ADVERTENCIA.
La conveniencia de fomentar los estudios filológicos ha sido claramente manifestada por la Real Academia Española al promover un certamen en el cual se expusiese el desenvolvimiento de estos estudios en nuestra patria. Del acierto de la Academia en proponer este tema no puede caber la menor duda. La ciencia, aunque basada en principios, no puede prescindir de la tradición. El lenguaje es un fenómeno social, que procede, como de sus causas y principios, de otros fenómenos análogos anteriores, y las formas y accidentes del hablar presente suponen otras formas y accidentes usados en tiempos que ya pasaron. Por consiguiente, el estudio y el conocimiento del lenguaje actual debe presuponer más o menos clara y directamente el estudio y el conocimiento que hicieron sobre su propio lenguaje las generaciones que nos precedieron. Para lograr este intento, ha convocado la Real Academia Española a los aficionados a semejantes investigaciones, estimulándolos a hacer el recuento del caudal literario que nos legaron nuestros antepasados y fomentando de esta manera, a la vez que el progreso de la ciencia en general, el adelantamiento de los estudios de filología castellana.
Ansiosos de realizar el pensamiento propuesto por la primera de nuestras Corporaciones literarias, aunque persuadidos de las dificultades que habíamos de encontrar en el camino, nos decidimos a acometer una empresa a la cual nos incitaba la afición que hace años tenemos a los estudios filológicos. Para llevarla a cabo, confesamos no haber sido pequeñas la fatiga y la diligencia que nos hemos impuesto, ya que los libros sobre que había de fundarse nuestro trabajo son en su mayor número de tan excesiva rareza que, a pesar de haber logrado reunir en nuestra biblioteca f porción considerable de ellos, nos ha sido necesario, para dar con otros, revolver las librerías públicas y privadas, así de España como del extranjero, solicitar las luces o noticias de personas entendidas, y acudir a medios o auxilios que, estando lejos de nuestro alcance, no han podido utilizarse sino a costa de grandes molestias y dificultades. Así lo tenía reconocido sin duda la Academia, a juzgar por lo que decían acerca de esta empresa algunos individuos de la dicha Corporación. Entre otros, ya en 1871 escribía el Sr. D. Manuel Cañete: Si ha de escribirse algún día, como cumple al buen nombre y al interés del país, la historia de la lengua castellana, se hace necesario no desperdiciar ocasión ninguna de ir allegando materiales que, utilizados y clasificados en sazón oportuna, faciliten labor tan lenta y penosa, porque sólo así podrá realizarse alguna vez obra de tanta importancia, que requiere larga copia de trabajos preliminares arduos y dificultosos de suyo (I).
Ha sido muy escaso, por otra parte, el tiempo de que hemos podido disponer para llevar a feliz término tan difícil tarea: por esto fiamos en la benevolencia de los lectores, que apreciando los inconvenientes que ofrecía un trabajo hasta ahora no acometido, suplirán las deficiencias del nuestro, mirándolo más como ensayo que como obra perfecta y consumada.
Interpretando lo prescrito por la Academia en el programa del certamen, hemos tenido a la vista dos fines en el desempeño del asunto que hemos tomado entre manos, es a saber: indicar los estudios que, refiriéndose a la lengua castellana, pueden conducir al perfeccionamiento y mayor riqueza de su Gramática y de su Diccionario, y desenvolver la historia de la filología castellana, mostrando y explicando sus progresos desde el siglo XV hasta hoy. Estos dos estudios se ayudan y dan la mano el uno al otro, ya que las investigaciones gramaticales y lexicográficas de los pasados siglos no pueden llevarse a cumplido efecto sin derramar vivísima claridad sobre las cuestiones que se refieren así al Diccionario como a la Gramática de nuestra lengua, y sin consignar al propio tiempo, ya en las reglas positivas que proclaman aquellos libros, ya en las opiniones más o menos fundadas de sus autores, ya en los mismos accidentes extrínsecos de sus obras, las etapas del desenvolvimiento de los estudios a que ha estado sometido el idioma castellano en los diversos períodos de su historia.
La conveniencia de fomentar los estudios filológicos ha sido claramente manifestada por la Real Academia Española al promover un certamen en el cual se expusiese el desenvolvimiento de estos estudios en nuestra patria. Del acierto de la Academia en proponer este tema no puede caber la menor duda. La ciencia, aunque basada en principios, no puede prescindir de la tradición. El lenguaje es un fenómeno social, que procede, como de sus causas y principios, de otros fenómenos análogos anteriores, y las formas y accidentes del hablar presente suponen otras formas y accidentes usados en tiempos que ya pasaron. Por consiguiente, el estudio y el conocimiento del lenguaje actual debe presuponer más o menos clara y directamente el estudio y el conocimiento que hicieron sobre su propio lenguaje las generaciones que nos precedieron. Para lograr este intento, ha convocado la Real Academia Española a los aficionados a semejantes investigaciones, estimulándolos a hacer el recuento del caudal literario que nos legaron nuestros antepasados y fomentando de esta manera, a la vez que el progreso de la ciencia en general, el adelantamiento de los estudios de filología castellana.
Ansiosos de realizar el pensamiento propuesto por la primera de nuestras Corporaciones literarias, aunque persuadidos de las dificultades que habíamos de encontrar en el camino, nos decidimos a acometer una empresa a la cual nos incitaba la afición que hace años tenemos a los estudios filológicos. Para llevarla a cabo, confesamos no haber sido pequeñas la fatiga y la diligencia que nos hemos impuesto, ya que los libros sobre que había de fundarse nuestro trabajo son en su mayor número de tan excesiva rareza que, a pesar de haber logrado reunir en nuestra biblioteca f porción considerable de ellos, nos ha sido necesario, para dar con otros, revolver las librerías públicas y privadas, así de España como del extranjero, solicitar las luces o noticias de personas entendidas, y acudir a medios o auxilios que, estando lejos de nuestro alcance, no han podido utilizarse sino a costa de grandes molestias y dificultades. Así lo tenía reconocido sin duda la Academia, a juzgar por lo que decían acerca de esta empresa algunos individuos de la dicha Corporación. Entre otros, ya en 1871 escribía el Sr. D. Manuel Cañete: Si ha de escribirse algún día, como cumple al buen nombre y al interés del país, la historia de la lengua castellana, se hace necesario no desperdiciar ocasión ninguna de ir allegando materiales que, utilizados y clasificados en sazón oportuna, faciliten labor tan lenta y penosa, porque sólo así podrá realizarse alguna vez obra de tanta importancia, que requiere larga copia de trabajos preliminares arduos y dificultosos de suyo (I).
Ha sido muy escaso, por otra parte, el tiempo de que hemos podido disponer para llevar a feliz término tan difícil tarea: por esto fiamos en la benevolencia de los lectores, que apreciando los inconvenientes que ofrecía un trabajo hasta ahora no acometido, suplirán las deficiencias del nuestro, mirándolo más como ensayo que como obra perfecta y consumada.
Interpretando lo prescrito por la Academia en el programa del certamen, hemos tenido a la vista dos fines en el desempeño del asunto que hemos tomado entre manos, es a saber: indicar los estudios que, refiriéndose a la lengua castellana, pueden conducir al perfeccionamiento y mayor riqueza de su Gramática y de su Diccionario, y desenvolver la historia de la filología castellana, mostrando y explicando sus progresos desde el siglo XV hasta hoy. Estos dos estudios se ayudan y dan la mano el uno al otro, ya que las investigaciones gramaticales y lexicográficas de los pasados siglos no pueden llevarse a cumplido efecto sin derramar vivísima claridad sobre las cuestiones que se refieren así al Diccionario como a la Gramática de nuestra lengua, y sin consignar al propio tiempo, ya en las reglas positivas que proclaman aquellos libros, ya en las opiniones más o menos fundadas de sus autores, ya en los mismos accidentes extrínsecos de sus obras, las etapas del desenvolvimiento de los estudios a que ha estado sometido el idioma castellano en los diversos períodos de su historia.
Para alcanzar estos dos fines, hemos dividido nuestro
trabajo en tres libros. Coleccionamos en el primero lo que se ha
escrito sobre el origen y formación de nuestra lengua. Enumeramos y
describimos en el segundo las gramáticas y cartillas de alguna
importancia o que por algún concepto ofrezcan interés, entre las
innumerables que existen publicadas sobre el castellano, dividiéndolo
en tres partes, que respectivamente tratan de la Analogía y
Sintaxis, de la Ortología, Prosodia y Métrica y de la Ortografía,
a pesar de que, por la estrecha relación que guardan entre sí
algunas materias, como la pronunciación y la escritura, se trata a
la vez de ambas juntas en muchos artículos que indistintamente están
en la segunda o en la tercera parte. Por igual razón hállanse en la
primera parte muchos libros citados en la segunda y en la tercera,
por contener en su texto el estudio de los cuatro tratados de que
consta la Gramática. En la tercera parte de este segundo libro se
contienen asimismo muchas noticias de interés para la historia del
magisterio español de primera enseñanza, y se sacan del olvido no
pocos nombres de maestros de escuela de los pasados siglos, cuya
carrera, aunque modesta e injustamente olvidada, se enlaza tan
directamente con el estudio de la Gramática castellana.
(I) Págs. 418 y 419 del tomo de La Ilustración Española y Americana, correspondiente al año de 1871, en donde el
Sr. Cañete publicó por primera vez una interesante carta del poeta
Francisco de Figueroa con notas del Maestro Ambrosio de Morales:
ambos escritos se refieren a la pronunciación de algunas letras
castellanas.
Reunimos en el tercer libro las noticias
referentes al Diccionario, coleccionando los diccionarios generales
primero (I), después los estudios especiales acerca de las
etimologías (2), los sinónimos, los arcaísmos, los neologismos,
los provincialismos, los tecnicismos, los refranes (3), y, por
último, los demás trabajos lexicográficos de carácter vario y
general publicados acerca de nuestra habla. A estos tres libros
precederá una noticia o disertación en que se consignen las ideas
que han tenido acerca de la excelencia de la lengua castellana muchos
de los ilustres españoles que de ella han escrito, y de las cuales
ha procedido así la composición de las obras gramaticales que se
estudian en esta obra como la de las otras más admirables, en las
cuales campea esta lengua en toda su nobleza y hermosura. (I) En esta parte de diccionarios generales incluimos también aquéllos que se han escrito para enseñar nuestra lengua a los extranjeros, como los hispano-franceses, hispano-ingleses, hispano-alemanes, etc. etc. y otros que contienen las palabras castellanas primero y luego su traducción o explicación en otras lenguas clásicas o modernas de Europa. Pero debemos advertir que no damos cabida a los diccionarios en español y en lenguas indígenas de América, Asia y Oceanía. Sin embargo, no dejarán de ser muy útiles al lexicógrafo muchos de estos diccionarios, como, por ejemplo, el castellano-chileno del P. Febres y el castellano-quichua del P. González Holguín, que contiene muchas palabras que no se hallan en el Tesoro de Covarrubias, a pesar de haberse compuesto y publicado este último Diccionario en fecha posterior. Véanse nuestros libros: Bibliografía española de lenguas indígenas de América. Obra premiada en público certamen por la Biblioteca Nacional: Madrid, imprenta de los Sucesores de Rivadeneyra, 1892. (Fol. -XXVIII-435 págs.), y Escritos de los portugueses y castellanos referentes a las lenguas de China y el Japón. Memoria presentada en el Congreso internacional de orientalistas de Lisboa, 1892: Lisboa, M. Gomes, rúa do Garret, 70 (Chiado) (4.° -140 págs.) También hay bastantes vocabularios en castellano y en lenguas indígenas de Filipinas, cuyo examen ofrece especial interés para el filólogo.
(2) Esta parte y la que contiene los trabajos relativos a arcaísmos, son complementarias
del Libro primero de esta Biblioteca.
(3) Nosotros no citamos más que las colecciones o estudios que se refieren a refranes populares. Pero acerca de esta materia véase la excelente Monografía sobre los refranes, adagios y proverbios castellanos y las obras o fragmentos que expresamente tratan de ellos en nuestra lengua. Obra escrita por D. José María Sbarbi, presbítero. Premiada por la Biblioteca Nacional en el concurso público de 1871;, e impresa a expensas del Estado. Madrid, imprenta y litografía de los Huérfanos, calle de Juan Bravo, núm. 5: MDCCCXCI. -Fol. -414 págs.
El Sr. Sbarbi, a quien tanto deben la filología y las letras castellanas, debe ser considerado en España como la primera autoridad en materia paremiológica.
Habiendo sido nuestro principal empeño contribuir, en lo que cabe a nuestras fuerzas, a la formación de una gramática histórica del castellano, era natural que fijáramos preferentemente nuestra atención en las obras que han contribuido más al desarrollo y perfección de estos estudios. Por esto hemos sido más minuciosos o prolijos en unas obras que en otras, deteniéndonos especialmente en la obra capital de Federico Díez, la Gramática de las lenguas romances, de la cual, atendida su primordial importancia, hemos hecho un largo extracto, en cuanto se refiere a nuestro idioma.
Como nuestro deseo es que este libro sea de inmediato aprovechamiento para la generalidad de los lectores, y como para esto ningún método podía convenir más que el bibliográfico, hemos inventariado por riguroso orden cronológico, en cada, una de las partes respectivas, los trabajos filológicos que se han escrito acerca del idioma castellano.
Quizá podremos ser tachados de prolijos en detalles bibliográficos; pero creemos será perdonada nuestra falta, si tal es, en razón de la ya indicada rareza de los más de los libros que se registran en este estudio. En cambio sólo apuntaremos los títulos de los trabajos impresos en el presente siglo, o de los que por ser epítomes, compendios o resúmenes más o menos felices de otras obras importantes, o por razón de su escaso valor histórico o científico, no exigen ser extractados ni analizados.
Como, a pesar de nuestra diligencia, no siempre hemos podido haber a las manos las obras que buscábamos, estos libros, de nosotros no conocidos directamente, están registrados conforme los citan algunos repertorios bibliográficos (I).
Fáltanos advertir que, como conclusión y remate de nuestra obra, ponemos un índice general de materias y otro alfabético de los autores y nombres propios de personas citados en el texto, que esperamos serán de utilidad para los que quieran aprovecharse de las noticias en ella contenidas.
(I) El único libro que puede considerarse como ensayo de bibliografía gramatical, por
ser las obras de esta naturaleza las que en él más abundan, es el Specimen bibliothecae hispano-majansianae sive idea novi catalogi critici opervm scripiorvm hispanorvm, qvae habet
in sva bibliotheca Gregorivs Majansivs generosvs valentinvs. Ex mvseo Davidis Clementis. Hannoverae, Impensis Jo. Gvil. Schmidii. MDCCLIII. -4.°-3 hs. de pról. + 171 págs. + 16 no numeradas de Indice.
En la Bibliotheca nova de Nicolás Antonio y en las Bibliografías de Gallardo, Hidalgo y
Salvá, hállanse también registrados y descritos muchos libros de filología castellana.
Pocos años hace, en 1879, el bogotano D. Antonio María de Arrazola publicó una breve bibliografía de gramática española en la cual incluyó principalmente los libros de esta clase publicados en América.