Excmo. Sr. Duque de Medina -Sidonia. Madrid. MDCCLXXV. Por D. Joachin Ibarra Impresor de Cámara de S. M. Con las licencias necesarias.
4.°-XXVII -429 págs. Port. - Ded. del Abad y Monjes de San Martín al Duque de Medina -Sidonia. - Prólogo al lector, de los editores. -Carta que escribió el Rmo. Sarmiento al Excmo. Sr. Cardenal Valentí Gonzaga cuando le envió la obra del origen de la Poesía Española: San Martín de Madrid y Abril 21 de 1745. - Indice por capítulos. - Texto. - Indice alfabético.

Trata el autor en el § V, págs. 94 a 148, de los Caracteres, Escritura y Lengua vulgares de los Españoles, y allí pone las siguientes reflexiones relativas al origen y formación del castellano:

Pág. 96: Del idioma castellano puro y vulgar han dudado algunos de su origen, siendo palmario que es una lengua resultante de la corrupción de la Lengua latina o Romana, y que por eso se llama Romance. Algunos han querido que no el Romance del latín, sino el latín del Romance nuestro
había tomado su origen. Si esto se dice del Romance según se halla en los libros, por antiguos que sean, es opinión ridícula. Si se habla de algún idioma antiquísimo de España, sobre que es salirse de la cuestión, es pura voluntariedad, no habiéndonos quedado noticia de esa lengua; y siendo innegable que entonces se hablaban muchas...

Pág. 98: Es Aldrete el que mejor ha escrito, así en su Origen como en sus Antigüedades, el modo como se fué formando el vulgar idioma Castellano...

Págs. 98 y 99: Digo, pues, que nuestro vulgar idioma no es otro que un total dialecto de la lengua latina, y que si conserva algún vestigio de otra lengua, o de otras que se hubieren hablado en España antes de los Romanos (a que no me opongo), es tan corto y tan oscuro que ninguno le podrá señalar. La razón es palmaria, pues perdidas del todo las lenguas que singularmente eran Españolas, y dexando a un lado la griega, Hebrea y tal qual vocablo Céltico, o Púnico, o Phenicio, por reducibles a la Hebrea, como a madre, es ya quimérico, y más que imposible, que sin revelación divina se hable con fundamento en la materia...

pág. 102: Dexando, pues, tanta antigüedad, acerquémonos más al idioma vulgar. Este tardó mucho en escribirse; y assí por esto como porque las lenguas que se forman de corrupción de otras no se advierten como distintas hasta después de muchos años, no se debe preguntar quándo comenzó a hablarse. Esto sucede también con el vulgar Italiano, con el Francés y con los demás dialectos de la latina. Pero el principio de la corrupción de todos será más cierto colocándole al acabar el siglo tercero.

"Aun supuesto esto, no pudo existir el idioma vulgar castellano hasta muchos años después, de modo que hiciese idioma casi distinto del latín vulgar, aunque más barbarizado. Creo que si la época se coloca en el siglo octavo, es a quanto más se puede extender el escribirlo en el siglo duodécimo... "

Págs. 107 y 108: No es fácil hacer cálculo de las voces extrañas; pero a mí me parece que divididas todas las voces del idioma Castellano en cien partes, las sesenta son puras latinas, o tales, o corruptas. Las diez son Eclesiásticas, y griegas de la media edad. Otras diez son Septentrionales, antiguas, medias y modernas. Otras diez son Orientales, anteriores y posteriores a la invasión de los Moros. Y para las diez restantes deben entrar las voces de las Indias Orientales, y de la América, las voces fingidas, y las de los Gitanos, y finalmente las voces Alemanas y Borgoñonas, que se introduxeron con la Casa de Austria, y las Francesas e Italianas que cada día se van introduciendo...

Págs. 108 y 109: Los nombres que comienzan con Al generalmente son arábigos... pero es preciso discreción; pues hay muchos que comienzan con Al, y aunque pasan por arábigos, no son sino puros latinos arabigados.
Los nombres propios en ende, ondo, nur, arc. riz son Góticos...
Pág. 120: Desde el año 1260 en que, según consta del cap. IX de la Chrónica y vida del Rey D. Alonso el Sabio de Costilla, mandó este Rey en aquel año que se traduxese al vulgar idioma Castellano lo más precioso que estaba escrito en Lengua latina, de Historia, Leyes, Escritura y Ciencias... se perdió el uso de aquellos dos Latines antiguos, ínfimo y medio; y se introduxeron
otros dos géneros de latín en España: uno Eclesiástico, inferior al medio, que se escribía con caracteres góticos, y otro Escolástico, casi tan bárbaro como el ínfimo coetáneo del medio. En breve, desde que se introduce el escribirlo casi todo en Romance hasta la pérdida de Constantinopla, casi se perdió la mediana Latinidad. Cotéjese el latín del Arzobispo D. Rodrigo con el de S. Vicente Ferrer, y se verá la diferencia...

Este libro del P. Sarmiento, no escrito por él para ser publicado, sino para propia satisfacción y recreo de sus amigos, tenía que ser, por lo tanto, desordenado y estar lleno de errores y contradicciones; pero no puede negarse a este benedictino (que por la índole y forma de su erudición parece que vivió más bien en la Edad Media que en el siglo de los PP. Flórez y Risco) una inmensa lectura y laboriosidad y una gran intuición histórica, como lo prueban las observaciones antes transcritas, y el principio, proclamado también en este mismo libro, de la influencia del elemento gallego en la primitiva poesía castellana, indudable hoy después del hallazgo de los dos peregrinos Cancioneros de Roma.


1776.

24. Discursos analíticos sobre la formación de las lenguas, y sobre la castellana en particular, por D. Antonio de Capmany. Madrid. 1776.

Discurso pronunciado en la Real Academia de la Historia. -Trata en él primeramente del origen de las lenguas en general y de la imperfección que a todas ellas distingue, nacida de lo incompleto y limitado del conocimiento humano; sigue estudiando el principio de la castellana que halla en la
latina, y señala después, con muchos ejemplos, las que Capmany considera imperfecciones de nuestro idioma, a saber: la formación de adjetivos de muchos sustantivos, la reducción de muchos conceptos en una sola palabra, la falta de verbales suplidos por los latinos, la abundancia de equívocos, el sentido vago de ciertas palabras y las ideas poco claras que las aplicamos, etc.
Pero no deja de referirse también a todas las partes dignas de alabanza que tiene nuestra habla, que la hacen preferible a las demás lenguas vulgares, en particular a la francesa, a la cual excede sobre todo, según el autor, por la riqueza de variedades con que en la composición puede verse el orden de las palabras. No está tan acertado Capmany al pretender que en el siglo pasado mejoró mucho el idioma, porque la filosofía, al restablecer los derechos de la humanidad. le había infundido vida nueva y muchas perfecciones, ni al achacar el enriquecimiento y depuración de nuestro Diccionario a las traducciones del francés y de otras lenguas que entonces se hicieron, pues notorio es que gran parte de ellas fueron por cierto bien deplorables (I). Capmany quiso ser lógico con sus afirmaciones para fomentar la afición a estudiar las obras extranjeras, y el mismo año de 1776 publicaba en Madrid su Arte de traducir del idioma francés al castellano, con el vocabulario lógico y figurado de la frase comparada de ambas lenguas, del cual se han hecho en Barcelona y en otras partes varias reimpresiones.

Capmany, lo mismo que Mayans, contribuyó mucho, con preceptos sensatos y selectos ejemplos, a la afición por la buena prosa y a la perfección y buen gusto de los que se ejercitaban en la formación del estilo. Pero su mayor gloria fué, sin duda, la de haber conocido y poseído a maravilla nuestro Diccionario, a pesar de que la lengua primera que sus labios balbucearon tal vez no fué la castellana (I), y la de haber fomentado por modo extraordinario los estudios filológicos, según que las indicadas obras lo demuestran. Así, sus contemporáneos le reconocieron como autoridad en tales estudios; y cuando después de muerto (a causa de la epidemia que afligió a Cádiz el año de 1813), tratóse de recordar su memoria, no encontraron sus amigos título que más le cuadrase, que el que pusieron en el epitafio siguiente:
Aquí yace El Filólogo don Antonio Capmany y Montpalau, Diputado por Cataluña En las cortes generales y extraordinarias. Sus obras literarias y sus esfuerzos Por la independencia y gloria
De la nación, Perpetuarán su memoria. Murió en 14 de noviembre de 1813, A los 71 años de su edad. R. I. P. A.

I: Hay que advertir que Capmany, en su edad madura, cambió radicalmente de opinión en este punto, y se hizo acérrimo e intransigente enemigo de todo galicismo real o aparente. Véanse todos sus últimos escritos, y especialmente la segunda edición de la Filosofía de la Elocuencia (1811), que parece la antítesis de la primera (1776).

2 Nació en Barcelona en 24 de Noviembre de 1742, y allí hizo sus estudios elementales y pasó su primera juventud.

1786.

25. Del origen y formación de la Lengua Castellana, por D. Antonio de Capmany y de Montpalau.

Trata de esta materia en las Observaciones críticas sobre la excelencia de la Lengua castellana, que se leen en el tomo I de su Teatro histórico -crítico de la elocuencia española... Madrid. Año MDCCLXXXVI: en la oficina de Antonio de Sancha (págs. CXXIII -CCXXIII).

La lengua castellana, dice Capmany, empezó a ser idioma vulgar o romance, como si dixéramos romano -rústico, hacia el siglo X: tomó índole y forma de dialecto culto en el reynado de Alfonso el Sabio; adquirió cierta grandiosidad baxo de los Reyes D. Juan el Segundo y D. Fernando el Católico; brilló con pompa y magestad en el reynado de Carlos primero, y baxo de su hijo Felipe II se pulió, se enriqueció y añadió a la abundancia mayor suavidad y harmonía. Yo no pretendo engolfarme ahora concluye, en eruditas y prolixas investigaciones sobre el origen elemental e histórico de la filiación, formación y alteraciones primitivas de nuestra lengua, bastando para dar una idea de su antigüedad y progresos, una breve exposición de su más remoto estado, vicisitudes y última fortuna. Este es el plan que Capmany desarrolla en este estudio con claridad y método, con perspicaces observaciones de filología comparativa y muchos y acertados ejemplos.

En la formación de una lengua, dice el autor, se deben tener presentes tres cosas: la etimología de las voces, su material composición y su significación; y a estas tres materias consagra otros tantos capítulos.

Es tan clara la filiación inmediata, escribe al comenzar el primero, o sea el referente a la etimología, que guarda nuestra lengua de la latina, que sin contar las palabras corrompidas y alteradas en su inflexión o terminación, sólo con las que se han conservado íntegras, algunos eruditos han logrado sacar, ya en prosa, ya en verso, diversas composiciones perfectamente bilingües.

Trata luego el autor de los vocablos latinos que han pasado íntegros en su estructura y terminación al castellano o con escasas alteraciones, y pone de ellos numerosos ejemplos; y estudia, en fin, los elementos latino, godo, árabe y lemosín que componen nuestra lengua, deteniéndose especialmente
en lo relativo al primero y último, pues respecto de los restantes limítase a indicar una porción de palabras de raíces góticas y arábigas.

En cuanto a la transformación latino -castellana, o corrupción de las raíces latinas, formula y comprueba con ejemplos las leyes siguientes:

I. Alteraciones en las vocales I = E, E = U = O, A = E, 0 = E, O = U, AU = O, O = UE, E = IE.
2. Alteración en las consonantes a) F = H, P = B, C = G, que = G, L= I, G = I, T = D, S = X. b). GÑ =,Ñ, NN = Ñ, MN = Ñ. c). CT = CH, PL = LL. d). ER = RE o RO, X = y o Y, R = L, e). CC = C, LL = L, PP = P, CT = T, TC = T. f). Supresión de vocales, g). Supresión de sílabas, h). Supresión de consonantes sencillas, i). Aumento de sílabas.

Por lo que dice relación al influjo lemosino, comprende Capmany en los dominios de este término lingüístico el francés y el catalán; y para probar la afinidad que entre éstos y el idioma castellano y el toscano existe, (tanto más notable cuanto más nos acercamos al origen de donde todas estas lenguas provinieron), cita curiosísimas y abundantes voces arcaicas castellanas tomadas del poema del Cid, de la versión del Fuero Juzgo y de las composiciones del monje Berceo, cuya contextura se conforma perfectamente ya con el francés o con el italiano, ya con el habla provincial de Cataluña, Valencia o las islas Baleares. En pos de estas importantes listas de palabras, estúdiase la mudanza experimentada en nuestro idioma desde principios del siglo XVI en la estructura material de las palabras, ahora suprimiendo unas letras o añadiendo otras, ahora convirtiendo las dobles en sencillas o trocando las sílabas o sus propios elementos simples. No deja tampoco Capmany olvidado el estudio del síncope experimentado en ciertos tiempos de las conjugaciones, y de la alteración sufrida en la formación de ciertos modos, y del uso de la posición de los pronombres recíprocos en los infinitivos particularmente, ni olvida tratar de las tres acepciones que hasta fines del siglo XVI tuvo el verbo ser (= ser, estar, haber), de los diversos cambios de género y del uso moderno de los participios contractos de la voz pasiva.

El artículo segundo, que trata de la composición material de las palabras, está dedicado a indicar, por vía de ejemplo, varios grupos de dicciones castellanas numerosas y majestuosas, suaves y harmoniosas, señalando, entre las palabras de sonora y hermosa combinación silábica y de grata terminación, los derivados compuestos, ya de nombre y preposición, ya de dos sustantivos, ya de dos adjetivos, ya de dos verbos, ya de adverbio y verbo, ya de adverbio y participio, ya de participio y adverbio, ya de nombre y verbo, ya de dos preposiciones y verbo, de las cuales combinaciones pone bastantes ejemplos.

El tercer capítulo, en el que trata del significado y valor de las palabras, está principalmente dedicado a las muchas voces que en castellano se derivan de otras radicales. Las cuales clasifica en: a), derivados de nombres de animales, como de caballo, caballar; b), verbos frecuentativos, de voz, vocear; c), verbos imitativos, como cacarear; d), verbos incohativos, como amanecer; e), nombres aumentativos, como culebrón; f), nombres diminutivos, como arroyuelo; g), palabras de acción, como sablazo; h), palabras afectivas, como enfermizo; i), nombres colectivos en el sentido físico, como naranjal; j), adjetivos modificados, como negruzco; k), acepciones de una misma voz, como abrir una sala, abrir el día, abrir las ganas de comer; l), palabras sinónimas.
Capmany termina manifestando los móviles que tuvo para componer este discurso y la manera como lo llevó acabo. Estas críticas observaciones, dice, que me atrevo a presentar a la luz pública, deben ser miradas solamente como unos informes y sumarios apuntamientos, formados sobre la lectura de nuestro Diccionario para aficionar a los extranjeros al cultivo y estudio de la lengua española. Un tratado científico, analítico y más metódico de un idioma tan abundante, primoroso, noble y expresivo, además de pedir una obra separada y peculiar, trabaxada con prolixo esmero y profundas investigaciones, sería superior a mi talento y ciencia; pues es más afición que
conocimiento, y más genio que ingenio, lo que me llevó a extender estos borrones que bosquexé primero por satisfacer mi curiosidad y proseguí para mi propia utilidad y enseñanza.
1787.

26. Pruebas de la filiación latina de la lengua castellana, por D. Antonio de Capmany.
MS. cuyo paradero ignoro, y de cuyo contenido no tengo ninguna noticia.

1788.

27. Discurso sobre el origen, uso y cultura de la lengua española en Aragón.

Inserto en el Memorial literario de Febrero y Marzo de 1788, págs. 274 y 353.

La noble tendencia que inspira todo este trabajo se lee en síntesis a su comienzo.

Dos errores o preocupaciones igualmente injuriosas a Aragón (dícese), se van introduciendo en materia del idioma o lenguaje español. Uno es excluir a este reino de la formación de cultura de la lengua principal de la nación, y otro el adoptar en él la lengua lemosina o provenzal, queriéndola hacer en algunos tiempos común y ordinaria: el primero no se enseña abiertamente, pero el vulgo se va imbuyendo indirectamente de él, no faltando alguno de los doctos que incidentemente lo afirme; el segundo se publica como invención erudita y con todo el aparato seductivo de citar en su confirmación noticias exquisitas, códices y monumentos recónditos; de manera que es necesario cautelarse mucho para no dejarse alucinar de una opinión tan favorita de los sabios. Así es que, en lo antiguo, los mismos escritores llamaban nuestra lengua con la disyuntiva de castellana o española, como se ve en Aldrete, Covarrubias y Sepúlveda, La misma Real Academia le da con frecuencia el nombre de lengua española en la primera edición de su Diccionario, si bien en el Discurso proemial sobre el origen de la lengua dice que este dictado es del uso de los extranjeros, y en su segunda edición constante y solamente con el nombre de castellana. Mayans, en sus
Orígenes, poniéndose a explicar el significado de esta voz, lengua española, dice que por ella se entiende la lengua común de la nación; pero añade que no puede incluir la aragonesa por no tener la perfección que en Castilla, donde el menor comercio con los extranjeros la ha conservado más pura. Todavía está más áspero con nosotros el P. Terreros (Paleografía española, fol. 212, en el tomo XIII del
Espectáculo), que después de olvidar a Aragón, cuando tratando del origen de la lengua menciona casi todas las provincias de España, prosigue luego su historia, y dice que en tiempo del Rey D. Fernando de León, nieto del Rey D. Sancho de Castilla, con motivo de su dominación en León y
Navarra, les comunicó su lengua que también tomaron los aragoneses.

1792.
28. Sobre la formación y progresos del idioma castellano. Discurso leído por Don Martín Fernández de Navarrete, al tomar posesión de su plaza de individuo honorario, de la Real Academia Española, el 29 de Marzo de 1792.

Publicado en las Memorias de dicha Corporación: tomo III: Madrid. 1871. -4.°, páginas 230-241.

Las lenguas que se forman de la corrupción o de los restos de otras muchas, encuentran, por lo mismo, grandes obstáculos en su formación y progresos, porque de la dulzura de unos dialectos, de la rudeza en las inflexiones de otros, de la distinta sintaxis, construcción y carácter de cada uno de
olios, resulta un todo disforme, incapaz de admitir la analogía y orden que tanto contribuye a la claridad del estilo en los grandes escritores. Poseída España de los rodios, los celtas, los fenicios, los cartagineses y otras naciones codiciosas de sus riquezas, admitió tanta diversidad de idiomas, que aun en tiempo de Augusto y de Tiberio se hablaban diez distintos, según el testimonio de los historiadores antiguos.
Estos nos han transmitido algunas de las voces que recibió el latín de estos lenguajes. Uniformóse el de los romanos en todo su imperio, y se esmeraron particularmente en que los españoles le usasen, ya por medio de colonias y tribunales que con este designio fundaron, ya por la comunicación y trato de casi tres centurias, y ya por haber militado gran número de españoles debajo de sus banderas.

A pesar de esto perdió la lengua latina en España la pureza que conservaba en Roma. Adulteróse nuevamente con la venida de los vándalos,
suecos y alanos, que todos tenían lenguas propias, y los godos, procurando más conservar la latina que extender la suya, acabaron de estragarla y corromperla. Tomaron los nombres latinos, pero no los variaron como su natural pedía, sino que acomodándolos a la forma que en sus vocablos godos usaban, les hicieron indeclinables con preposiciones que distinguían un caso de otro, introduciendo al mismo tiempo gran número de ellos en nuestra lengua. La irrupción de los árabes limitó el habla castellana al corto número de españoles que se refugió en las provincias septentrionales. El resto de la Península abrazó el idioma de sus conquistadores; cultivó en él algunas ciencias, cuyas voces conservamos aún, y el castellano se menoscabó al fin, ya haciendo dura y desapacible su pronunciación, ya dando a muchas letras un
sonido áspero y gutural, desconocido en los suaves idiomas de Grecia y Roma.

De tal confusión y tanta diversidad de lenguas y dialectos resultó necesariamente un conjunto de voces bárbaras, que poco análogas a la índole del castellano y del latín, debían dejar de él aquel orden y giro en las oraciones y períodos que auxilia a la memoria, que da claridad a la locución y coadyuva a desenvolver los grandes talentos. Así es que estuvimos tanto tiempo sin escribir en el castellano vulgar, pues aun fijada la época de este idioma, ya distinto del latino, en el siglo VIII, no se puede extender la de su escritura hasta el siglo XI o XII.

Esto es lo que en el discurso se dice relativamente a nuestro estudio, limitándose el autor en el resto a indicar algunas observaciones sobre los primeros monumentos literarios del castellano, sobre la perfección que nuestra lengua alcanzó en las obras de ciertos autores, sobre las ventajas que el examen de otras proporciona para la perfección y acrecentamiento del Diccionario español y sobre las alteraciones sufridas en nuestra habla desde el advenimiento de la casa de Borbón.

D. Martín Fernández de Navarrete fué electo individuo honorario de la Real Academia Española el 15 de Marzo de 1792, y numerario el 31 de Enero de 1797.

1793.

29. Declamación contra los abusos introducidos en el castellano presentada y no premiada en la Academia Española, año de 1791. Síguela una disertación sobre la lengua castellana, y la antecede
un diálogo que explica el designio de la obra. Madrid. MDCCXCIII. En la imprenta de la viuda de Ibarra. Con las licencias necesarias.

4.°, XXVI pág. + 1 h. con port. + 54 pág. + 1 h. con port. y otra con adv. + 214 + 1 pág. de erratas.

La publicó cuando contaba treinta y tres años su autor D. José de Vargas Ponce, capitán de fragata y académico que fué más tarde de la Española y de la de la Historia. Dividió el libro en tres partes: es la primera un diálogo entre el autor y D. Justo y D. Severo, en el cual explica el plan y forma adoptados y juzga los trabajos en que entonces se ocupaba la academia Española; la segunda y la tercera constituyen el verdadero estudio con que certó en esta corporación. Cincuenta y cuatro páginas cuenta la Declamación, ocupando más de la mitad un resumen de alabanzas a nuestros grandes maestros de la lengua y de la poesía castellanas y señalando después las causas a que atribuye la perversión del idioma; son a saber:
a) Abandono por nuestros autores de los buenos libros.
b) Desdén con que se miran las lenguas sabias,
c) Introducción y rápida fortuna del francés,
d) Multitud de malas traducciones, en especial sermonarios y novelas,
e) Escaso cultivo de la Poesía,
f) Desprecio del Teatro nacional y aceptación y boga del italiano,
g) Exquisita gala e inmoderado lujo, ambos de todo punto extranjeros, de las mesas y modas mujeriles.

A esto se reduce dicha Declamación, escrita en tono ampuloso y con grandes licencias oratorias; y nosotros no le hubiéramos dado ciertamente cabida en esta sección, ni en el cuerpo de nuestro estudio crítico -bibliográfico, si no estuviera acompañada de una Disertación acerca de la lengua castellana, en la cual se trata del origen y formación del castellano (escrita por vía de ilustración a la Memoria). Este apéndice es lo más largo del libro, pues ocupa 209 páginas de letra más pequeña y con foliación distinta. Consta de 25 capítulos, y los cuatro primeros refiérense a recordar las diversas colonias y dominaciones que se han sucedido en nuestra Península, afirmando que hubo peculiar lenguaje en cada provincia de las que en sus orígenes se dividió España o Iberia, los cua-les se conservaron por mucho tiempo, mezclándose después con el celta, el fenicio, el cartaginés y el griego, según la sucesiva predominación de todos estos pueblos, hasta que los romanos con sus armas introdujeron su lengua y su literatura, echando éstas tan hondas raíces, que los bárbaros, a pesar de su odio implacable a Roma, no pudieron desterrar el habla del Lacio, siquiera la corrompiesen y desfigurasen, principalmente en su admirable pronunciación y prosodia. Mezclóse después con el árabe, por la larga dominación que este pueblo ejerció en la Península; y no pudiendo ya entonces el latín (dice Vargas Ponce) contener tanta descomposición sin descomponerse él mismo, de sus restos y de las imitaciones allegadizas de todos los otros tuvo hacia el siglo nono cierta forma el dialecto Castellano o Romance... siendo, con todo, su primitivo y principal fundamento la Lengua del Latio con la que guardó siempre analogía...

Del árabe afirma, con la autoridad de Escalígero (que prefiere a la de Mayans), que fué, después del latín, el idioma al que más debe en su formación el castellano.

De las primeras propiedades del romance, de su clara y llena pronunciación y de sus diversos órdenes de acentos y multitud de terminaciones, y de la poesía castellana hasta que se hizo general el naciente idioma, ocúpase, por último, D. José Vargas Ponce aduciendo frecuentemente la autoridad de Aldrete, del Ldo. Poza, de Mayans, del P. Larramendi y otros escritores antiguos o
coetanos del autor. Cita también porción de voces de nuestra lengua derivadas de otras, probando con todo esto el erudito marino su laboriosidad y buen ingenio. Pero, en suma, no expone por propia cuenta opinión alguna que contribuya a adelantar el estudio del origen y formación de nuestra lengua.

Contra la Declamación se publicó entonces un folleto intitulado: La Corneja sin Plumas. Fragmento Póstumo del Licenciado Pablo Ipnocausto. Puerto de Santa María. Por Don Luis de Luque y Leyva. Año de MDCCXCV. -4.°, 67 págs.

Pablo Ipnocausto es pseudónimo de Don Juan Pablo Forner; y el principal objeto de este opúsculo, escrito con gran virulencia y descubierta animadversión personal, pero con la copia de erudición y doctrina propia de todas las obras de su autor, es demostrar que la Declamación de Vargas Ponce es un centón de plagios de Mayans, de Aldrete y del Diálogo de la lengua. De paso se impugnan algunas opiniones vertidas en la Declamación.
Hay en la Biblioteca Nacional de Madrid una copia de La Corneja, en la colección manuscrita de las obras de Forner.

Sobre la Declamación de Vargas Ponce, véase también su correspondencia con Jovellanos (tomo segundo de las obras de éste en la Biblioteca de Rivadeneyra).

1803.

30. Apología de la lengua Bascongada, o ensayo crítico -filosófico de su perfección y antigüedad sobre todas las que se conocen: en respuesta a los reparos propuestos en el Diccionario geográfico -histórico de España, tomo segundo, palabra Navarra. Por D. Pablo Pedro de Astarloa, Presbítero. Madrid. Por Don Gerónimo Ortega. 1803.
4.°-X
XIV -452 págs.

Así se explica el autor en el prólogo dirigido a los bascongados: Habrá veinte años que descubrí en nuestro nativo idioma cierta grandeza y sublimidad que arrastró toda mi atención. Ya antes de esta época Ohienart, Arriet, Moret, Echave, y particularmente el laborioso Larramendi, hicieron ver muchas y raras perfecciones de que abundaba la lengua Bascongada; pero no bastando esto a satisfacer mi deseo, buscaba una lengua perfecta en todo su mecanismo, con la idea de presentarla a todas las naciones cultas, para que cada una de ellas pudiese elevar la suya al grado de perfección y magnificencia de que fuese susceptible.
El prolixo estudio de más de quatro años empleados en la contemplación de una lengua que debió ser primitiva, me proporcionó ideas a mi parecer muy exactas para no errar en la elección del idioma deseado. Con estas ideas me propuse uno a mi modo, constituyéndole Juez árbitro de todos los demás, y con él empecé el juicio comparativo de quantas lenguas vivas y muertas pudo reconocer mi desvelo.

El Sr. Astarloa, en efecto, da muestras de haber estudiado muy provechosamente, lo mismo las lenguas clásicas que las vivas de Europa, así las orientales, sin excluir el chino, como las indígenas americanas, y su Apología es ciertamente un libro de notable erudición y polémica, siendo de lamentar que el buen ingenio y la general cultura del autor estén al servicio de una causa tan
equivocada como la de hacer al bascuence la lengua por excelencia, formada ya, según Astarloa, en la confusión de los idiomas referida por Moisés, y a los bascongados los primeros pobladores de España.

Este libro dio materia al arabista D. J. A. Conde para escribir un folleto intitulado Censura crítica de la pretendida excelencia y antigüedad del bascuence, por D. J. A. C, cura de Montuenga. Madrid, en la Imprenta Real, año de 1804 (8.°, 85 págs.) (I), al cual replicó Astarloa con sus Reflexiones filosóficas en defensa de la Apología de la lengua bascongada, o respuesta a la censura crítica del cura de Montuenga. Madrid. Cano, MDCCCIV (8.° 119 págs.)

I Acerca del folleto de Conde, se publicó un articulo crítico en la Minerva o el Revisor general, tomo III, 1805, pág. 52.

De la Apología se ha hecho recientemente una edición en Bilbao, por P. M. de Merladet y Lasgoitia, 1881. -4.°, 480 págs.

En el archivo manual del Señorío de Vizcaya, existe inédita otra obra de Astarloa:
Discursos filosóficos sobre la primitiva lengua. -4.°, 21 cuadernos de letra clara y legible. El primer cuaderno lleva un prólogo, cuyas páginas están numeradas del I al XII; empieza luego la numeración arábiga hasta el folio 2467, que lleva la última hoja del cuaderno 21, en que concluye la obra.

Según se lee en una carta que D. Juan Antonio Moguel escribió a Vargas Ponce, a 30 de Mayo de 1802, D. Pedro Pablo Astarloa tenía escrito un Diccionario de apellidos, que suponemos contendría muchas observaciones aprovechables para la historia de la lengua castellana. (Memorial histórico español, tomo I, pág. 713.)

1805.

31. Ensayo histórico -critico sobre el origen y progresos de las lenguas, señaladamente del romance castellano. -Catálogo de algunas voces castellanas puramente arábigas, o derivadas de la lengua griega y de los idiomas orientales, pero introducidas en España por los árabes. Por el Sr. D. Francisco Martínez Marina, canónigo de la Real Iglesia de San Isidro, actual Director de la Academia.

4.° may. -63 -VIII -85 págs. + 1 de erratas.

En las Memorias de la Real Academia de la Historia, tomo IV. Madrid, imprenta de Sancha. Año de 1805.

Notable trabajo de crítica histórica, y mucho más notable aún si se considera la fecha en que fué escrito. Razón tiene el autor al afirmar que la lengua primitiva de España es problema anejo al de los tiempos fabulosos, y por consiguiente insoluble; como así mismo al añadir que fuese cualquiera la lengua de los primeros habitadores de esta Península y de las sucesivas colonias que la poblaron después, ello fué que en tiempo de la dominación romana no se hablaba más que el latín, sin que hubiera entonces lengua nacional distinta. Y del latín solamente, dice el Sr. Martínez Marina, nació y se formó el castellano, cuyo léxico se acrecentó más tarde con el de los árabes, sobre todo hasta el punto que en la formación de nuestra lengua corresponden tres partes al latín y una al arábigo.

El romance castellano debe su origen a la ignorancia, negligencia y descuido de los españoles en cultivar su antigua lengua latina. Cita la célebre inscripción de Santa Cruz de Cangas, como primer vagido del castellano; hasta 1150, sin embargo, no hay ningún documento escrito en romance.

Usa de una prudencia muy plausible al tratar de la etimología; y cuanto a las arábigas (que en un catálogo por el autor formado, y puesto a continuación de su Ensayo, pasan de 1.500) viene a establecer estos principios sobre cambio de letras de aquel idioma al castellano.





1806.

32. Alfabeto de la lengua primitiva de España y explicación de sus más antiguos monumentos de inscripciones y medallas: por D. Juan Bautista Erro y Azpiroz, Contador principal por S. M. de Rentas reales, propios y arbitrios de la ciudad y provincia de Soria. Madrid. 1806.
8.° may. -300 págs. con láminas.
Los capítulos V y VI llevan estos epígrafes:

-El alfabeto griego no es de origen fenicio, sino español.

-Demostración que acredita el origen vascongado del alfabeto griego.

De lo que claramente se deduce el disparatado intento del autor en su libro, a saber: que el bascuence fué la lengua primitiva de España y base de la castellana; lo cual confirmaba en su Mundo primitivo, obra que no llegó a concluir, habiéndose publicado el primer tomo solamente.

Hizo un compendio de la obra de Erro, y lo ilustró con un prólogo y notas el Sr. G. Waldo Evonig, Ministro que fué de los Estados Unidos en Madrid. publicándolo en Boston, año de 1829: Alphabet of the primitive language of Spain, by J. B. Erro Azpiroz. -8°

1817.

33. Uber die cantabrische oder Baskische Sprache. Von W. von Humboldt.

Estudio muy notable sobre la derivación de la lengua basca de la de los antiguos iberos, publicado como apéndice del Mithrídates, de Adelung y Vater, theil IV, 1817. -8.°, páginas 275-300.

1821.
34. Grammaire comparée des langues de l´Europe Latine, dans leurs rapports avec la langue de troubadours. Par M. Raynouard. membre de l´Institut Royal de France (Acad. Française et Acad. des Inscriptions et Belles -Lettres), secrétaire perpétuel de l´Academie française... Paris, &
l´imprimerie de Firmin Didot... 1821.
4.°-LXVIII -412 págs.

La tendencia de la obra, claramente declarada en el Discurso preliminar, es defender la opinión de que todas las lenguas romances tienen su origen en una lengua intermedia entre el latín y las actuales neo latinas, o romance primitivo o lengua usada por los trovadores. Esto ya lo defendió e intentó probar M. Raynouard en sus Elements de la Grammaire romane avant l´an 1000 y en
su Grammaire de la langue romane ou Langue des troubadours. En esta lengua dice también que radica la castellana, siendo así lógico con sus principios, y afirma que el primer documento que nos atestigua que la lengua romance primitiva se usaba ya en España y Portugal, es del 8.° siglo: el ordenamiento publicado en 772 ( = 734) por Alboacem, hijo de Mahomet Alhamar, hijo de Tarif. Cita luego los cambios o trasposiciones de letras entre la lengua de los trovadores y el castellano, que cree sirven para demostrar que el origen del segundo está en la primera; y con el mismo objeto aduce muchas terminaciones de sustantivos y adjetivos en ambos idiomas. Hace ligeras observaciones históricas sobre el mallorquín, el valenciano y el catalán, que dice ser muy semejante a la lengua hablada en el cantón de Vaud. de los Alpes.

Conforme con estas indicaciones del prólogo, se halla en el texto desenvuelto el estudio de todas las partes de la oración (Analogía solamente), estudiando a la vez en cada uno de los capítulos el francés, el español, el portugués y el italiano relativamente a su origen, o sea a la primitiva lengua romance.

El problema de los orígenes y formación del castellano lo tenemos hoy resuelto, sin que en modo alguno pueda admitirse el principio sentado por Raynouard en este libro, que por otra parte carece de la novedad que principalmente los franceses le atribuyen; pues un siglo antes el catalán Bastero había publicado ya el mismo principio y muchas de las leyes que este filólogo francés hubo establecido. En la lengua del Lacio está, sin duda ninguna, la fuente de donde mana el castellano con sus demás idiomas congéneres, ya por medio del bajo latín de los primeros siglos, en que las lenguas populares acababan de brotar del tronco latino, ya por medio del de los notarios y el de los monjes que comenzaron a escribir las nuevas lenguas, ignorando el conocimiento de la formación de las palabras, a estas dos suertes de bajo latín, señaladas por Díez, agrega Littré, en sus estudios sobre la Historia de la lengua francesa, una tercera, es a saber: la originada por las formas romances, que se alteraban de nuevo con tendencias a su primitivo origen latino; pero esto es ya parte de la organización y reconstitución de un nuevo idioma, más bien que de su inmediato principio.
Porque es preciso distinguir entre lo que constituye la alteración directa de una forma originaria, y entre lo que disgregado sirve de raíz a un nuevo ser glotológico y se manifiesta en todas las caras de su desarrollo. Esto pasa en los orígenes inmediatos del castellano como en los de toda lengua, tal como nosotros los concebimos, opuestos a esas grandes unidades y a esos centros lingüísticos primitivos defendidos con entusiasmo por algunos autores. Envejecen las palabras y tienden a reemplazar sus consonantes fuertes y duras por otras débiles y suaves; los sonidos llenos se extinguen poco a poco y se pierden; las finales desaparecen y las palabras se contraen; altéranse éstas, en fin, en su estructura interior, porque se pierde la integridad de las formas gramaticales, y de este lenguaje corrompido y mutilado nace el principio regenerador que infunde una nueva organización en sucesivos períodos. Entonces las radicales sufren innumerables formas, y a la confusión de los casos de los nombres y de los tiempos de los verbos y de todas las flexiones gramaticales perdidas, a la dislocada sintaxis, sucede el uso de palabras auxiliares, supliéndose con preposiciones los casos del sustantivo; con artículos, los géneros; con pronombres, las personas; con auxiliares, ciertos tiempos y voces de los verbos; pero en modo alguno debe confundirse, en cualquiera de las épocas por que pasa una lengua hasta el día de su fijación, lo que es propio de su desenvolvimiento con lo que es originario y primitivo. No han nacido con intermedio de un léxico y de ciertas reglas gramaticales más o menos perfectas, el
pali y los diversos dialectos prácritos del sánscrito; el persa del zend; el griego antiguo del griego moderno; el inglés del anglo-sajón; el holandés del frisón; el danés y el sueco de la antigua lengua de Escandinavia, todavía hablada en Islandia, sino que se han formado según los principios generales indicados; y esa nueva fuente o manera, como dice el eminente Littré, con que contribuyó el bajo latín al origen de las lenguas
romances, no es más que un período, o fenómeno particular mejor dicho, de su primitivo desenvolvimiento.

No obstante, Littré se valió de esta misma observación para explicar y combatir en su citada obra la hipótesis sustentada por M. Raynouard cincuenta años antes, hoy completamente inaceptable, supuestos los progresos filológicos ya realizados, y estando en manos de los doctos las obras de Díez. El cual ha puesto de manifiesto con sus estudios lo errado de la opinión defendida por
aquel sabio francés en su Gramática comparada de las lenguas de la Europa latina en sus relaciones con la de los trovadores, probando la imposibilidad de que el provenzal haya sido un miembro intermedio entre el latín y las lenguas romances, principio con tanto tesón y no poca crítica sostenido por Raynouard. Este investigador infatigable y benemérito, que así desatendió
los hechos gramaticales que antes de él se habían establecido, como adquirió con sus estudios el título de fundador de la crítica filológica sobre los orígenes de las lenguas romances, seducido por la originalidad y atractivos de la teoría que había imaginado, la propuso a los sabios, legando en los
propios hechos particulares que citaba, y en la misma comparación que ofrecía entre los idiomas neo-latinos, la más clara impugnación de su teoría. Las frases de las letanías carlovingias que cita en su apoyo, los nombres geográficos, las palabras proverbiales que entresaca de los poemas alemanes del siglo XIII, no son más que argumentos que, como el puñal de Cambises, vuélvanse contra el mismo que los sustenta.

El
tu lo juva de las primeras, ¿acaso es otra cosa que la reunión de dos palabras latinas con un artículo de la lengua vulgar que existía ya entonces en provenzal, español e italiano?
El
Pro nos, ¿es posible que deje de reconocerse como el conjunto de dos palabras genuinamente latinas en que la segunda está en acusativo en lugar de estar en ablativo, confusión de caso tan frecuente en el bajo latín?. (I)

La terminación en it y las en a, alba, tomba, barba, y la identidad de raíz en muchas palabras castellanas, italianas y provenzales, ¿es, por ventura, una coincidencia que demuestre la existencia del tipo común intermediario? El consiguiente no puede ser más equivocado, supuesto que lo que el antecedente prueba de una manera clarísima es que la radical y la terminación latina se conservan a menudo en las palabras nacidas al par de la lengua adulterada de Cicerón y Quintiliano. Y los gritos de guerra que se leen en los poemas alemanes caballerescos de la Edad Media, ¿qué significan sino la procedencia del francés o provenzal, en que originariamente estaba escrita la obra, que luego se tradujo al idioma germano?

La existencia y el estudio del
válaco de las orillas del Danubio, donde los romanos fundaron una colonia, llamado por los mismos que lo hablan romeni (= romance), y acerca del cual dice Raynouard, aunque con inexactitudes y ambigüedades, que no desconoce sus analogías con el latín, si bien añade que las diferencias que con él tiene son mucho mayores, es, a nuestro juicio, la prueba más clara e inequívoca de que ni está demostrado ni es admisible lo dicho por aquel ilustre filólogo francés.

Es evidente la indudable filiación neo-latina del romance oriental: su declinación es romance; usa, como el español y el italiano, de preposiciones en vez de desinencias; muchos adverbios, preposiciones y conjunciones más o menos directamente revelan igual origen que el de aquellos otros idiomas; a pesar de la limitada y parcial influencia que haya podido recibir de las lenguas búlgara, eslava y albanesa que rodean el dominio del válaco, el fondo de sus accidentes gramaticales y de su vocabulario es puramente latino. Por consiguiente, ¿cómo puede deducirse que el provenzal ha ejercido influencia, a través de Alemania, en las márgenes del Danubio? ¿O cómo ha de resultar que allí se formó por casualidad un idioma análogo a los demás neo-latinos?

I: M. Ampère, que ha rebatido admirablemente la hipótesis de Raynouard. dice que en Terencio ha encontrado también el uso del acusativo por el ablativo. -Véase su Histoire littéraire de la France
avant le donzième siècle, tomo III, y su Histoire de la formation de la langue française.


Por último, es contrario a toda ley histórica pensar que mientras se hallaba fraccionada Europa entera y sucedíanse las guerras entre pueblo y pueblo, y asolaban las naciones los hijos de Scancia derramados por el Mediodía del viejo continente, se pudiera formar una lengua común y general, derivada del latín, sin autoridad que la impusiera por medio de una literatura floreciente o de
un gran predominio guerrero que uniese bajo una sola espada gran variedad de pueblos. La experiencia demuestra que si una lengua hablada en muchos pueblos se corrompe, modifica y transforma según leyes generales, no puede eximirse de las circunstancias particulares que la influyen, según la historia de los diversos países en donde se forma o renace. La filosofía de la historia y la filología comparada, condenan, en fin, la existencia de un romance único, primitivo y originario de las modernas lenguas neo-latinas.

Y no será inoportuno oponer aquí también algunas razones a la conclusión general propuesta por el célebre Max Müller en su opúsculo
Uber deutsche Schattirung romanischer Worte, en donde dice que las lenguas romances han nacido del latín, mixtificado por los bárbaros o germanos invasores. Según él, tan lejos están el castellano o el italiano del latín, como el nuevo alto alemán del antiguo alto alemán, el bengalí del sánscrito; y funda su aserto en que las lenguas romances no representan el latín tal como debió desenvolverse en la Roma antigua y en las provincias italianas, sino tal como los pueblos extranjeros, y particularmente los pueblos alemanes, se lo apropiaron y modificaron.

Esta opinión respetable, que envuelve en parte una verdad ya demostrada, cual es la del elemento gótico en el romance, no puede admitirse en absoluto, tanto porque no cabe que el organismo y la tradición latina se vieran en determinado momento interrumpidos por una solución de continuidad.
cuanto porque si los bárbaros hubieran excedido en número a las naciones del Mediodía que invadieron, y su influencia hubiera sido radical en la lengua, habrían conservado su propia habla, como pasó en las orillas del Rhin y en cierta parte de Bélgica y en Inglaterra, en donde el idioma de las colonias latinas fué por ellos desterrado. Por otra parte, un estudio atento de gramática comparada basta para justificar conclusiones contrarias a las de Müller. Pero no debemos nosotros ampliar tanto este punto; y bástenos decir con Littré (Véase su Histoire de la langue française, 9e edición, tomo I, párrafo 8.) que si se despoja el latín de sus casos y éstos se suplen con sus respectivas preposiciones; si se introduce el quod allí donde el latín ponía su infinitivo o donde el griego escribía
öTl, casi siempre se hallará una frase romance y no germana en vez de la frase latina. En cuanto al verbo haber, que aparece como auxiliar en los más antiguos monumentos de las lenguas germánicas, de lo cual podría sacarse partido en apoyo de aquellas teorías y decir que tal circunstancia influyó sobre su empleo en el romance, no es preciso argumentar nada, supuesto que desde el válaco al portugués se ve la marcha similar que siguen todas las lenguas neo-latinas en el uso de los auxiliares, como la han seguido en este mismo punto gramatical otros tantos idiomas que de una fuente común manaban: el bengalí, el persa, el griego moderno, el árabe vulgar.
El inmenso repertorio de hechos y de observaciones que reunió Federico Díez en su Gramática y en su Diccionario, esclarecen, en fin, con luz vivísima todos estos puntos, que ligeramente nos hemos creído obligados a indicar, porque de lleno alcanzan a la lengua castellana en los períodos de su origen y formación, y directamente se relacionan con todas las obras de que tratamos en este
primer libro.

1821.

35. Prüfung der Untersuchungen über die Urbervohner Hispaniens vermittelst der baskischen Sprache. Von Wilhelm von Humboldt. Berlín, 1821.

Libro de aguda y filosófica investigación filológica, muy importante para dilucidar el punto dificilísimo de la primera lengua hablada en España por los iberos y de su influencia y derivación en el basco o euskaro.

En él, analizando las radicales bascongadas, procuró demostrar el autor que la lengua ibera se extendió por toda la Península y por las islas del Mediterráneo, Cerdeña y Sicilia, para cuyo propósito sirvióse mucho de los nombres topográficos.



M. Marrasx tradujo al francés el año 1866, esta obra de Humboldt, ilustrándola con un preliminar y curiosas notas.

1827.

36. Discurso en acción de gracias leído en la Real Academia Española por D. José Musso y Valiente, al tiempo de tomar posesión de la plaza de Honorario el 2 de Agosto de 1827.

Publicado en las Memorias de la Academia, tomo III: Madrid. 1871, págs. 106-12.

En él trata de la parte que en la formación, progresos y aun decadencia de los idiomas tienen los acaecimientos políticos de las naciones. Primeramente nota lo que en algunas sociedades antiguas se halla en apoyo de su tesis, y se extiende luego en largas consideraciones relativas a nuestro idioma. Allí se explica, sobre sus orígenes, de esta manera: Es, sin duda, la lengua castellana
hija de la latina; pero fué su producción a modo de lo que fingen del fénix de los poetas: nació de sus cenizas, y presentó después, aunque también hermoso, diverso semblante. Tomaba del provenzal, que era hermano suyo; tomaba del árabe, con quien hasta entonces nada había tenido que ver; y a pesar de ello mostraba más afición a tomar de éste que de aquél... Con los sones guturales, cuyo hábito contrajo, adquirió muchas palabras, muchos modismos, tantos en verdad, que casi se arabizó; de modo que a pesar del odio inveterado y tenaz por tantos motivos sostenido entre castellanos y moros, diríamos que llegaron aquéllos a pensar y hablar a la manera arábiga...

1828.

37. Opúsculos gramático -satíricos del Dr. D. Antonio Puigblanch contra el Dr. D. Joaquín Villanueva, escritos en defensa propia, en los que también se tratan materias de interés común. Tomo I, Londres (sin año). En la imprenta de Guillermo Guthrie. -Tomo II, Londres (sin año). En la imprenta de Vicente Torras. -En 4.° menor.

Tomo I. -CLX -212 -38 -10 págs, - Signs, a-o, A-S, A-b, *-*2.

Contiene: Anteport. -Port. - Prólogo con morrión, que los latinos llamaban galeato. -Visita del dómine Gafas al dómine Lucas, uno i otro emigrados en Londres, i diálogo entre los dos sobre la crítica que ha hecho Juanillo el tuerto de la falta de Gramática castellana, i sobra de gramática parda de D. Pedro Saiz Castellanos, auditor que fué de guerra del ejército de Cataluña, mandado por el general D. Francisco Espoz y Mina, en las anotaciones que imprimió en Veracruz acerca de las
campañas de aquel ejército en los años 1822 i 1823. Publícala un amigo del dómine Lucas, Londres. En la imprenta de Guthrie i Lovell, 1828. - Texto. - Prospecto de la obra filológico -filosófica intitulada Observaciones sobre el origen y genio de la lengua castellana, en las que también se habla de las demás lenguas principales de Europa, por Antonio Puigblanch. Londres. En la imprenta española de M. Calero. Año 1828. - Texto: catorce grupos de cuestiones sobre varios orígenes de la lengua castellana. - Texto: otros anuncios, impresos ya los opúsculos. - Texto.

Tomo II. -XLIV (comienza en la 213 a 550) y 27 hs. no fols. - Signs, a-d. T-y, AA-ZZ, AAA-EEE.
Contiene: Anteport. -Port. -Parchazo de Parcemiqui Tibiquoque, que puede servir de peto i de espaldar, i de brafoneras i brazales, i quijotes i espinilleras del prólogo con morrión que va puesto en el tomo primero. - Texto. -Falsedades i renuncias del Dr. D. Joaquín Villanueva, eclesiástico de campanillas, en su critica del prospecto de la obra filológico -filosófica del Dr. Puigblanch, puestas de manifiesto por el Interesado. Londres. En la imprenta de Guthrie, 1829. - Texto. -Índices de
los dos tomos. - Indice de materias. -Correcciones y adiciones. -Adición última.

El autor de estos dos volúmenes, nacido en Mataró el 3 de Febrero de 1775, de padre y madre respectivamente llamados Puig y Blanch (de cuyos apellidos hizo él luego uno solo), es uno de los hombres de más vasta ilustración en materias filológicas que en los tiempos modernos ha tenido España, si bien deslustrada por su espíritu atrabiliario y mal avenido con todo lo más noble y
digno de respeto. Antiguo novicio en la Cartuja de Monte Alegre; catedrático después en la Universidad de Alcalá, donde imprimió el año 1808 una Gramática hebrea conforme a los principios orchellianos, aunque de método confuso; jansenista beligerante el año II, emigrado en Londres más tarde, liberal exaltadísimo en las Cortes del 22, enriquecido de no vulgares conocimientos en las lenguas orientales y poseedor de abundantísimas noticias eruditas sobre gramática y lexicografía castellana, el Dr. Puigblanch se decidió a escribir estos Opúsculos
satírico -gramáticos para difamar a sus compañeros de emigración Villanueva y Salvá, más que para contender libremente con ellos. Es este libro ciertamente inverosímil en el siglo XIX, como dice muy bien un insigne crítico (I) verdadero libro de gladiador literario, porque más que en los anales de la literatura debe figurar en los del pugilato, al lado de los de Filelfo, Poggio, Lorenzo
Valla, Scalígero y Gaspar Scioppio, o de aquellos yambos de Arquiloco y de Hiponacte, que hacían ahorcarse a los hombres. Nada es respetado en tales páginas: ni la religión católica, ni sus ministros, ni la majestad real, ni el honor de España. Porque de todo esto y de muchísimas otras materias,
a cual más divergentes, trata el Dr. Puigblanch, quien lo mismo denuesta al transgresor de una regla gramatical que menosprecia o infama las más respetables memorias; lo mismo habla de etimologías que del celibato eclesiástico y del gobierno que más conviene a España y a América. Basta con
esto para que se juzgue cuál sea el conjunto de esta obra, de la que expondremos ahora el único oro que de ella puede extraerse; a saber, cuanto dice relación a la filología, castellana, en cuyas interioridades fué el autor, sin duda ninguna, insigne maestro, supuestas las abundantes ideas críticas que se hallan esparcidas, aunque sin método ni hilación, en sus Opúsculos gramático -satíricos .

Pocos alcanzaron en su tiempo a ver tan claro el problema del origen de nuestra lengua; y gloria es suya el haber intentado refutar la teoría de Raynouard, que hacía derivar las lenguas neo-latinas de una primitiva lengua romana rústica y no del bajo latín y por sucesivas formaciones; y el haber tratado del idioma válaco o romance oriental como idioma derivado del latín y hermano de las modernas lenguas romances, nacido por la emigración de aquella colonia que desde Italia envió el Emperador Trajano a orillas del Danubio.

I: D. Marcelino Menéndez y Pelayo; Historia de los heterodoxos españoles, tomo III, cap. III, págs. 527-8.

Es lástima grande que Puigblanch no llegase a escribir y publicar sus Observaciones sobre el origen y genio de la lengua castellana, cuyo prospecto se halla en el primer tomo de sus Opúsculos, y en el cual se da una idea tan completa del plan y criterio que se proponía seguir el autor, que esas pocas páginas bastan sólo a acreditar de excelente filólogo al hombre que concibió tal empresa.

He aquí las ideas principales (no todas aceptables) que en dicha obra pensaba Puigblanch exponer y demostrar:

La lengua bascongada, antiguamente cántabra, es mezcla del antiquísimo idioma ibérico y del idioma celta o galo, de prosapia latina, y no fué general en España, como se ha pretendido absurdamente.
La lengua castellana no sólo existió antes del siglo X, sino antes de la invasión de los bárbaros y aun antes de la caída del Imperio romano, debiéndose llamar más bien hermana que hija de la latina, la cual, por haberse adoptado para la religión y la legislación hasta después de la Edad Media, y para el estudio de las ciencias hasta los tiempos modernos, ha venido influyendo sin
cesar en la formación de nuestro idioma.

Los bárbaros no intentaron desterrar la lengua latina, antes procuraron conservarla tal como la hallaron, de la misma manera que dieron órdenes para la conservación de los monumentos romanos de las bellas artes. De las voces de origen griego y fenicio proponíase el autor hablar largamente: en su
specimen revela alto juicio y profunda intención crítica al mostrar sus deseos de rebatir que la lengua hebrea fuese madre de todas las lenguas, afirmando, en cambio, que así el idioma hebreo como el fenicio, el arábigo y demás afines deben considerarse como vástagos de otro más antiguo asiático, cuyo nombre por su misma grande antigüedad se ha perdido, y que a este idioma, más bien que al hebreo ni al fenicio, deben atribuirse en su última reducción las voces asiáticas, europeas y africanas que hasta ahora se han atribuido a uno u otro de estos idiomas.
Así entreveía Puigblanch los grandes adelantos que la filología comparada había de reportar con las eruditísimas investigaciones de los Bopp, los Burnouf, los Max Müller.

Al par que en el propio castellano, el autor, adelantándose en esto a los modernos procedimientos de la filología comparada, busca en el portugués, el provenzal, el catalán, el valenciano, el francés y el italiano los argumentos para probar sus asertos y destruir lo sentado por el referido M. Raynouard. De la semejanza con el provenzal intenta hablar largamente, poniendo de resalto que la abundancia de vocales medias y de sonido obscuro, y de consonantes dentales en el castellano anterior al siglo XV, asemejaba más en lo antiguo la lengua del Fuero Juzgo y la de los trovadores. No obstante, en ningún tiempo se ha podido confundir el provenzal con el castellano.

Derívanse, en suma, según nuestro autor, del latín los nombres, verbos y demás partes de la oración gramatical del idioma castellano, la cual derivación, así como también la formación de las mismas, por ser a veces diferentes de las que se usaban en el siglo de oro de aquella lengua, se fija comúnmente en la Edad Media; y con ejemplos de una y otra, prueba que algunos de éstos muestran más bien el estado de menor perfección que tuvo el latín antes de aquel siglo que el de su decadencia después de él, observación que favorece, en su pensar, la antigüedad de nuestro idioma.

A fin de hacer una completa historia del castellano, proyectaba Puigblanch formar por siglos como una paleología del mismo, en la que se indicaran las principales variaciones que en su uso han ocurrido, en cuanto aparecen en las obras en él escritas desde el siglo XII hasta los comienzos del presente.

Dice que el verbo ser y sus derivados siendo, sido, se, sea y otros anticuados análogos a éstos, no es el
sum, es, fuí, sino otro verbo que no nombra.

Piensa que la mudanza del antiguo sonido dental de las dos consonantes f y x, que es el de la j y ch francesa, en gutural, y de la y rechinante greco-latina en la llamada ceceosa o balbuciente, no se hizo en castellano hasta fines del siglo XVI o poco antes, ni fué común hasta muy entrado el XVII, cuando ya no había africanos en España, y no desde un principio y con motivo de la invasión de éstos.

Muchísimas cuestiones etimológicas hubiéranse, en fin, resuelto en esta obra proyectada, así como también la parte que en el acrecentamiento de nuestro léxico tuvieron, además de los elementos citados, el arábigo, el lenguaje de Germanía, ni tan arbitrario ni tan despreciable como se cree comúnmente, y las voces que de las Indias orientales y occidentales vinieron con motivo del descubrimiento de las Américas por España y Portugal.
Por estas ideas se podrá juzgar de la capital importancia de esta obra, concebida en 1828 y no realizada por desgracia para la literatura española.

1831.

38. Sur les langues romanes actuelles, l´espagnol, le portugais, le rhétoroman (en Suisse), le français, litalien et le daco-roman (dans plusieurs pays de l´Europe orientale). Par Lorenz Diefenbach. 1831.

4.° -122 págs.
Es de advertir que este ilustre hijo de Darmstadt, tan respetado por sus trabajos de etnografía y de lingüística comparada, y sobre todo por su
Glossarium latino -germanicum mediae et infimae latinitatis, publicó el trabajo que encabeza esta cédula cinco años antes de que apareciese el primer volumen de la Gramática de las lenguas romances de Díez. Este honró, años adelante, la sabiduría de Diefenbach, dedicándole su Diccionario etimológico.
Diefenbach terminó su opúsculo con esta promesa, que no llegó a realizar: "A continuación del presente trabajo, publicaré una historia de toda la familia lingüística latina (romana), con los dialectos desde los orígenes hasta la época presente, con ejemplos y noticias dialectológicas y otras."

1836-42.

39. Grammatik der Romanischen Sprachen. Von Friedrich Díez. Bonn, 1836-42.
4-° -3 vols.
La segunda edición alemana fué también hecha en Bonn, 1856-60, 3 vols, en un tomo.
-Cuarta edición. -Bonn, Eduard Webers Verlags, Buchhandlung. 1876.
4.°-primer tomo, VIII -314. págs. -2: tomo, 1876. Ind. -501. -3.er tomo, 1877, VII -488 págs.

-Traducción francesa: Grammaire des langues romanes par Frédéric Díez. Troisième édition refondue et augmentée. Tome premier, traduit par Auguste Brachet et Gaston Paris. Paris... 1874.

4.°-VIII -476 págs. -Tomo II, 458 págs. -Tomo III, 456 págs.

Anteriormente, en 1863, M. Paris había publicado un extracto del Díez, precedido de un prólogo, con este título: Introduction a la grammaire des langues romanes traduite de lallemand par Gaston Paris 1863. (Paris, imprimerie de Jouaust et fils, rue Saint- Honoré, 338). 4.°, XXIV-163 págs.

Esta obra, por ser verdaderamente esencial y la más importante de todas cuantas se citan en todo el presente Estudio, merece nuestra preferente atención.

La Gramática y el Diccionario etimológico de Federico Díez han abierto los caminos que nos han conducido a la posesión de muchos misterios filológicos; y, guiados por esas obras memorables, ha sido posible resolver gran parte de los problemas que los sabios habían planteado sobre la historia del romance. En ellas se han establecido con claridad y precisión las leyes fónicas y el inventario general de las raíces y de las flexiones de nuestra lengua, esclareciendo su estudio con el paralelo de las demás neo-latinas; en ellas se ha dado base sólida a la sintaxis castellana, fundándola en el verdadero carácter y significación primitiva e histórica de cada flexión; en ellas, en fin, se ha demostrado de un modo irrefutable que el idioma de Castilla no es el resultado de un mecanismo artificial separado o distinto de aquél por cuya virtud vivieron las antiguas lenguas, sino que, por el contrario, es obra de transformación y renovación llevada a cabo por generaciones sucesivas, obedientes a varias leyes que presiden la historia de las palabras y de la Gramática.

Pruébase concluyentemente con el examen de tales obras la manera indudable con que la lengua del Lacio se convirtió en las llamadas romances por medio de la corrupción y de la evolución, testificándose al par en ellas que sólo la harmonía de estos dos principios nos lleva al esclarecimiento de la verdad en esta materia, ya que el principio de la corrupción considerado como único agente o promotor de la derivación latina de las lenguas que hablamos en el Mediodía occidental de Europa, no podía satisfacer las exigencias científicas.

Este principio generador, considerado como exclusivo, ha sido, sin embargo, la opinión más antigua y generalizada.

Su defensa era clara y manifiesta. Extinguidas durante la larga agonía del Imperio romano las clases ilustradas; sustituidos por jefes y administradores bárbaros los jefes y administradores romanos, y cayendo en el mayor abandono la educación y las letras, alteróse el lenguaje con innumerables solecismos y barbarismos que mancharon la nobleza, harmonía y perfección de la lengua de
Augusto. Llegóse hasta tal punto, que no se distinguían unos casos de otros; confundíase el neutro con el masculino, y multitud de locuciones viciosas dislocaron por completo su organismo gramatical. Consecuencia de esto fué el largo período en que se vio que las lenguas romances procedían por corrupción de la que inventarió con paciencia y sabiduría dignas de toda ponderación, en el siglo XVII, el Sr. de Du Cange (Carlos Dufresne) en su Glossarium mediae et infimae
latinitatis, del que acaba de hacerse completa edición (I), confirmando así la estimación y autoridad que disfruta hoy esta gran obra, después de dos siglos de haberse compuesto y de los grandes progresos de la filología comparada.

Mas si en la formación del romance tienen explicación esas particularidades de la media e ínfima Latinidad. ¿cómo explicarse la aparición de ese elemento admirable para la precisión y claridad de la frase llamado artículo, cuya carencia es una de las imperfecciones reales del latín? ¿Cómo darse cuenta de este precioso elemento gramatical, que nosotros tenemos no sólo en calidad de artículo definido, lo mismo que el griego, sino de artículo indefinido que tanto completa el sistema de los determinativos? ¿Cómo explicarse la riqueza de las conjugaciones de nuestros verbos, que han descompuesto el pretérito latino en dos, y han especificado el llamado sentido condicional
del futuro? Estas formas, que no se encuentran ni aun en la clásica latinidad, de las cuales en absoluto carece la lengua de Horacio, sólo han podido producirse mediante un principio de evolución que, obrando al par o separadamente de la influencia del latín bárbaro y de la decadencia política eintelectual del Imperio que corrompió el lenguaje, fecundó y desenvolvió los gérmenes analíticos que nacían con las nuevas lenguas.

I: Glossarium mediae et infimae latinitatis Condiotum a Carolo Dufresne Domingo Du Cange. Auctum a monachis ordinis S. Benedictis, cum suplementis integris D. P. Carpenterii Adelungii, aliorum, suisque digessit G. A. L. Henschel sequuntur glossarium Gallicum, tabulae, indices, auctorum et rerum, dissertaciones. Editio nova aucta pluribus vertis aliorum scriptorum a Leopold Favre. Paris, Niort, 1882 -1888. -4.°, 10 vols.

Es la más correcta y copiosa de las ediciones de tan importante obra. El Sr. Favre ha aumentado el
glosario con más de cuatro mil voces omitidas por Du Cange y sus anotadores; y es de advertir que en esta impresión se han incluido (como dice el título) los trabajos de Henschel, si bien corregidas las faltas o errores en que incurrió.



A tal influencia débese la desaparición de los casos y de la voz pasiva romances, y las más notables diferencias entre nuestra Gramática y la latina; diferencias que una fuerza neológica producía, y que en manera alguna deben considerarse como solecismos acarreados por el habla vulgar de Roma, ni como reflejo fiel de aquéllos que, condensados por el buen uso y las autoridades clásicas, prevalecieron en las clases iliteratas, en las provincias, y, finalmente, en los labios de todos los súbditos del Bajo Imperio.

Si las lenguas romances (dice bien un eminente filólogo) se han apropiado a manera de artículo los pronombres ille y unus del latín, variando su sentido y carácter gramaticales, ante la excelencia de esta concepción no puede decirse que haya solecismo ni que por corrupción se ha efectuado
un fenómeno más bien propio de la evolución histórica de aquellos idiomas, a este ejemplo pudiéranse añadir otros muchos; pero baste recordar, otra vez, que en los severos procedimientos de las obras de Díez se halla el testimonio concreto de nuestras observaciones críticas e históricas sobre el castellano y demás romances, y el argumento formidable que destruye todas las antiguas invenciones sobre nuestros orígenes y formación lingüística.

En conclusión, las obras de Díez serán difícilmente superadas. Cúpole a tan insigne maestro el mérito de explorar todos los caminos y de espigar el campo con su Gramática y su Diccionario, dejando para sus sucesores la tarea de ahondar más profundamente la labor. La filología comparada de las lenguas neolatinas quedó transformada por su obra, ya en cada una de las partes de la Gramática, ya en las leyes fónicas de la etimología que estableció con claridad insuperable. Ciertamente no habrá quien diga nada más de nuevo. Pruébalo así la Gramática del Profesor de la Universidad de Iena, W. Meyer, cuyo primer volumen del primer tomo acaba de publicarse; obra grandiosa en verdad, anunciada con pompa como más perfecta que la de Díez, pero que en realidad
no es más que una repetición de ésta, con notables ampliaciones críticas e históricas, vestida con un nuevo método que la ha hecho más inasequible y dificultosa para su estudio, siendo en ella menos claro lo que a cada lengua romance corresponde, pues se hace el estudio de todas de una manera simultánea. No podemos, pues, decir que la Gramática histórica del castellano no se ha escrito,
porque lo está en la obra de Díez.

Mas, aparte de la doctrina que puede sacarse de este libro cuyo resumen o extracto vamos a publicar, es grato también ver indicada o confirmada, aunque de una manera ruda y empírica, la teoría del docto alemán en los trabajos que en varias épocas publicaron nuestros antepasados, y de los cuales se dará noticia en las diversas partes de este libro; verla compuesta en nuestra lengua según el estudio atento de los trabajos que a continuación se citan en las tres partes de nuestra
presente obra, donde está de manifiesto la actividad intelectual de nuestros antepasados en estos estudios, ya considerados como arte, pero que hoy constituyen muchos de ellos documentos históricos de inapreciable valor filológico, ya como ciencia escudriñadora de los orígenes y de la etimología de la lengua castellana.

Creemos, por lo tanto, que cumple a nuestro propósito, supuesto lo indicado en la advertencia preliminar, exponer aquí, en forma de Gramática histórica castellana, lo que el insigne profesor de la Universidad de Bonn dejó consignado acerca de nuestro idioma. Para ello, concretándonos a la morfología, someteremos las leyes y los fenómenos por él notados a un método semejante a los
que emplearon Gleig en su History of the english language, el Dr. Vilmor en su Anfangsgründe der deutschen Grammatik zunaechst für die obersten Klassen der Gymnasien, Fornaciari en su Grammatica storica della lingua italiana estratta e compendiata dalla Grammatica romana di Federico Díez y Brachet en su Grammaire historique de la langue française: método elemental y exento de las disquisiciones crítico -históricas, de las observaciones de filología comparada y de los
juicios de gramática general que abundan en la obra del filólogo alemán. Así y todo, nuestros apuntes o extractos ofrecerán las mismas observaciones, los mismos ejemplos y las mismas palabras empleadas por el catedrático de Bonn en su Gramática de las lenguas romances.

Réstanos poner aquí algunas noticias biográficas de este modesto y eximio filólogo alemán.

Friedrich Díez nació en Giessen (Hesse -Darmstadt) el 15 de Marzo de 1794. Tuvo por maestro en el gimnasio de esta ciudad a Welcker, uno de los sabios más ilustres de aquel tiempo, que le inició en los estudios de las lenguas y de las literaturas clásicas y le despertó la afición a las lenguas
romances. Regresaba entonces Welcker de Italia, donde había pasado dos años, y, entusiasmado con la lengua y los escritores de la península adriática, transmitió a Díez estos mismos entusiasmos. Unióles desde entonces a ambos espíritus una misma inclinación científica y una amistad constante: años después los dos fueron colegas en la Universidad de Bonn.

En 1813 Díez abandonó sus científicas ocupaciones para alistarse como voluntario en las tropas de la provincia de Hesse (Hessen), en cuyas filas hizo la gloriosa campaña contra Francia. Terminada ésta. Díez se consagró en 1816, en la Universidad de Göttingen, a estudiar especialmente la literatura castellana y la portuguesa, publicando en Francfort, año de 1817, la traducción en verso de porción de romances españoles, acerca de los cuales imprimió más tarde un estudio en Berlín, año de 1821.
En Abril de 1818, Díez, siguiendo el movimiento de entusiasmo que en todos los hombres de letras de Alemania existía, fué a visitar a Goethe, que se encontraba entonces en Iena.

Habiendo recibido la borla de doctor en Giessen, año 1821, trasladóse a Bonn en 1822 en calidad de privat docent.

Sabido es que en las universidades alemanas éste es el primer paso necesario para obtener la investidura de profesor. Al doctor que solicita dicho cargo se le facilita un aula en la universidad, y tiene el derecho de anunciar en el programa oficial de los profesores, el curso que se propone explicar. No tiene más beneficios que la retribución de los asistentes al curso; pero al cabo de algún
tiempo, más o menos largo, según la importancia que adquiera el profesor privado, recibe el título y el sueldo de profesor extraordinario. La categoría de profesor ordinario, que es la inmediata y superior, no se obtiene sin haber pasado por las dos anteriores, excepto en casos excepcionales. Díez fué profesor extraordinario en 1823 y profesor ordinario en 1830.

En esta fecha había ya publicado sus Memorias sobre la Poesía romántica (Berlín, 1825); su estudio sobre la Poesía de los trovadores (Zwickau, 1826), ambas traducidas al francés por M. de Roisin en 1842 y 1845 respectivamente, y las Vidas y obras de los trovadores (Zwickau, 1829).

Una vez en el desempeño de su cátedra, y observando la falta de unidad y de método que existía en los trabajos relativos a las lenguas romances, y pensando al par que de su comparación y estudio histórico podrían aportarse a la ciencia grandes beneficios, concibió la obra de su Gramática y de su Diccionario. Lo que me ha guiado (ha escrito él mismo) para emprender y realizar mis trabajos filológicos, ha sido únicamente el ejemplo de Jacobo Grimm. Aplicar a las lenguas romances su gramática y su método: tal fué el objeto que me propuse. Así, pues, yo no he hecho más que aplicar con cierta libertad sus procedimientos para lograr mis fines. Estas palabras, tomadas de una carta particular dirigida a M. Gaston París, son reveladoras de la modestia de aquel sabio que, a pesar de sus declaraciones, excedió a Grimm en el orden y en la disposición de sus materiales; hizo más fácil o accesible el estudio lingüístico, y subordinó de un modo estricto su imaginación a los hechos, de los cuales nunca dedujo más que lo que ellos mismos explicaban lógicamente.

Para demostrar, en fin, la bondad y el candor de este sabio, copiaremos un fragmento de otra carta escrita al mismo Gaston París, que fué durante un año oyente de su cátedra en Bonn. En dicha carta se refería a cierto desacuerdo que sobre un punto particular de su gramática le había manifestado
el distinguido filólogo francés. He aquí mi consejo, querido amigo (escribía Díez). Si dudáis sobre lo que yo digo, seguid vuestra inspiración y no suscribáis una opinión ajena. Nosotros nos equivocamos todos, y los viejos estamos más especialmente sujetos a este defecto de no separarnos de una idea a la cual nos hemos acostumbrado. La juventud es más viva y más libre: encuentra a
menudo lo que a nosotros se nos escapa. Las faltas que me descubráis, decidlas sin temor: yo os quedaré agradecido.

Díez murió en Bonn el 29 de Mayo de 1876.

NOTAS PARA LA FORMACIÓN DE UNA GRAMÁTICA HISTÓRICA DE LA LENGUA CASTELLANA SEGÚN EL MÉTODO E INVESTIGACIONES DE
FEDERICO DÍEZ.
LIBRO PRIMERO.

FONÉTICA O ESTUDIO DE LAS LETRAS.

Dividimos este primer libro en tres partes. En la primera, partiendo de las lenguas madres, estudiaremos las vicisitudes de sus letras en la castellana; en la segunda, remontándonos al origen de nuestro idioma, considerado ya como organismo completo, expondremos la significación etimológica de las letras castellanas. El latín es base y fuente de nuestra lengua; pero como también otros elementos extranjeros han ejercido su influencia en ella, sufriendo transformaciones propias en su vocabulario, después de haber estudiado las letras latinas, haremos el examen de otras letras extranjeras, como de las de los germanos en sus diferentes dialectos, para lo cual procuraremos presentar un cuadro completo de las leyes que han presidido estas modificaciones. La influencia del árabe es también considerable en nuestro idioma, y por esto creemos necesario dar aquí asimismo con exactitud las reglas de la transformación. El elemento griego, de poca importancia, puede unirse al latino. Estas dos partes, que se completan y determinan mutuamente, van seguidas de una tercera sección, consagrada al estudio de la prosodia.

PARTE PRIMERA.
Letras latinas.

Antes de concretar el estudio de las cuestiones que se presentan al examinar las letras latinas comparadas con las castellanas, hay que notar una división importante, determinada por el tiempo, y que separa el elemento latino en dos clases. La primera, de suma trascendencia, comprende todas las palabras que el pueblo ha formado de la lengua primitiva, según leyes tanto más seguras cuanto más inconscientes. La. segunda clase se compone de todas las palabras introducidas muchos siglos después, y aun de las mismas de nuestros días que, con exactitud literal y sin ninguna intervención de las leyes fundamentales, han acrecentado nuestro léxico. Pueden compararse las primeras
palabras con las creaciones de la naturaleza, y las segundas con las del arte. Pueden citarse como ejemplos de las primeras
caudal, palabras, velar, y de las segundas, capital, parábola, vigilar. Este procedimiento había necesariamente de llevar gran número de palabras latinas, bajo una doble forma, a las lenguas derivadas; y los ejemplos que hemos citado son de esta categoría.

Esta división de palabras en dos clases, según su origen, es muy importante, y los gramáticos las distinguen, siguiendo a A. W. Schlegel, en voces populares y voces sabias, o eruditas, según que las haya formado el elemento antiguo y popular o el elemento moderno.

Las voces populares tienen tres caracteres distintivos: la observación exacta de la acentuación latina, la supresión de la vocal breve átona y la caída o pérdida de la consonante media. Da estas tres reglas, la primera la estudiaremos en la tercera sección; la segunda, a propósito de las vocales átonas, en la presente, y la tercera encontrará su aplicación en cada una de las consonantes. Todas las palabras que no observen estas tres reglas, se caracterizan como del elemento sabio o erudito.

VOCALES.

Su importancia en castellano depende principalmente del acento: la vocal acentuada es el alma, el centro de la palabra; en este punto el genio de la lengua se ha impuesto en sus creaciones una regla precisa, mientras que se permite cambios más rápidos con las palabras no acentuadas o átonas. Estas dos categorías han tenido para ella el valor de dos elementos específicamente distintos, y por esto es necesario estudiarlos separadamente.

I
Vocales acentuadas o tónicas.

Las vocales acentuadas exigen, por razón de su importancia, un estudio minucioso. En ellas hay que establecer una segunda división, fundada en la cantidad. que las diferencia en largas y breves; dejando otra categoría aparte para las que son largas por posición. No hay más que la
a a la cual
no se aplique esta división.

Esta vocal se ha conservado intacta, aunque alguna vez se debilita en ai o e, como en alerce, de larix. El caso más frecuente y más importante es cuando la a (por la influencia de una e o i unida a ella) se convierte en ai o ei, e o ei. Ejemplos: aire, de aer; primero, de primarius; beso, de basium;
hecho, de factus.

E

I. -Cuando es larga por naturaleza, o cuando lo es por la caída de una consonante (mensis, m
ésis), la e persevera intacta, o no se altera por lo general, excepto en algunas, muy pocas, ocasiones, en que se diptonga, por causa de una confusión con e breve. Ejemplos generales:
avena, blasfemia, cedo, celo, cera, creo, debo, peso (pensum, pésum), remo, red. sebo (sebum), tela, tres, velo, vena, veneno, querella, haber, prima-vera (vér), arboleda (arborétum).

Ejemplos de diptongo ie: fiera (féria). Siena (Séna), tieso (tensus, tésus).

La e persevera particularmente intacta delante de l: cautela, candela, cruel, fiel.

La e se cambia en i algunas veces, aunque raras: consigo (sécum), venino, arc. (venénum).

II -Primero -E breve, delante de consonantes simples, pasa generalmente al diptongo ie.
Bien (béne), diez, yegua (équa), fiebre (fébris), hiere (férit), fiero, yerno (géner), hiedra (hédera), ayer (héri), liebre (lépus), miel, miedo (métus), niebla (nébula), niego, pie, siego (séco), tiene, viene, viernes (véneris), viejo (vetulus).

2. Empero la e permanece intacta algunas veces cuando hay proparoxyton o lo había en latín: adulterio, madera (matéria), menester (ministerium), género, lépido, médico, mérito.

En más de un caso es la eufonía la que decide sobre la forma romance, porque la vocal siguiente contiene ya una e paladial.

III. -E en posición se diptonga igualmente en ie. Ejemplos: ciento, cierro, finiestra, arc. hierro (ferrum), confieso, fiesta, miembro, piel (pellis), pienso, pierdo, siempre, siento, siete (septem), tiempo, tierra, habiendo y otros gerundios. En las sílabas antepenúltimas la e permanece intacta de una manera preferente: férreo, término, vértebra.

Muchas palabras modernas en que la e se ha convertido en i, proceden de las arcaicas que contenían el diptongo ie: silla, níspero, víspera= siella, niéspero, viéspera, arc.

I (i)

I. -La i larga persevera intacta, sin excepción apenas. Convido (invito), crin, digo, higo (ficus), hilo (filum), hijo (filius), fin, frívolo, giro, isla, libra, lizo (licium), lirio, (lilium), lima, lino, miga, nido, pía (pica), pillo, pino, riba, escribo, espiga, espina, vil, vino, viso, feliz, amigo, gentil, cautivo, ruina.
Excepción: esteva (stiva).

II. -Primero -I breve delante de una consonante simple, se convierte en e. Ejemplos: bebo, cebo (cibus), cedo (cito), dedo (digitus), hebra (fibra), fe (fides), menos, negro, neto, pez, pella (pila), pelo, pera, recio (rigidus), seno, sed, temo, veo (video). Diptongos: nieve = neve, pliego = plego (plico), riego = rego (rigo).

2: Hay muchos casos en que la i breve en igual caso no ha sufrido transformación ninguna. Ejemplos: arbitrio, discípulo, envidia, líquido, mijo (milium), mínimo, nítido, rígido, símil, tina, título, viuda (vidua), vicio, hechizo (facticius), ficticio, familia, maravilla, posible, terrible, marítimo, justicia, servicio, libro, lío, tigre, día, pío, estría.

III. I en posición debe considerarse como i breve. Por consiguiente, tendremos, por ejemplo:
cepo, crespo, cresta, letra, lengua, pez, seco, espeso, verga. Y, sin embargo, persiste (con más abundancia que la e breve delante de una consonante simple), delante de ll, n y s. Así: arcilla (argilla), brillar, mil, píldora, villa, cinco, cincho, finjo, quinto, extingo, arista, asisto, conquisto, epístola, fisco, ministro, mixto, triste.

O

I. -O larga permanece intacta: corona, don, flor, honor, leo, no, nono, nos, persona, pomo, como, sol, solo, voz, vos, voto, glorioso.

Excepciones. Algunas veces se convierte en el diptongo ne: cigüeña (cicónia), cuello (cóllo), consuelo (consolor), mueble (mobilis), huevo (ovum). Otras veces se convierte en u:
yuso (deorsum), nudo, nuedo, ar.c (nodus), octubre (october).

II. -O breve, delante de una consonante simple, se convierte en el diptongo ue. bueno, buey (bovem), cuece (coquit), duende (domitus), duele, fuego, fuero (forum), fuera (foras), juego (jocus), jueves (jovis), luego, muele (molit), mueve (movet), pueblo (populus), ruega (rogat), rueda, escuela, suegro, suelo, suele, sueño, vuela (volat), hijuelo (filiolus).
En el castellano antiguo abundan muchísimo los ejemplos de esta transformación.


III. -O en posición delante de l, m, n, *, s, se transforma en ue. Ejemplos: cuelgo (colloco), cuello, fuelle (follis), muelle, suelto, vuelvo, dueño (domnus), sueño (somnus), cuento (computo), luengo, fuente, puente, encuentro (de contra), cuerda (chorda), muerte, puerta, suerte, fuerte, huerto, tuerto, duermo, cuerno, cuerpo, cuervo, huérfano (orphanus), huesa (fossa), hueste, nuestro, hueso (ossum), pues (post). Excepciones: monte, torno.

A menudo, para facilitar la pronunciación, se elide la u delante de una consonante simple: estera (storea), fleco (flocus), frente (frontem). También se cambia directamente la o en u: cumplo (compleo), pregunto (percontor), tundo (tondeo).

U

I. -U larga persiste siempre, casi sin excepción. Agudo, bruma, bruto, búho, crudo, cuyo (cujus), cuba (cupa), cura, duro, humo (fumus), huso (fusus), confuso, húmedo, julio, junio, luz, lunbre (lumen), muro, música, mudo, nube, nudo, nutro, pluma, prima, puro, escudo, seguro, espuma, sudo, consumo, uno, útil, uva, futuro, virtud. Como excepción, la u se convierte en o algunas veces: copa, odre.

II. -U breve delante de las consonantes simples, se convierte en o. Ejemplos: cobre (cuprum), gola, joven (juvenis), logro (lucror), lobo (lupus), lodo (lutum), pozo, podo, sobro (supero).

U breve en la sílaba antepenúltima originariamente, y en otros casos, persiste en su misma naturaleza: cúmulo, fluido, número, lluvia (pluvia), cuño (cuneus), dudo (dubito), huyo (fugio), rujo (rujio), cruz, gula, yugo, rudo.

El diptongo ue aparece como resultado en algunas voces: cueva (cubare, en una carta del año 1075, Esp. Sag. XXVI, 460), nuez (nucem), nuera (nurus).

III. -En posición, la o representa por lo común a la u. Bola, colmo, hondo (fundus), gota, lomo (lumbus), plomo (plumbum), rojo, torre, donde.

La u subsiste como antepenúltima y como penúltima, delante de muchas consonantes, particularmente de ch, ug y ñ. Ejemplos: cúspide, rústico, escucho (ausculto), cumbre (culmen), culpa, culto, curso, dulce, duplo, fruto, gruño (grunnio), gusto, justo, lucho (luctor), mucho (multus), mundo, nulo, puño (pugnus), purgo, turbo, azufre (sulphur), mijo, uña (ungula).

Y (y)
Las formas castellanas de esta vocal griega son las siguientes:

1, e, como en sesto (*), consejo (*).

2, o, principalmente en las palabras que los romanos recibieron directamente de los griegos; v. gr.: bolsa (*), torzo (thyrsus), tomillo (thymum), onza.

3. Sin variación alguna; ejemplo: gruta (crypta), tufo (*).






DIPTONGOS.

El latín ha transmitido pocos de sus diptongos al castellano. Desde la más antigua fecha estos sonidos dobles comenzáronse a transformar en sonidos simples: algunos, como ai, oi, ei, habían caído ya en desuso en los tiempos en que principiaron las guerras civiles. Ae y oe, procedentes de ai y oi, persistieron en la lengua culta hasta los siglos III y IV. El castellano es rico en diptongos; pero no por herencia del latín, sino por adquisición propia, por génesis espontánea.

AE OE

El primer diptongo se transforma en ie, e, i. Ejemplos: cielo, ciego, cieno (caenum, coenum), griego, quiere (quaerit), heces (foeces), heno (faenum), tea (taeda), tedio, Galicia (Gallaecia), judío, siglo, sieglo.

El griego *, se transforma en a, no en e.
El segundo diptongo, cuando no puede confundirse con el primero, se transforma directamente en e, sin el intermedio ie: cena, hembra, pena.

AU

Al lado de este diptongo se halla en latín la forma condensada o: así, aurícula y orícula, cauda y coda, caulis y coles, caupo y copo, claudere y clodere, taurus y torus, estaban más o menos simultáneamente en uso. Festo dice que en muchas palabras la o no se usaba más que en el campo.

En castellano aparece el mismo fenómeno. Los dos sonidos, el diptongo y la vocal, se han conservado a la par: el uno en una parte, el otro en otra; de donde se concluye que la vocal simple no fué, con exclusión del diptongo, transportada del Lacio a las provincias, sino que corrientemente se usaba en la lengua popular.

La forma que prevalece de una manera predominante en el castellano es la simple, no siendo tan frecuente la au. Ejemplos: oigo (audio), oro, oso, cola (cauda), col, cosa, coto (cautum), hoz (faux), joya (gaudium), poco, pobre, poro, ronco (raucus), toro, tesoro, aura, austro, causa, claustro, fraude, lauro, laurel, pauso, restauro.

Algunas veces la u del diptongo se convierte en las consonantes l, b, p: calma (*), Pablo (Paulus), abdencia, cabsar, cáptela, arcaicos.

EU UI

Perseveran ambos en muchas voces sabias y geográficas en particular: Europa, neutro, reúma, fui.

VOCALES ÁTONAS.

Si las vocales tónicas subsisten o se modifican, según leyes fijas y determinadas, no pasa esto con las vocales átonas, más bien sujetas al imperio del azar o del capricho. Estas no tienen en castellano más que un valor numérico; la naturaleza de la letra importa poco; su resistencia es la que principalmente importa: por esto son susceptibles de las metamorfosis más diversas. Apuntarlas todas sería una tarea larga, casi imposible, porque sería necesario apuntar innumerables hechos particulares, que no tienen enlace entre sí ni se sujetan a leyes generales. No obstante, algunos fenómenos necesitan mención especial, y otros más importantes detallado análisis.

La vocal átona puede ser simplemente vecina de una consonante, o formar un hiato con otra vocal; y como estas diferentes posiciones obran distintamente sobre ella, conviene estudiar en particular y por separado cada uno de estos casos.

1: -VOCALES ÁTONAS FUERA DE LOS CASOS DE HIATO.

Primeramente hay que distinguir los casos en que están colocados antes de la sílaba tónica o después de ella.

1: Antes de la sílaba tónica. En este caso, la vocal átona sufre muchas transformaciones, bastante arbitrarias, en las cuales la cantidad no tiene importancia alguna. Es de notar, sobre todo, esta confusión en la sílaba que principia la palabra. En ella hay preferencia marcada por la a, la cual se sustituye ala e o i, sin duda porque aquella letra se produce más naturalmente en los órganos vocales antes del esfuerzo decisivo que necesita la sílaba tónica. Ejemplos: ayuno (jejunium), balanza (bilaux), galardón (widarlón, alto alemán), sargento (serviens).
La e sustituye a la i latina átona, o convertida en átona, siempre que la sílaba siguiente contiene una segunda i átona: la causa es la eufonía, que no consiente dos i i inmediatamente pronunciadas. Ejemplos: Cecilia, arc. (Sicilia), ceniza (cinis), ceñir (cingere), cetrino (citrens), colegir (colligere), concebir (concipere), constreñir (constringere), corregir (corrigere), decir (dicere), envidia, encina (ilicina), enemigo (inimicus), Felipe (Philippus), freir (frigere), hebilla (fibella), henchir (implere), mestizo (mixticins), reír (ridere), reñir (ringi), sencillo (simplicellus), teñir (tingere), vecino (vicinus). Excepciones: la i persevera a menudo, sobre todo en las voces poco populares: afligir, dirigir, escribir (escrebir, arc.), extinguir, fingir (fenjir, arc.), imprimir, recibir, redimir (redemir, arc.), vivir (vevir, arc.) -Viceversa, la e primitiva, cuando la sílaba siguiente tiene ie, está reemplazada por i: cimiento (caementum), simiente (sementis), tinieblas (tenebrae), mintiera, sintiese y demás tiempos semejantes de la conjugación.

2: Después de la sílaba tónica, en la proparoxiton, la vocal siguiente inmediata (i o u por lo común) desaparece. Obra (opera), puesto (positus), ojo (oculus). Este fenómeno frecuente e interesante no debe extrañar en el castellano, si se considera que en la lengua madre en muy antiguas inscripciones se lee dedro por dedero, Lebro por Libero, fect por fecit y otras formas; y la prosa clásica y el estilo poético ofrecen estos ejemplos: ardus (arid.), carte (arrite), circlus, opra, periclum, poclum, porgo, postus, saeclum, spectaculum.

La suerte de las vocales átonas finales será particularmente estudiada en la parte segunda. De la flexión, al tratar de la conjugación. Baste decir ahora que la a, i, o, persisten generalmente; pero que la u se transforma en o: casa, fuerte, fácil, orden, amo, bueno, caballo.

2° -VOCALES ÁTONAS QUE FORMAN HIATO.

El castellano procura siempre con empeño evitar el encuentro de dos vocales en dos sílabas distintas de una palabra, o sea el hiato originario, ya por elisión, ya por atracción de la primera vocal, ya por contracción, ya, en fin, por la introducción de una consonante. La existencia del hiato está a veces
indicada por una h colocada entre las vocales: ahí, ahina, arc. ahullar, vihuela.

Los tres casos de hiato más importantes son los siguientes: el hiato en las palabras átonas; el hiato que resulta de una composición latina o castellana, y el hiato producido por la caída de una consonante castellana.


I - HIATO ORIGINADO EN LAS PALABRAS SIMPLES.

1.° Si la primera vocal es tónica, el hiato se destruye con dificultad, y es, por lo tanto, frecuente. Sin embargo, algunas veces se obtiene: a), por la inmixtión de una consonante, como, por ejemplo, de v después de u -o: llover (plueve), y por la intercalación de una y castellana: escarabajo (scarabacus); b), por elisión, pared (parietem), dos (dúos); c), por cambio del acento para formar un diptongo: Dios (Deus).

2: Si el acento no está sobre la primera de las vocales, y ésta es i, e, u, la destrucción del hiato es más fácil y se nota frecuentemente.

A. -Trataremos primeramente de las combinaciones que comienzan por i, e, pues las dos vocales son aquí equivalentes, o más bien, la e tiene el valor de la i. Los romanos las confundían frecuentemente en las desinencias eus, ius; sus gramáticos emplean alleum, doleum, palleum, sobreus, por allium, etc. En las inscripciones se lee dolea por dolia, filea por filia, y viceversa abias por abeas, vinia por vinea. Vosio cita tinia por tinea. En los casos en que la vocal i (comprendiendo en ella también la e), se modifica por sinéresis en i consonante, esto es en j, nosotros la llamaremos, para abreviar, i paladial. La contracción de los grupos disílabos ia, ie, io, ea, eo en una sílaba, era ya usada por los poetas romanos. El castellano ofrece numerosísimos ejemplos de esta índole. La pronunciación de la i paladial depende, por otra parte, de la naturaleza de la consonante precedente: el paso a las guturales g o c es también frecuente.

a) Líquidas con i paladial.
Después de L: Batalla, maravilla. La forma dominante es j aspirada: ajeno (alienus), ajo, ceja (cilium), consejo, hijo (filius), mijo (milium), mujer, paja, salga (saliam), valga, y los casos semejantes de la conjugación. Bataja, meravija, son voces anticuadas del Poema de Alexandro y del Fuero Juzgo.

Después de N: Baño, caloña = calumnia, campaña, cuño, engeño (arc.), España, viña; con aspiración: extranjero (extraneus), granja (granea).

Después de M la i permanece vocal: blasfemia (blasphemia).

Cuando la R precede a las átonas ius, ia, ium, de donde nacen los grupos ari, eri, ori, uri (us), la i es atraída por la tónica y forma con ella un diptongo, o se consonifica o se elimina. De ari rara vez se produce air en castellano, como donaire (donarium); generalmente se convierte en er, esto es, el
diptongo ai se simplifica en e; ejemplo: caballo, carcelero (carcerarius), enero (januarius), primero. Del grupo eri se produce la misma forma: madera (materia). El grupo ori se diptonga, como en cuero (corium). El uri se convierte en uer por la transición uir: agüero (augurium), Duero (Durius), huero (*g), salmuera (muria). Apócope: lavador (lavatorium).

b)
Silvantes (silbantes) con i paladial.
Después de S, T, C, la i desaparece o se vuelve muda, y la consonante conserva su pronunciación usual. Esta regla sufre importantes excepciones.
Después de S. Ejemplos: Blas, por atracción; beso por baiso (basium), queso por caiso (caseus), faisán.

Después de T. Ejemplos: Avestruz (avis struthio), dureza (duritia). Marzo, plaza, pozo, razón, tizón: j en ajenjo (absinthitum).
Después de C (ch, que). Ejemplos: brazo, calza, haz (facies), hechizo (facticius), meuaza, arc.

c) Después de las consonantes suaves y de la v, la j paladial tiene la pronunciación de y griega, sincopando la consonante que la precede.

Después de D. Ejemplos: poyo, rayo,
yornada, (arc. jornada).

Después de G. Ejemplos: ensayo, haya (fagea).

Después de B. Ejemplos: sage, arc. La j en g en la conjugación:
oygo (oigo, audio).

Después de V. Ejemplos: greuge (gravium, bajo latín greugia), ligero, sargento.

d) Después de la P fuerte, la paladial suave se vuelve fuerte. Ejemplos: pichón, reprochar.

Hay que añadir que las reglas expuestas hasta aquí, de ninguna manera se aplican a todas las palabras: tenemos muchas, sobre todo entre las que son poco populares o modernas, que conservan su forma latina. Ejemplo de esta observación son las palabras de doble forma que posee el castellano o las comparaciones entre palabras arcaicas y modernas de una misma raíz y significado.

B. -En la u átona, cuando tiene la posición arriba indicada, hay ejemplos de transposición o de atracción: viuda, vibda (arc.), sopo, supo, hobo, hubo (habuit, haubit).
Elisión: atrevo (altribuo), coso (consuo), muerto (mortuus), bato (batuo), contino (
continuo, continuus).

II. - Hiato que proviene de la composición. Ya sea ésta latina, ya sea romance, el hiato desaparece por elisión. Antojo (ante oculum), cubrir, dende (de inde), dorar, telaraña (tela aranea). En las palabras modernas el hiato persevera más fácilmente: coetáneo, entreabrir, maniobrar, preexistir, puntiagudo, reanimar.

III - Hiato por desaparición de la consonante. Al sincoparse ciertas consonantes cuando están entre dos vocales, se producen casos de hiato que no siempre tolera la lengua anulándolo, ya por contracción, ya por intercalación de otras consonantes: ver de veer (arc.) -Después de u, o, a, se interpone en algunos casos de hiato la b o la v: cobarde, clavo, bravo, frívolo, pavón.

Cuadro de las vocales y diptongos latinos con su correspondencia castellana, según las reglas principales ya expuestas.

A -a
E -larga a / breve ie / en posición e, ie
I -larga i / breve e / en posición e, i
O -larga o / breve ue / en posición o, ue
U -larga u / breve o, u / en posición o, u

AE = e, ie
OE = e
AU = o






CONSONANTES

La fonética clasifica las consonantes en simples, dobles y combinadas o múltiples.
Es considerada como simple, por lo menos cuando es inicial, aquella consonante a la que sigue la semivocal r, siquiera haya casos en que este grupo deba clasificarse entre las consonantes múltiples. En estas hay que contar, no solamente las combinaciones de dos o más consonantes, que ya existen en latín, sino también las que se han formado en castellano, por la desaparición de vocales originarias. Cuando en ellas hay dos consonantes desiguales, desaparece la primera.
Más adelante pondremos los ejemplos. Si por la desaparición de una vocal resulta un grupo de tres consonantes, y la del medio es una muda o una f, estas últimas desaparecen, y sólo pueden persistir entre dos líquidas: etu, pectinare= peinar. Hay, sin embargo, muchas excepciones. La fonética, sobre todo, estudia lo concerniente al sitio de la consonante en la palabra, estableciendo sus leyes según que sea inicial, media o final.
Estudiaremos primeramente las líquidas, y a ellas añadiremos o asociaremos la nasal labial m y la nasal dental n, y además las mudas. Para estas últimas invertiremos el orden indicado en el alfabeto griego, ß, y, ó, porque las dentales están más cerca de las líquidas l, n, r. Las silbantes las distribuiremos entre los diversos órganos. El orden será, pues: l, m, n, r; t (th), d. y, s; c (ch), que,
g, j, h; p, b,f (ph), v.

L
1. Las permutaciones de la l en letras de la misma naturaleza, son frecuentes:
a). En r. Inicial: ruiseñor (luscinia). Media: caramillo (calamus), lirio (lilium). Muy frecuente cuando a la l sigue otra consonante: surco (sulcus). -b). En n Inicial: nutria (
luha, lutra? *), nivel (libella). Media: encina (ilicina), mortandad (mortaldad). -c). En d: almidón (amylun).

2: La l inicial desaparece muchas veces por confusión con el artículo: onza (lyncem).
Por la misma razón se junta o se incorpora la l algunas veces a las vocales iniciales de las palabras.

3 .° La l, como la r, está sujeta a frecuentes transposiciones: olvidar (oblitare), silvar (sibilare), milagro (miraculum), palabra (parabola), peligro (periculum).

4.° La l media se duplica o refuerza, aunque no es frecuente: camello (camelus), muelle (moles), pella (pila), querella. En el dialecto catalán es frecuente, sobre todo, en la l inicial. En el castellano antiguo abundan los ejemplos.

5.° Cuando a la l sigue otra consonante y la precede a, la primera se elide de ordinario, y la vocal se convierte en o. Ejemplos: coz (calx), escoplo (scalprum), hoz (falx), otero (altarium), otro (alter). En el grupo lt, precedido de u, nuestra lengua pronuncia ui o uch: buitre (vultur), mucho (multus).

Ll. -Este sonido doble corresponde al simple latino: arcilla, bello, bullir, caballo, cuello (collum), ella, estrella (stella), fallecer, gallina, grillo, meollo (medulla), muelle (mollis), pollo (pullus), centella (scintilla), silla (sella), valle, vasallo, villa.

LR. -Intercala una d eufónica: valdré por valere.

LC. -Véase C.
LM. -Véase M.
NL. -Véase N.
RL. -Véase R.



TL, CL, GL, PL, BL, FL.
1° Estos grupos tienen particular importancia, porque en las voces de uso más vulgar ya modifican en gran manera el sonido originario, ya lo borran por completo. CL, PL, FL, se convierten en Ll: llamar (clamare), llave (clavis), llaga (plaga), lleno (plenus), llano (planus), llorar (plorare), llama
(flamma). Algunas veces ch: chato (*g, platt). Casos de desaparición de la muda delante de r: lirón (ghrem), lacio (
flácido, flaccidus). La forma dominante de la media (tl, cl, gl, pl) es j: almeja (mytilus), viejo (vetulus), abeja (apicula), corneja (cornicula), grajo (graculus), hinojo (foeniculim), lenteja (lenticula), ojo (oculus), oreja (auricula), teja (tegula), manojo (manipulns). La forma de la media bl y fl es ll: chillar (silbar, sibilare), sollar, arc. (sufflare). En muchos casos los citados grupos se convierten en ch: cachorra (catulus), cuchara (cochlear), espiche, prov. (spiculum), hacha (facula), mancha (macula), ancho (amplius), henchir (implere), hinchar (inflar, inflare).

Otra modificación de estos grupos es el cambio de l en r: engrudo (gluten).

2: A pesar de las reglas citadas, la forma latina resiste con bastante frecuencia a toda modificación: clamor, clemente, plebe, gleba, blando, flagelo, claro, clavo, placer, flojo, flor, clamar.

M

1.° Esta letra se transforma accidentalmente: a) En su vecina n. Inicial, cuando la sílaba siguiente contiene también una labial: níspero, nembrar, arc. (memorare). Este cambio de la m es más frecuente en las combinaciones mt, md. mph. b) Al cambio de la I en la muda vecina d, corresponde el de la m en b: bierven, arc. (vermis).

2: La final exige particular atención. Cuando la m tiene esta posición en latín, pasa a n en ciertos monosílabos: con (cum), quien (quem), tan (tam). En las voces no monosílabas, y particularmente en las bíblicas, usamos también n: Adán, Belén.

ML, MN, MR. -Estos grupos, procedentes de la elisión de una vocal, intercalan por lo común una b como elemento eufónico: a) ML: temblar (tremulare). b) MN, cambiándose la n en r: cumbre (culmen), hembra (femina), hombre (hominem), lumbre (lumen), nombre (nomen), sembrar (seminare), mimbre (vimen) . -MN, cuando forman grupo en su origen, permanecen intactas o experimentan la asimilación habitual de la m en n. Según Prisciano, la n, detrás de la m, tenía un sonido débil, lo cual parece contradecir la frecuente asimilación nn = ñ. Otoño, daño, doña, sueño, columna, coluna.
MT, MD se sustituyen por nt, nd: andas (amites), conde, contar, duende (domitus), senda (semita), lindar (limitare), lindo (limpidus), circundar.
MB. -Véase B.
MPH (griego) cambia casi generalmente m en n: anfibio, anfiteatro, linfa, sinfonía.
NM. -Véase N.
GM. -Véase G.



N

1.° La transformación de la n en otra líquida es frecuente: a) En l, en la inicial: Lebrija (Nebrissa); en la media, Barcelona (Barcinon), Antolín (Antoninus). b) En r: sangre (sanguinem), timbre (
tímpano, tympanum). Véanse otros ejemplos: en MN y NM. c) En m: mastuerzo (nasturtium), marfil (árabe nabfil), y particularmente delante de p, b, v.



2: NN conviértense en nj = ñ. Año, caña, cáñamo (cannabis), gruñir, paño, peña (pinna). Algunas veces también en la inicial simple conviértese en ñ. Ñuño (nudo, nodo, nodus), nublo (nublado, nubilum).

NM. -La N ya se convierte en l o r, ya desaparece: alma (ánima), mermar (minimare).

NR. -a) Así como la b se intercala entre m y una líquida, y la t entre s y r, de la misma suerte una d se intercala entre u y r, y l y r (Véase LR). Verifícase esto por lo general en el futuro de ciertos verbos: pondré, tendré, vendré. -b) NR están también invertidas: yerno (gener), tierno (tener).

ND. -Véase D.
NS (çn, nz) admite el síncope de la n: asa (ansa), costar, esposo, isla, mesa, mes, mostrar, sexo, tieso (
tenso, tensus), tras, Vicente.
NC-Véase C.
NG. -Si la N está seguida de a, o, u, delante de la gutural g, ésta y aquélla subsisten. Seguida de e, i, como entonces la g se convierte en j, ya toma la pronunciación romance, ya se convierte en lingual. Véase NG en la G.

MN. -Véase M.
GN. -Véase G.
PN. -Véase P.

R

1.° Es general la permutación de los sonidos linguales líquidos l, u, r. -a) R se convierte en L. Media: alambre (aeramen), ancla (anchora), Catalina, miércoles, plegaria (precaria), roble (robur), taladro (*g), templar (temperare), tinieblas (tenebrae). Final: cárcel, mármol, papel (papyrus), vergel (viridarium),
b) El paso de la u a r no es muy frecuente.
c) Tampoco lo es el de la r a d: pórfido (porphirus).

2 .° Las consonantes iniciales, sobre todo la t y la f, ejercen sobre la r especial atracción, no sólo cuando está en la misma sílaba, sino también cuando se halla en una de las siguientes. Esta atracción puede también ser ejercida por una consonante media. Ejemplos: fraguar (fabricare), ogro
(orcus), preguntar (percontari), trujal (torcular), yerno (gener). Pero algunas veces, por el contrario, la r también se separa de la consonante inicial: cocodrilo, corchete, escudriñar (scrutinium), pesebre (praesepe), quebrar (crepare).

3: La R desaparece algunas veces delante de j o ch: sobejo (
soberbio?, superculus), macho (masculus). Es muy frecuente cuando está detrás de una fuerte: canasta (canistrum), quemar (cremare), temblar (tremulare). Hay también caso de apócope, sobre todo en voces arcaicas: maese (maestre, magister), nueso (nuestro, noster).

RL. -La primera se asimila a la segunda en ciertos casos: hacello = hacerlo.

RS, como NS, experimenta el síncope de la líquida, ni más ni menos que en el latín.
Avieso (aversus), través (
transverso, transversum), oso (ursus),
RC. -Véase C.



LR y NR intercalan una d, como se ha visto al tratar de la L y N. El grupo RR, resultante de un caso de síncope, emplea a veces el mismo procedimiento.

MR. -Véase M.
NR. -Véase N.
TR. -Véase T.
DR. -Véase d.
SR. -Véase 5.
BN. -Véase B.

T, TH

I, ° En la th, como en la ch y ph, la aspiración desaparece; de donde se sigue que la th equivale a la fuerte misma en las palabras que el castellano ha recibido directamente del griego: tallo (thallus), torso (thyrsus). Inicial: t subsiste en todos los casos. Media: subsiste también en muchas palabras, de origen moderno casi todas: abeto (abietem), agitar, aparato, apetito, astuto, betún, bruto, grato, gritar (quiritare), habitar, incitar, infinito, irritar, margarita, meta, notar, planeta, poeta, quieto, recitar, refutar, secreto, seta, visitar, voto. Otras veces, y es lo más general, se trueca por la suave: agudo, amado, condado, dedo (digitus), emperador, lodo, madre, miedo, mudar, padre, rueda, saludar, sentido, espada, estrada, todo, vida. Ejemplo de síncope: trigo (triticum). Final: cambiase la fuerte por la suave, como en la media: abad (abbatem), ciudad (civitatem), lid, red, sed (sitis), salud, virtud, amad (amate); algunas de estas voces anticuadas conservan la t.

2: Delante de i, e átonas, seguidas en la misma sílaba de otra vocal, t se convierte en c o y:
gracia, nación, palacio, dureza, cazar.
Véanse en el capítulo del hiato otras formas ya indicadas, que ha tomado este grupo.

T delante de i tónica, seguida de otra vocal, al menos en las palabras griegas, obedece a la misma ley fonética: profecía, democracia, aristocracia, Milcíades, Macías. Alguna vez también tiene esto lugar sin la presencia de la segunda vocal: gonce.

El grupo TT no se transforma en letra suave. Ejemplo: gato, glotón, gota, cuadro, saeta.
TL. -Véase L.
TR medias. -Algunas veces se transforman en la suave: padre, madre, ladrón, cedro (citrus).
TC-Véase C.
MT. -Véase M.

ST (çt), en medio de las palabras, se transforma en j o y. T final desaparece. Decíase ya en Roma: pos legem, pos te, posquam. Ejemplos: dejar (desitare), quejar (questare), ujier (ostiarius), rezar (recitare), Ecija (Écija, Astigis), es (est), pues (post), Jerez (Asta Regia), Zúñiga (Stuñiga).

ST iniciales. -Véase S.
CT. -Véase C.
PT. -Véase P.
BT. -Véase B.


D

1.° D inicial permanece. Media, entre dos vocales, muchas veces desaparece. Ejemplos: aojar, bayo, caer, creer, hastío (fastidium), feo (foedus), fiel, hoy (hodie), juez, loar, meollo, oír, porfía (perfidia), poseer (possidere), poyo (podium), raíz, roer (rodere), tea (taeda). Muchas de estas voces, en su forma anticuada, conservan la letra originaria.
-D final desaparece: fe, pie; excepción, merced; pero no cuando subsiste la vocal final: sede.

2: Así como la t delante de la i paladial se convierte en y = ts, así también la d se convierte en
y = ds: bazo (badius), orzuelo (hordeum), vergüenza (verecundia). Ya en el latín de la decadencia se halla esta corrupción, pues se pronunciaba el griego * *, za, ze, zabolus por diabolus, zaconus por
diaconus, etc.

3: El cambio en l, n, r, es frecuente: a) En l: cola (cauda), esquela (squeda), melecina, (arc.), Gil (Aegidius). -b) En n: palafrén. -c) En r; lámpara (-da).

DI, DV observan la ley de la bj y bv: ayudar, avenir,

MD. -Véase M.
ND. -La d desaparece en muchas palabras: Blanes, nombre de lugar (Blanda), Gerona (Gerunda), manar, arc. (
mandar, mandare).
GD -Véase G.
PD. -Véase P.
y

Este sonido compuesto (ds con s suave), se reemplaza por d, a causa de la r que le sigue, en casos como sidra (sicera). En otros casos, por g paladial: gengibre (zingibere).
S
Esta letra la pronunciaban los latinos duramente cuando era inicial, y también cuando media, después de consonantes (excepto después de n); suave entre las vocales; sorda y vibrante al final, especialmente en la antigua lengua popular, donde acabó por borrarse en estos diversos tonos. En castellano moderno no hay diferencia en su pronunciación, cualquiera que sea su posición en la palabra.

1 .° Se transforma a veces en x =j. Ejemplos: jabón (sapo), Jalón, río (Salo), jarcia, Játiva (Setabis), Jenil (
Genil, Singilis), jerga, jeringa, Castro -Jeriz (Castrum -Sirici), baja (bassus), cejar (cessare), Lebrija (Nebrissa), pájaro, vejiga.

2: La s se cambia también en y, c, ch: zafir, zueco, zócalo, azufre (sulphur), zurdo, almuerzo, rozar (rosus), cedazo (setaceum), cendal (sindon?), Cerdeña (Sardinia), cerrar (sera), Cervantes (Servandus, según Cabrera), acechar (assectari), decir (desidere), Córcega (Corsiga), rucio (russeus), chiflar (sif.), chuflar, proverbio (suf fl.), chusma (*g*).

3: Hay voces, muy pocas, en que de s o g proviene r: orma (*g).

4.° ST, SC, SP. -Al comienzo de dicción, toma en castellano una e inicial, añadiéndose una sílaba de esta manera: estar, escribo, espero, estática, esclerótica, esperma.
SM corre la misma suerte en las palabras que proceden del griego: esmeralda (*g), esmeril (*g)

S media, después de consonante, no admite vocal precedente: abstraer, constreñir, inspirar.

RT medias. -Véase T.
SC medias. -Véase C.
NS. -Véase TV,
RS. -Véase R.
CS. -Véase C.
PS. -Véase P.
BS. -Véase B.

C, CH

La aspirada tiene el mismo valor que la fuerte. Según la letra vocal que sigue a la c, ésta tiene un sonido gutural o un sonido paladial o silbante.

I. -1.° Delante de a, o, u; o de una consonante o siendo final, la c es gutural sin subsistir constantemente como fuerte. C inicial subsiste comúnmente. Sin embargo, hay ejemplos de suave análogos al latín: gobius (*g), grabatus (*g), gummi (*g). Cuando le sigue una r o una l no influyen nada para casos semejantes: graso (
craso error, crassus), greda (creta), gato, gavia.

C media, seguida de vocal, experimenta la misma suerte que la t: truécase frecuentemente por la suave, como en el latín: negotium (nec otium), Saguntus (*g), y muchas voces de la baja latinidad. Ejemplos: agrio, amigo, embriago, ciego, digo, dragón, higo (ficus), fuego, lago, lágrima, luego, Lugo (Lucus), magro, Málaga (-ca), migo (mecum), miga, Miguel (Michael), milagro (miraculum), anegar, pagar, pega (pica), sagrado, segar, siglo, segundo, seguro, espiga, estómago, trigo (triticum), berruga -
verruga, vejiga. La letra fuerte ha resistido solamente en un corto número de palabras: saúco (sambucus), secreto (segredo, arc.), poco, caduco, opaco, cloaca, y en las que tienen las terminaciones ico, ica, icar: médico, rústico, música, aplicar, implicar, indicar, justificar.

La C desaparece o se sincopa en la desinencia icar, en el siguiente caso: emplear (implicare).

C final desaparece: di, ni, sí. Pero en castellano antiguo conviértese en n en las partículas nin, sin, y la c media parece seguir la misma regla: ansí (así, aeque, sic). Enteco, de hecticus, puede servir también de ejemplo.
2: El grupo originario ca (cca), conviértese en ch; muchas veces, cuando es inicial:
chantre, chanzoneta, chapitel. Media: bachiller.
Hay muchas excepciones. Aspirada: jefe.

II -1.° Delante de e, i, ae, oe, la c latina ha perdido en castellano casi completamente su antigua pronunciación gutural, convirtiéndose en s. También desaparece el sonido gutural cuando precede otra consonante a la c. La c final se sustituye por consonantes análogas: cerviz, diez.

2: A veces la gutural primitiva está representada por otras silbantes o paladiales.
La ch es más frecuente que la y: zarzillo (circellus), chicharro (cicer), chico (ciccum), chinche
(cimicem), corcho (corticem), marchito (marcidus).

3: La ch latina delante de las vocales suaves, es c en algunas voces como: Celedonia, cirujano, arzobispo (arçobispo), brazo (braço). -En las inscripciones romanas léese: bracuum, y en algunas cartas senodocium y sinedocio, años 648 y 757.



CC. -Boca, chico (ciccum), flaco, moco, pecar, saco, seco, vaca. Delante de e, i, esta doble consonante, cuando persiste en castellano, la primera conserva al mismo tiempo el sonido gutural: accesión, accidente.

CL. -Véase L.
CT. -La asimilación es menos frecuente que la subsistencia de este grupo: abstracto, acto, activo, directo, docto, doctor, efecto (efeto, arc.), fruto, matar (mactare), octubre (otubre, arc.), olfato, junto, llanto (plauctus), santo, aflicción (aflción, arc.), facción (fación, arc.)
La resolución de la c en i y n, formando diptongo, se ve en pleito (plectere), auto (
acto, actus), carauter, prov. (carácter, character). En las palabras más importantes la ch es la forma castellana de ct: derecho, dicho, estrecho (strictus), lecho, noche, ocho, pecho, techo, cincho (cinctus).

CS = X, -Subsiste a menudo este sonido, como en examen, exequias, eximir, sexo, máximo, y también delante de otras consonantes, como en extremo, sexto, texto. La asimilación se ofrece en muchas palabras, así delante de consonantes como de vocales: fresno (fraxinus), tasar (taxare), tósigo (
tóxico, toxicum), ansio (anxius). Otras voces prefieren la aspirada x = j: Alejandro, bujo o buxo (prov.), cojo, dije (dixi), ejemplo, tejer. Cuando una a precede a esta aspirada, se cambia en e: eje (axis), lejos (lexus), madeja (metaxa), mejilla, tejo (taxus). En la primera sílaba de la palabra,
algunas veces se propone a la x = j una u: enjambre, enjemplo (
ejemplo, arc.), enjundia (axungia), enjugar (exsuccare). Ejemplo de la resolución de la c de este grupo delante de s: seis (sex).

LC, NC, RC, TC, DC-Es frecuente el paso de la fuerte gutural a la paladial suave y a la aspirada.
-a) LC, delgado. -b) NC (que proviene a menudo por síncope de ndc), manjar, monja (monacha).
-c) RC, cargar. -d) TC, hereje (
herético, hereticus), salvaje, viaje. -e) DC, juzgar.

SC medias delante de e, i, siguen casi idénticamente la regla de cs:
faja, fajo (fascis), peje; pero la forma habitual es c o y: conocer, crecer, haz (fascis), pacer, pez.
SC inicial. -Véase S.


que
1.° El sonido gutural subsiste delante de a, o, u, esto es, cuando la que es sonora. En otros casos desaparece. Ejemplos: cual, cuanto, cuatro, cincuenta, cantidad, catorce, nunca, escama (squama), como. La letra suave, en su lugar, es también frecuente: agua, yegua (equa), antiguo, igual, algo (aliquod), sigo (segnor).

2: Delante de e, i, en diferentes palabras en que la u ha debido convertirse en muda, que se pronuncia como la c castellana delante de las vocales. La u se pronuncia en las palabras modernas, como cuestión, consecuencia: de otra suerte es muda, como en querer, quitar. C o y, en acebo (aquifolium), cinco, torcer, cocer, lazo.

G

La suave ha seguido la suerte de la fuerte. La letra siguiente fija su valor.

I -1.° Delante de las vocales a, o, u, y delante de las consonantes, g persiste como gutural suave, ya se debilite o desaparezca como las otras suaves. Nada hay que decir de la g inicial. Media subsiste a menudo: castigar, fatigar, fuga, yugo, legar (legare), negro, plaga. A veces hay el síncope de esta letra, como en Calahorra (Calagurris), Loharre, liar (ligare), lidiar (litigare, elidiare), Mahón (Mago), entero, pereza (pigritia, pegricia, arc.)

2. Al cambio de la c en ch corresponde el de la g en j delante de a latina, siquiera sean raros los casos en castellano: jalde, joya.

3. En algunas voces a suave ha pasado a ser fuerte: Cádiz (Gades), Cinca (Cinga), cangrena -arc. (gangrena).

II -1.° Delante de e, i, la g despójase de su calidad de gutural suave y transfórmase en aspirada. Al fin de la palabra, cuando ha hecho desaparecer delante de ella las vocales decisivas e, i, la g acaba también por desaparecer, o está representada por una i = y: ley (leg-em), rey (reg-em).

2: Cambiase la g en c después de u o r: arcilla (argilla), encía (guigiva), recio (rigidus), uncir (jungere).

3: G seguida de vocal se diptonga, desapareciendo y debilitándose la vocal en ye: yema (gemma), yerno (gener), yeso (gypsium), leyenda (legenda). En otros casos la g desaparece completamente o está representada por h muda: encía (guigiva), Elvira (Gelvira, Geloira), hermano, hinojo (
foeniculum, en el libro aparece: geniculum).

4.° Los ejemplos de síncope de la g antes de e, i, abundan. Cuidar, dedo, ensayo (exagium), frío, huir (fugere), leer (legere), León (Legio), más, maestro, país, reina, saeta, veinte.

GU. -Argüir, extinguir, lengua. Sin u, sangre.
GL. -Véase L.
GM. -En muchas palabras desaparece la muda: llama, examen, jumento, aumentar, flema, pimiento. Otras la conservan: dogma, enigma, fragmento.

GN. -Toma las formas siguientes: a) Transposición fonética suave: pugna, tamaño. -b) Idem sin metátesis: reyno (
reino, regnum). -c) La desaparición de la g casi no se produce más que en las sílabas átonas y en la final: conocer, desdén (dignius).

Gd. -La g cámbiase en l o n: esmeralda (esmeragda, arc.), almendra.

NG. -Cuando está seguido de a, o, u, no da lugar a ninguna observación. Seguido de e, i, acontece lo siguiente: a) Permanece, como en fingir. -b) Se verifica una suave degeneración fonética, como en unir (jungere), plañir, reñir (ringi), ceñir (cingere).

J
Este sonido, que en la historia de nuestra lengua fluctúa entre consonante y vocal, ha conservado su antiguo valor, y ha tomado también otro nuevo, sin que la vocal siguiente haya ejercido sobre él ninguna influencia.

1.° La j primitiva se encuentra como semivocal, al modo de la j alemana, con j en Yago (Jacobus), ya (jam), yugo, ayudar, ayunar (jejunare), ayuntar (adjuntare), cuyo, mayo, raya (raja), yoglar, arc. (joculare), deyecto (dejectus).

2. ° La j desaparece en aullar (ejulare), echar (jactare o ejactare), enero (januarius), uncir (jungere).

DJ. -Véase D.
B.J-Véase B.
H

El latín aspiraba todavía fuertemente esta letra: profundo spiritu, anhelis faucibus, exploso ore fundetur, dice Mario Victorino. Pero ya en la época clásica era incierto su uso. Y sobre todo en la escritura lapidaria es donde se emplea u omite con la mayor arbitrariedad, escribiendo ic, oc, aduc, eredes, oris, onestus, omo y hac en lugar de ac, hobitus, hornamentum. Muchos documentos en que el uso caprichoso de esta letra se ve en aumento, atestiguan la verdad de que, inmediatamente después de la caída de Roma, la h se convirtió en un signo sin valor. Entre nosotros la h es también letra inútil y sin sonido, salvo en rarísimos casos. El espíritu áspero es también en griego moderno un signo mudo.

Tiene tan poca vitalidad la h, que apenas ofrece ejemplos de transformación fónica. En la ortografía de la baja latinidad, michi por mihi, nichil por nihil, así como en español aniquilar (annichilare), demuestran que la h es igual a ch, como ésta a que, para prevalecer y no ser anulada la primera de estas letras.

P

I .° La p inicial no se convierte en suave más que raras veces: verdolaga (portulaca).

La p media se transforma en la suave b: abeja (apicula), cabestro, cabo, cabra, cebolla, recibir, cubrir, cuba, obispo (episcopus), lebrel (leporarius), lobo (lupus), obra, pobre, pueblo, saber, sabio, sabor, soberbio, sobre. La fuerte subsiste en las palabras de moderno origen o procedentes del italiano: capital, copia, discrepar, disipar, participar, estúpido, estupro, vapor, capitán, caporal, apio, copla, copia, manopla, papa, pipa, propio.

2: La p rara vez se cambia por f: golfo (*g), trofeo (tropaeum).

PP. -Cepo, copa, lampazo (lappaceus), mapa, popa, estopa, suplicar, Filipo.
PL. -Véase L.

Los grupos iniciales PN, PT, PS pierden de ordinario la primera letra: neuma (pneuma, *g), tisana (ptisana), Tolomeo (Ptolomaeus), salmo (psalmus).

PT media. Esta combinación está sujeta a la asimilación de la p, o a la resolución de esta letra en u, por el paso de la p a b = u. Ejemplos: atar (aptare), catar (captare), gruta, malacho, prov. (alto alemán malatsch, maletsch), meta (napta, desde el siglo VIII, por neptis), escrito, siete, seto (septum). P = b = u: bautizar, cabdal = caudal (capitalis), cabdillo = caudillo (capitellum, con cambio de sentido), cautivo (captivus), Ceuta (Septa). Algunas veces la combinación pt media subsiste en castellano: captar, óptimo, rapto, ruptura.

PD está sometida a la síncope de la p: aturdir (extorpidire), codicia = cobdicia, arc. (cupiditia).

PS media y final, se resuelven en s o x. Ejemplos: caxa = caja (capsa), ese (ipse). -PS subsiste en las palabras técnicas: elipsis. SP. -Véase S.



B
Inicial, persevera. Media se suaviza muchas veces en v, y en este caso su desaparición o síncope no es rara. Ejemplos. B suave: beber, caballo, escribir, tablas, probar, haber, labrar. V: maravilla. Síncope: codo (cubitus), hediondo (foetibundus).

2: Cambio de la b en otras labiales: a) En f; escofina (scobina). -
b) En m: cáñamo (cannabis), trementina (terebinthinus), Norma (Norba).

BL y BR experimentan a veces la resolución de la b en u, como en griego *g = *g, faular, arc. (fabulari), paraula, arc. por interversión palabra (
parabola).

BT como pt. -Ejemplos: sota en composición, soterrar (
enterrar), sutil, dudar, beodo (bibitus), deuda, raudo (rápido, rabitus), como en bd.

BS subsiste, o se asimila a la p, o se resuelve en us. Ejemplos: esconder, escuro = obscuro = oscuro, absolver, abstenido, obsceno, obstar, sustancia = substancia, ausente (absens).

BI, BV. -Tiene lugar a veces la asimilación de la primera: sujeto; pero subsisten con frecuencia: objeto, obviar.

MB. -A menudo desaparece la segunda consonante. Ejemplos: lamer (lambere), lomo (lumbus), paloma (palumba,
colom -columbus), plomo (plumbum), Xarama (Jarama, Saramba).

F, Ph

La diferencia fonética que reina en latín entre la f y la ph, desaparece completamente en castellano: ph tiene la pronunciación de f y como tal se escribe.

1: El más importante de los accidentes de la f es su conversión en h delante de vocal, al principio de la palabra y rara vez en medio. En este caso la f pierde el elemento labial que posee, para convertirse en una simple aspiración que, por lo general, no es sensible. Ejemplos: haba, hablar (fabulari), hacer, hambre (fames), harto (fartus), haz (facies), hender (findere), herir, hierro (ferrum), hijo (filius), hilo, hoja (
folio, folium), hondo, horca (furca), horma, horno (furmus), hostigar (fustigar, fustigare), huir (fugí en chapurriau, fugere), humo, hurto. En medio de dicción no es común más que en los compuestos: sahumar (suf -fumare), Sahagún (Sant -Fagunt). Esta h no existe en el castellano antiguo, que escribía y decía faba, fablar, facer, etc. El castellano de hoy, a pesar de lo indicado, tiene también muchos casos en que conserva la f, como en fácil, falso, faltar, fama, familia, favor, faja, fe, feliz, feo, fiero, fiesta, fiel, fin, firme, fijar, fué, fuego, fuente, fuera, fuerte, fuga, fumar, furia, etc. En unos casos la brevedad de la palabra ha impedido sin duda el paso a h, como en feo, fin, fué; en otros ha sido causa la necesidad de distinguir los varios sentidos de las voces, como en fe, fiero y fiel, que pudieran haberse confundido con he (habeo), hiero (ferio) y hiel (fel). Hay casos en que el castellano también admite dobles formas: falda y halda, faz y haz, fibra y hebra.

2: Paso de la f a otras labiales. Ejemplos: a) En b inicial: busto (fustis?); media: ábrego (africus), Cristóbal
Colón (Christophorus Columbus), cuévano (cove, covec en chapurriau, cophinus), Esteban (Stephanus), rábano (raphanus), trébol (trifolium : tres hojas).
-b) En p media: diptongo, golpe, soplar, zampoña, púrpura (*g).




3: Ejemplos de síncope: desollar, conhortar, rehusar por refusar.

FF. -Existe en casi todos los compuestos, aunque con un sonido más suave: diferir, sofocar, ofender.
FL. -Véase L.

V

V inicial tiene menos estabilidad que las mudas, pues frecuentemente se cambia en un sonido más fuerte. Media, persiste en muchas palabras de uso frecuente: cava, favor, frívolo, grave, lavar, nativo, nave, nuevo, pavón, pavor, privar, saliva. Cuando la v está entre dos vocales, se sincopa: hoya (fovea), friolero (frivolus), vianda. Alguna vez se produce la síncope precediendo consonante a la v, resuelta antes en u: Gonzalo (-aluns), polilla (de pulvis).

1.° El latín confundía la b con la v, sobre todo desde principios del siglo IV. Adamantius Martyrius hizo una disertación especial sobre el verdadero empleo de las dos letras; pero él mismo erró frecuentemente, poniendo como ejemplos: besica, manuviae, lavor. En inscripciones y en cartas de los siglos VI, VII y VIII hay muchos ejemplos de este uso promiscuo.

Este cambio de letras ha de ser, por lo tanto, muy frecuente en castellano; así, en la inicial, escríbese: barrer (verrere), Basco (Vasco); en la media: corbo (
curva, curvo, corvo, corvus), corbar (curvar, corvar, curvare).

2° La v raras veces se convierte en f: palafrenero, frasco.

3: La v se convierte en g gutural, ocasionada por razón de confundirse con la w arcaica alemana. En la inicial: golpe (vulpus), Gasconia (Vasconia), gastar, (con menos frecuencia en la media: Alagón (Alawna), agüelo, prov. (
abuelo, avulus); güe en lugar del grupo aspirado vue, que también se sustituye por hue.

4.° Delante de las consonantes, v se vocaliza en u: ciudad.

DV. -Véase D.
BV. -Véase B.

Tablas de las principales transformaciones fonéticas de las consonantes latino -castellanas




Latinas gu nge, i ps
Castellanas ñ, iu ng, ñ s
Todas las combinaciones que se indican pertenecen al grupo medio, salvo las letras mudas con l, que a la vez corresponden a la inicial.


LETRAS ALEMANAS

Para la debida apreciación del elemento alemán o germánico en el castellano, debemos remontarnos a su más pura y antigua forma, al gótico. Estamos obligados, es verdad, a buscar nuestros materiales en el antiguo alto alemán, que es una fuente infinitamente más abundante, y a veces también en el anglo-sajón, el frisón, el holandés, el noruego; pero en todos estos casos es siempre preciso remontarse a la forma gótica.

VOCALES.
A. -La gótica e, que corresponde al antiguo alto alemán a, no ha penetrado en castellano. El nombre Suero, en las cartas Suerius, parece contradecir este principio, porque nos recuerda svers, *g, pero realmente es el latín suarius = suerius, correspondiente al antiguo alto alemán suari = gravis, forma primitiva de la palabra; pues Suero, Suerius ha podido muy bien proceder de Suarius, mas no éste de aquél.

La a primitiva subsiste ordinariamente en castellano, aun en aquellos casos en que ha degenerado, por perifonía en e, en los textos del antiguo alto alemán. Ejemplos: albergue (
actual: Jugendherberge: albergue para jóvenes o para la juventud, heriberga, harjis, gót.), escanciar (skenkan).

Los nombres del antiguo alto alemán compuestos con hari, como Gundahari, Walthari, por derivación del medio alto alemán Gunther, Walther, cambian su a en e: Gunterio, Gualterio.

E. -La e latina se convierte, como hemos visto, en el diptongo ie. Este diptongo apenas se produce en las palabras procedentes del germano. Sin embargo, hay ejemplos en yelmo (helm), fieltro (felz = filz).

I. -1.° El castellano conserva la
i alemana con el mismo valor que la i latina.
Ejemplos: gris, guisa (wisa), lista, rico (ríhhi).

2: Debemos también considerar la i y la aí del gótico, y la i y la e (
con diéresis) del antiguo alto alemán. Este sonido tiene su representación más común en castellano, ya por e, ya por la misma i. Ejemplos: fresco (frisc), esgrimir (skirman), triscar (thriskan gótico dreskan arcaico alto alemán).

O. -El castellano conserva generalmente el valor de esta vocal. No obstante, hay casos de formación de diptongos, que así se apoyan sobre la o gótica (ant, alt, alem.
o, uo), como sobre la o del antiguo alto alemán (gót. u, au). Ejemplos: espuela (sporo), huesa (hosa), rueca (rocco).

U. -1.° Cuando la u es larga, permanece intacta como en latín. Ejemplos: Bruno, buque, espuma.
2: Cuando es breve, la forma dominante es o: mofar (mupfen), Alfonso (-funs). Hay también ejemplos de permanencia de la u: cundir (kunds, gót.), estufa (stupa), tumbar (tumba, arc. noruego).

AI. -A este diptongo gótico corresponde de ordinario el antiguo alto alemán ei o e por condensación; pero en muchos monumentos hallamos ai, que es también muy frecuente en cartas de los siglos VI, VII y VIII. El castellano, como el anglo-sajón, no deja percibir particularmente, por lo general, más que la vocal acentuada; pero hay también frecuentes casos en que el diptongo subsiste. Ejemplos: gala (geil), ñana (geinon?), guadañar (weidanon), raza (reiça). Ai en airon, guay, arc. (vai, gót.)

AU. -El diptongo gótico au, en antiguo alto alemán o, ou (rara vez au), antiguo noruego au, anglo-sajón ea, en su génesis castellana es semejante al latín au. Ejemplos: botar (bozen, medio alt, alem. bauta ant. noruego), galopar (hlaupan, gót.), lonja (louba), lote (klaut-s, gót.), lozano (laus, gót.; los, ant, alt, alem.), robar (
raupen actual, roubon), sopa (Suppe actual, saup, ant. noruego).

lU . -No es frecuente y su representación es incierta. Ejemplo: esquivar (skiuhan), donde la u parece consonificarse en v: tregua (triuwa, triwa), quilla (kiol). En el nombre propio español Gustios o Gustioz (bajo latín Gudesthens, Godesteo, Gusteus), que procede del gótico guths, thuis (servidor de Dios), las dos vocales permanecen. El poema del Cid acentúa este nombre en la primera sílaba; los romances en la o de la última.



CONSONANTES.

L. -Una muda, seguida de esta letra, la duplica: quilla (kegil).

M. -Final, se cambia en n: Beltrán (Bertram).

R. -Después de consonante inicial, se trueca frecuentemente en l; blandón (brand), flete (fracht).

T. -1.° La fuerte del orden de las dentales permanece inalterable en la mayor parte de los casos: Inicial, tacaño (taai, holand.; zahi, ant, alt, alem.), tapón (tap, bajo alem.; zapfo, ant, alt, alem.), tirar (tairan, gót.), tocar (zucchon). Media, batel (bat), botar, brote (broz), hato (fazza, vaz), guita (wita = vita, lat.), escote (skot, fris.; schosz, alem. mod.), espeto (
Spieß actual, spiz). -El paso de la fuerte a la suave no es frecuente por la t alemana. Excepción: guiar (vitan, gót.)

2: La y por t se encuentra sobre todo en la media castellana: cazo (chezi), mozo (mutz), pinza (pfelzen). La silbante desposeída por una paladial: flecha (flitz), pincha (pfetzen).

ST. -Medias, en las palabras latinas se simplifican en x, j o y. Igual acontece en diversas palabras alemanas: broza (burst o brosta, ant, alt, alem.), crujir (kruisian, gót.)

D. -1.° La suave del orden de las dentales (convertida en t en el ant, alt, alem.) sigue la misma ley que la d latina; subsiste generalmente: draga (dregg, ant. nor.); media: banda (bandi, gót.), brida, guardar (vadan).

TH. -La aspirada (que poseían todos los antiguos dialectos de la familia germánica, y que sólo el antiguo alto alemán ha modificado en provecho de la letra suave), no puede tener en castellano una representación precisa como la * griega (después de su paso por la th latina), porque se ha confundido con la d, que la reemplaza en el alto alemán. En los casos en que la aspirada fué transmitida al castellano, cedió su sonido extranjero a la fuerte. Primitivamente esta t parecía haber sido el único modo de transcripción: así, tudesco (Thiudisk). En la inicial, la transcripción castellana se aplica con todo el rigor posible: tejón (Thamf, ant, alt, alem.; Tamf, alem. mod.; Theihan, gót.), triscar (Thriskan, gót,), truco, tohalla (thvahl, gót.)

SL, SM, SN. -Estos grupos, desconocidos en la inicial de las voces latinas, al tomarlos nuestra lengua del elemento germánico, les ha prepuesto una e, como a la combinación at, st, se, sp. Ejemplos: esmalte (
Schmelz, smelz), esclavo (intercalando una c).

K. -La gutural fuerte, convertida en medio y en fin de palabra en una aspirada en el antiguo alto alemán, no ha sido trasladada por el castellano de la misma manera que la letra latina correspondiente. En tanto que la c latina pierde su valor delante de e, i, la letra alemana delante de estas vocales subsiste como gutural. Así como del latín scena procede escena, del alemán skina procede esquina. El paso de la gutural fuerte a la suave es una regla para las voces latinas
(media principalmente), y es, en cambio, una excepción para las alemanas.

Latín: C, castellano ca, co, cu (ga, go, gu), ce, ci.

Alemán: K, castellano ca, co, cu (ga, go, gu), che, chi.

Ejemplos: quilla, esquila, escalón (skilling), Fadrique.

Excepciones: Rodrigo, suave inicial por kr: garfio, grupo (kropf?).

G, -1.° La gótica suave, que en antiguo alto alemán cambiase en k, ha sido variamente traducida por las lenguas romances, porque ya conserva su sonido gutural, ya se trueca por una paladial o por otra gutural. Ejemplos: gabela (gaful), albergue, jardín (Garten), girón (gere, gare, fris.), desmayar (magan).

J. -La i o j, que pertenece al
subfijo, en las palabras compuestas obedece a la misma ley que la i paladial latina, y subsiste aun en casos en que el antiguo alto alemán la ha borrado. La j castellana tiene a veces su razón de ser en la i final del nominativo o en una j contenida en el genitivo,
a) Después de l, persiste. Ejemplos: agasajar (gasaljo, ant, alt, alem.), hijo (filius, lat.)
-b) Después de otras consonantes, la permanencia de la j es menos general. Ejemplos varios: esturión (sturjo), sitiar (sittian, ant. saj.?), logia (laubja), cripta (krippea = kripja), garfio (hrapfjo = krapfo), ataviar (ga-tevjan, gót. = taujan).

H. -No habiendo el castellano admitido la aspirada latina, claro es que la aspirada germánica no ha podido ejercer en nuestra lengua considerable influencia. El castellano de hoy carece de esta letra, aunque la tiene en la escritura, en las palabras de origen alemán: hacha (haque), heraldo (heraut);
pero el castellano antiguo dábale a esta letra germánica el sonido de f; faca, faraute (palabra usada como sinónimo de traductor, intérprete, por ejemplo en el libro de Bernardino Gómez Miedes sobre Iayme I el Conquistador).
Hállase la suave o la fuerte en lugar de la aspirada alemana en tacaño (threihan).

HL, HR, -Estas combinaciones, cuando son iniciales, ya. suprimen en su tránsito al castellano la aspiración, sin compensación ninguna ya la transforman en la aspirada labial f, ya, en fin, se separa el grupo por la inserción de una vocal (a, e), la cual hace desaparecer la h. Ejemplos: HL: flanco
(hlancha, ant, alt, alem.), lote (hlauts, gót. hloz, ant, alt, alem.), Luis (Ludovico = Ludwig, Hludowic, ant, alt, alem.). galopar (hlaupan). - HR: arenga (
arenque = Hering, hring, ant, alt, alem.)
HT. -Grupo medio y final; se cambia en t, a veces en it. Ejemplos: Matilde (Mahthilt), aguaitar prov. gaita (
wachten, observar = beowachten, wahten).

P. -1.° Esta letra, (p, ph, pf, ant, alt, alem.), salvo en las palabras extranjeras, ocurre poco en las lenguas germánicas: su presencia en tal sitio de las palabras, no puede, por lo tanto, ser frecuente en castellano. Hay, sin embargo, ejemplos: pizcar (pfetzen), placa (
Plakatte, plak, holand.), polea (pull = tirar de, pull, saj.) La p media y final permanece intacta de ordinario. Ejemplos: estampar (stampfen), lapo (lappa), trepar (trap, Treppe = escalera, Treppen = escaleras, Leiter las de mano),

2: La f del alto alemán ha dejado algunos rasgos en el castellano: mofar (mupfen), rifar (riffen, báv.), esquife (Skif,
Schiff = barco, ship en inglés), estafa (Stapf).

B. -I .° La gótica suave, que el alto alemán, ha elevado a la fuerte, y que las lenguas septentrionales han reemplazado a menudo por la aspirada en el medio y al fin de las palabras, permanece por lo común intacta en castellano. Ejemplos: adobar (dubban), lobo (lob,
Wolf = lobo = lupus), grabar (graban). La b gótica se suaviza también en v, muchas veces, en medio de las palabras.

2: Lo mismo que en el antiguo alto alemán, hay palabras castellanas en las cuales la fuerte sustituye a la suave inicial: palla (baila), palco (balco,
balcón), poltrón (Polstermöbel, polstar, bolstar).

F. -Esta letra, ni más ni menos que la latina, pasa al castellano, resolviéndose en una aspiración hoy imperceptible. Ejemplos: inicial, hato (
farcillo, faza), halda (falta); media, moho (Schimmel, muffen), cadahalso (cadalso).

VW. -1.° El signo gótico era una v simple (griego
u); el del antiguo alto alemán una v o u dobladas, y su valor era el de la w inglesa. El órgano vocal de los españoles no ha estado dispuesto a conservar esta pronunciación cuando tenía muchos diptongos o combinaciones en que ya la empleaba. Por esto adoptaron la representación gu o g(u), en que la gutural condensa e incorpora, por decirlo así, la aspiración flotante de la w alemana. Esta transformación se ve principalmente en la inicial. Ejemplos: guerra (Krieg, Werra), Guillermo (Wilhelm), Guido (Wito), guisa (vis, cara = wisa).

2: En medio de palabra, la w se convierte en v o b; g sería un sonido demasiado duro: garbo (harw-, herbe, alem. mod.), iba (iwa).

3: La resolución de la w en ou = o, de la cual hay tantos ejemplos en la antigüedad (griego *g, por Wandalus
= vándalo; *g, por Vopiscus), ha dejado alguna huella en los nombres propios y patronímicos de origen germánico. Ejemplos: Arnaldo, Bertoldo (Berthold Brecht), Baldovinos (Alec Baldwin).

LETRAS ÁRABES.

La representación de las letras árabes en el castellano ofrece bastantes analogías con la de las alemanas, si bien no puede desconocerse que nuestra lengua se ha apropiado con fidelidad extraordinaria el elemento arábigo, en tanto que con el sajón lo ha hecho de un modo más mediato y remoto. A continuación señalaremos los cambios más importantes de los sonidos árabes en el castellano. El escaso número de palabras persas, malayas y de otras lenguas orientales que el castellano posee, lo ha adquirido por medio del árabe.

L, M, N, R. -Aquí encontramos hechos conocidos. La r, por ejemplo, se convierte en l: añafil (annafir), y en d: alarido (alarir,
gritos a Alá ?). La n inicial se convierte en m; marfil (nabfil). En el grupo mr se intercala la b: Alhambra (Alhamra → h → f → Alfambra, por ejemplo la de de Teruel), zambra (zamr).

T, D. -La representación de los diferentes sonidos dentales es uniforme: t (
*a = árabe, no se transcribe), t con un puntito abajo y ´t, se convierten en t; lo mismo que las variaciones de d, se convierten en d: nosotros no tenemos el oído tan delicado para percibir aquellas diferencias. Ejemplos: tamarindo (tamar hendi), arrate, retama (ratam), tabique (tabiq), talismán (telsam), tara
(tarah), matraca (matragah), alarde (alard), adarve (addarb), almud (almod). En la media hay ejemplos de una pronunciación más suave: algodón, almadraque, maravedí.

S, SCH, y. -Sustituyen a la S las diversas silbantes, con variedad empleadas. Ejemplos: sena (sana), zumaque (sommaq), azúcar (
chapurriau sucre = sokkar), arancel (arasel), arafate (assa-fa te), azote (assant), azucena (assusan), taza (´tassah), A la ç sustituye generalmente la y. Ejemplos: zurrón (morral = çorrah), alcázar (qaçr, qasar), azòfar (azufre, sofre ? = aççofr ), alcance (alqanaç). Sch se halla sustituida por x = j. Ejemplos: jaqueca (schqiqah), jarabe (sirup, sirope = scharab), ojalá (enscha allah). También se trueca en ch: achaque (as-chaki), y en las silbantes puras c o s; albricia (albascharah), sorbete (schorb). La paladial suave g se convierte en j: jaez (gahar), jarra (garrafa = garrah), alforja (alchorg). En ch alguna vez: Elche (Elig = Elg).
La y, salvo raras excepciones, permanece en castellano: azafrán (
chapurriau safrá = zafaran), zarco (zaraq), azogue (mercurio ? = azzaibaq). Alguna vez se convierte la y en s o g: carmesí (quermazi), girafa (zarrafah).

K, G. -Entre k y que, el castellano no hace ninguna diferencia, convirtiendo ambas en c gutural. Lo más importante es que la k, la g, y la que, delante de las vocales suaves, permanecen siempre guturales: Guadalquivir (Vadalkebir). La gutural suave ain, deja algún rasgo en la pronunciación
castellana, o se contiene en la y o en la j: alarde (alard o alñard), arroba (arroba), atalaya (talaah), jazmín (jasamun).

CH, H. -Se atribuye ordinariamente a la ch el valor de la j. Nuestra lengua hubiera podido apropiarse fácilmente la letra árabe; pero en realidad no está reemplazada por la j, sino por la f = h, como sucede respecto del latín. La pronunciación de la ch árabe y de la j española, no eran la misma. Y esta contradicción aparente se explica muy bien por la observación recientemente hecha de que nuestra aspirada gutural tenía en su origen el valor de una paladial, y, por consiguiente, no podía expresar la gutural árabe. Ejemplos: alfanje (alchangar), almohada (almechaddah).
-La h, que equivale a la ch suave, sufre la misma modificación que la h. Ejemplos: forro (´horr), almohaza (almehassah), zahareño (çahra), aljófar (al-gauhar), café (qakuah). Otras veces la aspirada árabe se sustituye por la fuerte o por la suave, o también desaparece: alcachofa (
la carchofa = al-charschufa), garrobo, algarrobo (garrofa, garrofé = charrub), alazán (alhaçan).

B, F, V. -La B árabe pasa a la fuerte en muchas palabras: julepe (golab); otras veces subsiste: jarabe (scharab). -La f subsiste en castellano, no debilitándose en h: fardo (fard), faro (farah), alférez (alfares), añafil, azafate, azafrán, azufaifa,
azufaifo (azzofaizaf), cafre (kafir), calafatear (qalafa), cenefa (sanifah), cifra (çifr), garrafa, girafa, marfil; alhóndiga (alfondoq) es una excepción de la regla. La semivocal v, como la w alemana, se convierte en gu: alguacil (vazir), Guadiana (Vadiana), Guadalaviar (Vadelabiar), Guadalupe, Guadalope río que pasa porAlcañiz: Alqannit (Vadelub).

LETRAS ESPAÑOLAS.

VOCALES SENCILLAS.

Son a, e, i = y, o, u, y no ofrecen ninguna dificultad, así bajo el punto de vista fonético, como bajo el etimológico.

Hállase a menudo antepuesta: 1 .° Por motivo de eufonía delante de y, como en ayantar (jentare), ayer (heri), ayuncar, arc.; ayuso, id. 2: Delante de muchos sustantivos, donde recuerda el artículo árabe, como en abedul (bétula), alerce (larix), arruga (ruga), avispa (vespa), azufre (sulphur). 3: En muchos verbos, donde no tiene el sentido de la partícula ad: aconsejar, amenazar, arrepentirse, atajar. -A substituye a la c en regalar (regelare), sarga (serica), sarta (serta), yantar, arc. (jentare).
- Procede de ei o ai alemana en gala (geil?).

E

Se deriva: I .°, de a -i, sobre todo en los casos donde este grupo se convierte en ie en italiano y francés, por ejemplo: caballero, enero (jannuarius), primero, beso, lego (laicus), hecho, plegue (placeas), quepo (capio), sepa (sapiat), madeja (mataxa). -Esta e es frecuente en las escrituras antiguas: sendero (semitarius), mercatero, freznedo (fraxinetum), año 780; 2:, de o -u por intermedio de ue, como en fleco (floccus), frente (
fron en chapurriau -frons), culebra (colúbra), flueco, fruente, culnebra, arcaicos.
I, Y

La segunda no se emplea como vocal más que en la conjunción copulativa y en algunos diptongos. También en las voces griegas, como cielo, lira, ha cedido su puesto a la i. Los antiguos empleaban ambos signos promiscuamente, sin regla alguna, usando con frecuencia la y en la inicial: ygual
(aquare), ynojo (
hinojo, foeniculum, geniculum, fonoll, fenollo en chapurriau), ynfierno, yvierno, yr, ayna, syn, fyncó.

Algunas veces proviene de
e o i: mío. -Existe un ie arcaico por i, particularmente usado en el sufijo illo; por ejemplo: anyello (anillo o agnus = corderito ?), castiello, poquiello, flumenciello.

O

Procede: I .°, de la o breve, como en coma, cólera, coro, modo, odio, ópera, rosa, estómago;
2: del diptongo au, como en o, cosa, oro, poco, pobre, tesoro, gota (gauta), clavo (clau = clavius); 3:, de la u o y en posición, como en boca, toca, pollo, bona, corro, colmo, tronco, onda, sordo, tordo, torno, torso (thyrsus), mosca; -4.°, de al, como en coz (
calsigada, cossa en ch. = calx), otro (atre en chapurriau = alter).

U

Procede de u larga en duro, rústico; y de o breve o de u, en tundir, cruz, escucho. En los perfectos, como hube (habui = haubi, por atracción), plugo (
si us plau en catalán = placuit), supe (sapui), está condensada de au. En los diptongos tiene muchas veces una procedencia de consonante.

DIPTONGOS.

En el estudio sobre ortografía castellana que precede al Diccionario de la Academia española (1726) se admiten los siguientes:
ae, ai, ao, au; ea, ei, eo, eu; iu; oe, oi, ou, ui; ea; ia, ie, io, iu; oa; ua, ue, uo. Ai, ei, oi finales, se escriben hoy con y, lo que pasaba también entonces cuando eran medias.
Ejemplos: acaecer (
acaescer arc.), ay, aire, alcaide, amáis, caos, lavaos (lavad os), pauta; ea, rey, reina, peine, seis, veinte, visteis, aceite, beodo, deuda, feudo; luido; coetáneo, doy, soy, sois, oigo; heroico, toisón, Souza, contino (continuo); muy, buitre, cuidado; beato, beatitud, etérea; Diago, graciable, gracia, gloria, nuedo, Dios, judío, región, ocioso, viuda; coagular; cuajo, agua, muero, vergüenza, suntuoso, arduo. Sobre muchas de estas combinaciones no pueden proponerse sino muy dudosas reglas. Otras merecen atención especial y pueden ser objeto de más concretas observaciones.

AU

Proviene de varias combinaciones: I°, de au latino, como en aumentar, causa, lauro;
2°, de las sílabas ac y ag en auto (actus), launa (láganum);
3°, de ap y ab: cautivo (captivus), raudo (
rápido, rapidus), ausente (absens);
4°, de al: sauce (salix);
5°, de la desaparición de una consonante latina en aún (adhuc);
6°, de un origen francés o provenzal; ejemplos: gaucho (gauche), jaula (
garjola = jaiole = geole).

IE

Proviene: 1.°, del latín i -e: piedad. durmiendo; 2:, del diptongo de e breve y de ge, como en fiero, liebre, miel, viene, cielo; pero ie empléase también a menudo por e en posición y algunas veces por i: ciento, fiesta, tiempo, nieve. En la media se escribe y se pronuncia y por i: yedra (
hedra = hedera), yegua (egua), yelmo (casco = Helm, helmet inglés), yerba (herba en ch. hierba), yermo (chapurriau erm = eremus), yerro (error), yerto (hurtus), yesca (esca). El nombre Fontecubierta ofrece ya este diptongo en una carta de 747. (Esp. Sagrada, XL, 361.)

UE

El castellano forma este sonido: 1.° De la o breve, como en nuevo, ruego. Empléalo a menudo, sobre todo delante de ciertas consonantes, por o en posición, como es cuello, luengo (
largo), muerte; raras veces por o larga. 2: La naturaleza da este diptongo en otra, cuando, por causa de atracción, proviene de u -i o de o -i, en cuyos casos corresponde al ou portugués. Así en agüero, Duero, mastuerzo (nasturtium), sabueso (segusius), Sigüenza (Segontia), vergüenza (vergoña en chapurriau, verecundia), cuero (couro, port.), muero (mouro, port.) En juez (judex, ju-iz, port), ue proviene de un síncope.

CONSONANTES.

Todos los caracteres latinos de esta índole los usa el castellano. La moderna ortografía no ha suprimido más que las combinaciones ch, ph, th, rh, escribiendo cristiano, filosofía, teología, reno.

No todas las consonantes pueden estar en nuestra lengua al fin de las palabras: jamás se encuentra ninguna fuerte ni suave, excepto la d; rara vez la líquida m; tampoco la f, ni la v, ni la ch paladial. Solamente permanecen la l, n, r, s, x = j, d, y: mal, pan, mayor, más, reloj, abad, veloz. Las voces extranjeras, cuando terminan por alguna consonante disonante al español, al ser aceptadas por nuestra lengua, reciben ordinariamente una e final: norte (north, inglés), este (east, inglés), duque (duc, francés), estoque (stoch), jefe (chef). Exceptúanse los nombres bíblicos como Judith, Nenbrod o Nembroth, Isaac, Jacob, Caleb. Pero el castellano antiguo, por el contrario, hacía desaparecer a menudo la vocal final, terminando las palabras en las más diversas consonantes: cum (por
como), art, cort, englut (engrudo), much, cab (cabe,
junto a), quisab (qui sap en chapurriau, quién sabe), of (hube), nuef (nou en chapurriau, nueve).

Es de notar que el castellano no admite ninguna reduplicación de consonante, excepto de la r, de la n en los compuestos y de la c cuando la primera es gutural y la segunda silbante. Escríbese abad, abreviar, boca, Baco (Bacchus), adición, bola, Apolo, Tíbulo, sumo, cepo, Filipo (
Felipe), grueso, diese, amasar, disimular. Parnaso, Taso, meter; carro, hierro, tierra, arrestar, arriba, correcto;
connivencia, ennoblecer, innato, innovar, innumerable; acceder, facción, acción, acceso, acto.
Antiguamente usábanse las dos ss, (o
ß) escribiéndose diesse, dulcíssimo, etc. La ortografía moderna no las conserva; sí, en cambio, las dos mm latinas, representadas por nm:
conmemorar, conmover, enmudecer, inmoble, inmortal.

Los varios grupos de consonantes hállanse en la inicial como en el latín: dr es el más frecuente; gr sólo en las voces griegas; st, se, sp, puede decirse que no son usados, pues por lo común se les antepone una e. En el medio de las palabras las combinaciones son más numerosas. Una muda
y una líquida se encuentran en DL y DM, aunque solamente en las enclíticas, como dad-le, dad-me; también DN: dadnos. GL, en regla, seglar, siglo. Una muda y una silbante se hallan, sobre todo, en los compuestos: así, DV, es, PS, BS, en adviento, máximo, cápsula, absurdo. Una muda con una aspirada, en composición. DJ, Bjf: adjunto, ab-jurar. Con una fuerte o una suave, CT, GD (arc. y poco frecuente), PT.PD (arc.), BT (arc.), BD (arc.), salvo en los compuestos: acto, esmaragda (esmeralda), óptimo, capdal (
caudal), cabtela (cautela), cobdicia (codicia), ab-dicar (abdicar). Entre las silbantes, la s admite en pos de sí cualquier consonante, sea cual fuere su índole: SL, SM, SN, SR, SD, SC, SG, SJ, SB, SF, etc. (eslabón, pasmar, asno, esdrújulo, descerrajar, sesgo, desjuntar, esbozo, esfuerzo), VL, VR = BL, BR. Hállanse una líquida con otra líquida en las combinaciones LM, LN, LR, al-rededor; MN (no frecuente), calumnia; NM, inmortal; NR, Enrique, honra; RL, RM, RN.

L, M, N, R

Hay que notar las dos pronunciaciones de la r: una fuerte, la otra suave. La primera se emplea en la inicial, aun cuando la palabra entre en composición y forme la segunda parte de ella, y en la media, después de l, n, s, no duplicándose hoy en la escritura: rosa, abrogar, manirroto, alrededor, honra, Israel. Antiguamente se duplicaba el signo en medio de la palabra cuando tenía el sonido fuerte. La lengua moderna ofrece también muchos casos de duplicación y sonido fuerte en la media entre dos vocales: espárrago (asparagus), marrón (masmaris), murria (muria). En los otros casos la r se pronuncia más suave: amor, hora, virtud.

Nace una líquida, a menudo, de otra líquida o de una letra vecina. Por ejemplo: l nace de n en calonge, arc. (
canónigo, canonicus); de r en celebro (cerebro), arc. (cerebrum), blandir (brandir,
francés), quilate (árabe, qirat); de d o t en cola (cauda), madrileño (Madrid-), Isabel (Elisabeth), almuerzo (
amorsá en ch. admorsus). M viene de n inicial en marfil (nabfil, árabe); de b y v en cáñamo (cannabis), mimbre (vime en chapurriau, vimen). N viene de l, por ejemplo, en encina (ilicina, ilex); de m inicial en níspera (mespilum); media en lindo (limpio, limpidus); a menudo también de m final. R viene de l en lirio (lilium); de n en cofre.
L se produce por simple intercalación en espliego (
espígol en ch = espique). También la m en embriago (ebrio, ebriacus), lampazo (lappaceus). La intercalación de la u es muy frecuente, sobre todo delante de las silbantes y de las dentales: causar (quassare), ensayo (exagium), mensage (mensaje) (message, francés), mancilla (= macilla), manzana (matiana), ponzoña (poison inglés, potio), foenza (treccia, italiano), alondra (alauda), rendir (reddere), cementerio (caemeterium), mancha (macula). Delante de las guturales, enjundia (axungia), lonja (loggia, italiano), parangón (= para-con), langosta (llangosto en ch. locusta), ninguno (nec-unus). La R se intercala en brújula, traste, trueno (tonus), estrella (stella), ristra (restés).

Dos ll sólo son iniciales y medias, jamás finales. Este signo se encuentra ya en el poema de Mío Cid y en el poema de José (
Jusef o Yusef): Ch (como en portugués); pero en los monumentos más antiguos se usaba la l o la l seguida de i.

La ll procede: a) De las dos ll latinas: bello, caballo, valle. -b) De la l sencilla, alguna vez: camello. -c) De la l con i paladial: batalla, maravilla. -d) De las combinaciones cl, gl, pl, bl, fl, en la inicial y en la media, como llave (
clau en chapurriau, clavis), llaga (pl.), llama (flamma), malla (mancha?, macula), sellar (segell en catalán, sello, sigillare), escollo (scopulus), trillar (tribulare), sollar, arc. (suflare).

Ñ, o sea las dos nn, estaba escrita por los antiguos, ya doble, ya sencilla sin tilde, ya ny: de modo que se ha escrito
Espanna, Espana, Espanya y España.
Ñ proviene: a) De nn: año, gruñir. -b) De mn: daño, doña. -c) Raras veces de n sencilla: ordeñar, nublo, arc. y prov. (nubilum), ñudo, id, id. (nodus). -d) De n con i paladial: España, cuño.
-e) De gn: puño. -f) De ng, como en plañir.
T, D

La t representa frecuentemente a ct y pt: fruto, retar. -D inicial y final, es una t suave: amado, madre, salud. Se intercala a menudo: a) Entre l y r, n y r: valdré, tendré. -b) Después de l seguida de vocal: celda (cella), humilde (humilis), rebelde (rebelles), toldo (tholus), atildar (tilian, anglosajón). -c) Después de n: péndola (pennula).

Procede: a) De x: ansío, tasar. -b) De ns, rs, primeramente convertidas en dos ss, luego simplificadas: mesa, mostrar, oso (ursus).

y

Su origen es múltiple y vario. Procede:
a) De la y basca, griega, alemana y árabe, por ejemplo: zaga, zaque, ácimo = ázimo, celo = zelo, bautizar, zinco = cinco (zinck), azafrán, zambra, zarzal.
b) De t y d con i paladial, por ejemplo: razón, avestruz (avis struthio), cazar (
captar, captiare), bazo (badius).
c) En algunos casos simplemente de t y d: mayorazgo (majoraticus), juzgo (judico).
d) De ce, ci ( = che, chi, que, qui), por ejemplo: amenaza, zarzillo (circellus), diezmo (
décimo, la décima parte, decimus), arzobispo (archiep.), brazo, lazo.
e) De s: azufre, azúcar, quizá (
qui sap en chapurriau, quisabe), y también en la desinencia es = ez de los patronímicos: Gómez, Velázquez, así como en Cádiz (Gades), y en la desinencia verbal zco, como en nazco, crezco.
f) De st: gozo (
done gust, fa goich, lligí en chapurriau, gusto, gustus), rezar (recitare).
g) De sc = sk: en zambo (scambus).

C, que

C gutural, o sea delante de a, o, u, procede: a) De la aspirada griega o alemana: cólera, rico (richi). -b) De la que latina delante de u: cual, cuando, cuasi = qual, quando, quasi, arcaicos; como = quomo, arc.

C silbante, o sea delante de e, i, tiene muchos y varios orígenes: a) De ce, ci, sce, sci: cetro (
sceptro), ciencia (scientia), conocer. -b) De una y extranjera: céfiro, aceite (zait, árabe, azeytun).
-c) De che, chi, que, qui: cirujano (
Chirurg alemán, chirurgus), torcer, cinco, acebo (grévol en ch. : ilex aquifolium). -d) De t con i paladial: nación, Ponce (Pontius). -e) De s latina: cerrar (sera); de s árabe: cenefa, cifra, acicalar. -f) De st: trance (tránsito, transitus). -g) De sch: cédula (schedula).
-h) De ge, gi: arcilla (
argila en chapurriau, argilla). -i) De la g italiana: celosía (gelosía).

La que moderna, que sólo usamos delante de e, i, con u muda, procede, ya de la que latina, ya de ca o ch latinas, como por ejemplo: quepo (
cábigo en chapurriau, capo), queso (formache en chapurriau del fransés fromage, caseus), quimera (chimaera). Alterna con la c gutural: delinco, delinquir.

CH

Proviene: a) Del latín ce, ci: chinche (cimicem).
-b) De s; chuflar, prov. (sufflare).
-c) De cl, pl, tl, fl inicial y media: hacha (facula), cacho (catulus), trinchar (inflare).
-d) De ct: dicho (
dit en chapurriau, dictum), lecho (llit en ch. lectum).
-e) De pt: malacho (male aptus).
-f) De lt: cuchillo (cultellus), mucho.
-g) Del árabe sch: achaqne (schaka).
-h) De la ch basca: chaparra, chacona, charro,
chapela. (Dónde está la tx de txapela ? Este autor no la conocía).
-i) De ci, sci italianos: facha, charlar.
-j) De la ch francesa: marchar, marchante.
-k) De la letra suave sonora francesa: pichón (pigeon).
-l) Coexiste con la y en chamarra = zamarra, zanco = chanco.
-ll) Se encuentra, por último, en muchos vocablos tomados de las lenguas autóctonas de América.
También del caló, o la lengua de los gitanos: churumbel.

X

Esta letra ha perdido hoy casi todo su valor de antiguos tiempos, en los cuales tenía la pronunciación especial determinada en muchos de los números de las secciones de Ortología y de Ortografía del libro segundo de nuestro estudio.

Hoy sólo se pronuncia como cs o gs, es decir, lo mismo que en latín. Esta letra no se encuentra más que en medio de las palabras, usada principalmente delante de consonante y siempre en las partículas componentes ex y extra: sexto, extranjero, extremo. También hay muchos casos en que se halla entre vocales: flexible, máximo, fluxión, sexo. Asimismo se conserva en los nombres propios, como Praxiteles, Zeuxis.

El castellano moderno ha sustituido con j la x de todos los siguientes vocablos que vamos a citar, en los que, ya en la inicial, ya en la media, ya en la final, el antiguo idioma usaba de dicha letra. La x procedía:
a) De la x latina: Xerxes (
Jerges, Gerges), Alexandro, dixo, exemplo, exército, próximo, sustantivo.
b) Algunas veces de sc que, sin embargo, produce y: faxo (
feix en chapurriau, fascis), pexe (peix, piscis).
c) De ss y de s: baxo, carcax (carcasso, italiano), xeringa (
jeringa, syrinx), Xuarez (Suárez).
d) De la sch árabe: xaqueca (schaqiqah), oxalá (ojalá, enscha allah).

Remitimos, según lo indicado, todas estas observaciones a la J.

G

G suave proviene, ante todo, de su correspondiente latina, y además: a) De la fuerte, raras veces, en la inicial, como en graso, guitarra (*g); con frecuencia, en la media (sc = sg): fisga (fiskon, gót.), riesgo (risco, italiano), sesgo. -b) De las aspiradas árabes o alemanas, como en garrobo, algarrobo, algarroba (charrub) -c) De la i paladial en ciertas formas del presente: salgo, tengo, valgo, de salio, teneo, valeo. -d) De la w alemana: tregua (triwa); también de la v árabe: Guadalaviar (Vadelabiar); rara vez de la v latina. -e) De d en algunos casos extraños: gazapo (
cachap, cachapera en chapurriau, dasypus ?), golfín (delfín, delphinus), gragea (dragée, francés, píldora).

En el grupo gn, la g conserva el sonido gutural que le es propio: gnomon (
gnomo), digno, signo.

Estando la g delante de e, i, sin una u intermedia, el valor de dicha g es el de una aspirada, o sea el mismo de la j. Véase lo que a continuación decimos.

J

Proviene: 1°, de la j latina: jamás, juego; 2°, de la i paladial: jornada, hijo, granja (granea); 3°, de la suave g: jardín; 4°, de nc, tc, dc: manjar, salvaje, mieje, arc. (médico), 5°, de cl, gl, tl, pl: ojo, cuajar (coagulare), viejo, manojo (
manoll, com lo llibre de Julio Micolau de La Fresneda (fraxinus), no li diu dingú Freixneda, manipulus); 6°, de la g paladial árabe: jarra (garrafa, garrah), julepe (golab). También del francés ge: jalea (gelée), jaula (gábia, garjola, geóle). -Véase X.

Y

Hace, como en inglés, el oficio de consonante. Media, es siempre consonante; final, siempre vocal. Así sucede el caso raro y peregrino de que esta letra es vocal en el singular de un nombre, y en el plural del mismo es consonante: buey, rey, ley, etc.; bueyes, reyes, leyes, etc.

Proviene la y: 1°, de la j latina: ya, mayo, Pompeyo (
como Fabra, el de la gramática del catalán normativo); 2°, en lugar de ge, en yelo; 3:, reemplaza a la i cuando el diptongo ie inicial se trueca en ye: yedra (hiedra); 4°, entre dos vocales, cuando la segunda es tónica: cayó, leyeron; 5°, se intercala por eufonía después de u tónica, seguida de una segunda vocal: arguya, contribuye, tuyo.

H

Es siempre muda, cualquiera que sea su procedencia, por lo cual en la antigua literatura está frecuentemente omitida. Su origen es múltiple. Proviene: 1°, de la h latina, que la hemos conservado siempre: haber, héroe, honor, así como de la h alemana: heraldo; 2°, de la f latina o de su letra árabe correspondiente o alemana: haba (faba), hoja (folium), alhóndiga (alfondoq, árabe),
halda (falt, antiguo alto alemán), Hernando (
Fernando, Ferdinand, Fridnand). En los monumentos literarios de la Edad Media y en las cartas pueblas, estas voces y otras semejantes, ya se escriben con h, ya sin ella, ya con la f originaria; 3°, de aspiradas árabes que han pasado a la f; almohaza (alme hassah); 4°, de la v latina, con f por intermediaria; 5°, a menudo se antepone a las vocales: henchir (umplí, omplí en chapurriau, implere), hinchar (unflá en ch. inflare). Este hecho, a primera vista caprichoso, se produce:
a), cuando una g ha desaparecido: helar (
gelá en ch.), hermano (germá en ch.), hinojo (fonoll, fenoll en ch.).
b) hie alterna con ye en hiema, yema; hielo, yelo; hieso, yeso (
ges, alchés, alchez en ch.); hierro, yerro (ervum), diferente a hiero (ferrum, ferro, fierro en chapurriau)
c) h precede siempre al diptongo ue: Huebra (Opera), huele (
fa auló en chapurriau, olet), huérfano (orphanus), Huesca (Osca), hueso (os), huevo (ou, ous en chapurriau, ovum).

P, B, F, V

P proviene de f, en golpe (colaphus).
B se confunde frecuentemente con v y viceversa. B o v provienen:
a) De f, en cuévano (
cove, covec, cophinus), Cristóbal o Cristóval (Christophorus).
b) De u, en Pablo (Paulus).
c) De o, en Ibáñez o Iváñez (Ioannes, lat.; Ivan, ruso).
d) De m, en algún caso.
F proviene, en algunos casos, de p y b: trofeo, golfo (*g), escofina (scob).
P o B pueden intercalarse alguna vez después de la m.



PARTE TERCERA.

Prosodia.

Hemos estudiado la historia de las letras en su orden descendente y ascendente. Pero las letras no sirven más que para componer exteriormente la palabra; son el cuerpo de ella: falta examinar lo que constituye en este cuerpo su vida y su alma, la prosodia, la medida del tiempo, el acento que acompaña el sonido, a fin de ver, bajo este respecto, cómo el castellano se desenvuelve relativamente a su lengua originaria. La teoría es sencilla: la cantidad primitiva ha perdido su fuerza; pero el acento, en el cual reside propiamente el centro de gravedad de la palabra, se mantiene en su sitio, y ejerce sobre la cantidad una influencia hasta ahora desconocida. La métrica, empleada en las fechas más antiguas de la Edad Media, descubre ya esta transformación prosódica. Trataremos separadamente de cada una de estas dos modalidades: la cantidad y el acento.

1. -Cantidad.

Es fácil observar, con un oído atento, que en el castellano, como en las demás lenguas neolatinas, hay una diferencia entre las largas y las breves: así, la voz beato tiene una a más larga que apto; mesa, una e más larga que esta. Por eso se oye a menudo una palabra pronunciada de diferente manera, según que se dé menos importancia a la duración más o menos larga de la vocal, aunque el acento esté correctamente. He aquí las reglas generales relativas a la cantidad:

I. Es larga toda vocal acentuada delante de una consonante sencilla, a la cual sigue una nueva vocal: la cantidad primitiva no produce ninguna diferencia. La causa de este fenómeno, conocido asimismo por el alemán y el griego moderno, consiste, en parte al menos, en la desaparición o abreviación de las sílabas de derivación y de flexión, cuya cantidad ha sido desde entonces por las sílabas breves acentuadas, a fin de asegurar a la palabra una cierta extensión. Por consiguiente, se pronuncia con la vocal larga mano (manus), arena (
e con una raya encima), solo (solus), rosa (rosa, o con una u pequeña encima), fuego (focus) humilde (humilis).

2. La vocal acentuada en posición es breve, aunque corresponda a una vocal latina, larga por naturaleza, como en gente (
gen o gent, gens), lardo (lardum), mente (mens), mil (mille), narro, nupcias (nuptiae). Claro que en gente la sílaba gen tiene menos extensión que te, pues la voz reposa sobre la consonante n; pero las dos vocales tienen una cantidad igual, o son, por lo menos, las dos breves, pues ligeras diferencias de cantidad no pueden siempre ser medidas con precisión exacta aun por el oído más atento. Así ningún español pronuncia gente de tal suerte que la e equivalga a dos breves. Una muda con r, que ya no está en posición en latín, hace que la vocal precedente pueda ser pronunciada larga en castellano, como en libro (llibre en ch. liber), piedra (pedra en ch. petra), estupro (stuprum). La brevedad se pierde cuando una de las consonantes (lo cual es frecuente) se elide o resuelve en una vocal, como en auto (acto). Al lado de la posición latina se presenta, con una acción igual sobre la cantidad, la posición castellana: prodúcese por la caída de una vocal o por el tránsito suave en una consonante. Ejemplos: hombre (home en ch. hominem, homnem), escollo (scopulus, scoplus). El hecho de que la cantidad dependa de la posición, se comprueba en los ejemplos visita, al lado de vista. La vocal castellana en posición puede dilatarse en un diptongo; pero si se compara este diptongo con el que se produce delante de una consonante sencilla, encuéntrase que el primero responde solamente a dos breves (fuent-e), y el segundo a una breve y una larga, es decir, a tres breves (fueg-o).




3. Las vocales átonas son breves, sin tener en cuenta su cantidad primitiva: infinito (infinitus), natural (naturalis), maravilla (mirabilia). Por esta razón, los diptongos se reducen a menudo a vocales sencillas: escuchar (escoltá y auscultá (dotó o meche) en ch. auscultare), agosto (agost en ch. augustus), oreja (orella, aurella en ch, auricula). Si las sílabas átonas preceden a las acentuadas, no es necesario que sus vocales tengan todas una brevedad igual. Si la vocal átona está colocada después de una sílaba acentuada, aquélla es la más breve posible, como en bellísimo. Los diptongos, o las vocales en posición, no pueden encontrarse en esta situación, y la larga latina está siempre abreviada: contra, a con una raya encima, pronúnciase contra, a con una u pequeña encima.

Estos principios sobre la prosodia castellana, son generales asimismo a las demás lenguas neo-latinas.

Respecto de nuestra lengua, bueno será advertir además que la cantidad, como dice Rengifo en su Arte poética, caps. VI y VII, se reconoce por el acento. Larga es la sílaba que tiene el acento principal, y todas las otras sílabas son breves. Que la sílaba sea larga, no determina, ni implica materialmente que sea larga la vocal acentuada, porque ésta se halla sometida a principios generales. Sobre las sílabas finales y medias, hay que notar lo siguiente:

1° La tónica final es en castellano aguda, pero no larga: dará, traspié, aquí, resistió, Perú. Igualmente lo es la vocal acentuada que está delante de una consonante final, como en oficial, cruel, sol, español, azul, capitán, bien, jardín, león, común, mar, amor, compás, francés, decís, Dios, Jesús, rapaz, altivez, feroz, feliz, cruz, verdad, salud, virtud.

2° Las consonantes dobles latinas se simplifican, según ya se ha dicho, en nuestra lengua, y esto determina que sea larga la vocal precedente.

II. -Acento.

Conserva, por lo común, su sitio primitivo, sin que por esto falten excepciones. Aquí nos referimos al acento agudo; el grave se ha perdido en los dominios de la atonía. El acento es el eje de las palabras consideradas históricamente. Con la pérdida de la cantidad se han modificado, es verdad. las dimensiones de las sílabas, establecidas en los fundamentos del edificio del lenguaje y que protegen las raíces como los sufijos; con la del acento, la palabra se hubiera convertido en otra, la lengua habría perdido completamente su genuina índole histórica.

1.° El verbo es la parte de la oración que con más frecuencia presenta los cambios del acento, según se verá, en su correspondiente lagar, en el libro II de estas notas gramaticales. Algunos verbos llevan hoy el acento de la segunda o tercera sílaba en la primera: coopério = cubro, in-delégo = en-
dilgo (endilgo).

2: El sufijo diminutivo íolus toma el acento sobre la segunda vocal: filíolus (
fillól en ch.) = hijuélo. La causa es, sin duda, que ió se presta más al diptongo que ío. El sufijo inus, asimismo, modifica el acento: cédrínus = ce -trino (cetrino). Por ilis e icus, ica, encuéntranse también ejemplos con el acento en diverso sitio.

3: Delante de las mudas acompañadas de r, el acento está algunas veces en donde se reconoce como breve la vocal en latín. Ejemplos: alégre, culébra, entéro (
íntegro, integrum), tiniéblas.

4.° Sin esta condición, también el acento cambia de lugar en diferentes palabras.
Las más importantes son las siguientes:
acebo (aquifolium), albedrío (arbitrium), Cartagena (Carthaginem), dádiva (dativa), dios (deus), yo (ego), hígado (
feche en ch. ficatum), héroe (heroem), impío (impius), impúdico (impudicos), mujer (mulier, mulieris, lat. med.), patena (patina), pelícano (pelicanus), pero (per hoc), reina (regina), rúbrica (rubrica), sino, si no (si non), tábano (tabanus), trébol (trébol : tres fulles en ch. trifolium).

5.° El acento que se encuentra en vocal distinta, está sometido a los accidentes fónicos de las vocales acentuadas; por ejemplo: ordeno (ordino), tinieblas (tenebrae). Sin embargo, hay muchos casos en que la vocal permanece intacta: imagino.

6.° Las palabras griegas empleadas por los romanos, conservan en general su acentuación latina sometida a la cantidad. Ejemplos (
sin transcribir el griego): aviso, amatista, iglesia, cólera, elogio, palabra, sátrapa, pasmo, tallo, talento. Empero, hay muchas palabras que no obedecen a los principios determinantes de la prosodia latina para seguir la acentuación griega; lo cual no es fortuito, sino consecuencia de determinados principios que ha mantenido particularmente el griego
de la Edad Media. Los ejemplos de esta influencia pudieran ser muchos; he aquí algunos: acónito, lat, acon
ítum), idea, ídolo, tisana (ptisana). -El acento griego subsiste también en muchos nombres geográficos: Ebro, *g, Epiro (*g). -Sin embargo, hay también otras palabras, cuyo acento, a pesar de proceder directamente del griego, ha sufrido un cambio de sitio en castellano: espasmo, talega, cama.
La influencia más fecunda del acento griego se manifiesta en el sufijo ia, en el cual la i, lo mismo que en el griego ia (
i + alfa) lleva frecuentemente el acento. Ejemplos: filosofía, sophia en Prudencio, monarquía. Igualmente en ciertos nombres geográficos en ia. Ejemplos: Alejandría, Antioquía, y también policía (actual política, politia).

7.° En la acentuación de los nombres de personas hay que observar muchas y diversas particularidades, dependientes, más que de una regla fija, del capricho de la lengua:
estas palabras son generalmente extrañas al elemento popular. Ejemplos: Darío (*g, Darius), Jacobo (*g, Jacobus), Basilio (*g, Basilius), Isidro, Isidoro. Al lado de estos nombres, que tan varia acentuación castellana ofrecen, ya conservando, ya modificando la griega, contrasta la regularidad de los nombres propios griegos en eus, los cuales tienen una e acentuada: Orféo, Peleo, Teséo, Perséo. Los nombres en on llevan el acento en esta última sílaba: Agamenón, Gerión, Jasón. Los
nombres bíblicos, excepto los terminados en a, como Eva, acentúan la vocal última:
Jefté, Josué, Noé, Leví, Jericó, Esaú, Jacob, etc.

8.° Las voces de origen alemán, cuando tienen el acento en la penúltima y terminan en una vocal átona, conservan en castellano el acento primitivo: huésa (hósa),



LIBRO SEGUNDO.

FLExiÓN o ESTUDIO DE LAS FORMAS GRAMATICALES.

El castellano, como las demás lenguas neo-latinas, ha perdido una parte de las antiguas formas de flexión. La causa de este fenómeno radica en cierta negligencia propia de las lenguas populares. La pronunciación de estas formas, rigurosamente sometida a las leyes de la cantidad. hácese difícil, e incómoda su variedad; su sonido, como su sentido, se obscurece, y el espíritu, que tiende siempre a la precisión, busca, en el empleo de las palabras auxiliares apropiadas, la manera de llenar el vacío que por tal modo se ha producido en el organismo del lenguaje. Estas palabras auxiliares, usadas
ya aisladamente, ya como afijos, cambian de ordinario su propia significación por una más abstracta que responde a la forma gramatical que se han encargado de representar. En rigor, el estudio de estas palabras no debería mezclarse con el de la flexión, de la que son la negación: sería más propio
dejarlas para el libro III, o sea el de la formación de las palabras, o para la sintaxis. Mas, en realidad. separar estas palabras del libro que trata de la flexión, sería dislocar lo que el sentimiento popular ha unido, y establecer vacíos que no puede tolerar la Gramática de una lengua sintética. Es, por consiguiente, razonable subordinar, en favor de la práctica y de la claridad. la teoría, y unir inmediatamente al estudio de las flexiones el de las palabras auxiliares.

PRIMERA PARTE.

Declinación.

Afecta al sustantivo, al adjetivo, al numeral y al pronombre: su oficio es señalar el género, el número y el caso.

I. -Sustantivo.

Como compañero casi inseparable del nombre, y precediéndole siempre, aparece el artículo, desconocido en el latín, declinado con de y ad. Su derivación de ille, del cual ha conservado ya la primera sílaba, ya la segunda, es evidente. Parece que la primera sílaba del pronombre latino, en su calidad de acentuada, hubiera debido tener la preferencia para la formación de esta nueva parte del discurso; pero la segunda había para ella de contener la flexión, y así se emplean las dos. Hasta el siglo VI no hay ejemplos de la aparición del artículo. Y no se introdujo para distinguir los casos y los números, papel que no podría desempeñar, pues su flexión es tan defectuosa como la de
otros nombres, sino que su empleo parecía determinado solamente por la razón sintáctica de separar de una manera más distinta el individuo de la especie, por lo cual se encuentra también en las lenguas de flexión completa. Así vemos en el mismo sentido empleado como artículo el numeral unus, para designar una unidad determinada, lo mismo que en alemán ein y en griego (
*g, parecido a Evxc).
-Como el artículo ille es casi inseparable del sustantivo, y por sí mismo nada expresa, le señalamos este lugar en el estudio de la flexión del sustantivo.

1.° Cinco declinaciones, según la antigua división, comprendía el sistema entero de la flexión del sustantivo latino. La marca o señal de las tres primeras se ha conservado, más o menos fielmente, en nuestra lengua; la cuarta ha pasado a la segunda, como lo prueba el plural frutos (
fruits en ch. fructi); los nombres de la quinta ya han pasado a la primera, como día (dies), ya han conservado su forma, tomando puesto entre los de la tercera: fe (fides), especie (species).


El paso de una declinación a otra, se produce algunas veces por las tres que han subsistido. No obstante, son raros los ejemplos de palabras cuyo cambio de declinación no ha sido determinado por la intención de dotarles de otro género. Paso de la tercera a la primera: neptis = nieta. De la tercera a la segunda: codex = códex, código. De la cuarta a la primera: nurus = nuera. Estos tránsitos de una declinación a otra han creado gran número de heteróclitos, porque a menudo la antigua declinación de una palabra persiste al lado de la nueva, y muchas veces el cambio de forma ha introducido un nuevo sentido.

2° El género puede estudiarse a la vez que la flexión, porque va inseparablemente unido a las formas de la declinación. En la aplicación del género no sigue el castellano al latín con regla fija; antes, por el contrario, obran en su formación las causas más diversas. Pueden citarse muchos ejemplos de estos cambios: a) La terminación a de la primera declinación, ha conservado su género. Ejemplos: el papa, el poeta, el profeta. Las terminaciones en a son masculinas cuando designan una persona masculina: el cura, el justicia. Palabras nuevas: el camarada, el corneta, el guardián, el guía, el centinela, el espía, el trompeta, el planeta, el espada. Otras modificaciones del género que implican, en tanto que pueden reconocerse, un cambio de declinación, son: lagarto (lacerta), madero y madera (materia), olivo (oliva, árbol), meollo (medulla).
b) Terminación us de la segunda y cuarta declinación. Ejemplos de masculinos convertidos en femeninos: fruta (fructus), grada (gradus), huerta (lo
hort, la horta en ch. hortus), rama (lo ram, la rama en ch. ramus), tumba (*g). Todos los femeninos de esta terminación se convierten en masculinos: abyssus, porticus; los nombres de piedras preciosas, como sapphirus (el zafiro); los de árboles, como buxus (el boj, lo boix en ch.), cupressus (lo siprés en ch.), ebenus (-um), ébano, fraxinus, laurus, pinus, platanus, de donde se derivan aviso, pórtico, boj, ciprés, ébano, fresno, laurel (lloré en ch.), pino (pi en ch.), plátano (platané en ch.). Algunos de estos vocablos, como cupressus, laurus, platanus, eran igualmente empleados por el latín arcaico como masculinos. Manus ha conservado su género femenino. Pharus, cristallus, ficus (la figa, les figues, la figuera, les figueres en chapurriau) son hoy también masculinos; pero smaragdus (esmeralda) es, sin embargo, femenino.
c) Terminaciones o, io. El masculino ordo es en español orden, común. Margo igualmente: margen (
marge en ch.). Pipio y titio son masculinos: pichón, tizón (teó, tió en ch.). El femenino origo da el masculino origen.
d) Terminaciones er, or, os, ur, us, oris. Carcer = cárcel, uter = odre, flos = flor, lepus = liebre (
llebre, liebre en ch. llépure rumano). Los masculinos de la terminación or, oris, conservan su género en español; pero hay algunos comunes, como color (coló en ch.), claror (claró en ch.)
e) Terminaciones as, es, is, us. Masculinos: limes = límite, crinis = crin, fustis = fuste, pulvis = polvo. Femeninos: sementis = simiente (
llaó, sementera en ch.), potestas = potestad, callis = calle (carré y carrera en ch.), canalis = canal, cinis = ceniza (sendra en ch.), finis = fin (común), grus = grúa.
f) Terminaciones us, rs. Masculinos: dens = diente (
una den, dos dens en ch.), pons = puente (un pon, dos pons en ch. común). Femeninos: frons-tis = frente (lo o la fron en ch.), gens = gente (la gen o la chen en ch.), sors = suerte (la sort en ch.). Comunes: infans = infante (infán, chiquet, sagal en ch.).
g) Terminación x. Masculinos: cimex = chinche. Femeninos, en parte comunes: lynx (masc. solamente en Horacio) = lince, perdix (alguna vez masc.) = perdiz (
la perdiu, lo perdigot, la perdigana en ch.).
h) Los neutros toman el género masculino, rara vez el femenino. A estos últimos pertenecen cochlearium = cuchara (
la cullera, les culleres en ch.), culmen = cumbre, legumen = legumbre (la llegum, les llegums en ch.), lumen = lumbre (la llum, lo foc en ch.), fel = hiel (fel en chapurriau), mel (mel en chapurriau, qué es mes dols que la mel? -Una figa en pel.) = miel.

Además de estos neutros y de algunos más, se encuentran otros que, por el paso de su forma plural a la primera declinación, se han convertido en femeninos. Ejemplos: arma = arma, cilia (
sella en ch. selles) = ceja, festa (festa en ch.) = fiesta, folia (fulla, fulles en ch.) = hoja, gaudia = joya, ligna = leña (lleña en ch.), luminaria (llumenária en ch.) = luminaria, opera = obra, signa = seña (señal, siñal en ch.), insignia = enseña, tormenta = tormenta, vela = vela, vota = boda. Los nombres de
frutas deben también contarse entre los de esta clase. Ejemplos:
cerasum (
sirera, sireres en ch.), fragnum (fraula en valencià, fresa, frses en ch.), morum, pomum, pirum, prunum (pruna en ch. rumano, como el palinca de pruna, aguardiente de ciruela, etc),
cereza, fresa, manzana, mora, poma (manzana), pera, ciruela. Deben añadirse a estos nombres un gran número de neutros de adjetivos: batualia = batalla, mirabilia = maravilla, nova (
nou, nova en ch.) = nueva.

3: Acerca del número hemos de notar que los sustantivos latinos que son exclusiva o preferentemente usados en plural, permanecen por lo general en el mismo número en nuestra lengua. Así, aquae (en el sentido de aguas termales) = las aguas (
les aigues termals en ch.), braccae = bragas (les bragues en ch.), exequiae = exequias, nuptiae = nupcias, sponsalia = esponsales, tenebrae (la tenebra, les tenebres en ch.) = tinieblas. Hay además muchas palabras nuevas de igual índole que, por la idea que expresan, se usan siempre en plural: albricias, entrañas, tenazas, tijeras.

4.° Las partículas de los casos de nuestra lengua son: para el genitivo
de, para el dativo a; sólo el castellano antiguo apostrofa la e de de.

ARTÍCULO.

Masculino: el
Femenino: la
Neutro: lo
Del
De la
De lo
Al
A la
A lo
El
la
lo
Plural: los
las

De los
De las

A los
A las

Los
las

En ciertas circunstancias el dativo hace también la función del acusativo. Hay que observar:
a) El artículo neutro es una adquisición propia del castellano, y no se emplea más que con el adjetivo abstracto elevado a la calidad de sustantivo: lo bueno, lo grande, lo mejor, lo mío. Lo por él se encuentra en los antiguos, particularmente en el dialecto leonés y aragonés; por ejemplo: lo lazo, lo chico (niño); y se une a las preposiciones, según se indicará más adelante.
b) La elisión de la terminación femenina no ha llegado a ser común. Para evitar el hiato cambiase la delante de a por el, sin atender al género: el agua, el águila, el ala, el alba, el alma, el ave; plural, las aguas, etc. Este empleo del artículo masculino, que en tiempos antiguos tenía también lugar delante de otras vocales (el esperanza, el hora), no es común delante de todos los femeninos que empiezan por a. El uso de el delante de las voces femeninas, es debido según la aplicación de Delius, Jahrb. IX, 95, a una elisión de la a en la antigua forma ela: el águila por el ´aguila.
c) La fusión con preposiciones, hoy desconocida, era antiguamente usada. Ejemplos: enno (= enlo) pecado (Fuero Juzgo, XI), ennos prelados (libro V), enna cibdat (libro I), conna obediencia (= con
la) (Berceo, sil. 119), polla rancura (=por la) (Alejandro, 1279).


Gil Vicente escribe nel, y también naquel, naqueste. La enclisis del artículo después de palabras de otra naturaleza, como en quandol, polvo, es una forma que asimismo se encuentra en los viejos textos castellanos.

La declinación no conoce en el plural ninguna otra característica que s.

I.

Singular. Coron-a.
Plural. Coron-as.

II.

Singular. Añ-o.
Plural. Añ-os.

III.

Singular. Cort-e, flor, jabalí.
Plural. Corte-es, flor-cs, jabalí-es.

1a declinación. -Los masculinos conservan su a en el plural: poeta, poetas; poema, poemas.

2a declinación. -Algunas palabras de la cuarta declinación latina ponen u por o: espíritu, ímpetu, tribu; plural: espíritus, ímpetus, tribus. La primera, palabra eclesiástica, ha podido ser conservada en esta forma, gracias al latín spiritus; las otras no pertenecen al antiguo vocabulario castellano. Uno de los primeros ejemplos del plural
os es: villa quae ab antiquis vocabatur santos medianos. (España Sagrada, tomo XXXVII, 335, siglo IX.)

3a declinación. -a) Comprende hoy, aparte de la terminación e, todas las terminaciones consonantes, como ciudad. ciudades; mies, mieses; rey, reyes; y asimismo, aunque la palabra (como dios, mal, apóstol) haya originariamente pertenecido a la segunda (los antiguos decían dio, plural dios; malo, apostolo). Además, las palabras extranjeras con vocal final acentuada: albalá, albalaes;
alelí, alelíes; biricú, biricúes.
b) Pie tiene por plural pies y no piees (arc. piede, piedes); maravedí tiene maravedís, maravedíes, maravedises; canapé, canapés; café, cafés.
c) El vocablo arc. res (res mala, Berceo) tiene, en general, el acusativo singular ren.
d) Una regla ortográfica obliga a que y pase a ces y j a ges: perdiz, perdices; reloj, relojes.
Indeclinables. -Son las terminaciones átonas es, is, como en lunes, hipótesis,
crisis.

II. -Adjetivo.

Hay que considerar, a propósito de su flexión, tres puntos: el género, la declinación y la comparación.

1.° Género. -La lengua latina posee adjetivos de tres y de dos formas de género, y otros que no tienen ninguno, al menos en el singular,
a) Los de tres formas tienen las terminaciones us, a, um (bonus, bona, bonum); er, era, erum (liber, libera, liberum); y en el estilo elevado er, ris, re (acer, acris, acre).



b) Los de dos formas reúnen los géneros masculino y femenino en una sola terminación is,
y tienen para el neutro e (brevis, breve); los sustantivos de acento móvil en tor, femenino trix, son también empleados como adjetivos y tienen en el plural un género neutro (victores, victricis, victricia); pero como propiamente son sustantivos, no son susceptibles de comparación.
c) La mayor parte de los que no tienen género (uniformes) terminan en s o x.

El neutro del adjetivo se ha confundido, en castellano, con el del sustantivo. Solamente cuando el adjetivo hace el oficio de un sustantivo abstracto, permanece con el sentido latino del neutro, como en lo bello = *g.

Las terminaciones de género en los adjetivos castellanos, son las siguientes:
a) Las terminaciones us, a, persisten: bueno, buena. Con éstas se han confundido er, era; siendo de advertir que el acusativo de er, erum, es la base de la forma masculina, de donde procede negro, tierno, otro, neutro, nuestro. Algunos pasan a la clase de uniformes, como firme, libre, pigre. Para la tercera clase er, eris, en la cual las dos terminaciones concuerdan en el acusativo rem, no podía haber más que una terminación común. Ejemplos: acre, alegre (alacrem), campestre, célebre, pedestre, salubre, silvestre. Los adjetivos en is no tienen más que una terminación, como breve, dulce.
b) Los adjetivos de una sola terminación subsisten de igual modo en castellano.

Nuestra lengua, como las demás neo-latinas, tiene predilección por la clase del adjetivo us, a, que distingue los géneros.

2: La declinación del adjetivo es, en latín, semejante a la del sustantivo, y, de la misma manera, no difieren tampoco ambas en castellano.

3: Una particularidad del adjetivo (como del adverbio, su derivado), es la comparación. A este efecto, el latín posee tres formas propias: para el comparativo ior, para el superlativo imus e issimus. El castellano ha renunciado en principio a esta comparación, reemplazándola por el conocido procedimiento de la perífrasis. Tampoco el latín desdeñaba este procedimiento; pero no
lo empleaba más que cuando la radical del positivo terminaba en vocal, y entonces formaba el comparativo con magis y el superlativo con maxime: pius, magis pius, maxime pius. Nosotros hemos tomado por modelo esta formación perifrástica, mediante adverbios; pero no usamos siempre las mismas palabras. Así conservamos para el comparativo magis: más dulce. No así la forma perifrástica latina del superlativo; pero sí, en cambio, en el sentido absoluto subsiste la forma directa, como bellísimo, bonísimo (
boníssim en ch. buenísimo).

Persisten en castellano algunas formas de gradación, cuyos positivos faltaban ya en latín o se han extinguido en el tránsito histórico o morfológico. Ejemplos: ulterior, interior, exterior, inferior, superior, posterior.

4.° Sobre el adjetivo castellano debe además advertirse particularmente lo que sigue:

Variable: a) Masc, o, fem, a: pur-o, pur-a; plur. : pur-os, pur-as. Las palabras bueno, malo, santo, suprimen delante del masculino la vocal de flexión; santo, además, su última consonante. Así se dice buen caballo, mal hombre, San Pedro. Santo permanece intacto en Santo Tomás, Santo Domingo, etc. Los adjetivos numerales primero, tercero, postrero (
último), suprimen también la vocal final delante de los masculinos: primero, intacto en los poetas y delante de los femeninos; ciento se abrevia en cien.



b) Masculino sin señal de flexión, fem, a: español, español-a; plural: español-es, español-as. A esta clase puede decirse que no pertenecen más que las palabras que al mismo tiempo son sustantivos, sobre todo nombres comunes, como alemán, catalán, francés, burgalés, andaluz; pero encuéntranse también nombres comunes, como tajador, alazán, holgazán; montes (montensis) es una excepción.

Son invariables todos aquéllos en e, i, y la mayor parte de los adjetivos propios terminados en consonante, como fuerte, plural fuert-es; común, comun-es; ruín, ruín-es; mejor, mejor-es; cortés, cortes-es; veloz, veloc-es. Vese aquí también grande abreviarse en el singular: gran caballo.

COMPARACIÓN.

1.° Se expresa mediante
más colocado delante del positivo; comparativo, más fuerte; superlativo, el (la) más fuerte. Los antiguos empleaban también plus por más: comparativo, plus generales (Alejandro, 9); plus blanco (ib. 1.244; Berceo, Mill. 438); plus bermejo (ib. Sil. 230).

2: A los comparativos orgánicos no pertenecen más que los siguientes: a) Los anormales:

bueno mejor óptimo
malo peor pésimo
grande mayor máximo
pequeño menor mínimo

Comparativo también más bueno; superlativo también, el mejor, el más bueno.
b) El superlativo ísimo, érrimo, empleado solamente en sentido absoluto y no por todos los adjetivos: durísimo, piísimo, utilísimo, celebérrimo, misérrimo. En su formación:
a) el diptongo de la radical vuelve a su vocal primitiva: bueno, bonísimo; fuerte, fortísimo;
b) c truécase delante de la flexión en qu, y o c: blanco, blanquísimo; feliz, felicísimo;
c) la final contraída ble vuelve a tomar la vocal expulsada: amable, amabilísimo;
d) algunas palabras restablecen también la consonante sincopada: fiel, fidelísimo;
e) la terminación átona io se cambia en ísimo en lugar de iísimo: recio, recísimo.

III. -Numeral.

1.° En latín no es susceptible de flexión en todas sus modalidades. Los números cardinales de 4 a 100 carecen de flexión; viceversa los ordinales, distributivos, multiplicativos y proporcionales, que gozan de la flexión ordinaria del adjetivo. Entre los cardinales (por flexión entendemos también la designación del género),
unus solamente es flexible; duo no lo es hoy, pero lo fué antiguamente; ambo es declinable; ducenti, trecenti, etc. igualmente; las demás especies siguen la declinación del adjetivo.
2: Refirámonos, pues, particularmente al numeral castellano: uno, una. Dos carece de género, pero existe el arcaico
duas, dues: duas naves (Alejandro, 425); duas virtudes (Fuero Juzgo, págs. II y sig.); dues fijas (Mío Cid. 255). Ambos, ambas. De 3 a 100 no hay flexión; pero úsase doscientos, doscientas; trescientos, trescientas, etc. Mil carece de forma plural; dícese dos mil, tres mil.

IV. - Pronombre.

1.° En latín tiene, ya su flexión propia, indicada generalmente por el genitivo ius, ya la flexión ordinaria de los adjetivos. A la clase de los que tienen flexión propia pertenecen, sobre todo, los pronombres personales ego, tu, sui; además ipse, hic, ille, is, iste, qui y quis, unus, alius, ullus, nullus, alter, neuter, uter, cuya declinación no se aparta de la del adjetivo más que en algunas
ocasiones. A la segunda clase corresponden el posesivo meus (meu en ch.), tuus (teu en ch.), suus (seu en ch.), noster (nostre en ch.), vester (vostre en ch.) y las demás palabras pronominales.
-No todos estos pronombres han pasado a nuestra lengua, pues de los citados nos faltan hic, is, uter, ullus; otros se han creado de nuevo por composición, según veremos más adelante. Aunque debiéramos estudiar solamente los que ofrecen en su flexión algún rasgo particular, antiguo o moderno, es también útil mencionar los pronombres más importantes, análogos en su total estructura al adjetivo.

En la flexión del pronombre, el castellano ofrece más vida que en la de las otras partes de la oración de que ya hemos tratado. Aquí la flexión no ha ido a perderse completamente en la forma del acusativo: no sólo el nominativo ha conservado en gran parte sus derechos, sino que también el genitivo y el dativo han sido utilizados, a fin de obtener una distinción más precisa de caso, y, por consiguiente, mayor facilidad de expresión.

2: Los pronombres personales latinos corresponden en castellano a las formas siguientes:
Singular.
yo tú él, ella, ello
de mí de tí, de sí de él, de ella, de ello
a mí a tí, a sí a él, a ella, a ello
mí tí, sí él, ella, ello

Plural.
nos vos ellos, ellas
de nos de vos, de sí de ellos, de ellas
a nos a vos, a si a ellos, a ellas
nos vos, sí ellos, ellas

Observaciones:
1a: El acusativo no aparece más que acompañado de una preposición; en el caso de dependencia directa del verbo, la preposición del dativo es la que se emplea: así, amo a tí, y no amo tí.
2a: La lengua moderna ha alargado nos y vos en nosotros (nosotras) y vosotros (vosotras), expresiones que antiguamente encontrábanse algunas veces, pero sin referirse a ninguna regla determinada: lo usual era la palabra simple, que hoy sólo tiene valor en el estilo cancilleresco.
3a: Él es apócope del arcaico
elle o ele, el cual también existe en la forma elli ( = egli, italiano) (Berceo, Sil. 20). Por de el se emplea el compuesto del, y antiguamente della, dello.
4a: La unión con
con produce el pleonasmo arcaico conusco (nobisc.) y convusco.

PRONOMBRES PERSONALES CONJUNTIVOS.
Singular.
Dat.: me te se le le (la) le (neut.)
Ac: me te se le la lo (neut.)

Plural.
Dat.: nos os se les les
Ac: nos os se los (les) las

a) Vos, por la abreviada os, es forma anticuada: non vos puet valer (Berceo, Mil. 202); preguntarvos (248); contarvos (Duel. 28); fablarvos (Ruiz, 5). En el siglo XV empléase aún vos al par que os.
b) Los dativos le y les acercábanse más, bajo su forma anticuada li, lis, al latín originario
illi, illis: dandoli (Fuero Juzgo, p.a II); pedirli (ib. IX); guardabali (Berceo, Sil. 24; lis, ib. 25; Loor, 60).
c) El acusativo singular le por lo (latín illum), que obedece mejor las leyes fónicas, es una forma disimilatriz enfrente del neutro lo. Pero la lengua antigua lo empleaba también como masculino: exienlo ver, non lo detienen, judguestilo (Bc, Mil. 230). De este le ha salido la forma paralela muy usada, les por los. Pero la forma la, más usada aún para el dativo femenino le, no puede justificarse bajo ningún punto de vista gramatical.
d) Una razón de eufonía ha determinado la regla de que le, lo, la, les, los, las, se cambien por
se delante de las palabras enclíticas que comienzan por l: sela por lela; selas por leslas,
e) La antigua lengua gozaba todavía de la libertad de emplear como sufijos, al modo provenzal, con supresión de e, o, me, te, se, le, lo: todom lo pechará, quet pudo engendrar, ques casaren (Fuero Juzgo); nol coge, la manol va besar, qnel fará pro Cal, e D.; fizol, dixol (Bc); librol, chol (Conde Lucanor) Hasta el siglo XIV hállanse muchos casos. Y en el siglo XV se encuentran también ejemplos de la tercera persona, como
quel (que lo) despoje (Juan de Mena, Coron. 43), nol pude hablar, nol dexan (Canc. gen.)

3: El posesivo tiene dos formas; la primitiva es:
Masc.: mío, tuyo, suyo,
nuestro, vuestro, suyo.
Fem.: mía, tuya, suya,
nuestra, vuestra, suya.

Con el plural regular. Por nuestro, vuestro, existe la forma anticuada
nueso, vueso.

Una abreviación sin género y sin artículo es:
mí, plural: mis; tu, plural tus; su, plural sus.

Los antiguos empleaban to, so, plural tos, sos (
tons pares, sons pares en chapurriau); y también, al modo provenzal, sa por su. (sa, san germana, sa padrina en chapurriau).

4.° Demostrativos.
Ese y aquese, este y aqueste (las segundas formas son anticuadas), tienen la flexión siguiente:

ese esa eso
esos esas

Él se declina como el artículo, esto es:

él, los la, las lo

Igualmente aquel, aquella, aquello; plural: aquellos, aquellas.

Observaciones:
a) Al antiguo español
elli, corresponde aquí un nominativo y acusativo essi (Berc. Sil. 15); y a menudo esti (Fuero Juzgo, p. II; Berc. Mill. 20.)
b) Los antiguos empleaban también en lugar de
el, la forma más completa ello, por ejemplo: ello mal (F.J. 108 b); ela maldat (XIII, a); non governaven elos poblos que los (les) eran dados (V.a); ellas cosas, las quales, etc. (V. b)

5.° Interrogativos y relativos. Que, sin flexión; quien, plur. quien y quienes; cual, plur. cuales, común (neutro lo cual), con el artículo relativo; sin él, interrogativo.

Observación. -Qui (latín
quis), cuyo lugar ocupa en castellano quien, hoy ha desaparecido (pero no en chapurriau); pero los antiguos lo empleaban con un valor igual al italiano chi o che: qui? (Berc. Sil. 246; Mill. 108; Mili, 55); sin interrogación (Alx. 94), el qui la face (lo qui -que la faigue en chapurriau) (F. J. I.a, comp. 22); los qui (Berc. Sil. 138); en qui, personal (Sil. 288, Mili. 143); neutro (ibid. 19).

6.° Al italiano
altri (atre en chapurriau) corresponde nuestro antiguo otri, que se usaba así en el caso oblicuo como en el directo, por ejemplo: dotri (d´atre, datre, de un atre en chapurriau) (F. J. 61.a), a otri (10.a), por otri (31.a) El latín alius no ha legado al castellano más que el neutro arcaico al.

Uno y sus compuestos alguno y ninguno, se abrevian en un delante de los sustantivos. Alguien, cada, nadie, lo mismo que los arcaicos
qualque, quisque, son comunes y carecen de plural.

SEGUNDA PARTE.

Conjugación.

I. -Relación con la conjugación latina.

La flexión del verbo latino, si se la compara con la de otras lenguas antiguas, particularmente con la del griego, ofrece rasgos particulares de descomposición. El cual se ha extinguido; los tiempos se obtienen en parte por la perífrasis; falta entre los modos el optativo, entre las voces la media. Empero, esta parte de la oración ofrece todavía formas ricamente desenvueltas. Nuestro objeto principal será investigar las vicisitudes que ha experimentado el verbo latino al pasar al dominio
casllano.

I. -Activo.

Indicativo. -El presente, el perfecto y el imperfecto se han conservado: canto, cantaba, canté. El pluscuamperfecto existe también: cantara. (
si yo cantara en chapurriau)

Subjuntivo. -El presente subsiste; el imperfecto se ha extinguido, así como el perfecto. El pluscuamperfecto se conserva: cantase. (
si yo cantara en chapurriau)

Imperativo. -Se ha conservado en el primero de sus tiempos, con una forma propia para el plural: canta, cantad (
canta, cantéu en chapurriau).

Infinitivo. -No ha conservado más que el presente: cantar (
cantá en chapurriau).

Gerundio. -Existe bajo la forma de su ablativo: cantando (
cantán en chapurriau).

Supinos. -No existen: sus funciones las hace el infinitivo.

Participios. -Se conserva el de presente con valor de adjetivo: cantante (
cantán en ch.)

Hay que reconocer, por lo dicho, que el verbo activo ha salido bastante completo en este naufragio de las formas gramaticales. Sin embargo, tres tiempos, el imperfecto de subjuntivo, el perfecto del mismo y el futuro simple han desaparecido, por su semejanza más o menos exacta con otras formas temporales; como
cantarem, por ejemplo, que, si no se pronunciase bien la vocal de flexión e, podría confundirse con cantarim, cantaram, cantabo con cantabam; audiam, futuro con audiam, presente. Estos tiempos se han reemplazado en castellano por la perífrasis, valiéndonos del verbo haber e, unido ya al participio, ya al infinitivo. Por este medio también hemos ganado, desde el punto de vista de la representación exterior, otros tiempos, además de los que la conjugación
latina nos ha ofrecido; pero no hay necesidad de explicar cuánto ha perdido, en cambio, el castellano por este procedimiento, en lo relativo a la intensidad de la expresión.
a) Para varios tiempos del pasado, se emplea
habere unido al participio pasivo; y así, por ejemplo, he cantado (es decir, habeo cantatum, hay cantat en chapurriau), está en lugar de cantavi; habere se
despoja de su significación individual y sirve como auxiliar para designar las relaciones subjetivas (personales) de la acción expresada por el verbo al participio. Aparte la acción del verbo, el participio no tiene otro oficio que expresar en general el pasado, del cual el auxiliar ha tenido la función de expresar la determinación precisa y gradual: he, había, hube cantado. Lo que puede sorprender en este método perifrástico, es solamente el empleo del participio pasivo; pero como habere era en su origen un verbo activo, no podía unirse a él más que un participio pasivo. No era desconocida o extraña al latín esta perífrasis, pues léese en Cicerón: habeo perspectum, habeo cognitum, satis dictum habeo; y con la adición de un régimen, habeo absolutum epos, bellum diis indictum habuit, sinónimos de perspexi, cognovi, dixi, absolvi, indixit.
Du Cange pone algunos ejemplos de la baja latinidad. como postqnam eam sponsatam habuit. Aquí el verbo auxiliar aparece ya claramente en su paso a la significación abstracta; pero posee todavía su fuerza activa rigiendo acusativo. Propiamente hay en esta clase de perífrasis una elipsis: habeo absolutum epos, debería ser explicado por habeo a me absolutum epos, si fuera precisa alguna explicación para un fenómeno tan natural como el uso abstracto de la idea fundamental de habere.
b) Empléase también el verbo habere para la perífrasis del futuro. Conforme a la fórmula del pasado, se hubiera podido escoger el futuro del participio pasivo; pero la sintaxis latina brindaba con un medio y ejemplo más práctico en el infinitivo unido a habere. Esta construcción, conocida también del griego, era tal vez más propia de la lengua popular que de la lengua erudita. Du Cange consigna varios ejemplos de esta naturaleza, tomados del latín de la Edad Media. La fórmula habeo audire, vino a ser exactamente habeo audiendum o habeo quod audiam. Desde el punto de vista de la forma no hay aquí más que la renovación de un procedimiento, notado a menudo en la historia de las lenguas: después de haberse convertido el verbo auxiliar en una simple palabra formal, se aglutina poco a poco como un sufijo con el infinitivo, y acaba por formar un solo cuerpo que, bajo el aspecto de un tiempo simple, reemplaza al futuro latino, producido en parte por una construcción análoga. Amabo de ama -fuio; amaré de amar -he, amar -te -he. Por el mismo método creóse con habebam un segundo tiempo que, por su sentido, corresponde al imperfecto del subjuntivo latino. Esta combinación fundióse asimismo en una forma única, bien que no se reconoce con igual claridad que la anterior: cantar-ía (cantaría).
Además de la desaparición de varios tiempos latinos, reconstruidos mediante el nuevo indicado procedimiento, falta todavía que mencionar el cambio de sentido, esto es, el paso de una forma de tiempo o de modo a otra. La causa de esta importante modificación reside sobre todo en el hecho de que muchos tiempos, por la inevitable usurpación del método perifrástico, tenían doble existencia bajo la forma sintética y bajo la forma analítica; y esta última, en virtud de su mayor claridad material, gozó de preponderancia y anuló una parte de los tiempos simples.
a) El imperfecto de subjuntivo, en razón de su flexión menos expresiva, pareció no poder ser empleado, según se ha observado ya: el lugar de este tiempo fué ocupado entonces por el pluscuamperfecto del mismo modo, suplantado a la vez por su concurrente perifrástico: cantassem (
si nosalres cantessim en català), equivalió a cantarem (si natros o natres cantarem en chapurriau).
b) El pluscuamperfecto de indicativo subsiste en nuestra lengua, pero con una significación indecisa: en castellano antiguo hacía paralelamente su oficio con el imperfecto de subjuntivo; en castellano moderno hace exclusivamente el oficio de este segundo: la significación
yo había amado, ha pasado a la de yo amaría.
c) El futuro anterior ha sido empleado como un futuro de subjuntivo.
d) Si entre los compuestos con
habere, el presente cantare habeo expresaba el sentido de yo tengo la intención de cantar, el imperfecto hubiera lógicamente debido de tomar el de yo tenía la intención de cantar; pero el uso proclamó el sentido yo tendré la intención de cantar. No hay completo acuerdo sobre el nombre de este nuevo tiempo. Más comúnmente lo llamamos futuro imperfecto: en efecto, responde en su significación a la forma latina cantaturus essem, que consiste en un futuro y en un imperfecto. Llamámoslo también condicional, por el papel que desempeña en la frase condicional.
e) Al gerundio se le ha atribuido el oficio de participio presente, lo que significa la pérdida de
este último.

Cuadro comparado de los tiempos y modos simples y compuestos de la conjugación latina y castellana.

SIMPLES.
Latín Castellano Chapurriau

Canto canto canto
Cantabam cantaba cantaba
Cantavi canté vach cantá
Cantaram cantara cantara
Cantabo, Cantaro cantare cantara ?
Cantem, Cantarem cante canta
Cantarim, Cantassem cantase cantara
Canta canta canta
Cantare cantar cantá
Cantando cantando cantán
Cantans cantante cantán
Cantatus cantado cantat, cantada

COMPUESTOS.

Latín Castellano Chapurriau

Cantare habeo cantaré cantaré
Cantare habebam cantaría cantaría
Cantare habui ?


Procedimientos formales.

1.° En la flexión personal, los sonidos están sometidos a la misma ley y a las mismas permutaciones que se observan también fuera de la flexión. Vamos a resumir rápidamente estos casos, apoyándolos en algunos ejemplos del latín vulgar. El procedimiento de la vocal a es sumamente variable y no puede todavía ser aquí explicado. I, cuando no desaparece, cámbiase en e: cantades, arc. (cantatis), sientes (sentís): algunas veces permanece intacta. U pasa comúnmente a o; tememos (timemus), cantaron (cantarunt). Cartas e inscripciones de los primeros siglos testifican este cambio de la i y u átonas. Las consonantes de flexión son: m, s, t, n. La m final desaparece en la conjugación como en la declinación. En el mismo latín: attinge, recipie (atingam, recipiam, en Festo). La s conservámosla en la segunda persona de los dos números: cantas, cantáis (cantas, cantatis).

Igualmente en la primera persona del plural: cantamos. T final desaparece: cantaba (cantabat). La n se conserva o no desaparece más que en las formas secundarias.

2: El castellano no ha conservado estrictamente el acento primitivo. Los puntos siguientes son los más importantes:
a) Si en el presente latino el acento está sobre la antepenúltima, adelanta en castellano a la siguiente. b) La primera y la segunda persona plural del presente de indicativo, acentúan siempre la vocal de flexión, aunque sea breve en latín.
c) La primera persona plural del perfecto de indicativo adelanta el acento latino de la antepenúltima a la penúltima sílaba: hicimos (fecimus,
vam fé en chapurriau).
d) La primera y la segunda personas plural del imperfecto de subjuntivo (pluscuamperfecto latino), colocan el acento latino una sílaba atrás: cantásemos, cantáseis (cantavissemus,
cantavissetis), si natros o natres cantárem, si vatros o vatres cantáreu en chapurriau.

3: Extraña a la gramática latina y admitida en la castellana es la diptongación de la vocal radical, cuando es e, o; rara vez cuando es i, u. Prodúcese según las reglas generales expuestas en la fonética. -La apofonía, de la que ya en latín hay ejemplos, ha hecho importantes progresos en castellano, -La atracción ha influido aunque menos, sobre la flexión del verbo.

2. -Pasiva.

La flexión de esta voz ha perecido: sólo el participio perfecto (porque el de futuro ha pasado completamente a la clase de adjetivos) se ha conservado. Este se emplea (aunque sirve de compensación a diferentes tiempos activos) para formar también, con la ayuda del verbo
esse, la pasiva toda entera. La lengua latina ha producido esta perífrasis, porque de la misma manera reemplazaba los tiempos del pasado. El verbo auxiliar está destinado a expresar por su forma la persona, el número, el tiempo y el modo; el participio da la idea, pero mantiene (lo cual no sucede en la voz activa) sus derechos como adjetivo, esto es, que cuenta con género, número y caso (nominativo).

Además del verbo
esse (sé en chapurriau), es empleado de la misma manera para esta perífrasis de la voz pasiva, el verbo stare (está en chapurriau).

Si el pasivo se ha extinguido, el deponente no ha tenido mejor suerte. Hay muchos verbos deponentes castellanos, pero tienen siempre la forma activa.

3. -Modos de flexión.

1° Flexión débil. -Las tres conjugaciones con los infinitivos arc. ere, ire, se encuentran en castellano. La conjugación en A es la primera; la conjugación en E la segunda; la conjugación en I la tercera. -Sobre los diversos tiempos, debe observarse lo siguiente:

I .° El presente impide en general la regularidad hasta suprimir completamente las vocales características e, i (ind. eo, io; subjuntivo, eam, iam): temo, tema (timeo, timeam); siento, sienta (sentio, sentiam). Estas vocales, no obstante, han subsistido en algunos verbos débiles, y constituyen una pequeña desviación del paradigma.

2: El imperfecto de la segunda conjugación sigue la forma de la tercera (latín cuarta), iebam: hubiera podido estar representada por ieva, iea; sin embargo, iva o ia, que ha adoptado el uso, no es peor que la contracción ibam, como en audibam, nutribam, scibam, servibam, vestibam y otras.
3: La flexión del perfecto avi, evi, ivi, ha sufrido absolutamente la síncopa o desaparición de la v, lo cual no se produce en latín más que en la segunda persona del singular y en la segunda y tercera persona del plural de la primera y de la segunda conjugación, y en todo el perfecto de la tercera: amé, amaste; sentí, sentiste.

4.° El participio de la primera y de la cuarta latinas atus, itus, fué fielmente reproducido por ato, ito, y las formas correspondientes. Y ¿cómo el de la segunda, que exige una vocal larga, ha sido representado? Regularmente debiera haber sido por eto; pero la lengua madre no ofrecía más que
pocos ejemplos con etus, y hasta éstos se habían perdido, pasando a la conjugación en I. Por consiguiente, adoptóse la terminación
utus, contraída de uitos, a la cual habíase acostumbrado el oído por un número considerable de ejemplos (argutus, consputns, consutus, dilutus, imbutus, indutus, minutus, secutus, solutus, statutus, tributus), aunque la vocal está en contradicción con
la del perfecto. En la baja latinidad aparece espontáneamente aplicada a los verbos nuevos: incenduta, pendutus, forbattutus, decerumtum, sterumtus, stratus, reddutus. Pero nuestra lengua, cuando ya se hubo formado, renunció al participio en
udo (no así el chapurriau, udo -ut: batut, batido, futut, jodido, mereixcut, merecido, abatut, abatido, etc), y escogió, como para el perfecto, la forma de la tercera conjugación: ido.

Muchos verbos latinos, al pasar al castellano, han cambiado una conjugación débil por otra: lat. cambire, cast. cambiar. No es siempre seguro que un nombre haya servido de intermedio, aunque sucede muchas veces, pues en el citado ejemplo tenemos hoy el sustantivo cambio, bajo lat. cambium.

2: -Flexión fuerte.

Es menester, ante todo, consignar que esta flexión ha sufrido considerables variaciones, ya por su mezcla o composición con la flexión débil, ya por su paso a ésta.
-1°: La conjugación mixta había ya entrado profundamente en la lengua latina, donde muchos verbos fuertes formaban ciertos tiempos según la primera, la segunda y la cuarta conjugación. Esta transformación ha ejercido gran influencia sobre el castellano. Notemos los puntos siguientes:
a) La mezcla con la primera conjugación no es grandemente usada en latín: prodúcese en los infinitivos crepare, cubare, fricare, juvare, lavare, plicare, secare, sonare, tonare, v
etare. En castellano la forma fuerte fué sencillamente reemplazada por la débil: soné, sonado. Es verdad que algunos de estos verbos poseen en latín una forma débil al lado de una fuerte.
b) La mezcla con las formas de la segunda conjugación es muy frecuente, de modo que el perfecto y el supino siguen la flexión fuerte, el presente y el infinitivo la débil; sin embargo, muchas formas secundarias de los dos últimos tiempos establecen la existencia primitiva de una flexión fuerte: así, al lado de ferveo fervere, frendeo frendere, fulgeo fulgere, oleo olere, strideo stridere, tergeo tergere, hállanse fervo fervere, frendo frendere, etc.; compuesto de ridere irridere puede tener una e breve, y tondo por tondeo, que se encuentra en las inscripciones, parece, por lo menos, haber sido voz popular. En castellano los verbos de esta clase no tienen la forma con e breve.
c) Aperire, fulcire, salire, sentire, sepelire, venire, vincire y otros, ofrecen la mezcla con la cuarta.

2: La transformación de la forma fuerte en débil, se producía ya en latín, aunque no pueden citarse muchos ejemplos; pero en castellano esta reforma, unida a la necesidad de la unificación de las flexiones, toma una extensión poco común, pues nuestra habla se opone abiertamente a la flexión fuerte.
a) Un corto número de verbos han pasado solamente a la primera conjugación: consumar de consumere; mear (
mingitar) de mejere; menguar de minuere, minvere (minvá, menguá en ch.).
b) El paso a la tercera (castellana), que estaba más próxima de la segunda, es de mucha importancia. Ejemplo: con e originariamente breve, concebir, fingir, huir (
fuchí o fugí en chapurriau, fugere), morir, parir, seguir, convertir. Es de notar que en las antiguas formas latinas se encuentra parire por parere. Ejemplo: con e originariamente larga, lucir.
c) Un número todavía más considerable permanece fiel a la e del infinitivo, a pesar de que estos verbos pertenecen a la forma débil son hoy los de la segunda conjugación castellana.

Por esta decidida inclinación del castellano hacia la forma débil, el paso de los verbos débiles a la forma fuerte es un hecho apenas posible. Así, todas las nuevas creaciones con elementos latinos o extranjeros acomodáronse a la forma débil.

Relativamente a los tiempos primitivos de la flexión fuerte, es menester todavía observar lo siguiente:
Infinitivo.
a) Es caso raro el de alargarse la e breve: cadere, capere, sapere.
b) El paso de la e a i, se efectúa con poca frecuencia en la flexión fuerte: decir (dicere).
c) Los infinitivos con e breve (acentuados sobre la radical) están sometidos a una fuerte contracción: la última consonante del radical se sincopa con o sin la vocal siguiente: ver (videre). Esta contracción o síncopa afecta también a los tiempos compuestos con el infinitivo.

En el presente, la i o la e de derivación (capio, facio, sapio, debeo, doleo, habeo, pereo, teneo, valeo, video), ha dado lugar a irregularidades y a formas dobles: caigo, pongo, traigo.

Entre las diferentes formas del perfecto, la forma reduplicativa ha desaparecido. A conseguir tal objeto caminaba ya el latín, que de scicidi, tetini, tetuli, hizo scidi, tenui, tuli, y al lado de pependi, peperci, pepuli, pupugi, spopondi, tetendi, tutudi, puso pendi, parsi, pulsi, punxi, spondi, tendi, tusi o tunsi, según se hallan en ciertos escritores o citadas por los gramáticos. En la lengua popular, los últimos restos de esta importante forma habían desaparecido, habiendo sido reemplazados de diferentes maneras. Los otros medios de formación del perfecto continuaron empleándose; pero el uno tomó a menudo el sitio del otro.
a) El empleo de la s, ya en algunos gramáticos y autores latinos, ha continuado, suplantando los otros medios de flexión en muchos verbos. Prisciano atribuye al verbo quaeso, forma más antigua de quaero, un perfecto quaesi, al cual, sin duda, se refiere el castellano
quise.
b) La forma con una u intercalada, está más o menos respetada y reproducida de diferentes maneras: supe (sapui,
vach sabé en chapurriau).

El participio ha sufrido más que el perfecto. La que más ha subsistido ha sido la forma -sus, -ctus, -ptus.

3: De los verbos anormales, el castellano ha conservado
esse, posse, velle, ferre, ire.
a)
Esse regula su infinitivo según la tercera conjugación latina: ser. Como este verbo está incompleto, y la voz pasiva, que se sirve de él para la expresión perifrástica, exige que sea completo, las formas que le faltaban ya han sido creadas por analogía, como el gerundio essendo, el participio presente essente; ya se han tomado de otros verbos, como el participio pasado stato de stare. Además de este verbo, sedere y fieri han debido llenar el vacío de las formas que faltaban al latín, o que se habían perdido después.
b) Posse no ha formado un infinitivo possere (
pugué, podé en ch.) o poder, como essere o ser de esse: lo ha derivado de nuevo de la sílaba pot, contenida en potest, etc, a saber: potere, italiano, y poder, castellano; el imperfecto poteram ha pasado, con otros tiempos, a la terminación de la segunda conjugación (poteva, italiano; podía, castellano). El gerundio y el participio de presente han sido creados según el modelo de la segunda conjugación.
c) Velle fué igualmente asimilado a la segunda. Sólo las antiguas formas castellanas si-vuel-qual,
si-vuel-quando, si-vuel-que, permiten suponer una remota existencia en nuestra lengua de este verbo, que hoy nos falta completamente.
d) Ferre no se encuentra más que en los compuestos y ha pasado a la tercera conjugación: preferir,
e) Ire, en su calidad de palabra poco expresiva, ha perdido la mayor parte de sus tiempos: la idea está expresada por un verbo nuevo: andar, aunque este verbo tiene una existencia independiente con flexión completa. Este verbo puede referirse a aditare, empleado por Ennio, aunque esta etimología no está universalmente admitida.

CONJUGACIÓN CASTELLANA.

Flexión personal.
a) La s se ha conservado en todas partes; pero la t final ha desaparecido. (En el Fuero Juzgo y en el poema de Mío Cid y otros documentos antiguos subsiste.)
b) La segunda persona plural (excepto en el perfecto, del que se hablará más adelante), ha tenido primeramente la terminación des por is: cantades, cantábades, cantaredes, etc.; en fin, la d desaparece, y la e, para producir un diptongo, ha pasado a i: cantáis (cantéu en ch,), cantabais (cantáeu o cantábeu en ch.), cantaseis (cantáreu en ch.). Ya en el Cancionero general encuéntranse las dos formas, una al lado de otra; el trisílabo digades, al lado del disílabo digáis, lo cual ha durado hasta los días de Cervantes. La antigua d ha persistido mucho tiempo en los casos donde estaba precedida de una vocal átona. Montemayor dice, por ejemplo: podéis, veréis y érades, íbades; Cervantes, sepáis, echéis y seríades, durmiéredes. Calderón no ofrece ningún ejemplo de D. Al par de eredes, los antiguos pronunciaban también erdes: fezierdes, dierdes (Berceo, Ruiz); pudierdes todavía en Garcilaso; en lugar de eis también es: valés, tenés, sabrés, en el Cancionero general (
y común en Argentina).
c) Al lado de ia, ie, estaban antiguamente autorizados cantíe, cantaríe (
cantaríe en ch.), habríe (hauríe y ñauríe en ch.), perderíemos (pedríem o perdríem en ch.), veríedes (voríes, voríeu en ch.), sentíen (sentíen en ch.).
d) Casi es obvio consignar que los antiguos dejaban caer a su grado la vocal final e, como en fues, matest, parist, exient, en toda especie de palabras.
e) El cambio del acento es un fenómeno muy frecuente: excepto en el presente y en el perfecto fuerte, en los cuales la acentuación de la primera y segunda persona plural es la misma que la de la primera singular: de ahí, cantaba, cantábamos, cantábais, cantára, cantáramos, cantárais, cantáse, cantásemos, cantáseis (
chapurriau cantaba, cantábem o cantáem, cantára, cantárem, cantáreu, cantáre, cantárem, cantáreu). Lo mismo sucede en las más antiguas obras poéticas, pues no se descubre en ellas ningún rasgo del acento primitivo.

El infinitivo termina, por apócope de la e, en ar, er, ir.

El futuro del indicativo y el condicional en ría, toleraban antiguamente la separación de la flexión, mediante un pronombre intercalado, y de esta manera vuelven a su primitivo estado, al cual deben su existencia:
decir te han, haber los hemos; en el poema del Cid: dar le ien, fer lo yen, los cuales son sinónimos de te decir han, les habremos (los haurém en ch.), le daríen (li daríuen o li donaríen en ch.), lo faríen (lo o li faríen en ch.).

Acerca del presente de los tres modos ocurre observar lo siguiente:
a) La formación de diptongos es frecuentísima, pero se produce según reglas inciertas. De e y o breves latinas provienen ie y ue, pero al mismo tiempo de i y u. El diptongo se produce más seguramente cuando la e o la o se encuentran delante de l, m, n, r, s, que hacen posición
con otra consonante.

b) El acento reposa siempre en el singular y en la tercera persona plural sobre la penúltima sílaba: imagino, determino, notifico, suplico, articulo, animo, imagine, etc.; imperativo, imagina. Para colocar bien el acento, es preciso saber ciertamente cuál es la antepenúltima sílaba, lo cual sólo puede ser dudoso cuando la flexión está precedida de una vocal, porque entonces ésta puede formar un diptongo con la vocal de flexión. Pronunciase desafío, envío; pero también agravio, apremio, limpio. Solamente por una síncopa presérvase la acentuación correcta: cargo (cárrico), colgo (colloco), curto (cóutero), huelgo (fóllico). El plural del imperativo no se confunde con la persona correspondiente del presente de indicativo; tiene su forma propia: cantad, haced, distínguese de cantáis, hacéis. Cantade, por cantad. que se encuentra en los antiguos, sobre todo en el poema de Alfonso XI, se acerca al portugués cantai. En habere, esse, sapere (sábre o sabé en chapurriau), el imperativo, tomado del subjuntivo, nos es desconocido en castellano.

En el imperfecto, la b no se conserva más que después de a: de ebam, ibam, se ha hecho ia; en la antigua lengua también ie: avie, avien.

El perfecto diptonga en la segunda persona plural es en eis: cantásteis, hicísteis; antiguamente cantastes, hicistes. Este eis no resulta, pues, de edes: cantástedes supondría en latín cantavistitis.
Es una formación por analogía con la terminación general -is, y no ha sido introducida más que cuando se han contraído las sílabas átonas edes en eis.

El pluscuamperfecto primitivo (cantara) no se emplea hoy más que en el sentido condicional; pero antiguamente se usaba en significación primitiva.

Futuro de subjuntivo. Su flexión en la primera conjugación es arc. ares, arc. áremos, áreis, aren. Pero antiguamente la primera persona terminaba a menudo en o en lugar de e, y esta terminación testifica en favor de su origen del futuro anterior latino, con cuyas funciones nuestro futuro tiene estrechas relaciones. Ejemplos con o: tornaro, podiero, fuero, fallesciero, sopiero (todos de
Berceo). El poema del Cid emplea sin vocal: visquier, dixier, mandar.

El participio presente no está en uso: alguna vez, aunque rara, se encuentra en los antiguos.

Final de la radical. -Reglas ortográficas:
a) Para conservar la pronunciación gutural, c y g antes de e pasan siempre a qu, gu, toco, toque, pago, pague.
b) Para favorecer la aspiración, g se cambia delante de a, o en j: coger, cojo, coja; fingir, finjo, finja. c) Para convertir en muda, delante de a y o, la u de qu, que lo es delante de e, i, cámbiase qu en c: delinquir, delinque, delinco, delinca.
d) Delante de e, i, la y se cambia en c: fuerzo, fuerce.
e) Entre dos vocales se escribe siempre y por i: caer, cayó, cayeron, poseer, poseyere, huir, huyo.

La enclisis del pronombre personal modifica muchas veces la forma del verbo, a saber:

a) La r del infinitivo se asimila a la l siguiente: amalla, hacello, sentillo (arcaico y poético), por amarla, etc.
b) En el plural del imperativo, la d desaparece delante de os (por vos): alegraos por alegrados; arrepentíos por arrepentidos; cambia de lugar la d con la l, apoyándose en ésta: amaldo, haceldo (arcaico), por amadlo, hacedlo.
c) En la primera persona del plural del presente de subjuntivo, la s desaparece delante de nos: alegrémonos por
alegrémosnos.

Los verbos auxiliares son haber y ser: en lugar de haber admítese, con ciertas restricciones, tener. Haber sirve para la perífrasis de los otros dos, y, por consiguiente, de todos los demás verbos.

1.° Haber. Formas arcaicas: aves, ave, aven, por has, ha, han; habemos por hemos; hobi, hobo, por hube, hubo. En el poema del Cid también
off.

Forma moderna (Véase la última edición de la Gramática de la Academia Española).

2° Ser. Forma moderna (Véase la Gramática de la Academia).

Observaciones: a) Debe observarse la palabra especialmente española eres por es, sois (estis). Formas arcaicas: so = soy, sodes = sois, fust = fuiste, fo = fué; también foron, fos y otras análogas, b) Al lado de fui había todavía un segundo perfecto, sovi, sovist, sovo, suvo, sovieron, sovioron, soviesse, soviessen, (Berceo; Poema de Alexandro.)
c) Esse ss ha mezclado, no con stare, sino evidentemente con sedere, lo cual prueba: 1.°, el sentido de ser, que algunas veces se confunde todavía con el de sedere, como en el poema de Mío Cid, sed en vuestro escaño; 2:, la forma: ¿por qué esser se habrá abreviado en ser? Ser ha existido más bien antiguamente bajo la forma de
seer (disílabo), y refiérese a sedere, como ver, veer, arc. a videre; la d latina persistía todavía sin que el verbo tenga por esto necesariamente el sentido de sentarse.
Ejemplos: Ya más alegre seyo (Apol.); seo bien pagado (Bc.); en la su merced seo (Sil.); siedes (Bc.); que de linaje sedes (Apol.); sieden (Bc.); sedia (Alex.); sedie (P. C, Be, Alexandro); sedien (P. C); seian (Alex.); seyendo (F. J.); seyer (Apol.) El perfecto sovo, acabado de citar, pertenece a sedere, y no es más difícil referirlo a sedit, que estovo a stetit, crovo a credidit. Sedere ha dado a esse el presente de subjuntivo (seya, más tarde sea), el imperativo (soy, sé, seed. sed), el infinitivo, el gerundio y el participio (seído, sido): las otras formas han acabado por desaparecer.
La sinonimia de esse y sedere se presenta de la manera más clara cuando los dos verbos están en relación el uno con el otro, como en los versos portugueses de Trovas e cantares, pág. 6: Todas as outras donas non son ren contra ela, nen an ja de SEER. La doble significación de seer ha sido causa, sin duda, de que se haya introducido, rindiéndole su significación primitiva, la expresión estar sentado.

Véase el cuadro de las modernas y autorizadas formas de las tres conjugaciones en la última edición de la Gramática de la Academia Española.

El presente diptonga en muchos verbos e en ie, según el modelo siguiente:

Indicativo: niego, niegas, niega; negamos, negáis, niegan.
Chapurriau: nego, negues, negue, neguem o negám, neguéu o negáu, neguen.

Subjuntivo: niegue, niegues, niegue; neguemos, neguéis, nieguen.
Chapurriau: nego, negos, nego, neguém, neguéu, negon.

Imperativo: niega, negad.
Chapurriau: nega, neguéu.

La vocal radical o pasa también al diptongo ue.
a) Los verbos que diptongan la e son: alentar, calentar, escarmentar, cegar, decentar, cerrar, encerrar, acortar, concertar, cimentar, acrecentar, adestrar, sosegar, comenzar, empezar, confesar, fregar, gobernar, helar, herrar, infernar, invernar, en-, enco-, reco-recomendar, mentar, merendar, negar, nevar, apacentar, empedrar, pensar, despertar, plegar, apretar, quebrar, regar, arrendar, derrengar, segar, sembrar, sentar, asentar, serrar, temblar, tentar, aterrar, desterrar, enterrar, atestar, tropezar, a-, re-, ventar, atravesar.

2: O (u) forma diptongo en agorar, colar, colgar, descollar, contar, encontrar, acordar, acostar, costar, encorvar, forzar, regoldar, degollar, engrosar, holgar, jugar, amolar, remolcar, almorzar, mostrar, renovar, desollar, desovar, poblar, emporcar, a-postar, probar, aprobar, derrocar, rodar, asolar, consolar, soldar, soltar, sonar, soñar, tostar, tronar, avergonzar, volar, volcar y revolcar.

El perfecto canté se explica por
cantavi. Un inconveniente es la coincidencia de este tiempo con el presente en la primera persona plural, cantamos. Hay que notar la terminación este por aste en el poema del Cid: salveste.

Verbos aislados, a) Andar está completo; pero ha formado el perfecto anduve, según estuve; y así, anduviese, anduviere y anduviera. Por
anduvo se encuentra antiguamente andido (Bc. Alex. F. J.), andidiste (P. C), andidieron (ib. 658, Bc. Alex. F. ).) o andudo (F. J. 101 a), plural andodieron (Alex.), y también andodiera (Cal, e Dim.)
b) Dar: presente, doy, das, da, damos, dais, dan; sub. dé; perf. di, diste, dio, dimos, disteis, dieron;
y así, diese, diere, diera.
c) Estar = dar, solamente el perfecto
estuve, como hube; y así, estuviese, estuviere (estevier, F. J. p. IV, a), estuviera. En castellano antiguo se encuentra, además de estove, un segundo perfecto construido sobre steti, estido, tercera persona (P. C. 3641, Bc. Sil. 71, Mis. 99): de ahí, estidiere (F. J. 36.a), que es ciertamente la flexión más antigua: también estudo = estut (Alex.); de ahí estodiera. En Berceo se encuentran las formas correspondientes: catido de catar, entrido de entrar; en Ruiz, demandudieres de demandar.

Segunda conjugación.

La distinción de la segunda y la tercera conjugación latinas está completamente suprimida: el infinitivo no conoce más que una sola flexión = er. El castellano, después de la caída de la segunda e, no ha debido favorecer la final átona en r en lugar de conócer, quérer, lámer, prefiere pronunciar conocer, querer, lamer. No se descubre ningún rastro de la e átona, aun en las fechas más antiguas de la historia de nuestra lengua. Los verbos son muchos: no hay necesidad de enumerarlos, pues se puede dar fácilmente cuenta de lo que ha quedado en la flexión fuerte; así, batir (
bátre en ch. batuere), concebir (consebí en ch. concipere), confundir, erguir (evigere), gemir (gemegá en ch.), hervir (bullí, fiebre en ch. fervere), morir, arrepentir, regir, rendir, vivir; en castellano antiguo hay, por el contrario, todavía confonder (confóndre, confundí en ch.), erger, morrer, render
(Alex. Berceo).

Esta conjugación se confunde casi absolutamente con la que sigue: y, aunque en el plural del presente se distinguen por la vocal característica, en la tercera persona vuelven a identificarse, porque ambas convierten el latino unt e iunt en
en: serbent por serviunt léese ya en una carta del siglo IX. La vocal característica persiste también en el futuro. Al principio la segunda se distinguía
asimismo mediante el participio en
utus, que después ha sido poco a poco reemplazado por el de la tercera ido. Lo cual se prueba con muchos ejemplos de los antiguos textos, donde ambas formas existen; así, abatudo (abatut en chapurriau) (Alex.); percebudo (persibit, persebut en ch.) (F. J. 2.b, Alex.); encendudo (ensés en ch.) (F. J. 136a); cernudo (Berc. Sil. 457); defendudo (defengut en ch.)(F. J. 13.a); metudo (embutit, futut, ficat en ch.) (P. C, Alex. F. J. 30. b 35.a); prometudo (prometut en ch.) (F. J, ib. X, a); connozudo (conegut en ch.) (F. J. 34.b, 56, a); pendudo (penjat en ch.) (Berc); perdudo (perdut en ch.) (ib. Alex.); prendudo (F. J. 123. b); corrompudo (corromput en ch.) (ib. 182. b); sabudo (sabut en ch.) (Alex.}; spendudo (F. J. 107. b); estavlezudo (establit en ch.), costrenudo (constreñit en ch. constreñido en castellano) (ib. 14, a); temudo (Alex.); entendudo (entengut, entés en ch.) (F. J.); tenudo (ib.); contenudo (ib. 2, a, 27.a, 104. b); atrevudo (atrebit en ch.) (Alex. 595); vendudo (venut en ch.) (F. J. 126, a); venzudo (vensut en ch.) (P. C. 3656, F. J. 31.b, Berc. Mill. 119). En la lengua moderna esta flexión se ha extinguido.

Presente. La vocal radical acentuada forma diptongo en los verbos siguientes:
a) e en ie: encender, cerner, defender, heder (foetere), hender (findere), perder, ascender, tender, atender, verter;
b) o en ue: cocer, doler, llover (
ploure en ch. pluere), moler (móldre en ch.), morder (mossegá en ch.), mover (moure en ch.), oler (fé auló en ch. pres. huelo), soler, absolver, disolver, torcer, volver, toller (arc. subj. pres. tuelga, F. J. II. b).

Verbos aislados, a) Caer (
caure en ch. cadere); caigo, caes; caiga (arc. cayo, caya). Valer (váldre en ch.): valgo, vales; valga; valdré, valdrás, etc. (pres, arc. valo, va la).
b) Los verbos en cer precedidos de una vocal hacen el presente en zco; subjuntivo, -zca: nacer, nazco, naces, nace, nacemos, nacéis, nacen; subj. nazcan, etc. A esta clase pertenecen
pacer (pasturá en ch. pascere), encarecer (incarescere), empobrecer, crecer, conocer y muchos más.
c) Los verbos siguientes tiene un doble participio, uno débil y otro fuerte: prender, prendido, preso; romper, rompido (poético), roto; proveer (providere), proveído, provisto. Otros participios fuertes, como defenso, nato, suspenso, compulso, extenso, absorto, resuelto, convicto, han abandonado su significación verbal y convertídose en adjetivos; la significación verbal no pertenece más que a las formas débiles: defendido, nacido (
naixcut en ch.), etc. Los antiguos empleaban un número considerable de estos participios fuertes; por ejemplo: asconso (amagat en ch. absconditus, Canc. de Baena); enceso (ensés en ch. incensus), cocho (coctus), contrecho (contractus), espeso (expensus, con el sentido activo en Berceo Mill, 215).
d) Solver no tiene más que un perfecto fuerte: suelto: acerca del verbo ver, véase la conjugación fuerte.
e) Defectivos: soler; suelo, etc. (suelgo, Cancionero de Baena); solía, etc.; solí, etc. Yacer: yace, yacen. Sobre este último y sobre placer, véase la flexión fuerte.

Tercera conjugación.

El castellano desconoce la unión o mezcla con las formas incoactivas. Por lo cual, desaparece la irregularidad de la tercera conjugación; pero encuentra su equivalencia en una modificación particular de la vocal radical, que no sólo atañe al presente, sino también a otros tiempos. Hay dos clases de verbos sometidos a esta modificación:

a) El presente forma diptongo de la manera conocida, e en ie, o en ue; pero, en las formas acentuadas sobre la flexión,
e pasa a i o a n, con tal que la sílaba siguiente no contenga una i acentuada. Paradigmas:
Indicativo, presente: siento, sientes, siente, sentimos, sentís, sienten.
Imperfecto: sentía, sentías, sentía, etc.
Perfecto: sentí, sentiste, sintió, sentimos, sentisteis, sintieron.
Futuro: sentiré, como también sentiría.
Subjuntivo, presente: sienta, sientas, sienta, sintamos, sintáis, sientan.
Imperfecto: sintiese, etc. y también sintiere, sintiera.
Imperativo: siente, sentid.
Gerundio: sintiendo.
Participio: sentido.

Los verbos con la vocal radical o tienen una flexión correspondiente, a saber: dormir, duermo, duermes, duerme, dormimos, dormís, duermen; duerma, duermas, duerma, durmamos, durmáis, duerman; dormía, etc.; dormí, dormiste, durmió, dormimos, dormísteis, durmieron; dormiré y dormiría; durmiese; durmiere; durmiera; duerme, dormid; durmiendo; dormido.
Los verbos con e son: erguir (erigere), donde se escribe ye por ie (yergo, erguimos, irguió), con-, de-, di-, inferir (conferre, etc.), digerir, ingerir, herir (
ferí en ch. ferire), adherir (adhaerere), hervir (fervere), mentir, arrepentir (poenitere), adquirir, inquirir (éste y el precedente con i en la radical), discernir, sentir, ad-, con-, contro-, di-, invertir. Los en o son dormir, morir.

b) Aquellos verbos cuya vocal radical e proviene de una i latina, no se distinguen de los de la primera clase más que porque tienen, también en el presente, una i en lugar de ie; así, pido, pides, pide, pedimos, pedís, piden; subj.: pida, pidas, pida, pidamos, pidáis, pidan. No existen verbos correspondientes con o. Son: concebir (concipere), ceñir (cingere), freir (
fregí, frechí, frigí, frichí en ch. frigere), gemir (gemegá en ch.), engreír, henchir (omplí en ch. implere), colegir, elegir, desleír, medir (metiri), pedir (demaná, demandare en ch. pedí no es correcte en ch. petere), competir (competere), regir, reír (riure en ch. ridere), rendir (reddere), reñir (ringi), derretir (deterere), seguir, servir, constreñir (constringere), teñir (tingere), vestir. En antiguos textos, como por ejemplo en el libro de Calila é Dimna, extiéndese este cambio de la vocal a diversos tiempos de la conjugación fuerte, como en dixe, dexiste, dixo, deximos, etc.; fice, feciste; quise, quesiste.

Verbos aislados: a) Asir (apisci); azgo, ases; azga. -Oír (
sentí, escoltá, de auscultare, en ch. audire); oigo (escoltá en ch. oyo, arc.), oyes; oiga, oigas (ozga, F. J. 26,b; ozca, Alex. 346).
-Salir (salire); salgo, sales; subj. salga; imperativo sal (sin e), salid; saldré.
-Exir, arc. (
eixí en ch. exire); exco (ixco, ixes, ix, ixím o eixím, ixíu o eixíu, íxen en ch.); subj. ygamos, iscamos (ixcám en ch.); imp, ix (ix en chapurriau). (Véanse los glosarios de Sánchez.)
b) Los verbos en ucir proceden en el presente como los en cer (2a conjugación), bien que en conducir, conduzco (
conduíxco en ch.); lucir (lluí en ch.), luzco (lluíxco en ch.), por ejemplo, el final sco no existe en el latín.
c) Los verbos siguientes tienen un doble participio: oprimir, suprimir, suprimido, oprimido, opreso; prescribir, prescribido, prescrito; injerir (ingerere), injerido, injerto; además existen muchos participios fuertes con un sentido de adjetivo, como en la segunda; así, deciso, incluso, incurso,
bendito, maldito; en castellano antiguo
cinto (lo sinto, correcha en ch. = cinto, correa) por ceñido, repiso por repentido, tonso por tundido.
d) Tienen el participio fuerte: abrir (obrí, aubríen ch.), abierto (
ubert en ch.); cubrir (cubrí en ch. cubierto (cubert en ch.); escribir (escriure en ch.), escrito (escrit en ch.); freir, frito (fregit, frigit, frechit, frichit en ch.); morir (morí en ch.), muerto (mort, morta en ch.).
e) Defectivos. Ir se une a
vadere y esse de la manera siguiente:
voy, vas, va, vamos (imos, arc.), vais, van; vaya, vayas, etc.; ve, vayamos y vamos; id; iba; fui y fuese; fuere, fuera; iré; iría; yendo; ido.
Pudrir (
putí es fé mala auló, pudó, com la put put en ch. putiere); pudre, pudren; pudre, pudrid (imp.); podría, podrían; podriré, etc.: podriría, etc.; podrido (podrit en ch.), pudrido (pudrit en ch.).

Flexión fuerte. -Está extinguida y no quedan más que algunos restos. Los textos de los siglos XII y XIII presentan aún ejemplos donde puede estudiarse la decadencia progresiva de esta forma.

El infinitivo no sufre ninguna contracción: se dice decir (dicere), hacer (
fé en ch. facere); la contracción se presenta en el futuro: diré, haré, por deciré, haceré.
La terminación eo, eam; io, iam del presente, comprendiendo los verbos de conjugaciones regulares, no es sensible más que en haya (
haigue, haygue, ñague en ch. habeam), huyo (su(g)io), salgo (salio), tengo, valgo, vengo; asimismo quepo, por la atracción caipo (capiam), sepa (sápiga, sábiga, sápia, sábia en ch.) por saipa (sapiam), plegue por plaica (si us plau en català, placeat). Hay formaciones inorgánicas tales, como pongo (fico, poso en ch.), caigo (caigo en ch.), traigo (porto en ch.), cual si estas palabras hubieran sido producidas por ponio, cadio, trahio.
La. segunda y tercera personas de singular, así como todo el plural, se atienen rigurosamente, salvo la diptongación, a la forma del infinitivo: así, tengo, tienes, tiene, tenemos, tenéis, tienen (
ting o tinc, tens, té, tením, teníu, ténen, ch.); los verbos ya citados de la segunda y tercera conjugación en
-cer, -cir, se conjugan lo mismo.

Perfecto. -a) Flexión con cambio de la vocal radical y sufijo personal: hice, pude, vine, vide (arc.) b) Con s, j (x): quise, puse, dije, traje (
vach volé o vóldre, vach ficá, vach di, vach portáen ch.) y otras muchas formas que ya no se usan. En algunos casos la antigua lengua invertía la x (es) en se: de traxit salió trasco; de vixit, visco (yo vic o vixgo vixco a Beseit, en ch.), y a estas últimas se unió nasco (naixco en chapurriau), para el cual no tiene el latín perfecto.
c) En hube (habui), plugo (placuit) y supe (sapui), no se puede desconocer la influencia de la flexión ui: los antiguos ponían o por u, y esta o representa el diptongo au, producido por atracción: habui, haubi, hobe. De
hube se forma el perfecto de otros verbos auxiliares: tuve, estuve; suve o sove (arc.) y anduve (vach caminá o aná en ch.). Sobre igual modelo se hizo además cupe (vach cabreen ch.), conjugándose capio (aquí no cábigo, sí que cápigo, no cábio, sí cápio en ch.), capui, como sapio (sápigo, sábigo, sábio, sápio en ch.), sapui. La forma secundaria truxe por traxe, debe igualmente tener su fuente en traxni por traxi. En pude (vach pugué o podé en ch. potni) la atracción es dudosa, por lo cual es prudente clasificarlo en la primera clase. La flexión de este tiempo es la siguiente:

Singular: supe, supiste, supo. (
vach sabé o sábre, vas sabé o sábre, va sabé o sábre en ch.)
Plural: supimos, supisteis, supieron. (
vam sabé o sábre, vau sabé o sábre, van sabé o sábre en ch.)

Por e en la prim. pers. sing. se nota aún en la antigua lengua i, que es sin duda la forma primitiva: así, vidi, prisi, sovi, trasqui, visqui (
vach viure en ch. cast. mod. viví). Es difícil explicar la o de la terc. pers. sing. a no ser por una influencia de la conjugación débil, cuya o correspondiente está además acentuada. La terc. pers. plur. se distingue por la observación del acento latino, aunque en otros casos, como por ejemplo en el infinitivo, seguimos camino propio. Sin embargo, al lado de la forma corriente, se encuentra, por hicieron (van fé en ch.), pusieron (van ficá o posá en ch.), traxeron (van portá en ch. trajeron), una forma popular: hizon, puson, trason (Vid. Mayans t. II, Oríg. Sánchez, III, XXXVI, y Monlau, Dic, etim.) Esta forma del plural ha salido evidentemente de la terc. persona sing. hizo, puso, traxo. - Proceden del perfecto, el imperfecto y el futuro de subjuntivo, lo mismo que el primer condicional: supiese, supiere, supiera. (si yo sapiguera o sabiguera, si ell o ella sapiguere o sabiguere en ch.)

El participio de los verbos termina, ya por to (cho), ya por una forma débil: mencionados quedan más arriba algunos verbos con perfecto débil, cuyo participio termina en
so o sto (preso, supreso, visto).

Lista de verlos castellanos antiguos y modernos.
Primera clase.
-Perfecto con simple sufijo personal. Facere: hacer; hago, haces; haga; haz (comp. face en Plauto, etc.), haced, hice; haré; hecho. Formas arcaicas, en parte contraídas son: far y fer (
fé en chapurriau, fer sin pronunciar la r final, hacer), faz (tú fas en chapurriau, Cal, e Dim.) y fay (fa en chapurriau, hace) (Ruíz); femos (natros o natres fem en ch. hacemos) (P. C); feches (vatros o vatres feu en chapurriau, hacéis = facitis) (ib.); fed (ib.), y fech (Berceo) (feu en chapurriau, haced); fiz (yo vach fé en chapurriau, hice) (Cal, e Dim.) Satisfacer tiene el imperativo satisfazce.
-Posse: poder; puedo, puedes, puede, podemos, podéis. pueden; pueda; pude; podré; podido. Un rasgo de la flexión débil: en Berceo, que escribió
podió (va pugué o podé en ch.) por pudo.
-Venire: venir, vengo, vienes; venga; von, venid; vine, viniste, vino, vinimos, vinisteis, vinieron; también veniste, venimos, vinisteis; vendré (verné, arc.); venido.
-Videre: veer, arc.; vidi (Berceo), vido (ib.), vio (: río) (Berc. Mil. 85, Alex. 281), también en el Cancionero general y aun en Garcilaso y Montemayor; vidieron (Berc. Loor, 28) visto. Cast. mod.: ver, veo, ves, ve, etc.; vea, veía, vía, (prov.) imperf.; vi, viste, vio, etc.; viese; viera; visto.
Proveer, participio provisto y
proveído.

Segunda clase. -Perfecto: -se, -je (xe).
-Cingere: ceñir, arc. perf. cinxo (P. C); cinto (Alex.); moderno, ceñí, ceñido.
-Dicere: decir; digo, dices, dice, decimos, decís, dicen; diga; di, decid; dije, dijeron; diré; diciendo, dicho. Bendecir, maldecir: bendice, maldice imperativo; maldeciré, bendeciré;
bendecido, maldecido, y bendito, maldito, arc. Bendicho, maldicho. Contradecir; imperativo, contradice.
-Ducere: aducir; aduzco, aduces, aducimos; aduzca; aduce, aduz, aducid; aduje, adujeron; aducido; arc. aducho (aductus).
-Fugere: huir, arc. fuir (
fugí, fuchí en ch.); fuxo, (F. J. II.a, Apol. 386); fusso, (Berc. Mill. 121. 130). Castellano moderno: huir; huí; huido.
-Mittere.: meter; arc. miso, (Berc.)
-Ponere: poner; pongo, pones; ponga; pon, poned; puse (arc. pose, poso. Cal.); pondré (arc. porné); puesto.
-Prendere: prender; perf, arc. Prisi (
pres en ch.), (Berc. Mill. 191. 204) (pris, C. P. 543), priso (P. C, Berc. Sil. 62. 84), apriso (Berceo), deprisso (Cancionero de Baena), prisieron (P. C. 1107); prisiese (Cal, e Dim.); part. preso, también hoy.
-Quaerere: querer (
vóldre, volé en ch.), quiero, quieres, queremos, quieren; quise; querré; quisto, solamente bien quisto, mal quisto; las demás veces querido.
-Radere: raer (
ratá, rossegá en ch.); arc. raxo (rajo), perf. (P. C. 3667).
-Ridere; reír (
riure, enriure en ch.) ; arc. riso (Berc. Mil. 182. 353).
-Scribere: escribir (
escriure en ch.); arc. perf, escripso, (Berceo); participio, escrito (escrit en ch.), también hoy.
Spondere: responder (
contestá, respóndre en ch.); arc. repuso, (P. C.)
-Tangere: tañer; arc. tanxo, (P. C.)
-Trahere: traer; traigo, traes; traiga; traje, trajeron; trayendo; traído, arc. trayo; truxe, troxe = port. trouxe; lo mismo trasqui (Berc. Mill. 250).
-Vivere: vivir; arc. vesquí (Conde Lucanor 20), visco (
vic, vixgo, vixco en chapurriau) (Berceo Sil. 80); visquiese (F. J. 5.a); visquiere (viguere, visquere, vixquere en ch.), (P. C. 251, F. J. 61.a 103. b, Part.)

Tercera clase. -Perfecto por atracción, capere: caber; quepo, cabes; quepa; cupe (arc. copo, 3a pers.); cabré, cabido. -Credere: creer; crovo, (P. C); deserovo (dis-credidit), (Berceo); crovieron, crovierse, (P. C.) - Habere. (Véase más atrás.) -Jacere: yacer; arc. iogui, iogo, (Berc.); yoguíes, (Alex.); fut. iazredes, (P. C. 2644); iazdrie, (Berc. Mill. 203). -Noscere: conocer (
conéixe en ch.); arc. conuvo, (P. C.) Castellano moderno: conoció, (connuvieron, Berc.) -Placere: placer, impersonal y defectivo; place; plegue; placía; plugo (arc. plogo); pluguiese; pluguiera; pluguiere; arc. plazra. -Sapere: saber; sé; sabes; sepa; sabe, sabed; supe (arc. sope): sabré; sabido. -Sedere: arc. seer; sovo. (Véase más atrás.) -Stare: estar. (Véase mas atrás.) -Tenere: tener (tíndre en ch.); tengo, tienes; tenga; ten, tened; tuve (tove. Cal, e Dim. F. J.); tendré (arc. terné); tenido (tingut en chapurriau).


LIBRO TERCERO.

FORMACIÓN DE LAS PALABRAS.

La formación de los nuevos vocablos castellanos acontece de dos maneras:
1. Añadiendo a una palabra despojada de su flexión, alguna o algunas letras que modifican su significación.
2. Reuniendo varias palabras para expresar con ellas una sola idea. El primer procedimiento se llama derivación; el segundo composición.

Todas las clases de palabras pueden modificarse según dichos procedimientos.

Conviene a la vez examinar, desde cada uno de estos puntos de vista, el sustantivo, el adjetivo y el verbo, pues estas partes de la oración ofrecen observaciones que les son comunes y que contribuyen simultáneamente a su mejor estudio; pero trataremos aparte de las demás clases de palabras: los numerales, los pronombres, las partículas.

PRIMERA PARTE.

Derivación.

En la formación de las palabras por derivación hay que distinguir dos clases de sufijos. El sufijo, que es al mismo tiempo el signo gramatical que caracteriza la clase donde deba entrar, ya sea la radical, ya sea el tema que se obtiene alargándola; y el sufijo independiente de la categoría gramatical, cuya función consiste en modificar la idea de la radical. En el primer caso hay una
derivación impropia; en el segundo una derivación propia. Es verdad que los sufijos de la primera especie, como a en el latín adven-a, e en caed-e-s, u en curr-u-s, considerados desde el punto de vista etimológico, son igualmente derivativos; pero no producen la impresión directa de formas de derivación propias, y en la práctica se los considera como parte de las flexiones, entre las cuales se pierden a menudo por completo.

El castellano es más rico en derivaciones que su lengua madre el latín. La desaparición de muchísimas palabras sencillas, producida la mayor parte de las veces por su pequeña dimensión o su forma incómoda, engendra nuevas creaciones, por la vía nueva y segura de la derivación. Por esto el castellano, como las demás lenguas neolatinas, puede llamarse verdaderamente creador; pobreza de raíces, abundancia de retoños: he aquí lo que caracteriza su léxico. Sin embargo, hay que establecer una distinción esencial. Los sufijos de derivación proporcionados por la antigua lengua,
se vuelven a encontrar en la castellana; pero en ésta no gozan de sus mismos antiguos derechos en cuanto a su aplicación a las radicales. Muchos de ellos no son aptos para nuevas formaciones; fáltales toda fuerza de producción y deben considerarse como petrificados; el idioma los ha conservado como elementos inertes, sin encontrar en ellos un instrumento de formación o sin
querer utilizarlo, porque ya poseía por lo general su equivalente en otra forma. En latín existían ya estos sufijos petrificados, que sólo el etimologista puede reconocer; en castellano hubieron de aumentar considerablemente.

Acerca de la derivación hemos de notar los puntos siguientes, que ya se refieren a la forma, ya al sentido:
1: Todo sufijo castellano, que contiene la vocal de derivación, exige dos condiciones para considerársele como tal y aplicársele a nuevas formaciones: ha de ser silábico y tener el acento.

Hay ejemplos de sufijos sin acento; pero tienen un sentido obscuro y su empleo es muy poco frecuente. Semejantes derivaciones corresponden a los primeros siglos de la lengua y se presentan como desenvolvimiento puramente
fonetivo, sin significación individual.

2: El sufijo está en general sometido a las mismas leyes fónicas que la radical de la palabra. Empero, hay sufijos activos, para los cuales es necesario tener una forma clara y significativa, que están reproducidos, en lo posible, fiel y completamente.

3: En la aplicación de los sufijos de derivación a ciertas clases de palabras, el castellano se atiene, con bastante exactitud, al modelo latino.

4: Acontece que muchas veces se aplican sufijos propiamente castellanos a las radicales latinas. Menos frecuente es que la derivación se una, no a la radical, sino a la flexión, esto es, a la forma del nominativo, que viene a ser una parte complementaria de la palabra.

5: En las nuevas formaciones no subsisten de ordinario las vocales latinas de derivación o de unión i, u. A veces estas vocales influyen sobre la formación de las palabras.

6: Cuando un sufijo que comienza por e, i se une a las consonantes c, g para crear nuevas derivaciones, ¿siguen estas consonantes la ley común y pierden su pronunciación gutural? Así debía de ser, lo mismo en las antiguas que en las nuevas formaciones; mas hay que advertir una diferencia acerca de las segundas, es decir, de las que todavía no existían en latín. En los primeros siglos de la formación del castellano, en tanto que los órganos eran sensibles a la fuerza paladial de las guturales, las nuevas derivaciones se regulaban según la ley general. Pero cuando esta tendencia de los órganos pasó o cesó, los sonidos guturales delante de las vocales e, i, han mantenido su
pronunciación natural.

7: Sírvese nuestra lengua todavía de ciertos sufijos que intercala entre la palabra primitiva y el sufijo lógico propiamente dicho:
1-c, ç, y, s, tienen una fuerza diminutiva y son idénticos al latín e en c-ellus (au-c-ella). Los casos son: a) cico: av-ec-cica; b) cello: don-y-ello; c) cuelo: hombr-ez-uelo; d) cino: vello-c-ino; e) cito, cita: hombre-cito, mujer-cita.
2-La r intercalada es extraña al latín, y por lo tanto difícil de explicar. Los casos son: a)
ría: porqu-er-ía, de puerco; b) roso: med-r-oso, de miedo.

8: Hay sufijos de derivación que están representados en castellano de dos maneras:
1. Habiendo una simple diferencia de forma, de tal suerte que una de las representaciones se adapte mejor a la forma primitiva, en tanto que la otra difiera considerablemente.
2. Habiendo una diferencia de fondo, en cuya virtud imprimen a la palabra una variación o gradación de la idea.

9: A menudo sucede que un sufijo cambia su significación primitiva, particularmente en las voces nuevamente formadas. Esta modificación acontece, sobre todo, en los sufijos de sentido obscuro.

10: Al lado de las terminaciones latinas que no se usan en las nuevas creaciones, hay otras de las cuales se ha servido el castellano concierta parsimonia. Algunas terminaciones que en la lengua madre eran poco usadas, han ganado en castellano un dominio más o menos extenso, ya porque lo poseían en el latín vulgar, ya. porque lo han alcanzado en la formación histórica de nuestro idioma mediante su fácil aplicación.


11: El encadenamiento de varios sufijos es frecuentísimo en castellano. Las formas silábicas de esta naturaleza pueden alargar desmesuradamente una palabra. Existe asimismo la reduplicación de un sufijo.

12: La extensión que tiene el castellano en el dominio de la derivación es tal, que con dificultad puede sorprender la aparición o desenvolvimiento de nuevos sufijos. Estos han tenido todos su origen en una forma latina cualquiera, produciéndose por el simple cambio de una vocal, mediante el cual se ha procurado expresar una diversa fase de una idea.

13: La superabundancia de sufijos de derivación no ha sido obstáculo para la aclimatación de sufijos extranjeros: así, el alemán y la lengua ibérica han aumentado el número de aquéllos en nuestra lengua .

14: Los verbos que tienen el infinitivo sincopado, no dan para la derivación esta forma, sino la plena, tal como se encuentra particularmente en la primera persona del plural del presente de indicativo.

15: A menudo se suprime en nuestra lengua la vocal de flexión de ciertas terminaciones, como azo, izo, ano, ino.

I. -Nombre.

1: Los sustantivos pueden proceder de adjetivos sin ningún cambio de forma, es decir, que estos últimos, simples o compuestos, pasan directamente, bajo la forma de uno de los dos géneros, a la categoría de los primeros. Asimismo hay sustantivos que provienen de adjetivos derivados. Este
procedimiento engendra muchos sustantivos nuevos para representar personas, objetos o ideas abstractas. Los nombres de objetos proceden de adjetivos que ya se derivaban de sustantivos del mismo género; los abstractos provienen, sobre todo, de adjetivos femeninos. Y viceversa, prodúcense adjetivos con sólo añadir las terminaciones genéricas a los sustantivos; pero este
procedimiento se observa con menos frecuencia. La aposición puede haber influido en muchos casos, mas no en todos.

2: Los sustantivos proceden de verbos por la simple adición de una terminación genérica a la radical. Esto acontecía ya en latín, donde los verbos de la tercera y segunda conjugación, rara vez los de la cuarta, han producido simples nombres análogos. El castellano posee una cantidad considerable de estos vocablos, los cuales pertenecen solamente a la primera y a la segunda declinación, y son casi siempre abstractos: en este sentido expresan, ya la idea del infinitivo, ya la de un participio presente. En su mayor parte proceden estos sustantivos de la primera conjugación. -Nuestro idioma no ha formado adjetivos de verbos, según este procedimiento, usado en latín, en dicere, maledicus; fugere, profugus, y otros muchos casos; porque poseyendo tantos sufijos de derivación para esta parte de la oración, no tenía necesidad de semejantes formaciones.
-A propósito de esta formación nominal, debe advertirse que la nueva palabra se regula por las formas del singular del presente de indicativo castellano; y estas formas son decisivas, sobre todo en lo que concierne a la vocal de los verbos sujetos a diptongación.

3: A la derivación propia del sustantivo se prestan todas las partes de la oración; el pronombre, rara vez; las partículas, apenas. Los adjetivos también se derivan de toda especie de palabras, especialmente de las partículas.


4: El castellano es muy rico en formas diminutivas y aumentativas de las ideas. Estas formas no sólo se refieren al sustantivo abstracto y concreto, sino también al adjetivo. El latín no ofrece más que contado número de formas: hanse obtenido nuevas formas de diferente maneras. Por una parte, se han escogido las terminaciones de los adjetivos que encerraban una idea de origen o de semejanza, a las cuales va fácilmente unida la de pequeñez o de grandeza; por otra, se ha servido nuestra lengua de variaciones de formas apropiadas o ha tomado otras extranjeras.
-Sobre este punto hay que observar:
a) Estos derivados no obedecen rigurosamente al género de los primitivos. Es frecuente el masculino, que en castellano ocupa el lugar del neutro.
b) La fuerza diminutiva o aumentativa de una forma, no es activa más que cuando el primitivo existe verdaderamente; si éste desaparece, con él se extingue al par la modificación contenida en la palabra derivada. Debe, de igual modo, considerarse como extinguida cuando se ha modificado la significación del primitivo.
c) Los dos géneros de estos sufijos no pueden unirse a cualquier palabra: el uso es el verdadero y el único guía.

5: La disminución es al mismo tiempo la expresión de la pequeñez relativa. Se ha hecho de la disminución el uso más liberal, según se juzgará por las siguientes partículas castellanas: illo, cillo, uelo, zuelo, ejo, ino, ezno, ato, ete, ito, ote, ico, cico, arro.

6: Hay también gran número de sufijos castellanos para la formación de los aumentativos. Helos aquí: on, azo, acho, ueco, uso, ote, asco, orro, procedentes del latín, del griego, del alemán y del ibérico.

7: Pueden unirse a la disminución o aumentación las ideas accesorias de agradable o desagradable. Lo pequeño puede ser sinónimo de mezquino, y lo grande puede comprender lo bueno. Hay ciertos sufijos absolutamente
empeorativos bajo el punto de vista de la dimensión.

8: Por el encadenamiento de varios sufijos diminutivos o aumentativos, puédese hacer pasar la idea del primitivo por las más diversas fases, sólo reservadas al adjetivo en las otras lenguas.

9: La lengua castellana emplea varios medios para establecer la distinción del género natural.
1-Diferencia de la raíz: taurus, vacca; toro, vaca. Casi todos los casos en donde el latín expresa la distinción de los sexos se encuentran también en castellano, bien que otras voces se hayan a menudo mezcladas con las latinas; pero el número de estos casos se ha aumentado con palabras nuevas, entre las cuales cuéntanse muchas que en latín no tienen más que una forma para los dos
géneros.
2-El medio generalmente empleado para cambiar el género masculino en femenino, es la modificación de la forma. Esto sucede por el simple cambio de desinencia, como en el adj. filius, filia; hijo, hija. Los ejemplos latinos se han conservado en su mayor parte en castellano. Se aplica también a los neutros la distinción del género: mancebo, manceba. Muchos nombres de la tercera declinación forman su femenino mediante a: señor, señora; también tor (dor) hace generalmente tora; pastor, pastora. Esa, isa: duquesa, profetisa.
3 -La aumentación o disminución han sido asimismo empleadas para designar el género; la primera para el masculino, como el más fuerte; la segunda para el femenino, como el más débil. Aquí la forma del femenino procede de la del masculino:
a) Masc. On: sirve para designar el macho, como en perdigón (
perdigacho en chapurriau),
b) Fem. dim.: sírvese sobre todo de esta forma para los nombres propios: Paulina, Enriqueta.
-El número de palabras con una terminación para los dos géneros y de palabras comunes, se ha restringido considerablemente desde que los medios de cambiar un género en otro por la forma se han multiplicado. En los primeros, las palabras auxiliares, como macho y hembra, sirven para de-
notar la distinción. Ejemplos de comunes que se han conservado o introducido de nuevo: el y la camarada, consorte, homicida, joven. A continuación ponemos una lista de los más importantes sufijos de derivación con algunos ejemplos: primeramente los sufijos vocales; después los que tienen una consonante sencilla, doble, o dos consonantes diferentes. El orden que seguiremos es el alfabético, según la última letra colocada delante de la vocal del género o de la flexión: la terminación us, a, nm, es la primera; sigue es, is; después eus o ius, y las demás.

1: Derivaciones puramente vocales.

eus, ius. 1-Adjetivos: aereus, argenteus, aureus, cereus, ferreus, igneus, lapideus, ebrius, nescius, proprius, sapius. Estas voces, en tanto que designan una materia, son generalmente poéticas en castellano: aéreo, argénteo, áureo, etc. -No se han introducido formaciones nuevas, aunque el latín de la decadencia posee un número considerable (adipeus, bestius, capreus, classeus, pelleus, pipereus, rupeus, similagineus, aveus, vaporeus, virgineus). Pero hay cierto número de formaciones analógicas, dándose la terminación ius a simples adjetivos: agrio, novio.

2: Entre los sustantivos cuéntanse, por ejemplo: linea, lintea, pinea, vinea. El castellano posee muchos sustantivos de este género: vidrio (vitreaus), ansia, granja (granea), haya (
fach en chapurriau, fagea), viña.
Ia. -1 -Nombres comunes: angustia, fallacia, gratia, invidia: angustia, falacia, gracia, envidia.
-Son abundantes las nuevas derivaciones, aunque la tendencia a variar el acento sobre la derivación les da una apariencia no latina. La acentuación griega ha influido algo en este fenómeno: *g, astrología, astronomía, manía, monarquía, filosofía. -Las nuevas formaciones son denominativas, rara vez verbales, y, desde el punto de vista del sentido, sobre todo abstractas; muchas veces designan una dignidad, o el local o dominio a ella aneja. Así, alegría, falsía, maestría, vicaría, baronía, sabiduría, curaduría, valía, señoría, compañía, germanía, algarabía, habladuría, falsía, galería. -La
inmixtión de una r antes del sufijo ía es frecuente, sobre todo cuando se quiere expresar una ocupación, o el lugar de esta ocupación, o su resultado, y entonces la derivación toma un sentido colectivo: bellaquería, fullería (fullero), majadería (majadero), porquería, peletería, pesquería, artillería, ferretería, joyería, secretaría, judería, morería.

2: Los nombres geográficos conservan, lo mismo que los nombres comunes, su acento primitivo: Asia, Francia, Germania, Grecia, Soria. -Excepciones de palabras originarias del griego: Antioquía, Alejandría. -Las nuevas derivaciones siguen, ya a la antigua, ya a la nueva acentuación. A la primera pertenecen: Baviera, Persia, Rusia, Prusia, Suecia.
A la segunda: Lombardía, Rumanía, Turquía, Normandía.

Ium. -Aplicado a los sustantivos, tales como convivium, imperium, refugium, ha promovido algunas imitaciones; así, murmurio (murmuratio,
murmuración).

Uus. -Sobre todo aplicado a los adjetivos: aequus, con iniquus, antiquus, arduus, assiduus, congruus, conspicuus, continuus, exiguus, fatuus, mortuus, mutuus, nocuus, obliquus, praecipuus, strenuus, vacuus, viduus; también (con cambio de u en v) parvus (parvo), salvus (salvo). En castellano se han conservado todos estos vocablos con la degeneración fonética del sufijo,
uus en uo. Las palabras populares evitan el hiato contenido en un: contino (continuo), viudo.







2: Derivaciones con una consonante sencilla. Entendemos por tales, no solamente las derivaciones simples, que inmediatamente proceden del primitivo, sino también aquellas que proceden de otra derivación, como en aticus, at-icus. Estas derivaciones tienen en los dos casos, casi siempre, necesidad de una vocal de unión.
C

Acus. -1.° Adjetivo: ebriacus, opacus. A este modelo parecen referirse bellaco y sus similares,

2: sustantivo: cloaca, lingulaca, pastinaca (
pastanaga català, safranoria chapurriau), portulaca, verbenaca, sobre todo palabras del reino vegetal. Los sustantivos de la terminación ac, de los dos géneros, no faltan en castellano; pero no siempre se ve claramente si esta terminación es derivativa. Ejemplos: barraca, carraca, casaca, espinaca, matraca (árabe), pataca (pataca en chapurriau, patata castellano moderno), urraca, verdolaga (de portulaca). - Hay que considerar aparte algunos sufijos extraños al latín, y ciertos elementos que tienen el mismo sonido. Los nombres patronímicos españoles en aga y aya, como Arriaga, Arteaga, Madariaga, Minaya, Salaya, podrían tener su origen en la primitiva lengua ibérica. Según Humboldt (Prüfung, p. 39, comp. p. 31), la terminación aga es muy frecuente en basco, en el cual también se encuentra el sufijo aya en nombres comunes, tales como arraya (pescado), ibaya (ribera), zabaya (escena).

ec. -Esta terminación se aplica a muchísimas palabras; pero la mayor parte de ellas son de un origen tan obscuro, que no puede decirse nada de cierto sobre la naturaleza de su terminación, que a la vez, no parece expresar ninguna idea determinada. En muchas de estas palabras, ec no debe considerarse como un sufijo. Ejemplos: babieca, muñeca, jaqueca (árabe).

icus. Adjetivos: mendicus, pudicus; mendigo, púdico.
sustantivos: amicus, umbiculus, formica, vesica, posticum; amigo, ombligo, hormiga, vejiga, postigo. -Con esta derivación no hay nuevas palabras.

Adjetivos: modicus, laicus, publicus, rusticus, unicus, germanicus, italicus (ico), módico, laico, público, rústico, único germánico, itálico. - Hállase a menudo un sufijo ego, iego, semejante al latino icus. Así, andariego, niego, palaciego, veraniego, labriego. No se presume el origen de esta forma.

2: Sustantivos: africus, medicus, porticus, syndicus, fabrica, musica, toxicum; ábrego, médico, pórtico, síndico, fábrica, música, tósigo (
tóxico), -Las nuevas formaciones, casi exclusivamente femeninas, son raras, y la vocal de unión no se ha conservado en todas: oca.

ic. -Forma diminutiva. Ejemplos. -1: Adjetivos: bueno, bonico; llano, llanico; menudo, menudico; moreno, morenico; con una c, ciego, cieguecico.
2: Sustantivos: animal, animalico; perro, perrico; barba, barbica; tijera, tijerica; nombres propios: Juan, Juanico, Pedro, Perico con c: aire, airecico,
cierzo, ciercico; mujer, mujercica. - Hay voces formadas con esta disminución, la cual no es, sin embargo, sensible: pellico (piel).

At-icus. -1: Adjetivos: fanaticus, lunaticus, silvaticus; fanático, lunático, selvático.
-Palabra nueva: temático.
2: Sustantivo: adgo, azgo designa, sobre todo, cargos e impuestos: alguaciladgo, alguacilazgo, almirantadgo, almirantazgo, mayorazgo, hallazgo, hartazgo. Esta derivación era familiar al más antiguo latín de la Edad Media.



Al lado de estas derivaciones, se encuentra, en antiguas voces castellanas, una forma producida mediante una g = j, de cuya identidad con aticus no puede dudarse. 1: Adjetivo: salvaje (silvaticus). -Voz nueva: ramaje. -2: Sustantivo: viaje (viaticum). El número de nuevos sustantivos es grande: derivados de sustantivos, expresan ideas abstractas, concretas y algunas veces personales. Ejemplos: barnaje (arc.), brebaje, carnaje, cordaje, homenaje, hospedaje, lenguaje, mensaje, paraje, personaje, ultraje, ventanaje.
-Es presumible que esta forma tenga su origen en las lenguas del norte. En algunos vocablos este origen está manifiesto. -Encuéntranse también algunas imitaciones de eticus, iticus: así, monástico, escolástico.

Ucus. -1: Adjetivo: raras veces se encuentra este sufijo. Ejemplo: maluco,
ventanuco.

2: Sustantivos: sambucus, lactuca, verruca; saúco, lechuga, verruga. -Las voces nuevas de esta terminación son muchas y la primitiva se distingue, las más veces, con claridad. Ejemplos: abejarruco, besugo, mendrugo, tarugo, verdugo, pechuga, tortuga.

aç, çe, iç, oç, (axacis, execis icis, ix icis, icis, ox ocis): bellax, fallax, formax, huiax, mordax; y en el latín de la decadencia también currax, linguax, vervex, cornix, junix, perdix, pumex, runcex, salix, sorex, atrox, ferox. Esta forma, por la obscuridad de su significación, ha sufrido modificaciones arbitrarias, entre las cuales la más frecuente es el paso a la primera y segunda declinación.
Ejemplos: capaz, falaz, feraz, cerviz, perdiz, raíz, cáliz, apéndice, pómez, pulga, sauce, romaza, atroz, feroz. -Las formaciones analógicas son pocas: nariz, barniz, lombriz (lumbricus).
-Algunos adjetivos, que primitivamente pertenecían a la derivación siguiente, pero que han dejado caer su vocal final y perdido la característica del género, se encuentran hoy en esta forma: montaraz, torcaz.
aceus, icius, oceus, uceus. -Tienen a veces una doble forma castellana: -zo, -cho. Ejemplo: pueblazo, pueblacho.
Aceus. -1: Adjetivo: arenaceus, capillaceus, gallinaceus, lappaceus, vinaceus (latín de la decadencia), liliaceus, siliginaceus, terraceus. Castellano (-azo, -acho), aumentativo: ancho, anchazo; pueblo, populacho; rico, ricacho; grande, grandazo.

2: Sustantivos: son muchos los formados nuevamente con aceus; en su mayor parte son aumentativos o indican la semejanza o el origen. Ejemplos: espinazo, arcaza, hilaza, linaza, mordaza, terraza, capacho -zo, mostacho, muchacho, penacho, borracha, garnacha. Aumentativos: animal, animalazo; gallina, gallinaza. Este sufijo indica también la acción de un instrumento: flechazo, manotazo, latigazo, puntillazo, zapatazo.

icius (iceus). -1.° Adjetivos: adventicius, facticius, ficticius, paniceus, pellicius (latín de
la decadencia), fracticius, sementitius, septicius, simulaticius. Castellano (-izo, -icio), advenedizo, hechizo, ficticio. -Las palabras nuevas abundan, uniéndose el sufijo, ya a un participio pasado existente o supuesto como en latín, ya a un nombre o a la radical de un verbo. Ejemplos: cambiadizo, castizo, puente levadizo, mestizo, pajizo, plegadizo, postizo, espantadizo.

2: Sustantivo. Este sufijo también ha producido muchos sustantivos, que tienen, en su mayor parte, un sentido concreto, y son casi todos de nueva formación. Ejemplos (también iz): aprendiz, caballerizo, cañizo, hechizo, pasadizo, corteza, hortaliza, capricho, salchicha.

oceus. -Pertenecen en teoría a este grupo algunas palabras derivadas con
och: garrocha, cartucho.

uceus. -1.° Adjetivo. Ejemplos (-uzo, -ucho): lechuzo, machucho.
2: sustantivo. Ejemplos: andaluz, capuz -ucho, u, a, caperuza, garrucha, aguilucho.
Diminutivo: avechucho.

D

idus. -Adjetivos: aridus, calidus, frigidus, limpidus, nitidus, rigidus; árido, cálido, frío, limpio, nítido, rígido.
Olus, a, um (e-olus, i-olus) con sentido diminutivo. -1.° Sustantivos: filiolus, urceolus; hijuelo, orzuelo (hordeolus). -Las formaciones analógicas son abundantísimas: abuelo (avolus -avulus), buñuelo, pañuelo, sanguijuela, viruela, hojuela; diminutivo, mozuelo. -Una y da a esta forma una decidida acción diminutiva (-ezuelo, -izuelo): cuerno, cornezuelo; paño, pañizuelo; sin disminución: anzuelo (
ham en chapurriau, hamus).
2: Adjetivo. Ejemplos: bajo, bajuelo; chico, chicuelo. Con inmixtión de una c: ciego, cieguezuelo.

ulus, a, um. -1.° Sustantivos sin significación diminutiva: populus, ferula, fibula, fabula, cingulum. Esta terminación ha pasado de diversa manera, ya conservándose la vocal átona de unión
u, ya cambiándose por la vocal vecina o, ya elidiéndose. Así, pueblo, férula, fístula, tabla, cíngulo.
-Las palabras nuevas, que son casi todas nombres comunes ordinarios, excluyen la idea de disminución, o más bien la han abandonado desde que se han introducido a este efecto formas más expresivas. Excepciones: brújula, góndola, orla, cúpula.
2: Adjetivos: credulus, pendulus, tremulus; crédulo, péndulo, trémolo (
tremolá en ch = temblar).

ac-ulus, ec-ulus, ic-ulus, uc-ulus, o simplemente cuando van unidos a una consonante c-ulus.
-Estos sufijos se han abreviado en -clus, y producen, en parte, formas dobles. -A esta ley fónica no están sometidas ciertas expresiones litúrgicas, como coenaculum, tabernaculum y otras, como spectaculum; cenáculo, tabernáculo, espectáculo. -Estas derivaciones son ya verbales, ya denominativas. En latín tienen una acción diminutiva; en castellano no se efectúa más que en ciertos casos,
ac-ulus: graculus, novacula, gubernaculum, miraculum; granja, navaja, gobernalle (
gobernáculo), milagro.
-Formaciones analógicas: badajo, cascajo, espantajo, estropajo, latinajo, trabajo, rodaja, sonaja, tinaja.
ec-ulus, ic-ulus. -1.° sustantivos: cuniculus, folliculus, apicula, auricula, clavicula, lenticula, ovicula. Castellano (-ejo, -ijo) conejo, hollejo, abeja, oreja, clavija, lenteja, oveja. -Las nuevas derivaciones son abundantes: acertijo, azulejo, cangrejo, junquillo, regocijo, vencejo, botija, lagartija, molleja. A menudo diminutivos: anillo, anillejo; lugar, lugarejo; zagal, zagalejo.

2° Adjetivo: dulciculus. Castellano, parejo (bajo latín, pariculus), bermejo (vermiculus). Diminutivo: amarillo, amarillejo; poquillo, poquillejo.

uc-ulus, en veruculum. Refiérense a este sufijo muchas palabras derivadas en iculus y uculus; esto es, que se han pronunciado peduculus, genuculum (
foeniculum) acucula, panucula. Castellano (-ojo, -ujo): piojo (poll en ch.), hinojo (fonoll, fenoll en chapurriau), aguja (agulla en ch.), panoja (panolla en ch.). -Formaciones analógicas (también -ull): cerrojo, magullo, burbuja, capullo.

c-ulus, unido a consonantes tales como n, r, s: carbunculus, portiuncula, musculus; carbunclo, porciúncula, músculo. Apenas hay formaciones nuevas.

ela: candela, cautela, clientela, parentela, tutela; igual en nuestra lengua.



alis. -1.° Adjetivos: aequalis, capitalis, legalis, mortalis, naturalis. Castellano (al): igual, capital, legal, mortal, natural. El latín de la decadencia, sobre todo el eclesiástico, aumentó el número de estas formaciones: (aeternalis, meridionalis, realis, sapientialis, spiritalis. -Otros ejemplos castellanos: celestial, filosofal, fiscal, frutal, mayoral, mundanal, perenal, terrenal.

2: sustantivos de esta terminación: canalis, sodalis, animal, cervical, vectical. El castellano posee muchísimos de estos sustantivos, de los cuales sólo una pequeña parte se apoyan en verdaderos adjetivos latinos: refiérense, ya a personas, ya a objetos (que es lo más frecuente). Ejemplos: cardenal, arsenal, portal, quintal, señal, etc.; muchas palabras que corresponden a la idea del sufijo
latino
etum: arenal, cerezal, naranjal, peñascal, almendral, frejenal (freginal, friginal en ch.).

elis. -Adjetivos: crudelis, fidelis; cruel, fiel. No existe ninguna formación analógica.

ilis. -1.° Adjetivos: civilis, gentilis, juvenilis, subtilis; (il) civil, gentil, juvenil, sutil.
Este sufijo se emplea rara vez para la formación de nuevos adjetivos, pues no faltan los sufijos de la misma significación. Ejemplos: concejil, cerril, pastoril (-alis), varonil.

2° sustantivos: cubile, sedile; cubil, sedil. Hay pocos sustantivos nuevos en ile, ilis: badil, barril, buril, carril, marfil (árabe
nabfil), monjil, pernil (de pierna, jamón = jamba francés = jambon; magre, pernil, cuixot en chapurriau), pretil, redil.

ilis. -Facilis, fertilis, fragilis, utilis; fácil, fértil, frágil, útil. No hay nuevas formaciones.

b -ilis. -Aplícase a las radicales de verbos simples o modificados: amabilis, amicabilis, flebilis, credibilis, visibilis, volubilis. -Las formaciones analógicas son muchísimas (ble): agradable, movible, sufrible. -Este sufijo: a) expresa una posibilidad pasiva; unido a los intransitivos, y alguna vez a los transitivos, tiene una significación activa. Ejemplos: falible, devorable.
-b) Únese a menudo a los sustantivos; hermanable, manuable, apacible, favorable, razonable.

Muchos adjetivos en alis, ilis (bilis), han producido, bajo la forma neutra del plural, sustantivos castellanos de la primera declinación. La idea de pluralidad que ellos contenían ha tomado entonces un carácter colectivo. Ejemplos (alla, aja, illa, ija): batalla, muralla, mortaja, maravilla, baratija. Otros colectivos de este género se han producido sin la ayuda del tipo latino. Este sufijo expresa alguna vez la idea de una multitud de personas con una intención depresiva: canalla, faramalla, rocalla.

M

amen: aramen, certamen, examen, levamen, ligamen, velamen, vexamen; latín de la decadencia; notamen, siccamen. Castellano (-ambre, -amen): alambre, certamen, examen, ligamen, velamen, enjambre. El castellano atribuye a este sufijo una idea colectiva extraña al latín, y lo emplea en muchas formaciones, casi todas denominativas. Ejemplos: cochambre, fiambre, pelambre.

imen: crimen, farcimen, nutrimen, vimen. Castellano (-imen, -imbre): crimen, mimbre.

Las formaciones analógicas son raras, y proceden en parte de la primera conjugación.
Ejemplos: urdimbre, régimen.

umen: acumen, albumen, bitumen, ferrumen, legumen. Castellano (-umbre-ume-un):
betún, herrumbre, legumbre.
N

anus. -1.° Adjetivos: humanus, mundanus, paganus, rusticanus, urbanus; nombres de pueblos: gallicanus, mantuanus, romanus, venetianus. Castellano (-ano): humano, mundano, pagano, urbano, galicano, mantuano, romano, veneciano. -Muchos derivados en
aneus han tomado esta forma.
-En las nuevas formaciones únese este sufijo a sustantivos, adjetivos y adverbios. Ejemplos: anciano, cercano, cotidiano (cuotidiano), hortelano, comarcano, tardano (
préssec tardá de Calanda en chapurriau, melocotón tardano o tardío), liviano, soberano, temprano, lejano, ufano, villano, castellano, valenciano, zamorano.

2: Sustantivo: a) Masculino latino: decanus, etc. Castellano (-ano,-an): decano, deán, ciudadano, capitán, capellán, escribano, guardián, serrano, gavilán, gusano, pantano, solano, verano. Femenino castellano: campana, fontana, mañana, sotana, tartana, ventana. -Observación: en muchas de estas palabras se observa todavía, entre an y el sufijo primitivo, otro sufijo intermedio,
es. Así, art-es-ano, cort-es-ano. Este elemento no tiene en todos los casos el mismo origen.

enus: alienus, plenus, arena, avena, catena, habena, sagena, venenum. Apenas ha sido imitada esta terminación latina; pues las palabras que tenemos con ella, o bien son resultado de una deformación, o bien las voces de que proceden son extranjeras u obscuras. Ejemplos: carena, patena (patina), azucena (árabe), barrena (barrina en chapurriau,
Bohr, del verbo böhren en alemán : taladrar, broca), melena.

inus. -1. ° Adjetivos: asininus, caninus, cervinus, divinus, marinus, latinus, numantinus, florentinus. Castellano (ino): camino,
canino, cervino, divino, marino, latino, numantino, florentino. Inus ha
servido para formar diversos adjetivos que expresan en general la materia (latín, -cus) o el origen. Ejemplos: dañino, paladino, argelino, granadino, vizcaíno.

2: Sustantivo, a) Masculinos de adjetivos latinos: sobrino, molino, pollino. La mayor parte expresan personas, animales, objetos o ideas abstractas. Ejemplos (también -in): merino, padrino, danzarín, mastín, rocín, bacín (
bassí en ch. orinal), camino, festín, florín, jardín.
b) Femeninos, así abstractos como concretos: gallina, mina, resina. Los nuevos derivados proceden de verbos (la mayor parte abstractos), o de nombres (la mayor parte concretos). Ejemplos: bolina, cantina, colina, cortina, encina, esclavina, neblina,
salvagina (salvajina).

inus. -1.° Adjetivos: cedrinus, crystallinus, laurinus, myrtinus, petrinus. El castellano alarga la i breve, de suerte que esta forma concuerda con la precedente; así,
cedrino (cetrino), cristalino, pristino (-us).
2: sustantivos: asinus, cophinus, dominus, fraxinus, bucina, femina, pagina. Castellano: asno, cofre, dueño, fresno, bocina, hembra, página. Poseemos también una forma ezno (esno), destinada a señalar el origen: lobo, lobezno; pavo, pavezno (arc.); pecado, pecadesno (ib.); víbora, viborezno. Es, sin duda, contracción de
cinus, esto es, inus precedido de una c diminutiva: lobezno, latinizado, sería lupicinus (antiguo apellido aragonés: Lupicino). Este sufijo se aplica también a algunas palabras que designan objetos, como torezno (torrezno), rodezno.

Inus tiene además una acción diminutiva. Esta acción es extraña a los sufijos latinos inus (
uno con i con rayita y otro con i con u pequeña encima); pero inus contiene en sí la idea de origen o descendencia: sororinus es el retoño de soror, libertinus de libertus, amitina de amita; así, lo más joven puede fácilmente considerarse como lo muy pequeño. Este sufijo se encuentra en la baja Latinidad. Ejemplos castellanos: a) Adjetivo (ino): verde, verdino. b) sustantivo (-in,-ino); ánsar, ansarino; palomo, palomino; espada, espadín.
unus. -En jejunus, importunus, opportunus. Atribuímos a esta terminación una idea de origen o semejanza. Ejemplos (-uno): caballuno, zorruno, cabruno.
t-ud-in (tudo, tudinis). Procede de adjetivos: amaritudo, consuetudo, mansuetudo; latín de la decadencia: humilitudo, languitudo, marcitudo. Formaciones analógicas castellanas: aptitud. certitud, esclavitud. gratituD. Quietud. Esta forma, en su desenvolvimiento (
desarrollo) popular, ha sufrido una gran modificación. Así (-udue, -umbre): costumbre, dulcedumbre, mansedumbre, pesadumbre, podredumbre (= putredo), quexumbre (quejumbre) (arc.)

ag-in, ig-in, ug-in. -Estas derivaciones pierden su acentuación legítima y fluctúan entre la forma del acusativo y la del nominativo.

ag-in (ago, aginis): f
árrago, imago, sartago. Castellano: fárrago, imagen, sartén.

ig-in (igo, iginis): caligo, fuligo, origo. Castellano:, caligo (arc.), hollín (
fullí en ch.), origen.

ug-in (ugo, uginis): aerugo, albugo, ferrugo, lanugo. Castellano: orín (arc.), herrín.

on (o, onis). -1.° sustantivos que designan personas agentes, animales y cosas de diversa naturaleza, como bibo, erro, latro, lurco, praedo; capo, falco, leo, pavo; carbo, mucro, pulmo, sapo. Castellano (on): ladrón (
lladre en ch.), halcón (falcó en ch.), carbón (carbó en ch.), -El castellano emplea on en muchas derivaciones, y no es siempre de verbos de donde proceden sus nombres personales. Ejemplos: bufón, burlón, buscón, dormilón, mirón, peón, cabrón, hurón, bastón, bordón, cantón, cajón, corazón, montón, rincón, salón, turbión. Esta terminación se emplea como aumentativo: hombre, hombrón; sala, salón; espada, espadón.

2: Por esto, en los adjetivos, on da una significación aumentativa. Ejemplos: mozo, mocetón.

ion (io, ionis). -1.° Masculinos: ludio, optio, pusio, tabellio, papilio, scorpio, strusthio, titio. Existen muchas palabras análogas, siempre derivadas del sustantivo, pero que no siempre se reconocen con claridad. Ejemplos: infanzón (bajo lat, infancio), brabanzón (de Brabantia), gorrión, pinzón, arzón (arcus, arcio). -2: Femeninos: legio, opinio, suspicio, unio. Sobre estas palabras no se han producido formaciones analógicas.
t-ion al lado de s-ion (tio tionis, sio sionis): vinatio, nutritio, potio, cantio, factio, occasio, illusio, mansio. Este sufijo se une al supino y da a la idea del infinitivo una forma de sustantivo. No es raro, sin embargo, ver que el sentido abstracto pasa al concreto; así en mansio, natio, patio, venatio. En
castellano este sentido es más amplio. Ejemplos (-ción, -zón): nación, razón, nutrición, desperdicio (forma nominativa). Ejemplos de la forma sión: ocasión, prisión, tensión. - Hay muchas formaciones nuevas: embarcación, guarnición, salvación, alteración, calcinación, curación.

ANEUS, INEUS, ONEUS.

aneus. -1.° Adjetivo: extraneus, circumforaneus, spontaneus, subitaneus, subterraneus.
Castellano (-año, -aneo): extraño, subterráneo, espontáneo, sopitaño (arc.) -De aneus se pasa fácilmente a la forma anus, como en el provenzal de Aragón
forano, y en el latino fontaneus, a cuyo lado se encuentra fontanus. -A este ejemplo latino se ajustan algunas nuevas derivaciones que proceden, ya de sustantivos, ya de adverbios: tacaño, cutáneo, frustráneo.

2: Sustantivo: aranea, castanea, calcaneum. Castellano: araña, castaña, calcañar.
-Sobre estas palabras se han formado además: ermitaño, redaño, campaña, espadaña, entraña, hazaña.
ineus. -Aplicado a sustantivos, como en cocc-in-eus, sangu-in-eus, vim-in-eus, pertenece al sufijo eus y no tiene en castellano más importancia que este último. Ejemplo: sanguino. sustantivo: estameña (stamineus).

oneus: err-on-eus, id-on-eus, pulm-on-eus, ultr-on-eus. Castellano: erróneo, idóneo. Derivaciones con el sufijo ueño (= oneus), que se une a los sustantivos y adjetivos: halagüeño, pedigüeño, risueño. Sustantivo: ponzoña, zampoña. -El sufijo monium en alimonium, matrimonium, patrimonium, testimonium, etc. no ha suscitado formaciones analógicas.

R

t-ura al lado de s-ura. -En factura, natura, pictura, mensura. Esta derivación, que se une al supino, expresa una acción; pero a menudo acontece que el sentido activo se vuelve pasivo: así,
pictura significa la acción de pintar y objeto pintado. En muchas formaciones nuevas, únese esta derivación a los adjetivos, en cuyo caso su significación sufre poco. Ejemplos (-ura): Extremadura, lectura, quebradura, cerradura; unida a adjetivo: bravura, frescura, largura, verdura, gordura, grosura, llanura. Observación: algunas palabras que suenan de un modo semejante, deben su existencia a una modificación de forma del sufijo or: ardura (prov.) de ardor, calura (calentura) (prov.) de calor, pavura de pavor.

aris. -1.° Adjetivo: familiaris, popularis, regularis, singularis, vulgaris. Castellano (-ar): familiar, popular, regular, singular, vulgar. Palabras nuevas: filar (
hilar), albar.

2: Como sustantivos tenía el latín altare, alvear, cochlear, collare, luminare, de los cuales la mayor parte subsisten en castellano. Hay muchas voces nuevas, entre las cuales algunas no convienen con el tipo latino. -Este sufijo ar castellano hace el oficio de al, sobre todo cuando este último corresponde al latino etum. Ejemplos: escolar, juglar, hogar, lugar, paladar, pilar, muladar, pajar, palomar, manzanar, olivar, pinar.

or, oris. -sustantivo: albor, claror (
la claró en ch. Plauto), fragor, olor (auló, oló en ch.), pudor (pudó en ch.), rancor (San Jerónimo). Castellano (-or): albor, claror, fragor, olor, rencor.

Las creaciones castellanas proceden a menudo de adjetivos: blancor, dulzor, largor, loor, tristor (
tristó en ch.) (arc.); la mayor parte pasan a ura.

t-or al lado de s-or; -Imperator, salvator, conditor, bibitor, traditor, doctor, antecessor.
Castellano (-dor, -sor): emperador, salvador, bebedor, traidor, doctor, antecesor, amador, etc.
Existen muchas formaciones nuevas. Pero no toman su origen, como en latín, del participio pasado (propiamente del supino), sino del tema del verbo, cuya forma en la conjugación fuerte no es la misma; y por ella se desenvuelven, al lado de las formas clásicas ya existentes, las formas nuevas que tienen, por lo común, una significación distinta. Ejemplos: hablador, conocedor, hacedor,
decidor, fingidor, pintor, vencedor, regidor, rector, comedor, provisor, proveedor, corredor, seguidor.
Un femenino de este sufijo es trix, tricis, como en imperatrix, matrix. Castellano (-triz):
emperatriz, matriz. -Frecuentemente es suplantado por dora. Así, pecadora, amadora, no pecatriz, amatriz. -Observación: si el sufijo ía se une al sufijo or, este último se cambia en ur. Ejemplos: contador (contaduría), curador (curaduría), hablador (habladuría), sabidor,
sabedor (sabiduría). En el castellano antiguo usábase de oria (que hoy subsiste en portugués).

arius. -1.° Adjetivo: adversarius, contrarius, primarius. Castellano (-ario, -ero): adversario, contrario, primero.

-Muchas palabras nuevas proceden de él: así en Berceo, baldrero, cobdiciadero, drechurero, poridadero, señero, y en los demás autores antiguos.

2° sustantivo. El masculino designa, sobre todo, personas agentes: arquero (arcuarius), carbonero;
(-el): lebrel, cuartel (quartarius). Entre el número de las palabras creadas de nuevo, pueden citarse: caballero, camarero, carnicero, portero, cordero; (-er): mercader; (-el): laurel.

3: Los femeninos son nombres de cosas de diversa naturaleza, y, sobre todo, colectivos: muchos proceden del plural neutro y contienen la idea de él. De adjetivos latinos proceden higuera, ribera, plegaria, etc. Hay muchas formaciones nuevas: bandera, barrera, carrera, ceguera.

4.° El neutro indica el lugar donde está contenido el primitivo: así, apiarium, columbarium, fumarium, viridarium (latín de la decadencia), bacarium, calicularium, herbarium. Castellano (-ar, -el): armario, verjel, habar. Formaciones analógicas, pero, en general, con una significación diferente: acero, hormiguero, broquel.

t-orius al lado de s-orius. -1.° Adjetivo: amatorius, adventorius, laudatorius, transitorius, censorius, latín de la decadencia: colatorius, contradictorius, disputatorius, privatorius, resolutorius. Castellano (-torio): amatorio, laudatorio, transitorio, contradictorio, resolutorio. - Hay adjetivos análogos, que proceden casi únicamente de verbos, sin que sea necesario un sustantivo en tor intermedio. Dichos adjetivos expresan, sobre todo, una relación de posibilidad o de necesidad. Ejemplos: mortuorio, narratorio. Para denotar posibilidad. tenemos la forma -dero: casadero, duradero, hacedero, venidero, placentero, placentorio (arc.)

2: sustantivo, a) Femeninos: barbatoria, curatoria, pariatoria, en los escritores de la decadencia. Palabras nuevas castellanas: escapatoria, palmatoria, pepitoria, b) Neutros: auditorium, dormitorium, etc. Latín de la decadencia: accubitorium, purgatorium, signatorium, tonsorium. Castellano (-dor generalmente): comedor, mirador, lavador, obrador, refectorio.


S

osus. -Este sufijo, unido a los sustantivos, produce adjetivos que indican una posesión o la plenitud de una posesión, como gibbosus, gloriosus, ingeniosus y otros análogos. Muchas de estas voces se presentan por primera vez en el latín de la decadencia; pero, en su formación, se atienen menos rigurosamente a la idea y al modo de derivación de las más antiguas palabras, pues a veces se forman sobre adjetivos.
Ejemplos: aquilosus (de aquilus), brucosus, cancellosus, catenosus, dissidiosus, fastuosus, sonorosus, vigorosus, virtuosus. Castellano: amoroso, dichoso, dificultoso, orgulloso, piadoso, temeroso, valeroso; con r: asqueroso, medroso. Muchas palabras nuevas proceden de adjetivos y producen una aumentación de la idea: caudaloso, rancioso, de caudal y rancio. sustantivo: raposo, raposa (
rabosa en chapurriau, zorra o zorro), ventosa.

T

atus. -Se une a sustantivos que designan empleos o dignidades: comitatus, consulatus, ducatus, episcopatus. -Castellano (-ado): condado, consulado, ducado, episcopado. -Sobre estas palabras se han formado marquesado, reinado. En lugar de atus, en este sentido, empleamos también azgo.




atus, itus, utus. -1.° Adjetivos que designan posesión y que tienen forma de participios, pero que proceden de sustantivos: apiatus, barbatus, cordatus, auritus, galeritus, pellitus, astutus, cornutus (cornut en chapurriau), nasutus (nassut en chapurriau). - Hay muchas imitaciones: el sufijo, desde el punto de vista de la idea, corresponde de ordinario, en las nuevas formaciones, al alemán -ig. Ejemplos castellanos de la primera forma: demasiado, gibado (geput en chapurriau) (prov.), taimado. Ejemplos de la segunda: dolorido, garrido (arábe) Ejemplos de la tercera; su función dominante es expresar intensamente, como en nasatus, la posesión del primitivo: narigudo, barbado, peludo, cabezudo, membrudo, locudo (arc.)

2: Hay muchos sustantivos femeninos de esta formación, los cuales no imitan más que la forma participal de la primera conjugación. Designan sobre todo: a) Una masa o una idea de abundancia: dinerada, nevada, calderada. -b) Lo mismo que el primitivo expresa: azada, cantarada, mesnada. -c) El producto del primitivo: cornada, cuchillada, espolada. -Observaciones: hay pocos mascu-linos de esta especie; son en parte adjetivos usados sustantivamente: bocado, costado. -Tenemos muchos sustantivos en ido, que expresan un ruido; proceden de verbos de la primera conjugación: bramido, ladrido, graznido, quejido, ronquido, sonido, alarido. Pueden referirse a los ejemplos latinos, de una significación análoga, que pertenecen a la cuarta declinación: gannitus, hinnitus, rugitus.

tus al lado de sus. -Se une a los sustantivos y procede del participio pasado activo. 1.° Masculinos que corresponden a los neutros latinos, como fossatum, judicatum, dictum, scriptum, pensum; se regulan en general sobre la idea de estos neutros, esto es, expresando un participio pasado: candado, ganado, pescado.

2: Los femeninos son muchos más, y constituyen una preciosa adquisición del castellano: el latín solo tiene algunos ejemplos. Muchas palabras de la tercera conjugación se regulan en este caso sobre su forma primitiva: así, pérdida. Las palabras verbales de esta especie tienen, cuando se
derivan de transitivos, ya un sentido pasivo, ya un sentido activo, y pasan, sobre todo en el segundo caso, de su significación abstracta a una significación concreta. Ejemplos: armada, rociada. En cuanto a los intransitivos, abandonan el sentido pasado por el presente: errada, entrada.

etum es colectivo. Las palabras derivadas mediante este sufijo, indican el lugar de reunión del primitivo: arboretum, cannetum, fructetum, lauretum, myrtetum, olivetum, palmetum.
Castellano (-edo, -eda): viñedo, arboleda. Más ejemplos se encuentran en nombres patronímicos: Cañedo, Pinedo. Formaciones analógicas con etum no son frecuentes, por hacer el oficio de este sufijo otros, como arium y ale. Ejemplos: olmeda (ulmetum), alameda; patronímicos: Acebedo, Ucedo, Quevedo.

ita, ites (griego, ír/-,?). -1.° Personales, como eremita. Levita y muchas palabras de posterior fecha, como carmelita, jesuíta, moscovita. 2: Nombres de cosas, como calamita, margarita.

t-at (tas, tatis): bonitas, civitas, libertas, vilitas, voluntas. Frecuente en el latín de la decadencia: animalitas, identitas, limpiditas, miserabilitas, modicitas. Castellano, (-dad. -tad): bondad, ciudad, libertad, voluntad. Estos son denominativos con un sentido abstracto, análogo a los compuestos alemanes con
heit. Las formaciones nuevas siguen esta regla. Así, amistad, beldad, lealtad, malvestad (arc. ), parquedad.

t-ut (tut, tutis): juventus, servitus, virtus. Castellano (-tud): juventud, virtud. Sobre servitus se ha formado esclavitud.



atius, itius, utius. Acerca de las relaciones de los sufijos -tius y -Cens. véase anteriormente la C. -Por -tius hay otras formas especiales: 1: Palatium, solatium. Castellano (-acio, -az): palacio, solaz. 2: Hospitium, servitium. Castellano (-cio): hospicio, servicio.

itia: avaritia, duritia, justitia, laetitia, pigritia, planitia. Este sufijo, destinado a las palabras abstractas, se presenta bajo dos formas: la una, con la vocal de unión i, acércase más al latín; la otra cambia, según una regla general, esta i por e. Castellano (-eza, -icia): avaricia, dureza, justicia, pereza, pigricia (arc.), llaneza. - Hay muchas formaciones nuevas, que proceden regularmente de adjetivos. Ejemplos: alteza, delicadeza, franqueza, largueza, nobleza, riqueza. -Observación: la forma secundaria
ities ha sido también introducida, y ha servido de modelo a nuevas formaciones. Castellano (-ez): altivez, amarillez, dejadez, durez (dureza), rigidez.

V

avus. En octavns = octavo.

ivus. -1° Adjetivo: captivus, fugitivns, nativus, vacivus; latín de la decadencia: attractivus, coctivus, compensativus, complexivns, concretivus, descriptivus. Castellano (-ivo, -ío): cautivo, fugitivo, nativo, vacío. -Las formaciones analógicas son muchas y proceden, ya de verbos, ya de sustantivos y adjetivos. Ejemplos: altivo, baldío, bravío, pensativo, sombrío, tardío.

2: Empléanse como sustantivos gingiva, lixiva, saliva, donativum. Castellano:
encía, lejía, saliva, donativo, bailío, falsío, gentío, motivo, poderío, rocío, dádiva (con transposición del acento).

3: -Derivaciones con una consonante doble.

LL

ellus, illus. -Este sufijo se usa muchísimo en castellano para formar diminutivos. Pero su fuerza diminutiva se ha extinguido casi siempre, y sólo reaparece algunas veces, cuando se le añaden nuevas formas de disminución. Ejemplos: 1.° sustantivo: a) Cuyo valor diminutivo se ha extinguido (-elo, -el, -illo): capelo, modelo, batel, tropel, ciudadela, anillo, caudillo, martillo, esportilla, astilla. b) Con fuerza diminutiva más sensible: animal, animalillo; asno, asnillo; alcoba, alcobilla; abeja, abejilla.
2: Adjetivo con ellus diminutivo: missellus, nuvellus, pulchellus, tenellus. También en las derivaciones castellanas permanece el sentido diminutivo: agrio, agrillo; cerrado, cerradillo.

c-ellus, c-illus. -1.° sustantivo: penicillus, aucella aucilla, penicillum. Así como nuestra lengua sustituye la forma ullus por ellus, ha reemplazado culus por cellus. Ejemplos: carbunculus, homunculus, leunculus, ponticulus, reticulum, muliercula. Ejemplos castellanos (-cilio, generalmente con la vocal de unión e): aire, airecillo; hombre, hombrecillo; monte, montecillo; ave, avecilla; mujer, mujercilla.

2: Adjetivo. latín: rusticus, rusticelus, Castellano: ciego, cieguecillo.

ullus. -Forma diminutiva rara, a la que pertenecen homullus, lenullus, satullus. El castellano casulla es una modificación del bajo latín casula.



RR

arr, orr, urr. -Estos sufijos de derivación no pueden proceder del latín. Esta lengua posee el vocablo
saburra; pero no es presumible que las muchas formas castellanas en urra y orra tengan su origen en esta única palabra. Estos sufijos son, sin duda, un elemento ibérico de nuestra lengua. En basco, (a es el artículo), son muy frecuentes: bizcarra ( = colina), ibarra ( = valle), indarra (=fuerte), legarra ( = sable), leorra ( = seco), malcorra ( = rudo), edurra (= nieve), egurra ( = bosque). -(Vid. Humboldt, Untersuchungen, p. 15; Adelung, Mithrid. IV, 284.)

arr. -Ejemplos: bizarro, bobarrón, guijarro, cigarra y chicharra, cimitarra, gamarra, pizarra, zamarra (
samar en búlgaro es una vestidura para animales de carga). Patronímicos: Galvarro, Pizarra, Mudarra, Segarra.

orr, urr: chaborra (prov.), cachorro, machorra, camorra, modorra, pachorra, pitorro.

SS

issa. -Sufijo destinado a formar el femenino en el latín de la decadencia, como en sacerdotissa, abbatissa, diaconissa, atiopissa, arabissa, poetissa, prophetissa; bajo latín: majorissa: es el griego *g Castellano (-esa, -isa): diablo, diablesa; duque, duquesa; poeta, poetisa; príncipe, princesa; profeta, profetisa.

TT

att, ett, itt, ott. -Este importante sufijo no es latino. Su origen es obscuro. Es denominativo y produce también verbos. En general sirve para formar diminutivos. Algunos rasgos de él, que se hallan en el latín de la Edad Media, denotan su antigüedad. L. Sal, emend. tít. V; si quis capritum sive capram furatus fuerit. Capritus es el castellano cabrito. Léese en las glosas de Isidoro: pililudius qui pilo pello ludit, es el castellano pelotilla (
piloteta en chapurriau), pel-ot-illa, de pelota. Según estos ejemplos, la forma originaria sería t y no tt.

at. -Designa, principalmente, procedencia en todos los sentidos de la palabra (-ato, -ate): horcate; chivo, chivato; lobo, lobato; adjetivo: nuevo, novato.

ett (itt). -Sirve en general para diminutivos. Ejemplos (-ito, -eto, -ete): lobo, lobito; arca, arqueta; alfange, alfangete; rapaz, rapacete. Los adjetivos en ett son igualmente diminutivos: amarillo, amarillito; bueno, bonito.

ott. -Expresa una degeneración del primitivo, sobre todo en lo que concierne a la grandeza y a la calidad; o simplemente una idea de pertenencia. Ejemplos sustantivos (-ote): capote, galeote, garrote, quijote, bellota, gaviota, pelota; aumentativos: ángel, angelote; caballero, caballerote; pícaro, picarote; diminutivo: cámara, camarote. -Adjetivos: grande, grandote; viejo, viejote (aumentativo).

4: Derivaciones con un grupo de consonantes.

GN

ignus: benignus, malignus, larignus, salignus. Castellano: benigno, maligno. Las nuevas palabras se refieren a la idea de origen o de semejanza; pero, en parte, no son más que simples modificaciones de inus, que parece haberse transformado en ineus ( = eño). Ejemplos: aguileño, halagüeño, isleño, alcornoqueño, zahareño, lampiño, brasileño, extremeño, madrileño. -Sustantivos: armiño, barreño, campiña, rapiña, corpiño.

LD

ald. -Los nombres propios alemanes, como Answald. Grimwald. preséntanse como compuestos con wald (de walten), sufijo representado en latín por
oaldus: Ansoaldus, Grimoaldus. En castellano, simplificado el diptongo: Ansaldo, Grimaldo ( = i); construídos con elementos alemanes o latinos: Lasalde, Recalde. -Los nombres comunes, exclusivamente construidos con elementos alemanes, son muy pocos: heraldo.

ND

andus, endus. -Participios que permanecen en castellano en calidad de adjetivos. -Sustantivos: vivienda, hacienda, lavandero, leyenda, molienda, ofrenda.

undus, -En oriundus, jocundus, facundus, fecundus, secundus, iracundus, gemibundus, plorabundus; latín de la decadencia: conabundus, consolabundus, fumigabundus. Castellano
(-undo): facundo, oriundo, fecundo, segundo, etc. -Formaciones nuevas (-ondo): hediondo, sabiondo, lirondo, orondo.

NG

ing, l-ing. -Derivación alemana que subsiste en algunas palabras de este origen: chamarling, chamarlengo. -Voces nuevas: abadengo, realengo, abolengo.

NS

ensis. -Adjetivo: designa la descendencia o la ciudadanía: algensis, forensis, lutensis, nemorensis, hortensis, portuensis, atheniensis, carthaginiensis, narbonensis, rhodensis. -En castellano esta forma ha permanecido activa, pero más bien para formar nombres de pueblos que nombres comunes. Ejemplos de vocablos, en su mayor parte nuevos, algunos de los cuales son empleados como
sustantivos (-és): cortés, burgués, marqués, aragonés, cordobés, francés, inglés, leonés, portugués;
(-ense):
conquense, ateniense, oscense, hispalense.

NT

entus. -En cruentus, silentus. Castellano, cruento. Hay muchas voces formadas con ent, derivadas de sustantivos (-iento): avariento, calenturiento, sangriento, hambriento, ceniciento, sediento, polvoriento.

l-entus: faculentus, sanguinolentus, somnolentus, vinolentus, violentus. -Castellano: feculento, sanguinolento, sanguinolento, somnoliento, violento, etc.

m-entum: alimentum, fragmentum, monumentum, nutrimentum. Castellano (-viento, -miento), alimento, fragmento, monumento, nutrimiento. En latín arc. -men era más usado que mentum. En castellano esta forma es un instrumento poderoso de derivación, uniéndose a la radical del verbo con la vocal intermedia a,i para expresar una acción o un estado, rara vez una idea concreta.
Ejemplos: abajamiento, seguimiento, parlamento, sufrimiento.
ant, ent (nominativo ans, ens). Participio presente, extinguido como tal; pero persiste todavía como adjetivo (castellano -nte). En algunos de los ejemplos que siguen no se encuentra el verbo correspondiente: 1.° Adjetivos y sustantivos personales: bergante, galante, mercante, sargento.
-2: sustantivos que designan objetos y sustantivos abstractos: corriente, creciente, entrante, levante, poniente, semblante, presente.

antia, entia . -En ignorantia, obedientia, derivados del participio presente. Formaciones analógicas (-anza, -enza, -encia): bonanza, esperanza, estancia, fianza, fragancia, venganza, creencia, dolencia, sabenza (arc.), tenencia, temencia (arc.)

RD

ard. -Este sufijo, de frecuente uso, trae su origen del adjetivo alemán hart, gótico hardus. En castellano únese a un número considerable de patronímicos y nombres propios: Bernardo, Abelardo, Guajardo, Fajardo, Pichardo; y también a los en Huarte, Iriarte, Ugarte, Recarte, Lasarte. Esta forma se encuentra en muchos nombres comunes masculinos que se derivan, ya de nombres, ya de verbos. -Designan: 1.° Seres vivientes, tomando en parte el valor de adjetivos (-ardo, -arde): bastardo, bigardo, gallardo, cobarde (-do, arc.) -2: Objetos: estandarte, petardo, bombarda, espingarda.

RN

erna: basterna, caverna, cisterna, laterna, lucerna, taberna; latín de la decadencia: suterna, usterna por sutrina, ustrina. Las primeras palabras se han conservado en castellano. Hay además palabras no latinas con esta terminación, como galerna, lucerna, poterna. -Podría citarse el adjetivo modernus (en Prisciano); quaterno (igual en castellano).

urnus. -En diurnus, diuturnus, nocturnus, taciturnus. Castellano (-urno): diurno, etc.; lochorno de vulturnus.

SC

Ascus, iscus, uscus.

Ascus. -1.° Los adjetivos de esta terminación son raros: friasco (arc.)

2: Los sustantivos son más frecuentes: chubasco, peñasco, borrasca, hojarasca, nevasco.

iscus. -Sirve, sobre todo, para formar adjetivos, procedentes de sustantivos, rara vez de adjetivos; y expresa generalmente, como el alemán
isch, la manera, la semejanza o el origen. Castellano (-isco, -esco): arc. -arenisco, berberisco, levantisco, brujesco, caballeresco, frailesco, grotesco.
Sustantivo; ejemplos: aprisco, pedrisco, parentesco, ventisca.

uscus. -En molluscus. Castellano: molusco, negrusco (negruzgo), pardusco (parduzco).

SM

ismus (*g). En archaismus (arcaísmo). Este sufijo ha producido numerosas imitaciones, entre las cuales tenemos las castellanas en -ismo, -isma: morisma, sufrisma (arc.), solecismo, fanatismo, germanismo.

ST

ast. -Aunque se halla en muchísimas voces, no es un verdadero sufijo de derivación, sino una terminación producida en parte por una modificación arbitraria de otros sufijos. Así,
banasta parece síncopa de banastra (de banna); canasta modificación de canistrum.

estus. -En funestus, honestus, modestus, molestus. Castellano (-esto): funesto, honesto, modesto, molesto. Esta formación, en la cual la t, y no la s, es el sufijo, no ha producido imitaciones.

ista. -Del griego *g designa personas agentes: baptista, evangelista, psalmista. Esta forma, muy usada por los Padres de la Iglesia, se extendió mucho en la Edad Media. Castellano: arbitrista, camarista, legista, artista, fresquista, bromista, papista, dentista, calvinista.

aster. -Designa una semejanza incompleta con la idea del tema; también un valor respectivo. 1.° sustantivo latino: patraster (en las inscripciones), filiaster (ib.), parasitaster, fulviniaster (imitador de Fulvinius), mentastrum, salicastrum. Castellano (-astro, -astre): padrastro, madrastra, hijastro, hermanastro, medicastro, sollastre (arc.), pilastra,
pollastre, camastro.

1. Los adjetivos derivados mediante aster, expresan también una semejanza o analogía: alicaster, recalvaster, fulvaster, laetaster, novellaster, surdaster, claudaster. -La mayor parte de las palabras castellanas son nuevas y conservan su antiguo sentido cuando proceden de adjetivos: viejastro.

II. -Verbo.

La derivación verbal se produce, ya mediante sufijos propios, ya por la adición de letras de flexión al tema de cualquier especie de palabra. Al primer modo lo llamaremos derivación mediata; al segundo, derivación inmediata. La lengua latina con sus diversas formas de conjugación, toma parte en estos dos procedimientos, como en cant-ill-are. pen-sare, alb-ere, stabil-ire. En castellano sólo son susceptibles de derivación la primera conjugación y la tercera (cuarta latina).

1.° La derivación verbal inmediata, de la que en primer lugar vamos a tratar, se apoya en castellano sobre los sustantivos y adjetivos, y algunas veces sobre otras especies de palabras: el número de verbos así adquiridos por nuestra lengua es todavía mucho más considerable que el de los substantivos que proceden directamente de los verbos. Todos estos nuevos vocablos sa dividen, según acabamos de decir, entre la primera y la cuarta conjugación (originaria), sin que se pueda, empero, indicar, ni fundados en la forma ni en el sentido, un principio fijo a qué atribuir dicha división. No obstante, en medio de esta arbitrariedad de la lengua para escoger la conjugación, no puede desconocerse el hecho de que a la primera se atribuyen principalmente las nuevas creaciones: esta conjugación tiene para la formación verbal la misma importancia que la primera y la segunda declinación para la formación nominal.

2: Ejemplos de derivación verbal inmediata. De un nombre simple, en el cual el sufijo de derivación está petrificado o no es sensible. -n) De sustantivo: finis, finar; furca, hurgar; poena, penar; pretium, (a)-preciar; scutum, escudar. -b) De adjetivo: extremus, extremar; gravis, gravar; limpidus, limpiar; plenus, llenar (
plená en chapurriau, omplí); quietus, quedar.

3: Derivación verbal de nn nombre derivado. Todas las formas no se prestan en latín a esta clase de derivación verbal: el castellano, deseoso de hacer pasar a la forma verbal el mayor número de sustantivos posible, ha sacrificado a esta tendencia las reglas a que se atenía el latín, no importándole quebrar todas las leyes de la formación de las palabras, a fin de obtener esta derivación, a la cual se prestan todavía más fácilmente los compuestos. Así poseemos muchos verbos que, si quisiéramos volverlos al latín, serían: angustiare, viaticare, bilanciare, choleruceare, batualiare, miraliliare, christianare, medicinare, caponare, occasionare, consuetudinare, extraneare, facturare, contrariare, gulosare, medietare, solatiare, cupiditiare, nominativare, ancellare, vagamundare, parlamentare, sententiare. Algunos de ellos se encuentran en el latín de la decadencia. Ejemplos castellanos, agrupados según cada sufijo nominal: IA: envidiar, congojar; ATICUM: ultrajar, viajar; ACEUS: embarazar; CULUS: trabajar; ALIS: igualar; ALIA, ILIA: ramotajar, batallar, maravillar; INUS, IMUS: caminar, medicinar; ON: cantonar, baldonar; TION, SION: ocasionar, cuestionar; UDIN: acostumbrar; IGIN: originar; ANEUS: hazañar; URA: aventurar; ARIUS: contrariar; TAT produce factitivos, como capacitar, dificultar, facilitar; TIUS: solazar; IVUS: cultivar, motivar; ellus: atropellar; OTT: agarrotar; MENTUM: parlamentar; AMTIA, ENTIA: esperanzar, reverenciar, sentenciar; ARD: acobardar.

4.° Para la derivación verbal mediata usaba el latín diversos sufijos, a los cuales estaban aplicadas determinadas significaciones. Eran sufijos de este género: ICARE en albicare; ULARE en pulullare (diminutivos); TURIRE, SURIRE en empturire, esurire (desiderativos); TARE, SARE (ITARE, SITARE) en adjutare, pensare (frecuentativos); ILLARE en cantillare (diminutivos); ESSERE, ISSERE en capessere, petissere (meditativos); ASCERE, ESCERE, ISCERE en amarescere, clarescere, ingemiscere (incoativos). El castellano ha conservado casi todas estas formas.
-La significación de las formas conservadas es menos precisa que en latín.

1.° -Derivación con una consonante sencilla.

C

icare. -Ya se une a nombres, y expresa entonces la actividad del primitivo, como en albicare, amaricare, nigricare; ya se une a verbos, haciéndolos frecuentativos o diminutivos, como en fellicare, fodicare, mordicare, splendicare, vellicare. -Este sufijo en castellano, además de la forma común con c o con g, tiene una forma anormal, donde estas consonantes están representadas por j, producida mediante la desaparición de la í y la introducción posterior de la j, para evitar el hiato: -icare, -iare, -ijare. La derivación impropia, esto es, ya contenida en el nombre en ie, está sometida a la misma ley, como en fabricare, impedicare, judicare, masticare, pacificare, villicare, vindicare. Incluímos aquí muchos factitivos compuestos con el sufijo verbal
fiens (de facere), como mortificare, pacificare, sanctificare, cuyo número se aumentó considerablemente en el latín de la decadencia (-blandi, -miri, molli-, pulchri, -recti-, speci-, suavi-, tristi-, verificare). -Ejemplos castellanos (-car, -gar, -ear, -ejar): fabricar, masticar, albergar, amargar, holgar (follic.), juzgar, vengar, verdear, pacificar. -Formaciones nuevas:
1.° Con la forma primitiva (ic, ig), la cual produce frecuentativos y diminutivos: apesgar (arc.), aungar (arc.), madrugar, cabalgar, otorgar, rascar, volcar.
-2: Con la forma, propiamente castellana, hállanse muchos verbos nuevamente creados: alborear, blanquear, cortejar, falsear, juguetear, guerrear, pleitear, saborear, señorear, truhanear, voltear, Observación. Procedentes de esta segunda forma, con la terminación modificada, hay porción de sustantivos masculinos: cortejo, manejo, blanqueo.

L

ulare. -Aemulari, cumulare, postulare, pullulare, ustulare. Este sufijo procede de nombres o de verbos, como el anterior. -Ejemplos castellanos (-ular, -olar): garrular (del adjetivo garrulo), tremolar (
tremolá en ch. temblar), mezclar.

c-ulare. -Fissiculare, missiculare.
uculare. Castellano (ujar, ullar): barbullar,
manujar, magullar.

T

tare, sare. -Adjutare, pensare. -La lengua castellana ha adoptado, por su sonoridad, la forma frecuentativa, aceptando en favor suyo muchos primitivos, sobre todo de la tercera conjugación: de adjuvare, canere, cogere, despicere, jacere, quatare, por ejemplo, la forma frecuentativa es la que solamente hoy está en uso. Así se han creado, entre otros, los siguientes nuevos vocablos: de ausare, refusare, junctare, oblitare, conquistare, unctare, usare, advisare; osar, rehusar, juntar, olvidar, conquistar, untar, usar, avisar. -La significación latina se ha conservado. Los verbos no latinos no han adoptado esta forma. -Los frecuentativos que revelan no ya la forma del supino, sino simplemente el tema del verbo, como agitare, appellitare, palpitare, han sido menos imitados.
-En castellano hay muchos verbos terminados en
itar.

liare, siare. -Los participios pasados y algunos adjetivos en tus, han producido por derivación, con la vocal de unión i, una serie de verbos de la primera conjugación de significación transitiva, formando cierta clase de frecuentativos desconocidos de la lengua latina: de
captus sa ha producido captare mejor que capt-i-are.; de pensus, pensare mejor que pens-i-are. A esta clase pertenecen los verbos siguientes: de acutus, aguzar; de altus, alzar; de captus, (capturar) cazar; de curtus, escorzar; de delicatus, adelgazar; de di-rectus, enderezar (adressá en ch.): de tractus, trazar.

y

izare. -Al griego *g, en tanto que esta desinencia contiene una idea de imitación, como en *g, corresponde el latín
issare en atticissare, graecissare, patrissare. Los escritores latinos de la decadencia introdujeron algunos verbos griegos de dicha terminación, como acontizare, baptizare, scandalizare, o produjeron formaciones analógicas, como auctorizare, judaizare, latinizare, psalmizare. Contienen este sufijo muchos verbos castellanos producidos en el período literario de nuestra lengua.

Los verbos de esta terminación designan:
l: Una imitación del primitivo: judaizar, grecizar, poetizar, moralizar.
2: El paso de la idea del primitivo a otros objetos: aromatizar (*g), sutilizar, autorizar, esclavizar, eternizar, pulverizar, suavizar.
3: Simplemente la acción del primitivo sobre objetos exteriores: tiranizar, evangelizar.

2: -Derivación con una consonante doble.

LL

illare. -En cantillare (
escantellá en chapurriau), conscribillare, sorbillare. Castellano: dentellar, adentellar.

TT

ettare. -Es, en general, diminutivo. Castellano: escarvitar, arc. (escarbar), peditar (
pidolá en chapurriau, pedir).

Ottare. -Barbotar (arc.)

3: -Derivación con un grupo de consonantes.

NT

antare, entare. -Derivación verbal que procede del participio presente: no es latina. El castellano forma, en la mayor parte de los casos, verbos intransitivos de verbos transitivos de la primera conjugación; mas a pesar de la ventaja esencial que ofrece este medio de formación, no se ve empleado más que en pocos verbos, sin conservar en todos la significación primitiva, pues entre
estas derivaciones encuéntranse también algunos verbos intransitivos. Ejemplos: crecer, acrecentar; huir, ahuyentar (
esbarrá en chapurriau); levar, levantar (eixecá en ch.); pacer y apacentar (pasturá en ch.), aparecer (aparéixe en ch.), aparentar (aparentá en ch.); quebrar, quebrantar.

SC

ascere, escere, iscere. -Formas incoativas: inveterascere, irasci, amarascere, clarescere, dulcescere, frigescere, macrescere, marcescere, nigrescere. En el latín de la decadencia hay muchos verbos seguidos de este sufijo: capillascere, ferascere, granascere, pauperascere, curvescere, divescere, ex-stillescere, follescere, fructescere, grossescere, loquescere. Ejemplos castellanos: negrecer (
ennegrecerse), clarecer (esclarecer); presente, esco; imperfecto, ecia; perfecto, eci. -Son muchas las nuevas formaciones, pero no se emplea en ellas la vocal de unión a. Ejemplos: carecer, enflaquecer, agradecer, amanecer, merecer, obscurecer (oscurecer), padecer, parecer, perecer, empobrecer, envejecer, verdecer. En castellano antiguo encuéntranse todavía muchos ejemplos del infinitivo ir por ecer: enflaquir, gradir, padir, perir; presente, enflaquezco. -Observación. Los verbos derivados en sc pierden a menudo su sentido incoativo; muchos son empleados como transitivos; sobre todo, los que proceden de adjetivos: así, apetecer, bastecer (abastecer), guarnecer (de guarnición).

Hay todavía otras derivaciones verbales de una importancia secundaria. Así, ucare: machucar, besucar; usare, ussare: engatusar; uzare: despeluzar (
despelussá en ch.); iscar : mordiscar (mordisquear), pellizcar (pessigá en ch.); uscar: chamuscar; znar: graznar, lloviznar, despeluznar.

SEGUNDA PARTE.
Composición.

En tanto que en la derivación el sentido de una palabra se modifica y determina por la adición de letras o sílabas, en la composición se produce este fenómeno mediante palabras enteras. Estas palabras determinativas preceden en latín a la palabra que contiene la idea principal, como en con-socer, defendere; y esto acontece cuando son declinables, ya bajo su forma absoluta sin señales de género y de flexión, como en cordolium, fun-ambulus, ya con la ayuda de la vocal i (rara vez de alguna otra), como en paci-ficus, monti-vagus, mero-bibus. Esta es la composición verdadera o propia.

Por el contrario, si dos palabras componentes se unen también por la escritura, en cuyo caso la palabra determinativa puede estar colocada detrás de la principal, se verifica la composición falsa o impropia, como por ejemplo: bene -dicere (
ben -decir), res-publica (república), uti-frui, legis -lator (legislador), manu -mittere (meter la mano).

Pueden entrar en composición, no solamente dos palabras, sino tres y aun más.
Las palabras que proceden de otras compuestas, como de fensio de defendere, benedictio de benedicere, pertenecen propiamente al estudio de la derivación; pero es conve-niente no excluirlas de esta parte, para saber hasta qué punto llega la lengua en esta suerte de derivaciones.

La lengua castellana tiene abundantes medios para la formación de palabras compuestas. Pero las nuevas especies de composición no tienen tanta importancia, cuando se forman mediante partículas. Los nombres y los verbos empléanse tan sólo para la composición propia; siendo de advertir que muchos compuestos que se hallan en nuestro Diccionario son formaciones libres de los sabios y de los poetas, las cuales nada tienen de populares.

Hay tres clases de composición: nominal, verbal y la que se efectúa con partículas. Existe, por último, la formación de palabras mediante frases enteras.

I. -Composición nominal.

Observaciones:
1: El género de los substantivos así formados se regula por la palabra que contiene la idea principal; por ejemplo: av-estruz (
ave Strauss en alemán).
2: Si la idea principal precede, puede suceder que el sustantivo siguiente se acomode en su terminación al género de la primera palabra, y en las mismas circunstancias el segundo sustantivo también puede determinar el género. Ejemplo: ar-golla.
3: El género natural sobrepuja al género gramatical, como en el palabri-mujer.
4: En lo concerniente a la flexión en general, debe notarse nada más que los verdaderos compuestos forman el plural, como las palabras sencillas, y los otros según las relaciones de construcción en que éstas se encuentran. -Sin embargo, si los dos elementos no se hallan estrechamente unidos, o si es difícil distinguir su valor relativo, sucede que los compuestos impropios dobléganse de la misma manera que las palabras sencillas. Ejemplos: maestre -escuelas, ferro -carriles, avu -tardas.
5: Lo mismo que en latín, los sustantivos pueden adquirir el valor de adjetivos.

1.° -Composición con sustantivos.

1: sustantivo con sustantivo.
a) La primera palabra expresa la cualidad de la segunda, y puede, en general, ser sustituída por un adjetivo. Ejemplos: arqui-mesa, arti-maña, carri-coche, vara-palo, oro-pel.
b) El primer sustantivo se encuentra en la relación de un genitivo, como en el latín cor-do-lium. Ejemplos: mani-obra, zarza-rosa, zarza-mora.
c) Los dos sustantivos ocupan, uno al lado del otro, la misma línea. Ejemplos: coli-flor, av-estruz, cera-pez.
d) La idea principal precede al segundo sustantivo, que corresponde al genitivo. Ejemplos: agua-miel, ar-golla, boca-manga, caña-miel, cond-estable, madre-perla, mayor-domo.
e) Los dos miembros están unidos por preposición: Por de: hijo-d-algo, hi-d-algo, hidalgo.
Val-de-peñas, hi-de-puta (
hijo de puta). Por ad: agu-a-manil. Por ante: tramp-ant-ojo (trampa ante ojo, trampantojo).

2: sustantivo con adjetivo. El substantivo proporciona la determinación precisa, como en el latín cani-formis, igni-comus. Ejemplos: pechi-blanco, barba-roja, boqui-ancho, cabiz-bajo, casqui-vano.
3: sustantivo con verbo o adjetivo verbal. -a) El sustantivo es al verbo en su relación de acusativo, régimen directo. Ejemplos. latín: tergi-versari, paci-ficus. Castellano: car-comer, fe-mentido, mani-atar, perni-quebrar, -ado. -b) El sustantivo es al verbo en su relación de ablativo. latín: manu-mittere. Castellano: man-tener, mam-parar (manu parare), cap-tener (arc.)



2: Composición con adjetivos.

1: Adjetivo con sustantivo. Este género de composición es muy frecuente. El adjetivo se encuentra en una relación de atributo con el sustantivo, que puede precederle o seguirle. -a) El adjetivo precede: alto-bordo, buen-andanza, gentil-hombre, medio-día, rico-hombre, Sa-hagún, ira-cundo, Sant-illana (Santa Juliana). -b) El adjetivo sigue: av-u-tarda, turba-multa, Mur-viedro (
muro verde), Rip-alda, Torr-alba (torre blanca, alba, de albis), Mont-Albán (monte albo, blanco), Val-verde.

2: Adjetivo con adjetivo. -a) El primer adjetivo determina el sentido del segundo y hace el oficio de adverbio: curvi -líneo. -h) Los dos adjetivos permanecen gramaticalmente en la misma línea: agri -dulce, (es) calo-frío, anchi -corto.

3: Adjetivo con verbo, como en dulcificar, equi -parar, digni -ficar (
dignificá: ficá dignidat en chapurriau).

II. -Composición verbal.

Así en griego como en alemán, el tema de un verbo puede unirse a un nombre: Sprich Wort (
Sprichtwort), leblos (sin vida, Leben los), Friedlos (Friede los, sin paz). En latín sólo se componen verbos con verbos, pues pocas palabras son aptas para servir de segundo miembro en una composición de este género. No se encuentran tampoco en castellano ejemplos de este procedimiento.

III. -Composición con partículas.

Las partículas que se componen con substantivos, adjetivos y verbos, son adverbios en realidad; bien que la mayor parte de ellas no se presentan actualmente más que con el sentido de preposiciones.

1.° Las partículas más importantes son las de lugar: ab, ad, ante, circum, intro, ob, per, post, prae, praeter, pro, retro, sub, subter, super, trans, y muchas inseparables, como dis, re, se. El castellano las posee todas, ya las emplea en la formación de sus nuevos compuestos. Solamente hay que exceptuar ob, se, subter e intro; pero en cambio tenemos extra, foras, infra, subtus, supra, ultra, que no empleaba apenas el latín en sus compuestos.

Dividirémoslas en partículas preposicionales, adverbios nominales, particulares adverbiales, numerales y negativas.

1.° Partículas preposicionales.

Ab. -Apenas se usa en nuevas composiciones: a (b) latín. Procede alguna vez de abs, como en esconder (abs-condere),
amagá en chapurriau.

Ad. -Ejemplos de nuevos compuestos: a-cordar, a-divinar, a-somar, a-rrastrar. Ciertas palabras presentan a menudo una a prepuesta que no corresponde a la preposición latina
ad, sino al artículo árabe. -Ad forma a menudo, con adjetivos y sustantivos, verbos factitivos de la primera conjugación: agrandar, avivar, amaestrar.

Ante (anti). -Verbos nuevos: ante -coger, antemostrar. -Nombres: ante -brazo, antecámara,
antesala.
Anti. -Ejemplos: anti -crítico, anti -papa, anti -pútrido. -Excepción: ante -cristo (
anticristo).

Cum. -Unida al verbo o al nombre, designa un acompañamiento o sociedad: convivir, compañía, combatir, concausa, comadre.

Contra. -Verbos: contrahacer, contrastar. -Nombres: contra -prueba, contra -quilla, contrapeso.

De. -Ejemplos antiguos: declarar, defender, demandar, demostrar, dorar (de -aur). Muchas formaciones analógicas expresan un alejamiento o expoliación, como debatir, decaer, desfallecer, degollar (
de gola, garganta, garganchón), degradar, demarcar, dejar (de sitare), deparar, departir.

DIS, DI. -Ejemplos antiguos: dicernir, discrepar, difamar, diferir. El castellano usa muchísimas veces de este medio de formación, y expresa con esta partícula, como la latina dis o la alemana zer, una separación, empleándose también para designar la cesación de una actividad o la negación de una idea, como en el latín de la decadencia discredere y disseparare, por non credere y non separare. Ejemplos: verbos (des, dis, di), desbaratar, descabellar, descargar, desgastar, deshacer, disgustar, diverger (
divergir?), derrocar, derramar, desamar. -Nombres: desgracia, desorden, disconformidad. deforme, disforme, desnudo.

Ex, E. -Compuestos antiguos (ex, es, ens, en, e): expedir, expiar, extinguir, expeler, expirar -espirar, escaldar, ensalzar (ex -altare), ensayar, enjugar (enjuagar), enmendar. -Compuestos nuevos. 1.° Verbos: escampar, esmerar, estirar, explayar, ensanchar (
enxamplí, eixamplí, de ample en chapurriau), e(s)spiar (ant, alt, alem.: spehón, actual Spion, espía). -2: Nombres. Se designa con ex lo que una persona ha sido en tiempo pretérito: ex -ministro, ex -rector, ex -diputado.

Extra. -Únese en latín a pocas palabras, y asimismo en castellano no abundan los ejemplos: extravasar, extraviar, extravagante.

FORIS, FORAS en las frases foris ferre, foris dare; prefijo en el sustantivo
forasgero en Plauto; úsase muy rara vez en calidad de preposición: foragido, forano, foráneo.

In (en). -Ejemplos antiguos: inclinar, hinchar (h)in-char (infl.), en-cautar, incautar, entender, emplear, implicar, implorar (
implorá en chapurriau, de plorá demanán algo). Las nuevas composiciones abundan, con la forma en = an o am. Ejemplos: enamorar, enlisar (alisar), embarcar, empachar, amparar, añadir (afegí en ch. inaddere). -Los factitivos procedentes de sustantivos y adjetivos son tan abundantes, como en la clase de los compuestos con ad, a saber: encojar, enderezar (a -dret -adressá en chapurriau), endulzar (endolsá, endolsí en ch.), enfadar, engordar (engordí, engordá en ch.), engrosar.

Inter. -Ejemplos antiguos: intercalar, interceder, entremeter, entredecir. En las nuevas composiciones inter indica el sentido de se invicem y semi, y su forma castellana es entre, como en entremezclar, entreabrir (
entreobrí la porta en ch.), entre-oír, entresuelo, entrefino.

Intra, TRA. -Es sinónimo de inter, que en las nuevas formaciones, como se acaba de decir, es
entre. -Intro en las voces latinas: entrometer .

Ob. -Solamente en las palabras latinas. Ejemplos: obedecer, obstar, obviar.

Per. -Ejemplos: percibir, porfía (perfidia). Son raras las nuevas composiciones con esta partícula. Designa, en general, el cumplimiento de una acción, lo mismo que
voll en alemán: vollenden (acabar del todo), vollstrecken. 1.° Verbos: percatar, perdonar, perfilar, perjeñar. -2: Un adjetivo en el cual per refuerza el sentido: per -dañoso (arc.)

POST. -Formación nueva: postergar, pos -tergar.

Prae, -Ejemplo: preveer, prever. Formación analógica: predeterminar, predominar.

Pro. -Ejemplos: proveer (
proví en chapurriau), prolongar (prolongá, allargá, estirá en ch.). Compuestos nuevos: prohijar (ver prohijamiento de Jaime I y Sancho de Navarra), promediar, propasar.

Re. -Ejemplos: recibir, redimir, recitar, responder, reunir, recrear, reformar, reafirmar, repartir. Hay muchísimos compuestos nuevos: 1.° Verbos en que la partícula indica repetición: realzar, recaer, resoplar, reavivar, reimprimir. 2: Nombres en que la partícula refuerza el sentido: rebueno, refino.

Retro. -Formaciones nuevas: retrotraer, retrovender, retroceder.

Se (se ducere). -Solamente en las palabras procedentes del latín.

SuB (-sub, sob, su, so, son), -Ejemplos: subsanar, sobornar, suplicar, socorrer, sonreír, sahumar.
La formación de nuevos compuestos es frecuente. 1.° Verbos: zam -cochar, zancochar, (sub-coquere), sojuzgar (
subyugar, sub -jugare), sonsacar, soterrar, zaherir.
-2: Unida esta partícula a los sustantivos, expresa subordinación: subprior, subteniente.

SUBTER. -Ejemplo: subterfugio.

SUBTUS. - Hállase en el lugar de sub. 1. Verbos: substraer, subscribir. 2: Sustantivos: sotabanco, sotavento.

SUPER ( = súper, sobre), -Ejemplos: supervivir (supervivencia) -sobrevivir (sobrevíure en chapurriau), sobrevenir (
sobrevíndre en chapurriau). Las formaciones con la partícula castellana expresan un exceso o grado más alto, como la palabra de Tertuliano: supersapere. Ejemplos.
1.° Verbos: sobrepasar, sobrepujar, sobresaltar.
2: Nombres, en gran abundancia. Ejemplos: sobremesa, sobrepelliz, sobrevesta,
sobresequié en chapurriau, cabacequia, cap -el cabeza de la acequia.

Trans (= trans, tras, tra), -Permanece íntegra en las palabras poco populares; las que no lo son la abrevian. Ejemplos: transformar, transferir, traslucir, traducir, través (trans-versus).
-Formaciones analógicas. 1: Verbos: trasnochar, traspasar, trastornar.
2: Úsase rara vez en los sustantivos: traspié,
trasvase.

Ultra. -1.° Verbos: ultra pasar.
2: Nombres (adjetivos): ultramarino, ultramontano (
tramontano),

2: Adverbios nominales. -Contamos entre estos los dos prefijos procedentes de sustantivos, archi,
vice; algunos adjetivos adverbiales y la partícula
bis, cuyo origen no está con exactitud determinado.

Archi (alemán
erz) Erzbischop -archi episcop. -arzobispo, en muchísimos compuestos nuevos: archiduque, arquitrabe, arcángel -archi ángél.
Vice, desde los primeros tiempos de la Edad Media: vice -comes
de Cardona, vice -judex. Ejemplos: vicealmirante, vizconde, virrey.

Bene, male en beneficio y maleficio, y en porción de formaciones verbales. 1.° Verbos: bienaventurar, malquerer, maldecir, bendecir, malograr (male -lucrari), malversar,
2: Nombres: bienandanza, bienestar, malcontento.

Longi, multi, omni, en longi -mano (
manos largas ?), multicolor, omnisciente. Las formaciones analógicas pertenecen en su mayor parte a una época posterior: long -animo, multi -latero, omni -potente, omnívoro.

Minus. -Únese, en su forma gramatical regular menos, a los verbos y a los adjetivos y sustantivos verbales. Ejemplos: menospreciar, menoscabar, menosprecio, menoscabo.

Bis (= vis), -Partícula que significa propiamente una disconformidad o cosa que no está en su orden. Ejemplos: vislumbre,
visojo.

3: Adverbios numerales y otros nombres de número.
-Formaciones nuevas,
1: Con
uni: unísono, univalvo, unicornio.
2: Con bis: bisabuelo, bizcocho. Además con ambo en el bajo latín, ambi -dexter, ambidextro, ambidiestro;
3: Con tri, tris: tricolor, trigenio.
4: Con centum: cienpiés (cen -tipes).
5: Con mille: miliaria, milhojas (
milfulles en ch. mille -folium).
6: Con semi: semi -ignorante, semi -pútrido, semitono. Una partícula más castellana, pero menos apropiada a la composición que semi es medius. Ejemplos: medio -eval, medieval, media -luna, medialuna.

4.° Partículas NEGATIVAS.

In en el sentido negativo conserva mejor en castellano su forma que la preposición in, que ha degenerado en en. Las nuevas composiciones castellanas con in son muy frecuentes. Ejemplos: inútil, indeciso. 2: Non únese a los sustantivos, a los infinitivos empleados sustantivamente, a los adjetivos y participios, pero no a los verbos.

5: Finalmente: no debe omitirse que poseemos muchos compuestos con el artículo árabe
al, el cual por sí mismo no imprime a la palabra ningún sentido. Esta partícula forma, casi sin excepción, una sílaba átona y se asimila a diversas consonantes; así en arroba, atarfe, azofaifa, azufaifo, (gínjol, chínchol en chapurriau). De la misma manera se une a palabras no semíticas.

IV. -Composición de frases.

El producto de esta especie importante de composición es siempre un sustantivo.

1: Verbo con sustantivo o pronombre: a) La segunda palabra depende directamente de la primera abrojo, alzapié, azotaperros, besamanos, pasacalles, cortaplumas.

b) La unión del imperativo con el nombre se verifica mediante preposiciones: gir-a-sol, girasol, tornasol, torn-a-sol, and -a -río, salt -im -banco, saltimbanqui, tornavoz, torn -a -voz.

2: Verbo con adjetivo o adjetivo adverbial. Ejemplos: atafermo, cantaclaro, pisaverde.

3: Unión de dos imperativos: alzaprima, cantimplora, gana -pierde, vaivén, quita y pon.

TERCERA PARTE.
Formación de los numerales.

1° Numerales cardinales. -De 1 a 10 el método latino permanece: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez. -De 11 a 19 el sistema castellano difiere del latino en que se han añadido las unidades a partir de 16 (del mismo modo que el griego moderno lo hace desde el 13), y en que se ha suprimido el procedimiento de la sustracción para 18 y 19: once, doce, trece, catorce, quince, diez y seis (dieciséis), diez y siete (diecisiete), diez y ocho (dieciocho), diez y nueve (diecinueve). -De 20 a 90 volvemos a adoptar el método latino. Asimismo de 100, 200 a 900, 1 .000.
Ambo -ambos, amos (arc.),
ambdos -ambdues en catalán.

2: Numerales ordinales. -Son en castellano muy ricos de formas: a) La forma latina pura permanece en todo el sistema: primo y primero, segundo, tercio y tercero, cuarto, quinto, sexto, séptimo, octavo, nono y noveno, décimo, undécimo, duodécimo, decimotercio (décimo tercero) hasta nono (noveno), vigésimo, trigésimo, cuadragésimo (cuatrigésimo), quincuagésimo, sexagésimo, septuagésimo, octuagésimo, nonagésimo; pero a partir de 50, también se dice: cincuent-, sesent-, setent-, ochent-,
noventésimo, cent-, milésimo.
b) La forma distributiva enus únese a los números cardinales en seteno, dec-, onc, hasta centeno.
c) Algunos hay derivados, como avus, según octavus,
onzavo (onceavo), dozavo (doceavo), centavo.

3: Los distributivos no existen ya como tales. Solamente
singuli persiste en el español sendos.
Para designar un número colectivo de este género, empléanse diferentes sufijos.
1 -Multiplicativos: duplice, triplice.
Nombres proporcionales: simple, doble, triple, cuádruple.

CUARTA PARTE.

Formación pronominal.

El castellano ha conservado gran parte de los pronombres latinos. También ha formado pronombres nuevos, sobre todo mediante la composición de un pronombre con otro pronombre u otra partícula; habiéndose fundido de tal suerte estos dos elementos el uno en el otro, que es difícil distinguirlos.

1: Pronombres personales: ego = yo. Tú permanece invariable. Sé, sibi = sí. Ille (illic) = él. Illud = ello. Composiciones con otros pronombres: nos-, vosotros.

2: Posesivos: meus = mío (
meu, meus en ch.), mí. Tuus = (teu, teus en ch.) tuyo, tú. Suus = (seu, seus en ch.) suyo, su. Noster = (nostre, nostra en ch.) nuestro. Vester = (vostre, vostra en ch.) vuestro.

3: Demostrativos: iste (istic) = éste (este). Neutro: esto. Ipse = (
ixe, eixe, ixa, eixa en ch.) ese. Neutro: eso.

Composiciones que indican un aumento de sentido demostrativo, 1. Con prefijos: a) ille, al cual se prepone ecce o eccum, que produce formas con c dental y gutural: aquél (donde la e se ha cambiado en
a) Añádase el neutro aquello.
b) Iste con la misma partícula: aqueste, aquesto.
c) Ipse entra en diversas composiciones: aquese, aqueso.
Prepuesto met, esto es, met -ipse = mismo (
mateix, mateixa en chapurriau).

4: Interrogativos y relativos: qui = (
qui, quí, quin, quín, quin, quíns, quina, quines en ch.) quien. Qui = que. Qualis = cual. Cujus = cuyo.

5: Pronombres indefinidos, a los que se unen los numerales indefinidos, cuya flexión en latín es en general pronominal. Los afijos
ali-, que-, cunque-, han pasado al castellano; los sufijos verbales libet y vis, en cambio, han sido sustituidos por nuevos sufijos de significación análoga:
quiera.
Unus = uno (
un, una en ch.).
Alter (
atre, atra en ch.), alius = otro.
Quidam = cierto (
sert, serta en ch.).
Fulano, zutano (del árabe),
mengano.
Aliquis = alguno (
algún, alguna en ch.). -Aliquid, como sustantivo alguien (algú, alguna en ch.). Aliquid. neutro algo (propiamente de aliquod).
Ullus, antiguo y raro. Sin ulla dubda (arc. P. C. v. 906.)
Nullus = nulo. Empléase mejor
unus con prefijos negativos, como en ninguno.
Nemo = nadie (
ningú, dingú en ch. de homo natus), ninguien, arc. (Rengifo, Art. Poét.)
Nihil (nil) = nada (
res nata, por adicionarse a esta negación el substantivo cosa). No ña res en chapurriau = no hay nada en castellano.
Quisque ha conservado hasta hoy su misma forma. Unido al sufijo unus es como se ha castellanizado y se usa más: cada, cada uno (
cadaú en ch.), cada cual, todo quisqui (tot quisqui en ch.).
Quilibet, quivis = cualquiera,
consevol en chapurriau.
Totus = todo,
tot -tota -tots -totes en chapurriau.
Quantus en lugar de
quot, así en el latín clásico como en la derivación castellana. Cuanto, quamaño (compuesto arc, en el Fuero Juzgo).
Tantus está también empleado por
tot. -Tanto, tan -tans -tanta -tantes en ch. tamaño (tam magnus).
Compuestos: otro tanto, a tanto, en tanto.
Aliquantus = alguanto (arc. Berceo)
Multus = mucho,
mol -mols -molta -moltes, molt a Valjunquera y en valensiá, en chapurriau.
Paucus = poco,
poc -poca -pocs -poques en chapurriau.
Pronombres de género y de especie: son los correlativos qualis = cual (quin en chapurriau)
y talis = tal. Compuestos: otro tal, a tal.



QUINTA PARTE.

Formación de partículas.

Sobre la formación de las partículas en general, debe advertirse: 1: Las partículas así derivadas del latín, como nuevamente creadas, presentan una s
paragógica. Ejemplos: entonces, muestras, lejos, quizás. El mismo fenómeno se observa en las preposiciones ante y sine: antes, sines (arc.)
2: Si los nombres, después de haberse despojado de su significación individual, pasan a la clase de adverbios, renuncian entonces algunas veces completamente a su terminación genérica, o la cambian por otra distinta de la primitiva. Ejemplo: cabe por cabo.
3: En algunos compuestos cambia de lugar el acento. Ejemplos: pára (por -á), péro, síno.

I. -Adverbios.

Acerca de la formación de esta parte de la oración, son de notar los siguientes puntos:

1: Las formas derivativas, reales o aparentes, de la lengua madre, -iter (brev-), -itus
(fund-), -im (gregat-), no existen ya, aunque todavía se von ejemplos de esta naturaleza en el latín de la decadencia. En cuanto a las nuevas formas, no se hallan ejemplos en nuestra lengua.

2: Entre las diversas composiciones, (que la escritura no siempre sanciona), las más importantes son aquéllas en donde el adverbio está precedido de una preposición, como en el latín de-super, in-ante, per-inde. Ejemplos: demás (de magis,
ademés en ch.), detrás (de trans), en contra (in contra).

Entre otras composiciones debe de citarse la del neutro ipsum, uniéndose a un adverbio para reforzar el sentido, como nunc ipsum, que corresponde
ahora mismo, ara mateix en chapurriau.

3: La mayor parte de las ideas adverbiales se expresan por nombres. Un examen atento nos prueba que en el latín casi todas las finales de esta parte de la oración tienen flexiones casuales, cuya falta de claridad o precisión ha hecho considerar el nombre primitivo como una partícula: en el castellano había de hacer, por consiguiente, progresos esta falta de claridad. Sólo los casos oblicuos son aptos para desempeñar el papel de partículas. Pero como estos casos, a excepción del acusativo, no pueden ser representados más que por la vía de la perífrasis, han tenido que resultar muchísimas
expresiones preposicionales.

a) Adverbios formados simplemente con casos, sin preposición:
Adverbios que proceden de adjetivos en el acusativo singular neutro, como los latinos paulum, breve, verum, facile, grave, recens. Ejemplos: alto, bajo, cierto, claro, harto, junto,
mauso, poco, quedo, pronto, recio, seguro, solo, temprano, vecino, breve, recién. Desde el punto de vista de la forma, estos adverbios se confunden con el masculino del adjetivo: sólo recién se distingue de reciente.
Ablativos literalmente reproducidos, aunque se confunden coa la forma del acusativo: cito, continuo, falso, cuanto, raro, súbito, tanto.
Los adverbios procedentes de adjetivos terminados en e han desaparecido: bien, mal, tarde.
Los adverbios formados con substantivos sin preposición, no son raros. Como nuestra lengua tiene la facultad de referirse a
quand para el acusativo, es decir, para el caso oblicuo sin preposición, pueden considerarse ciertos adverbios de tiempo formados de esta manera: cada día. El ablativo se reconoce a veces: agora, ahora (hac hora, ara en ch.), og -año (hoc -anno).
Una formación importante acontece con el ablativo del substantivo
mens, (men en ch. mente) que en calidad de simple sufijo, como el alemán weise (scherzweise), y con el mismo sentido, reemplaza las finales latinas e, iter, uniéndose a los adjetivos de toda especie, y, a menudo, a los pronombres. En efecto, expresiones como devotamiente, plácidamente, tranquilamente, han producido
formaciones impropias, como rápidamente (
rápidamen, a escape, en chapurriau), brevemente, alternamente. En el latín de las fechas más antiguas de la Edad Media, era empleado este procedimiento.

Adverbios procedentes de casos y acompañados de preposiciones. Las preposiciones más importantes son
de, ad, in. Los adjetivos neutros (bajo la forma del masculino); latín: de plano, in brevi, expresan con elegancia el sentido de la composición con ment.
Ejemplos; con
de: de contado, de firme, de cierto.
Con ad: a menudo, a duras penas, a diestro y siniestro.
Con in: en uno.
Los adjetivos femeninos acompañados casi únicamente de
ad, pareciendo referirse a un sustantivo, se unen de buen grado al artículo. Ejemplos: a la española, a la moda, a la ligera. El adjetivo está en plural muchas veces, para dar más fuerza a la expresión: a ciegas, a escondidas, a horcajadas, a hurtadillas, a solas, a tontas y a locas.
Adverbios de este género, formados con un sustantivo, como en latín invicem, obviam, interdiu, a tergo, los hay en abundancia extraordinaria, de lugar y de tiempo sobre todo. Ejemplos; con di: de otra parte, de día, de noche, despacio, de mano, de cara, de fuerza, de remate, de priesa (deprisa), de corrida (corrido), de rodillas, de grado, de arte, de suerte, de forma, de manera, de modo.
Con ad, sobre todo adverbios de manera: al lado, a priesa, a deshora, a porfía, a trueque, a maravilla, a fe, a fuerza, a guisa, a modo, apenas, a sabiendas, a voces, a gatas.
Con in: encima, en orden, enfrente, en fuerza, en modo.
Repetición del substantivo para expresar la continuidad y la sucesión. Ejemplos: frente a frente, cara a cara (vis a vis), mano a mano, gota a gota. Algún adjetivo corre también igual suerte: poco a poco.
4.° Ideas adverbiales formadas mediante frases como en latín scilicet, nudius tertius. Ejemplo: quizá (esto es, quién sabe,
quí sap en chapurriau).

Lista de los adverbios, considerando principalmente su forma.

Adverbios de lugar. -La mayor parte de ellos se han conservado; pero la determinación de las relaciones del lugar donde se está, de donde se viene o a donde se va, se han confundido considerablemente. El medio más natural, después que las primitivas expresiones se han obscurecido, fué designar el lugar de donde se viene por la partícula
de, y aquél a donde se va por la partícula ad. Pero estas preposiciones perdieron al fin su intensidad y necesitaron un refuerzo, por lo cual se efectuaron muchísimas formaciones.
Examinemos particularmente cada uno de estos adverbios:

ECCE (
ecce homo). -Lo ha reemplazado el castellano por vide, videte; ved aquí, veis ahí; helo, hela.

UBI = donde. IBI = ahí. HIC = aquí (astí, aquí, assí o açí en chapurriau) -Illic = allí.

UNDE (rumano todavía unde) = donde, de donde. Como partícula pronominal: don.
INDE = ende (arc.) -Con el sentido de UNDE = de ahí. - HINC de aquí (perifrástico).

Illinc, istinc = de allí.


Quo, Eo, Huc, illuc, no tienen perfecta correspondencia: están sustituidos por palabras de la primera serie, algunas veces con un ad prepuesto, como en a donde.

Aliubi = alubre (arc. del Fuero Juzgo);
en otra parte (perifrástico, a un atra part en chapurriau). -Aliunde = alhynde, allende los mares (arc. del Canc. de Baena); de otra parte (perifrástico).

Alicubi = en cualquier lugar (
a consevol puesto o lloc -locus -en chapurriau, expresión perifrástica).
Nusquam = en ningún lugar,
a cap puesto o lloc en chapurriau.
Ubique se ha confundido, por una perífrasis, con totus = por todo.
Ubicunque = donde quiera que.

Intra, por intro = dentro (
dins, a dins, a dintre en chapurriau), entro (arc.)
Extra (
extramuros) ha sido suplantado por foras (fora en ch.), foris = fuera, de fuera, fueras (arc.), a las afueras.

SUPRA. -La forma más común es susum (sursum), abreviada en
sus: así, suso (arc.), sur francés ?
Perífrasis: arriba (a dal, dal en ch.), encima (
demún, damún en ch.). SOBRE ?

Infra ha cedido el puesto a deosum (deor -sum), transformado en josum y jusum y abreviado en
jus: yuso, ayuso (arc.) -Sinónimo es subtus = bajo (sub ?, subterráneo, submarino). Citra no tiene correspondencia castellana, y es representado por aquende: de aquesta parte, de esta parte. Ultra tampoco está representado en nuestra lengua sino por otras formas: allende = de aquella parte. Ante en los compuestos: delante (de ab ante, dabán, debán -de ab ante -en chapurriau, de in ante). -Se encuentra por prorsus, protinus, como en adelante (abán, a dabán, adabán en ch.). Post, pone han sido cambiados por de retro (vade retro, Satanás!), de trans. Así, redro, detrás, atrás.

Prope = Junto,
prop, a prop, cerca en chapurriau.
Longe : lueñe (arc.), lejos (laxus).
Lluñ en chapurriau.
Circa = cerca. Perífrasis: redor, arrededor (ares.), alrededor.
A la redolada, en redol en chapurriau.

SIMUL= ensemble, ensembra (arcs.), juntamente.
SEORSIM = a parte.

Adverbios de tiempo.
Quando = cuando.
Quondam, olim. Perífrasis: en otro tiempo.
No es latino marras = marrah (árabe).
Antea, ante = ante, antes.
Postea. De post derívase pues (con el sentido de ergo), después (esto es, de ex post), de hoy más (de hodie magis).
INTEREA = entre tanto, mientras,
entretán, mentrestán en chapurriau.
TUNC. -Compuestos: entonces (in tuncce), estonze (F. J.), estonz (P. C), estonzas (ex tuncce, Alex.) Perífrasis: allora (Berceo), esora (ipsa hora). -NUNC se reemplaza por hora: así, ora, agora (arc. hac hora), ahora.
JAM = ya,
tamé en chapurriau.
Adhuc = aún.
Encara (ancore) en chapurriau.
NUPER = nuevamente.
Brevi = en breve.
Por Mox, statim, illico, hállanse muchas expresiones, como, por ejemplo, cedo (arc. cito), luego, agina y aina (arcs. de agere), incontinenti, a la hora, al instante.
Súbito, permanece en su misma forma.
Repente, Idem.
De repén en chapurriau.

HODIE = hoy, hoy día. Hoxe en gallego.
Avui, abui, ab hodie en chapurriau.
Heri = eri (arcaico en Berceo), ayer.
Ahí, ahir en chapurriau.
Cras = cras (arc.)
Mane, en vez del anterior = mañana.
Demá, de mane, en chapurriau.
Horno, está reemplazado por
hoc anno = ogaño. Enguañ, anguañ, este añ en chapurriau.
Hay que añadir
antaño (ante annum).

PAULISPER = paucum = un poco.

Quamdiu, tamdiu = quanto tiempo, tanto tiempo, tanto.

Semper =
sempre, metátesis, en chapurriau, siempre, toda hora, todo día (todía, arc.), todavía
= medio alto alemán, alwec (
all weg, actual immer) = always en inglés, weg alemán = way inglés.

Unquam = jamás, sinónimo.
Nunquam = nunca.
May, mai en chapurriau.Saepe ha sido reemplazado por subinde (subín, sobín, a subín, asobín en chapurriau) = frecuentemente, muchas veces. Sinónimos. -Interdum = tal vez, a las veces. -RARO = raramente, pocas veces. -Quotidie = cada día, cuotidiano, cotidiano.

Paulatim = paulatinamente, poco a poco.
Denuo =
de nou, metátesis, en chapurriau, de nuevo.

Los adverbios numerales que corresponden a
cuantas veces (semel, bis, ter), fórmanse en castellano por una perífrasis combinada de números cardinales y sustantivos que indican un cambio o un espacio de tiempo. La expresión más importante es la latina vice (en tribus vicibus), de la cual nace una vez, dos veces, vegada, vegadas (arc.), vegada, volta, vegades, voltes en chapurriau. Acompañada de números ordinales, esta palabra reemplaza los adverbios de números latinos: primum, primé en ch. secundum, segón en ch. etc. Este método, que consiste en reemplazar por una perífrasis los adverbios de número y los adverbios de tiempo, concuerda exactamente con el del alemán y el del griego moderno: el antiguo alto alemán dice en este caso stunt; el alemán moderno, mal; el holandés, maal, keer, reis; el inglés, time; el noruego, gang; el griego moderno, *g

3: Adverbios de cantidad.
Multo, longe = mucho, mucho más.
Mol, molt en chapurriau.
Nimis. Demasiado (de demás = de magio),
massa en chapurriau.
Satis = asaz.
Parum, paulum = paucum (
poco) = algo.
Tantum, solum = solo, no -sino, no -mas (perífrasis).
Tan, tant, sol en chapurriau.
Vix. Compuestos con a: alés (arc.), mal -avez (arc.) Perífrasis: apenas, a duro, de duro.

SALTEM = a lo menos, siquiera (sisquera en chapurriau).
Vel = mismo,
vel -bel en aragonés.
Omnino sustituido por totus = del todo,
del tot en chapurriau.
Fere, paene = cuasi, fascas hascas (ares. hasta casi), por poco que, por poco no, falta poco.

Adverbios de comparación.

Sic = si, sin.
Tam = tan, tanto.
Aeque, perinde, están representados por compuestos con sic: otro -sí, otrosi, otrosí, ansí, así.
Ut ha sido suplantado por quomodo, para lo cual se ha despojado de su propio sentido. Como, en lo antiguo quomo, com (chapurriau igual), como, coma (usado todavía en La Litera, Huesca, por ejemplo).
Quam = cuan. El sentido de estos adverbios puede expresarse también con sustantivos:
guisa, manera, suerte, modo.

Adverbios de afirmación y de negación.


La afirmación positiva no necesita de ninguna partícula para hacerse sentir como tal; la afirmación negativa, se sirve de non = no, non (arc.) -La negación absoluta se verifica también mediante expresiones que corresponden al latín neutiquam = nulamente, de ningún modo. Hay un procedimiento más sencillo que consiste en unir a la partícula negativa un sustantivo que designe un objeto de poca importancia: el uso ha acabado por borrar todo recuerdo del objeto designado
por este sustantivo, que se transforma completamente en un adverbio, repitiendo, por lo tanto, el artículo. Las palabras más importantes de esta clase son:
cosa, gota, pelo.

La expresión de duda o incertidumbre, está representada por quizá, quizás, tal vez,
puede ser, a lo mejor, etc.

Gradación de adverbios.

Expresión del comparativo. Los adjetivos adverbiales, como los adjetivos puros, verifican la gradación mediante plus y magis; la degradación mediante minus: así, más bien, más tarde. Los otros adverbios, en tanto que su significación lo permite, expresan el comparativo como los adjetivos adverbiales: más adelante, más a menudo; latín, magis infra, magis mane.
El superlativo puede indicarse, como en los adjetivos, anteponiendo el artículo al comparativo: así,
a lo menos, a lo más, a lo más tarde. Cuando el adjetivo posee un superlativo orgánico, el
adverbio puede formarse con el sufijo mente: vil -vilísimo -vilísimamente.
El sentido del positivo se eleva también por reduplicación:
ya, ya; bien, bien.
Algunas veces, aunque raras, se aplican a algunos adverbios los sufijos de gradación: cerquita (
propet en chapurriau), a hurtadillas.


II. Preposiciones.

La mayor parte de las preposiciones latinas las ha conservado el castellano: ab, cis, ex, erga, ob, prae, propter: otras menos importantes, ya no existen en castellano independientes. Las palabras nuevas de esta clase no todas tienen el mismo origen. Son:
1: Compuestos de diversas preposiciones; por ejemplo: de -ad, ad - Prope (
a prop, prop en chapurriau), in -contra, in -versus, per -ad, per -ante, per -inter.
2: Adverbios empleados con el sentido de preposiciones.
3: Nombres. -a) sustantivos que, repeliendo la preposición que les seguía, han tomado el sentido de una partícula: cabe. b) Adjetivos o participios considerados como neutros, que, por el abandono de toda flexión, se han convertido en partículas: bajo, junto. -Las preposiciones propias, son aquéllas que pueden ser inmediatamente prepuestas al nombre. Son impropios todos los adverbios y los nombres que, para expresar un sentido preposicional, necesitan el intermedio de una preposición. De la gran cantidad de estos últimos, la lista siguiente no puede dar más que un pequeño número de ejemplos. Para reconocerlos, únese a cada uno de ellos la preposición que ordinariamente les sigue; pero es de advertir que muchos nombres así caracterizados se emplean también sin este complemento.

Ab. -No existe más que en composición; en general ha sido reemplazada por
de. Para darle el sentido local o temporal de ex o in -de a, hay palabras especiales, como desde (de ex).
Ad = a -Compuesto que indica el fin: para = pora (pro ad,
per a -pera en chapurriau) en los siglos XII y XIII.

Ante = ante, antes de.
Ab ante = abáns en chapurriau.

Apud (en las inscripciones apue). -El sentido de esta preposición está representado por sustantivos, como cabe, cabo (arc.), a cabo.

Circa = acerca de.

Contra = contra.

Cum (cun, con en las inscripciones) = con.

De = de. Para expresar relación: acerca de.
Erga. -Reemplazada por versus. Posteriormente versus se reemplaza por contra, por ejemplo en una pelea.

Ex. -Reemplazada por
de.

Extra. -Reemplazada por foras, foris, con o sin de.
Extramuros = a las afueras del poblado.

In = en.

Inter -entre. -Sinónimo: en medio (
en mich en ch.). La significación temporal de inter está expresada por participios, como durante.

Intra. -Derivada del adverbio intro = dentro de.

Ob ha desaparecido, siendo reemplazada por
per, pro. -Expresiones perifrásticas: por razón de, a causa de (*g, griego moderno).

Per = per (arc.), hoy desaparecida,
excepto en chapurriau. -Por de pro.

Post = en pos de, después de.

Praeter, falta. -El adjetivo neutro
excepto la ha reemplazado.

PRO = por, que al mismo tiempo reemplaza la preposición perdida
per. Un sentido particular de pro está representado por en lugar (en lloc de en ch.), en vez (en ves de en ch.), cuyas expresiones se construyen con genitivo.

Prope (
prop en chapurriau). -Su sentido se expresa por medio de adjetivos. Así, junto de.

Sine = sin, sines, senes (arc.). De senes, por metátesis, se construye
sense en chapurriau.

Sub = so (
sota en aragonés, catalán). Ha sido reemplazada por subtus = bajo, debajo de (sinónimos). Deball -daball en chapurriau.

SUPER = sobre. Además, encima de, tienes la comida sobre la mesa.
Tens lo diná sobre la taula, damún (de) la taula; en chapurriau.

Tenus ha desaparecido. Hay que asignar otro origen a las palabras anticuadas
fata o ata (árabe, hatta). El antiguo vocablo fasta = hasta moderno, parece un compuesto de facia ata.

Usque. -Corresponde a la expresión arcaica
entro.

Trans, como preposición, toma en castellano el sentido de
post, pone. Tras, que puede estar precedido de a, de, atrás, detrás.

Versus, aunque ha sustituido a
erga en algunas lenguas neo-latinas, carece de correspondencia en la nuestra. Lucha de 1 VS 2 -actualmente (2019) CONTRA.

Hay todavía algunos nombres empleados como preposiciones, como
mediante, no obstante, etc.

III. -Conjunciones.

Quedan pocos vestigios originarios en esta clase de palabras, pues los adverbios y las perífrasis nominales han llenado este vacío histórico.

Et = y, i, e (arc.), et (arc.)
NEC = ned (arc.), nen (arc.), ni.
ETIAM = también,
tamé en chapurriau. Expresiones negativas: tampoco (tampoc en ch.), ni menos.
AUT = o, O.

Ut, quod = que. Compuestos: para que (*g, griego moderno), a fin (de) que.
Ut, sicut, quam. A esta última, en tanto que se refiere a un comparativo, corresponde que, ca (arc.) Quasi se ha conservado literalmente.
Casi moderno.
Si = si.
Nisi = si no.
Dummodo = Caso que.

Sed y las otras partículas adversativas están representadas por
magis (en lugar de potius), que ha producido también adverbios: mas, pero, empero,
Potius = antes,
sinó.

Etsi. -Está representada de diversas maneras: bien que , aunque, puesto que.
Tamen = todavía, con todo esto, sin embargo.

Nam, quia. Compuesta con la partícula que: por tanto que. Compuesta con el pronombre que: por qué. - Hay adverbios de tiempo tomados en un sentido casual: pues (
pos en chapurriau), pues que, ya que.

Nempe = a saber.

Igitur, ergo = pues, luego. Por ideo, propterea, empléanse ende, por eso, por tanto (
per tán en ch.).

Quum (
cuan en ch.) ha desaparecido: como partícula temporal ha dado al castellano la voz cuando. Varios adverbios de tiempo pueden, con el auxilio de la partícula que, pasar a la categoría de conjunciones, siendo suprimida también a veces esta partícula. Así, después de.
Una voz nueva por la latina DUM es la castellana
mientras.

IV. -Interjecciones.

El latín no es rico en esta parte de la oración; el castellano tiene, en cambio, muchas interjecciones. Las cuales son: 1:, sonidos naturales; 2:, sonidos más complejos; y 3:, palabras mutiladas o abreviadas.

La interjección más común, que sirve para reforzar el vocativo, es
oh. Las siguientes expresan una llamada: ha, he, ahe, aik en chapurriau. Compuesta con la: óla. El alemán usa Halló con acento en la ó para llamar la atención, Hállo con acento en la á para saludar.

El dolor se expresa por ah, ay. Con pronombre personal: ay me, ay de mí. -La amenaza o la queja se expresa por
guay (vái, gótico). Aragonés: Guaita (con los güellos) -mira (con los ojos. Quizás provenga del vái gótico.
Las primeras, que denotan el dolor, también sirven para revelar la alegría y la admiración.

Es difícil averiguar el origen de ciertas interjecciones, como
cáspita, caramba. Collóns o mecagondéu ya es más fácil de averiguar.

Para exhortar y alentar, empléase
ea (eja, lat.), ea pues, sus, upa, aúpa (¿las dos de origen alemán?), alafé, alahe, alae (las tres arcaicas). -Una llamada: al arma, ah de casa, aquí del rey. -Un deseo: ojalá (enschá allah, árabe). -Una caricia: halo halo (arc. halagar).

Interjecciones para la repugnancia y aversión: dale, zape, oxte (arc. por exte, de exir), fuera, vete, su,
fuch en chapurriau.

Para el silencio: chito, chitón, ta, tate (tace?)
Para la protestación (protesta) y la maldición: por Dios, cuerpo de Dios, cuerpo de tal,
y muchas más blasfemias incluidas.

1838.

40. Université de France, Académie de Paris. Faculté de lettres. Thèse pour le doctorat. Etude sur l´origine de la langue et de romances espagnoles, par E. Rosseuw Saint- Hilaire. Paris, Imprimerie de Giraudet et Ch. Jouaust, rue Saint- Honoré, 315. 1838.

4-°-33 págs.

El Discurso está dividido en tres partes: en la primera el autor se ocupa de la formación de la lengua, recordando los pobladores y dominadores de la Península ibérica y el idioma que hablaban hasta la invasión de los moros, y del comienzo del romance, valiéndose de la autoridad y de los estudios del P. Sarmiento. La segunda trata de la formación e historia de la poesía. La tercera, del carácter de los romances españoles.

1839.

41. De la formación de la lengua castellana por D. Pascual de Gayangos.

Artículo publicado en la British and foreign Review, núm, 15, 1839.

1844.

42. Formación del lenguaje vulgar en los Códigos españoles Discurso de recepción del Sr. D. Pedro José Pidal en la Real Academia Española, leído en 22 de Febrero de 1844.

Publicado en las Gacetas de Madrid. 5 y 6 de Marzo de 1844, e incluido en sus Estudios literarios, tomo I, págs. 1-32: Madrid, imprenta de M. Tello, 1890, (tomo LXXIX de la Colección de Escritores Castellanos.)

Sin descender a pormenores eruditos, ni señalar fenómenos particulares de la lengua judicial castellana, trátase en este discurso la cuestión de un modo general, indicando algo de lo relativo al desarrollo histórico de las lenguas romances, con aplicación, aunque de modo muy somero, a la formación del castellano.

Al hablar de la formación de las lenguas vulgares (escribe D. Pedro José Pidal) nos contentamos con decir que son el resultado de la corrupción del latín y de su mezcla con las lenguas germánicas introducidas por los bárbaros del Norte en su gran movimiento sobre el Occidente. Pero yo confieso que jamás me ha parecido esta explicación satisfactoria; porque si los idiomas vulgares debieron, efectivamente, su nacimiento a la simple mezcla del latín con las lenguas germánicas ¿cómo es que no empezaron a formarse hasta los siglos X, XI y XII, es decir, a los cinco o seis siglos después de haber completamente desaparecido aquellas lenguas? ¿Por qué causa los pueblos invasores que adoptaron la lengua de los pueblos vencidos y hablaron el latín como lengua vulgar y corriente por muchos siglos, la fueron abandonando y perdiendo al paso que la abandonaban y perdían los antiguos habitantes, ya mezclados y confundidos con ellos? ¿Qué ventajas hallaban unos y otros
en las nuevas lenguas, qué inconvenientes en la antigua? ¿Por qué el pueblo, que siempre recibe la lengua de las clases más influyentes e ilustradas, fué en aquellas circunstancias quien impuso la suya a los sabios y a los Gobiernos?
No resuelve el Sr. Pidal ninguna de estas proposiciones, limitándose a enunciarlas e indicando solamente algo sobre la índole constitutiva de los pueblos.

Mas no se olvida de afirmar la coexistencia del latín (que iba cayendo en desuso, a pesar del apoyo que los sabios y los tribunales le prestaban), y del idioma vulgar, sostenido al principio por las clases inferiores del pueblo y enaltecido al fin por los tribunales y por las leyes, a las cuales atribuye la gloria que les corresponde justamente en la obra del desenvolvimiento del castellano, el cual no se empezó a formar hasta el siglo IX o X, y cuya fijación, a mediados del siglo XIII, señala en las Partidas y en todos los esfuerzos hechos por D. Alfonso el Sabio. El Sr. Pidal termina tributando alabanzas a nuestra lengua legal, que es (dice) clara, concisa, abundante en giros felices y
expresiones técnicas, por lo cual lleva muchas ventajas al lenguaje usado en los tribunales de otras naciones, que, a pesar de sus adelantos en la ciencia del derecho, no han podido desasirse todavía de los vocablos bárbaros y groseros de que tuvieron que valerse en su infancia (I).
I: D. Gaspar Melchor de Jovellanos en su discurso de entrada en la Real Academia Española el
25 de septiembre de 1781, trató de la necesidad del estudio de la lengua para comprender el espíritu de la legislación. (Págs. 299-301 del volumen I de las obras de Jovellanos en la Biblioteca de Rivadeneyra, tomo XLVI.)

1845.

43. Observaciones sobre el origen y formación del castellano por D. Rafael González Llanos.

Son muy curiosas las que consigna, al par que sobre etimología, en varios artículos que llevan este epígrafe: Examen paleográfico -histórico del códice y código del Espéculo o Espejo de todos los derechos. -Revista de Madrid, segunda época, 1845, t. VII, páginas 266, 323 y 331.

En este trabajo trata también el autor de probar la autenticidad de la Carta -puebla de Avilés, documento importante que fué por primera vez publicado por dicho Sr. González Llanos.
-Véase el número 54.

1849.

44. Ueber die Endung -ez (-es) spanischer und portugiesischer Familien namen. Gelesen in der Sitzung der philolog. -philosophischen Klasse am 13. Ianuar 1849. Von J. A. Schemeller.

4.° may. -21 págs.

Estudio de Gramática histórica sobre los patronímicos que tienen aquella terminación, en el cual se indican los orígenes, así cronológicos como gramaticales (basco, latín, árabe, alemán), de muchos apellidos castellanos de tal naturaleza.

1849.

45. History of Spanish Literature by George Ticknor. In three volumes. New York, 1849.

Segunda edición: 1854.
Tercera edición: Boston, 1864.
Traducción alemana: Gesch. d. schönen Lit, in Spanien. Deutsch mit Zus. v. N. Hr.
Julius. Lpzg. 1852. -2 vols.
Traducción castellana:
Hist. de la lit, esp, por M. G. Ticknor, trad, al cast. con adiciones y notas críticas, por D. Pascual de Gayangos y D. Enrique de Vedia. Madrid. 1851-1856. -4 vols.

El apéndice A de esta obra trata On the origin of the Spanish language (págs. 159-192 de la trad. Cast.), y es principalmente una reseña histórica de las diferentes naciones que, en distintas épocas, han habitado la Península ibérica y de la parte que a cada una de ellas corresponde en la formación del actual carácter de la nación española, de su lengua y cultura.

1853.

46. Estudios sobre los orígenes y formación de las lenguas romances, y especialmente de la provenzal, por Don Manuel Milá y Fontanals.

Dos artículos publicados en la Gaceta de Barcelona, año de 1853, Y reimpresos el presente año en el tomo IV (págs. 75-125) de las obras completas del insigne maestro catalán, coleccionadas y publicadas por D. Marcelino Menéndez y Pelayo.

En el primero de dichos artículos, después de enumerar todas las lenguas llamadas romances, estudia el autor los diferentes sistemas con que se ha explicado su formación, los cuales reduce a cuatro, a saber:
1: La derivación del latín de un modo más o menos exclusivo. 2: La derivación mixta del latín y del germano, en que se atribuye al primero el vocabulario y al segundo la sintaxis. 3: La del latín popular, que algunos presentan como casi idéntico a las lenguas modernas, o cuando menos al italiano. 4.° La persistencia de los idiomas indígenas más o menos modificados por la acción del latín. El Sr. Milá expone luego su propia opinión afirmando que las lenguas romances son lenguas nacidas de la que se hablaba en Roma, sin negar por esto la influencia ejercida en ellas por antiguos idiomas no latinos. Y para explicar bien estos diversos grados de influencia, adopta el método histórico y estudia especialmente la parte que corresponde, en la formación de los romances, a los antiguos pueblos de Galia y de España y a los Fenicios y Griegos, hasta que, limitándose al estudio de la lengua latina, examina el latín antiguo, el clásico, el popular, el de las provincias (sin desconocer, a pesar de la preponderancia de esta lengua, la persistencia de las indígenas), el eclesiástico lleno de helenismos, de hebraísmos y de giros vulgares, y el de las poblaciones bárbaras, explicando, por estas últimas clases de latín corrompido y por la influencia germánica, el nacimiento y formación de los romances. Sigúese a esta parte expositiva y crítica una reseña cronológica de los romances, según documentos escritos. El Sr. Milá encuentra ya la naciente existencia de las modernas lenguas en ciertas locuciones latinas más o menos adulteradas y descompuestas de un panegirista del siglo III, y en Hilario de Poitiers, Casiano, Gregorio de Tours y San Julián de Toledo. Continúa luego citando textos del siglo V y siguientes hasta el XI, en el cual dice que la lengua castellana despuntaba en la Carta -puebla de Avilés. (Hoy, sin embargo, está
probado de un modo irrefutable, por Don Aureliano Fernández -Guerra, que este documento es una falsificación del siglo XIII, y así lo han reconocido todos los entendidos en estas materias.)

El artículo segundo está consagrado exclusivamente a la lengua provenzal. En él presenta el autor porción de testimonios relativos a la antigüedad de esta habla, desde mediados del siglo X hasta principios del siglo XIII, en que, según lo acredita el homenaje a Bernardo Atón, Vizconde de Carcasona, dícese estar ya formado el idioma lemosín. Trátase a continuación de las lenguas de los trovadores, de los dialectos del provenzal y, por último, de la unidad de los primitivos romances y de la influencia de la lengua de
oc, discutiéndose con mucho acierto las opiniones de M. Raynouard. El estudio del Sr. Milá es tanto más notable cuanto que fué escrito apenas mediado el presente siglo.

1856.

47. Del origen y formación de la lengua castellana, por D. Pedro Felipe Monlau.

En los Rudimentos de Etimología que preceden a su Diccionario (primera edición, 1856; segunda (póstuma), 1881), hay dos capítulos, el V y el VI, que tratan del origen y formación de nuestra lengua. En ellos, prescindiendo del idioma o idiomas hablados en la España primitiva y de la influencia ejercida por los fenicios, griegos, romanos, godos y árabes en el habla de los pueblos
ibéricos, se limita el Sr. Monlau a estudiar el léxico de nuestra lengua en su inmediata derivación del latín, sin olvidar las influencias más o menos importantes del griego, el árabe, el godo, el bascuence y otros idiomas modernos en el castellano. Las cuatro quintas partes de voces castellanas están tomadas directamente del latín (dice el Sr. Monlau): las unas sin variación alguna
en su estructura silábica y casi con su misma pronunciación; otras ligeramente modificadas, y otras con alteraciones eufónicas algo más notables. El idioma latino (escribe en otro lugar) puede mirarse como padre del castellano, y el griego como abuelo; y bajo otro punto de vista, puede decirse todavía con mayor exactitud que el latín es el padre y el griego el tío carnal del castellano, por ser el latín y el griego dos idiomas hermanos, dos ramas del mismo tronco, dos lenguas que no se derivan la una de la otra, sino que tienen un origen común, a saber: el sánscrito, lengua asiática, idioma el más antiguo del pueblo indio.

En cuanto a la transformación de los vocablos latinos, el Sr. Monlau, además de estudiar en general el modo como nacieron cada una de las categorías gramaticales castellanas, trata particularmente en otro capítulo de las alteraciones fónicas mediante la conmutación, la transposición, la adición y la supresión de letras o sílabas, e ilustra sus observaciones con unas tablas de las eufonías, en las cuales recapitula, por el orden de las letras del alfabeto, las variaciones que, sobre todo, en su radical sufren las palabras latinas al convertirse en castellanas, completando esta tabla con un párrafo adicional sobre las variaciones, sobre todo fónicas, que en las diferentes partes de la oración, se han introducido desde el siglo XV hasta nuestros días.

Otras partes de los preliminares del señor Monlau a su Diccionario etimológico contribuyen asimismo al conocimiento de las transformaciones de los vocablos latinos al convertirse en castellanos, como son el segundo capítulo, que aunque trata de la formación de las voces en general, son muchísimos los ejemplos latinos que se presentan, y las tablas alfabéticas de las desinencias
castellanas, con sus homologas latinas entre paréntesis y su explicación histórica, la de
las pseudo-desinencias, la de los prefijos, indicando sus orígenes, y la de los pseudo-prefijos.

1859.

48. Del origen y formación del romance castellano, por el Ilmo. Sr. Don Pedro Felipe Monlau. Discurso de recepción en la Real Academia Española. -Incluido en el tomo segundo de los Discursos leídos en las recepciones públicas que ha celebrado desde 1847 la Real Academia Española. Madrid, imprenta nacional, 1861; págs. 305-330. Discurso de contestación, por D. Juan Eugenio Hartzenbusch; págs. 333-367.

Sin desconocer las indudables influencias que en el romance han ejercido la lengua primitiva de los iberos, la de los celtas, fenicios y demás anteriores a la dominación púnica (I), la de los godos (II) y la de los árabes (III), el Sr. Monlau afirma que del latín, sólo del latín, nació el castellano. Esta es la tesis de su discurso. La gran capa, o mejor dicho, el armazón del castellano, como de los demás idiomas de la Europa romana (dice este académico), se encuentra en el latín. Primitivamente latinos son todos los vocablos más usuales y que forman como el esqueleto de nuestro idioma: los pronombres, los llamados adjetivos posesivos, demostrativos y numerales, el artículo, los verbos auxiliares, las principales flexiones de los verbos regulares, las preposiciones o prefijos, las desinencias, las conjunciones y los principales adverbios, todo está tomado del latín; y un idioma deberá reconocer siempre por lengua madre a la que le haya dado esas diferentes especies de signos orales, sea cual fuere el caudal de los que accidental o transitoriamente hayan luego aumentado su vocabulario. Pero aún este vocabulario es radicalmente latino, porque al latín debemos las cuatro quintas partes de nombres y verbos; latinas son las palabras que sirven para designar las ideas más vulgares, los seres más conocidos, los objetos más usuales y las cosas más necesarias para la vida; latinas, en fin, y casi exclusivamente latinas, son las voces que traducen las ideas referentes a las facultades superiores del alma, las que representan los sentimientos nobles y las pasiones generosas, las técnicas del arte, de la ciencia o de la literatura y todas cuantas sirven para expresar la cultura del espíritu o atañen a un orden elevado cualquiera. La sintaxis de las lenguas no difiere sustancialmente de la latina. Quitad al latín sus casos y suplidlos por partículas; introducid el
que donde el latín ponía el infinitivo, y casi siempre os quedará sustituida una frase romance a la frase latina. ¡Qué más! Prescindiendo de la debatida cuestión sobre si el armonioso endecasílabo del catalauno - Provenzal, de la lengua de oil del italiano, del portugués y del castellano, tomó origen del hexámetro latino, como sostienen unos, o del sáfico horaciano, cual pretenden otros, y a mi ver con más fundamento, siempre resulta que la métrica moderna, y quizás también la rima, es esencialmente latina.

I: Algunos nombres propios de persona o de lugar y un centenar escaso de voces comunes, es todo lo que ha heredado el castellano de las lenguas conocidas en las edades ante-históricas de la Península ibérica.

2: Reconocemos como materiales de procedencia germánica muchos nombres propios de personas y unos doscientos o trescientos comunes. El autor publica una lista de 144 nombres de esta procedencia.

3: El árabe no se hizo enteramente vulgar en España: del árabe no tomamos pronombres ni verbos auxiliares, que son las bases principales de una lengua; y en cuanto a los nombres propios y comunes, si descontamos los latinos arabizados, los que se anticuaron muy pronto, y los que han pasado a la clase de voces meramente provinciales de Toledo, Extremadura o Andalucía, quedará reducida a muy exiguas proporciones la parte del glosario que se ha querido evaluar en una octava o décima parte. El Sr. Monlau atribuye nuestros sonidos guturales fuertes al alemán hablado por la corte de Carlos V, no a la influencia arábiga.

Tal vez este autor pronuncia conclusiones demasiado absolutas o generales; y así parecen evidenciarlo algunos recientes trabajos filológicos, en los cuales se prueba que, si bien es cierto que al latín debe el castellano su nacimiento, sufrió después otras influencias que el Sr. Monlau no cita,
o atenúa al referirse a ellas. Trabajos modernísimos han encontrado también orígenes más remotos a las guturales castellanas que los que el Sr. Monlau les asigna en el siglo XVI con la casa de Austria.

En cuanto a la formación del castellano, dice en su discurso: Pero el idioma del Lacio tuvo sus edades, sus épocas de alta pujanza y de singular decadencia; hubo un latín noble o urbano y un latín plebeyo o rústico: ¿a cuál de los dos es deudor de su formación el romance? El autor resuelve la
cuestión afirmando que todo induce a creer que el neo-latín se formó por el intermedio de la baja latinidad de los primeros siglos, exponiendo y defendiendo la teoría de la evolución sucesiva o transformación que desde su origen hasta el día han venido sufriendo el castellano y demás romances. El señor Monlau rechaza la hipótesis de la corrupción, y asimismo la de Müller, que decía ser los romances producto del latín descompuesto por los germanos invasores.

No desciende el autor en su discurso a detallar el mecanismo de la formación gradual del romance, excusándose acertadamente, por la índole literaria de su obra, a exponer leyes y ejemplos referentes a la fonética, al acento, a la cantidad, a la aspiración, a la composición, a la derivación y, en suma, a cuantas partes componen la gramática histórica; mas no deja, sin embargo, de indicar, al concluir su discurso, la utilidad del estudio de varias cuestiones accesorias que pudieran completar la historia de la formación de la lengua castellana.

El Sr. Hartzenbusch, en su discurso, ha comentado, a modo de apéndice y justificación, algunos de los principios en que el señor Monlau se funda en el suyo, y varios de los hechos en él expuestos y de las ingeniosas deducciones que aquéllos le han sugerido.

Habiendo sostenido el Sr. Monlau que el latín se había ya vuelto castellano en el siglo X, el Sr. Hartzenbusch se encarga de acreditar esta opinión con larga lista de palabras sacadas de los documentos latinos, no solamente de aquella centuria, sino también de los de la novena y la octava.

Trata también D. Juan Eugenio en su discurso de la alteración del latín por los romanos mismos, valiéndose, para comprobar sus asertos y opiniones, de inscripciones, medallas y otros testimonios; examina las diferencias principales existentes entre el latín y nuestro castellano, nacido del latín
culto y del vulgar, del militar y del rústico; y discute, en fin, con claridad, gallardía y extensión la opinión de que de la lengua intermedia, llamada románica, o sea del antiguo provenzal imaginado por M. Raynouard, nació el castellano y demás idiomas neo-latinos.

1860.

49. Escritores en prosa anteriores al siglo XV. Recogidos e ilustrados por D. Pascual de Gayangos. Madrid. 1860. Tomo II de la Biblioteca de autores españoles de Rivadeneyra.

Entre las notas puestas por el Sr. Gayangos al eruditísimo prólogo con que ha enriquecido la versión castellana del Libro de Calila e Dymna o Fábulas de Pilpay o Bidpay (primer trabajo de su colección), hay algunas observaciones históricas referentes al futuro indicativo castellano y al futuro condicional, que respectivamente se formaban con el infinitivo y el verbo habeo empleado
como auxiliar (matar-e, matar-as, matar-a, etc. = matar-he, matar-has, matar-ha, etc.= matar-habeo, matar-habes, matar-habet, etc.), y con la interposición del adverbio de lugar y por
hi entre la terminación del verbo y el auxiliar (tener-y-amos, tener-y-ais, tener-y-an). También se empezaron a intercalar entonces uno o más pronombres entre el infinitivo y la terminación de dichos tiempos;
v. gr.: vencer-os-y-an, vencer-te-an, matar-te-y-amos, rebelar-se-te-han = os habían, se han,
te habernos de vencer o matar, se han de rebelar.